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    La verdad enterrada bajo la Luna

    Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
    Se mueve como alguien que pisa recuerdos.
    Que pisa ruinas que le hablan.

    —¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.

    Niego con la cabeza.

    Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo:

    —Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
    Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.

    La imagen se forma sola en mi mente.
    Selin cayendo.
    Oz gritando.
    El caos quebrando el cielo.

    —Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió.
    Su unión… fue su propia sentencia.
    Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo.

    —¿Ozma…? —susurro.

    —El destructor de mundos.
    Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
    Cuando la luna misma lo rechazó.
    Ese ser… fue quien destruyó este templo.
    Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos.

    Trago saliva.

    —¿Peor…?

    Akane me mira fijamente.

    —La certeza de que ya no tenía nada que perder.

    El templo tiembla como si recordara.


    ---

    El Páramo Carmesí

    Al final del corredor destruido, una luz se abre paso.

    Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración.

    Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto:

    El centro.

    Y allí, tendida en medio del círculo sangrante…

    Yuna.

    Dormida.
    Quietecita.
    Como si la luna la estuviera respirando.

    Solo que su respiración no es suya.
    Lo siento.
    Lo percibo.

    Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo.

    Doy un paso…

    Y entonces se materializa.


    ---

    El Yokai del Eclipse

    Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies.

    Larga.
    Oscura.
    Delgada.

    La piel es más sombra que carne.
    La voz, más eco que sonido.

    Y porta una máscara.

    Una máscara idéntica a la de Ozma.

    No.
    No idéntica.

    Deformada.
    Retorcida.
    Como si fuera una burla.
    Una imitación grotesca del rey del Caos.

    El Yokai ladea la cabeza.
    Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas.

    —Ni un paso más…
    Su voz es suave, casi amable.
    Peor que un grito.

    —…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”.
    —murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna—
    La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.

    Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.

    —Déjala. Ahora.

    El Yokai ríe.

    Una risa hueca.
    Una risa que suena como metal doblándose.

    —Pensé que tardaríais más.
    La sangre de la luna ya canta.
    Y ella…
    ella ya me escucha.

    Yar.
    Mi corazón se comprime.

    Porque veo a Yuna.

    Y su pecho se eleva.

    Pero no con un sueño tranquilo.

    Sino con la respiración de alguien
    que está siendo llamado
    desde otro lado.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La verdad enterrada bajo la Luna Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco. Se mueve como alguien que pisa recuerdos. Que pisa ruinas que le hablan. —¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas. Niego con la cabeza. Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo: —Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura. Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna. La imagen se forma sola en mi mente. Selin cayendo. Oz gritando. El caos quebrando el cielo. —Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió. Su unión… fue su propia sentencia. Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo. —¿Ozma…? —susurro. —El destructor de mundos. Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo. Cuando la luna misma lo rechazó. Ese ser… fue quien destruyó este templo. Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos. Trago saliva. —¿Peor…? Akane me mira fijamente. —La certeza de que ya no tenía nada que perder. El templo tiembla como si recordara. --- El Páramo Carmesí Al final del corredor destruido, una luz se abre paso. Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración. Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto: El centro. Y allí, tendida en medio del círculo sangrante… Yuna. Dormida. Quietecita. Como si la luna la estuviera respirando. Solo que su respiración no es suya. Lo siento. Lo percibo. Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo. Doy un paso… Y entonces se materializa. --- El Yokai del Eclipse Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies. Larga. Oscura. Delgada. La piel es más sombra que carne. La voz, más eco que sonido. Y porta una máscara. Una máscara idéntica a la de Ozma. No. No idéntica. Deformada. Retorcida. Como si fuera una burla. Una imitación grotesca del rey del Caos. El Yokai ladea la cabeza. Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas. —Ni un paso más… Su voz es suave, casi amable. Peor que un grito. —…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”. —murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna— La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros. Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos. —Déjala. Ahora. El Yokai ríe. Una risa hueca. Una risa que suena como metal doblándose. —Pensé que tardaríais más. La sangre de la luna ya canta. Y ella… ella ya me escucha. Yar. Mi corazón se comprime. Porque veo a Yuna. Y su pecho se eleva. Pero no con un sueño tranquilo. Sino con la respiración de alguien que está siendo llamado desde otro lado.
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    La verdad enterrada bajo la Luna

    Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
    Se mueve como alguien que pisa recuerdos.
    Que pisa ruinas que le hablan.

