En medio del ajetreo de la ciudad, encontrar carruaje ya era bastante inusual, pero ese en particual causaba un escalofrío que parecía helar el alma. El cochero, un encapuchado silencioso apenas movía las riendas para que aquel caballo negro azabache avanzara un par de metros antes de detenerse en la larga fila de invitados al evento.
Cualquier curioso que tuviera la desgracia de ver más tiempo del debido, podía notar las esqueleticas manos del conductor, los oscuros y profundos ojos del equino y claro, las cuencas vacías del craneo oculto bajo la capucha.

— Vale, tengo mi bolso, las flores, el perfume... ¿Será demasiado el vestido? O tal vez es demasiado mundano...

Lady Plague aguardaba dentro del carro, susurrando en silencio mientras, con las manos en el regazo, jugueteaba constantemente con sus pulgares en una eterna danza. Moría de ansias, nerviosismo, emoción, pánico... Claro que todo eso solo lo sabía ella. Su rostro inexpresivo de siempre y su voz neutra y algo monotona no cambiaba para nada. Pero no dejaría que nada arruinase esa noche, ni siquiera su maldición. Un par de golpecitos en la puerta por parte del esqueleto conductor, le indicaban que era su turno de bajar. Cerró los ojos, soltó un largo suspiro y bajó del coche.

Como era de esperarse, bullicio, multitudes agazapadas a los costados de la alfombra roja que se extendía desde la calle hasta las enormes puertas de la recepción. Una serie de destellos abrumadores hicieron a la doncella no-muerta taparse el rostro con la diestra mientras bajaba. Claro, eran los flashes de las cámaras. La cobertura mediatica de un evento tan importante no podía faltar.

Claire había escogido un vestido negro con escasos detalles blancos. Las mangas cubrian sus manos y se extendían hasta los brazos donde  unos motivos de encaje negro y tela semitransparente dejaban expuestos los hombros desnudos y grisaceos de la fémina. Un escote bastante más atrevido de lo normal dejaba espacio para exhibir la hermosa joyeria de plata blanca y los zafiros luminicentes de los yacimientos en las profundas criptas del inframundo se encontraban practicamente en todo su vestido. Unas medias de licra dejaban ver sus piernas a detalle, sin exponer la piel directa. Eso era lo mejor, pues las costuras y las uniones en su cuerpo podían poner incómodos a los demas.
El enorme sombrero y las flores azules, ambas tenían una razón de ser. Uno le permitía ocultar su rostro, en caso de sentirse abrumada por la multitud, y otro, disfrazaba el aroma dulzón de la muerte que siempre le acompañaba.

Con sutileza y parsimonía recorrió la alfombra roja mientras los fotografos y reporteros intentaban abalanzarse sobre ella para conseguir unas palabras. Las cadenas que delimitaban el camino era su única protección de la multitud, una que claro, no era suficiente.

—Señorita! Señorita unas palabras por favor!!! — Aventurandose por una exclusiva, una joven reportera rubia saltó las cadenas y se interpuso frente a ella. La reportera sonreía con carisma y despreocupación mientras acercaba el microfono a la recién llegada.

— Señorita, ¿Qué se siente haber sido invitada a un evento tan exclusivo?
— Ah... Oh... Pues, es un gran honor. Me siento muy contenta y a decir verdad un poco nerviosa. Hay mucha más gente de la que esperaba.— Claire respondió con ese monotono y neutro tono de voz que desconcertó a la entrevistadora. Aquella mujer inexpresiva causaba escalofríos.
—Ah.. Eh pues N-No parece muy feliz que digamos... Además está más pálida que un muerto ¿Se encuentra bien señorita?
— ¿Un muerto? ¿Qué cosas dice? Ja-ja-ja-ja.

Era dificil para la reportera decidir sobre qué fue mas incomodo, si la risa fingida y desganada de la mujer, o la forma de cómo puso sus indices en la comisura de los labios para empujarlos y hacer una pequeña sonrisa. Al final se quedó sin palabras, y Claire siguió su camino por la alfombra roja.

Ocultó el rostro bajo el borde del enorme sombrero mientras susurraba en voz baja para si misma.—...Moriría de verguenza, si no estuviera muerta ya...