El sonido de su corazón, golpeando fuertemente en sus oídos era un recordatorio de que seguía viva. El crujir de las hojas debajo de sus pies era lo que la mantenía consiente de su entorno, estaba cansada de huir pero no paraba solo siguió corriendo, corriendo y corriendo había una sola cosa en su mente, sus padres.

Sí, tal vez había cometido el error de entrar en esa parte del bosque donde ella era un simple bocadillo, un hada que tenía bloqueada la magia, para colmo de su mala suerte aquel día no había luna, estaba oscuro y estaba sola. En otro momento tal vez habría enfrentado a los cazadores como lo había hecho millones de veces antes pero ese día no podía perder tiempo, no podía arriesgarse a nada, tenía que llegar rápido y segura justo cuando pensó que no lo lograría pues casi podía sentir la respiración de quien la perseguía vio aquel pequeño lago y la tan anhelada cabaña justo en la orilla.

Alguien de confianza le había dicho que en esa parte del bosque justo en esa cabaña vivía una vieja hechicera que tenía la capacidad y experiencia para hacer el hechizo que rompería el sello sobre sus poderes, la lista de cosas necesarias era corta, solo necesita su sangre, que no hubiera luz de luna y alguien que tuviera la magia para hacerlo y acaba de llegar al lugar correcto.

Nadie se atrevería a entrar a aquel lago, por lo menos nadie que no fuera un demente, prácticamente se arrancó la capa que cubría su cuerpo, quedando solo con un vestido blanco se lanzó al agua nadando rápidamente, ya a la mitad del lago pudo ver en la orilla cómo los cazadores solo la observaban, después dando maldiciones se dieron media vuelta pues para ellos no era seguro saltar a ese lago, continuo nadando ya más segura y tranquila. Tras 12 años cualquiera pensaría que ya no vale la pena buscarla sin embargo parece que sigue siendo igual de valiosa que el primer día.

Escurriendo en agua, con el vestido totalmente pegado a su cuerpo, se paro en el umbral de aquella puerta y antes de siquiera tocar una mujer, de hermoso cabello negro y rostro casi angelical, salió de la cabaña. La miro de la cabeza a los pies para después decirle.

-Alexandra Selene, te estaba esperando pequeña. Pasa pasa- Aquello lo dijo con un tono casi maternal. Lo que le dio un poco de miedo pues era como si la conociera.

-Vamos niña estas mojada, hace frio y esta noche tu madre no esta en el cielo, estarás a salvo dentro.- No dijo nada solo entro, a lo que esperaba no fuera la boca del lobo, pero la verdad no tenia muchas opciones en ese momento.

Entro en esa cabaña, cerrando la puerta detrás de ella, 

estaba loca, en definitiva se había vuelto chiflada. O tal vez solo era la desesperación, busco ayuda en algunas personas de su circulo, sin embargo por razones que no valen la pena comentar no les fue posible ayudarla.

Así fue como la pequeña Fae termino con Marlene Ascua, conocida mejor entre los marginados mágicos como Ingnis, una hechicera de cuna noble desterrada por los sabios de los 7 reinos, pues la consideraron demasiado poderosa y peligrosa para vivir en las aldea, un marginado social más de la élite mágica. En definitiva hablaban el mismo idioma obligadas a sobrevivir lejos de sus raíces mágicas.

Confiar en alguien que ni siquiera conocía, en un lugar del bosque en donde podían simplemente desaparecerla, o entregarla a Ian, no había sido una de sus mejores ideas últimamente. 

-Así que tú eres la famosa Alexandra Selene- dijo aquella mujer, de rostro angelical y cabello negro azabache, mientras caminaba a su alrededor. - Definitiva eres más bonita de lo que esperaba ahora tiene sentido que ese chico lleve tantos años buscándote con desesperación- la inspeccionaba de arriba abajo, como buscando cada detalle de ella, hasta que se detuvo en sus brillantes ojos azules y retrocedió suavemente como quien se sorprende al descubrir algo. - Sí, definitivamente una digna hija de la luna. 

El comentario sobre su presunto prometido la molesto, odiaba que la relacionaran con aquella escoria, en tono despectivo ella le contesto.- Simplemente soy uno de sus caprichos, la única mujer que su padre aprobaría como esposa.- Alexandra estaba orgullosa de su linaje, sin embargo había sido una carga los últimos 12 años.- No soy más que un rostro bonito y una línea de sucesión para el. 