    —¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.

    Niego con la cabeza.

    Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo:

    —Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
    Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.

    La imagen se forma sola en mi mente.
    Selin cayendo.
    Oz gritando.
    El caos quebrando el cielo.

    —Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió.
    Su unión… fue su propia sentencia.
    Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo.

    —¿Ozma…? —susurro.

    —El destructor de mundos.
    Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
    Cuando la luna misma lo rechazó.
    Ese ser… fue quien destruyó este templo.
    Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos.

    Trago saliva.

    —¿Peor…?

    Akane me mira fijamente.

    —La certeza de que ya no tenía nada que perder.

    El templo tiembla como si recordara.


    ---

    El Páramo Carmesí

    Al final del corredor destruido, una luz se abre paso.

    Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración.

    Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto:

    El centro.

    Y allí, tendida en medio del círculo sangrante…

    Yuna.

    Dormida.
    Quietecita.
    Como si la luna la estuviera respirando.

    Solo que su respiración no es suya.
    Lo siento.
    Lo percibo.

    Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo.

    Doy un paso…

    Y entonces se materializa.


    ---

    El Yokai del Eclipse

    Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies.

    Larga.
    Oscura.
    Delgada.

    La piel es más sombra que carne.
    La voz, más eco que sonido.

    Y porta una máscara.

    Una máscara idéntica a la de Ozma.

    No.
    No idéntica.

    Deformada.
    Retorcida.
    Como si fuera una burla.
    Una imitación grotesca del rey del Caos.

    El Yokai ladea la cabeza.
    Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas.

    —Ni un paso más…
    Su voz es suave, casi amable.
    Peor que un grito.

    —…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”.
    —murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna—
    La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.

    Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.

    —Déjala. Ahora.

    El Yokai ríe.

    Una risa hueca.
    Una risa que suena como metal doblándose.

    —Pensé que tardaríais más.
    La sangre de la luna ya canta.
    Y ella…
    ella ya me escucha.

    Yar.
    Mi corazón se comprime.

    Porque veo a Yuna.

    Y su pecho se eleva.

    Pero no con un sueño tranquilo.

    Sino con la respiración de alguien
    que está siendo llamado
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    La verdad enterrada bajo la Luna

    Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
    Se mueve como alguien que pisa recuerdos.
    Que pisa ruinas que le hablan.

    —¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.

    Niego con la cabeza.

    Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo:

    —Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
    Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.

    La imagen se forma sola en mi mente.
    Selin cayendo.
    Oz gritando.
    El caos quebrando el cielo.

    —Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió.
    Su unión… fue su propia sentencia.
    Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo.

    —¿Ozma…? —susurro.

    —El destructor de mundos.
    Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
    Cuando la luna misma lo rechazó.
    Ese ser… fue quien destruyó este templo.
    Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos.

    Trago saliva.

    —¿Peor…?

    Akane me mira fijamente.

    —La certeza de que ya no tenía nada que perder.

    El templo tiembla como si recordara.


    ---

    El Páramo Carmesí

    Al final del corredor destruido, una luz se abre paso.

    Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración.

    Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto:

    El centro.

    Y allí, tendida en medio del círculo sangrante…

    Yuna.

    Dormida.
    Quietecita.
    Como si la luna la estuviera respirando.

    Solo que su respiración no es suya.
    Lo siento.
    Lo percibo.

    Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo.

    Doy un paso…

    Y entonces se materializa.


    ---

    El Yokai del Eclipse

    Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies.

    Larga.
    Oscura.
    Delgada.

    La piel es más sombra que carne.
    La voz, más eco que sonido.

    Y porta una máscara.

    Una máscara idéntica a la de Ozma.

    No.
    No idéntica.

    Deformada.
    Retorcida.
    Como si fuera una burla.
    Una imitación grotesca del rey del Caos.

    El Yokai ladea la cabeza.
    Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas.

    —Ni un paso más…
    Su voz es suave, casi amable.
    Peor que un grito.

    —…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”.
    —murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna—
    La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.

    Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.

    —Déjala. Ahora.

    El Yokai ríe.

    Una risa hueca.
    Una risa que suena como metal doblándose.

    —Pensé que tardaríais más.
    La sangre de la luna ya canta.
    Y ella…
    ella ya me escucha.

