Los Targaryen poseen la fuente de inversión más colosal en la edificación de templos religiosos, especialmente aquellos de orientación oriental, debido a su profunda conexión con la antigüedad, las tradiciones arcanas y la Fe. Por ello, el puesto de CEO de la empresa siempre ha sido ocupado por los primogénitos del jefe regente. En el siglo XXI, es Viserys I quien ostenta el mando de la corporación. Rhaenyra, designada jurídicamente como su sucesora, es la aprendiz ideal a ojos de su progenitor. Una joven sagaz, practicante de la equitación desde los siete años, destacada en las ciencias matemáticas y sociales, lectora voraz de tomos considerados "densos" para su corta edad, entre otras cualidades.
Otto Hightower, mano derecha del dueño, siempre ha albergado la ambición de apoderarse del imperio construido por los Targaryen. Con el paso de los años, nota que su hija, Alicent, se aproxima a la heredera. Así, logra convertirla primero en niñera de Rhaenyra y, posteriormente, en la secretaria principal de la empresa, con la intención de acercarla cada vez más a una instancia íntima con Viserys. Esto lo consigue tras el fallecimiento de Aemma Arryn, madre de Rhaenyra, quien ahora debe lidiar con la idea de una madrastra.
Desconcertada, la niña de diez años encuentra refugio en la equitación, acompañada de su yegua, Syrax, mientras Alicent transita su primer embarazo. Los años pasan, y la pequeña se transforma en una adolescente capaz de comprender por qué el nombre Targaryen se diluye en la empresa, convertida ahora en una Sociedad Anónima: el incesto y los compromisos tempranos.
Familia tradicional, los Targaryen prefieren mantener la sangre pura, una práctica inaceptable en la sociedad moderna. Los genes actúan rápidamente, y Rhaenyra recuerda estar encaprichada desde siempre con el hermano de su padre. Su tío Daemon la consentía como nadie más, la escuchaba y entretenía con relatos de sus viajes por el mundo. No habría dudado ni un segundo en aceptar un compromiso con él, pero sus deseos se ven anulados por Viserys. Laenor Velaryon, su primo, es considerado el candidato ideal. Por fortuna, éste acepta un acuerdo con la heredera: cada cual por su lado, pues a uno le gusta el ganso y al otro el pato. Esto permite a Rhaenyra mantener un romance con su guardaespaldas, Harwin Strong, quien es el padre biológico de sus primeros tres hijos, pero lamentablemente perece en un incendio en su propiedad tras tener que alejarse preventivamente de la empresa por varios conflictos.
Laena, cuñada de Rhaenyra y esposa de Daemon, fallece en el parto de su tercer hijo, quien también muere. Esto proporciona una oportunidad de reunión entre Laenor, Daemon y Rhaenyra para idear el plan perfecto: el primero finge su muerte, y los dos restantes viven su historia de amor. Pero, ¡ay!, el plan fracasa. En el velorio de Laenor, tío y sobrina se presentan ante Viserys exigiendo el derecho a contraer matrimonio. El rey entra en cólera y se niega por diversas razones, entre ellas la sospecha de que su hermano menor ambiciona el puesto de CEO de la empresa. La acalorada discusión culmina con la disolución del compromiso entre Aegon y Helaena (segunda hija de Alicent y Viserys), para ser sustituida esta última por Rhaenyra.
El desconcierto es general, especialmente para Alicent, pero nada se puede hacer al respecto. La decisión fue tomada y la heredera y su futuro esposo son enviados a dirigir la sucursal londinense de la empresa. Las cosas no se desarrollan como se esperaban; mientras Aegon frecuenta la capital buscando consuelo en los burdeles y en Helaena (con quien tiene tres bastardos), Daemon aprovecha para visitar a Rhaenyra y engendrar hijos a quienes, naturalmente, se les atribuye la paternidad de Aegon. Este, ignorante de la realidad, cree que las noches de borrachera le permitieron consumar su matrimonio las veces necesarias para los tres embarazos de la sucesora.
Con el paso del tiempo, dos años antes del estallido del conflicto entre los herederos, Aegon y Rhaenyra comienzan a llevarse relativamente mejor. Esto se debe a un acuerdo mutuo, una noche cualquiera, en la que deciden establecer una tregua por el bien de sus hijos, con la única condición de no demostrar afecto públicamente (cuestión de apariencias). Gradualmente, los sentimientos emergen y la futura CEO se ve incapaz de admitirlo, pero se ha enamorado profundamente de Aegon. Este amor es recíproco; Aegon abandona los burdeles y la vida nocturna, limitándose a una copa de vino en la cena e intentando por todos los medios captar la atención de su esposa.
Visenya es concebida como la primera hija legítima del matrimonio.
Alicent, al tanto de la situación gracias a los espías verdes en Londres, se mantiene vigilante y elabora una de sus artimañas para separarlos. Tras el fallecimiento de Viserys, es ella quien envía secretamente a Aegon el aviso de que debe acudir rápidamente a la sede central. La noche previa, manda tres meretrices que consiguen dormir a su primogénito y acostarse en el lecho junto a él. Al llegar Rhaenyra y hallar tal escena en su habitación privada, siente la traición y la ruptura de su corazón. Ni siquiera da tiempo a su medio hermano de explicarse. Este, con la angustia atorada en la garganta, responde al llamado de su madre, ignorando sus intenciones al ocultar la noticia a Rhaenyra, y es entonces cuando Alicent revela toda la verdad a su hijo. Aegon, enfurecido, decreta el divorcio, firma la sucesión a su nombre y acaba casándose con Helaena.
Uno de los hijos de Rhaenyra, Lucerys, es enviado a buscar testigos para el juicio contra los Hightower, pero es interceptado por Aemond, quien arremete contra el niño en su motocicleta, logrando que caiga por un barranco hacia un río en plena sudestada, sin oportunidad de salvarse. Los juicios y riñas se incrementan, llegando incluso a contratarse sicarios de un lado y otro para ver quién puede acabar primero con el legado ajeno. Hijos, matrimonios, sobrinos, tíos, hermanos… fallecen por doquier.
Aegon atraviesa un periodo de salud paupérrima luego de haber sido quemado y envenenado, además de la gran tristeza por la muerte de sus bastardos, pero nada de esto logra enviarlo al otro plano. Dejando el orgullo de lado, Rhaenyra y él intercambian una serie de cartas donde deciden finalmente llegar a una tregua: volverían a unirse en sagrado matrimonio, siendo Rhaenyra quien se quede con el puesto de CEO y Aegon III anunciado como su sucesor. Todo en pos de poner fin a la sanguinaria guerra. Tras un largo período, en el que ella ayuda, Aegon recupera su buena salud. No al cien por ciento, pero sí lo suficiente para que el matrimonio tenga una oportunidad de aprender a tolerarse y amarse en cierta medida.