« There's always a paradise that needs to be built. That vow is like the sun in the sky — perhaps I'll melt and fall before reaching it... But some hardships I must endure. »
  • Género Masculino
  • Raza Halovian
  • Fandom Honkai Star Rail
  • HSR
  • Soltero(a)
  • Cumpleaños 1 de diciembre
  • 7 Publicaciones
  • 7 Escenas
  • Se unió en noviembre 2024
  • 16 Visitas perfil
Otra información
  • Tipo de personaje
    2D
  • Longitud narrativa
    Una línea , Semi-párrafo , Párrafo , Multi-párrafo , Novela
  • Categorías de rol
    Original , Otros
Publicaciones Recientes
  • « Que nuestro viaje esté libre de problemas, y que nos lleve hacia las estrellas. »


    Los Anónimos habían sido generados al dejarlo viajar con ellos en el Expreso Astral, especialmente porque no tenía un destino al cual dirigirse y porque tampoco era claro el momento en que debería dejarlos. Podría ser que abandonara el vagón en su próxima parada o podrían pasar meses, incluso años, hasta que encontrara el lugar que buscaba; era un tripulante que tenía un ticket de viaje sin un destino concreto, pero existía la esperanza de encontrar el momento adecuado para dejarlos y continuar con su propio camino.

    Era una nueva vida, un nuevo camino y una nueva oportunidad. Pero, también, era una nueva experiencia que se salía de sus manos y de la que, en su mayoría, no podía tener el control y mucho menos la comodidad de antes. Por supuesto que era consciente de que su vida sería diferente, de que todo cambiaría y que adaptarse no le debía suponer un reto mayor pero... Nada lo había preparado para ese sufrimiento.

    En el momento que Marzo lo sugiriera, había sido una idea increíble con la que casi todos estuvieron de acuerdo. Además que, a su parecer, tenía sentido pues, al final, la habitación de Stelle tenía espacio de sobra y era mejor que dormir sobre un montón de cartones arrugados en el suelo del Vagón panorámico. Sin embargo, Sunday nunca esperó que aquella noche fuese tan... Peculiar. Incluso llegó a considerar que la idea de los cartones no era tan mala después de todo.

    Lo primero que le había resultado pesado, más no imposible, era vestir aquella camisa. Si bien no tenía un equipaje que llevar consigo, creía que utilizar la ropa de la Trazacaminos Stelle, era un poco excesivo pero, después de todas las molestias que les había llegado a ocasionar, portar una camiseta con una leyenda como esa no era nada a pesar de no compartir su estilo. Lo segundo que creía soportable, aún, era compartir la cama con ella y escuchar sus pequeños ronquidos al dormir(?), sí, no estaba acostumbrado a ese tipo de sonidos, pero creía que si fuesen un poco más armoniosos, como la voz de su hermana Robin, lo llegaría a tolerar sin esfuerzo. Pero, lo que había rebasado la paciencia del Halovian, era esa maldita muñeca de la Bufona Enmascarada que estaba en la cama. Justo a su lado, donde si decidía darle la espalda a Stelle, la encontraría mirándole con esos enormes ojos que se mantenían fijos en su cara.

    De solo pensar en su voz, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo; sabía que esa era solo una muñeca y nada más, un simple recuerdo que Stelle tenía en su habitación o una mera muñeca de colección que se veía bonita, pero no podía quitarse la sensación de esos recuerdos que estaban atados a ella. La desesperación de mantener la tranquilidad en Colonipenal, tener que usarla como un reemplazo de su hermana ante los ojos de los demás y, aún así, soportar sus chistes ácidos que intentaban sacarlo de sus casillas. Era estúpido que, ahora que se trataba de un simple montón de trapos, fuese más incómodo que cuando sí podía burlarse de él.

    — ... —

    Era una primera noche incómoda, extraña y que le producía tantas sensaciones que no sabía bien qué clase de emoción terminaba sintiendo. Lo único que sabía era que aquella noche cambiaría su vida para siempre y, si lograba sobrevivir, creía que podría mantenerse en el Expreso Astral por cientos de miles de kilómetros de vías pero, si no lograba tener el dominio suficiente, él mismo se terminaría aventando por alguna ventana antes de escuchar los ronquidos de Stelle un día más. (???)