    Yar.
    Mi corazón se comprime.

    Porque veo a Yuna.

    Y su pecho se eleva.

    Pero no con un sueño tranquilo.

    Sino con la respiración de alguien
    que está siendo llamado
    desde otro lado.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La verdad enterrada bajo la Luna Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco. Se mueve como alguien que pisa recuerdos. Que pisa ruinas que le hablan. —¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas. Niego con la cabeza. Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo: —Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura. Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna. La imagen se forma sola en mi mente. Selin cayendo. Oz gritando. El caos quebrando el cielo. —Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió. Su unión… fue su propia sentencia. Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo. —¿Ozma…? —susurro. —El destructor de mundos. Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo. Cuando la luna misma lo rechazó. Ese ser… fue quien destruyó este templo. Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos. Trago saliva. —¿Peor…? Akane me mira fijamente. —La certeza de que ya no tenía nada que perder. El templo tiembla como si recordara. --- El Páramo Carmesí Al final del corredor destruido, una luz se abre paso. Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración. Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto: El centro. Y allí, tendida en medio del círculo sangrante… Yuna. Dormida. Quietecita. Como si la luna la estuviera respirando. Solo que su respiración no es suya. Lo siento. Lo percibo. Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo. Doy un paso… Y entonces se materializa. --- El Yokai del Eclipse Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies. Larga. Oscura. Delgada. La piel es más sombra que carne. La voz, más eco que sonido. Y porta una máscara. Una máscara idéntica a la de Ozma. No. No idéntica. Deformada. Retorcida. Como si fuera una burla. Una imitación grotesca del rey del Caos. El Yokai ladea la cabeza. Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas. —Ni un paso más… Su voz es suave, casi amable. Peor que un grito. —…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”. —murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna— La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros. Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos. —Déjala. Ahora. El Yokai ríe. Una risa hueca. Una risa que suena como metal doblándose. —Pensé que tardaríais más. La sangre de la luna ya canta. Y ella… ella ya me escucha. Yar. Mi corazón se comprime. Porque veo a Yuna. Y su pecho se eleva. Pero no con un sueño tranquilo. Sino con la respiración de alguien que está siendo llamado desde otro lado.
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  • A Dream... I remember my Dream...
    Fandom Stranger Things
    Categoría Romance
    STARTER PARA Eddie Munson

    Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él.

    Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era.

    Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion.

    Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control.

    Y, mucho menos, los sueños.

    ________________________________________

    Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas.

    Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa.

    "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo."

    Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar.

    El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo.
    Nada fuera de lo habitual.

    ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya?
    ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio?

    ________________________________________

    Al principio no entendió qué pasaba.

    Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias.
    Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo.

    Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson.

    El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe.

    Eddie.

    El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar.

    ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro?

    ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo?

    Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado.

    ________________________________________

    Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro.

    A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio.

    Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado.

    Antes de Hawkins hubo otro sitio.

    Derry, Maine.

    Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos.

    Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”.

    Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo.

    Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano…

    Y luego estaban ellos.

    Un grupo de chicos y una chica pelirroja.

    Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías…

    “Beep beep, Richie.”

    Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada.

    Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad.

    Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo.

    Todo eso… había quedado atrás…

    ________________________________________

    Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos.

    Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla.

    Intentó convencerse:
    Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto.

    Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día.

    ________________________________________

    Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre.

    El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos.

    —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas.

    Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio.

    Ally sintió un nudo en el estómago.

    No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen.

    El profesor empezó a leer la lista.

    Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados…

    Y entonces, llegó el momento.

    —Munson, Edward.

    Ally no respiró.

    —Johnson, Allyson.

    Lo escuchó antes de procesarlo.

    Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre.

    Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse.

    —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré.

    Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar.

    —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido?

    Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando.

    Ally tragó saliva.

    Toda la sangre derramándosele a los pies.

    El sueño volvió como un latigazo.

    La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía.

    El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada.

    “Trabajo en pareja.”
    “Dos semanas.”
    “Munson y Johnson.”

    Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando.

    Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz.

    Giró la cabeza apenas unos centímetros.
    Y lo encontró. Ahí.
    Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.

