Oh... Pobre, pobre Alastor Dëmøń ¿Sorprendido? Capullo —rió, agarrándolo por el pelo llevaba horas divirtiendode de lo lindo, torturando a aquella infame criaturita.
—Te preguntarás ¿Que pasa con el pacto de no agresión que tenía con Lucifer? –comentó, hundiendo los dedos en las cuencas de los ojos del cérvido—.Pues muy sencillo. Ha pasado lo peor que podría haber pasado para asegurar la supervivencia de tu sidoso culo. Me estoy muriendo y eso es malo, aunque peor para tí...—declaró entre risas de buena, mientras sus garras se clavaban en lo más profundo de las cuencas, sintiendo un placentero escalofrío, al notar como los delicados y blandos ojos oculares del demonio de la radio, simplemente estallaban bajo sus garras las cuales, al ya no haber nada que detuviera la infección que padecía Vox, se había visto acelerada y por lo tanto, tenían un aspecto mucho más aberrantes
—.Por que significa que ya me la suda todo por completo. —concluyó, entrecerrando los dedos para que formasen la forma de un gancho, clavándose en tan blandas carnes y haciendo emanar fuentes de sangre y jugos oculares, a causa de la profanación en el cráneo. Sin dudarlo tiró con fuerza, arrancando lo que ahora era una masa gelatinosa que supuraba pus y de paso, llevándose algunos de los nervios que residían en aquel lugar.
—Pero no voy a irme solo, tú te vas a venir conmigo, hijo de puta. —el olor de la sangre ajena comenzaba a surtir efecto en su ya por mucho deformado cerebro, haciendo que sintiera un apetito arroz, además de una evidente exitacion, con pupilas completamente dilatadas y respiración agitada no dudó en llevarse los dedos a la boca, relamiendo los aplastados ojos como si fueran el mayor de los manjares jamás probados.
Entre risas maniacas observaba a su víctima, pensando que era lo siguiente que podía arrebatarle. Ya había castigado su cuerpo con golpes, laceraciones y vejaciones, le quitó los ojos y se los comió ¿Que podía ser lo siguiente? Y se le ocurrió ¿Que clase de amigo sería si no le enviase un bello souvenir a su amigo del alma? Ese que lo había dejado abandonado, al menos desde su punto de vista, mientras el dolor por la perdida de Valentino lo consumía, aquel por el que siempre estuvo, pero cuando le necesitó para tratar de acostumbrarse a la contradicción de amar a Valentino Big V y al mismo tiempo sentir rechazo por él, al verse abrumado. Si, ese mismo que ahora que estaba siendo completamente devorado por las bacterias que le infectaron, olvidó por completo su promesa de tratar de encontrar una cura definitiva.
No, no podía ser tan mal amigo y olvidar a Lucifer 𝕾𝖆𝖒𝖆𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 el otro culpable de que, fuera a morir. Sin dudarlo, agarró a Alastor por sus astas, sin si quiera preocuparse de no clavarle las garras en la cabeza y comenzó a tirar con todas sus fuerzas, haciendo incluso contra peso con uno de sus pies, que ahora también eran garras, miró a una de las muchas pantallas que estaban retransmitiendo esos miserables momentos, y cuando la piel comenzó a quebrarse, cuando el cabello empezó a ceder y prácticamente se escuchaba el sonido de los huesos partirse exclamó entre risas.
—¡ESTO ES PARA TI, AMIGO MIO!—y arrancó las astas del desafortunado demonio de la radio, salpicando se y acabado Vox teñido de un doloroso color carmín. Alzando su nuevo trofeo victorioso y gritando eufórico, al mismo tiempo que sentía un deseo irrefrenable de clavar sus despiadados dientes, en aquel pequeño y tierno cráneo, apostaba consigo mismo que sonaría como una nuez al partirse —
—Te preguntarás ¿Que pasa con el pacto de no agresión que tenía con Lucifer? –comentó, hundiendo los dedos en las cuencas de los ojos del cérvido—.Pues muy sencillo. Ha pasado lo peor que podría haber pasado para asegurar la supervivencia de tu sidoso culo. Me estoy muriendo y eso es malo, aunque peor para tí...—declaró entre risas de buena, mientras sus garras se clavaban en lo más profundo de las cuencas, sintiendo un placentero escalofrío, al notar como los delicados y blandos ojos oculares del demonio de la radio, simplemente estallaban bajo sus garras las cuales, al ya no haber nada que detuviera la infección que padecía Vox, se había visto acelerada y por lo tanto, tenían un aspecto mucho más aberrantes
—.Por que significa que ya me la suda todo por completo. —concluyó, entrecerrando los dedos para que formasen la forma de un gancho, clavándose en tan blandas carnes y haciendo emanar fuentes de sangre y jugos oculares, a causa de la profanación en el cráneo. Sin dudarlo tiró con fuerza, arrancando lo que ahora era una masa gelatinosa que supuraba pus y de paso, llevándose algunos de los nervios que residían en aquel lugar.
—Pero no voy a irme solo, tú te vas a venir conmigo, hijo de puta. —el olor de la sangre ajena comenzaba a surtir efecto en su ya por mucho deformado cerebro, haciendo que sintiera un apetito arroz, además de una evidente exitacion, con pupilas completamente dilatadas y respiración agitada no dudó en llevarse los dedos a la boca, relamiendo los aplastados ojos como si fueran el mayor de los manjares jamás probados.
