• Porque es preciso brindar... por un año más de locuras, peligro y diversion.
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  • Es tan aburrido cuando todo toma su rumbo; sin emoción, sin gritos y suplicas o alguno que otro manjar que le de diversion a su vida.
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  • Cual version prefieren mas ? mi version humana o la normal?
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  • Mientras contemplaba la máscara arrugada entre sus dedos, el silencio se fusionaba con el distante murmullo de la ciudad. Mark sostenía aquella pieza desgastada de su uniforme con suavidad, como si la prenda llevase todo el peso de lo que había vivido. Finalmente, suspiró.

    —"Universos paralelos... qué mierda." —pensó, con una mezcla de resignación y desdén.

    —"¿En serio fue tan sencillo para ellos? Tomar el camino fácil, conquistar la Tierra y mandar sus vidas anteriores al carajo. —Su lengua chasqueó con un leve sonido de frustración mientras su mirada se perdía por unos breves instantes.

    Cerró los ojos y se inclinó hacia delante, dejando descansar los codos en sus rodillas mientras ocultaba el rostro entre sus antebrazos. Fragmentos de recuerdos invadieron su mente: deteniéndose a sí mismo en una versión alterna que arrasaba una prisión y juró hacerle la vida miserable; él mismo con un Velo ensangrentado, enfrentando y destruyendo superhéroes que luchaban por defender la Tierra. Pero entre esos pensamientos, una imagen se alzó más perturbadora que todas: una versión suya devorando los restos de otros Marks en una dimensión desierta. Levantó su rostro por unos segundos y parpadeó varias veces, volviendo a la realidad, pero sin dejar de hacerse preguntas.

    —¿Qué soy yo, entonces? —se cuestionó, mientras se puso a observar su reflejo distorsionado en los lentes de su mascara.

    —"¿Y si todos estamos destinados a convertirnos en algo así? ¿Y si yo también...?" —No terminó su pensamiento. Se detuvo apenas un momento para ordenar el caos en su mente. Cerró los ojos nuevamente, respiró profundo, y los abrió con una mirada distinta. Era más firme, más decidida; la chispa de vida había regresado con intensidad.

    —Puta madre, claro que no soy como ellos. —se colocó la máscara y se levantó. Su postura era sólida, fuerte, imperturbable.

    —No importa cuántas versiones de mí hayan perdido el rumbo. Esa no es mi historia. Si ellas no sobrevivieron y yo sí, es porque yo soy...

    Invencible.
    Mientras contemplaba la máscara arrugada entre sus dedos, el silencio se fusionaba con el distante murmullo de la ciudad. Mark sostenía aquella pieza desgastada de su uniforme con suavidad, como si la prenda llevase todo el peso de lo que había vivido. Finalmente, suspiró. —"Universos paralelos... qué mierda." —pensó, con una mezcla de resignación y desdén. —"¿En serio fue tan sencillo para ellos? Tomar el camino fácil, conquistar la Tierra y mandar sus vidas anteriores al carajo. —Su lengua chasqueó con un leve sonido de frustración mientras su mirada se perdía por unos breves instantes. Cerró los ojos y se inclinó hacia delante, dejando descansar los codos en sus rodillas mientras ocultaba el rostro entre sus antebrazos. Fragmentos de recuerdos invadieron su mente: deteniéndose a sí mismo en una versión alterna que arrasaba una prisión y juró hacerle la vida miserable; él mismo con un Velo ensangrentado, enfrentando y destruyendo superhéroes que luchaban por defender la Tierra. Pero entre esos pensamientos, una imagen se alzó más perturbadora que todas: una versión suya devorando los restos de otros Marks en una dimensión desierta. Levantó su rostro por unos segundos y parpadeó varias veces, volviendo a la realidad, pero sin dejar de hacerse preguntas. —¿Qué soy yo, entonces? —se cuestionó, mientras se puso a observar su reflejo distorsionado en los lentes de su mascara. —"¿Y si todos estamos destinados a convertirnos en algo así? ¿Y si yo también...?" —No terminó su pensamiento. Se detuvo apenas un momento para ordenar el caos en su mente. Cerró los ojos nuevamente, respiró profundo, y los abrió con una mirada distinta. Era más firme, más decidida; la chispa de vida había regresado con intensidad. —Puta madre, claro que no soy como ellos. —se colocó la máscara y se levantó. Su postura era sólida, fuerte, imperturbable. —No importa cuántas versiones de mí hayan perdido el rumbo. Esa no es mi historia. Si ellas no sobrevivieron y yo sí, es porque yo soy... Invencible.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    Por el momento nuestro fandom en FicRol cuenta con bastantes personajes; más que nada versiones alternas de Invencible; incluyendo la versión primera.

