Otro crimen, otro cuerpo tirado en el suelo, otro misterio.
No daban con pistas, ni una simple huella, nada. Solo un cadáver en un callejón, con el rostro desfigurado de tantas pueñaladas y, por lo que podían decir los peritos, golpes con algún otro arma, tal vez algo similar a una palanca. Los huesos del rostro estaban destrozados. La fuerza necesaria para dejarlo casi molido era increíble y, para algunos, aterradora.
—Debe ser el Destripador... es el único que no deja rastro. Aunque esto es algo nuevo, parece... ¿enojado? —comentó uno de los peritos al tomarle fotografía al cadáver.
Aaron estaba en silencio, observando, sus manos en los bolsillos de su pantalón. Tenía la mandíbula ligeramente tensa.
—No dejó carta, esto es solo un juego. —resondió el detective, quien, pro alguna razón, estaba confundido. No sabía qué pensar al respecto, su mente estaba en blanco.
¿Ꝗᵾé ɇs̷ łø ꝗᵾɇ ŧɇ ɇn̷øɉa̷, Ⱥa̷ɍøn̷?
Pudo escuchar la voz en su cabeza, Jack. Con un tono en burla.
¿Qué lo enojaba? Nada, ¿por qué haría esa clase de pregunta?
Ɏø n̷ø ħɇ s̷ɨđø, łø s̷a̷ƀɇs̷... Ɇs̷ø fᵾɇ ŧøđø øƀɍa̷ ŧᵾɏa̷.
Sintió un escalofrío recorrer su espalda, tuvo que voltearse y, justo a la salida del callejón había una figura. Una sombra que no estaba del todo definida, pero sabía que se trataba de él. Era imponente, y era como si en cualquier momento fuera a abalanzarse sobre él.
—No... No fui yo. —respondió el castaño, tratando de mantenerse en pie, pero sentía que el cuerpo le temblaba, las manos sudaban, su garganta estaba extremadamente seca.
¿Nø? ¿Ɇs̷ŧás̷ ȼøm̷ᵽłɇŧa̷m̷ɇn̷ŧɇ s̷ɇǥᵾɍø đɇ ɇs̷ø? Vᵾɇłvɇ a̷ ɇȼħa̷ɍ ᵾn̷ vɨs̷ŧa̷ƶø.
Con duda, el detective volvió a voltear. La escena en el callejón ya no estaba. En cambio, se encontró en la estación de policía, con todos mirándolo. Sin embargo, lo veían extraño, parecían aterrados, disgustados, perplejos. ¿Qué ocurría?
Bajó la vista, él mismo estaba cubierto en sangre, sus manos sudorosas ahora ligeramente pegajosas por la sangre que se estaba secando.
—No, yo... ¿Qué es esto? Yo no he sido. ¡No he sido yo! —se volteó, la figura aún estaba detrás de él—. ¡Fuiste tu! ¡Todo es por tu culpa! ¡Eres un maldito monstruo!
¿Ɏø, ᵾn̷ m̷øn̷s̷ŧɍᵾø? ¿Ŧɇ ħa̷s̷ vɨs̷ŧø ɇn̷ ɇł ɇs̷ᵽɇɉø, đɇŧɇȼŧɨvɇ? Ɇɍɇs̷ ɇxa̷ȼŧa̷m̷ɇn̷ŧɇ ɨǥᵾa̷ł ꝗᵾɇ ɏø. Ᵽɇɍø łø ɇn̷ŧɨɇn̷đø, ŧɨɇn̷ɇs̷ ꝗᵾɇ đɇs̷ȼa̷ɍǥa̷ɍ ɇs̷ɇ ɇn̷øɉø, ɇn̷ŧɨɇn̷đø ꝗᵾɇ łø ꝗᵾɨɇɍa̷s̷ n̷ɇǥa̷ɍ... Ᵽɇɍø ᵽɍɇs̷ŧa̷ a̷ŧɇn̷ȼɨón̷.
Y todo volvió a cambiar, ahora estaba frente a un espejo, su rostro borroso, pero aún veía sangre en el resto de su cuerpo. Entonces, los gritos comenzaron, gritos de las víctimas a las que les arrebató la vida. Y luego, una risa, la del Destripador, regocijandose en el sufrimiento ajeno.
