• Que la ética de los humildes destile la moral de los hombres. Piensa cada acción como si fuera la última: nunca sabrás qué impacto tendrá en el prójimo, si sanará un corazón roto o si será la cuna de una tragedia.
    Que la ética de los humildes destile la moral de los hombres. Piensa cada acción como si fuera la última: nunca sabrás qué impacto tendrá en el prójimo, si sanará un corazón roto o si será la cuna de una tragedia.
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  • (En una línea de tiempo distinta)
    —Nunca se unió al clan Sobachi, lo que lo obligó a sobrevivir por su cuenta sin contacto humano de ningún tipo. Su humanidad era casi inexistente, ya que pasaba los días transformado en un gran lobo azabache incluso siendo rechazado por los de su especie. Cierto día presenció como un grupo de caballeros tiraban un barril por el acantilado, la nieve logro absorber todo el impacto en su interior había una joven totalmente inconsciente, en vez de acabarla decidió quedarse con ella quizás por mero capricho o tal vez solo porque le recordaba a el.—
    (En una línea de tiempo distinta) —Nunca se unió al clan Sobachi, lo que lo obligó a sobrevivir por su cuenta sin contacto humano de ningún tipo. Su humanidad era casi inexistente, ya que pasaba los días transformado en un gran lobo azabache incluso siendo rechazado por los de su especie. Cierto día presenció como un grupo de caballeros tiraban un barril por el acantilado, la nieve logro absorber todo el impacto en su interior había una joven totalmente inconsciente, en vez de acabarla decidió quedarse con ella quizás por mero capricho o tal vez solo porque le recordaba a el.—
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  • ¡Hola!
    Buenos días a todos, lindas personas. En especial a ti que lees esto 🫰🏻
    Hoy quiero decir algo especial. Estuve pensando en que hay muchas personas interesadas en hacer rol. Creo que eso es bueno, pero como soy algo leenta respondiendo, ¿Qué les parece si me hablan de sus personajes y el tipo de rol que les gusta hacer?
    Así podemos avanzar a pesar de mi ausencia. Aunque sea un caracol pelirroja voy a responder a todos los interesados. Tal vez no hoy o mañana, pero confío en que no tardaré un mes

    *Risas*

    Además de que tengo que mencionar otras cosas. Me he encontrado con gente muy amable y respetuosa. Tengo que decir que ese tipo de personas me gustan mucho 🫰🏻 aunque también me he encontrado con otras que al parecer creen que soy una especie de mujer fácil o un objeto de placer...

    *Sonrisa nerviosa*

    Siendo honesta, leer mensajes con intensiones de seducirme me impactó un poco, pero después me dió algo de risa. No pretendo burlarme de nadie, pero la impresión que tuve me resultó cómica porque de la nada hubo quienes aparecieron presumiendo sus atributos como si fuera una especie de anzuelo para pescar, atributos que por sentido común pueden ser algo exagerados...


    Como he dicho, no quiero que piensen que me estoy burlando, pero si soy sincera, aún no he decidido si haré rol de ese tipo, así es que... Por favor no se muestren tan desesperados por tener algo de afecto femenino, y no vengan a mí con esa actitud de querer hacerme acoso sexual.

    *Suspira*


    Aunque no todo es tan negativo. Me ha agradado la determinación de esas personas de saber lo que quieren e ir directo por ello. Porque llegaron con propuestas, con invitaciones, listos para entrar en acción. Por eso, dado que mis respuestas son lentas, pensé en la propuesta que hice al principio: háblame sobre tu personaje y sobre el tipo de rol que te agrada para que podamos avanzar. Incluso si quieres puedes proponerme alguna trama para desarrollar en rol. Pero eso sí, no voy a aceptar cosas subidas de tono sólo porque crees que puedes abusar de mí.

    *Sonrisa amable*

    Bueno querido lector, eso es todo lo que tengo que decir por ahora. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mis palabras, porque me ha tomado un tiempo escribir esto también a mí.
    Saber que soy escuchada y entendida me dará la satisfacción de comprobar que el tiempo invertido en esta publicación valió la pena.
    Muchas gracias a todos por todo. Cuídense mucho, y que tengan un día excelente hoy 🫰🏻
    ¡Hola! Buenos días a todos, lindas personas. En especial a ti que lees esto 🥰🫰🏻❣️ Hoy quiero decir algo especial. Estuve pensando en que hay muchas personas interesadas en hacer rol. Creo que eso es bueno, pero como soy algo leenta respondiendo, ¿Qué les parece si me hablan de sus personajes y el tipo de rol que les gusta hacer? Así podemos avanzar a pesar de mi ausencia. Aunque sea un caracol pelirroja voy a responder a todos los interesados. Tal vez no hoy o mañana, pero confío en que no tardaré un mes 😅 *Risas* Además de que tengo que mencionar otras cosas. Me he encontrado con gente muy amable y respetuosa. Tengo que decir que ese tipo de personas me gustan mucho 🫰🏻❣️ aunque también me he encontrado con otras que al parecer creen que soy una especie de mujer fácil o un objeto de placer... *Sonrisa nerviosa* Siendo honesta, leer mensajes con intensiones de seducirme me impactó un poco, pero después me dió algo de risa. No pretendo burlarme de nadie, pero la impresión que tuve me resultó cómica porque de la nada hubo quienes aparecieron presumiendo sus atributos como si fuera una especie de anzuelo para pescar, atributos que por sentido común pueden ser algo exagerados... :STK-20: :STK-70: Como he dicho, no quiero que piensen que me estoy burlando, pero si soy sincera, aún no he decidido si haré rol de ese tipo, así es que... Por favor no se muestren tan desesperados por tener algo de afecto femenino, y no vengan a mí con esa actitud de querer hacerme acoso sexual. *Suspira* :STK-95: Aunque no todo es tan negativo. Me ha agradado la determinación de esas personas de saber lo que quieren e ir directo por ello. Porque llegaron con propuestas, con invitaciones, listos para entrar en acción. Por eso, dado que mis respuestas son lentas, pensé en la propuesta que hice al principio: háblame sobre tu personaje y sobre el tipo de rol que te agrada para que podamos avanzar. Incluso si quieres puedes proponerme alguna trama para desarrollar en rol. Pero eso sí, no voy a aceptar cosas subidas de tono sólo porque crees que puedes abusar de mí. *Sonrisa amable* Bueno querido lector, eso es todo lo que tengo que decir por ahora. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mis palabras, porque me ha tomado un tiempo escribir esto también a mí. Saber que soy escuchada y entendida me dará la satisfacción de comprobar que el tiempo invertido en esta publicación valió la pena. Muchas gracias a todos por todo. Cuídense mucho, y que tengan un día excelente hoy 🫰🏻❣️
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  • CAMPO DE ENTRENAMIENTO.