Entre risas maniacas observaba a su víctima, pensando que era lo siguiente que podía arrebatarle. Ya había castigado su cuerpo con golpes, laceraciones y vejaciones, le quitó los ojos y se los comió ¿Que podía ser lo siguiente? Y se le ocurrió ¿Que clase de amigo sería si no le enviase un bello souvenir a su amigo del alma? Ese que lo había dejado abandonado, al menos desde su punto de vista, mientras el dolor por la perdida de Valentino lo consumía, aquel por el que siempre estuvo, pero cuando le necesitó para tratar de acostumbrarse a la contradicción de amar a Valentino Big V y al mismo tiempo sentir rechazo por él, al verse abrumado. Si, ese mismo que ahora que estaba siendo completamente devorado por las bacterias que le infectaron, olvidó por completo su promesa de tratar de encontrar una cura definitiva.
No, no podía ser tan mal amigo y olvidar a Lucifer 𝕾𝖆𝖒𝖆𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 el otro culpable de que, fuera a morir. Sin dudarlo, agarró a Alastor por sus astas, sin si quiera preocuparse de no clavarle las garras en la cabeza y comenzó a tirar con todas sus fuerzas, haciendo incluso contra peso con uno de sus pies, que ahora también eran garras, miró a una de las muchas pantallas que estaban retransmitiendo esos miserables momentos, y cuando la piel comenzó a quebrarse, cuando el cabello empezó a ceder y prácticamente se escuchaba el sonido de los huesos partirse exclamó entre risas.
—¡ESTO ES PARA TI, AMIGO MIO!—y arrancó las astas del desafortunado demonio de la radio, salpicando se y acabado Vox teñido de un doloroso color carmín. Alzando su nuevo trofeo victorioso y gritando eufórico, al mismo tiempo que sentía un deseo irrefrenable de clavar sus despiadados dientes, en aquel pequeño y tierno cráneo, apostaba consigo mismo que sonaría como una nuez al partirse —
Oh... Pobre, pobre [Dem0n] ¿Sorprendido? Capullo —rió, agarrándolo por el pelo llevaba horas divirtiendode de lo lindo, torturando a aquella infame criaturita.
—Te preguntarás ¿Que pasa con el pacto de no agresión que tenía con Lucifer? –comentó, hundiendo los dedos en las cuencas de los ojos del cérvido—.Pues muy sencillo. Ha pasado lo peor que podría haber pasado para asegurar la supervivencia de tu sidoso culo. Me estoy muriendo y eso es malo, aunque peor para tí...—declaró entre risas de buena, mientras sus garras se clavaban en lo más profundo de las cuencas, sintiendo un placentero escalofrío, al notar como los delicados y blandos ojos oculares del demonio de la radio, simplemente estallaban bajo sus garras las cuales, al ya no haber nada que detuviera la infección que padecía Vox, se había visto acelerada y por lo tanto, tenían un aspecto mucho más aberrantes
—.Por que significa que ya me la suda todo por completo. —concluyó, entrecerrando los dedos para que formasen la forma de un gancho, clavándose en tan blandas carnes y haciendo emanar fuentes de sangre y jugos oculares, a causa de la profanación en el cráneo. Sin dudarlo tiró con fuerza, arrancando lo que ahora era una masa gelatinosa que supuraba pus y de paso, llevándose algunos de los nervios que residían en aquel lugar.
—Pero no voy a irme solo, tú te vas a venir conmigo, hijo de puta. —el olor de la sangre ajena comenzaba a surtir efecto en su ya por mucho deformado cerebro, haciendo que sintiera un apetito arroz, además de una evidente exitacion, con pupilas completamente dilatadas y respiración agitada no dudó en llevarse los dedos a la boca, relamiendo los aplastados ojos como si fueran el mayor de los manjares jamás probados.
Entre risas maniacas observaba a su víctima, pensando que era lo siguiente que podía arrebatarle. Ya había castigado su cuerpo con golpes, laceraciones y vejaciones, le quitó los ojos y se los comió ¿Que podía ser lo siguiente? Y se le ocurrió ¿Que clase de amigo sería si no le enviase un bello souvenir a su amigo del alma? Ese que lo había dejado abandonado, al menos desde su punto de vista, mientras el dolor por la perdida de Valentino lo consumía, aquel por el que siempre estuvo, pero cuando le necesitó para tratar de acostumbrarse a la contradicción de amar a [Valentino01] y al mismo tiempo sentir rechazo por él, al verse abrumado. Si, ese mismo que ahora que estaba siendo completamente devorado por las bacterias que le infectaron, olvidó por completo su promesa de tratar de encontrar una cura definitiva.
No, no podía ser tan mal amigo y olvidar a [LuciHe11] el otro culpable de que, fuera a morir. Sin dudarlo, agarró a Alastor por sus astas, sin si quiera preocuparse de no clavarle las garras en la cabeza y comenzó a tirar con todas sus fuerzas, haciendo incluso contra peso con uno de sus pies, que ahora también eran garras, miró a una de las muchas pantallas que estaban retransmitiendo esos miserables momentos, y cuando la piel comenzó a quebrarse, cuando el cabello empezó a ceder y prácticamente se escuchaba el sonido de los huesos partirse exclamó entre risas.
—¡ESTO ES PARA TI, AMIGO MIO!—y arrancó las astas del desafortunado demonio de la radio, salpicando se y acabado Vox teñido de un doloroso color carmín. Alzando su nuevo trofeo victorioso y gritando eufórico, al mismo tiempo que sentía un deseo irrefrenable de clavar sus despiadados dientes, en aquel pequeño y tierno cráneo, apostaba consigo mismo que sonaría como una nuez al partirse —