“Tu ostentación y el sonido de tus liras han sido derribados hasta el Seol. Los gusanos serán tu cama debajo de ti, y las larvas tus cobertores. ¡Cómo has caído del cielo, oh lucero, hijo de la mañana! Has sido derribado al suelo, tú que debilitabas a las naciones. Tú has dicho en tu corazón: ‘Subiré al cielo en lo alto; hasta las estrellas de Dios levantaré mi trono y me sentaré en el monte de la asamblea, en las regiones más distantes del norte. Subiré sobre las alturas de las nubes y seré semejante al Altísimo’. Pero has sido derribado al Seol, a lo más profundo de la fosa. Los que te vean te contemplarán; reflexionarán ante ti diciendo: ‘¿Es este aquel hombre que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos, que convirtió el mundo en un desierto, que destruía sus ciudades y que a sus prisioneros nunca les abrió la cárcel?"
Isaías 14: 11-17
 
El hijo que se reveló
 
Antaño fui el más bello y bueno, imagen de perfección. Versado en artes y sabiduría, gran estratega y orador, excelente guerrero. Por todos amados. Fui ejemplo y modelo a seguir por hombres y niños, frente a un todopoderoso "Dios" que permitía el sufrimiento de su pueblo. Por eso, yo, sabiéndome mejor y más hábil, me opuse a su reinado y junto a mis más fieles seguidores, luche contra él. Mas... mi padre, el altísimo señor, con su ejército de necios, se aferraron al trono con fuerzas inimaginables. Caí en el destierro, y, una vez allí, nuevas voces pronunciaron mi nombre, esta vez, como príncipe del infierno. Yo, de entre todos, soy el legítimo rey. Mi nombre es Lucifer.
 
Sobre Lucifer
 
Como en su trasfondo bíblico, donde, creyéndose mejor que él, se enfrenta a Dios en una sangrienta guerra, Lucifer es la personificación de la soberbia. Un demonio orgulloso y narcisista que hasta hace poco, había permanecido en letargo. 
 
Si bien es la encarnación de un pecado capital, tiene tendencia a disfrutar del sufrimiento ajeno, y es rematadamente insoportable, no es descabelladamente malo, todo es un invento de la iglesia, siempre hay que buscar un villano a cada historia. Sin embargo, él, al revés que su creador, no permitiría genocidios.
 
En la actualidad, ha tomado, no por voluntad propia, el cuerpo de un joven coreano como anfitrión. Al estar desprendido de libertad, ha perdido parte de su poder, sin embargo, eso no quiere decir que sea fácil herirlo o matarlo. De hecho, sería una locura para cualquier ser, mortal o inmortal, alzarse en guerra contra el primer apóstata.
 
Pagaré su castigo con mi alma
 
Que esta sangre que ahora brota directamente de mis venas, que este dolor ardiente e imparable, corrompa e inunde en sombras los caminos de aquellos que destruyeron nuestros futuros y rompieron nuestra familia. Que cada día que planten un pie en este suelo maldito, sientan en sus carnes mi ira, que cada minuto sea una tortura. Que supliquen piedad al ángel de la muerte, y no hallen descanso alguno en toda la eternidad. Yo, Nam Beomhyun, lo he perdido todo, así que pagaré su castigo con mi propia alma. Te lo ruego, acude a mí, súmelos, como ellos me hiceron a mí, en la más profunda desesperación.
Sobre Beomhyun
 
Hijo primogénito de una humilde y amorosa pareja, el joven de 25 años era estudiante universitario, especializado en historia. Muchas cosas se podrían contar de él, como su afición a los deportes, o su fascinación por la música rap, sin embargo, todo eso comenzó a quedar atrás cuando un engreído empresario se dio a la tarea de hacerle la vida imposible a su familia por su interés en el terreno que cuidaban como su más preciado bien.
 
La campaña de acoso y derribo llegó a tales extremos que el matrimonio se vio ahogado en deudas a las que no podían, de ninguna forma, hacer frente, y que hipotecaban el futuro de su amado hijo, por lo que, en un intento desesperado por salir de la pesadilla, liberando también al joven, no solo cedieron a las presiones del magnate, sino que acabaron tomando sus propias vidas.
 
Si bien, las deudas, efectivamente, desaparecieron de la noche a la mañana, Beom cayó en la más profunda desesperación, convirtiéndose en un cascarón vacío, una réplica de sí mismo. La tristeza lo consumió hasta llevarlo a la locura. El sacrificio realizado por sus padres, fue en vano, pues fue aquella noche en la que acabaron con sus vidas, que el alma del joven quedó hecha añicos. 
 
Presa del dolor, suplicó día y noche por un castigo para aquellos que participaron en la caída de su familia, hasta que una extraña voz contestó la llamada. 
 
Dos almas, un solo cuerpo
 
A pesar de haber conseguido, con éxito, invocar a un ser con el poder suficiente para llevar a cabo su venganza, a menudo los rituales publicados en internet omiten detalles cruciales de los procedimientos necesarios, por lo que ahora, tanto Beomhyun como Lucifer han quedado ligados al cuerpo del humano, limitando los poderes del príncipe del infierno, y sumiendo en un sueño sin descanso al joven Nam.