    Un trueno impacta sobre el centro del lugar en dónde logran materializarse la Teniente Rihanna Carther junto con Vivianne Kaczmarek, quién han sido teletransportadas mediante el trueno a ese mismo lugar. La Teniente fué informada de forma anónima que la señorita Vivianne necesita aumentar sus poderes por lo que la Semi-Deidad del Trueno es la encargada de realizar dicho entrenamiento.

    "Muy bien jovencita, aquí es dónde entrenarás, necesitamos que seas mucho más fuerte de lo que ya eres."

    Fueron las palabras de la Teniente hacia la joven Vivianne.
    CAMPO DE ENTRENAMIENTO. Un trueno impacta sobre el centro del lugar en dónde logran materializarse la Teniente Rihanna Carther junto con [sapphire.butterflies], quién han sido teletransportadas mediante el trueno a ese mismo lugar. La Teniente fué informada de forma anónima que la señorita Vivianne necesita aumentar sus poderes por lo que la Semi-Deidad del Trueno es la encargada de realizar dicho entrenamiento. "Muy bien jovencita, aquí es dónde entrenarás, necesitamos que seas mucho más fuerte de lo que ya eres." Fueron las palabras de la Teniente hacia la joven Vivianne.
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  • — 𝗜𝗗𝗘𝗔 𝗗𝗘 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥 : 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗡 𝗦𝗘 𝗣𝗘𝗥𝗗𝗜𝗢́
    : Despertó a las orillas de un desconocido río, en un desconocido bosque rodeado por densa vegetación; estando herida y notablemente golpeada por algo que le costaba recordar.
    ❝ .... ❞ Se levantó de su lugar, empapada y con una armadura de acero llena de abolladuras y que, por el impacto y el agua, estaba prácticamente inservible, haciendo que tenga que levantarse para quitarse todo el pesado equipo, que arrojó al suelo con pesadez.

    — 𝗜𝗗𝗘𝗔 𝗗𝗘 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥 : 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗡 𝗦𝗘 𝗣𝗘𝗥𝗗𝗜𝗢́ 🪓: Despertó a las orillas de un desconocido río, en un desconocido bosque rodeado por densa vegetación; estando herida y notablemente golpeada por algo que le costaba recordar. ❝ .... ❞ Se levantó de su lugar, empapada y con una armadura de acero llena de abolladuras y que, por el impacto y el agua, estaba prácticamente inservible, haciendo que tenga que levantarse para quitarse todo el pesado equipo, que arrojó al suelo con pesadez.
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  • ISHTAR’S DEMONIC DÉESSE INFERNAL GLAMOUR

    Edición Navideña: Belleza que Renace en el Fuego Eterno

    En esta Edición Navideña Especial, Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour abre las puertas de su universo oscuro, elegante y seductor para celebrar la Navidad desde una perspectiva única: el glamour infernal que transforma, empodera y hechiza.

    Esta revista no es solo una publicación, es una experiencia visual y artística, donde el fuego, la elegancia y la sensualidad se fusionan con el espíritu navideño para dar vida a una estética poderosa, mística y absolutamente inolvidable.

    SOBRE LA AGENCIA
    Ishtar´s Demonic Déesse Infernal Glamour es una agencia de modelaje exclusiva que representa la belleza alternativa, la fuerza interior y la presencia dominante. Aquí, cada modelo es una deidad moderna: segura, intensa y auténtica.
    No seguimos tendencias… las invocamos.

    TEMÁTICA NAVIDEÑA

    Esta edición reinventa la Navidad con un enfoque oscuro y sofisticado:

    * Vestuarios rojos intensos, negros profundos y dorados ardientes

    * Estéticas demoníacas, góticas, infernales y de alta costura

    * Luces, sombras y fuego como símbolos de renacimiento y poder

    * Belleza que desafía lo tradicional y rompe lo común

    La Navidad no es inocente… es ardiente, elegante y poderosa.

    CONTENIDO DESTACADO
    Editoriales fotográficos de alto impacto
    Modelos élite con presencia dominante y estilo único
    Maquillaje artístico, moda oscura y glamour infernal
    Especial “Diosas del Fuego Navideño”
    Producciones visuales exclusivas de temporada
    Inspiración para marcas, diseñadores y creativos alternativos

    NUESTRA FILOSOFÍA

    Creemos en:
    La belleza sin límites
    La seguridad y el empoderamiento
    La expresión libre del arte y la identidad
    El glamour como arma, no como adorno

    Cada página transmite fuerza, misterio y seducción.