    STARTER PARA [eclipse_platinum_elephant_535] Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él. Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era. Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion. Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control. Y, mucho menos, los sueños. ________________________________________ Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas. Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa. "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo." Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar. El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo. Nada fuera de lo habitual. ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya? ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio? ________________________________________ Al principio no entendió qué pasaba. Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias. Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo. Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson. El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe. Eddie. El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar. ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro? ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo? Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado. ________________________________________ Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro. A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio. Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado. Antes de Hawkins hubo otro sitio. Derry, Maine. Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos. Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”. Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo. Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano… Y luego estaban ellos. Un grupo de chicos y una chica pelirroja. Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías… “Beep beep, Richie.” Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada. Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad. Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo. Todo eso… había quedado atrás… ________________________________________ Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos. Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla. Intentó convencerse: Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto. Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día. ________________________________________ Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre. El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos. —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas. Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio. Ally sintió un nudo en el estómago. No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen. El profesor empezó a leer la lista. Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados… Y entonces, llegó el momento. —Munson, Edward. Ally no respiró. —Johnson, Allyson. Lo escuchó antes de procesarlo. Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre. Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse. —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré. Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar. —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido? Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando. Ally tragó saliva. Toda la sangre derramándosele a los pies. El sueño volvió como un latigazo. La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía. El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada. “Trabajo en pareja.” “Dos semanas.” “Munson y Johnson.” Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando. Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz. Giró la cabeza apenas unos centímetros. Y lo encontró. Ahí. Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.
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  • —¡Impresionante! Solo hace falta ver un rostro para que la mente comience a recrear sus propios recuerdos.
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  • Una noche de recuerdos
    Fandom Devil May Cry
    Categoría Drama
    La noche caía pesada sobre la ciudad. La lluvia resbalaba por los ventanales del pequeño bar como si quisiera entrar, como si supiera que allí dentro se ocultaba un demonio con rostro humano.

    Dante estaba sentado en la barra, inclinado hacia delante, jugueteando con el borde del vaso entre sus dedos enguantados. No había pedido whisky… ni cerveza. Sólo agua. Algo extraño para alguien como él, pero esa noche no estaba buscando pelea, distracción ni alcohol.
    Esa noche buscaba silencio.

    El neón rojizo del letrero del local se reflejaba sobre su chaqueta carmesí, y cada destello parecía hacer más vivos los recuerdos que intentaba ahogar: la sonrisa de su madre, la sombra de su padre, la voz de su hermano… las tres cosas que más odiaba recordar.

    —Tsk… vaya forma de torturarme —murmuró apretando la mandíbula.

    El bar estaba casi vacío, apenas un par de clientes borrachos que no se atrevían a acercarse demasiado. Dante emanaba ese tipo de presencia que decía “no molestes” sin necesidad de palabras.

    El bartender lo observó con cautela.
    —¿Todo bien, chico de rojo? —preguntó limpiando un vaso.

    Dante sonrió apenas, esa sonrisa ladeada que nunca llegaba a los ojos.
    —Depende de tu definición de “bien”.

    Fuera, un trueno retumbó. Dentro, Dante hundió un poco más la mirada, dejando que el peso de sus recuerdos lo jalara.

    Algo estaba por romper la calma.
    Alguien estaba por acercarse… quizá tú, quizá un extraño, quizá un enemigo.
    La noche caía pesada sobre la ciudad. La lluvia resbalaba por los ventanales del pequeño bar como si quisiera entrar, como si supiera que allí dentro se ocultaba un demonio con rostro humano. Dante estaba sentado en la barra, inclinado hacia delante, jugueteando con el borde del vaso entre sus dedos enguantados. No había pedido whisky… ni cerveza. Sólo agua. Algo extraño para alguien como él, pero esa noche no estaba buscando pelea, distracción ni alcohol. Esa noche buscaba silencio. El neón rojizo del letrero del local se reflejaba sobre su chaqueta carmesí, y cada destello parecía hacer más vivos los recuerdos que intentaba ahogar: la sonrisa de su madre, la sombra de su padre, la voz de su hermano… las tres cosas que más odiaba recordar. —Tsk… vaya forma de torturarme —murmuró apretando la mandíbula. El bar estaba casi vacío, apenas un par de clientes borrachos que no se atrevían a acercarse demasiado. Dante emanaba ese tipo de presencia que decía “no molestes” sin necesidad de palabras. El bartender lo observó con cautela. —¿Todo bien, chico de rojo? —preguntó limpiando un vaso. Dante sonrió apenas, esa sonrisa ladeada que nunca llegaba a los ojos. —Depende de tu definición de “bien”. Fuera, un trueno retumbó. Dentro, Dante hundió un poco más la mirada, dejando que el peso de sus recuerdos lo jalara. Algo estaba por romper la calma. Alguien estaba por acercarse… quizá tú, quizá un extraño, quizá un enemigo.
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  • Bueno, vere donde viajar [Jing.Yuan] esta ocupado y yo necesito recuperar algunos recuerdos Perdidos.
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  • "𝑵𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒍𝒂𝒈𝒓𝒐"
    Fandom The Walking Dead
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤㅤ — 𝐸𝑛 𝑙𝑎 𝑖𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑑𝑖́ 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑙...
    ㅤㅤㅤㅤ — 𝑷𝒂𝒑𝒂́, 𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒄𝒖𝒍𝒑𝒂 𝒕𝒖𝒚𝒂...
    ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ 𝐑𝐈𝐂𝐊 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒

    ㅤㅤㅤㅤ #𝘧𝑙𝘢𝑠𝘩𝑏𝘢𝑐𝘬 #𝑠𝘦𝑎𝘴𝑜𝘯2


    ㅤㅤㅤㅤHabían pasado apenas unos dias desde que habían salido de Atlanta y, con la cantidad de cosas que habían ocurrido, Liv sentía que habían pasado meses… El ataque al campamento, la perdida de Amy, Jim, la marcha de la familia Morales, lo ocurrido en el CDC.. y, en ultima instancia, lo que había ocurrido en el atasco en la carretera con el rebaño de caminantes… No tenían aun noticias de Sophia…

    El grupo entero estaba perdido en los bosques de Georgia liderados por Daryl. Mientras tanto Liv… Liv se encontraba en una granja desconocida, con gente desconocida… Aun recordaba la llegada de Maggie a caballo preguntando por Lori y por ella.

    “Han disparado a Carl. Rick os necesita”

    En ese momento el suelo se había abierto bajo los pies de Liv de forma metafórica. Su hermano pequeño. Un disparo. No había tardado ni dos segundos en subirse al segundo caballo que Maggie traía consigo a pesar de las preguntas preocupadas de Daryl enmascaradas de dura incredulidad. Liv le dedicó una mirada que queria decir “Es Carl. No hay discusión”.

    Aquel día había sido el más duro que Liv recordaba en mucho tiempo, y le trajo demasiados recuerdos del día en que recibió la noticia del disparo a su padre. Las horas que siguieron a la llegada de Liv a la granja habían sido crudas. Sus padres no habían querido contárselo a ella, pero los había escuchado igualmente tras la puerta… Shane no llegaba con lo necesario para la operación y había que tomar una decisión. Operar a Carl sin el respirador manual o esperar a que Shane (y un tal Otis) llegasen lo cual reducía considerablemente su esperanza de vida.

    Por suerte no tuvieron que tomar esa decisión. Shane llegó con lo necesario. Solo. Sin Otis.

    Pero Hershel ya estaba operando a Carl. Liv, cansada de esperar en el interior de la casa de los Greene con sus padres, había decidido salir al porche. No había solucionado nada. Ahora se encontraba sola, dando vueltas sobre el suelo entablillado, nerviosa. Tan nerviosa como el día que su padre ingresó en quirófano a causa de aquella herida de bala. Y ahora intentaba controlar las lágrimas y parecer mas valiente de lo que en realidad se sentía…

    Necesitaba… Necesitaba que Carol sobreviviera a aquella noche. Necesitaba a Daryl. Necesitaba… a su padre.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #TheWalkingDead

