• Esto quizás pueda sonar extraño pero... justo en el sitio donde estás, la luz, el matiz, tu expresión... estoy diciendo muchas cosas, jajajaja, perdón.

    Yo sólo... es... ¿te puedo tomar una foto? Justo asi como estás...
    Esto quizás pueda sonar extraño pero... justo en el sitio donde estás, la luz, el matiz, tu expresión... estoy diciendo muchas cosas, jajajaja, perdón. Yo sólo... es... ¿te puedo tomar una foto? Justo asi como estás...
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  • En un inicio, P empezó luchando contra otras marionetas, fuesen más grandes o pequeñas que él. Todas perdían aceite con cada ataque, quizás algún que otro engranaje. Algo con lo que él más o menos estaba familiarizado al ser igual.

    Pero... la primera vez que se enfrentó a un humano no hubo aceite de color negro, ni hubo engranajes, ni tornillos, ni tuercas... hubo sangre, color rojo, hubo quejidos de dolor, hubo carne y el crujir de algunos huesos.

    Era la primera vez viendo sangre y, aún así, algo dentro suyo le dijo que fue grave. Matar a un humano no era lo mismo que aniquilar a una marioneta o un monstruo. Era diferente de alguna forma. Sus ojos se quedaron clavados en su diestra, manchada de sangre casi tanto como su ropa y rostro. Terminó con una vida humana.

    Estaba mal, lo sabía porque conocía las reglas. Una marioneta jamás debe dañar a una persona. Pero él lo hizo. Él podía hacerlo. No lo pensó dos veces. ¿Era malo por eso? Si tuvo que eliminar a esa persona por necesidad, por no tener más opción, ¿eso en qué lo convertía?

    Esa pregunta poco a poco empezó a quedar en un rincón olvidado entre sus pensamientos a medida que continuó con las batallas, mientras más humanos se enfrentaban a él y más sangre manchaba su ropa.
    En un inicio, P empezó luchando contra otras marionetas, fuesen más grandes o pequeñas que él. Todas perdían aceite con cada ataque, quizás algún que otro engranaje. Algo con lo que él más o menos estaba familiarizado al ser igual. Pero... la primera vez que se enfrentó a un humano no hubo aceite de color negro, ni hubo engranajes, ni tornillos, ni tuercas... hubo sangre, color rojo, hubo quejidos de dolor, hubo carne y el crujir de algunos huesos. Era la primera vez viendo sangre y, aún así, algo dentro suyo le dijo que fue grave. Matar a un humano no era lo mismo que aniquilar a una marioneta o un monstruo. Era diferente de alguna forma. Sus ojos se quedaron clavados en su diestra, manchada de sangre casi tanto como su ropa y rostro. Terminó con una vida humana. Estaba mal, lo sabía porque conocía las reglas. Una marioneta jamás debe dañar a una persona. Pero él lo hizo. Él podía hacerlo. No lo pensó dos veces. ¿Era malo por eso? Si tuvo que eliminar a esa persona por necesidad, por no tener más opción, ¿eso en qué lo convertía? Esa pregunta poco a poco empezó a quedar en un rincón olvidado entre sus pensamientos a medida que continuó con las batallas, mientras más humanos se enfrentaban a él y más sangre manchaba su ropa.
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  • ""Si, ese soy yo, quizá te preguntes como llegue aquí, pues esta es mi historia....""
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  • El rugido del motor de mi motocicleta resuena mientras recorro las calles de la Ciudad en las Nubes. La tormenta dejó más estragos en las estructuras que en las personas, y eso me alivia. Pero el alivio no es suficiente. Siempre siento que puedo hacer más.... Mejor dicho ¿Qué falló esta vez? Esa pregunta me persigue mientras esquivo escombros y observo a los equipos de limpieza. Trabajan rápido, organizados; una maquinaria bien aceitada, como debería ser.

