• "Bajo la luz dorada del Egeo, la civilización minoica florece. Que su esplendor perdure"
    "Bajo la luz dorada del Egeo, la civilización minoica florece. Que su esplendor perdure"
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  • Yo era la estrella más brillante del cielo. Todos los ojos, cada noche siempre estaban en mi ¡Me pedían deseos por lo preciosa y resplandeciente que era mi luz! ¡Más querido que el rarito ese del sol que sale de día! Y en cambio ¿Ahora? Solo soy un saco de huesos y carne... ¡Nadie se voltea a verme! Y eso que objetivamente soy más atractivo que la media humana ¡Seguro que es culpa de que al desear que viviera me mezclaron con la esencia de un asqueroso demonio! ESTO es lo PEOR que podría haberme PASADO JAMÁS.

    Oh, bueno tampoco. Podría ser pobre... ¡Pero aún así es horrible!
    Yo era la estrella más brillante del cielo. Todos los ojos, cada noche siempre estaban en mi ¡Me pedían deseos por lo preciosa y resplandeciente que era mi luz! ¡Más querido que el rarito ese del sol que sale de día! Y en cambio ¿Ahora? Solo soy un saco de huesos y carne... ¡Nadie se voltea a verme! Y eso que objetivamente soy más atractivo que la media humana ¡Seguro que es culpa de que al desear que viviera me mezclaron con la esencia de un asqueroso demonio! ESTO es lo PEOR que podría haberme PASADO JAMÁS. Oh, bueno tampoco. Podría ser pobre... ¡Pero aún así es horrible!
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  • -Llegará el día que no podrá mantener una sonrisa, su luz es absorbida por un agujero negro, pronto no quedará nada, mas la sombra de lo que fue. -
    -Llegará el día que no podrá mantener una sonrisa, su luz es absorbida por un agujero negro, pronto no quedará nada, mas la sombra de lo que fue. -
    Me entristece
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  • El aroma del café recién hecho se mezcla con la tenue luz anaranjada que entra por la ventana. Joon, con la camisa ligeramente arrugada y la corbata suelta, dio un sorbo pausado a su taza antes de exhalar un suspiro cargado de cansancio.

    ⸻ No pensé que la tarde se me fuera tan rápido… ⸻menciona, apoyando una mano en la cadera mientras observaba a quien estuviera en la habitación con él.

    No tenía prisa por hacer nada más. El día estaba llegando a su fin y, por una vez, podía permitirse el lujo de simplemente existir en ese momento.
    El aroma del café recién hecho se mezcla con la tenue luz anaranjada que entra por la ventana. Joon, con la camisa ligeramente arrugada y la corbata suelta, dio un sorbo pausado a su taza antes de exhalar un suspiro cargado de cansancio. ⸻ No pensé que la tarde se me fuera tan rápido… ⸻menciona, apoyando una mano en la cadera mientras observaba a quien estuviera en la habitación con él. No tenía prisa por hacer nada más. El día estaba llegando a su fin y, por una vez, podía permitirse el lujo de simplemente existir en ese momento.
    Me encocora
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  • En nuestra compañía de modelaje, creemos que la belleza radica en la autenticidad y la confianza. Nos esforzamos por empoderar a cada modelo para que brille con su luz propia, redefiniendo estándares y dejando una huella imborrable en la industria. Juntos, creamos un legado de elegancia y estilo que inspira al mundo
    En nuestra compañía de modelaje, creemos que la belleza radica en la autenticidad y la confianza. Nos esforzamos por empoderar a cada modelo para que brille con su luz propia, redefiniendo estándares y dejando una huella imborrable en la industria. Juntos, creamos un legado de elegancia y estilo que inspira al mundo
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  • Raikou, guerrera valiente, tus ojos reflejan la luz de mil estrellas y tu espada canta melodías de amor en cada batalla. Tu fuerza no solo reside en tus habilidades, sino en el amor puro que guardas en tu corazón.
    Raikou, guerrera valiente, tus ojos reflejan la luz de mil estrellas y tu espada canta melodías de amor en cada batalla. Tu fuerza no solo reside en tus habilidades, sino en el amor puro que guardas en tu corazón. 💖🔪
    Me shockea
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  • Vera entró a la cafetería con una sonrisa, deslizándose entre las mesas con una gracia natural, como si danzará. Optó por una mesa junto a la ventana, desde donde podía observar a la gente pasar, un pasatiempo que disfrutaba especialmente cuando estaba sola. Pidió un batido de fresa con extra de nata, y sacó su teléfono, deslizándo su dedo por la pantalla con una velocidad que denotaba aburrimiento.

