• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    * El Templo de la Santa.

    El camino hacia el templo del norte es largo y silencioso. Oz avanza con paso firme, la mirada clavada en el horizonte. A su lado, Onix camina sin quejarse, con los ojos atentos y el corazón encendido por la misma llama de venganza que lo impulsa.

    El bosque se abre ante ellos, revelando una estructura majestuosa: el Templo de la Santa de Yue., el aire vibra con una energía antigua, casi sagrada. Pero Oz no se detiene a admirar, el busca respuestas.

    Al llegar a las puertas, dos guardianes Elunai bloquean el paso. Sus armaduras brillan con luz plateada, y sus ojos reflejan desconfianza.

    —No puedes entrar.— Dice uno de ellos, con voz cortante. —Has profanado el templo del oeste. La conexión con Yue se ha perdido. Tu presencia aquí es una amenaza.

    Oz no se inmuta. —Ese templo estaba corrupto —responde con firmeza. —Sacrificaban niños elfos en nombre de los nuevos dioses. No podía permitirlo.

    —¡Mentiras! — Interrumpe el otro guardián. —Tú sellaste tu poder al casarte con Señorita Selin. Era el pacto. Y ahora lo has roto... Has usado tu fuerza para destruir un santuario... Eso es traición.

    Onix da un paso adelante, pero Oz la detiene con un gesto. No necesita que lo defiendan.

    —¿Traición?— Dice, con voz grave. —¿Y qué hay de los niños que encontré en las catacumbas? ¿De los cuerpos mutilados? ¿De los gritos que aún resuenan en mis sueños?

    Los guardianes no responden.

    —Vengo a hablar con la Santa.— Continúa Oz. —Ella crió a Selin. Si hay alguien que puede entender lo que está ocurriendo, es ella. Y quizás… quizás sepa dónde está mi hija.

    Los guardianes se miran entre sí. La tensión se espesa como niebla. Finalmente, uno de ellos habla:

    —La Santa está en meditación. No puede ser interrumpida por alguien que ha roto el pacto.

    Oz aprieta los puños. Su poder palpita bajo la piel, como una tormenta contenida pero no lo desata, no aún.

    —Entonces dile.— Dice, con voz baja pero cortante. —Que Oz, el padre del caos, ha venido. Que busca a su hija. Que ha visto el templo de Yue corrompido. Y que si ella no lo escucha… el caos no se detendrá.

    Los guardianes vacilan. Onix lo observa con admiración silenciosa. Por primera vez, ve en Oz no solo al guerrero, sino al padre. Al hombre que está dispuesto a desafiar dioses por amor.

    Uno de los guardianes se retira hacia el interior del templo. El otro permanece firme, pero ya no habla. Oz no se mueve, solo espera. Porque sabe que si la Santa aún recuerda a Selin… no lo ignorará.


    * El Desafío en el Templo de Yue.

    Oz permanece inmóvil, como una montaña que no puede ser movida. La lluvia golpea las piedras del templo, y los guardianes, aunque saben que enfrentarlo podría traer consecuencias fatales, insisten en que se marche.

    —¡No eres bienvenido aquí!— Grita uno de ellos, con la espada temblando en su mano.

    El rostro de Oz se endurece. Su furia ya no puede contenerse. El poder que había sellado durante años comienza a emanar como un río desbordado. El suelo tiembla, las columnas del templo crujen, y hasta Onix retrocede un paso, nerviosa.

    La niña da un pequeño salto cuando Oz, con voz atronadora, grita: ¡ARCYELLE VELTHARYS! ¡Si alguna vez sentiste amor por Selin, sal de tu escondite!

    El eco de su voz sacude el santuario. Los guardianes, aterrados, levantan sus espadas contra él, aunque saben que es inútil.

    Entonces, una voz clara y solemne atraviesa el estruendo: ¡Detente, Oz! ¡Basta! No eres bienvenido en este templo sagrado. Márchate.

    Es la voz de la Santa, Arcyelle Veltharys.

    Pero Oz ya no escucha razones. Su poder estalla como un trueno. Con un gesto, los guardianes son lanzados por los aires, sus cuerpos golpean las columnas y caen inconscientes. El silencio se rompe solo por el crujido de las piedras y el latido del poder desatado.



    *La Ira del Caos.

    Oz avanza con paso firme, cada movimiento cargado de furia contenida. La Santa lo observa desde el umbral del templo, envuelta en un resplandor lunar. Pero pronto siente algo extraño: el poder de Oz invade el entorno, como una marea oscura que se expande sin límites.

    Su pecho se oprime, la respiración se le corta, es como si el aire mismo se negara a obedecerla. De inmediato, Arcyelle levanta las manos y conjura una barrera luminosa, un muro de energía lunar que debería detener cualquier fuerza profana. El resplandor plateado se extiende frente a ella, sólido y puro.

    Pero Oz no se detiene. Con un solo paso, atraviesa la barrera. No la destruye con violencia, ni la rompe con un golpe. La atraviesa como si la luz no pudiera tocarlo, como si el caos mismo fuera inmune a la pureza de Yue.

    El impacto no daña a Oz, pero revela algo más profundo. La barrera, al intentar contenerlo, expone la verdadera forma de su ira.

    Su cuerpo cambia. El joven de rasgos élficos se expande, su figura se vuelve más grande, más imponente. Sus músculos se tensan, su piel se oscurece, y sus facciones se transforman en algo más salvaje. Sus colmillos asoman, sus orejas puntiagudas se alargan, y su mirada arde con un fuego indomable.

    Oz ya no parece un elfo joven. Ahora es un ser más cercano a un orco, un avatar del caos, un guerrero que ha dejado atrás toda contención.

    Onix retrocede, con los ojos abiertos de par en par. Nunca había visto algo así. Arcyelle siente el peso de su presencia como si el mundo entero se inclinara hacia él. Su voz tiembla, pero aún intenta mantener la calma:

    —Oz… tu ira te consume. Este no es el hombre que Selin amó.

    Oz la mira con una penetrante intensidad, su voz grave resonando como un trueno:

    —No soy el hombre que Selin amó… soy el caos que los dioses despertaron. Y si tú sabes lo que le hicieron… entonces dame las respuestas que busco. Porque en comparación con las atrocidades que cometieron en el templo… mi furia es misericordia.