    Shiesty Mark : Una variante de Mark bastante ruda, impulsiva y con muchas ganas de destrozar cráneos con sus puños. (inactivo)

    Siniester Mark : La versión más siniestra de nuestro querido Mark, valga la redundancia. (inactivo)

    𝙂𝙤𝙜𝙜𝙡𝙚𝙡𝙚𝙨𝙨 𝙈𝙖𝙧𝙠 : El loquito del barrio. (?)
    La versión más psicópata y sedienta de sangre de Invencible. (activo, a medias)

    @Invencible_Prime: La versión principal. El más amable, empática y altruista. (activo)

    ¿Quién más se unirá a nuestro fandom todo hermoso? Esperemos a ver que sucede. c:
    Por el momento nuestro fandom en FicRol cuenta con bastantes personajes; más que nada versiones alternas de Invencible; incluyendo la versión primera. [illusion_maroon_spider_627] : Una variante de Mark bastante ruda, impulsiva y con muchas ganas de destrozar cráneos con sus puños. (inactivo) [ripple_green_whale_824] : La versión más siniestra de nuestro querido Mark, valga la redundancia. (inactivo) [InvencibleGoggleless_17] : El loquito del barrio. (?) La versión más psicópata y sedienta de sangre de Invencible. (activo, a medias) @Invencible_Prime: La versión principal. El más amable, empática y altruista. (activo) ¿Quién más se unirá a nuestro fandom todo hermoso? Esperemos a ver que sucede. c:
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  • ¿Ya ves? Por esto no me gusta usar mi forma humana.
    Ya cierra la boca, que hasta se te sale la saliva! Ew ew ew!
    Ya! Que me regreso a mi version feral.
    ¿Ya ves? Por esto no me gusta usar mi forma humana. Ya cierra la boca, que hasta se te sale la saliva! Ew ew ew! Ya! Que me regreso a mi version feral.
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  • Shiesty Mark
    Siniester Mark
    Mark Grayson™

    —¡Los amo... de verdad los amo, Marks! —soltando una lágrima. —¡Somos cuatro! ¡Nos faltan veinte versiones más! (???)
    [illusion_maroon_spider_627] [ripple_green_whale_824] [Invencible_Prime] —¡Los amo... de verdad los amo, Marks! —soltando una lágrima. —¡Somos cuatro! ¡Nos faltan veinte versiones más! (???)
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    BATALLA DE LOS ABISMOS: Hades vs Alucard

    Título: "El Trono del Inframundo contra el Monstruo que no Puede Morir"

    Campo de batalla:
    Un valle eterno entre la vida y la muerte. A un lado, el trono del Inframundo de Hades. Al otro, una ciudad desolada teñida de rojo por la sangre, reino del vampiro inmortal. La luna está negra. El tiempo, detenido.

    Hades – El Rey del Inframundo
    Se sienta sobre un trono de huesos con su bidente en mano, su presencia es tan pesada que dobla la voluntad de los mortales. No solo es un dios, sino el regente del silencio eterno. Cada uno de sus movimientos está impregnado de gravedad divina. Su técnica, "Desmos", conecta su alma al mundo y a su oponente: si él sufre, tú también. Su bidente no corta carne… corta la existencia.