    MENSAJE FINAL
    Esta Navidad, Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour te invita a mirar más allá de lo convencional y abrazar tu lado más poderoso.
    Porque incluso en Navidad… el fuego también brilla.

    Bienvenidos al glamour infernal
    ✨ ISHTAR’S DEMONIC DÉESSE INFERNAL GLAMOUR ✨ 🔥 Edición Navideña: Belleza que Renace en el Fuego Eterno 🔥 En esta Edición Navideña Especial, Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour abre las puertas de su universo oscuro, elegante y seductor para celebrar la Navidad desde una perspectiva única: el glamour infernal que transforma, empodera y hechiza. Esta revista no es solo una publicación, es una experiencia visual y artística, donde el fuego, la elegancia y la sensualidad se fusionan con el espíritu navideño para dar vida a una estética poderosa, mística y absolutamente inolvidable. 🩸 SOBRE LA AGENCIA Ishtar´s Demonic Déesse Infernal Glamour es una agencia de modelaje exclusiva que representa la belleza alternativa, la fuerza interior y la presencia dominante. Aquí, cada modelo es una deidad moderna: segura, intensa y auténtica. No seguimos tendencias… las invocamos. 🎄 TEMÁTICA NAVIDEÑA Esta edición reinventa la Navidad con un enfoque oscuro y sofisticado: * Vestuarios rojos intensos, negros profundos y dorados ardientes * Estéticas demoníacas, góticas, infernales y de alta costura * Luces, sombras y fuego como símbolos de renacimiento y poder * Belleza que desafía lo tradicional y rompe lo común La Navidad no es inocente… es ardiente, elegante y poderosa. 👑 CONTENIDO DESTACADO ✨ Editoriales fotográficos de alto impacto 🔥 Modelos élite con presencia dominante y estilo único 🖤 Maquillaje artístico, moda oscura y glamour infernal 🎁 Especial “Diosas del Fuego Navideño” 📸 Producciones visuales exclusivas de temporada 💄 Inspiración para marcas, diseñadores y creativos alternativos 🖤 NUESTRA FILOSOFÍA Creemos en: ✨ La belleza sin límites ✨ La seguridad y el empoderamiento ✨ La expresión libre del arte y la identidad ✨ El glamour como arma, no como adorno Cada página transmite fuerza, misterio y seducción. 🔥 MENSAJE FINAL Esta Navidad, Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour te invita a mirar más allá de lo convencional y abrazar tu lado más poderoso. Porque incluso en Navidad… el fuego también brilla. 🩸✨ Bienvenidos al glamour infernal ✨🩸
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  • Logra finalmente volar mejor, despegarse con menos esfuerzo, vuelos más estables con menor consumo de energía, aunque los aterrizajes siguen siendo...

    Desciende precipitadamente y aunque amortigua el impacto con sus extremidades levanta mucho polvo, viendo y alguno que otro árbol o estructura vertical se ve afectado en el proceso de aterrizaje.

    – ¿Como lo hacen?

    Irónicamente ve como aterriza con gracia, soltura y sin ruido una lechuza que atrapó a su presa, un ratón de campo que jamás tuvo oportunidad.
    Logra finalmente volar mejor, despegarse con menos esfuerzo, vuelos más estables con menor consumo de energía, aunque los aterrizajes siguen siendo... Desciende precipitadamente y aunque amortigua el impacto con sus extremidades levanta mucho polvo, viendo y alguno que otro árbol o estructura vertical se ve afectado en el proceso de aterrizaje. – ¿Como lo hacen? Irónicamente ve como aterriza con gracia, soltura y sin ruido una lechuza que atrapó a su presa, un ratón de campo que jamás tuvo oportunidad.
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  • Seguimos con el rescate de mi hija.
    Del engendro 001.

    El plan de Axel es tan simple como suicida: entrar reventando… y salir con la bestia.
    Sin rodeos. Sin segundas oportunidades.

    Avanzamos en un APC blindado, el motor rugiendo como una declaración de guerra. Las vallas de la prisión ceden bajo el peso del vehículo, doblándose como si nunca hubieran servido para contener nada realmente peligroso.

    Al llegar a la puerta principal, Axel escala la torreta con una calma que solo tienen quienes ya han aceptado la posibilidad de no salir vivos.
    Apunta.
    Dispara.

    El misil impacta en la torre de defensa y la explosión sacude la estructura entera de la prisión. Alarmas. Gritos. Caos.
    Es entonces cuando Veythra decide actuar.

    No por amor.
    No por compasión.

    Toma mi cuerpo porque 001 le pertenece. Porque es la más excepcional de todas las aberraciones engendradas. Porque algo así no puede quedar en manos humanas.

    Mi cuerpo es débil, roto, aún pagando partos imposibles… pero Veythra no pide permiso.
    Yo dejo de ser yo.

    Salto del APC y entro en la prisión bajo una lluvia de balas. Los disparos atraviesan mi carne una y otra vez, pero no me detienen. Poco a poco el sonido de las armas se apaga, ahogado por gritos desesperados. Los guardias caen de rodillas, suplicando por su vida… o por una muerte rápida. El dolor los consume desde dentro, algo invisible, absoluto.

