ㅤㅤ ⌍ 𝐸𝑙 𝑐𝑎𝑙𝑜𝑟 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑠𝑒𝑝𝑎𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜
ㅤㅤ ⌎𝑛𝑖 𝑙𝑎 𝑏𝑒𝑙𝑙𝑒𝑧𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑜.
—TVD—
  • Género Femenino
  • Raza Bruja
  • Fandom The Vampire Diaries
  • Profesor
  • Soltero(a)
  • Cumpleaños 21 de julio
  • 7 Publicaciones
  • 5 Escenas
  • Se unió en julio 2024
Otra información
  • Tipo de personaje
    3D
  • Longitud narrativa
    Multi-párrafo , Novela
  • Categorías de rol
    Acción , Aventura , Ciencia ficción , Comedia , Contemporáneo , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original , Otros , Terror , Videojuegos , NSFW (+18)
Fijado
▸ ... ʟᴏᴀᴅɪɴɢ ... ┉━━ ᴡᴇʟᴄᴏᴍᴇ ᴛᴏꜜ ╰┄┄ @NeverlandWitch ﹀ │ ⁃⁃ 𝙍𝙀𝘼𝘿 𝘽𝙀𝙁𝙊𝙍𝙀 𝘼𝘿𝘿𝙄𝙉𝙂... ❞ ╰───────╮
    彡 𝗱 𝗮 𝘁 𝗼 𝘀 𝗯 𝗮 𝘀 𝗶 𝗰 𝗼 𝘀 彡                  ░ 𝗻𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲: Bonnie Sheila Bennet                ░ 𝗲𝗱𝗮𝗱: Atemporal, según línea de tiempo.                            ⠀› 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑠𝑒𝑔𝑢́𝑛 𝑎𝑛̃𝑜 𝑑𝑒 𝑛𝑎𝑐𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜:...
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  • Entonces el inventario queda más o menos así.

    Inspiración : 9/10
    Ganas de escribir : 20/10
    Ideas para el personaje : 100000/10
    Depender de las guías para poder más o menos moverme por aquí : 7/10
    Estar más perdida que un metalero en un concierto de Taylor Swift en cuánto a socialización: 10/10

    Entonces el inventario queda más o menos así. Inspiración : 9/10 Ganas de escribir : 20/10 Ideas para el personaje : 100000/10 Depender de las guías para poder más o menos moverme por aquí : 7/10 Estar más perdida que un metalero en un concierto de Taylor Swift en cuánto a socialización: 10/10
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  • ◞𝗗𝗲𝘀𝗰𝘂𝗯𝗿𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀
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    ⠀⠀⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀𝐜𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐬 ⦂ chihiro.psd

    El tiempo se acababa y todavía no había encontrado a quién estaba detrás de las masacres realizadas en las ultimas semanas. Había recorrido el pueblo entero, buscando sin éxito cualquier rastro residual de la magia de aquella persona y lo único que había conseguido era que la reconociera y por ende, varias conversaciones innecesarias e incómodas con personas de su pasado.

    Antiguos compañeros de instituto. Padres que la reconocían, profesores e incluso gente de la que ni recordaba el nombre la habían parado por la calle, como si ella se hubiera convertido en el nuevo entretenimiento de aquel lugar. Y quizás así era. Quizás y solo quizás, la vida en Mystic Falls seguía siendo tan aburrida como siempre y lo único que rompía la monotonía era el regreso de personas que como ella, casi se habían olvidado de aquel lugar.

    Y si bien era cierto que comprendía la situación, pues ella misma cuándo vivía allí era exactamente igual a los que la habían abordado, en aquel punto de su vida, el que le mostraran tanta atención únicamente conseguía que sus paciencia se agotara infinitamente más rápido.

    Tal vez por ello aquella noche regresó directamente a su casa y no se detuvo en ninguna otra parte como solía hacer al salir del trabajo. Y, por suerte o por obra del destino aquella decisión supuso la respuesta a todos sus desvelos.

    Y es que mientras preparaba la cena una idea cruzó por su mente. Si había utilizado su sangre para rastrear los rastros de Expresión se preguntó si podría funcionar también para volverla en contra de quién estuviera tratando de acceder a ella.

    Por lo que apartando la comida del fuego se dirigió a toda prisa al salón, dónde tras apartar la mesa y la alfombra, dibujó con sal en el suelo un Pentagramatón que rodeó con flores. Colocó una vela en cada punta y, tras encenderlas con una sola mirada abrió su propio grimorio, dejándolo frente a ella antes de tomar asiento frente a la vela central.

    Inspiró profundamente antes de hacerse un corte en la palma y, dejando que la sangre corriera libre sobre las páginas del libro, se concentró en la llama de la vela. Sintiendo como poco a poco todo lo que la rodeaba se desdibujaba hasta desaparecer y dejar en su lugar otra imagen muy distinta.

    Estaba en mitad del bosque, lo reconocía, de joven lo había recorrido muchas veces, tantas que en su momento estaba segura de poder reconocer cada nueva piedra que se encontrara en su camino. Avanzó unos pasos, consciente de que lo que sonaba era el río, por lo que estaba cerca de las ruinas de la antigua mansión Lockwood y, si continuaba hacia el norte entraría en la que una vez había sido propiedad de los Salvatore. Aunque no lograba ver nada más, ni tampoco escuchaba pasos, no había absolutamente nada que le indicara que había alguien más allí.