    credits: 𝑭𝒓𝒂𝒏𝒌𝒊𝒆 y LoveArt
    psd: tuschen psd 17.
    ㅤㅤㅤㅤ — 𝐸𝑛 𝑙𝑎 𝑖𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑑𝑖́ 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑙... ㅤㅤㅤㅤ — 𝑷𝒂𝒑𝒂́, 𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒄𝒖𝒍𝒑𝒂 𝒕𝒖𝒚𝒂... ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [THEL0NELYHAT] ㅤㅤㅤㅤ #𝘧𝑙𝘢𝑠𝘩𝑏𝘢𝑐𝘬 #𝑠𝘦𝑎𝘴𝑜𝘯2 ㅤㅤㅤㅤHabían pasado apenas unos dias desde que habían salido de Atlanta y, con la cantidad de cosas que habían ocurrido, Liv sentía que habían pasado meses… El ataque al campamento, la perdida de Amy, Jim, la marcha de la familia Morales, lo ocurrido en el CDC.. y, en ultima instancia, lo que había ocurrido en el atasco en la carretera con el rebaño de caminantes… No tenían aun noticias de Sophia… El grupo entero estaba perdido en los bosques de Georgia liderados por Daryl. Mientras tanto Liv… Liv se encontraba en una granja desconocida, con gente desconocida… Aun recordaba la llegada de Maggie a caballo preguntando por Lori y por ella. “Han disparado a Carl. Rick os necesita” En ese momento el suelo se había abierto bajo los pies de Liv de forma metafórica. Su hermano pequeño. Un disparo. No había tardado ni dos segundos en subirse al segundo caballo que Maggie traía consigo a pesar de las preguntas preocupadas de Daryl enmascaradas de dura incredulidad. Liv le dedicó una mirada que queria decir “Es Carl. No hay discusión”. Aquel día había sido el más duro que Liv recordaba en mucho tiempo, y le trajo demasiados recuerdos del día en que recibió la noticia del disparo a su padre. Las horas que siguieron a la llegada de Liv a la granja habían sido crudas. Sus padres no habían querido contárselo a ella, pero los había escuchado igualmente tras la puerta… Shane no llegaba con lo necesario para la operación y había que tomar una decisión. Operar a Carl sin el respirador manual o esperar a que Shane (y un tal Otis) llegasen lo cual reducía considerablemente su esperanza de vida. Por suerte no tuvieron que tomar esa decisión. Shane llegó con lo necesario. Solo. Sin Otis. Pero Hershel ya estaba operando a Carl. Liv, cansada de esperar en el interior de la casa de los Greene con sus padres, había decidido salir al porche. No había solucionado nada. Ahora se encontraba sola, dando vueltas sobre el suelo entablillado, nerviosa. Tan nerviosa como el día que su padre ingresó en quirófano a causa de aquella herida de bala. Y ahora intentaba controlar las lágrimas y parecer mas valiente de lo que en realidad se sentía… Necesitaba… Necesitaba que Carol sobreviviera a aquella noche. Necesitaba a Daryl. Necesitaba… a su padre. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #TheWalkingDead ㅤ credits: [FRANK1E] y LoveArt psd: tuschen psd 17.
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  • Amuleto del recuerdo
    Fandom Anime
    Categoría Fantasía
    Le fue a pedir un favor al gran sabio de su aldea, a pesar que ha rechazado convertirse en el siguiente "lider" ha tenido que prometer que va a regresar a los entrenamientos..

    Y Le han cumplido su deseo a cambio. que fue crear dos amuletos de energía propia que conversa pequeños recuerdos.

    Después de volver a gusu a casa, esperaria a Lan Wangji que llegase también para darle el pequeño regalo.*
    Le fue a pedir un favor al gran sabio de su aldea, a pesar que ha rechazado convertirse en el siguiente "lider" ha tenido que prometer que va a regresar a los entrenamientos.. Y Le han cumplido su deseo a cambio. que fue crear dos amuletos de energía propia que conversa pequeños recuerdos. Después de volver a gusu a casa, esperaria a [LanWangji] que llegase también para darle el pequeño regalo.*
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  • El joven caminaria por el Pueblo con cierta pena pues no podia ocultar su forma original, aunque muchos estaban acostumbrados le daba pena cómo su padre le halagaba

    “oh masitaa! Que recuerdos de cuando eras pequeño y tus cuernitos eran pequeños! Eras tan loquito“

    Mientras la anciana se reia disfrutando nombrar cómo era antes masaru solo podia mirar al frente con una leve sonrisa y notando la miradas de muchas jóvenes pasar a su lado.