    Serynthia entra también.
    Su poder es majestuoso y aterrador. Las paredes se derriten a su paso. Las armas se funden en las manos de los soldados, quemándoles la piel hasta el hueso. La sangre de nuestros enemigos hierve en sus venas, matándolos sin que ella siquiera los toque.

    Llegamos al lugar donde tienen a 001.
    Un laboratorio.
    Frío. Clínico. Profano.

    La han diseccionado viva. Han estudiado su regeneración, su simbiosis con un parásito, su resistencia a límites que no deberían existir. Los documentos son un tesoro para Faust, que trabaja incluso allí, incluso ahora. Guarda informes, muestras de sangre, piel, pelo. Conecta un USB al ordenador principal y extrae todo lo que puede, sin perder un segundo.

    Y entonces…
    Veythra se retira.
    Se disipa dentro de mi alma.
    Yo vuelvo.
    Y lo único que puedo hacer es mirar.

    La niña cuelga sin vida, suspendida por cadenas. Su cuerpo pequeño está marcado, herido, profanado. Me acerco con pasos temblorosos, la bajo con cuidado y la estrecho contra mí.

    La abrazo.
    La beso.

    Y rompo el juramento que me hice a mí misma de no mostrar afecto a los engendros del Caos.
    Porque al final…
    era mi hija.

    Mis lágrimas caen sobre su rostro, recorren su piel hasta llegar a sus labios. Y cuando una de ellas toca su boca…

    Sus ojos se abren de par en par.
    Las pupilas, completamente dilatadas, me miran desde un lugar que no debería existir. Se mueve. Se acurruca contra mi pecho como una bestia herida, buscando calor, buscando refugio.

    Tiembla.

    De sus labios salen palabras.
    No debería ser posible.
    Los engendros del Caos no tienen alma.

    No hablan.

    Y sin embargo, ella lo hace.

    —Tengo… frío…

    La estrecho con más fuerza.

    Serynthia Feu Naamah Lilim Agrat Eisheth Zenunim Faust Axel Koroved
    Seguimos con el rescate de mi hija. Del engendro 001. El plan de Axel es tan simple como suicida: entrar reventando… y salir con la bestia. Sin rodeos. Sin segundas oportunidades. Avanzamos en un APC blindado, el motor rugiendo como una declaración de guerra. Las vallas de la prisión ceden bajo el peso del vehículo, doblándose como si nunca hubieran servido para contener nada realmente peligroso. Al llegar a la puerta principal, Axel escala la torreta con una calma que solo tienen quienes ya han aceptado la posibilidad de no salir vivos. Apunta. Dispara. El misil impacta en la torre de defensa y la explosión sacude la estructura entera de la prisión. Alarmas. Gritos. Caos. Es entonces cuando Veythra decide actuar. No por amor. No por compasión. Toma mi cuerpo porque 001 le pertenece. Porque es la más excepcional de todas las aberraciones engendradas. Porque algo así no puede quedar en manos humanas. Mi cuerpo es débil, roto, aún pagando partos imposibles… pero Veythra no pide permiso. Yo dejo de ser yo. Salto del APC y entro en la prisión bajo una lluvia de balas. Los disparos atraviesan mi carne una y otra vez, pero no me detienen. Poco a poco el sonido de las armas se apaga, ahogado por gritos desesperados. Los guardias caen de rodillas, suplicando por su vida… o por una muerte rápida. El dolor los consume desde dentro, algo invisible, absoluto. Serynthia entra también. Su poder es majestuoso y aterrador. Las paredes se derriten a su paso. Las armas se funden en las manos de los soldados, quemándoles la piel hasta el hueso. La sangre de nuestros enemigos hierve en sus venas, matándolos sin que ella siquiera los toque. Llegamos al lugar donde tienen a 001. Un laboratorio. Frío. Clínico. Profano. La han diseccionado viva. Han estudiado su regeneración, su simbiosis con un parásito, su resistencia a límites que no deberían existir. Los documentos son un tesoro para Faust, que trabaja incluso allí, incluso ahora. Guarda informes, muestras de sangre, piel, pelo. Conecta un USB al ordenador principal y extrae todo lo que puede, sin perder un segundo. Y entonces… Veythra se retira. Se disipa dentro de mi alma. Yo vuelvo. Y lo único que puedo hacer es mirar. La niña cuelga sin vida, suspendida por cadenas. Su cuerpo pequeño está marcado, herido, profanado. Me acerco con pasos temblorosos, la bajo con cuidado y la estrecho contra mí. La abrazo. La beso. Y rompo el juramento que me hice a mí misma de no mostrar afecto a los engendros del Caos. Porque al final… era mi hija. Mis lágrimas caen sobre su rostro, recorren su piel hasta llegar a sus labios. Y cuando una de ellas toca su boca… Sus ojos se abren de par en par. Las pupilas, completamente dilatadas, me miran desde un lugar que no debería existir. Se mueve. Se acurruca contra mi pecho como una bestia herida, buscando calor, buscando refugio. Tiembla. De sus labios salen palabras. No debería ser posible. Los engendros del Caos no tienen alma. No hablan. Y sin embargo, ella lo hace. —Tengo… frío… La estrecho con más fuerza. [pulse_green_whale_937] [n.a.a.m.a.h] [nebula_charcoal_rat_655] [f_off_bih] [demonsmile01] [nebula_onyx_lizard_690] [Akly_5]
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  • 𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐎𝐄 - 𝐈
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    Los cielos sangraban por debajo. El humo se elevaba en ondas continuas, manchando las nubes de rojo y gris, las cenizas encendidas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la oscuridad. Fuego y noche fusionados en uno solo. Victoria y muerte.

    Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando los límites de una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor.

    Las llamas recortaron la silueta de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo tormentoso al absorber el impacto. El héroe apretó la mandíbula y gruñó. Entonces, Eneas, príncipe de Dardania, empujó con fuerza su antebrazo hacia arriba, elevando el escudo que llevaba atado al brazo junto a la espada de su adversario, y dejando el espacio suficiente para que el filo de Rompeviento abriera el abdomen desprotegido del jinete, hueso y carne crujieron alrededor del metal, y el jinete cayó desplomado de su montura.

    ────¡Rápido! –dijo a Pándaro, que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí.

    Crispó los dedos en el borde del carro y soltó una maldición por debajo al inspeccionar el estado de su pantorrilla; la herida de flecha que había recibido previamente volvió a abrirse. Intentó balancear su peso para mantenerse estable, pero con cada minuto que pasaba se volvía una labor difícil. La sangre caliente escurrió hasta su pie, y la lesión en su cadera que aún no terminaba de curarse del todo, le produjo un dolor lacerante debajo del peto.

    ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado. ¿Te encuentras bien?

    ────He estado en peores situaciones –masculló al incorporarse–, no es nada. Vámonos…

    Eneas se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, los ojos le escocían a casusa del humo. A lo lejos, rodeándolos, la muralla se erigió sobre la ciudad de Ilión. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. La muralla había sido construida hacia tanto tiempo para proteger a la población de las amenazas del exterior, era tan alta y ancha en la parte superior que las patrullas que montaban guardia día y noche se veían reducidas por la distancia al tamaño de una hormiga. Y, sin embargo, sus paredes inmensas y sus torres de vigilancia fueron incapaces de resguardar desde dentro. Su principal protector, se había convertido en una prisión de muerte.

    Ese pensamiento sombrío bastó para amargar cualquier atisbo de consuelo en Eneas.

    No había podido salvar a su gente. Ellos, los helenos, los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. El ejercito dárdano, aliado de sus vecinos teucros, apenas consiguió reaccionar a tiempo para crear una distracción y movilizar a tantos ciudadanos como les fue posible para que huyeran de ahí. Y, sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para evitar el derramamiento de sangre esa noche. Familias enteras destruidas… inocentes desvaneciéndose en las calles… y las hermanas de su amigo Héctor, maldición, no encontró rastro alguno de ellas.

    La sangre le hirvió de impotencia. Habían sido demasiado ingenuos al creer que, después de diez años de guerra, sus enemigos finalmente aceptarían su derrota así sin más. No. Ellos lucharían hasta que el último de los aqueos muriera de pie.

    «Huye y no mires atrás», resonaron en sus pensamientos las palabras de su amigo, de quién consideraba un hermano. «Mi brazo habría podido defender la ciudad, juntos lo habríamos hecho. Pero yo caí antes. Ahora solo quedas tú. Quizás no puedas salvar a toda la ciudad, llévate contigo a tantos como puedas. Nuestra gente depende de ti».

    El dolor punzante en su pierna lo atravesó.

    «Más rápido».

    Las enormes puertas del oeste estaban abiertas de par en par. Al forzar la vista, Eneas alcanzó a divisar a los últimos ciudadanos que consiguieron rescatar siendo movilizados en carretas. Detrás de ellos, los carros de guerra del ejercito dárdano marchaban levantando nubes de polvo, cubriéndoles las espaldas en su huida. Frunció los labios en una línea recta, lo más cercano a una sonrisa que consiguió dibujar para decir: «Bien, bien».

    ────Algunos consiguieron escapar por las aguas de Escamandro –informó Pándaro. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. No tardaran mucho en reunirse con los demás, si todo sale bien, entonces…

    El aire silbó. Un destello de hierro.

    Los ojos del color del cielo del amanecer de Eneas se abrieron y una galaxia de diminutas gotas rojas salpicó su campo de visión. Palideció. Su compañero de armas no pudo terminar de hablar. Una lanza afilada atravesó su pecho. Armadura, carne y hueso crujieron y su grito se quebró en los hilos de sangre que le brotaron por las comisuras de los labios. El cuerpo de Pándaro trastabilló hacia atrás y rodó sin vida fuera del carro.

    «No. No, no…»

    Los caballos relincharon y se encabritaron por la ausencia de su auriga. El carro tembló sobre los escombros. Eneas se lanzó sobre las riendas, pero la flecha incrustada en su pantorrilla y la situación de su cadera no le permitieron el equilibrio que necesitaba para tirar de estas con la fuerza suficiente para evitar que el carro se estrellara contra un enorme bloque de piedra que se derrumbaba sobre él. Las ruedas no respondieron a tiempo, madera y piedra impactaron.

    El mundo giró. El carro volcó y Eneas fue arrojado a un lado. Su cabeza dio contra una piedra y la luz desapareció del mundo por un instante, dejándolo desorientado, tembloroso.

    En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El rey Diomedes, contemplaba la escena, erguido sobre un bloque de muralla destruida, con una calma cruel, mortal. En la piel le brillaba un patrón enraizado de angulosas líneas cristalinas, surcado por destellos de color iridiscentes, como los reflejos de rayos de luz bailando sobre el agua.

    De haberlo visto, Eneas habría sabido de inmediato de qué se trataba; una bendición. Su protectora, la diosa de ojos brillantes, la doncella indomable, le había concedido su favor, y ahora Diomedes era una fuerza imparable. Su capa roja ondeaba detrás de sus poderosos hombros; un agila majestuosa extendiendo sus alas, vigilando desde lo alto, aguardando el momento preciso para descender sobre su presa.

    ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada de Eneas –. El chico es mío.

    Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal.

    ────¡Ah! No temas príncipe –dijo con falsa dulzura, cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos.

    La lanza voló de su mano. Diomedes la arrojó con precisión quirúrgica, sus ojos brillaron con deleite depredador mientras observaba al príncipe que luchaba por incorporarse en el suelo.

    Un zumbido ensordecedor perforó los oídos de Eneas. Abrió un ojo, jadeó y luchó contra el dolor en su cabeza. Sus dedos, manchados de lodo y barro, se crisparon en la tierra y los escombros, esforzándose por arrastrarse debajo del carro volcado, pero era incapaz de conectar con sus propias fuerzas. Algo caliente y liquido le acarició la sien y el costado de su rostro… sangre.

    Maldición, maldición…

    ────¡Eneas!

    Una voz dulce como la miel tibia lo llamó desde más allá de la niebla densa. Al principio, le costó reconocerla, sus oídos no dejaban de zumbar y, tal vez, también se le escapaba su capacidad de razonamiento, olvidó cómo usar sus extremidades, olvidó cómo reconocer su alrededor. La voz insistió, le pareció tan imposible que algo tan dulce y puro pudiera resonar en ese campo de muerte.

    El corazón de Eneas latió con fuerza.

    La lanza cortó el aire, su punta afilada de bronce reflejó la legendaria ciudad de Ilión sangrando en ruinas. Nada la detenía. La lanza estaba destinada a llegar a su objetivo.

    ────¡Eneas!

    Eneas alzó la mirada. Entre la bruma espesa y las partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba hacia él. La habría reconocido incluso en la más densa oscuridad, entre esa niebla naranja de muerte y desgracia.

    ¿Cómo no podría hacerlo?

    Pequeña, grácil, delicada. Con su cabello color vino flotando con cada paso, y ese par de ojos que eran una copia exacta de los suyos. Siempre con esa manía suya de aparecer en el momento menos esperado, como un espíritu travieso del viento que, de repente, decide materializarse para jugar y reconfortar con su presencia a quién lo necesita.

    Era ella.

    Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. Su nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo y lo acompañó; a veces con palabras que esa mente afilada suya lograba estructurar para hacerlo reír, otras, bastaba con su presencia para hacer que el sol iluminara el día más gris. La mujer que siempre creyó en él.

    Su confidente. Su guardiana. Su protectora.

    ────Afro...

    Ahora ella corría hacia él sin pensar en el peligro, su rostro celestial estaba pálido del terror y él, en su estado, fue consciente del impulso irrefrenable de querer alcanzarla, de tomar su mano para tranquilizarla. Lo agitaba verla así. Odió a cualquier cosa y a todo lo que se atreviera a provocar en ella esa mirada.

    El perfil herido de Eneas apareció en el bronce de la punta de la lanza.

    Entre el espacio de los dedos de Afro, un tejido de energía azul, matizado con tonos rosas, comenzó a resplandecer.