    El silencio se vuelve insoportable. La Santa siente que el caos ha tomado forma frente a ella, y que cualquier palabra que pronuncie podría decidir el destino de todos los templos de Yue.
    * El Templo de la Santa. El camino hacia el templo del norte es largo y silencioso. Oz avanza con paso firme, la mirada clavada en el horizonte. A su lado, Onix camina sin quejarse, con los ojos atentos y el corazón encendido por la misma llama de venganza que lo impulsa. El bosque se abre ante ellos, revelando una estructura majestuosa: el Templo de la Santa de Yue., el aire vibra con una energía antigua, casi sagrada. Pero Oz no se detiene a admirar, el busca respuestas. Al llegar a las puertas, dos guardianes Elunai bloquean el paso. Sus armaduras brillan con luz plateada, y sus ojos reflejan desconfianza. —No puedes entrar.— Dice uno de ellos, con voz cortante. —Has profanado el templo del oeste. La conexión con Yue se ha perdido. Tu presencia aquí es una amenaza. Oz no se inmuta. —Ese templo estaba corrupto —responde con firmeza. —Sacrificaban niños elfos en nombre de los nuevos dioses. No podía permitirlo. —¡Mentiras! — Interrumpe el otro guardián. —Tú sellaste tu poder al casarte con Señorita Selin. Era el pacto. Y ahora lo has roto... Has usado tu fuerza para destruir un santuario... Eso es traición. Onix da un paso adelante, pero Oz la detiene con un gesto. No necesita que lo defiendan. —¿Traición?— Dice, con voz grave. —¿Y qué hay de los niños que encontré en las catacumbas? ¿De los cuerpos mutilados? ¿De los gritos que aún resuenan en mis sueños? Los guardianes no responden. —Vengo a hablar con la Santa.— Continúa Oz. —Ella crió a Selin. Si hay alguien que puede entender lo que está ocurriendo, es ella. Y quizás… quizás sepa dónde está mi hija. Los guardianes se miran entre sí. La tensión se espesa como niebla. Finalmente, uno de ellos habla: —La Santa está en meditación. No puede ser interrumpida por alguien que ha roto el pacto. Oz aprieta los puños. Su poder palpita bajo la piel, como una tormenta contenida pero no lo desata, no aún. —Entonces dile.— Dice, con voz baja pero cortante. —Que Oz, el padre del caos, ha venido. Que busca a su hija. Que ha visto el templo de Yue corrompido. Y que si ella no lo escucha… el caos no se detendrá. Los guardianes vacilan. Onix lo observa con admiración silenciosa. Por primera vez, ve en Oz no solo al guerrero, sino al padre. Al hombre que está dispuesto a desafiar dioses por amor. Uno de los guardianes se retira hacia el interior del templo. El otro permanece firme, pero ya no habla. Oz no se mueve, solo espera. Porque sabe que si la Santa aún recuerda a Selin… no lo ignorará. * El Desafío en el Templo de Yue. Oz permanece inmóvil, como una montaña que no puede ser movida. La lluvia golpea las piedras del templo, y los guardianes, aunque saben que enfrentarlo podría traer consecuencias fatales, insisten en que se marche. —¡No eres bienvenido aquí!— Grita uno de ellos, con la espada temblando en su mano. El rostro de Oz se endurece. Su furia ya no puede contenerse. El poder que había sellado durante años comienza a emanar como un río desbordado. El suelo tiembla, las columnas del templo crujen, y hasta Onix retrocede un paso, nerviosa. La niña da un pequeño salto cuando Oz, con voz atronadora, grita: ¡ARCYELLE VELTHARYS! ¡Si alguna vez sentiste amor por Selin, sal de tu escondite! El eco de su voz sacude el santuario. Los guardianes, aterrados, levantan sus espadas contra él, aunque saben que es inútil. Entonces, una voz clara y solemne atraviesa el estruendo: ¡Detente, Oz! ¡Basta! No eres bienvenido en este templo sagrado. Márchate. Es la voz de la Santa, Arcyelle Veltharys. Pero Oz ya no escucha razones. Su poder estalla como un trueno. Con un gesto, los guardianes son lanzados por los aires, sus cuerpos golpean las columnas y caen inconscientes. El silencio se rompe solo por el crujido de las piedras y el latido del poder desatado. *La Ira del Caos. Oz avanza con paso firme, cada movimiento cargado de furia contenida. La Santa lo observa desde el umbral del templo, envuelta en un resplandor lunar. Pero pronto siente algo extraño: el poder de Oz invade el entorno, como una marea oscura que se expande sin límites. Su pecho se oprime, la respiración se le corta, es como si el aire mismo se negara a obedecerla. De inmediato, Arcyelle levanta las manos y conjura una barrera luminosa, un muro de energía lunar que debería detener cualquier fuerza profana. El resplandor plateado se extiende frente a ella, sólido y puro. Pero Oz no se detiene. Con un solo paso, atraviesa la barrera. No la destruye con violencia, ni la rompe con un golpe. La atraviesa como si la luz no pudiera tocarlo, como si el caos mismo fuera inmune a la pureza de Yue. El impacto no daña a Oz, pero revela algo más profundo. La barrera, al intentar contenerlo, expone la verdadera forma de su ira. Su cuerpo cambia. El joven de rasgos élficos se expande, su figura se vuelve más grande, más imponente. Sus músculos se tensan, su piel se oscurece, y sus facciones se transforman en algo más salvaje. Sus colmillos asoman, sus orejas puntiagudas se alargan, y su mirada arde con un fuego indomable. Oz ya no parece un elfo joven. Ahora es un ser más cercano a un orco, un avatar del caos, un guerrero que ha dejado atrás toda contención. Onix retrocede, con los ojos abiertos de par en par. Nunca había visto algo así. Arcyelle siente el peso de su presencia como si el mundo entero se inclinara hacia él. Su voz tiembla, pero aún intenta mantener la calma: —Oz… tu ira te consume. Este no es el hombre que Selin amó. Oz la mira con una penetrante intensidad, su voz grave resonando como un trueno: —No soy el hombre que Selin amó… soy el caos que los dioses despertaron. Y si tú sabes lo que le hicieron… entonces dame las respuestas que busco. Porque en comparación con las atrocidades que cometieron en el templo… mi furia es misericordia. El silencio se vuelve insoportable. La Santa siente que el caos ha tomado forma frente a ella, y que cualquier palabra que pronuncie podría decidir el destino de todos los templos de Yue.
    Me encocora
    1
    1 comentario 0 compartidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Relato en Post y comentario de la imagen ๐Ÿฉท

    La noche de la luna nueva

    No había luna.
    No había estrellas.
    El cielo parecía muerto, pero no lo estaba: respiraba. Y esa respiración era mía… o de algo que usaba mi piel como cárcel.

