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    𝐊𝐡𝐚𝐥𝐞𝐛
    𝗕𝗼𝘂𝗻𝘁𝘆 𝗛𝘂𝗻𝘁𝗲𝗿 (3)

    Para ser precisos, Khaleb es una letanía de vicios y actos reprensibles, una colección de atrocidades que desafían la comprensión de la cordura. Esta oscuridad, en parte forjada por los turbulentos procesos posteriores a la inyección del suero que alteró su mente, se entrelaza con las brutales lecciones aprendidas en el submundo al que se adentró siendo tan joven.

    A día de hoy, su psique fracturada se manifiesta en una personalidad inquietante, marcada por la intimidación, la provocación y una inclinación hacia la violencia.

    Paradójicamente, en medio de su caos interno, Khaleb se erige como un ejecutor selectivo, aceptando trabajos que no involucren inocentes, en ningún sentido, entendiéndose como un código autoimpuesto.

    Las solicitudes de dañar a quienes no lo merecen no sólo son rechazadas, sino que desatan una ira particular en el árabe. Para él, aquellos que abusan de su poder para oprimir a otros por cualquier motivo merecen un castigo, y él se asegura personalmente de impartirlo.

    No es un justiciero, pero no desaprovecha la oportunidad de descargar su furia en quienes se lo buscan.
    𝐊𝐡𝐚𝐥𝐞𝐛 𝗕𝗼𝘂𝗻𝘁𝘆 𝗛𝘂𝗻𝘁𝗲𝗿 (3) Para ser precisos, Khaleb es una letanía de vicios y actos reprensibles, una colección de atrocidades que desafían la comprensión de la cordura. Esta oscuridad, en parte forjada por los turbulentos procesos posteriores a la inyección del suero que alteró su mente, se entrelaza con las brutales lecciones aprendidas en el submundo al que se adentró siendo tan joven. A día de hoy, su psique fracturada se manifiesta en una personalidad inquietante, marcada por la intimidación, la provocación y una inclinación hacia la violencia. Paradójicamente, en medio de su caos interno, Khaleb se erige como un ejecutor selectivo, aceptando trabajos que no involucren inocentes, en ningún sentido, entendiéndose como un código autoimpuesto. Las solicitudes de dañar a quienes no lo merecen no sólo son rechazadas, sino que desatan una ira particular en el árabe. Para él, aquellos que abusan de su poder para oprimir a otros por cualquier motivo merecen un castigo, y él se asegura personalmente de impartirlo. No es un justiciero, pero no desaprovecha la oportunidad de descargar su furia en quienes se lo buscan.
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  • Kaori observaba el mundo con una mezcla de hastío y burla apenas disimulada. Le resultaba casi cómico —casi trágico— ver cómo la humanidad se revolcaba en su propia mediocridad con una sonrisa en la cara. La falta de originalidad no era un defecto, no para ellos; era un estandarte. Imitaban, copiaban, repetían patrones sin cuestionar nada, y luego se justificaban con un patético: “Es que soy así”. Como si la estupidez fuera un rasgo de personalidad digno de orgullo.

    Lo que más le irritaba no era que fueran vacíos. Era que fingieran no serlo. Se disfrazaban de interesantes, como niños usando la ropa de sus padres, creyendo que con eso bastaba para ser adultos. Se llenaban la boca con frases que no entendían, referencias que no les pertenecían, estilos que les quedaban grandes. Y cuando alguien les señalaba la falta de sustancia, se defendían con arrogancia, no con argumentos.

    Para Kaori, era simple: no todos merecían llamarse individuos. Algunos eran solo sombras de otros, un eco mal construido de ideas robadas. No les molestaba no pensar, les molestaba que otros lo notaran. Porque, al final del día, era más fácil fingir que lo suyo era una elección que aceptar que no tenían ni imaginación ni inteligencia suficiente para crear algo propio.