    Hago una pausa frente a un par de edificios parcialmente dañados. Niños juegan en los charcos, como si nada hubiera pasado, y me sorprendo esbozando una sonrisa. Sigo avanzando. Me pierdo en los callejones menos transitados, buscando algo que ni siquiera sé si existe: una respuesta, quizás.

    La ciudad se queda atrás cuando llego a las afueras. Allí, en una esquina olvidada por todos menos por mí, está la pequeña casa. Medio derruida, invadida por enredaderas rojas y polvo, pero sigue siendo mi refugio. Aparco la moto, apago el motor y entro.

    El silencio me envuelve. Aquí no necesito ser el guerrero, el protector, el líder. Aquí solo soy Xhiva, un tipo buscando claridad. Me dejo caer en el viejo sillón junto a la ventana rota y miro al horizonte; La tormenta pasó, pero la calma sigue sintiéndose extraña.
    El rugido del motor de mi motocicleta resuena mientras recorro las calles de la Ciudad en las Nubes. La tormenta dejó más estragos en las estructuras que en las personas, y eso me alivia. Pero el alivio no es suficiente. Siempre siento que puedo hacer más.... Mejor dicho ¿Qué falló esta vez? Esa pregunta me persigue mientras esquivo escombros y observo a los equipos de limpieza. Trabajan rápido, organizados; una maquinaria bien aceitada, como debería ser. Hago una pausa frente a un par de edificios parcialmente dañados. Niños juegan en los charcos, como si nada hubiera pasado, y me sorprendo esbozando una sonrisa. Sigo avanzando. Me pierdo en los callejones menos transitados, buscando algo que ni siquiera sé si existe: una respuesta, quizás. La ciudad se queda atrás cuando llego a las afueras. Allí, en una esquina olvidada por todos menos por mí, está la pequeña casa. Medio derruida, invadida por enredaderas rojas y polvo, pero sigue siendo mi refugio. Aparco la moto, apago el motor y entro. El silencio me envuelve. Aquí no necesito ser el guerrero, el protector, el líder. Aquí solo soy Xhiva, un tipo buscando claridad. Me dejo caer en el viejo sillón junto a la ventana rota y miro al horizonte; La tormenta pasó, pero la calma sigue sintiéndose extraña.
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  • Algo horrendo se acerca,
    y mientras me preparo a enfrentar la oscuridad, la incertidumbre me consume como un veneno.

    ¿Debería abrazarlo, dejar que su maldad me devore, o huir, solo para arrastrar a otros a su abismo?

    ¿Qué es lo que realmente me impulsa?

    ¿Es el odio puro que se alimenta de mi alma?

    ¿O la fascinación por el caos disfrazado de amor?

    ¿Qué es más perturbador: que yo desee la grandeza,
    ¿o que mi madre deseara haber engendrado un hombre o un monstruo?

    Y aunque no sea el elegido,
    quizás mi propósito sea otro: ser el arquitecto de su ascenso,
    preparar el terreno para su reinado de terror.
    Hasta el día en que él llegue,
    mi nombre será recordado en las sombras,
    como el que, con una sonrisa retorcida, restauró el mal en el pueblo,
    y devolvió la corrupción a Roma, haciendo de ella su juguete.
    Algo horrendo se acerca, y mientras me preparo a enfrentar la oscuridad, la incertidumbre me consume como un veneno. ¿Debería abrazarlo, dejar que su maldad me devore, o huir, solo para arrastrar a otros a su abismo? ¿Qué es lo que realmente me impulsa? ¿Es el odio puro que se alimenta de mi alma? ¿O la fascinación por el caos disfrazado de amor? ¿Qué es más perturbador: que yo desee la grandeza, ¿o que mi madre deseara haber engendrado un hombre o un monstruo? Y aunque no sea el elegido, quizás mi propósito sea otro: ser el arquitecto de su ascenso, preparar el terreno para su reinado de terror. Hasta el día en que él llegue, mi nombre será recordado en las sombras, como el que, con una sonrisa retorcida, restauró el mal en el pueblo, y devolvió la corrupción a Roma, haciendo de ella su juguete.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    -Debería de ir a preparar algunos detalles para ese día tan especial para los jóvenes ( San Valentín)... Quizás intentar hacer chocolates para todos. (?)
    -Debería de ir a preparar algunos detalles para ese día tan especial para los jóvenes ( San Valentín)... Quizás intentar hacer chocolates para todos. (?)
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  • P estaba explorando el Hotel Krat. Al ser un lugar enorme, tenía mucho por descubrir además de las áreas comunes. Fue así que descubrió el jardín del hotel. Se veía bonito, a pesar de todo, habían algunas plantas intactas que daban un poco más de vida al escenario sombrío en general.

