Es... Es como un virus.
Transforma tu ser cuando lo dejas entrar.
En un principio cuando está te contagia de calma y pensamientos saludables, a sabiendas que solo te deja ver lo que el contagio quiere que veas.
Sutil, calmado, suave, su disfraz es tan cómodo como el algodón de azúcar.
Cómo la luz del día sin importar los rayos de uv (tú qué olvidas el bloqueador solar en el punto del sol más alto).
Cuando se va y reposa de ti, te quita el sueño...y contienes tu ansiedad para no espantarlo como a un ciervo asustadizo; porque te adaptas a sentirte así, enfermo a sabiendas que te vuelves adicto.
Inocente virus, que al tocar ebras no persives que nos quemas.
Pero en realidad no es algo sano.
Te deja más dudas con respuestas vacías cuando quiere.
Sin importar si tus dudas son importantes para ti.
Y te contienes pensando que es lo mejor para manejar la situación, a sabiendas que el contagio no sabe sostener tu emoción.
Se impregna en tu piel con su único aliento, te confunde para sentirse en control de ti.
Te hace ilusión de que pronto estarás mejor.
Pero ese contagio es como tener fiebre mientras estás ocupado y concentrado.
No te das cuenta que nos llevas a la muerte.
Transforma tu ser cuando lo dejas entrar.
En un principio cuando está te contagia de calma y pensamientos saludables, a sabiendas que solo te deja ver lo que el contagio quiere que veas.
Sutil, calmado, suave, su disfraz es tan cómodo como el algodón de azúcar.
Cómo la luz del día sin importar los rayos de uv (tú qué olvidas el bloqueador solar en el punto del sol más alto).
Cuando se va y reposa de ti, te quita el sueño...y contienes tu ansiedad para no espantarlo como a un ciervo asustadizo; porque te adaptas a sentirte así, enfermo a sabiendas que te vuelves adicto.
Inocente virus, que al tocar ebras no persives que nos quemas.
Pero en realidad no es algo sano.
Te deja más dudas con respuestas vacías cuando quiere.
Sin importar si tus dudas son importantes para ti.
Y te contienes pensando que es lo mejor para manejar la situación, a sabiendas que el contagio no sabe sostener tu emoción.
Se impregna en tu piel con su único aliento, te confunde para sentirse en control de ti.
Te hace ilusión de que pronto estarás mejor.
Pero ese contagio es como tener fiebre mientras estás ocupado y concentrado.
No te das cuenta que nos llevas a la muerte.
Es... Es como un virus.
Transforma tu ser cuando lo dejas entrar.
En un principio cuando está te contagia de calma y pensamientos saludables, a sabiendas que solo te deja ver lo que el contagio quiere que veas.
Sutil, calmado, suave, su disfraz es tan cómodo como el algodón de azúcar.
Cómo la luz del día sin importar los rayos de uv (tú qué olvidas el bloqueador solar en el punto del sol más alto).
Cuando se va y reposa de ti, te quita el sueño...y contienes tu ansiedad para no espantarlo como a un ciervo asustadizo; porque te adaptas a sentirte así, enfermo a sabiendas que te vuelves adicto.
Inocente virus, que al tocar ebras no persives que nos quemas.
Pero en realidad no es algo sano.
Te deja más dudas con respuestas vacías cuando quiere.
Sin importar si tus dudas son importantes para ti.
Y te contienes pensando que es lo mejor para manejar la situación, a sabiendas que el contagio no sabe sostener tu emoción.
Se impregna en tu piel con su único aliento, te confunde para sentirse en control de ti.
Te hace ilusión de que pronto estarás mejor.
Pero ese contagio es como tener fiebre mientras estás ocupado y concentrado.
No te das cuenta que nos llevas a la muerte.