• Cap: 03.

    La lluvia revivió un recuerdo, el único que él tenía; el frío hasta las rodillas, haciéndole peso a sus pies y brindando el lujo de sentir algo. Pero ese charco, dónde se encuentra ahora mismo, apenas tapa sus pies, el agua es más cálida que aquella de su memoria, está sucia y el fondo se escurre entre los dedos de sus pies con un lodo pegajoso.

    El sol hace esfuerzos para iluminar el bosque, pero la densidad de las nubes se lo niegan. Destellos emergen de ellas, blancos, fugaces. Un brillo diferente al de las estrellas que parece tener su propia gracia y fuerza.

    El impacto de cada gota en conjunto generó ruido infernal, ensordecedor, capaz de abarcar cada centímetro de bosque.

    Empezó la noche anterior, luego de seis días de intenso calor. El ambiente se siente pesado, sofocante, incluso podría jurar que estaba sudando y que el sudor se fundía con la lluvia. Tal vez se debía al vapor, sumado a la falta de viento.

    El cabello lo trae pegado a la cara, mojado, pesado y desordenado. Parecía una melena caprichosa, de esas que parecen empeorar en cuanto más intentas darle orden. Dio un mordisco al fruto que traía en su mano, de color rojo y textura jugosa con patrones circulares, antes de continuar con su caminata entre los árboles.

    Las horas transcurrieron sin que la lluvia quisiera dar tregua. Los charcos se convirtieron en lagunas y los espacios entre raíces en ríos.

    —Que bonito es el cielo.

    Escuchó una voz desde atrás de un árbol, justo después de pasar frente a él. Volteó a ver y lo que encontró fueron dos orbes de brillante color dorado.

    El ruido de la lluvia pareció desvanecerse, pero persistía con una presencia sumamente inferior. Él era la razón, ese hombre que apareció tan repentinamente.

    El intercambio de miradas carecía de igualdad.

    El pelirrojo refleja perplejidad en los ojos, mezclado con algo de temor.
    El morocho tenía una mirada intensa, casi de depredador.

    Lo último que escuchó fueron crujidos.
    Lo último que vio fue un brazo izquierdo que se desplazó como una ráfaga de viento.
    Lo último que sintió fue frío, junto con la perdida de sensibilidad en todo el cuerpo.
    Cap: 03. La lluvia revivió un recuerdo, el único que él tenía; el frío hasta las rodillas, haciéndole peso a sus pies y brindando el lujo de sentir algo. Pero ese charco, dónde se encuentra ahora mismo, apenas tapa sus pies, el agua es más cálida que aquella de su memoria, está sucia y el fondo se escurre entre los dedos de sus pies con un lodo pegajoso. El sol hace esfuerzos para iluminar el bosque, pero la densidad de las nubes se lo niegan. Destellos emergen de ellas, blancos, fugaces. Un brillo diferente al de las estrellas que parece tener su propia gracia y fuerza. El impacto de cada gota en conjunto generó ruido infernal, ensordecedor, capaz de abarcar cada centímetro de bosque. Empezó la noche anterior, luego de seis días de intenso calor. El ambiente se siente pesado, sofocante, incluso podría jurar que estaba sudando y que el sudor se fundía con la lluvia. Tal vez se debía al vapor, sumado a la falta de viento. El cabello lo trae pegado a la cara, mojado, pesado y desordenado. Parecía una melena caprichosa, de esas que parecen empeorar en cuanto más intentas darle orden. Dio un mordisco al fruto que traía en su mano, de color rojo y textura jugosa con patrones circulares, antes de continuar con su caminata entre los árboles. Las horas transcurrieron sin que la lluvia quisiera dar tregua. Los charcos se convirtieron en lagunas y los espacios entre raíces en ríos. —Que bonito es el cielo. Escuchó una voz desde atrás de un árbol, justo después de pasar frente a él. Volteó a ver y lo que encontró fueron dos orbes de brillante color dorado. El ruido de la lluvia pareció desvanecerse, pero persistía con una presencia sumamente inferior. Él era la razón, ese hombre que apareció tan repentinamente. El intercambio de miradas carecía de igualdad. El pelirrojo refleja perplejidad en los ojos, mezclado con algo de temor. El morocho tenía una mirada intensa, casi de depredador. Lo último que escuchó fueron crujidos. Lo último que vio fue un brazo izquierdo que se desplazó como una ráfaga de viento. Lo último que sintió fue frío, junto con la perdida de sensibilidad en todo el cuerpo.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ¡Directorio 3D actualizado!