    La sombra había crecido. Ya no era un huésped: era un continente.
    Se alzaba sobre la ciudad como una marea negra que tragaba los edificios, los pensamientos y hasta los rezos que nadie llegó a pronunciar. No eran nubes lo que cubría el firmamento. Era ella.
    Era yo dividida, fragmentada, arrancada de mí misma y convertida en un abismo sin fondo.

    Por fin era libre.
    Completa.
    Saciada del miedo que había devorado en los últimos días.
    Gigante hasta el punto de parecer capaz de cubrir el mundo entero.

    Y entonces… apareció Akane.

    Caminaba sin prisa, sin temor.
    Serena, como si la inmensidad de la sombra fuese sólo un velo más que podía apartar con la yema de los dedos. Su paso hacía un sonido suave, casi inexistente, pero en ese silencio universal resonó como un campanazo sagrado.

    Yo, atrapada en el Jardín de Sombras, sentí una presión en el pecho.
    No podía gritar.
    No podía moverme.
    Sólo podía ver.

    Akane no dijo nada.
    La sombra tampoco.
    Pero se reconocieron: cazadora y cazada, monstruo y espejo, hermana y sacrificio.

    La sombra la agarró.

    Un brazo hecho de tinieblas puras se extendió desde el cielo negro y la envolvió entera.
    La engulló sin violencia, sin prisa, como si absorberla fuera un acto natural, inevitable, antiguo como el origen del Caos.
    Un instante antes de que desapareciera, Akane levantó la mirada.
    Y juro que me vio.
    No a la sombra.
    A mí.

    Luego… llegó la luz.

    Con un beso que aún hoy no se interpretar... Que no sé si fué un sueño o fué real.
    Relato en Post y comentario de la imagen ๐Ÿฉท La noche de la luna nueva No había luna. No había estrellas. El cielo parecía muerto, pero no lo estaba: respiraba. Y esa respiración era mía… o de algo que usaba mi piel como cárcel. La sombra había crecido. Ya no era un huésped: era un continente. Se alzaba sobre la ciudad como una marea negra que tragaba los edificios, los pensamientos y hasta los rezos que nadie llegó a pronunciar. No eran nubes lo que cubría el firmamento. Era ella. Era yo dividida, fragmentada, arrancada de mí misma y convertida en un abismo sin fondo. Por fin era libre. Completa. Saciada del miedo que había devorado en los últimos días. Gigante hasta el punto de parecer capaz de cubrir el mundo entero. Y entonces… apareció Akane. Caminaba sin prisa, sin temor. Serena, como si la inmensidad de la sombra fuese sólo un velo más que podía apartar con la yema de los dedos. Su paso hacía un sonido suave, casi inexistente, pero en ese silencio universal resonó como un campanazo sagrado. Yo, atrapada en el Jardín de Sombras, sentí una presión en el pecho. No podía gritar. No podía moverme. Sólo podía ver. Akane no dijo nada. La sombra tampoco. Pero se reconocieron: cazadora y cazada, monstruo y espejo, hermana y sacrificio. La sombra la agarró. Un brazo hecho de tinieblas puras se extendió desde el cielo negro y la envolvió entera. La engulló sin violencia, sin prisa, como si absorberla fuera un acto natural, inevitable, antiguo como el origen del Caos. Un instante antes de que desapareciera, Akane levantó la mirada. Y juro que me vio. No a la sombra. A mí. Luego… llegó la luz. Con un beso que aún hoy no se interpretar... Que no sé si fué un sueño o fué real.
    Relato en Post y comentario de la imagen ๐Ÿฉท

    La noche de la luna nueva

    No había luna.
    No había estrellas.
    El cielo parecía muerto, pero no lo estaba: respiraba. Y esa respiración era mía… o de algo que usaba mi piel como cárcel.

    La sombra había crecido. Ya no era un huésped: era un continente.
    Se alzaba sobre la ciudad como una marea negra que tragaba los edificios, los pensamientos y hasta los rezos que nadie llegó a pronunciar. No eran nubes lo que cubría el firmamento. Era ella.
    Era yo dividida, fragmentada, arrancada de mí misma y convertida en un abismo sin fondo.

    Por fin era libre.
    Completa.
    Saciada del miedo que había devorado en los últimos días.
    Gigante hasta el punto de parecer capaz de cubrir el mundo entero.

    Y entonces… apareció Akane.

    Caminaba sin prisa, sin temor.
    Serena, como si la inmensidad de la sombra fuese sólo un velo más que podía apartar con la yema de los dedos. Su paso hacía un sonido suave, casi inexistente, pero en ese silencio universal resonó como un campanazo sagrado.

    Yo, atrapada en el Jardín de Sombras, sentí una presión en el pecho.
    No podía gritar.
    No podía moverme.
    Sólo podía ver.

    Akane no dijo nada.
    La sombra tampoco.
    Pero se reconocieron: cazadora y cazada, monstruo y espejo, hermana y sacrificio.

    La sombra la agarró.

    Un brazo hecho de tinieblas puras se extendió desde el cielo negro y la envolvió entera.
    La engulló sin violencia, sin prisa, como si absorberla fuera un acto natural, inevitable, antiguo como el origen del Caos.
    Un instante antes de que desapareciera, Akane levantó la mirada.
    Y juro que me vio.
    No a la sombra.
    A mí.

    Luego… llegó la luz.

    Con un beso que aún hoy no se interpretar... Que no sé si fué un sueño o fué real.
    Me encocora
    Me entristece
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Relato en Post y comentario de la imagen ๐Ÿฉท

    La noche de la luna nueva

    No había luna.
    No había estrellas.
    El cielo parecía muerto, pero no lo estaba: respiraba. Y esa respiración era mía… o de algo que usaba mi piel como cárcel.

    La sombra había crecido. Ya no era un huésped: era un continente.
    Se alzaba sobre la ciudad como una marea negra que tragaba los edificios, los pensamientos y hasta los rezos que nadie llegó a pronunciar. No eran nubes lo que cubría el firmamento. Era ella.
    Era yo dividida, fragmentada, arrancada de mí misma y convertida en un abismo sin fondo.

    Por fin era libre.
    Completa.
    Saciada del miedo que había devorado en los últimos días.
    Gigante hasta el punto de parecer capaz de cubrir el mundo entero.

