Mientras madre sostenía entre sus manos el último número de la revista de sociedad de Lady Wisthledown, Prudence y yo estamos sentadas en la mesa redonda, donde dos criadas nos han servido el té y unos dulces variados.

Durante todo el rato no dejaba disimuladamente de mirar a madre, esperando pacientemente a que terminé la lectura. Estoy tan concentrada en mi mirarla que no hice caso a ninguno de los pasteles que tengo delante de mis narices, de vez en cuando doy pequeños sorbos a la taza. Mi hermana en cambio desde que trajeron los dulces no ha parado de darse todo un festín con ellos.

Aprovecha que madre se encuentra muy concentrada en el panfleto, si no fuera así, no habría dejado que se llevará ninguno a la boca.

Había ordenado que se los lleven todos de vuelta a la cocina. 

Madre se levanta bruscamente, lo que provoca que Prudence del susto casi se le cae un pequeño dulce de nata en la falda de su vestido. Por suerte para ella fue muy habilidosa y con gran rapidez de manos cogió el pastel al vuelo. Más suerte tuvo, ya que madre no vio lo sucedido con el pequeño pastel. Ordena al servicio que se retiren inmediatamente del salón, en menos de diez minutos nos quedamos las tres solas en la habitación.

Deposito sin ningún cuidado la revista de Wisthledown, justo en todo el medio de la mesa. Prudence lo miro con muchas ganas de leer cada párrafo que hay escrito, pero el miedo que le tiene a madre vence más a su enorme curiosidad de descubrir los nuevos cotilleos que azotan toda la aristocracia de Londres.

-Está familia ya ha tenido bastantes humillaciones, como para ahora volver a ser la comidilla y encima nada más regresar a la cuidad.

Prudence iba a abrir la boca, pero el mal semblante que era bastante notario, en nuestra madre. La hizo seguir manteniéndose en silencio.

-Ya lo tenía bastante complicado contigo Penélope, ahora que él señor Bridgerton te ha sentenciado delante de otros caballeros.

Ya no se podrá hacer nada, tu destino está más que señalado para el resto de tu vida. Lo único que me alegra de todo esto es que cuando sea una anciana, te tendré a ti, para que cuides de mí.

De un modo "sutil" madre acababa de sentenciarme como una solterona. Tanto mi hermana como madre ya no tienen ninguna fe en que pueda conseguir un marido, eso es exactamente lo que quiero que piensen.

Sobre todo las siguientes palabras de madre, me hicieron suficientemente feliz. Aunque claro por fuera tenía que mostrarlas que estoy triste, no voy a ser una solterona.

Tendré un esposo y la libertad que siempre he anhelado.

-No puedo hacer nada por ti. A partir de hoy ocuparé todo mi tiempo y energía, en Prudence.

 

La primera parte de mi plan ha salido tal y como lo planee. Me costó no reír cuando vi la cara que se le quedó a mi hermana, ahora tendrá a madre detrás de sus pasos, desde que se levante hasta la hora de acostarse.

Se acabaron los vestidos amarillos, naranjas y otros colores que me hacen verme como un cítrico pasado.

 

Durante nuestro retiró en el campo, seguí manteniendo correspondencia con Madame Delacroix.

 

La temporada pasada nos hicimos socias y este año continuaremos trabajando juntas, en nuestras últimas cartas le propuse una idea, que nos favorece a las dos.

 

 

Cuando la conversación parece que se dio por cuncluida, irrumpe en el salón nuestro mayordomo, porta en sus manos una pequeña bandeja de plata. En la cuál hay tres invitaciones para cada una, tanto Prudence como yo vimos a madre cogiendo la suya.

-Este año Lady Danbury será la encargada de celebrar la primera fiesta de este año.

-Eso significa que tendremos nuevos vestidos. 

Habla ilusionada mi hermana,mientras yo continuó mirando las invitaciones.

-Por supuesto. Iremos está tarde tú y yo. Penélope ya no necesita estrenar ningún nuevo vestido.

-Pero Lady Danbury también me ha invitado a su fiesta.

-Yo no he dicho que no vayas a venir. Simplemente como dije antes, en tu nueva posición ya no necesitarás estrenar nuevos vestidos. Puedes usar alguno de la temporada pasada.

-¿Cuándo visitaremos a Madame Delacroix, madre?.

-Iremos está misma tarde, después de tomar el té y cambiarnos de atuendos.

 

Sin ninguna duda voy a dejar a todo el mundo sorprendidos,cuando vaya descubriendo el resto de mi plan.

 

El baile de Lady Danbury va a ayudarme a enseñar a toda la cuidad, que Penélope Featherington no es la fea del baile.