    Informo a los nuevos y recuerdo a los veteranos de que, como cada Domingo, el directorio de personajes 3D ya ha sido actualizado.

    Obviamente solo estan los personajes que han aceptado mi petición de amistad y que han ingresado al grupo de Personajes 3D.

    Os animo a revisarlo con calma por si falta algún personaje, hay algún dato incorrecto o algo que deba corregirse.

    Si detectáis cualquier error, avisad sin problema y lo reviso enseguida.
    Gracias por ayudarme a mantener el directorio al día y bien cuidado.
    ✨ ¡Directorio 3D actualizado! ✨ Informo a los nuevos y recuerdo a los veteranos de que, como cada Domingo, el directorio de personajes 3D ya ha sido actualizado. Obviamente solo estan los personajes que han aceptado mi petición de amistad y que han ingresado al grupo de Personajes 3D. Os animo a revisarlo con calma por si falta algún personaje, hay algún dato incorrecto o algo que deba corregirse. Si detectáis cualquier error, avisad sin problema y lo reviso enseguida. Gracias por ayudarme a mantener el directorio al día y bien cuidado. 💛
    DIRECTORIO PERSONAJES 3D Y FANDOMS
    ✨ ¡Hola FicRolers! ✨ Aquí teneis un directorio completo de los Personajes 3D que existen en FicRol. He considerado que, quizás ver el cómputo completo de los personajes 3D más activos os anime a agregar a otros personajes, intentar crear personajes en otro fandom, etc... Os cuento algunas caracteristicas: Está separado por fandoms, salvo en el caso...
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  • Era un hombre.
    Ahora, solo queda la bestia.
    El minotauro llegó sin aviso, cubierto de polvo, con la mirada perdida en algún punto que nadie ve. Nadie sabe de dónde vino, solo que las cadenas que arrastra no son de hierro, sino de culpa. En otro tiempo tuvo nombre, rostro, voz. Hoy, su respiración suena como un recuerdo que no quiere morir.
    Busca a quien lo transformó, o quizá a quien amó antes del castigo. Otros murmuran que solo quiere probar que sigue sintiendo algo, lo que sea, aunque sea dolor.
    Su intención es clara: encontrar al culpable y hacerle entender lo que significa no poder morir siendo humano.
    Era un hombre. Ahora, solo queda la bestia. El minotauro llegó sin aviso, cubierto de polvo, con la mirada perdida en algún punto que nadie ve. Nadie sabe de dónde vino, solo que las cadenas que arrastra no son de hierro, sino de culpa. En otro tiempo tuvo nombre, rostro, voz. Hoy, su respiración suena como un recuerdo que no quiere morir. Busca a quien lo transformó, o quizá a quien amó antes del castigo. Otros murmuran que solo quiere probar que sigue sintiendo algo, lo que sea, aunque sea dolor. Su intención es clara: encontrar al culpable y hacerle entender lo que significa no poder morir siendo humano.
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  • Striker ? ¿Donde demonios te has metido?—preguntó la malhumorada voz detrás del teléfono. Ni mas ni menos que el aparentemente afable y despreocupado (al menos con Striker) Henroin—¡Han pasado dos malditas semanas! Te recuerdo que cuando te contraté tenía un hijo!¡Ahora no tengo ninguno!¿¡Que excusa vas a poner?! Para colmo uno de ellos es mi estupido heredero ¡Mueve el culo y no vuelvas sin los dos!
    [C0WBOY]? ¿Donde demonios te has metido?—preguntó la malhumorada voz detrás del teléfono. Ni mas ni menos que el aparentemente afable y despreocupado (al menos con Striker) Henroin—¡Han pasado dos malditas semanas! Te recuerdo que cuando te contraté tenía un hijo!¡Ahora no tengo ninguno!¿¡Que excusa vas a poner?! Para colmo uno de ellos es mi estupido heredero ¡Mueve el culo y no vuelvas sin los dos!
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  • Recuerdo la última vez que charle con mi primo Kal... Ahora no sé de su paradero, supongo que ha de estar luchando en el espacio exterior.
    Recuerdo la última vez que charle con mi primo Kal... Ahora no sé de su paradero, supongo que ha de estar luchando en el espacio exterior.
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    Loki Queen Ishtar La perturbación

    Mi llegada no fue esperada.
    Pero tampoco pasó desapercibida.

    Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla.

    Sasha lo sintió.

    No como un ruido.
    No como una visión.
    Sino como una ofensa.

    El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo.

    Los pilares respondieron primero.

    Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir.
    Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra.

    No hubo preguntas.
    No las necesitaban.

    Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera.

    —Ryu.

    La respuesta no fue inmediata.

    Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila.

    —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso.

    Llegaría.
    Siempre llegaba.
    Pero a su manera.


    ---

    Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba.

    El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío.

    Lo ignoré.

    Había sobrevivido al Caos.
    Al corte.

    Un castillo no iba a detenerme.

    Pero entonces… algo rozó mi percepción.

    Me detuve.

    No fue hostilidad directa.
    Tampoco curiosidad humana.

    Era… presencia.

    Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás.

    Al lado.

    Sonreí, ladeando un poco la cabeza.

    —Así que no estoy sola… —murmuré.

    El viento cambió de dirección.
    La luz pareció vacilar un segundo.

    Sea lo que fuera, no pertenecía al camino…
    pero tampoco al castillo.

    Y eso lo hacía interesante.
    [loki_q1] La perturbación Mi llegada no fue esperada. Pero tampoco pasó desapercibida. Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla. Sasha lo sintió. No como un ruido. No como una visión. Sino como una ofensa. El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo. Los pilares respondieron primero. Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir. Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra. No hubo preguntas. No las necesitaban. Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera. —Ryu. La respuesta no fue inmediata. Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila. —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso. Llegaría. Siempre llegaba. Pero a su manera. --- Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba. El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío. Lo ignoré. Había sobrevivido al Caos. Al corte. Un castillo no iba a detenerme. Pero entonces… algo rozó mi percepción. Me detuve. No fue hostilidad directa. Tampoco curiosidad humana. Era… presencia. Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás. Al lado. Sonreí, ladeando un poco la cabeza. —Así que no estoy sola… —murmuré. El viento cambió de dirección. La luz pareció vacilar un segundo. Sea lo que fuera, no pertenecía al camino… pero tampoco al castillo. Y eso lo hacía interesante.
    La perturbación

    Mi llegada no fue esperada.
    Pero tampoco pasó desapercibida.

    Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla.

    Sasha lo sintió.

    No como un ruido.
    No como una visión.
    Sino como una ofensa.

    El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo.

    Los pilares respondieron primero.

    Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir.
    Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra.

    No hubo preguntas.
    No las necesitaban.

    Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera.

    —Ryu.

    La respuesta no fue inmediata.

    Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila.

    —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso.

    Llegaría.
    Siempre llegaba.
    Pero a su manera.


    ---

    Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba.

    El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío.

    Lo ignoré.

    Había sobrevivido al Caos.
    Al corte.

    Un castillo no iba a detenerme.

    Pero entonces… algo rozó mi percepción.

    Me detuve.

    No fue hostilidad directa.
    Tampoco curiosidad humana.

    Era… presencia.

    Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás.

    Al lado.

    Sonreí, ladeando un poco la cabeza.

    —Así que no estoy sola… —murmuré.

    El viento cambió de dirección.
    La luz pareció vacilar un segundo.

    Sea lo que fuera, no pertenecía al camino…
    pero tampoco al castillo.

    Y eso lo hacía interesante.
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    La perturbación

    Mi llegada no fue esperada.
    Pero tampoco pasó desapercibida.

    Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla.

    Sasha lo sintió.

    No como un ruido.
    No como una visión.
    Sino como una ofensa.

    El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo.

    Los pilares respondieron primero.

    Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir.
    Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra.

    No hubo preguntas.
    No las necesitaban.

    Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera.

    —Ryu.

    La respuesta no fue inmediata.

    Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila.

    —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso.

    Llegaría.
    Siempre llegaba.
    Pero a su manera.


    ---

    Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba.

    El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío.

    Lo ignoré.

    Había sobrevivido al Caos.
    Al corte.

    Un castillo no iba a detenerme.

    Pero entonces… algo rozó mi percepción.

    Me detuve.

    No fue hostilidad directa.
    Tampoco curiosidad humana.

    Era… presencia.

    Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás.

    Al lado.

    Sonreí, ladeando un poco la cabeza.

    —Así que no estoy sola… —murmuré.