    [ Difumino la imagen no porque sea mala, pero sí para evitar que piensen es mala y no entiendo la delgada línea entre una y otra cosa, así que más vale prevenir. (???) Y es que me encanta porque fue la inspiración de esta bobería. (??)]
    « Que nuestro viaje esté libre de problemas, y que nos lleve hacia las estrellas. » Los Anónimos habían sido generados al dejarlo viajar con ellos en el Expreso Astral, especialmente porque no tenía un destino al cual dirigirse y porque tampoco era claro el momento en que debería dejarlos. Podría ser que abandonara el vagón en su próxima parada o podrían pasar meses, incluso años, hasta que encontrara el lugar que buscaba; era un tripulante que tenía un ticket de viaje sin un destino concreto, pero existía la esperanza de encontrar el momento adecuado para dejarlos y continuar con su propio camino. Era una nueva vida, un nuevo camino y una nueva oportunidad. Pero, también, era una nueva experiencia que se salía de sus manos y de la que, en su mayoría, no podía tener el control y mucho menos la comodidad de antes. Por supuesto que era consciente de que su vida sería diferente, de que todo cambiaría y que adaptarse no le debía suponer un reto mayor pero... Nada lo había preparado para ese sufrimiento. En el momento que Marzo lo sugiriera, había sido una idea increíble con la que casi todos estuvieron de acuerdo. Además que, a su parecer, tenía sentido pues, al final, la habitación de Stelle tenía espacio de sobra y era mejor que dormir sobre un montón de cartones arrugados en el suelo del Vagón panorámico. Sin embargo, Sunday nunca esperó que aquella noche fuese tan... Peculiar. Incluso llegó a considerar que la idea de los cartones no era tan mala después de todo. Lo primero que le había resultado pesado, más no imposible, era vestir aquella camisa. Si bien no tenía un equipaje que llevar consigo, creía que utilizar la ropa de la Trazacaminos Stelle, era un poco excesivo pero, después de todas las molestias que les había llegado a ocasionar, portar una camiseta con una leyenda como esa no era nada a pesar de no compartir su estilo. Lo segundo que creía soportable, aún, era compartir la cama con ella y escuchar sus pequeños ronquidos al dormir(?), sí, no estaba acostumbrado a ese tipo de sonidos, pero creía que si fuesen un poco más armoniosos, como la voz de su hermana Robin, lo llegaría a tolerar sin esfuerzo. Pero, lo que había rebasado la paciencia del Halovian, era esa maldita muñeca de la Bufona Enmascarada que estaba en la cama. Justo a su lado, donde si decidía darle la espalda a Stelle, la encontraría mirándole con esos enormes ojos que se mantenían fijos en su cara. De solo pensar en su voz, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo; sabía que esa era solo una muñeca y nada más, un simple recuerdo que Stelle tenía en su habitación o una mera muñeca de colección que se veía bonita, pero no podía quitarse la sensación de esos recuerdos que estaban atados a ella. La desesperación de mantener la tranquilidad en Colonipenal, tener que usarla como un reemplazo de su hermana ante los ojos de los demás y, aún así, soportar sus chistes ácidos que intentaban sacarlo de sus casillas. Era estúpido que, ahora que se trataba de un simple montón de trapos, fuese más incómodo que cuando sí podía burlarse de él. — ... — Era una primera noche incómoda, extraña y que le producía tantas sensaciones que no sabía bien qué clase de emoción terminaba sintiendo. Lo único que sabía era que aquella noche cambiaría su vida para siempre y, si lograba sobrevivir, creía que podría mantenerse en el Expreso Astral por cientos de miles de kilómetros de vías pero, si no lograba tener el dominio suficiente, él mismo se terminaría aventando por alguna ventana antes de escuchar los ronquidos de Stelle un día más. (???) [ Difumino la imagen no porque sea mala, pero sí para evitar que piensen es mala y no entiendo la delgada línea entre una y otra cosa, así que más vale prevenir. (???) Y es que me encanta porque fue la inspiración de esta bobería. (??)]
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  • ¿Tienes un minuto para escuchar la historia sobre la tórtola carismonia que mi hermana y yo encontramos, cuando éramos niños, y que tenía una ala rota? (?)
    ¿Tienes un minuto para escuchar la historia sobre la tórtola carismonia que mi hermana y yo encontramos, cuando éramos niños, y que tenía una ala rota? (?)
    Me enjaja
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  • « ¿Qué haría por mi hermana? Cualquier cosa, lo que ella quisiera o deseara podría hacerlo realidad. Cuando se trata de Robin, no hay límites. »