Aaron sintió que el corazón iba a salirse por su boca, quería vomitar, quería abrirse el estómago, quería arrancarse la piel. Demasiadas cosas a la vez que lo hicieron gritar, llevando las manos a su rostro. Clavó uñas y dedos en la piel, en la carne y en los huesos para así tirar, destrozando todo. El dolor era inmenso, y con ellos llegaba un increíble sentimiento de culpa.
Søm̷øs̷ ɨǥᵾa̷łɇs̷, Ⱥa̷ɍøn̷. Ŧᵾ ɇɍɇs̷ ɏø. Ɏø s̷øɏ ŧᵾ.
—¡NO ES CIERTO! ¡NO! —despertó con aquel grito, sentándose en su cama. Estaba completamente sudado, su corazón latiendo demasiado rápido y apenas logrando respirar bien.
Llevó las manos a su rostro, tocándolo reiteradas veces, luego miró alrededor. Había sido una maldita pesadilla. Hacía mucho que no se sentía de esa forma. Todavía estaba con nauseas horribles, pero, por ahora... podía dar una pausa al saber que todo fue obra de su cabeza.
Se giró para ver el reloj en su mesa de noche: 2 a.m.
Serían unas largas horas hasta las 6.
No daban con pistas, ni una simple huella, nada. Solo un cadáver en un callejón, con el rostro desfigurado de tantas pueñaladas y, por lo que podían decir los peritos, golpes con algún otro arma, tal vez algo similar a una palanca. Los huesos del rostro estaban destrozados. La fuerza necesaria para dejarlo casi molido era increíble y, para algunos, aterradora.
—Debe ser el Destripador... es el único que no deja rastro. Aunque esto es algo nuevo, parece... ¿enojado? —comentó uno de los peritos al tomarle fotografía al cadáver.
Aaron estaba en silencio, observando, sus manos en los bolsillos de su pantalón. Tenía la mandíbula ligeramente tensa.
—No dejó carta, esto es solo un juego. —resondió el detective, quien, pro alguna razón, estaba confundido. No sabía qué pensar al respecto, su mente estaba en blanco.
¿Ꝗᵾé ɇs̷ łø ꝗᵾɇ ŧɇ ɇn̷øɉa̷, Ⱥa̷ɍøn̷?
Pudo escuchar la voz en su cabeza, Jack. Con un tono en burla.
¿Qué lo enojaba? Nada, ¿por qué haría esa clase de pregunta?
Ɏø n̷ø ħɇ s̷ɨđø, łø s̷a̷ƀɇs̷... Ɇs̷ø fᵾɇ ŧøđø øƀɍa̷ ŧᵾɏa̷.
Sintió un escalofrío recorrer su espalda, tuvo que voltearse y, justo a la salida del callejón había una figura. Una sombra que no estaba del todo definida, pero sabía que se trataba de él. Era imponente, y era como si en cualquier momento fuera a abalanzarse sobre él.
—No... No fui yo. —respondió el castaño, tratando de mantenerse en pie, pero sentía que el cuerpo le temblaba, las manos sudaban, su garganta estaba extremadamente seca.
¿Nø? ¿Ɇs̷ŧás̷ ȼøm̷ᵽłɇŧa̷m̷ɇn̷ŧɇ s̷ɇǥᵾɍø đɇ ɇs̷ø? Vᵾɇłvɇ a̷ ɇȼħa̷ɍ ᵾn̷ vɨs̷ŧa̷ƶø.
Con duda, el detective volvió a voltear. La escena en el callejón ya no estaba. En cambio, se encontró en la estación de policía, con todos mirándolo. Sin embargo, lo veían extraño, parecían aterrados, disgustados, perplejos. ¿Qué ocurría?
Bajó la vista, él mismo estaba cubierto en sangre, sus manos sudorosas ahora ligeramente pegajosas por la sangre que se estaba secando.