    El viento cambió de dirección.
    La luz pareció vacilar un segundo.

    Sea lo que fuera, no pertenecía al camino…
    pero tampoco al castillo.

    Y eso lo hacía interesante.
    La perturbación Mi llegada no fue esperada. Pero tampoco pasó desapercibida. Antes incluso de que la brecha se abriera, antes del relámpago que me escupió al mundo, algo se tensó en el tejido. Un latido fuera de lugar. Una sombra donde no debía haberla. Sasha lo sintió. No como un ruido. No como una visión. Sino como una ofensa. El aire del salón se volvió denso cuando alzó la mano. El gesto fue mínimo, casi perezoso, pero la orden resonó como un decreto antiguo. Los pilares respondieron primero. Katrin llegó envuelta en un destello seco, preciso, con los ojos ya afilados, como si hubiera estado esperando la excusa perfecta para intervenir. Lisesharte emergió a su lado un instante después, silenciosa, con esa calma peligrosa de quien entiende el desastre antes de que ocurra. No hubo preguntas. No las necesitaban. Sasha alzó la mirada una vez más y llamó a la tercera. —Ryu. La respuesta no fue inmediata. Muy lejos de allí, una loba caminaba sin prisa. El cielo aún vibraba, pero ella avanzaba con expresión tediosa, casi molesta, como si alguien hubiera interrumpido una tarde tranquila. —Qué pesada… —murmuró, sin acelerar el paso. Llegaría. Siempre llegaba. Pero a su manera. --- Yo, ajena a todo eso… o quizá no tanto, caminaba. El castillo Ishtar se alzaba en la distancia, una promesa y una amenaza a la vez. Cada paso hacia él hacía que mi cuerpo protestara: un temblor leve, un pulso mal colocado, un recuerdo que no era mío. Lo ignoré. Había sobrevivido al Caos. Al corte. Un castillo no iba a detenerme. Pero entonces… algo rozó mi percepción. Me detuve. No fue hostilidad directa. Tampoco curiosidad humana. Era… presencia. Una densidad distinta en el aire. Como si alguien —o algo— me estuviera observando desde fuera del ángulo correcto del mundo. No delante. No detrás. Al lado. Sonreí, ladeando un poco la cabeza. —Así que no estoy sola… —murmuré. El viento cambió de dirección. La luz pareció vacilar un segundo. Sea lo que fuera, no pertenecía al camino… pero tampoco al castillo. Y eso lo hacía interesante.
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  • Juntos amado esposo, haremos muchos hermosos recuerdos.
    Neuvillette
    Juntos amado esposo, haremos muchos hermosos recuerdos. [NeuvilletteFontaine9]
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  • - Una noche de recuerdo. -

    [• El hombre estaría en el exterior de su hogar, mete la mano derecha en su bolsillo y luego de buscar por unos instantes, sacaría un cigarrillo. pone el filtro entre los labios, luego saca un encendedor del mismo bolsillo para encenderlo y darle suficiente calor a la punta del cigarro para dar la primera calda y soltarlo ligeramente. •]

    - Hmm... Parece que se humedecido en algún momento.. está algo feo ésto.

    [• da un pequeño suspiro y sigue funcionando por unos minutos más, antes de agarrarlo con el pulgar y anular justo en la zona entre el filtro y lo que se "consume", sacarlo de su boca y tirarlo a un costado. •]

    - si, está algo horrible..

    [• pone las manos en los bolsillos y luego mira ligeramente hacia arriba, viendo el cielo de la noche, ligeramente nublado gracias por una lluvia que pasó hace horas.

    Al ver el cielo, este le pasa por sus ojos y mente un pequeño recuerdo:

    -Una noche como aquel actual, una más oscura, fría y húmeda gracias a los árboles y también por el la estación, siendo invierno.

    El hombre estaba recostado de espaldas contra un árbol, haciendo de seguridad en una trincheras improvisadas, sin poder fumar algo para evitar cualquier inconveniente. Sentía el peso de su ropa húmeda, el de su arma colgada por un tirante de cuero en su hombro y el chaleco antibalas que tenía. Todo aquel peso y la humedad parecía quererlo tumbar hacia abajo, pero solo se mantiene de pie.