    Se concentró un poco más, sintiendo como el dolor de la mano aumentaba a través de la fina ventana hacia la consciencia, sin embargo no se detuvo hasta que la tierra bajo sus pies se movió antes de verse frente un lugar que conocía todavía mejor que el bosque. Las criptas subterráneas pertenecientes a la antigua iglesia del pueblo.

    —Bienvenida a Mystic Falls, dónde todo y todos acaban bajo tierra —murmuró para sí misma mientras descendía, esperando que aquel hechizo no fuera detectado antes de ver quién era — Ya estoy mayor para estas cosas.

    Y sin embargo siguió caminando entre los oscuros pasadizos, intentando que sus propios recuerdos no rompieran la concentración que su magia precisaba para mantenerla en aquel plano. Aunque era imposible.

    Por aquellos pasillos su abuela se había debilitado tanto que había acabado por morir horas después.

    Allí había muerto y resucitado.

    Allí había traído a la vida a Jeremy, solo para darse cuenta de que únicamente había cambiado su vida por la de él.

    Sin embargo continúo su camino. Y según avanzaba podía ver una luz al final del túnel, seguramente procedente de varias velas a juzgar por el color y el titular que podía apreciarse. Y cuándo finalmente llegó hasta el espacio dónde esa persona se encontraba suspiró aliviada al comprobar que no la habían detectado. Aunque duró poco.

    Pues, cuándo esta giró el rostro para encender otra vela y vio de quién se trataba toda su concentración se vio reducida a cenizas, haciendo que regresara violentamente a su cuerpo, finalizando el viaje astral de la peor manera posible.

    Tardó varios segundos en comprender qué había sucedido, los mismos que le llevó entender que la sangre que veía en el suelo ya no solo era de la mano. Sino que provenía también de su nariz.

    Con algo de miedo llevó la mano ilesa a sus ojos, suspirando de alivio al comprobar que no había llegado a ese extremo otra vez. Pues la última vez le había costado demasiado tiempo recuperarse, y en aquella ocasión no disponía del suficiente.

    Como pudo se puso de pie, e ignorando el mareo que la invadió fue hasta una de las estanterías buscando un espejo pequeño. Aunque tuvo que desistir, y volver a sentarse en el suelo cuándo sintió como todo a su alrededor giraba debido al mareo. Y, tratando de controlar las náuseas solo pudo maldecir su mala suerte y la que al parecer atraía aquel maldito pueblo.

    No habían pasado ni dos semanas y ya se había cuestionado su vida entera y se encontraba al límite de sus fuerzas tras un desdoblamiento astral únicamente porque sé había esforzado en exceso y había permitido que la sorpresa le jugara una mala pasada.

    Sin mencionar que los recuerdos de aquel lugar, y la nostalgia conseguían desarmarla hasta el punto de no saber como actuar. Pues mientras una parte de ella gritaba desesperada porque se marchara de allí y continuara su vida en otro lugar como tantas veces había hecho. Otra, casi le suplicaba para que regresa al lugar que la había visto crecer.

    Aunque mientras ese debate interno se producía una nueva pregunta se abría camino, imponiéndose a todo lo demás al recordar a la persona que había visto en los túneles.