    Ese día era de las pocas ocasiones en que lograban coincidir, donde Robin regresaba de alguna gira en planetas lejanos o que Sunday no debía encargarse de los asuntos de La Familia o sus otros múltiples deberes. Era una simple reunión fraternal, de esas que raras veces podían tener y donde, tras arduos días de intenso trabajo así colo desvelos, había logrado despejar un par de horas solo para ella. Recorrer las calles de Colonipenal era siempre... Interesante. Siempre había personas felices por todos lados, disfrutando del planeta de los sueños, de las festividades, y en cada rincón se podía apreciar, precisamente, la felicidad en sus rostros. Se trataba de un lugar perfecto, un planeta que tenía actividad de día y de noche, donde las caras tristes casi nunca se veían ante el ojo público; pero, lo más inportante, era que, al estar con Robin, comprendía la cercanía que tenían de lograr ese sueño infantil que se convirtiera en promesa: Un mundo donde nada malo sucedía, donde los sueños se podían hacer realidad y todos eran felices.

    Sunday esbozó una pequeña sonrisa, miró su reloj de pulsera un momento y se percató del tiempo que llevaban dentro de aquel establecimiento: Más de quince minutos. Quizá menos o quizás un poco más, pero creía que existía un dilema interno con el que su hermana no podía lidiar por alguna razón.

    — ¿Aún no has encontrado la tarta que logre convencerte? —Preguntó. En su voz se notó el pesar, ese mismo que poco después desapareció para convertirse en una alegría que llenó su pecho. Le bastaba sólo con mirarla analizando la vitrina de exhibición con tanto detalle, que le hacía olvidar sus males.— Haz pasado mucho tiempo fuera y el menú cambia constantemente. Si no te sientes segura de elegir solo una, puedes tomar las que quieras, podemos aprovechar para comer alguna más tarde. Así que no te preocupes por eso. Tenemos tiempo.

    O quizá no. Quizá sus pies comenzarían a matarle por lo ajustados que eran los tacones de Robin y lo incómodo que le resultaban al estar más ajustados de sus zapatos habituales. Pero, ¿cómo iba a negarse a cambiarlos con ella cuando la vio quejarse de ellos en silencio? ¿Cómo iba a dejar que siguiera caminando así mientras las zapatillas le rozaban la piel hasta lastimarla? No, era imposible que se permitiera algo así y, por ello, le había sugerido intercambiarlos por unos cuantos minutos hasta que decidieran volver a casa. El problema, era que ninguno parecía interesado en volver para arruinar el momento. Incluso él, no le importaba rozarse los talones, pisar los zapatos o tener las piernas temblorosas cada vez que olvidaba cómo mantener el equilibrio con ellos, o cada vez que pasaba demasiado tiempo en un solo lugar.

    Justo en ese momento, Sunday comenzaba a sentir algo. Era algo así como... ¿arrepentimiento? ¿remordimiento? ¿pesar? No, más bien era algo como incomodidad. Una que comenzaba a matarle los tobillos con cada segundo que pasaba. De verdad, ahora que se detenía a pensarlo, ¿por qué aquella había sido la primera idea que cruzara por su cabeza? Probablemente, porque era la que causaba menos aflicciones en su hermana.

    — ¿Qué tal si eliges la tartaleta de fresas? Una decisión como esa sería perfecta, es similar a la que solíamos comer cuando éramos pequeños.

