𝘌𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘣𝘳𝘰, 𝘺 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘮𝘦𝘳𝘨𝘪𝘰. 𝘕𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘳𝘶𝘴𝘢, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 𝘮𝘢𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘨𝘶𝘢 𝘥𝘦 𝘐𝘯𝘢: 𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘪𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘣𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢 𝘥𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰. 𝘕𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘣𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘪𝘳𝘢, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘯𝘪𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘢𝘯𝘵𝘪𝘭𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳 𝘮𝘪𝘭𝘦𝘯𝘪𝘰𝘴.
« He pisado los umbrales donde los dioses enloquecen de soledad,
dónde el tiempo es solo un suspiro entre eternidades.
Nada de esto me importa...
excepto el sonido de su risa.
La frágil chispa que se aferra a la vida,
el destello de luz que baila sobre el vacío.
Por esa chispa dejo que este mundo siga girando,
Y por esa luz, contengo el hambre del abismo.
No porque me interese tu existencia,
sino porque ella, aún encuentra belleza en lo que no merece ser salvado.
Pero escucha bien, criatura valiente,
tu, que te atreves a alzar tu voz contra ella,
escucha esto con tus huesos, no con tus oídos:
si lastimas su felicidad,
no seré yo quien te destruya,
será el silencio.
El mismo que guardé durante eones,
el que pesa más que todos los antiguos.
Porque cuando ella llore,
–y creeme, pequeño ser, llorará–
ya no habrá razón para contenerlo.
Y entonces...
descubrirás que este universo
era solo un suspiro en su noche,
𝘺 𝘺𝘰...
soy la que apago las estrellas,
cuando ya no iluminan sus sueños »
𝘌𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘣𝘳𝘰, 𝘺 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘮𝘦𝘳𝘨𝘪𝘰. 𝘕𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘳𝘶𝘴𝘢, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 𝘮𝘢𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘨𝘶𝘢 𝘥𝘦 𝘐𝘯𝘢: 𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘪𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘣𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢 𝘥𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰. 𝘕𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘣𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘪𝘳𝘢, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘯𝘪𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘢𝘯𝘵𝘪𝘭𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳 𝘮𝘪𝘭𝘦𝘯𝘪𝘰𝘴.
« He pisado los umbrales donde los dioses enloquecen de soledad,
dónde el tiempo es solo un suspiro entre eternidades.
Nada de esto me importa...
excepto el sonido de su risa.
La frágil chispa que se aferra a la vida,
el destello de luz que baila sobre el vacío.
Por esa chispa dejo que este mundo siga girando,
Y por esa luz, contengo el hambre del abismo.
No porque me interese tu existencia,
sino porque ella, aún encuentra belleza en lo que no merece ser salvado.
Pero escucha bien, criatura valiente,
tu, que te atreves a alzar tu voz contra ella,
escucha esto con tus huesos, no con tus oídos:
si lastimas su felicidad,
no seré yo quien te destruya,
será el silencio.
El mismo que guardé durante eones,
el que pesa más que todos los antiguos.
Porque cuando ella llore,
–y creeme, pequeño ser, llorará–
ya no habrá razón para contenerlo.
Y entonces...
descubrirás que este universo
era solo un suspiro en su noche,
𝘺 𝘺𝘰...
soy la que apago las estrellas,
cuando ya no iluminan sus sueños »