    Su madre, la diosa del amor, había llegado para salvarlo.
    𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐎𝐄 - 𝐈 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 Los cielos sangraban por debajo. El humo se elevaba en ondas continuas, manchando las nubes de rojo y gris, las cenizas encendidas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la oscuridad. Fuego y noche fusionados en uno solo. Victoria y muerte. Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando los límites de una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor. Las llamas recortaron la silueta de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo tormentoso al absorber el impacto. El héroe apretó la mandíbula y gruñó. Entonces, Eneas, príncipe de Dardania, empujó con fuerza su antebrazo hacia arriba, elevando el escudo que llevaba atado al brazo junto a la espada de su adversario, y dejando el espacio suficiente para que el filo de Rompeviento abriera el abdomen desprotegido del jinete, hueso y carne crujieron alrededor del metal, y el jinete cayó desplomado de su montura. ────¡Rápido! –dijo a Pándaro, que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí. Crispó los dedos en el borde del carro y soltó una maldición por debajo al inspeccionar el estado de su pantorrilla; la herida de flecha que había recibido previamente volvió a abrirse. Intentó balancear su peso para mantenerse estable, pero con cada minuto que pasaba se volvía una labor difícil. La sangre caliente escurrió hasta su pie, y la lesión en su cadera que aún no terminaba de curarse del todo, le produjo un dolor lacerante debajo del peto. ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado. ¿Te encuentras bien? ────He estado en peores situaciones –masculló al incorporarse–, no es nada. Vámonos… Eneas se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, los ojos le escocían a casusa del humo. A lo lejos, rodeándolos, la muralla se erigió sobre la ciudad de Ilión. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. La muralla había sido construida hacia tanto tiempo para proteger a la población de las amenazas del exterior, era tan alta y ancha en la parte superior que las patrullas que montaban guardia día y noche se veían reducidas por la distancia al tamaño de una hormiga. Y, sin embargo, sus paredes inmensas y sus torres de vigilancia fueron incapaces de resguardar desde dentro. Su principal protector, se había convertido en una prisión de muerte. Ese pensamiento sombrío bastó para amargar cualquier atisbo de consuelo en Eneas. No había podido salvar a su gente. Ellos, los helenos, los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. El ejercito dárdano, aliado de sus vecinos teucros, apenas consiguió reaccionar a tiempo para crear una distracción y movilizar a tantos ciudadanos como les fue posible para que huyeran de ahí. Y, sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para evitar el derramamiento de sangre esa noche. Familias enteras destruidas… inocentes desvaneciéndose en las calles… y las hermanas de su amigo Héctor, maldición, no encontró rastro alguno de ellas. La sangre le hirvió de impotencia. Habían sido demasiado ingenuos al creer que, después de diez años de guerra, sus enemigos finalmente aceptarían su derrota así sin más. No. Ellos lucharían hasta que el último de los aqueos muriera de pie. «Huye y no mires atrás», resonaron en sus pensamientos las palabras de su amigo, de quién consideraba un hermano. «Mi brazo habría podido defender la ciudad, juntos lo habríamos hecho. Pero yo caí antes. Ahora solo quedas tú. Quizás no puedas salvar a toda la ciudad, llévate contigo a tantos como puedas. Nuestra gente depende de ti». El dolor punzante en su pierna lo atravesó. «Más rápido». Las enormes puertas del oeste estaban abiertas de par en par. Al forzar la vista, Eneas alcanzó a divisar a los últimos ciudadanos que consiguieron rescatar siendo movilizados en carretas. Detrás de ellos, los carros de guerra del ejercito dárdano marchaban levantando nubes de polvo, cubriéndoles las espaldas en su huida. Frunció los labios en una línea recta, lo más cercano a una sonrisa que consiguió dibujar para decir: «Bien, bien». ────Algunos consiguieron escapar por las aguas de Escamandro –informó Pándaro. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. No tardaran mucho en reunirse con los demás, si todo sale bien, entonces… El aire silbó. Un destello de hierro. Los ojos del color del cielo del amanecer de Eneas se abrieron y una galaxia de diminutas gotas rojas salpicó su campo de visión. Palideció. Su compañero de armas no pudo terminar de hablar. Una lanza afilada atravesó su pecho. Armadura, carne y hueso crujieron y su grito se quebró en los hilos de sangre que le brotaron por las comisuras de los labios. El cuerpo de Pándaro trastabilló hacia atrás y rodó sin vida fuera del carro. «No. No, no…» Los caballos relincharon y se encabritaron por la ausencia de su auriga. El carro tembló sobre los escombros. Eneas se lanzó sobre las riendas, pero la flecha incrustada en su pantorrilla y la situación de su cadera no le permitieron el equilibrio que necesitaba para tirar de estas con la fuerza suficiente para evitar que el carro se estrellara contra un enorme bloque de piedra que se derrumbaba sobre él. Las ruedas no respondieron a tiempo, madera y piedra impactaron. El mundo giró. El carro volcó y Eneas fue arrojado a un lado. Su cabeza dio contra una piedra y la luz desapareció del mundo por un instante, dejándolo desorientado, tembloroso. En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El rey Diomedes, contemplaba la escena, erguido sobre un bloque de muralla destruida, con una calma cruel, mortal. En la piel le brillaba un patrón enraizado de angulosas líneas cristalinas, surcado por destellos de color iridiscentes, como los reflejos de rayos de luz bailando sobre el agua. De haberlo visto, Eneas habría sabido de inmediato de qué se trataba; una bendición. Su protectora, la diosa de ojos brillantes, la doncella indomable, le había concedido su favor, y ahora Diomedes era una fuerza imparable. Su capa roja ondeaba detrás de sus poderosos hombros; un agila majestuosa extendiendo sus alas, vigilando desde lo alto, aguardando el momento preciso para descender sobre su presa. ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada de Eneas –. El chico es mío. Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal. ────¡Ah! No temas príncipe –dijo con falsa dulzura, cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos. La lanza voló de su mano. Diomedes la arrojó con precisión quirúrgica, sus ojos brillaron con deleite depredador mientras observaba al príncipe que luchaba por incorporarse en el suelo. Un zumbido ensordecedor perforó los oídos de Eneas. Abrió un ojo, jadeó y luchó contra el dolor en su cabeza. Sus dedos, manchados de lodo y barro, se crisparon en la tierra y los escombros, esforzándose por arrastrarse debajo del carro volcado, pero era incapaz de conectar con sus propias fuerzas. Algo caliente y liquido le acarició la sien y el costado de su rostro… sangre. Maldición, maldición… ────¡Eneas! Una voz dulce como la miel tibia lo llamó desde más allá de la niebla densa. Al principio, le costó reconocerla, sus oídos no dejaban de zumbar y, tal vez, también se le escapaba su capacidad de razonamiento, olvidó cómo usar sus extremidades, olvidó cómo reconocer su alrededor. La voz insistió, le pareció tan imposible que algo tan dulce y puro pudiera resonar en ese campo de muerte. El corazón de Eneas latió con fuerza. La lanza cortó el aire, su punta afilada de bronce reflejó la legendaria ciudad de Ilión sangrando en ruinas. Nada la detenía. La lanza estaba destinada a llegar a su objetivo. ────¡Eneas! Eneas alzó la mirada. Entre la bruma espesa y las partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba hacia él. La habría reconocido incluso en la más densa oscuridad, entre esa niebla naranja de muerte y desgracia. ¿Cómo no podría hacerlo? Pequeña, grácil, delicada. Con su cabello color vino flotando con cada paso, y ese par de ojos que eran una copia exacta de los suyos. Siempre con esa manía suya de aparecer en el momento menos esperado, como un espíritu travieso del viento que, de repente, decide materializarse para jugar y reconfortar con su presencia a quién lo necesita. Era ella. Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. Su nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo y lo acompañó; a veces con palabras que esa mente afilada suya lograba estructurar para hacerlo reír, otras, bastaba con su presencia para hacer que el sol iluminara el día más gris. La mujer que siempre creyó en él. Su confidente. Su guardiana. Su protectora. ────Afro... Ahora ella corría hacia él sin pensar en el peligro, su rostro celestial estaba pálido del terror y él, en su estado, fue consciente del impulso irrefrenable de querer alcanzarla, de tomar su mano para tranquilizarla. Lo agitaba verla así. Odió a cualquier cosa y a todo lo que se atreviera a provocar en ella esa mirada. El perfil herido de Eneas apareció en el bronce de la punta de la lanza. Entre el espacio de los dedos de Afro, un tejido de energía azul, matizado con tonos rosas, comenzó a resplandecer. Su madre, la diosa del amor, había llegado para salvarlo.
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    BATALLA ÉPICA: THE RETURN OF ISHTAR
    Rex Ishtar vs Ignia Ishtar