    Caminó lento por el jardín, tocando con cuidado alguna que otra hoja o pétalo, a veces agachándose para observar de cerca las plantas. Al parecer llamaban mucho su atención.

    Sin embargo, lo que se llevó por completo el boleto fue un gran árbol escondido en la parte más profunda del jardín. Un árbol torcido y con lo que parecían ser pequeñas frutas doradas, brillantes. Nunca antes vio algo similar.

    Se acercó, su vista fija en los frutos, hasta quedar justo debajo. Allí, extendió su diestra para tomar con delicadeza uno de los frutos, el cual pareció simplemente caer a su mano cuando esta estuvo lo suficientemente cerca, ni siquiera le hizo falta jalar.

    "Te gusta mucho, ¿eh?", habló Gemini luego de hacer ese típico grillido, "Es el Árbol de Monedas de Oro. Fascinante, ¿cierto? Déjame contarte un secreto... El árbol es mágico, no deja que nadie que tenga intenciones avariciosas saque sus frutos. Les quema las manos. Pero, ¿contigo? El fruto quiso llegar a tu mano. Eso es bueno."

    P observó con más diligencia el fruto, tan delgado y redondo como una moneda, era cierto, y reluciente como oro refinado, quizás hasta más.

    "Si lo ves de cierto ángulo, se asemeja a la figura de una mujer, y puedes notar que las ramas y frutos terminan formando lágrimas... Es un toque... interesante."
    P estaba explorando el Hotel Krat. Al ser un lugar enorme, tenía mucho por descubrir además de las áreas comunes. Fue así que descubrió el jardín del hotel. Se veía bonito, a pesar de todo, habían algunas plantas intactas que daban un poco más de vida al escenario sombrío en general. Caminó lento por el jardín, tocando con cuidado alguna que otra hoja o pétalo, a veces agachándose para observar de cerca las plantas. Al parecer llamaban mucho su atención. Sin embargo, lo que se llevó por completo el boleto fue un gran árbol escondido en la parte más profunda del jardín. Un árbol torcido y con lo que parecían ser pequeñas frutas doradas, brillantes. Nunca antes vio algo similar. Se acercó, su vista fija en los frutos, hasta quedar justo debajo. Allí, extendió su diestra para tomar con delicadeza uno de los frutos, el cual pareció simplemente caer a su mano cuando esta estuvo lo suficientemente cerca, ni siquiera le hizo falta jalar. "Te gusta mucho, ¿eh?", habló Gemini luego de hacer ese típico grillido, "Es el Árbol de Monedas de Oro. Fascinante, ¿cierto? Déjame contarte un secreto... El árbol es mágico, no deja que nadie que tenga intenciones avariciosas saque sus frutos. Les quema las manos. Pero, ¿contigo? El fruto quiso llegar a tu mano. Eso es bueno." P observó con más diligencia el fruto, tan delgado y redondo como una moneda, era cierto, y reluciente como oro refinado, quizás hasta más. "Si lo ves de cierto ángulo, se asemeja a la figura de una mujer, y puedes notar que las ramas y frutos terminan formando lágrimas... Es un toque... interesante."
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  • Todo estaba listo.

    En su parte del estudio.