    Mientras esperaba su batido, su mirada se posó en un hombre sentado en la barra. Parecía inquieto, atrapado en el tic-tac de su reloj. Ella entrecerró los ojos, una sonrisa pícara curvando sus labios. Sacó un pequeño espejo de su bolso y comenzó a jugar con él, reflejando la luz del sol en la cara del hombre.

    Cuando su batido llegó, lo tomó y lo dejó sobre la mesa, sin prisa, observando al hombre. De vez en cuando, movía el espejo, haciendo que la luz del sol bailara sobre el rostro del hombre, notando como este se movía incomodo.
    Vera entró a la cafetería con una sonrisa, deslizándose entre las mesas con una gracia natural, como si danzará. Optó por una mesa junto a la ventana, desde donde podía observar a la gente pasar, un pasatiempo que disfrutaba especialmente cuando estaba sola. Pidió un batido de fresa con extra de nata, y sacó su teléfono, deslizándo su dedo por la pantalla con una velocidad que denotaba aburrimiento. Mientras esperaba su batido, su mirada se posó en un hombre sentado en la barra. Parecía inquieto, atrapado en el tic-tac de su reloj. Ella entrecerró los ojos, una sonrisa pícara curvando sus labios. Sacó un pequeño espejo de su bolso y comenzó a jugar con él, reflejando la luz del sol en la cara del hombre. Cuando su batido llegó, lo tomó y lo dejó sobre la mesa, sin prisa, observando al hombre. De vez en cuando, movía el espejo, haciendo que la luz del sol bailara sobre el rostro del hombre, notando como este se movía incomodo.
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  • ¿𝐐𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐞𝐫𝐞𝐬?
    Fandom House of the dragon
    Categoría Romance
    La Fortaleza Roja era un lugar frío, incluso en las noches más cálidas de Desembarco del Rey. Rhaenyra se removió entre las sábanas de su lecho, incapaz de conciliar el sueño. A su lado, Laenor dormía con la despreocupación de quien no lleva sobre los hombros el peso de un reino. Ella suspiró y, con cuidado, se deslizó fuera de la cama. No tenía sentido seguir intentándolo.

    Descalza, con solo un manto ligero sobre su camisón, salió de sus aposentos y recorrió los pasillos en penumbra. No temía ser vista. ¿Y qué si alguien la encontraba? Era la heredera al Trono de Hierro, pero en aquel momento no se sentía más que una prisionera en su propio hogar, atrapada en un matrimonio que solo existía en papel y deber.

    El aire nocturno le acarició el rostro cuando finalmente salió a los patios. Caminó sin rumbo, guiada solo por el deseo de respirar, de sentirse libre por unos instantes. Entonces, al doblar una esquina, lo vio.

    Un extraño se encontraba allí, envuelto en sombras, observándola con una intensidad que la hizo detenerse en seco. No era un guardia, ni un sirviente. Su porte no era el de un caballero de la corte, pero tampoco parecía un simple plebeyo. Sus ojos brillaban bajo la escasa luz de las antorchas, estudiándola como si la conociera.

    Rhaenyra entrecerró los ojos, su corazón latiendo con un ritmo distinto al del simple temor.

    —¿Quién eres? —preguntó, con la voz firme pero apenas un susurro en la quietud de la noche.
    La Fortaleza Roja era un lugar frío, incluso en las noches más cálidas de Desembarco del Rey. Rhaenyra se removió entre las sábanas de su lecho, incapaz de conciliar el sueño. A su lado, Laenor dormía con la despreocupación de quien no lleva sobre los hombros el peso de un reino. Ella suspiró y, con cuidado, se deslizó fuera de la cama. No tenía sentido seguir intentándolo. Descalza, con solo un manto ligero sobre su camisón, salió de sus aposentos y recorrió los pasillos en penumbra. No temía ser vista. ¿Y qué si alguien la encontraba? Era la heredera al Trono de Hierro, pero en aquel momento no se sentía más que una prisionera en su propio hogar, atrapada en un matrimonio que solo existía en papel y deber. El aire nocturno le acarició el rostro cuando finalmente salió a los patios. Caminó sin rumbo, guiada solo por el deseo de respirar, de sentirse libre por unos instantes. Entonces, al doblar una esquina, lo vio. Un extraño se encontraba allí, envuelto en sombras, observándola con una intensidad que la hizo detenerse en seco. No era un guardia, ni un sirviente. Su porte no era el de un caballero de la corte, pero tampoco parecía un simple plebeyo. Sus ojos brillaban bajo la escasa luz de las antorchas, estudiándola como si la conociera. Rhaenyra entrecerró los ojos, su corazón latiendo con un ritmo distinto al del simple temor. —¿Quién eres? —preguntó, con la voz firme pero apenas un susurro en la quietud de la noche.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    20
    Estado
    Disponible
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  • #monorol