    Y entonces… apareció Akane.

    Caminaba sin prisa, sin temor.
    Serena, como si la inmensidad de la sombra fuese sólo un velo más que podía apartar con la yema de los dedos. Su paso hacía un sonido suave, casi inexistente, pero en ese silencio universal resonó como un campanazo sagrado.

    Yo, atrapada en el Jardín de Sombras, sentí una presión en el pecho.
    No podía gritar.
    No podía moverme.
    Sólo podía ver.

    Akane no dijo nada.
    La sombra tampoco.
    Pero se reconocieron: cazadora y cazada, monstruo y espejo, hermana y sacrificio.

    La sombra la agarró.

    Un brazo hecho de tinieblas puras se extendió desde el cielo negro y la envolvió entera.
    La engulló sin violencia, sin prisa, como si absorberla fuera un acto natural, inevitable, antiguo como el origen del Caos.
    Un instante antes de que desapareciera, Akane levantó la mirada.
    Y juro que me vio.
    No a la sombra.
    A mí.

    Luego… llegó la luz.

    Con un beso que aún hoy no se interpretar... Que no sé si fué un sueño o fué real.
    Relato en Post y comentario de la imagen ๐Ÿฉท La noche de la luna nueva No había luna. No había estrellas. El cielo parecía muerto, pero no lo estaba: respiraba. Y esa respiración era mía… o de algo que usaba mi piel como cárcel. La sombra había crecido. Ya no era un huésped: era un continente. Se alzaba sobre la ciudad como una marea negra que tragaba los edificios, los pensamientos y hasta los rezos que nadie llegó a pronunciar. No eran nubes lo que cubría el firmamento. Era ella. Era yo dividida, fragmentada, arrancada de mí misma y convertida en un abismo sin fondo. Por fin era libre. Completa. Saciada del miedo que había devorado en los últimos días. Gigante hasta el punto de parecer capaz de cubrir el mundo entero. Y entonces… apareció Akane. Caminaba sin prisa, sin temor. Serena, como si la inmensidad de la sombra fuese sólo un velo más que podía apartar con la yema de los dedos. Su paso hacía un sonido suave, casi inexistente, pero en ese silencio universal resonó como un campanazo sagrado. Yo, atrapada en el Jardín de Sombras, sentí una presión en el pecho. No podía gritar. No podía moverme. Sólo podía ver. Akane no dijo nada. La sombra tampoco. Pero se reconocieron: cazadora y cazada, monstruo y espejo, hermana y sacrificio. La sombra la agarró. Un brazo hecho de tinieblas puras se extendió desde el cielo negro y la envolvió entera. La engulló sin violencia, sin prisa, como si absorberla fuera un acto natural, inevitable, antiguo como el origen del Caos. Un instante antes de que desapareciera, Akane levantó la mirada. Y juro que me vio. No a la sombra. A mí. Luego… llegó la luz. Con un beso que aún hoy no se interpretar... Que no sé si fué un sueño o fué real.
    Me encocora
    Me shockea
    3
    1 comentario 1 compartido
  • -El atardecer pintaba el cielo de tonos rojizos cuando un grupo de adolescentes con actitud altanera rodeó al adulto y pequeño Oso Hormiguero en la plaza. Habían oído rumores de sus madres de un meta-animal hormiguero médico que está trabajando en la salud pública y este las habian atendido. Los adolescentes lo tomaron cómo una oportunidad para burlarse.

    —¿Tú, Hobbit Nerd?. ¿Peleas?. Apenas tienes tamaño para alcanzar la mesa de un bar. —Rió uno de ellos, cruzando los brazos al retirarse la chaqueta que traía.

    El Vermilinguo, sin perder su calma, se quitó lentamente su camisa, sacudiéndola con una mano antes de colgarla sobre su bolso. Al hacerlo, todos se quedaron en silencio.

    Lo que observaron fijamente. A pesar de su baja estatura y su porte educado, el médico tenía su cuerpo cubierto de pelaje celeste cómo su rostro, sus brazos levemente endurecidos y largas garras filudas debido a su raza, la postura relajada, pero firme, transmitían algo que los adolescentes no esperaban: seguridad, determinación, seriedad e intimidación.

    —Por favor, les pido que no me molesten... Si quieren pelear… Está bien. Pero lo van a lamentar, bravucones descerebrados. —dijo, el Hormiguero con un brillo firme en los ojos, cierra su mano en puño dándo un puñetazo al líder de los bravucones, luego toma uno de sus bolígrafos y cuál cuchillo lo entierra brutalmente en el dorso de la mano del adolescente líder del grupo. Su expresión no era molesta sino fría, seria y carente de emoción.

    Uno de los adolescentes dio un paso atrás sin pensarlo. Otro tragó saliva. El líder de grupo pide a gritos que se detenga que el Hormiguero retira el bolígrafo con violencia y con un movimiento adrede para que se produzca hemorragía debido a sus conocimientos médicos. Le quita el jockey a uno de los jóvenes de la banda, colocandoselo en su propia cabeza adoptando una postura de adolescente rebelde a modo de burla haciendo que los bravucones escapen intimidados.-