—No, yo... ¿Qué es esto? Yo no he sido. ¡No he sido yo! —se volteó, la figura aún estaba detrás de él—. ¡Fuiste tu! ¡Todo es por tu culpa! ¡Eres un maldito monstruo!
¿Ɏø, ᵾn̷ m̷øn̷s̷ŧɍᵾø? ¿Ŧɇ ħa̷s̷ vɨs̷ŧø ɇn̷ ɇł ɇs̷ᵽɇɉø, đɇŧɇȼŧɨvɇ? Ɇɍɇs̷ ɇxa̷ȼŧa̷m̷ɇn̷ŧɇ ɨǥᵾa̷ł ꝗᵾɇ ɏø. Ᵽɇɍø łø ɇn̷ŧɨɇn̷đø, ŧɨɇn̷ɇs̷ ꝗᵾɇ đɇs̷ȼa̷ɍǥa̷ɍ ɇs̷ɇ ɇn̷øɉø, ɇn̷ŧɨɇn̷đø ꝗᵾɇ łø ꝗᵾɨɇɍa̷s̷ n̷ɇǥa̷ɍ... Ᵽɇɍø ᵽɍɇs̷ŧa̷ a̷ŧɇn̷ȼɨón̷.
Y todo volvió a cambiar, ahora estaba frente a un espejo, su rostro borroso, pero aún veía sangre en el resto de su cuerpo. Entonces, los gritos comenzaron, gritos de las víctimas a las que les arrebató la vida. Y luego, una risa, la del Destripador, regocijandose en el sufrimiento ajeno.
Aaron sintió que el corazón iba a salirse por su boca, quería vomitar, quería abrirse el estómago, quería arrancarse la piel. Demasiadas cosas a la vez que lo hicieron gritar, llevando las manos a su rostro. Clavó uñas y dedos en la piel, en la carne y en los huesos para así tirar, destrozando todo. El dolor era inmenso, y con ellos llegaba un increíble sentimiento de culpa.
Søm̷øs̷ ɨǥᵾa̷łɇs̷, Ⱥa̷ɍøn̷. Ŧᵾ ɇɍɇs̷ ɏø. Ɏø s̷øɏ ŧᵾ.
—¡NO ES CIERTO! ¡NO! —despertó con aquel grito, sentándose en su cama. Estaba completamente sudado, su corazón latiendo demasiado rápido y apenas logrando respirar bien.
Llevó las manos a su rostro, tocándolo reiteradas veces, luego miró alrededor. Había sido una maldita pesadilla. Hacía mucho que no se sentía de esa forma. Todavía estaba con nauseas horribles, pero, por ahora... podía dar una pausa al saber que todo fue obra de su cabeza.
Se giró para ver el reloj en su mesa de noche: 2 a.m.
Serían unas largas horas hasta las 6.
Otro crimen, otro cuerpo tirado en el suelo, otro misterio.
No daban con pistas, ni una simple huella, nada. Solo un cadáver en un callejón, con el rostro desfigurado de tantas pueñaladas y, por lo que podían decir los peritos, golpes con algún otro arma, tal vez algo similar a una palanca. Los huesos del rostro estaban destrozados. La fuerza necesaria para dejarlo casi molido era increíble y, para algunos, aterradora.
—Debe ser el Destripador... es el único que no deja rastro. Aunque esto es algo nuevo, parece... ¿enojado? —comentó uno de los peritos al tomarle fotografía al cadáver.
Aaron estaba en silencio, observando, sus manos en los bolsillos de su pantalón. Tenía la mandíbula ligeramente tensa.
—No dejó carta, esto es solo un juego. —resondió el detective, quien, pro alguna razón, estaba confundido. No sabía qué pensar al respecto, su mente estaba en blanco.
¿Ꝗᵾé ɇs̷ łø ꝗᵾɇ ŧɇ ɇn̷øɉa̷, Ⱥa̷ɍøn̷?
Pudo escuchar la voz en su cabeza, Jack. Con un tono en burla.
¿Qué lo enojaba? Nada, ¿por qué haría esa clase de pregunta?
Ɏø n̷ø ħɇ s̷ɨđø, łø s̷a̷ƀɇs̷... Ɇs̷ø fᵾɇ ŧøđø øƀɍa̷ ŧᵾɏa̷.