    ¿Acaso era mucho pedir que los muertos continuaran estándolo?
    ◞𝗗𝗲𝘀𝗰𝘂𝗯𝗿𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀╰———— ╱ ᴡʀɪᴛɪɴɢ. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀◦ ◦ ◦ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀i. 23 ᴅᴇ Mᴀʀᴢᴏ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ii. Mʏsᴛɪᴄ Fᴀʟʟs ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀❛⠀⠀⠀⠀posted by ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀#NeverlandWitch ⠀❜ ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀𝐜𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐬 ⦂ chihiro.psd El tiempo se acababa y todavía no había encontrado a quién estaba detrás de las masacres realizadas en las ultimas semanas. Había recorrido el pueblo entero, buscando sin éxito cualquier rastro residual de la magia de aquella persona y lo único que había conseguido era que la reconociera y por ende, varias conversaciones innecesarias e incómodas con personas de su pasado. Antiguos compañeros de instituto. Padres que la reconocían, profesores e incluso gente de la que ni recordaba el nombre la habían parado por la calle, como si ella se hubiera convertido en el nuevo entretenimiento de aquel lugar. Y quizás así era. Quizás y solo quizás, la vida en Mystic Falls seguía siendo tan aburrida como siempre y lo único que rompía la monotonía era el regreso de personas que como ella, casi se habían olvidado de aquel lugar. Y si bien era cierto que comprendía la situación, pues ella misma cuándo vivía allí era exactamente igual a los que la habían abordado, en aquel punto de su vida, el que le mostraran tanta atención únicamente conseguía que sus paciencia se agotara infinitamente más rápido. Tal vez por ello aquella noche regresó directamente a su casa y no se detuvo en ninguna otra parte como solía hacer al salir del trabajo. Y, por suerte o por obra del destino aquella decisión supuso la respuesta a todos sus desvelos. Y es que mientras preparaba la cena una idea cruzó por su mente. Si había utilizado su sangre para rastrear los rastros de Expresión se preguntó si podría funcionar también para volverla en contra de quién estuviera tratando de acceder a ella. Por lo que apartando la comida del fuego se dirigió a toda prisa al salón, dónde tras apartar la mesa y la alfombra, dibujó con sal en el suelo un Pentagramatón que rodeó con flores. Colocó una vela en cada punta y, tras encenderlas con una sola mirada abrió su propio grimorio, dejándolo frente a ella antes de tomar asiento frente a la vela central. Inspiró profundamente antes de hacerse un corte en la palma y, dejando que la sangre corriera libre sobre las páginas del libro, se concentró en la llama de la vela. Sintiendo como poco a poco todo lo que la rodeaba se desdibujaba hasta desaparecer y dejar en su lugar otra imagen muy distinta. Estaba en mitad del bosque, lo reconocía, de joven lo había recorrido muchas veces, tantas que en su momento estaba segura de poder reconocer cada nueva piedra que se encontrara en su camino. Avanzó unos pasos, consciente de que lo que sonaba era el río, por lo que estaba cerca de las ruinas de la antigua mansión Lockwood y, si continuaba hacia el norte entraría en la que una vez había sido propiedad de los Salvatore. Aunque no lograba ver nada más, ni tampoco escuchaba pasos, no había absolutamente nada que le indicara que había alguien más allí. Se concentró un poco más, sintiendo como el dolor de la mano aumentaba a través de la fina ventana hacia la consciencia, sin embargo no se detuvo hasta que la tierra bajo sus pies se movió antes de verse frente un lugar que conocía todavía mejor que el bosque. Las criptas subterráneas pertenecientes a la antigua iglesia del pueblo. —Bienvenida a Mystic Falls, dónde todo y todos acaban bajo tierra —murmuró para sí misma mientras descendía, esperando que aquel hechizo no fuera detectado antes de ver quién era — Ya estoy mayor para estas cosas. Y sin embargo siguió caminando entre los oscuros pasadizos, intentando que sus propios recuerdos no rompieran la concentración que su magia precisaba para mantenerla en aquel plano. Aunque era imposible. Por aquellos pasillos su abuela se había debilitado tanto que había acabado por morir horas después. Allí había muerto y resucitado. Allí había traído a la vida a Jeremy, solo para darse cuenta de que únicamente había cambiado su vida por la de él. Sin embargo continúo su camino. Y según avanzaba podía ver una luz al final del túnel, seguramente procedente de varias velas a juzgar por el color y el titular que podía apreciarse. Y cuándo finalmente llegó hasta el espacio dónde esa persona se encontraba suspiró aliviada al comprobar que no la habían detectado. Aunque duró poco. Pues, cuándo esta giró el rostro para encender otra vela y vio de quién se trataba toda su concentración se vio reducida a cenizas, haciendo que regresara violentamente a su cuerpo, finalizando el viaje astral de la peor manera posible. Tardó varios segundos en comprender qué había sucedido, los mismos que le llevó entender que la sangre que veía en el suelo ya no solo era de la mano. Sino que provenía también de su nariz. Con algo de miedo llevó la mano ilesa a sus ojos, suspirando de alivio al comprobar que no había llegado a ese extremo otra vez. Pues la última vez le había costado demasiado tiempo recuperarse, y en aquella ocasión no disponía del suficiente. Como pudo se puso de pie, e ignorando el mareo que la invadió fue hasta una de las estanterías buscando un espejo pequeño. Aunque tuvo que desistir, y volver a sentarse en el suelo cuándo sintió como todo a su alrededor giraba debido al mareo. Y, tratando de controlar las náuseas solo pudo maldecir su mala suerte y la que al parecer atraía aquel maldito pueblo. No habían pasado ni dos semanas y ya se había cuestionado su vida entera y se encontraba al límite de sus fuerzas tras un desdoblamiento astral únicamente porque sé había esforzado en exceso y había permitido que la sorpresa le jugara una mala pasada. Sin mencionar que los recuerdos de aquel lugar, y la nostalgia conseguían desarmarla hasta el punto de no saber como actuar. Pues mientras una parte de ella gritaba desesperada porque se marchara de allí y continuara su vida en otro lugar como tantas veces había hecho. Otra, casi le suplicaba para que regresa al lugar que la había visto crecer. Aunque mientras ese debate interno se producía una nueva pregunta se abría camino, imponiéndose a todo lo demás al recordar a la persona que había visto en los túneles. ¿Acaso era mucho pedir que los muertos continuaran estándolo?
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  • ◞2.𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑
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    Nada había cambiado.

    Podía ver algunos locales nuevos y rostros que no le eran conocidos. Y sin embargo, todo era exactamente igual que cuándo se marchó. Las mismas energías. Las mismas emociones. El mismo ritmo. Como si Mystic Falls se hubiera quedado congelado en el mismo punto en el que ella lo había dejado casi diez años atrás.

    La ya conocida sensación de ahogo no tardó en hacerse evidente cuándo pasó por delante del que había sido su instituto. Y mientras los recuerdos de tiempos más dulces acudían a su mente se cuestionó nuevamente si debía avisar a alguien de su regreso. Sabía por lo que hablaba con su madre que muchos de sus antiguos amigos continuaban en el pueblo y que con una llamada podrían organizar un encuentro. Pero algo la detuvo de alargar la mano hacia el teléfono y prefirió seguir conduciendo, protegida de las miradas de los demás tras los cristales tintados de su coche.