    Hiro
    -El atardecer pintaba el cielo de tonos rojizos cuando un grupo de adolescentes con actitud altanera rodeó al adulto y pequeño Oso Hormiguero en la plaza. Habían oído rumores de sus madres de un meta-animal hormiguero médico que está trabajando en la salud pública y este las habian atendido. Los adolescentes lo tomaron cómo una oportunidad para burlarse. —¿Tú, Hobbit Nerd?. ¿Peleas?. Apenas tienes tamaño para alcanzar la mesa de un bar. —Rió uno de ellos, cruzando los brazos al retirarse la chaqueta que traía. El Vermilinguo, sin perder su calma, se quitó lentamente su camisa, sacudiéndola con una mano antes de colgarla sobre su bolso. Al hacerlo, todos se quedaron en silencio. Lo que observaron fijamente. A pesar de su baja estatura y su porte educado, el médico tenía su cuerpo cubierto de pelaje celeste cómo su rostro, sus brazos levemente endurecidos y largas garras filudas debido a su raza, la postura relajada, pero firme, transmitían algo que los adolescentes no esperaban: seguridad, determinación, seriedad e intimidación. —Por favor, les pido que no me molesten... Si quieren pelear… Está bien. Pero lo van a lamentar, bravucones descerebrados. —dijo, el Hormiguero con un brillo firme en los ojos, cierra su mano en puño dándo un puñetazo al líder de los bravucones, luego toma uno de sus bolígrafos y cuál cuchillo lo entierra brutalmente en el dorso de la mano del adolescente líder del grupo. Su expresión no era molesta sino fría, seria y carente de emoción. Uno de los adolescentes dio un paso atrás sin pensarlo. Otro tragó saliva. El líder de grupo pide a gritos que se detenga que el Hormiguero retira el bolígrafo con violencia y con un movimiento adrede para que se produzca hemorragía debido a sus conocimientos médicos. Le quita el jockey a uno de los jóvenes de la banda, colocandoselo en su propia cabeza adoptando una postura de adolescente rebelde a modo de burla haciendo que los bravucones escapen intimidados.- [Hiritox3]
    Me enjaja
    2
    1 turno 0 maullidos
  • -la orden a Sido cuidarlos mientras duerme pero jamás que no se moviera de dónde estaba. Transformado en can tomo con cuidado a koto, ron y jaken recostandolos sobre su lomo para mantenerlos cuidados.
    Cuando se aseguro que no se caerían por más que se moviera se puso de pie pegando la nariz al piso en busca de lo primero que se le cruce en el camino y le de la atención que merece un lord como el. Para su suerte o desgracia no tardó en toparse con un humano pero no reaccionó con violencia se sentó olfateando al costal de carne ante el buscando sus intenciones -
    -la orden a Sido cuidarlos mientras duerme pero jamás que no se moviera de dónde estaba. Transformado en can tomo con cuidado a koto, ron y jaken recostandolos sobre su lomo para mantenerlos cuidados. Cuando se aseguro que no se caerían por más que se moviera se puso de pie pegando la nariz al piso en busca de lo primero que se le cruce en el camino y le de la atención que merece un lord como el. Para su suerte o desgracia no tardó en toparse con un humano pero no reaccionó con violencia se sentó olfateando al costal de carne ante el buscando sus intenciones -
    Me gusta
    Me encocora
    3
    6 turnos 0 maullidos
  • Al fin alguien que entiende. Si no se hace nada el ciclo de odio suma y sigue la violencia. Pero, si matas a todo el mundo, la violencia y el racismo se acaban.
    Al fin alguien que entiende. Si no se hace nada el ciclo de odio suma y sigue la violencia. Pero, si matas a todo el mundo, la violencia y el racismo se acaban.
    Me gusta
    Me enjaja
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Si hay algo que no tolero, es a mi hermano mayor metiéndose con mis asuntos. Sobre todo porque él tiene ese modo de solucionar todo con dinero y no con violencia. (como yo)
    Si hay algo que no tolero, es a mi hermano mayor metiéndose con mis asuntos. Sobre todo porque él tiene ese modo de solucionar todo con dinero y no con violencia. (como yo)
    Me gusta
    Me endiabla
    Me shockea
    Me encocora
    Me enjaja
    10
    5 turnos 0 maullidos
  • — Ya se la saben mi gente, carteras, mochilas y celulares. ¿? Ay eso no era. Huele ese lunes con L de La vioLencia , cuidado que vengo bien toreado. ¿? — Kyo odia los lunes que no son quincena.
    — Ya se la saben mi gente, carteras, mochilas y celulares. ¿? Ay eso no era. Huele ese lunes con L de La vioLencia , cuidado que vengo bien toreado. ¿? — Kyo odia los lunes que no son quincena.
    Me enjaja
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Su papá estaba obsesionado con el futuro de su hijo, quería vivir lo que no pudo a través de él. Le impuso reglas cruciales, crueles y sin mucho sentido, lo privó de la libertad de elegir su camino, estaba seguro que su hijo sería la próxima estrella del futbol americano por su altura y la sangre en sus venas.

    Pero Iksuki nunca disfruto esa violencia deportiva, jamás encontro satisfacción. Su padre no lo entendía y su madre, una voz silenciosa, nunca fue en contra de los deseos de su marido.

    Hasta aquel día en que Iksuki se declaro abiertamente homosexual ante sus padres, presentando a su novio (él con entonces 19 años de edad y su pareja con 32 años) uno del cual se arrepintió toda su vida.

    Azotado por una relación tóxica y narcisista quiso suicidarse. Llamado la vergüenza de la familia por su padre, sin embargo, su tía fue la única que se puso del lado de él. No solo lo impulso a seguir sus deseos, lo ayudo a encontrarse en la penumbra.

    Hoy, esta agradecido con esas lecciones de vida, con su tía y con su mayor inspiración: su viejo amigo, el único que no le importo los gustos que tenía.
    Su papá estaba obsesionado con el futuro de su hijo, quería vivir lo que no pudo a través de él. Le impuso reglas cruciales, crueles y sin mucho sentido, lo privó de la libertad de elegir su camino, estaba seguro que su hijo sería la próxima estrella del futbol americano por su altura y la sangre en sus venas. Pero Iksuki nunca disfruto esa violencia deportiva, jamás encontro satisfacción. Su padre no lo entendía y su madre, una voz silenciosa, nunca fue en contra de los deseos de su marido. Hasta aquel día en que Iksuki se declaro abiertamente homosexual ante sus padres, presentando a su novio (él con entonces 19 años de edad y su pareja con 32 años) uno del cual se arrepintió toda su vida. Azotado por una relación tóxica y narcisista quiso suicidarse. Llamado la vergüenza de la familia por su padre, sin embargo, su tía fue la única que se puso del lado de él. No solo lo impulso a seguir sus deseos, lo ayudo a encontrarse en la penumbra. Hoy, esta agradecido con esas lecciones de vida, con su tía y con su mayor inspiración: su viejo amigo, el único que no le importo los gustos que tenía.
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • โ”โ”โ” ๐‰๐ฎ๐ž๐ ๐จ ๐๐ž ๐‚๐š๐ณ๐š โ”โ”โ”
    Fandom Elder Scrolls / Crossover / OC
    Categorรญa Terror
    Todo comienza con un espasmo interior, un estremecimiento que parece partir desde el alma.

    Los músculos tiemblan, los huesos crujen. El cuerpo del humano empieza a contorsionarse como si algo dentro intentara desgarrar su prisión de carne. Las venas se hinchan, las articulaciones se dislocan, el rostro se tensa hasta lo indecible.

    Un aullido sofocado escapa entre dientes apretados… pero no es un grito humano.