Sintió un escalofrío recorrer su espalda, tuvo que voltearse y, justo a la salida del callejón había una figura. Una sombra que no estaba del todo definida, pero sabía que se trataba de él. Era imponente, y era como si en cualquier momento fuera a abalanzarse sobre él.
—No... No fui yo. —respondió el castaño, tratando de mantenerse en pie, pero sentía que el cuerpo le temblaba, las manos sudaban, su garganta estaba extremadamente seca.
¿Nø? ¿Ɇs̷ŧás̷ ȼøm̷ᵽłɇŧa̷m̷ɇn̷ŧɇ s̷ɇǥᵾɍø đɇ ɇs̷ø? Vᵾɇłvɇ a̷ ɇȼħa̷ɍ ᵾn̷ vɨs̷ŧa̷ƶø.
Con duda, el detective volvió a voltear. La escena en el callejón ya no estaba. En cambio, se encontró en la estación de policía, con todos mirándolo. Sin embargo, lo veían extraño, parecían aterrados, disgustados, perplejos. ¿Qué ocurría?
Bajó la vista, él mismo estaba cubierto en sangre, sus manos sudorosas ahora ligeramente pegajosas por la sangre que se estaba secando.
—No, yo... ¿Qué es esto? Yo no he sido. ¡No he sido yo! —se volteó, la figura aún estaba detrás de él—. ¡Fuiste tu! ¡Todo es por tu culpa! ¡Eres un maldito monstruo!
¿Ɏø, ᵾn̷ m̷øn̷s̷ŧɍᵾø? ¿Ŧɇ ħa̷s̷ vɨs̷ŧø ɇn̷ ɇł ɇs̷ᵽɇɉø, đɇŧɇȼŧɨvɇ? Ɇɍɇs̷ ɇxa̷ȼŧa̷m̷ɇn̷ŧɇ ɨǥᵾa̷ł ꝗᵾɇ ɏø. Ᵽɇɍø łø ɇn̷ŧɨɇn̷đø, ŧɨɇn̷ɇs̷ ꝗᵾɇ đɇs̷ȼa̷ɍǥa̷ɍ ɇs̷ɇ ɇn̷øɉø, ɇn̷ŧɨɇn̷đø ꝗᵾɇ łø ꝗᵾɨɇɍa̷s̷ n̷ɇǥa̷ɍ... Ᵽɇɍø ᵽɍɇs̷ŧa̷ a̷ŧɇn̷ȼɨón̷.
Y todo volvió a cambiar, ahora estaba frente a un espejo, su rostro borroso, pero aún veía sangre en el resto de su cuerpo. Entonces, los gritos comenzaron, gritos de las víctimas a las que les arrebató la vida. Y luego, una risa, la del Destripador, regocijandose en el sufrimiento ajeno.
Aaron sintió que el corazón iba a salirse por su boca, quería vomitar, quería abrirse el estómago, quería arrancarse la piel. Demasiadas cosas a la vez que lo hicieron gritar, llevando las manos a su rostro. Clavó uñas y dedos en la piel, en la carne y en los huesos para así tirar, destrozando todo. El dolor era inmenso, y con ellos llegaba un increíble sentimiento de culpa.
Søm̷øs̷ ɨǥᵾa̷łɇs̷, Ⱥa̷ɍøn̷. Ŧᵾ ɇɍɇs̷ ɏø. Ɏø s̷øɏ ŧᵾ.
—¡NO ES CIERTO! ¡NO! —despertó con aquel grito, sentándose en su cama. Estaba completamente sudado, su corazón latiendo demasiado rápido y apenas logrando respirar bien.
Llevó las manos a su rostro, tocándolo reiteradas veces, luego miró alrededor. Había sido una maldita pesadilla. Hacía mucho que no se sentía de esa forma. Todavía estaba con nauseas horribles, pero, por ahora... podía dar una pausa al saber que todo fue obra de su cabeza.
Se giró para ver el reloj en su mesa de noche: 2 a.m.
Serían unas largas horas hasta las 6.