    No es que no quisiera ver a los que habían sido sus amigos, todo lo contrario, había soñado muchas veces con un reencuentro entre todos. Pero sentía tan lejana aquella vida que no sabía como podría encajar nuevamente entre ellos, o si algún día podría hacerlo, al fin y al cabo, había sido ella la que se había alejado de todo y todos, primero queriendo cumplir la promesa que le había hecho a Enzo. Y después, cuándo pudo admitirse a sí misma que respira mucho mejor desde que ya no estaba en el pueblo, su excusa para no regresar fue una verdad que no había visto con claridad hasta tiempo después.

    Necesitaba sanar, crecer y sentirse libre para no morir bajo las expectativas de los demás. Necesita dejar de ser la persona a la que llamaban para solucionarles la vida.

    Y si bien era cierto que no se arrepentía de nada, la nostalgia en aquel momento lograba hacerla dudar y preguntarse si realmente aquella había sido la mejor decisión a tomar.

    No dejó de darle vueltas a aquello ni siquiera cuándo aparcó frente a la antigua casa de su abuela, ahora suya, y, una vez comprobó que todo estaba en orden y que había sido una decisión acertada pedirle a Abby que contratara a alguien para que limpiara y ventilara la vivienda de vez en cuando, decidió hacer la única visita que no podía ni quería eludir antes de ponerse a buscar a la persona por la que había regresado.

    Le llevó menos de diez minutos llegar hasta la antigua puerta del cementerio, la cual atravesó tras un profundo suspiro. Recorrió el camino entre las tumbas, consciente de como los panteones de los Gilbert y los Salvatore parecían juzgarla a medida de avanzaba hasta detenerse frente a una de ellas.

    —Hola abuela.

    El susurro de la mujer pareció perderse entre el viento, aunque no le importó demasiado. Prefirió agacharse y pasar las manos por la fría superficie del mármol, dónde tras unos segundos una enredadera de flores se enroscó, adornando todo a su paso.

    —Soy consciente de que querrás regañarme por no haber vuelto hace tanto tiempo pero ¿Sabes? Soy la mejor versión de mi misma — dijo viendo satisfecha como las flores se extendían también hacia la tumba de su padre —He crecido, y ya voy entendiendo mejor eso que me contabas sobre los dolores de la edad.

    Por supuesto no se refería a lo físico, aunque con el tiempo, los cambios en su rostro le recordaban que ni siquiera con todo lo vivido y aprendido desde que cumplió los diecisiete podría evitar que los años se asentaran en ella.

    No es que le preocupara excesivamente hacerse mayor, pero sí le preocupaba que todo lo que era. Y toda la información que había logrado reunir durante sus viajes desaparecieran el día en el que ella ya no estuviera en aquel mundo.

    Incluso se había planteado tener un hijo sola, le encantaban los niños y sería feliz con un bebé. Sin embargo, nunca se había decidido por lo mismo que se encontraba nuevamente en el lugar dónde había entregado incluso la vida varias veces. Los problemas siempre regresaban y no creía que fuera buena idea traer un pequeño a aquel mundo que parecía girar entorno a si Mystic Falls continuaba en pie o cualquier fuerza sobrenatural quería derribarla.

    —Ojalá pudiera hablar contigo, tú sabrías qué hacer en esta situación, y aunque no lo supieras, sí que me vendrían bien tus consejos.

    Y siguió de aquella forma, contando todo lo que había hecho durante aquellos años. Cada miedo. Cada duda. Cada alegría y cada lágrima como si realmente las dos personas enterradas allí pudieran escucharla. Y una vez se incorporó para marcharse sintió como el peso sobre sus hombros se había vuelto más ligero.

    Aunque no duró demasiado, pues un escalofrío recorrió su espalda. Comenzando desde la nuca y bajando por la columna. Conocía aquella sensación demasiado bien y, girándose trató de ver dónde estaba el vampiro responsable de ello. Pero no vio a nadie y no queriendo tampoco un enfrentamiento el primer día simplemente se dio la vuelta para volver caminando hacia casa.