    “mamá...“
    El joven caminaria por el Pueblo con cierta pena pues no podia ocultar su forma original, aunque muchos estaban acostumbrados le daba pena cómo su padre le halagaba “oh masitaa! Que recuerdos de cuando eras pequeño y tus cuernitos eran pequeños! Eras tan loquito“ Mientras la anciana se reia disfrutando nombrar cómo era antes masaru solo podia mirar al frente con una leve sonrisa y notando la miradas de muchas jóvenes pasar a su lado. “mamá...“ :STK-12:
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  • La creatura despierta
    Fandom Ocs
    Categoría Acción
    -El asesino intentó arrastrarse entre el lodo, los brazos temblando como ramas quebradas, Bondrewd lo observaba desde arriba, respirando lento, profundo demasiado sereno para alguien cubierto de sangre, su sombra lo engullía por completo y el sonido de esas pesadas botas golpeando aquel mojado suelo resonaba con más fuerza, parecía que formaba ecos que se escuchaban por el bosque-

    Pensaste que podías huir......Que eras un depredador!?

    -Lo tomó del pie y lo arrastró hacia él, el cuerpo raspando la tierra húmeda mientras el hombre gritaba y dejaba un rastro oscuro detrás, Bondrewd se inclinó, obligándolo a verlo-

    Mírame!

    -aquella voz que siempre parecía ser tranquila y serena se había vuelto grave, más alta como la de un general dando órdenes, al escucharlo aquel asesino obedeció, mientras miraba aquellas mejillas mojadas por el llanto....Fue entonces cuando algo dentro de Bondrewd se movió, Una pulsación profunda, como un latido que no pertenecía a un cuerpo humano, Algo que se abría paso desde dentro de sus huesos, reptando por su columna, aferrándose a sus nervios-

    -La criatura, Bondrewd apretó los dientes, después de años ya no estaba solo en su piel, Una voz áspera, hecha de hambre y furia retumbó en su mente-

    (Más, No basta, No así, !!Rómpelo!!)

    -Su respiración cambió, más pesada, más animal.
    El asesino lo notó, retrocedió como pudo, pero aquel detective lo atrapó del pecho con una sola mano y lo levantó del suelo. Sus dedos se hundieron entre sus huesos y carne-

    Tú tomaste vidas sin mirar.....como un mero cobarde....pero sabes que..Yo no lo haré así

    -El hombre gritó cuando el agarre se cerró aún más, costillas cediendo con un crujido brutal, después lo dejó caer solo para clavarle la rodilla en el estómago con una fuerza que lo dejó sin aire-

    -La criatura volvió a hablar dentro de su cabeza, cada palabra como garras arañando su conciencia-

    (Hazlo sufrir!!, Hazlo entender, Hazlo recordar quién eres!!))

    -Solo sentía como algo caliente trepaba por su garganta, adrenalina, odio… o algo peor, un impulso primitivo lo empujó hacia adelante, lo tomó del cabello y acercó su rostro al del asesino-

    El cazador, Eras tú, un hombre que se jactaba de ser fuerte y más listo que sus presas pero sabes que cuando un cazador mira al vacío demasiado tiempo aveces…el vacío termina mirándolo de vuelta

    -una sonrisa sombria se dibujo en su rostro, aquella criatura que rasco entre sus entrañas y recuerdos parecía rugir más fuerte dentro de su mente-

    (¡Abre!, ¡Rasga!, ¡Devora!)

    -Bondrewd lo empujó contra un árbol, el impacto reventó su labio y su nariz, el asesino intentó hablar, balbucear algo como un perdón, pero el colocó una mano en la garganta parecía que había ya escuchado suficiente y después de tantos años dejaría de tratar de entender los, apreto con una precisión quirúrgica y un salvajismo desatado-

    No me tienes que rogar a mi!

    -dijo, mientras lo miraba con aquellos ojos que ya no parecían completamente humanos—.

    Es a ella, a esos pequeños.....a todos con los que te divertiste cazando!.....y ellos vinieron a pedir a ayuda a la cosa que tienes enfrente, al monstruo que despertaste cuando decidiste esconderte en mi bosque!

    -La criatura dentro de él respondió con un pulso violento, como si celebrara cada respiración robada al hombre atrapado entre sus manos, Bondrewd apretó, El aire se volvió espeso, el bosque, silencioso, el asesino, apenas un hilo de vida-

    La presa eres tu!

    -La criatura rugió una última vez-

    (¡Acábalo!)

