— "𝘏𝘢𝘺 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘪𝘧𝜄́𝘤𝘪𝘭𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳. 𝘜𝘯 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘰. 𝘜𝘯 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘩𝘶𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯. 𝘊𝘶𝘭𝘱𝘢. 𝘜𝘯 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘥𝘳𝜄́𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘥𝘰. 𝘓𝘢 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢.
𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘵𝘢𝘯 𝘮𝘢𝘭𝘢𝘴, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯.
𝘠, 𝘦𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘳𝘦𝘵𝘰, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘢 𝘶𝘯 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘢𝘩𝜄́ 𝘥𝘦 𝘤𝘩𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘯𝘪 𝘴𝘪𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘭𝘰 𝘦𝘴.
𝘔𝘢́𝘴 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘤𝜄́𝘧𝘪𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘢 𝘉𝘪𝘭𝘭𝘺 𝘏𝘢𝘳𝘨𝘳𝘰𝘷𝘦."
Todo comenzó un día cualquiera, otro día más en una vida normal. Incluso antes de que sonara el despertador los gritos de mi padre retumbaban por toda la casa, quejándose a saber de qué.
Abrí los ojos poco a poco, resignándome a salir de la cama para enfrentarme de nuevo a la realidad. Desayunar, aguantar los malos tratos de mi padre, los silencios de mi madre, todo un día lleno de clases, volver a casa y repetir... Ya empezaba a estar cansada de muchas cosas, pero no podía largarme en ese momento. No al menos hasta que llegase el verano.
Conseguí deslizarme fuera de la cama, vestirme, sentarme en silencio a desayunar mientras mi padre despotricaba sobre mi apariencia, o sobre mi en general. Comí lo más rápido que pude, le di un fugaz beso a mi madre en la mejilla, tomé mi mochila y salí como un huracán hacia fuera para montarme en la bicicleta y comenzar a pedalear hasta el Instituto de Hawkins.
No era popular, no tenía muchos amigos, pero poder escapar del ambiente prisionero de mi hogar durante unas horas casi era un alivio palpable.
Y sin embargo, mientras llegaba poco a poco hacia el aparcamiento del instituto, mezclándome con el bullicio que empezaba a llenar el lugar, ni siquiera podía llegar a imaginar lo que ese día me tenía preparado y todo lo que llegaría tras ese acontecimiento. —
— "𝘏𝘢𝘺 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘪𝘧𝜄́𝘤𝘪𝘭𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳. 𝘜𝘯 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘰. 𝘜𝘯 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘩𝘶𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯. 𝘊𝘶𝘭𝘱𝘢. 𝘜𝘯 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘥𝘳𝜄́𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘥𝘰. 𝘓𝘢 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢.
𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘵𝘢𝘯 𝘮𝘢𝘭𝘢𝘴, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯.
𝘠, 𝘦𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘳𝘦𝘵𝘰, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘢 𝘶𝘯 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘢𝘩𝜄́ 𝘥𝘦 𝘤𝘩𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘯𝘪 𝘴𝘪𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘭𝘰 𝘦𝘴.
𝘔𝘢́𝘴 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘤𝜄́𝘧𝘪𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘢 𝘉𝘪𝘭𝘭𝘺 𝘏𝘢𝘳𝘨𝘳𝘰𝘷𝘦."
Todo comenzó un día cualquiera, otro día más en una vida normal. Incluso antes de que sonara el despertador los gritos de mi padre retumbaban por toda la casa, quejándose a saber de qué.
Abrí los ojos poco a poco, resignándome a salir de la cama para enfrentarme de nuevo a la realidad. Desayunar, aguantar los malos tratos de mi padre, los silencios de mi madre, todo un día lleno de clases, volver a casa y repetir... Ya empezaba a estar cansada de muchas cosas, pero no podía largarme en ese momento. No al menos hasta que llegase el verano.
Conseguí deslizarme fuera de la cama, vestirme, sentarme en silencio a desayunar mientras mi padre despotricaba sobre mi apariencia, o sobre mi en general. Comí lo más rápido que pude, le di un fugaz beso a mi madre en la mejilla, tomé mi mochila y salí como un huracán hacia fuera para montarme en la bicicleta y comenzar a pedalear hasta el Instituto de Hawkins.
No era popular, no tenía muchos amigos, pero poder escapar del ambiente prisionero de mi hogar durante unas horas casi era un alivio palpable.
Y sin embargo, mientras llegaba poco a poco hacia el aparcamiento del instituto, mezclándome con el bullicio que empezaba a llenar el lugar, ni siquiera podía llegar a imaginar lo que ese día me tenía preparado y todo lo que llegaría tras ese acontecimiento. —