    ℛ𝑜𝒷𝒾𝓃 🎙🎶

    « ¿Qué haría por mi hermana? Cualquier cosa, lo que ella quisiera o deseara podría hacerlo realidad. Cuando se trata de Robin, no hay límites. » Ese día era de las pocas ocasiones en que lograban coincidir, donde Robin regresaba de alguna gira en planetas lejanos o que Sunday no debía encargarse de los asuntos de La Familia o sus otros múltiples deberes. Era una simple reunión fraternal, de esas que raras veces podían tener y donde, tras arduos días de intenso trabajo así colo desvelos, había logrado despejar un par de horas solo para ella. Recorrer las calles de Colonipenal era siempre... Interesante. Siempre había personas felices por todos lados, disfrutando del planeta de los sueños, de las festividades, y en cada rincón se podía apreciar, precisamente, la felicidad en sus rostros. Se trataba de un lugar perfecto, un planeta que tenía actividad de día y de noche, donde las caras tristes casi nunca se veían ante el ojo público; pero, lo más inportante, era que, al estar con Robin, comprendía la cercanía que tenían de lograr ese sueño infantil que se convirtiera en promesa: Un mundo donde nada malo sucedía, donde los sueños se podían hacer realidad y todos eran felices. Sunday esbozó una pequeña sonrisa, miró su reloj de pulsera un momento y se percató del tiempo que llevaban dentro de aquel establecimiento: Más de quince minutos. Quizá menos o quizás un poco más, pero creía que existía un dilema interno con el que su hermana no podía lidiar por alguna razón. — ¿Aún no has encontrado la tarta que logre convencerte? —Preguntó. En su voz se notó el pesar, ese mismo que poco después desapareció para convertirse en una alegría que llenó su pecho. Le bastaba sólo con mirarla analizando la vitrina de exhibición con tanto detalle, que le hacía olvidar sus males.— Haz pasado mucho tiempo fuera y el menú cambia constantemente. Si no te sientes segura de elegir solo una, puedes tomar las que quieras, podemos aprovechar para comer alguna más tarde. Así que no te preocupes por eso. Tenemos tiempo. O quizá no. Quizá sus pies comenzarían a matarle por lo ajustados que eran los tacones de Robin y lo incómodo que le resultaban al estar más ajustados de sus zapatos habituales. Pero, ¿cómo iba a negarse a cambiarlos con ella cuando la vio quejarse de ellos en silencio? ¿Cómo iba a dejar que siguiera caminando así mientras las zapatillas le rozaban la piel hasta lastimarla? No, era imposible que se permitiera algo así y, por ello, le había sugerido intercambiarlos por unos cuantos minutos hasta que decidieran volver a casa. El problema, era que ninguno parecía interesado en volver para arruinar el momento. Incluso él, no le importaba rozarse los talones, pisar los zapatos o tener las piernas temblorosas cada vez que olvidaba cómo mantener el equilibrio con ellos, o cada vez que pasaba demasiado tiempo en un solo lugar. Justo en ese momento, Sunday comenzaba a sentir algo. Era algo así como... ¿arrepentimiento? ¿remordimiento? ¿pesar? No, más bien era algo como incomodidad. Una que comenzaba a matarle los tobillos con cada segundo que pasaba. De verdad, ahora que se detenía a pensarlo, ¿por qué aquella había sido la primera idea que cruzara por su cabeza? Probablemente, porque era la que causaba menos aflicciones en su hermana. — ¿Qué tal si eliges la tartaleta de fresas? Una decisión como esa sería perfecta, es similar a la que solíamos comer cuando éramos pequeños. [Just_Intonation]
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  • « Aunque estemos recorriendo nuevos caminos, que quizás algún día se crucen de nuevo, te aseguro que nunca olvidaré cumplir las promesas que hice. »
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  • « Querida hermana, ¿cuándo fue la última vez que actuamos juntos? Lo echaba tanto de menos. »
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  • « El planeta de los sueños. El lugar donde lo malo jamás sucede, el lugar donde todos son felices. »
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