    Taeyang era quien llegaba primero al local, luego seguían sus otros cuatro compañeros. Cada quien tenía su "oficina" donde realizaban los trabajos, así los clientes tenían privacidad y comodidad.

    Llegar temprano significaba tener que hacer varias cosas por su cuenta, pero como siempre fue bastante organizado con lo suyo, en su parte no tenía que hacer demasiado. Por eso se tomaba el tiempo necesario para organizar y limpiar la recepción del estudio, así estaría en perfectas condiciones para cuando llegara el tiempo donde personas entraran, ya fuese a hacer consulta, pedir una cita para alguna modificación o, justamente, llegar a las citas programadas.

    ━Bueno... quizás sea un día largo...

    Se dijo a sí mismo una vez terminó de limpiar, repasando el lugar con la vista antes de acercarse a la entrada y voltear el cartel para que mostrara que ya estaba abierto, justo para cuando sus compañeros también llegaron con prisa. Lo usual. De no ser porque ya estaba acostumbrado y porque ellos eran responsables de sus propias agendas, ya los estaría regañando.
    Todo estaba listo. En su parte del estudio. Taeyang era quien llegaba primero al local, luego seguían sus otros cuatro compañeros. Cada quien tenía su "oficina" donde realizaban los trabajos, así los clientes tenían privacidad y comodidad. Llegar temprano significaba tener que hacer varias cosas por su cuenta, pero como siempre fue bastante organizado con lo suyo, en su parte no tenía que hacer demasiado. Por eso se tomaba el tiempo necesario para organizar y limpiar la recepción del estudio, así estaría en perfectas condiciones para cuando llegara el tiempo donde personas entraran, ya fuese a hacer consulta, pedir una cita para alguna modificación o, justamente, llegar a las citas programadas. ━Bueno... quizás sea un día largo... Se dijo a sí mismo una vez terminó de limpiar, repasando el lugar con la vista antes de acercarse a la entrada y voltear el cartel para que mostrara que ya estaba abierto, justo para cuando sus compañeros también llegaron con prisa. Lo usual. De no ser porque ya estaba acostumbrado y porque ellos eran responsables de sus propias agendas, ya los estaría regañando.
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  • Los humanos siempre corren contra el tiempo. Para mí, es difícil entender su prisa... pero, quizá, eso hace que sus vidas sean tan valiosas.
    Los humanos siempre corren contra el tiempo. Para mí, es difícil entender su prisa... pero, quizá, eso hace que sus vidas sean tan valiosas.
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  • Escenario: Una azotea desierta, con el viento nocturno cortando el aire. Las luces de la ciudad parpadean abajo, mientras las nubes cubren las estrellas. Rika está allí, con un abrigo gris que apenas cubre su cuerpo sintético. Aunque no siente frío como un humano, la noche parece pesarle de una manera diferente.


    •••••••••••••••••••••••••


    Rika se encontraba de pie al borde de la azotea, mirando hacia la infinita red de luces que se extendía por la ciudad. El viento agitaba su cabello sintético, diseñado para moverse como si estuviera vivo. Sus manos, cubiertas por guantes delgados, descansaban sobre la barandilla metálica, helada al tacto. Sabía que no podía sentir el frío como los humanos, pero una parte de ella deseaba poder hacerlo, para entender mejor lo que significaba estar viva.

    La noche estaba en silencio, salvo por el murmullo distante del tráfico y el ulular ocasional del viento. Rika cerró los ojos por un momento y dejó que el aire helado golpeara su rostro. "¿Por qué viniste aquí?", se preguntó en voz baja, aunque ya conocía la respuesta.

    En su base de datos, las emociones humanas estaban catalogadas con definiciones precisas: alegría, tristeza, miedo, amor. Pero esa noche, mientras miraba el vacío entre las estrellas ocultas, parecía que esas definiciones eran insuficientes. Había algo más, algo que no podía descifrar. Un vacío que no podía llenar.