    Ella no tenía paciencia para adornos ni para excusas. Si ibas a ser parte del ruido, al menos que tu voz tuviera sentido. De lo contrario, que te callaras. Que te apartaras. Que dejaras de ocupar espacio en un mundo que, con suerte, aún podría salvarse si los huecos dejaran de fingir que están llenos.
    Kaori observaba el mundo con una mezcla de hastío y burla apenas disimulada. Le resultaba casi cómico —casi trágico— ver cómo la humanidad se revolcaba en su propia mediocridad con una sonrisa en la cara. La falta de originalidad no era un defecto, no para ellos; era un estandarte. Imitaban, copiaban, repetían patrones sin cuestionar nada, y luego se justificaban con un patético: “Es que soy así”. Como si la estupidez fuera un rasgo de personalidad digno de orgullo. Lo que más le irritaba no era que fueran vacíos. Era que fingieran no serlo. Se disfrazaban de interesantes, como niños usando la ropa de sus padres, creyendo que con eso bastaba para ser adultos. Se llenaban la boca con frases que no entendían, referencias que no les pertenecían, estilos que les quedaban grandes. Y cuando alguien les señalaba la falta de sustancia, se defendían con arrogancia, no con argumentos. Para Kaori, era simple: no todos merecían llamarse individuos. Algunos eran solo sombras de otros, un eco mal construido de ideas robadas. No les molestaba no pensar, les molestaba que otros lo notaran. Porque, al final del día, era más fácil fingir que lo suyo era una elección que aceptar que no tenían ni imaginación ni inteligencia suficiente para crear algo propio. Ella no tenía paciencia para adornos ni para excusas. Si ibas a ser parte del ruido, al menos que tu voz tuviera sentido. De lo contrario, que te callaras. Que te apartaras. Que dejaras de ocupar espacio en un mundo que, con suerte, aún podría salvarse si los huecos dejaran de fingir que están llenos.
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  • Que envidia de la buena me dan mis hermanos que si saben socializar, tener personalidad de gato no ayuda, tocará ver métodos para conseguir conexiones
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  • #DiezCosasSobre Mi.

    — ¿Matar? Bah. Una solución vulgar, apresurada… impropia de alguien con mi sensibilidad estética. Sí, lo admito, hay momentos en que la muerte se presenta como un bocado dulce, un capricho para una noche particularmente aburrida. Pero lo verdaderamente redituable, lo sublime, lo exquisito, es prolongar la agonía. Preservarla para exprimir cada gota de miseria que aún no ha fermentado.

    — La empatía es una ficción patética, un artilugio emocional de ovejas para ovejas, para cuidar del rebaño. No la poseo, ni la necesito. Lo que tengo, en cambio, es una intuición casi divina para diseccionar el alma. Puedo leer una emoción antes de que siquiera se forme. Sé dónde tocar, qué decir, cuándo mirar… y sobre todo, cuándo callar. La manipulación, después de todo, es un arte de precisión.

    — Soy viejo, más de lo que tu sabes y yo recuerdo. Y, como el viejo que soy, me aburro con facilidad. La repetición es el cáncer de la creatividad. Detesto las fórmulas, rehuyo las rutinas. La misma receta, dos veces, me resulta insoportable. Y no hablo sólo de alimentos… hablo de emociones, traumas, desgracias. Y personas sin personalidad. Necesito variedad. Sufrimiento con textura.

    — ¿Mi origen? Qué pregunta tan insulsa. Nadie lo conoce, ni siquiera yo. Tal vez nací de un grito, de un pensamiento prohibido, de las sombras que se retuercen sobre una montaña de porquería. Poco importa. Lo único relevante es que estoy aquí, y ustedes… ustedes me perciben, aunque preferirían no hacerlo.

    — Todo cambia. Y yo también. Adopto la forma que me apetezca. Desde el más atractivo hasta el más repulsivo. De inmenso a diminuto en un parpadeo. Soy así el antagonista de todas tus pesadillas.

    — Poseo un sentido de pertenencia muy particular. Territorial, dirían algunos. Si una criatura despierta mi interés, considero una ofensa personal que otra entidad ose interferir. La presa que me cautiva, es mía. No la comparto. No la suelto.

    — La fe… la esperanza… qué nociones tan irritantes. Luz artificial en un teatro de sombras. Me repugnan. Pero reconozco que destruirlas lentamente tiene un encanto dramático innegable.

    — ¿Estoy vivo? ¿Muerto? Ambas y ninguna. Di un paso más allá. Mi naturaleza trasciende los límites. Me deslizo entre planos, existo entre percepciones. No pertenezco a ningún lugar y por ello puedo estar en todos. Soy un eco sin fuente. Sangre sin herida.

    — Algunos han intentado exterminarme con símbolos vetustos, palabras olvidadas, círculos y rezos. Los aplaudo: hay diversión en su esfuerzo inútil. Pueden debilitarme, sí… por instantes. Pero aniquilarme, eso está fuera de sus posibilidades.

