Hace unos 2 años atrás...

 

Suspiró varias veces, ya era la 5 vez que se había escapado de su casa a los 18 casi 19 años. A pesar de que siempre volvía por pena que sentía nunca supo parar y finalmente pensar en ella misma, pero no podía, pues siempre tuvo un enfoque hacia ella misma curioso, siempre fingiendo que estaba bien pero nada lo estaba.

Caminó por la calle abrazándose así misma, el olor a gasolina invadió por un momento los pensamientos de la pelicolor hasta que finalmente paró en seco. Una figura masculina se había posado a su lado con aquella moto, quitándose aquel casco riéndose en voz baja, parecía 20 años mayor que ella.

 

— Las bonitas como tú están prohibidas para ir por la calle. — Dijo mientras se sacaba un cigarro con una sonrisa ladina, encendiéndose aquel canuto.

— No recuerdo haberte dado la opinión de lo que puedo o no hacer. — Respondió descaradamente, no estaba para bromas en aquel momento aunque siempre fue su forma de ser.

— Qué bonita, encima con carácter. Me gusta.

La voz grave de aquel hombre resonaba en sus oídos al igual que el olor del cigarro invadió todas las fosas nasales y siguió andando rodando los ojos en blanco. Sin embargo el seguía siguiéndola con aquella moto a marcha lenta.

— ¿Necesitas ir a casa? Puedo llevarte.

— ¿Por qué no te preocupas de otras cosas? — Dijo finalmente girándose mirándole mal. — No te metas donde no te llama.

— Entonces escapaste.

Desvió la mirada y agarró su cigarro para ahora darle varias caladas. El mayor soltó una carcajada negando con la cabeza.

— Imaginé, bueno. Puedo llevarte a tomar algo si gustas.

— ¿Tú te das cuenta que no quiero nada verdad?

— ¿Quién ha dicho que quiera algo? Eres tú quien lo piensa, querida.

Su mirada se volvió más oscura y se quedó pensando durante unos minutos.

— Sólo tomar algo, nada más.

El hombre sonrió a sabiendas de lo que consiguió y le ofreció un casco. Nari se subió a aquella moto y se agarró sin tener opción a aquella cintura.

Cuestión de minutos habían llegado a un bar, para ser más específicos era un bar-motel. Así que una vez que estacionó, bajaron dejando aquel casco. Se quedó mirando el lugar y soltó un leve resoplido entrando al sitio. Se sentaron en una mesa y le sirvieron a cada uno un vaso de una mezcla de alcohol.

— ¿Y tú que hacías tan tarde por las calles? — Dijo bebiendo de aquel vaso, ya llevaría unas cuantos sorbos.

— Soy un hombre de negocios, querida. Me gano el dinero y llego siempre tarde a casa, pero hoy me ha tocado hacer de niñero. — La miró haciéndole entender que era sobre ella.

— Já, já, já. Qué gracioso..

— Cuando te pones sarcástica estás preciosa.

Su comentario casi la hizo atragantarse, aunque ella ya estaba un poco borracha con lo cual aquel comentario la hizo reírse, volviendo a beber.

— ¿Mhhmh, y bien? — Ladeó la cabeza, pues Nari ya había terminado aquel vaso.

— ¿Que qué me parece la bebida o el señor que tengo enfrente mía? 

Nari siempre había tenido un pequeño problema, al estar bebida seguía consciente de lo que decía y hacía, sólamente había momentos en los que ya ni el alcohol le ayudaba a sentirse mejor. Así que se acercó y robó un beso al mayor el cual fue correspondido, el mayor se rió en voz baja e hizo que esperase un poco, pagando para después llevarsela en brazos para seguir un beso desenfrenado al llegar a aquella habitación. 

Despertó al día siguiente por los rayos de sol, restregando sus manos con sus ojos hasta que efectivamente estaba sola arropada y desnuda. Se dió cuenta de lo que hizo y soltó un pequeño suspiro. Por suerte o por desgracia no había sido la última vez que había hecho, pues su vida había sido liberal y no estaba preparada para una relación estable debido a los tantos problemas.

Su cara cambió cuando en su mesita había una pastilla, un vaso de agua y dinero con una nota. ''Gracias por lo de anoche, preciosa.'' Varias lágrimas salían de sus ojos comenzando a arroparse entera en aquella cama comenzando a llorar. Había sido tratada por algo que no era realmente y le había dolido como nunca, normalmente le habría dado igual y seguiría su camino pero jamás nadie en la vida le había dejado dinero como si fuese una maldita cualquiera. Le rompió tanto que se quedó durante varias horas llorando sin parar, no le bastaba con el rechazo de sus padres por nacer que ahora parecía una fulana, su vida estaba siendo un caos del que no sabía cuanto tiempo iba a durar.