    Habilidades destacadas:

    🜁 Desmos – El Vínculo Inquebrantable

    🜁 Control sobre las almas muertas

    🜁 Fuerza divina, velocidad sobrenatural y resistencia absoluta

    🜁 Presencia que aplasta el espíritu del enemigo

    Alucard (Vlad III Drăculea) – El No-Muerto Supremo
    La encarnación del terror. Vestido de rojo sangre, con su pistola Jackal en una mano y la sonrisa de la muerte en los labios, Alucard no solo es un vampiro... es un abismo con rostro humano. Puede ser destruido mil veces y siempre vuelve. Cada sombra es su refugio. Cada gota de sangre, su manantial.

    Habilidades destacadas:

    ♣ Regeneración absoluta – ha muerto millones de veces y aún vive

    ♣ Liberación de restricciones: niveles 0 al ∞

    ♣ Invocación de ejército de almas absorbidas (el "Batallón Perdido")

    ♣ Transformación: niebla, sombra, bestia, ojo omnipresente

    El Combate
    Hades se adelanta, su mirada aplasta el alma. Alucard ríe. En un instante, Hades lanza su bidente, rompiendo la carne y el alma de cualquier ser… pero Alucard se deshace en murciélagos. Dispara la Jackal, balas bendecidas por el infierno mismo, que perforan la defensa divina.

    Hades activa Desmos, y por primera vez, Alucard siente que morir podría ser real. Pero entonces libera el Nivel 0: un océano de almas malditas inunda el campo de batalla. Tropas nazis no-muertas, monstruos ancestrales, y miles de versiones de sí mismo rodean al dios.

    Hades se eleva, iluminado por la oscuridad. Clava su vidente en el suelo, invocando a todos los muertos que alguna vez gobernó. El Inframundo entero responde a su llamado.

    Final

    🂡 Si la batalla es de poder y control… Hades lo tiene todo.

    🂡 Pero si es sobre quién se niega a morir… entonces Alucard es el vencedor eterno.

    Una guerra entre la muerte misma y aquello que no puede morir.

    ¿Un dios puede vencer a lo que está más allá de los dioses? ¿O Alucard caerá finalmente bajo el peso de un poder eterno? 🂡
    🩸 BATALLA DE LOS ABISMOS: Hades vs Alucard Título: "El Trono del Inframundo contra el Monstruo que no Puede Morir" 🌑 Campo de batalla: Un valle eterno entre la vida y la muerte. A un lado, el trono del Inframundo de Hades. Al otro, una ciudad desolada teñida de rojo por la sangre, reino del vampiro inmortal. La luna está negra. El tiempo, detenido. 👑 Hades – El Rey del Inframundo Se sienta sobre un trono de huesos con su bidente en mano, su presencia es tan pesada que dobla la voluntad de los mortales. No solo es un dios, sino el regente del silencio eterno. Cada uno de sus movimientos está impregnado de gravedad divina. Su técnica, "Desmos", conecta su alma al mundo y a su oponente: si él sufre, tú también. Su bidente no corta carne… corta la existencia. 🔥 Habilidades destacadas: 🜁 Desmos – El Vínculo Inquebrantable 🜁 Control sobre las almas muertas 🜁 Fuerza divina, velocidad sobrenatural y resistencia absoluta 🜁 Presencia que aplasta el espíritu del enemigo 🦇 Alucard (Vlad III Drăculea) – El No-Muerto Supremo La encarnación del terror. Vestido de rojo sangre, con su pistola Jackal en una mano y la sonrisa de la muerte en los labios, Alucard no solo es un vampiro... es un abismo con rostro humano. Puede ser destruido mil veces y siempre vuelve. Cada sombra es su refugio. Cada gota de sangre, su manantial. 🧛 Habilidades destacadas: ♣ Regeneración absoluta – ha muerto millones de veces y aún vive ♣ Liberación de restricciones: niveles 0 al ∞ ♣ Invocación de ejército de almas absorbidas (el "Batallón Perdido") ♣ Transformación: niebla, sombra, bestia, ojo omnipresente ⚔️ El Combate Hades se adelanta, su mirada aplasta el alma. Alucard ríe. En un instante, Hades lanza su bidente, rompiendo la carne y el alma de cualquier ser… pero Alucard se deshace en murciélagos. Dispara la Jackal, balas bendecidas por el infierno mismo, que perforan la defensa divina. Hades activa Desmos, y por primera vez, Alucard siente que morir podría ser real. Pero entonces libera el Nivel 0: un océano de almas malditas inunda el campo de batalla. Tropas nazis no-muertas, monstruos ancestrales, y miles de versiones de sí mismo rodean al dios. Hades se eleva, iluminado por la oscuridad. Clava su vidente en el suelo, invocando a todos los muertos que alguna vez gobernó. El Inframundo entero responde a su llamado. 👁️‍🗨️ Final 🂡 Si la batalla es de poder y control… Hades lo tiene todo. 🂡 Pero si es sobre quién se niega a morir… entonces Alucard es el vencedor eterno. Una guerra entre la muerte misma y aquello que no puede morir. ⚖️ ¿Un dios puede vencer a lo que está más allá de los dioses? ¿O Alucard caerá finalmente bajo el peso de un poder eterno? 🂡
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  • #Immortal_Mercenary