    El sol estaba en su punto más alto, bañando el prado con una luz tibia y serena. Frieren se detuvo en su andar y se inclinó ligeramente para observar una pequeña flor blanca que crecía entre la hierba. Era delicada, con pétalos que parecían a punto de deshacerse con la brisa, y sin embargo, resistía firme, aferrándose a la tierra.

    No sabía cuántas flores como esa había visto en su vida. Seguramente miles. Tal vez más. Pero aun así, cada vez que se detenía a mirarlas, le parecían distintas.

    El tiempo era así. Siempre avanzaba, siempre arrastraba todo consigo, pero en el momento exacto en que lo detenías para observarlo, te hacía dudar de si realmente había cambiado algo.

    Suspiró y pasó un dedo suavemente por los pétalos de la flor. No tenía razón para sentirse melancólica en un día tan hermoso. Y, sin embargo, ahí estaba la nostalgia, manifestándose sin aviso, como una ráfaga de viento inesperada. Era curiosa. No tenía horario, ni lógica. A veces atacaba en mitad de la noche, envolviendo el alma en un silencio espeso. Otras veces irrumpía en pleno día, entre risas y conversaciones, tiñendo de gris un momento que debía ser alegre.

    No era tristeza, pero tampoco era solo un recuerdo. Era la sensación de que algo, alguien, alguna parte del mundo que había conocido, se había desvanecido en el tiempo. Y aunque todo a su alrededor seguía su curso, aunque la flor que tocaba era real y estaba ahí, la ausencia de lo perdido pesaba en su pecho como si acabara de notarlo por primera vez.

    Aún así, la nostalgia no era enemiga. Si dolía, significaba que algo había valido la pena.

    Frieren se incorporó, echando un último vistazo a la flor antes de seguir su camino. Al final, como siempre, solo quedaba seguir andando.
    #monorol El sol estaba en su punto más alto, bañando el prado con una luz tibia y serena. Frieren se detuvo en su andar y se inclinó ligeramente para observar una pequeña flor blanca que crecía entre la hierba. Era delicada, con pétalos que parecían a punto de deshacerse con la brisa, y sin embargo, resistía firme, aferrándose a la tierra. No sabía cuántas flores como esa había visto en su vida. Seguramente miles. Tal vez más. Pero aun así, cada vez que se detenía a mirarlas, le parecían distintas. El tiempo era así. Siempre avanzaba, siempre arrastraba todo consigo, pero en el momento exacto en que lo detenías para observarlo, te hacía dudar de si realmente había cambiado algo. Suspiró y pasó un dedo suavemente por los pétalos de la flor. No tenía razón para sentirse melancólica en un día tan hermoso. Y, sin embargo, ahí estaba la nostalgia, manifestándose sin aviso, como una ráfaga de viento inesperada. Era curiosa. No tenía horario, ni lógica. A veces atacaba en mitad de la noche, envolviendo el alma en un silencio espeso. Otras veces irrumpía en pleno día, entre risas y conversaciones, tiñendo de gris un momento que debía ser alegre. No era tristeza, pero tampoco era solo un recuerdo. Era la sensación de que algo, alguien, alguna parte del mundo que había conocido, se había desvanecido en el tiempo. Y aunque todo a su alrededor seguía su curso, aunque la flor que tocaba era real y estaba ahí, la ausencia de lo perdido pesaba en su pecho como si acabara de notarlo por primera vez. Aún así, la nostalgia no era enemiga. Si dolía, significaba que algo había valido la pena. Frieren se incorporó, echando un último vistazo a la flor antes de seguir su camino. Al final, como siempre, solo quedaba seguir andando.
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  • Hay un trozo de luz
    En esta oscuridad
    Para prestarme calma
    El tiempo todo calma
    La tempestad y la calma
    El tiempo todo calma
    La tempestad y la calma
    Hay un trozo de luz En esta oscuridad Para prestarme calma El tiempo todo calma La tempestad y la calma El tiempo todo calma La tempestad y la calma
    Me encocora
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    2 turnos 0 maullidos 281 vistas
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