    Ya tendría tiempo de averiguar qué ocurría allí.
    ◞2.𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀╰———— ╱ ᴡʀɪᴛɪɴɢ. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀◦ ◦ ◦ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀i. 1 ᴅᴇ ᴍᴀʀᴢᴏ, 2024 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ii. ᴍʏsᴛɪᴄ ғᴀʟʟs ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀❛⠀⠀⠀⠀posted by ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀#NeverlandWitch⠀⠀❜ ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀𝐜𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐬 ⦂ chihiro.psd Nada había cambiado. Podía ver algunos locales nuevos y rostros que no le eran conocidos. Y sin embargo, todo era exactamente igual que cuándo se marchó. Las mismas energías. Las mismas emociones. El mismo ritmo. Como si Mystic Falls se hubiera quedado congelado en el mismo punto en el que ella lo había dejado casi diez años atrás. La ya conocida sensación de ahogo no tardó en hacerse evidente cuándo pasó por delante del que había sido su instituto. Y mientras los recuerdos de tiempos más dulces acudían a su mente se cuestionó nuevamente si debía avisar a alguien de su regreso. Sabía por lo que hablaba con su madre que muchos de sus antiguos amigos continuaban en el pueblo y que con una llamada podrían organizar un encuentro. Pero algo la detuvo de alargar la mano hacia el teléfono y prefirió seguir conduciendo, protegida de las miradas de los demás tras los cristales tintados de su coche. No es que no quisiera ver a los que habían sido sus amigos, todo lo contrario, había soñado muchas veces con un reencuentro entre todos. Pero sentía tan lejana aquella vida que no sabía como podría encajar nuevamente entre ellos, o si algún día podría hacerlo, al fin y al cabo, había sido ella la que se había alejado de todo y todos, primero queriendo cumplir la promesa que le había hecho a Enzo. Y después, cuándo pudo admitirse a sí misma que respira mucho mejor desde que ya no estaba en el pueblo, su excusa para no regresar fue una verdad que no había visto con claridad hasta tiempo después. Necesitaba sanar, crecer y sentirse libre para no morir bajo las expectativas de los demás. Necesita dejar de ser la persona a la que llamaban para solucionarles la vida. Y si bien era cierto que no se arrepentía de nada, la nostalgia en aquel momento lograba hacerla dudar y preguntarse si realmente aquella había sido la mejor decisión a tomar. No dejó de darle vueltas a aquello ni siquiera cuándo aparcó frente a la antigua casa de su abuela, ahora suya, y, una vez comprobó que todo estaba en orden y que había sido una decisión acertada pedirle a Abby que contratara a alguien para que limpiara y ventilara la vivienda de vez en cuando, decidió hacer la única visita que no podía ni quería eludir antes de ponerse a buscar a la persona por la que había regresado. Le llevó menos de diez minutos llegar hasta la antigua puerta del cementerio, la cual atravesó tras un profundo suspiro. Recorrió el camino entre las tumbas, consciente de como los panteones de los Gilbert y los Salvatore parecían juzgarla a medida de avanzaba hasta detenerse frente a una de ellas. —Hola abuela. El susurro de la mujer pareció perderse entre el viento, aunque no le importó demasiado. Prefirió agacharse y pasar las manos por la fría superficie del mármol, dónde tras unos segundos una enredadera de flores se enroscó, adornando todo a su paso. —Soy consciente de que querrás regañarme por no haber vuelto hace tanto tiempo pero ¿Sabes? Soy la mejor versión de mi misma — dijo viendo satisfecha como las flores se extendían también hacia la tumba de su padre —He crecido, y ya voy entendiendo mejor eso que me contabas sobre los dolores de la edad. Por supuesto no se refería a lo físico, aunque con el tiempo, los cambios en su rostro le recordaban que ni siquiera con todo lo vivido y aprendido desde que cumplió los diecisiete podría evitar que los años se asentaran en ella. No es que le preocupara excesivamente hacerse mayor, pero sí le preocupaba que todo lo que era. Y toda la información que había logrado reunir durante sus viajes desaparecieran el día en el que ella ya no estuviera en aquel mundo. Incluso se había planteado tener un hijo sola, le encantaban los niños y sería feliz con un bebé. Sin embargo, nunca se había decidido por lo mismo que se encontraba nuevamente en el lugar dónde había entregado incluso la vida varias veces. Los problemas siempre regresaban y no creía que fuera buena idea traer un pequeño a aquel mundo que parecía girar entorno a si Mystic Falls continuaba en pie o cualquier fuerza sobrenatural quería derribarla. —Ojalá pudiera hablar contigo, tú sabrías qué hacer en esta situación, y aunque no lo supieras, sí que me vendrían bien tus consejos. Y siguió de aquella forma, contando todo lo que había hecho durante aquellos años. Cada miedo. Cada duda. Cada alegría y cada lágrima como si realmente las dos personas enterradas allí pudieran escucharla. Y una vez se incorporó para marcharse sintió como el peso sobre sus hombros se había vuelto más ligero. Aunque no duró demasiado, pues un escalofrío recorrió su espalda. Comenzando desde la nuca y bajando por la columna. Conocía aquella sensación demasiado bien y, girándose trató de ver dónde estaba el vampiro responsable de ello. Pero no vio a nadie y no queriendo tampoco un enfrentamiento el primer día simplemente se dio la vuelta para volver caminando hacia casa. Ya tendría tiempo de averiguar qué ocurría allí.
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    El calor era asfixiante. Tanto que incluso dormida podía sentir como el aire que entraba en sus pulmones quemaba a su paso. Aunque no fue aquello lo que logró hacer que se despertara, sino la exagerada luz que había a su alrededor, que unida al olor a humo habían logrado incluso meterse en sus sueños.

    Abrió los ojos de golpe, para encontrarse en medio de un incendio que amenazaba con acabar con todo lo que encontrara a su paso. Aunque un solo vistazo le sirvió para darse cuenta de que no todo ardía, sino que el fuego formaba un círculo perfecto alrededor de su cama.

    Se incorporó lo más rápido que pudo y, tratando de no perder la calma intentó concentrarse en el fuego para poder extinguirlo antes de que fuera demasiado tarde. Aunque este no reaccionó como cabría esperar, sino que parecía reavivarse a cada segundo que pasaba y cuánta más energía empleaba en sofocarlo más alto se volvía.