La mujer mayor, que no tenia aquel aspecto a pesar de tener siglos de vida, se adentró en la cabaña que era más espaciosa por dentro de lo que parecía, el hada la siguió de cerca, observando cada cosa que había a su alrededor, no era la clásica casa de una bruja del bosque que te va a cobrar a cambio de darte lo que le vas a pedir, era más la casa de una mujer que había sido alejada de sus tierras y sus costumbres. 

-Resulta refrescante ver a alguien de cuna noble despreciar a los suyos.- Hablo tras detenerse y tomar asiento frente a una mesa con algunas hierbas y flores, claramente le gustaba fumar, su voz y el aroma a humo floral la delataban.- Pero, ¿Por qué no puedo ver tu magia? Es como si algo la estuviera conteniendo. 

La miro encender uno de los puros improvisados que estaba haciendo antes de que ella la interrumpiera.- No finjas desconocimiento Ingnis, sabes a qué vine.- Inhalo con fuerza llevando con ella algo del humo que su contraria exhalaba, ginseng y lavanda claramente la quería mantener tranquila.- Necesito que rompas el sello que yo no puedo romper. 

La hechicera se levanto y tomo un libro que estaba en una de las repisas junto a la mesa. A pesar de que pareciera que estaban riñendo o compitiendo en una especie de duelo de poder, esas dos mujeres solo eran dos aves heridas que usaban como escudo el sarcasmo y la frialdad pues no podían permitir que las engañaran tan fácilmente. 

-Pequeña... Llevo años esperando que vengas a buscar que te ayude.- Se acerco a ella con una dulce sonrisa, aparto un mechón de su rostro y volviendo a su faceta maternal le ofreció un abrazo con un gesto silencioso, un gesto que la mas joven no pudo rechazar, se soltó a llorar entre sus brazos, tal vez efecto del humo calmante, tal vez respuesta al desastre que era su vida los últimos días.- Cuando supe que atacaron la aldea de tus padres me preparé para tu llegada.

Tras llorar desconsolada todo lo que había guardado en su pecho los últimos años en los brazos de aquella mujer tomaron asiento. El rumor sobre la hija de la luna que había puesto un candado a su magia exponiendo su cuerpo a todos los riesgos que un ser mágico corría al ser privada de esta era algo muy conocido, sobre todo porque la chica estaba viva, aunque un poco lastima y con claras heridas sin sanar en su cuerpo por la falta de magia.

-Eres un hueso duro de roer cierto cielo.- la miro Ignis sin soltar la muñeca de la peli azul que estaba adornada con la esclava que hacía de candado para su magia.

-Digamos que lo de ser una dama en apuros nunca fue lo mío... Pero supongo que tú entiendes de eso - dijo con una sonrisa sacarrona, había luchando durante años por su vida y por la seguridad de quienes amaba. Lo que estaba por hacer la volvía un blanco fácil, sin mencionar que podría morir por la sobrecarga mágica, pero por sus padres y su hermano haría lo que sea.

-Sera fácil, solo unas runas, tu sangre y tiene que ser hoy, lo difícil vine después, cuando tú cuerpo vuelve a su estado mágico.- La pelinegra le miro seriamente, Alexa era consiente de los riesgos y lo difícil que podría ser la adaptación, pero tenía que detener a Ian antes de que la culpara de desequilibrar a los espíritus, los cuales ya habían atacado a sus padres.

-No importa, si lo que quieren es mi magia eso tendran...

Tras aquellas palabras Ignis comenzó a trabajar, cristales, runas de protección y por última la sangre de un Selene. 

Tras cortar su palma y dejar caer la sangre de Alexa en los dibujos del suelo todo sucedió en cámara rápida, la mujer recitaba un conjuro mientras Alexa gritaba al sentir su cuerpo quemar como el infierno. 

Sus cabellos azules perdieron color recuperando su nata apariencia platinado brillante y sus ojos azules brillaron con intensidad. 

Poco a poco sus brazos se cubrieron por las runas de luna que solo algunos de su estirpe tenían.

La esclava se quebro quemando su muñeca en el proceso, eso dejaría una marca para siempre.

Tras lo que fueron minutos, que para Alexa se sintieron como horas, todo terminó ella totalmente agotada y temblando callo al suelo, luchando por contener la magia que se arremolinaba en su interior violentamente.

La calma llegó cuando sus ojos dejaron de brillar y su cuerpo dejó de quemar, una preocupada Ignis la miro, ella le respondió con una sonrisa y antes de caer en la inconsciencia le dijo.

-Necesito dormir un poco ...