    — Mi percepción física es… ¿Cómo explicarlo? Mínima. No siento dolor, ni placer, ni el roce del mundo tangible. Pero no por ello carezco de habilidad. Puedo acariciar como una pluma, o cortar con la meticulosidad de un relojero suizo. No necesito sentir para perfeccionar. La práctica, como bien saben, hace al maestro… y yo he tenido siglos para ensayar.
    #DiezCosasSobre Mi. — ¿Matar? Bah. Una solución vulgar, apresurada… impropia de alguien con mi sensibilidad estética. Sí, lo admito, hay momentos en que la muerte se presenta como un bocado dulce, un capricho para una noche particularmente aburrida. Pero lo verdaderamente redituable, lo sublime, lo exquisito, es prolongar la agonía. Preservarla para exprimir cada gota de miseria que aún no ha fermentado. — La empatía es una ficción patética, un artilugio emocional de ovejas para ovejas, para cuidar del rebaño. No la poseo, ni la necesito. Lo que tengo, en cambio, es una intuición casi divina para diseccionar el alma. Puedo leer una emoción antes de que siquiera se forme. Sé dónde tocar, qué decir, cuándo mirar… y sobre todo, cuándo callar. La manipulación, después de todo, es un arte de precisión. — Soy viejo, más de lo que tu sabes y yo recuerdo. Y, como el viejo que soy, me aburro con facilidad. La repetición es el cáncer de la creatividad. Detesto las fórmulas, rehuyo las rutinas. La misma receta, dos veces, me resulta insoportable. Y no hablo sólo de alimentos… hablo de emociones, traumas, desgracias. Y personas sin personalidad. Necesito variedad. Sufrimiento con textura. — ¿Mi origen? Qué pregunta tan insulsa. Nadie lo conoce, ni siquiera yo. Tal vez nací de un grito, de un pensamiento prohibido, de las sombras que se retuercen sobre una montaña de porquería. Poco importa. Lo único relevante es que estoy aquí, y ustedes… ustedes me perciben, aunque preferirían no hacerlo. — Todo cambia. Y yo también. Adopto la forma que me apetezca. Desde el más atractivo hasta el más repulsivo. De inmenso a diminuto en un parpadeo. Soy así el antagonista de todas tus pesadillas. — Poseo un sentido de pertenencia muy particular. Territorial, dirían algunos. Si una criatura despierta mi interés, considero una ofensa personal que otra entidad ose interferir. La presa que me cautiva, es mía. No la comparto. No la suelto. — La fe… la esperanza… qué nociones tan irritantes. Luz artificial en un teatro de sombras. Me repugnan. Pero reconozco que destruirlas lentamente tiene un encanto dramático innegable. — ¿Estoy vivo? ¿Muerto? Ambas y ninguna. Di un paso más allá. Mi naturaleza trasciende los límites. Me deslizo entre planos, existo entre percepciones. No pertenezco a ningún lugar y por ello puedo estar en todos. Soy un eco sin fuente. Sangre sin herida. — Algunos han intentado exterminarme con símbolos vetustos, palabras olvidadas, círculos y rezos. Los aplaudo: hay diversión en su esfuerzo inútil. Pueden debilitarme, sí… por instantes. Pero aniquilarme, eso está fuera de sus posibilidades. — Mi percepción física es… ¿Cómo explicarlo? Mínima. No siento dolor, ni placer, ni el roce del mundo tangible. Pero no por ello carezco de habilidad. Puedo acariciar como una pluma, o cortar con la meticulosidad de un relojero suizo. No necesito sentir para perfeccionar. La práctica, como bien saben, hace al maestro… y yo he tenido siglos para ensayar.
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  • #DiezCosasSobre Capitán América

    𝟏. Su nombre completo es: Steven Grant Rogers.

    𝟐. Nació en Brooklyn, Nueva York, EE. UU.

    𝟑. Tiene un físico alto, atlético y musculoso gracias al suero del supersoldado.

    𝟒. Su personalidad es la de un líder natural, valiente, leal y con un fuerte sentido de justicia.

    𝟓. Sus habilidades son la fuerza, velocidad, agilidad y resistencia sobrehumanas.

    𝟔. Su arma: un escudo casi indestructible hecho de vibranio.

    𝟕. Fue un soldado débil que se convirtió en supersoldado durante la Segunda Guerra Mundial.

    𝟖. Estuvo congelado en hielo durante décadas y despertó en el presente.

    𝟗. Está dispuesto a sacrificar su propia vida por el bien de los demás y la justicia.

    𝟏𝟎. Le gusta bailar, especialmente el swing y otros estilos de la década de 1940.

    #Marvel #3D
    #DiezCosasSobre Capitán América 𝟏. Su nombre completo es: Steven Grant Rogers. 𝟐. Nació en Brooklyn, Nueva York, EE. UU. 𝟑. Tiene un físico alto, atlético y musculoso gracias al suero del supersoldado. 𝟒. Su personalidad es la de un líder natural, valiente, leal y con un fuerte sentido de justicia. 𝟓. Sus habilidades son la fuerza, velocidad, agilidad y resistencia sobrehumanas. 𝟔. Su arma: un escudo casi indestructible hecho de vibranio. 𝟕. Fue un soldado débil que se convirtió en supersoldado durante la Segunda Guerra Mundial. 𝟖. Estuvo congelado en hielo durante décadas y despertó en el presente. 𝟗. Está dispuesto a sacrificar su propia vida por el bien de los demás y la justicia. 𝟏𝟎. Le gusta bailar, especialmente el swing y otros estilos de la década de 1940. #Marvel #3D
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    OOC: Uno de los mejores aspectos de este personaje es manipular a sus sombras, especialmente porque cada una tiene su propia personalidad.