    Soltó un juramento que se vio ahogado por el crepitar de las llamas y tosiendo metió su mano derecha bajo la almohada. De dónde sacó un athame, que pasó sobre su palma hasta que la sangre empezó a inundarla, y, juntando ambas manos se concentró durante unos pocos segundos en un punto fijo.

    Pudo notar en la lengua el sabor empalagoso de la magia que luchaba contra la suya, intentando acabar aquello para lo que la habían conjurado. Al igual que sentía como el humo la atontaba a medida que los minutos pasaban hasta que finalmente lo sintió. Un ligero cambio en la resistencia que oponía la otra parte, que escasos momentos después simplemente desapareció.

    Las llamas simplemente se apagaron , hecho que la mujer aprovechó para salir finalmente de la cama y abrir la ventana de la habitación para que el humo saliera.

    Con la respiración todavía agitada salió del dormitorio y, tras encender las luces miró su mano. La hemorragia había parado y en lugar del corte que se había hecho la herida había adquirido la forma de un vevé.

    Observó el símbolo perteneciente al vudú haitiano y negando con la cabeza fue hasta una de las estanterías que presidía la sala de estar dónde de entre todos los libros que la llenaban sacó uno encuadernado y cuyas páginas estaban amarillentas debido al paso del tiempo. Con suavidad, casi acariciando cada página las fue pasando hasta encontrar la que buscaba.

    Hacía años que no tocaba el grimorio de su abuela pues con el tiempo había formado el suyo propio aunque rara vez lo necesitase. Sin embargo, continuaba demostrando que aquella reliquia podía seguir salvándola en los peores momentos.

    Tardó cinco minutos en reunir las velas y las plantas necesarias para el hechizo. Y, con mimo fue dibujando con las hierbas un tetragramatón sobre la mesa, antes de colocar en cada punta una vela blanca y, en el centro de la figura un velón negro que ungió con aceite y flores secas antes de encenderlo y tomar asiento en el suelo antes de empezar a susurrar las palabras que la llevarían a un estado de inconsciencia mientras buscaba a quién se hubiera atrevida a ir a por ella mientras dormía.

    De forma lenta, sintió como su cuerpo ya no pensaba, sino que parecía tan liviano que en cualquier momento una brisa de aire sería capaz de elevarla. Y, si alguien hubiera observado desde fuera habría podido ver como sus ojos se giraban hasta que el iris y la pupila quedó oculta en el interior de las cuencas mientras que a medida que las horas pasaban y los gritos en el Barrio Francés se hacían más notorios, una lágrima de sangre corría por el rostro de la morena.

    De aquella forma la encontraron las ancianas del consejo cuándo por la mañana fueron a comprobar que ella no fuera una víctima más de la masacre que había tenido lugar durante la noche y, tras dedicarse una significativa mirada se acercaron a ella trataron de sacarla del trance para poder ofrecerles alguna respuesta.

    —Bonnie regresa, ya es de día y nos debes explicaciones.

    —Vamos niña, vuelve a este plano. Tenemos que hablar.

    Tardaron media hora en que los primeros síntomas de conciencia apareciera. Y otros quince minutos para que pudieran acercarse sin chocarse con una pared invisible.

    Pestañeó un par de veces mientras poco a poco recordaba qué había pasado y era consciente de lo que había tenido que hacer aquella noche para protegerse a ella misma y a las más jóvenes del aquelarre.

    —¿Cuántas muertes han sido?

    Sabía que no había sido un sueño, y que el suyo no había sido un caso aislado por lo que ignorando el mareo que sintió al levantarse del suelo se limpió los restos de humo y sangre del rostro antes elevar los ojos hacia las ancianas.

    Nunca había visto a dos personas tan distintas y a la vez tan parecidas. Grace, con su largo cabello gris siempre recogido en un moño parecía ser el ejemplo de lo que envejecer con poder implicaba. Su sola presencia bastaba para que una había se silenciar y una mirada suya era suficiente para intimidar hasta al más valiente.

    Noelie por el contrario había usado su magia durante años para mantener la juventud que hacía años debía haber desaparecido. Debía estar cerca de los ochenta años y su aspecto era el de alguien de treinta. Aunque el azul de sus ojos parecía encerrar los años que se había ido quitando.

    Sin embargo, poseían la misma energía. La misma presencia y la misma determinación. Como si fueran las dos caras de una misma moneda.

    —Doce, tres nuestras, seis del aquelarre de Gentilly y tres del aquelarre de Tremé —la voz de Grace estaba tan cargada de pesar que sintió el peso su tristeza sobre los hombros —Todas de la misma forma. Y todas a la misma hora.

    —¿Alguna estaba en un círculo ceremonial? Me desperté anoche en medio de un círculo de fuego, aunque no era natural. Tuve que recurrir a una vevé para pararlo.

    Las tres conocían el fuego al igual que al agua y al viento. Y sabían que por muy caprichoso que fuera dicho elemento jamás sería imparable. No para una bruja que como ellas, habían aprendido sus mejores trucos habilidades estando al borde de la muerte. Si la naturaleza se rebelaba de aquella forma tan salvaje era únicamente porque la habían forzado a ello.

    —Han desaparecido también brujas de los aquelarres sureños…

    Una idea pasó por la mente de la morena y, sin decir nada rebuscó entre los cajones hasta que encontró un mapa que, segundos después dejó sobre la mesa.