    La noche se había cernido sobre el imponente edificio, y las luces en la oficina de su protegida, en lo alto de aquella estructura, alumbraban con insistencia cada parte de la misma. Hasta el momento, no había nada que interrumpiese un día relativamente rutinario, en donde aquel hombre se comportaba como la sombra misma de quien fingía ser una inversionista, ahora mismo sentada en su escritorio blanco, haciéndose cargo de tareas diversas por medio de su computadora y unos cuantos documentos físicos.

    Él, por su parte, se hallaba a pocos centímetros de uno de los ventanales a su alrededor, contemplando desde su lugar las hermosas vistas que se le presentaban cada vez que tenía la oportunidad de subir hasta aquella habitación tan espaciosa. Sin embargo, muy pronto su mirada tranquila se vio levemente distorsionada por el extraño sonido que sus oídos habrían alcanzado a oír en la lejanía.

    Un sonido que le hizo levantar la mirada, uno que reconocía, proveniente de un helicóptero. Una máquina que, por cierto, alcanzó a ver acercándose desde el ventanal, y que al principio creyó que podría tratarse de uno de los altos mandos de Italia, a quienes ya estaba acostumbrado a recibir de la misma forma. Pero el presente horario no acompañaba, no era lógico una visita a esas horas de la noche.

    Fue entonces cuando entendió, y en su rostro se vio rápidamente reflejada la sorpresa y la fatalidad. Aquel no era un helicóptero del gobierno ni de alguna organización conocida por él, sino, todo lo contrario.

    — ¡Elisabetta, abajo! —

    Fue lo único que alcanzó a decir, al mismo tiempo en que se volteaba y saltaba directamente hacia el escritorio de aquella mujer, antes de que el techo sobre sus cabezas fuese, en gran parte, derribado por lo que entendía como una explosión. Una que pocos segundos después dejaría ver la entrada a por medio de sogas de unos extraños individuos armados, que parecían terroristas más que otra cosa.

    El árabe habría llegado satisfactoriamente hasta delante del escritorio de la líder mafiosa, sobre el cual afortunadamente no habrían caído pedazos del techo sobre ellos, ni mucho menos sobre ella, a quien debía proteger. No obstante, a causa de la explosión sus ropas habrían quedado rasgadas, y se habría llevado de regalo unas cuantas heridas superficiales, así como, por lo que pudo ver a simple vista, la fémina también.

    Rápidamente se habría puesto de pie para encarar directamente a quienes habrían usurpado el edificio, quienes expectantes se dirigían a él, mas sin poder verlos en su totalidad debido a extrañas máscaras que traían consigo.

    — Un hermoso espectáculo… me recuerdan a mi cuando era más joven. —

    Se le escapó de repente, como si a pesar de la espantosa situación en su cabeza todavía existiese lugar para bromas, aunque, muy probablemente no lo era. A esas alturas le sorprendía que no hubiesen reaccionado o continuado con el ataque, y por alguna razón nadie más que él habría dicho una sola palabra.

    Sin embargo, se notaba que cada uno de ellos estaban organizados, de manera tal que incluso un par se retiraron de la habitación, para poco después comenzar a oírse disparos provenientes de los pasillos y escaleras. Era obvio, nadie que estuviese en los pisos inferiores subirían, no lo permitirían.