    Cuando el linaje Ishtar vuelve a reclamar su lugar en el destino, dos voluntades absolutas chocan. No es una lucha por odio… es una batalla por la verdad del poder, el legado y la supremacía del espíritu.

    Rex Ishtar — El Heredero del Acero Celestial
    Título: El Filo del Juicio
    Afinidad: Hielo astral y energía arcana
    Rol: Estratega, duelista supremo

    Habilidades:
    - Espada del Vacío Azul: canaliza energía gélida capaz de congelar el tiempo por instantes.

    - Voluntad del Patriarca: su aura aumenta fuerza, defensa y precisión conforme la batalla se alarga.

    - Ojo del Ishtar Antiguo: analiza y predice los movimientos del enemigo.

    - Última Postura – Juicio Silente: un corte definitivo que separa cuerpo, alma y voluntad.

    Ignia Ishtar — El Fuego del Renacimiento
    Título: El Corazón Ardiente del Clan
    Afinidad: Fuego demoníaco y sangre ancestral
    Rol: Guerrero ofensivo, destructor imparable

    Habilidades:
    - Llamas Carmesí del Linaje: fuego vivo que consume energía, carne y espíritu.

    - Marca del Renacido: mientras su sangre arde, Ignia no puede caer.

    - Puños del Cataclismo: cada golpe provoca ondas de choque ígneas.

    - Despertar Infernal: su poder se multiplica al borde de la derrota.

    Lugar del Choque
    *El Santuario Quebrado de Ishtar*
    Un antiguo templo flotante entre planos, rodeado de ruinas suspendidas, relámpagos azules y grietas por donde se filtra el fuego del inframundo. El suelo reacciona al poder de ambos, quebrándose con cada impacto.

    La Batalla:
    El primer choque sacude los cielos: hielo contra fuego, silencio contra furia.
    Rex domina el ritmo, congela el espacio y castiga con precisión quirúrgica.
    Ignia responde con brutalidad, quemando el aire, rompiendo defensas a pura voluntad.

    Cada segundo eleva el poder del linaje Ishtar.
    El templo comienza a colapsar.
    El clan observa desde el destino.

    El Clan Ishtar no necesita elegir un solo rey.
    Mientras Rex y Ignia existan, el linaje jamás caerá.

    El regreso de Ishtar ha comenzado… y esta batalla fue solo el inicio.
    ⚔️ BATALLA ÉPICA: THE RETURN OF ISHTAR ⚔️ Rex Ishtar vs Ignia Ishtar Cuando el linaje Ishtar vuelve a reclamar su lugar en el destino, dos voluntades absolutas chocan. No es una lucha por odio… es una batalla por la verdad del poder, el legado y la supremacía del espíritu. 🔷 Rex Ishtar — El Heredero del Acero Celestial Título: El Filo del Juicio Afinidad: Hielo astral y energía arcana Rol: Estratega, duelista supremo 🧬 Habilidades: - Espada del Vacío Azul: canaliza energía gélida capaz de congelar el tiempo por instantes. - Voluntad del Patriarca: su aura aumenta fuerza, defensa y precisión conforme la batalla se alarga. - Ojo del Ishtar Antiguo: analiza y predice los movimientos del enemigo. - Última Postura – Juicio Silente: un corte definitivo que separa cuerpo, alma y voluntad. 🔥 Ignia Ishtar — El Fuego del Renacimiento Título: El Corazón Ardiente del Clan Afinidad: Fuego demoníaco y sangre ancestral Rol: Guerrero ofensivo, destructor imparable 🧬 Habilidades: - Llamas Carmesí del Linaje: fuego vivo que consume energía, carne y espíritu. - Marca del Renacido: mientras su sangre arde, Ignia no puede caer. - Puños del Cataclismo: cada golpe provoca ondas de choque ígneas. - Despertar Infernal: su poder se multiplica al borde de la derrota. 🌌 Lugar del Choque *El Santuario Quebrado de Ishtar* Un antiguo templo flotante entre planos, rodeado de ruinas suspendidas, relámpagos azules y grietas por donde se filtra el fuego del inframundo. El suelo reacciona al poder de ambos, quebrándose con cada impacto. ⚔️ La Batalla: El primer choque sacude los cielos: hielo contra fuego, silencio contra furia. Rex domina el ritmo, congela el espacio y castiga con precisión quirúrgica. Ignia responde con brutalidad, quemando el aire, rompiendo defensas a pura voluntad. Cada segundo eleva el poder del linaje Ishtar. El templo comienza a colapsar. El clan observa desde el destino. El Clan Ishtar no necesita elegir un solo rey. Mientras Rex y Ignia existan, el linaje jamás caerá. 🔥 El regreso de Ishtar ha comenzado… y esta batalla fue solo el inicio. 🔥
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