    —Han matado aquí y en el sur ¿Cuántas han sido?

    —Doce también.

    Un escalofrío recorrió la espalda de la mujer al darse cuenta de lo que estaba pasando y, tras marcar con un bolígrafo los dos puntos de las muertes resopló. Aquello no era bueno.

    —Si no me equivoco, en la siguiente luna llena habrá una nueva masacre.

    —¿Crees que alguien está intentando acceder a la Expresión tras tanto tiempo?

    Asintió antes de usar su athame para pincharse el dedo, dejando caer sobre el mapa unas gotas de su propia sangre antes de murmurar un sencillo hechizo de localización.

    —¿Crees que es de tu familia? Creía que ya no quedaban brujas Bennet vivas.

    —Somos pocas, pero todavía quedamos aunque no es lo que estoy buscando, si alguien está intentando acceder a la Expresión, para encontrarle necesitamos a alguien que ya haya llevado en la sangre ese veneno para localizar el foco—explicó viendo como las gotas se iban moviendo por el papel lentamente, buscando el punto exacto —Y nadie más lo admitirá.

    Sintió sus miradas acusadoras en la espalda. Sin embargo decidió ignorarlas hasta que la sangre se detuvo para, segundos después separarse, formando un triángulo perfecto que prendió en llamas por sí solo.

    Un pesado suspiro salió de entre los labios de la mujer al darse cuenta del lugar señalado y, negando con la cabeza se dejó caer en el sofá sin saber bien si reír o enfadarse con el destino por ello.

    Para detener a quién fuera que estuviera jugando con ese tipo de magia debían ir hasta allí y hacerlo en persona. Y era consciente de que ninguna de las brujas de Nueva Orleans se movería, estaban atadas a sus Ancestros y su tierra, por lo que debería ser ella si quería que las muertes cesaran y el infierno de hacía unos años se repitiera.