    Personalmente Iron y Beru son los más divertidos de usar (?)
    OOC: Uno de los mejores aspectos de este personaje es manipular a sus sombras, especialmente porque cada una tiene su propia personalidad. Personalmente Iron y Beru son los más divertidos de usar (?)
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  • Tony: -revisando un monitor con cejas alzadas-¿Otra vez tocaste mis simulaciones moleculares?

    Sam: Técnicamente, no las toqué. Solo mejoré tu modelo. Estaba lleno de errores de principiante.

    Tony: Errores de principiante, dice la que confundió una estructura helicoidal con una cadena ramificada.

    Sam: ¡Porque tú la etiquetaste mal! ¿Quién le pone “configuración alfa” a algo que claramente es beta?

    Tony: ¿Quién no entiende que es una convención Stark? ¡Mi laboratorio, mis nombres!

    Sam: ¡Nuestro laboratorio! Y si vamos a hablar de nombres, ¿quieres que saque la vez que llamaste a una proteína “Fluffy”?

    Tony: Fluffy tenía potencial. Tú sólo ves números, yo veo personalidad molecular.

    Sam: No, lo que yo veo es un ego del tamaño de una macromolécula inestable.

    Tony: Y yo veo a mi hermana menor intentando alcanzarme. Spoiler: aún no lo logras.

    Sam: Spoiler real: ya te pasé hace dos tesis y una patente, Tony.

    Tony: Touché. Pero aún no tienes una armadura voladora.

    Sam: No la necesito. Yo tengo neuronas funcionales.
    Tony: -revisando un monitor con cejas alzadas-¿Otra vez tocaste mis simulaciones moleculares? Sam: Técnicamente, no las toqué. Solo mejoré tu modelo. Estaba lleno de errores de principiante. Tony: Errores de principiante, dice la que confundió una estructura helicoidal con una cadena ramificada. Sam: ¡Porque tú la etiquetaste mal! ¿Quién le pone “configuración alfa” a algo que claramente es beta? Tony: ¿Quién no entiende que es una convención Stark? ¡Mi laboratorio, mis nombres! Sam: ¡Nuestro laboratorio! Y si vamos a hablar de nombres, ¿quieres que saque la vez que llamaste a una proteína “Fluffy”? Tony: Fluffy tenía potencial. Tú sólo ves números, yo veo personalidad molecular. Sam: No, lo que yo veo es un ego del tamaño de una macromolécula inestable. Tony: Y yo veo a mi hermana menor intentando alcanzarme. Spoiler: aún no lo logras. Sam: Spoiler real: ya te pasé hace dos tesis y una patente, Tony. Tony: Touché. Pero aún no tienes una armadura voladora. Sam: No la necesito. Yo tengo neuronas funcionales.
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    Para leer:

    Mi personaje tiene Alzheimer precoz, aunque es muy raro que ocurra, pero es rol (?)

    Así que, no se enojen si los olvida o cambia de personalidad.

    En la ficha dejaré más detalles, gracias por sus solicitudes.

    *Da una reverencia.* Gracias por leer.
    Para leer: Mi personaje tiene Alzheimer precoz, aunque es muy raro que ocurra, pero es rol (?) Así que, no se enojen si los olvida o cambia de personalidad. En la ficha dejaré más detalles, gracias por sus solicitudes. *Da una reverencia.* Gracias por leer.
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  • No. No era su cuerpo original, pero la personalidad de Cedric ya comenzaba a notarse más.
    Cuestionaba a los guardias, le cerraba el camino a los ladrones, no permitía que hicieran algún tipo de falta social o romper alguna norma.

    Había vuelto a ser el dolor de cabeza que era antes.
    No. No era su cuerpo original, pero la personalidad de Cedric ya comenzaba a notarse más. Cuestionaba a los guardias, le cerraba el camino a los ladrones, no permitía que hicieran algún tipo de falta social o romper alguna norma. Había vuelto a ser el dolor de cabeza que era antes.
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    //Y así, amigos mios es como llegar a su fin la era golden retriever de mi Adán y llega la era de ser un dóberman. Nada como atravesar un buen ciclo depresivo para querer cambiar la personalidad a todos mis pjs.
    //Y así, amigos mios es como llegar a su fin la era golden retriever de mi Adán y llega la era de ser un dóberman. Nada como atravesar un buen ciclo depresivo para querer cambiar la personalidad a todos mis pjs. :STK-6:
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