    -Bondrewd levantó al hombre por el cuello, dejándolo suspendido en un espasmo final, ambas manos apretando ese cuello con frialdad, esa mirada tan sádica como aquella sonrisa, sentía sus músculos tan tensos como rocas, la sensación de esos dedos clavándose en esa piel casi desgarrando la con fuerza bruta parecía motivarlo a apretar cada vez más fuerte-
    -El asesino intentó arrastrarse entre el lodo, los brazos temblando como ramas quebradas, Bondrewd lo observaba desde arriba, respirando lento, profundo demasiado sereno para alguien cubierto de sangre, su sombra lo engullía por completo y el sonido de esas pesadas botas golpeando aquel mojado suelo resonaba con más fuerza, parecía que formaba ecos que se escuchaban por el bosque- Pensaste que podías huir......Que eras un depredador!? -Lo tomó del pie y lo arrastró hacia él, el cuerpo raspando la tierra húmeda mientras el hombre gritaba y dejaba un rastro oscuro detrás, Bondrewd se inclinó, obligándolo a verlo- Mírame! -aquella voz que siempre parecía ser tranquila y serena se había vuelto grave, más alta como la de un general dando órdenes, al escucharlo aquel asesino obedeció, mientras miraba aquellas mejillas mojadas por el llanto....Fue entonces cuando algo dentro de Bondrewd se movió, Una pulsación profunda, como un latido que no pertenecía a un cuerpo humano, Algo que se abría paso desde dentro de sus huesos, reptando por su columna, aferrándose a sus nervios- -La criatura, Bondrewd apretó los dientes, después de años ya no estaba solo en su piel, Una voz áspera, hecha de hambre y furia retumbó en su mente- (Más, No basta, No así, !!Rómpelo!!) -Su respiración cambió, más pesada, más animal. El asesino lo notó, retrocedió como pudo, pero aquel detective lo atrapó del pecho con una sola mano y lo levantó del suelo. Sus dedos se hundieron entre sus huesos y carne- Tú tomaste vidas sin mirar.....como un mero cobarde....pero sabes que..Yo no lo haré así -El hombre gritó cuando el agarre se cerró aún más, costillas cediendo con un crujido brutal, después lo dejó caer solo para clavarle la rodilla en el estómago con una fuerza que lo dejó sin aire- -La criatura volvió a hablar dentro de su cabeza, cada palabra como garras arañando su conciencia- (Hazlo sufrir!!, Hazlo entender, Hazlo recordar quién eres!!)) -Solo sentía como algo caliente trepaba por su garganta, adrenalina, odio… o algo peor, un impulso primitivo lo empujó hacia adelante, lo tomó del cabello y acercó su rostro al del asesino- El cazador, Eras tú, un hombre que se jactaba de ser fuerte y más listo que sus presas pero sabes que cuando un cazador mira al vacío demasiado tiempo aveces…el vacío termina mirándolo de vuelta -una sonrisa sombria se dibujo en su rostro, aquella criatura que rasco entre sus entrañas y recuerdos parecía rugir más fuerte dentro de su mente- (¡Abre!, ¡Rasga!, ¡Devora!) -Bondrewd lo empujó contra un árbol, el impacto reventó su labio y su nariz, el asesino intentó hablar, balbucear algo como un perdón, pero el colocó una mano en la garganta parecía que había ya escuchado suficiente y después de tantos años dejaría de tratar de entender los, apreto con una precisión quirúrgica y un salvajismo desatado- No me tienes que rogar a mi! -dijo, mientras lo miraba con aquellos ojos que ya no parecían completamente humanos—. Es a ella, a esos pequeños.....a todos con los que te divertiste cazando!.....y ellos vinieron a pedir a ayuda a la cosa que tienes enfrente, al monstruo que despertaste cuando decidiste esconderte en mi bosque! -La criatura dentro de él respondió con un pulso violento, como si celebrara cada respiración robada al hombre atrapado entre sus manos, Bondrewd apretó, El aire se volvió espeso, el bosque, silencioso, el asesino, apenas un hilo de vida- La presa eres tu! -La criatura rugió una última vez- (¡Acábalo!) -Bondrewd levantó al hombre por el cuello, dejándolo suspendido en un espasmo final, ambas manos apretando ese cuello con frialdad, esa mirada tan sádica como aquella sonrisa, sentía sus músculos tan tensos como rocas, la sensación de esos dedos clavándose en esa piel casi desgarrando la con fuerza bruta parecía motivarlo a apretar cada vez más fuerte-
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