    Entonces, la piel comienza a rasgarse desde adentro. Literalmente se desprende como una capa muerta, desgarrada por garras que emergen bajo ella. No es un cambio suave —la carne humana se abre para revelar al lobo que estaba atrapado dentro—. Del interior brotan músculos nuevos, pelaje negro que se propaga como una enfermedad viva, y garras que rompen los dedos humanos, sustituyéndolos por extremidades animales y brutales. La mandíbula se desloca y alarga; los dientes se multiplican, el cráneo cambia de forma. Los ojos, antes humanos, se inundan de una furia dorada, brillante y salvaje.

    Cuando el proceso termina, el cuerpo humano ha desaparecido bajo una criatura enorme, encorvada, de poder descomunal, mitad bestia mitad pesadilla.
    Su respiración es un rugido constante; el suelo tiembla con sus movimientos. Ya no hay razón ni control, solo instinto.

    El tono es vacío y maldito. La transformación no tiene belleza, solo sufrimiento y violencia pura.
    No hay transición heroica ni glorificación del poder: es una condena, un desgarro entre cuerpo y alma, una transfiguración forzada por la luna y la maldición.
    En ese instante, el hombre deja de existir, y lo que queda es la representación viva de la furia y el dolor.

    โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”“
    ๐‘ณ๐’๐’” ๐’๐’Š๐’„๐’‚๐’๐’•๐’“๐’๐’‘๐’๐’” ๐’”๐’†๐’“๐’‚๐’ ๐’„๐’‚๐’›๐’‚๐’…๐’๐’“๐’†๐’”,
    ๐’†๐’ ๐’“๐’†๐’”๐’•๐’ ๐’”๐’†๐’“๐’‚๐’ ๐’”๐’–๐’” ๐’‘๐’“๐’†๐’”๐’‚๐’”.
    ๐‘ป๐’๐’…๐’‚ ๐’ƒ๐’†๐’”๐’•๐’Š๐’‚ ๐’’๐’–๐’† ๐’”๐’† ๐’๐’Š๐’†๐’ˆ๐’–๐’† ๐’‚ ๐’‘๐’‚๐’“๐’•๐’Š๐’„๐’Š๐’‘๐’‚๐’“,
    ๐’”๐’–๐’‡๐’“๐’Š๐’“๐’‚ ๐’–๐’ ๐’‰๐’‚๐’Ž๐’ƒ๐’“๐’† ๐’—๐’๐’“๐’‚๐’›.
    ๐‘บ๐’†๐’“๐’‚๐’ ๐’‰๐’๐’๐’“๐’“๐’‚๐’…๐’๐’” ๐’’๐’–๐’Š๐’†๐’๐’†๐’” ๐’Ž๐’Š๐’” ๐’‘๐’†๐’“๐’“๐’๐’” ๐’๐’๐’ˆ๐’“๐’†๐’ ๐’…๐’†๐’“๐’“๐’๐’•๐’‚๐’“,
    ๐’†๐’๐’‡๐’“๐’†๐’๐’•๐’‚๐’๐’…๐’๐’Ž๐’† ๐’‚ ๐’Ž๐’Š, ๐’†๐’ ๐‘ท๐’“๐’Š๐’๐’„๐’Š๐’‘๐’† ๐‘ฏ๐’Š๐’“๐’„๐’Š๐’๐’†.
    ¡๐‘ซ๐’๐’š ๐’„๐’๐’Ž๐’Š๐’†๐’๐’›๐’ ๐’‚ ๐’Ž๐’Š ๐‘ฑ๐’–๐’†๐’ˆ๐’ ๐’…๐’† ๐‘ช๐’‚๐’›๐’‚,
    ๐’†๐’ ๐’„๐’–๐’‚๐’ ๐’„๐’๐’๐’„๐’๐’–๐’Š๐’“๐’‚ ๐’„๐’–๐’‚๐’๐’…๐’ ๐’๐’๐’” ๐’„๐’Š๐’†๐’๐’๐’” ๐’—๐’–๐’†๐’๐’—๐’‚๐’ ๐’‚ ๐’๐’‚ ๐’๐’๐’“๐’Ž๐’‚๐’๐’Š๐’…๐’‚๐’…!
    โ”—โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”›

    — "๐——๐—ผ๐˜† ๐—ฐ๐—ผ๐—บ๐—ถ๐—ฒ๐—ป๐˜‡๐—ผ ๐—ฎ ๐—บ๐—ถ ๐—๐˜‚๐—ฒ๐—ด๐—ผ ๐—ฑ๐—ฒ ๐—–๐—ฎ๐˜‡๐—ฎ" — La voz del anfitrión sigue resonando en la mente de todos, como un eco imposible. — "๐—–๐˜‚๐—ฎ๐—ป๐—ฑ๐—ผ ๐—น๐—ผ๐˜€ ๐—ฐ๐—ถ๐—ฒ๐—น๐—ผ๐˜€ ๐˜ƒ๐˜‚๐—ฒ๐—น๐˜ƒ๐—ฎ๐—ป ๐—ฎ ๐—น๐—ฎ ๐—ป๐—ผ๐—ฟ๐—บ๐—ฎ๐—น๐—ถ๐—ฑ๐—ฎ๐—ฑ". — La noche los espanta, cubriéndose de neblina espesa y una fuerte tonalidad verde fantasmal proveniente de la luna.

    El inicio del juego transforma el entorno en un teatro de locura. Los bosques se llenan de susurros y respiraciones, el aire se vuelve más denso, húmedo y con olor a hierro. Los aullidos se mezclan con gritos humanos. Se pueden distinguir movimientos veloces y colmillos brillando entre sombras.


    Los ๐—ฐ๐—ฎ๐˜‡๐—ฎ๐—ฑ๐—ผ๐—ฟ๐—ฒ๐˜€ sienten algo extraño dentro de sí. El aire pesa, la tierra vibra bajos sus pies y sus cuerpos ya no les obedecen. No entienden si están siendo castigados, poseídos o si están muriendo. Intentan resistirlo, atándose a árboles o clavando las manos al suelo para no moverse y otros sucumben a sus nuevos instintos.