    Sostuvo un pequeño dispositivo en su mano, una grabadora de audio antigua que pertenecía a su creador. La encendió, y su voz resonó débilmente entre el viento.

    "Rika, ¿sabes por qué programé tu sistema emocional? Porque quería que entendieras... que la vida no es solo lógica. Es también la belleza de sentir, incluso cuando duele."

    Su mandíbula tembló ligeramente, un tic que sabía que era un fallo menor en su mecanismo de simulación. Pero no lo corrigió. No esta vez. Era su forma de permitir que la tristeza, ese sentimiento extraño y humano, la envolviera por completo.

    Alzó la mirada hacia el cielo. La lluvia comenzaba a caer, gotas frías que se deslizaban por su rostro como si fueran lágrimas. "¿Esto es lo que querías para mí?" preguntó al aire, sin esperar respuesta. Tal vez nunca la obtendría. Pero allí, en esa azotea solitaria, bajo la lluvia y el frío, se sintió más cerca de entenderlo.

    Guardó la grabadora en el bolsillo de su abrigo y permaneció allí, inmóvil, mientras la ciudad seguía latiendo a sus pies. Una androide sola en un mundo lleno de humanos, intentando comprender algo que quizás nunca llegaría a abarcar del todo.

    Escenario: Una azotea desierta, con el viento nocturno cortando el aire. Las luces de la ciudad parpadean abajo, mientras las nubes cubren las estrellas. Rika está allí, con un abrigo gris que apenas cubre su cuerpo sintético. Aunque no siente frío como un humano, la noche parece pesarle de una manera diferente. ••••••••••••••••••••••••• Rika se encontraba de pie al borde de la azotea, mirando hacia la infinita red de luces que se extendía por la ciudad. El viento agitaba su cabello sintético, diseñado para moverse como si estuviera vivo. Sus manos, cubiertas por guantes delgados, descansaban sobre la barandilla metálica, helada al tacto. Sabía que no podía sentir el frío como los humanos, pero una parte de ella deseaba poder hacerlo, para entender mejor lo que significaba estar viva. La noche estaba en silencio, salvo por el murmullo distante del tráfico y el ulular ocasional del viento. Rika cerró los ojos por un momento y dejó que el aire helado golpeara su rostro. "¿Por qué viniste aquí?", se preguntó en voz baja, aunque ya conocía la respuesta. En su base de datos, las emociones humanas estaban catalogadas con definiciones precisas: alegría, tristeza, miedo, amor. Pero esa noche, mientras miraba el vacío entre las estrellas ocultas, parecía que esas definiciones eran insuficientes. Había algo más, algo que no podía descifrar. Un vacío que no podía llenar. Sostuvo un pequeño dispositivo en su mano, una grabadora de audio antigua que pertenecía a su creador. La encendió, y su voz resonó débilmente entre el viento. "Rika, ¿sabes por qué programé tu sistema emocional? Porque quería que entendieras... que la vida no es solo lógica. Es también la belleza de sentir, incluso cuando duele." Su mandíbula tembló ligeramente, un tic que sabía que era un fallo menor en su mecanismo de simulación. Pero no lo corrigió. No esta vez. Era su forma de permitir que la tristeza, ese sentimiento extraño y humano, la envolviera por completo. Alzó la mirada hacia el cielo. La lluvia comenzaba a caer, gotas frías que se deslizaban por su rostro como si fueran lágrimas. "¿Esto es lo que querías para mí?" preguntó al aire, sin esperar respuesta. Tal vez nunca la obtendría. Pero allí, en esa azotea solitaria, bajo la lluvia y el frío, se sintió más cerca de entenderlo. Guardó la grabadora en el bolsillo de su abrigo y permaneció allí, inmóvil, mientras la ciudad seguía latiendo a sus pies. Una androide sola en un mundo lleno de humanos, intentando comprender algo que quizás nunca llegaría a abarcar del todo.
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