    Debía regresar a Mystic Falls. Debía regresar a casa.
    ◞1.𝐌𝐘𝐒𝐓𝐈𝐂 𝐅𝐀𝐋𝐋𝐒 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀╰———— ╱ ᴡʀɪᴛɪɴɢ. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀◦ ◦ ◦ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀i. ₂₅ ᴅᴇ Fᴇʙʀᴇʀᴏ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ii. Nᴜᴇᴠᴀ Oʀʟᴇᴀɴs ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀❛⠀⠀⠀⠀posted by ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀#NeverlandWitch ⠀⠀❜ ⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀𝐜𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐬 ⦂ chihiro.psd El calor era asfixiante. Tanto que incluso dormida podía sentir como el aire que entraba en sus pulmones quemaba a su paso. Aunque no fue aquello lo que logró hacer que se despertara, sino la exagerada luz que había a su alrededor, que unida al olor a humo habían logrado incluso meterse en sus sueños. Abrió los ojos de golpe, para encontrarse en medio de un incendio que amenazaba con acabar con todo lo que encontrara a su paso. Aunque un solo vistazo le sirvió para darse cuenta de que no todo ardía, sino que el fuego formaba un círculo perfecto alrededor de su cama. Se incorporó lo más rápido que pudo y, tratando de no perder la calma intentó concentrarse en el fuego para poder extinguirlo antes de que fuera demasiado tarde. Aunque este no reaccionó como cabría esperar, sino que parecía reavivarse a cada segundo que pasaba y cuánta más energía empleaba en sofocarlo más alto se volvía. Soltó un juramento que se vio ahogado por el crepitar de las llamas y tosiendo metió su mano derecha bajo la almohada. De dónde sacó un athame, que pasó sobre su palma hasta que la sangre empezó a inundarla, y, juntando ambas manos se concentró durante unos pocos segundos en un punto fijo. Pudo notar en la lengua el sabor empalagoso de la magia que luchaba contra la suya, intentando acabar aquello para lo que la habían conjurado. Al igual que sentía como el humo la atontaba a medida que los minutos pasaban hasta que finalmente lo sintió. Un ligero cambio en la resistencia que oponía la otra parte, que escasos momentos después simplemente desapareció. Las llamas simplemente se apagaron , hecho que la mujer aprovechó para salir finalmente de la cama y abrir la ventana de la habitación para que el humo saliera. Con la respiración todavía agitada salió del dormitorio y, tras encender las luces miró su mano. La hemorragia había parado y en lugar del corte que se había hecho la herida había adquirido la forma de un vevé. Observó el símbolo perteneciente al vudú haitiano y negando con la cabeza fue hasta una de las estanterías que presidía la sala de estar dónde de entre todos los libros que la llenaban sacó uno encuadernado y cuyas páginas estaban amarillentas debido al paso del tiempo. Con suavidad, casi acariciando cada página las fue pasando hasta encontrar la que buscaba. Hacía años que no tocaba el grimorio de su abuela pues con el tiempo había formado el suyo propio aunque rara vez lo necesitase. Sin embargo, continuaba demostrando que aquella reliquia podía seguir salvándola en los peores momentos. Tardó cinco minutos en reunir las velas y las plantas necesarias para el hechizo. Y, con mimo fue dibujando con las hierbas un tetragramatón sobre la mesa, antes de colocar en cada punta una vela blanca y, en el centro de la figura un velón negro que ungió con aceite y flores secas antes de encenderlo y tomar asiento en el suelo antes de empezar a susurrar las palabras que la llevarían a un estado de inconsciencia mientras buscaba a quién se hubiera atrevida a ir a por ella mientras dormía. De forma lenta, sintió como su cuerpo ya no pensaba, sino que parecía tan liviano que en cualquier momento una brisa de aire sería capaz de elevarla. Y, si alguien hubiera observado desde fuera habría podido ver como sus ojos se giraban hasta que el iris y la pupila quedó oculta en el interior de las cuencas mientras que a medida que las horas pasaban y los gritos en el Barrio Francés se hacían más notorios, una lágrima de sangre corría por el rostro de la morena. De aquella forma la encontraron las ancianas del consejo cuándo por la mañana fueron a comprobar que ella no fuera una víctima más de la masacre que había tenido lugar durante la noche y, tras dedicarse una significativa mirada se acercaron a ella trataron de sacarla del trance para poder ofrecerles alguna respuesta. —Bonnie regresa, ya es de día y nos debes explicaciones. —Vamos niña, vuelve a este plano. Tenemos que hablar. Tardaron media hora en que los primeros síntomas de conciencia apareciera. Y otros quince minutos para que pudieran acercarse sin chocarse con una pared invisible. Pestañeó un par de veces mientras poco a poco recordaba qué había pasado y era consciente de lo que había tenido que hacer aquella noche para protegerse a ella misma y a las más jóvenes del aquelarre. —¿Cuántas muertes han sido? Sabía que no había sido un sueño, y que el suyo no había sido un caso aislado por lo que ignorando el mareo que sintió al levantarse del suelo se limpió los restos de humo y sangre del rostro antes elevar los ojos hacia las ancianas. Nunca había visto a dos personas tan distintas y a la vez tan parecidas. Grace, con su largo cabello gris siempre recogido en un moño parecía ser el ejemplo de lo que envejecer con poder implicaba. Su sola presencia bastaba para que una había se silenciar y una mirada suya era suficiente para intimidar hasta al más valiente. Noelie por el contrario había usado su magia durante años para mantener la juventud que hacía años debía haber desaparecido. Debía estar cerca de los ochenta años y su aspecto era el de alguien de treinta. Aunque el azul de sus ojos parecía encerrar los años que se había ido quitando. Sin embargo, poseían la misma energía. La misma presencia y la misma determinación. Como si fueran las dos caras de una misma moneda. —Doce, tres nuestras, seis del aquelarre de Gentilly y tres del aquelarre de Tremé —la voz de Grace estaba tan cargada de pesar que sintió el peso su tristeza sobre los hombros —Todas de la misma forma. Y todas a la misma hora. —¿Alguna estaba en un círculo ceremonial? Me desperté anoche en medio de un círculo de fuego, aunque no era natural. Tuve que recurrir a una vevé para pararlo. Las tres conocían el fuego al igual que al agua y al viento. Y sabían que por muy caprichoso que fuera dicho elemento jamás sería imparable. No para una bruja que como ellas, habían aprendido sus mejores trucos habilidades estando al borde de la muerte. Si la naturaleza se rebelaba de aquella forma tan salvaje era únicamente porque la habían forzado a ello. —Han desaparecido también brujas de los aquelarres sureños… Una idea pasó por la mente de la morena y, sin decir nada rebuscó entre los cajones hasta que encontró un mapa que, segundos después dejó sobre la mesa. —Han matado aquí y en el sur ¿Cuántas han sido? —Doce también. Un escalofrío recorrió la espalda de la mujer al darse cuenta de lo que estaba pasando y, tras marcar con un bolígrafo los dos puntos de las muertes resopló. Aquello no era bueno. —Si no me equivoco, en la siguiente luna llena habrá una nueva masacre. —¿Crees que alguien está intentando acceder a la Expresión tras tanto tiempo? Asintió antes de usar su athame para pincharse el dedo, dejando caer sobre el mapa unas gotas de su propia sangre antes de murmurar un sencillo hechizo de localización. —¿Crees que es de tu familia? Creía que ya no quedaban brujas Bennet vivas. —Somos pocas, pero todavía quedamos aunque no es lo que estoy buscando, si alguien está intentando acceder a la Expresión, para encontrarle necesitamos a alguien que ya haya llevado en la sangre ese veneno para localizar el foco—explicó viendo como las gotas se iban moviendo por el papel lentamente, buscando el punto exacto —Y nadie más lo admitirá. Sintió sus miradas acusadoras en la espalda. Sin embargo decidió ignorarlas hasta que la sangre se detuvo para, segundos después separarse, formando un triángulo perfecto que prendió en llamas por sí solo. Un pesado suspiro salió de entre los labios de la mujer al darse cuenta del lugar señalado y, negando con la cabeza se dejó caer en el sofá sin saber bien si reír o enfadarse con el destino por ello. Para detener a quién fuera que estuviera jugando con ese tipo de magia debían ir hasta allí y hacerlo en persona. Y era consciente de que ninguna de las brujas de Nueva Orleans se movería, estaban atadas a sus Ancestros y su tierra, por lo que debería ser ella si quería que las muertes cesaran y el infierno de hacía unos años se repitiera. Debía regresar a Mystic Falls. Debía regresar a casa.
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