    La voz teatral en la cabeza de las ๐—ฝ๐—ฟ๐—ฒ๐˜€๐—ฎ๐˜€ rompe toda lógica natural; en la Edad Media, eso sería un suceso aterrador, considerado demoníaco o divino. Algunos se arrodillan, rezan, o se golpean el pecho convencidos de que los Dioses los están castigando o que el fin ha llegado. Otros gritan, lloran o huyen sin rumbo. La adrenalina toma el control. Algunos se ríen, no lo creen o piensan que han enloquecido.
    Una vez la caza empieza, el pánico se convierte en supervivencia o desesperación.
    Los más pragmáticos buscan refugio, armas o ventaja de alguna forma. Los seguidores del Príncipe de la Caza interpretan todo como una prueba, participando sin pensarlo mucho. Algunos protectores de los débiles comienzan a formar grupos para defender a la gente. Hay quienes se resignan entregándose a los licántropos, aceptando su destino.


    [ ๐„๐ฌ๐ญ๐ž ๐ซ๐จ๐ฅ ๐ง๐จ ๐ญ๐ข๐ž๐ง๐ž ๐ช๐ฎ๐ž ๐ง๐ž๐œ๐ž๐ฌ๐š๐ซ๐ข๐š๐ฆ๐ž๐ง๐ญ๐ž ๐š๐Ÿ๐ž๐œ๐ญ๐š๐ซ ๐ž๐ฅ ๐œ๐š๐ง๐จ๐ง ๐๐ž ๐ญ๐ฎ ๐ฉ๐ž๐ซ๐ฌ๐จ๐ง๐š๐ฃ๐ž, ¡๐ญ๐จ๐๐จ๐ฌ ๐ž๐ฌ๐ญ๐š๐ง ๐ข๐ง๐ฏ๐ข๐ญ๐š๐๐จ๐ฌ ๐š ๐ฌ๐ž๐ซ ๐œ๐š๐ณ๐š๐๐จ๐ซ๐ž๐ฌ ๐จ ๐ฉ๐ซ๐ž๐ฌ๐š๐ฌ! ๐๐ฎ๐ž๐๐ž๐ฌ ๐ซ๐ž๐ฏ๐ž๐ซ๐ฌ๐ข๐จ๐ง๐š๐ซ ๐ญ๐ฎ ๐ฉ๐ž๐ซ๐ฌ๐จ๐ง๐š๐ฃ๐ž ๐ฉ๐š๐ซ๐š ๐ž๐ง๐œ๐š๐ฃ๐š๐ซ ๐œ๐จ๐ง ๐ฅ๐š ๐ž๐ซ๐š/๐ฎ๐ง๐ข๐ฏ๐ž๐ซ๐ฌ๐จ ๐ž๐ง ๐ฅ๐š ๐ช๐ฎ๐ž ๐ฌ๐ž ๐›๐š๐ฌ๐š ๐ž๐ฌ๐ญ๐ž ๐ซ๐จ๐ฅ (Skyrim) ๐จ ๐ง๐จ, ๐ž๐ฌ๐จ ๐ฅ๐จ ๐ž๐ฅ๐ข๐ ๐ž๐ฌ ๐ญ๐ฎ. ¡๐…๐ž๐ฅ๐ข๐ณ ๐‡๐š๐ฅ๐ฅ๐จ๐ฐ๐ž๐ž๐ง! ]
    Todo comienza con un espasmo interior, un estremecimiento que parece partir desde el alma. Los músculos tiemblan, los huesos crujen. El cuerpo del humano empieza a contorsionarse como si algo dentro intentara desgarrar su prisión de carne. Las venas se hinchan, las articulaciones se dislocan, el rostro se tensa hasta lo indecible. Un aullido sofocado escapa entre dientes apretados… pero no es un grito humano. Entonces, la piel comienza a rasgarse desde adentro. Literalmente se desprende como una capa muerta, desgarrada por garras que emergen bajo ella. No es un cambio suave —la carne humana se abre para revelar al lobo que estaba atrapado dentro—. Del interior brotan músculos nuevos, pelaje negro que se propaga como una enfermedad viva, y garras que rompen los dedos humanos, sustituyéndolos por extremidades animales y brutales. La mandíbula se desloca y alarga; los dientes se multiplican, el cráneo cambia de forma. Los ojos, antes humanos, se inundan de una furia dorada, brillante y salvaje. Cuando el proceso termina, el cuerpo humano ha desaparecido bajo una criatura enorme, encorvada, de poder descomunal, mitad bestia mitad pesadilla. Su respiración es un rugido constante; el suelo tiembla con sus movimientos. Ya no hay razón ni control, solo instinto. El tono es vacío y maldito. La transformación no tiene belleza, solo sufrimiento y violencia pura. No hay transición heroica ni glorificación del poder: es una condena, un desgarro entre cuerpo y alma, una transfiguración forzada por la luna y la maldición. En ese instante, el hombre deja de existir, y lo que queda es la representación viva de la furia y el dolor. โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”“ ๐‘ณ๐’๐’” ๐’๐’Š๐’„๐’‚๐’๐’•๐’“๐’๐’‘๐’๐’” ๐’”๐’†๐’“๐’‚๐’ ๐’„๐’‚๐’›๐’‚๐’…๐’๐’“๐’†๐’”, ๐’†๐’ ๐’“๐’†๐’”๐’•๐’ ๐’”๐’†๐’“๐’‚๐’ ๐’”๐’–๐’” ๐’‘๐’“๐’†๐’”๐’‚๐’”. ๐‘ป๐’๐’…๐’‚ ๐’ƒ๐’†๐’”๐’•๐’Š๐’‚ ๐’’๐’–๐’† ๐’”๐’† ๐’๐’Š๐’†๐’ˆ๐’–๐’† ๐’‚ ๐’‘๐’‚๐’“๐’•๐’Š๐’„๐’Š๐’‘๐’‚๐’“, ๐’”๐’–๐’‡๐’“๐’Š๐’“๐’‚ ๐’–๐’ ๐’‰๐’‚๐’Ž๐’ƒ๐’“๐’† ๐’—๐’๐’“๐’‚๐’›. ๐‘บ๐’†๐’“๐’‚๐’ ๐’‰๐’๐’๐’“๐’“๐’‚๐’…๐’๐’” ๐’’๐’–๐’Š๐’†๐’๐’†๐’” ๐’Ž๐’Š๐’” ๐’‘๐’†๐’“๐’“๐’๐’” ๐’๐’๐’ˆ๐’“๐’†๐’ ๐’…๐’†๐’“๐’“๐’๐’•๐’‚๐’“, ๐’†๐’๐’‡๐’“๐’†๐’๐’•๐’‚๐’๐’…๐’๐’Ž๐’† ๐’‚ ๐’Ž๐’Š, ๐’†๐’ ๐‘ท๐’“๐’Š๐’๐’„๐’Š๐’‘๐’† ๐‘ฏ๐’Š๐’“๐’„๐’Š๐’๐’†. ¡๐‘ซ๐’๐’š ๐’„๐’๐’Ž๐’Š๐’†๐’๐’›๐’ ๐’‚ ๐’Ž๐’Š ๐‘ฑ๐’–๐’†๐’ˆ๐’ ๐’…๐’† ๐‘ช๐’‚๐’›๐’‚, ๐’†๐’ ๐’„๐’–๐’‚๐’ ๐’„๐’๐’๐’„๐’๐’–๐’Š๐’“๐’‚ ๐’„๐’–๐’‚๐’๐’…๐’ ๐’๐’๐’” ๐’„๐’Š๐’†๐’๐’๐’” ๐’—๐’–๐’†๐’๐’—๐’‚๐’ ๐’‚ ๐’๐’‚ ๐’๐’๐’“๐’Ž๐’‚๐’๐’Š๐’…๐’‚๐’…! โ”—โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”› — "๐——๐—ผ๐˜† ๐—ฐ๐—ผ๐—บ๐—ถ๐—ฒ๐—ป๐˜‡๐—ผ ๐—ฎ ๐—บ๐—ถ ๐—๐˜‚๐—ฒ๐—ด๐—ผ ๐—ฑ๐—ฒ ๐—–๐—ฎ๐˜‡๐—ฎ" — La voz del anfitrión sigue resonando en la mente de todos, como un eco imposible. — "๐—–๐˜‚๐—ฎ๐—ป๐—ฑ๐—ผ ๐—น๐—ผ๐˜€ ๐—ฐ๐—ถ๐—ฒ๐—น๐—ผ๐˜€ ๐˜ƒ๐˜‚๐—ฒ๐—น๐˜ƒ๐—ฎ๐—ป ๐—ฎ ๐—น๐—ฎ ๐—ป๐—ผ๐—ฟ๐—บ๐—ฎ๐—น๐—ถ๐—ฑ๐—ฎ๐—ฑ". — La noche los espanta, cubriéndose de neblina espesa y una fuerte tonalidad verde fantasmal proveniente de la luna. El inicio del juego transforma el entorno en un teatro de locura. Los bosques se llenan de susurros y respiraciones, el aire se vuelve más denso, húmedo y con olor a hierro. Los aullidos se mezclan con gritos humanos. Se pueden distinguir movimientos veloces y colmillos brillando entre sombras. Los ๐—ฐ๐—ฎ๐˜‡๐—ฎ๐—ฑ๐—ผ๐—ฟ๐—ฒ๐˜€ sienten algo extraño dentro de sí. El aire pesa, la tierra vibra bajos sus pies y sus cuerpos ya no les obedecen. No entienden si están siendo castigados, poseídos o si están muriendo. Intentan resistirlo, atándose a árboles o clavando las manos al suelo para no moverse y otros sucumben a sus nuevos instintos. La voz teatral en la cabeza de las ๐—ฝ๐—ฟ๐—ฒ๐˜€๐—ฎ๐˜€ rompe toda lógica natural; en la Edad Media, eso sería un suceso aterrador, considerado demoníaco o divino. Algunos se arrodillan, rezan, o se golpean el pecho convencidos de que los Dioses los están castigando o que el fin ha llegado. Otros gritan, lloran o huyen sin rumbo. La adrenalina toma el control. Algunos se ríen, no lo creen o piensan que han enloquecido. Una vez la caza empieza, el pánico se convierte en supervivencia o desesperación. Los más pragmáticos buscan refugio, armas o ventaja de alguna forma. Los seguidores del Príncipe de la Caza interpretan todo como una prueba, participando sin pensarlo mucho. Algunos protectores de los débiles comienzan a formar grupos para defender a la gente. Hay quienes se resignan entregándose a los licántropos, aceptando su destino. [ ๐„๐ฌ๐ญ๐ž ๐ซ๐จ๐ฅ ๐ง๐จ ๐ญ๐ข๐ž๐ง๐ž ๐ช๐ฎ๐ž ๐ง๐ž๐œ๐ž๐ฌ๐š๐ซ๐ข๐š๐ฆ๐ž๐ง๐ญ๐ž ๐š๐Ÿ๐ž๐œ๐ญ๐š๐ซ ๐ž๐ฅ ๐œ๐š๐ง๐จ๐ง ๐๐ž ๐ญ๐ฎ ๐ฉ๐ž๐ซ๐ฌ๐จ๐ง๐š๐ฃ๐ž, ¡๐ญ๐จ๐๐จ๐ฌ ๐ž๐ฌ๐ญ๐š๐ง ๐ข๐ง๐ฏ๐ข๐ญ๐š๐๐จ๐ฌ ๐š ๐ฌ๐ž๐ซ ๐œ๐š๐ณ๐š๐๐จ๐ซ๐ž๐ฌ ๐จ ๐ฉ๐ซ๐ž๐ฌ๐š๐ฌ! ๐๐ฎ๐ž๐๐ž๐ฌ ๐ซ๐ž๐ฏ๐ž๐ซ๐ฌ๐ข๐จ๐ง๐š๐ซ ๐ญ๐ฎ ๐ฉ๐ž๐ซ๐ฌ๐จ๐ง๐š๐ฃ๐ž ๐ฉ๐š๐ซ๐š ๐ž๐ง๐œ๐š๐ฃ๐š๐ซ ๐œ๐จ๐ง ๐ฅ๐š ๐ž๐ซ๐š/๐ฎ๐ง๐ข๐ฏ๐ž๐ซ๐ฌ๐จ ๐ž๐ง ๐ฅ๐š ๐ช๐ฎ๐ž ๐ฌ๐ž ๐›๐š๐ฌ๐š ๐ž๐ฌ๐ญ๐ž ๐ซ๐จ๐ฅ (Skyrim) ๐จ ๐ง๐จ, ๐ž๐ฌ๐จ ๐ฅ๐จ ๐ž๐ฅ๐ข๐ ๐ž๐ฌ ๐ญ๐ฎ. ๐ŸŽƒ ¡๐…๐ž๐ฅ๐ข๐ณ ๐‡๐š๐ฅ๐ฅ๐จ๐ฐ๐ž๐ž๐ง! ๐ŸŽƒ ]
    Tipo
    Grupal
    Lรญneas
    Cualquier lรญnea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    6
    78 turnos 3 maullidos
Ver mรกs resultados
Patrocinados