    Su líder le informo en ir hacia una ubicación hacia el norte para armar una pequeña base y tener cierta ventaja en una guerrilla que estaba pasando en aquellos momentos... Supuestamente en un pueblo abandonado, dónde llegarían a la noche.-

    Luego de unos segundos, este se queda en blanco, parecía que quería borrar algo de su recuerdo su cerebro, pero luego de unos segundos, recordaría que aquel momento tranquilo solo era un momento antes de una gran tormenta que pasaría.

    Luego de recordar nuevamente aquel momento de las bengalas y explosiones, este se le escapa una cara de cierta molestia, pero luego de un suspiro, este mira hacia abajo, luego a un costado y vería el cigarro, aún tirando humo. •]

    - creo que no estabas tan mal al final de todo... Quizás el siguiente cigarro si me matará aunque me dee un momento de alegría.

    [• luego de unos segundos y caer en cuenta que estaba hablando hacia un cigarro, esté rie ligeramente por la situación, antes de ir hacia la puerta nuevamente y entrar a su casa. •]



    •|| meee quedó sin ideas mi gente •||
    - Una noche de recuerdo. - [• El hombre estaría en el exterior de su hogar, mete la mano derecha en su bolsillo y luego de buscar por unos instantes, sacaría un cigarrillo. pone el filtro entre los labios, luego saca un encendedor del mismo bolsillo para encenderlo y darle suficiente calor a la punta del cigarro para dar la primera calda y soltarlo ligeramente. •] - Hmm... Parece que se humedecido en algún momento.. está algo feo ésto. [• da un pequeño suspiro y sigue funcionando por unos minutos más, antes de agarrarlo con el pulgar y anular justo en la zona entre el filtro y lo que se "consume", sacarlo de su boca y tirarlo a un costado. •] - si, está algo horrible.. [• pone las manos en los bolsillos y luego mira ligeramente hacia arriba, viendo el cielo de la noche, ligeramente nublado gracias por una lluvia que pasó hace horas. Al ver el cielo, este le pasa por sus ojos y mente un pequeño recuerdo: -Una noche como aquel actual, una más oscura, fría y húmeda gracias a los árboles y también por el la estación, siendo invierno. El hombre estaba recostado de espaldas contra un árbol, haciendo de seguridad en una trincheras improvisadas, sin poder fumar algo para evitar cualquier inconveniente. Sentía el peso de su ropa húmeda, el de su arma colgada por un tirante de cuero en su hombro y el chaleco antibalas que tenía. Todo aquel peso y la humedad parecía quererlo tumbar hacia abajo, pero solo se mantiene de pie. Su líder le informo en ir hacia una ubicación hacia el norte para armar una pequeña base y tener cierta ventaja en una guerrilla que estaba pasando en aquellos momentos... Supuestamente en un pueblo abandonado, dónde llegarían a la noche.- Luego de unos segundos, este se queda en blanco, parecía que quería borrar algo de su recuerdo su cerebro, pero luego de unos segundos, recordaría que aquel momento tranquilo solo era un momento antes de una gran tormenta que pasaría. Luego de recordar nuevamente aquel momento de las bengalas y explosiones, este se le escapa una cara de cierta molestia, pero luego de un suspiro, este mira hacia abajo, luego a un costado y vería el cigarro, aún tirando humo. •] - creo que no estabas tan mal al final de todo... Quizás el siguiente cigarro si me matará aunque me dee un momento de alegría. [• luego de unos segundos y caer en cuenta que estaba hablando hacia un cigarro, esté rie ligeramente por la situación, antes de ir hacia la puerta nuevamente y entrar a su casa. •] •|| meee quedó sin ideas mi gente 🗣️🗣️🗣️ •||
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  • Y pensar que los Reis nos abandonaron y prefierieron a los Veiryth un clásico los traidores siempre están donde les conviene no donde deben estar gracias a la vida heredaron nuestros poderes youkai eso no lo van a poder evitar nunca será un recuerdo que su mayor poder lo heredaron de aquellos que traicionaron y abandonaron como ellos que abandonaron a su padre por preferir a la familia de la esposa de su madre en fin traidores
    Y pensar que los Reis nos abandonaron y prefierieron a los Veiryth un clásico los traidores siempre están donde les conviene no donde deben estar gracias a la vida heredaron nuestros poderes youkai eso no lo van a poder evitar nunca será un recuerdo que su mayor poder lo heredaron de aquellos que traicionaron y abandonaron como ellos que abandonaron a su padre por preferir a la familia de la esposa de su madre en fin traidores
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