Eran casi las ocho de la mañana cuando se despertó con el primer rayo de sol colándose por la ventana. A su lado, Sailor Nigth dormía profundamente, con una pierna colgando fuera de la sábana y el cabello desordenado, cubriéndole parte del rostro. Tenía esa calma bonita que sólo se ve cuando alguien sueña algo bueno.
Se quedó mirándola un momento, sonriendo solo, antes de levantarse sin hacer ruido. Caminó hasta la cocina, encendió la cafetera, y sacó los ingredientes uno por uno: harina, huevos, leche, un poco de vainilla… y los arándanos que había comprado el día anterior pensando en ella.
Mientras batía la mezcla, puso algo de música suave: un poco de jazz instrumental que siempre llenaba el aire con buena vibra. Vertió la primera porción sobre el sartén caliente y dejó que el aroma empezara a invadir el departamento.
Cortó fresas, plátano, unas rebanadas de kiwi en forma de estrellita, sirvió todo con cuidado: una torre de hotcakes esponjosos con mantequilla derritiéndose en la cima, fruta alrededor como un jardín colorido, y miel cayendo en espiral como si estuviera pintando el desayuno.
Preparó dos cafés, uno fuerte para él, otro con vainilla y leche espumosa para ella, y los puso en la bandeja junto con todo lo demás.
Caminó hasta la habitación en silencio, empujando la puerta con el hombro.
—Buenos días, princesa —susurró.
Se quedó mirándola un momento, sonriendo solo, antes de levantarse sin hacer ruido. Caminó hasta la cocina, encendió la cafetera, y sacó los ingredientes uno por uno: harina, huevos, leche, un poco de vainilla… y los arándanos que había comprado el día anterior pensando en ella.
Mientras batía la mezcla, puso algo de música suave: un poco de jazz instrumental que siempre llenaba el aire con buena vibra. Vertió la primera porción sobre el sartén caliente y dejó que el aroma empezara a invadir el departamento.
Cortó fresas, plátano, unas rebanadas de kiwi en forma de estrellita, sirvió todo con cuidado: una torre de hotcakes esponjosos con mantequilla derritiéndose en la cima, fruta alrededor como un jardín colorido, y miel cayendo en espiral como si estuviera pintando el desayuno.
Preparó dos cafés, uno fuerte para él, otro con vainilla y leche espumosa para ella, y los puso en la bandeja junto con todo lo demás.
Caminó hasta la habitación en silencio, empujando la puerta con el hombro.
—Buenos días, princesa —susurró.
Eran casi las ocho de la mañana cuando se despertó con el primer rayo de sol colándose por la ventana. A su lado, [Witches_love_Michis] dormía profundamente, con una pierna colgando fuera de la sábana y el cabello desordenado, cubriéndole parte del rostro. Tenía esa calma bonita que sólo se ve cuando alguien sueña algo bueno.
Se quedó mirándola un momento, sonriendo solo, antes de levantarse sin hacer ruido. Caminó hasta la cocina, encendió la cafetera, y sacó los ingredientes uno por uno: harina, huevos, leche, un poco de vainilla… y los arándanos que había comprado el día anterior pensando en ella.
Mientras batía la mezcla, puso algo de música suave: un poco de jazz instrumental que siempre llenaba el aire con buena vibra. Vertió la primera porción sobre el sartén caliente y dejó que el aroma empezara a invadir el departamento.
Cortó fresas, plátano, unas rebanadas de kiwi en forma de estrellita, sirvió todo con cuidado: una torre de hotcakes esponjosos con mantequilla derritiéndose en la cima, fruta alrededor como un jardín colorido, y miel cayendo en espiral como si estuviera pintando el desayuno.
Preparó dos cafés, uno fuerte para él, otro con vainilla y leche espumosa para ella, y los puso en la bandeja junto con todo lo demás.
Caminó hasta la habitación en silencio, empujando la puerta con el hombro.
—Buenos días, princesa —susurró.