    Podía escuchar a algún que otro enmascarado más arriba de lo que quedó del techo, pero estaba seguro que no había más. El helicóptero, de hecho, se había ido, entendiendo que todo aquello se estaba tratando de una emboscada para capturar o en el peor de los casos asesinar a la Farfalla dela Morte. Y en su evidente confianza grupal, no habrían ocasionado otra explosión con la cual probablemente habrían acabado con todo.

    — Si buscan a la dama.. van a tener que pasar por enc-… —

    Y de repente, se oyó un disparo. Una única bala que habría salido disparada directamente desde una de las armas pertenecientes a aquellos enmascarados. Una que atinó directamente a la frente del árabe, una que lo hizo retroceder un paso, mas no alcanzó a tirarlo al suelo. Evidentemente lo habían dejado hablar demasiado.

    Mientras que sus dientes se presionaban y sus puños se cerraban con fuerza, la sangre comenzaba a chorrear por aquel agujero que ahora mismo tenía en la cabeza. Los individuos en frente suya se miraron por un momento, con una extraña sorpresa por debajo de sus máscaras. Después de eso, las consecuencias no tardaron en llegar.

    Una lluvia de balas provenientes de revólveres y armas más grandes cayó sobre el pelinegro, de manera tal que su cuerpo no lograba ni siquiera caer al suelo por las ráfagas que sin piedad buscaban acabar con él. Y en un punto, ante la nula posibilidad de que volviese a levantarse después de eso, el fuego cesó.

    El cuerpo de aquel hombre se desplomó sobre el suelo, cubierto de sangre, irreconocible, desfigurado, ultrajado. ¿Cuándo fue la última vez que algo así había pasado? Cuándo fue la última vez que su cuerpo sufrió tales heridas, que no reaccionó a tiempo, que se dejó superar. Aparentemente, hace mucho.

    Obviamente, con el moreno fuera de lugar los atacantes se habrían apresurado a capturar a la dueña del edificio, entre dos de ellos, como si buscasen de cualquier forma que no reaccionara ni presentara obstáculos ni resistencia. Por otro lado, en alguna de las figuras internas propias de la mente del árabe, parecían resurgir viejas emociones, viejos deseos, un amplio y profundo espectro por el cual alguien como Khaleb se volvió tan temido en el bajo mundo, pero que sin embargo nadie logró ver.

    De repente, una risa suave y discreta se presentó en el entorno, una que con el pasar de los segundos se volvía cada vez más grave, más aterradora, o por lo menos inquietante. Los enmascarados detuvieron sus acciones, sus andanzas, y desviaron su atención a la dirección de donde provenía aquella risa: El cuerpo ensangrentado y totalmente agujereado del árabe que, por más fantasioso que sonase, a duras penas parecía estar levantándose.

    — Aue.. haya.. hull hatha gul chayaub. —

    Inesperadamente su idioma natal tomaría su voz, una que se presentó como un susurro al principio. Ronca, distorsionada, como si cada palabra le costara un esfuerzo considerable, pero cargada con un desprecio tan denso que casi se podía sentir.

    Prontamente, aquella figura se incorporó por completo, aun goteando, pero con las heridas cerrándose a una velocidad grotesca, expulsando constantemente restos de balas a causa de los órganos y piel regenerados. Su risa era ahora un eco constante, un bajo gutural. Sus ojos cargados de ira y demencia se fijaron prontamente en los enmascarados, quien atónitos lo observaban sin entender nada, pero tampoco con tiempo para preguntas. Era una mirada que no los ve como hombres, sino como obstáculos, como presas.

    Un temblor inquietante recorrió el cuerpo del árabe instantes antes de que una vez más, sus adversarios comenzaran a disparar, con la diferencia de que esta vez, ese hombre habría abandonado momentáneamente el plano terrenal conocido, dejando atrás su control, para abrir paso a lo que se esconde en lo más profundo de su quebrada mente.

    El sonido de balas tan constantes, así como el de los gatillos no se detuvo en ningún momento. Esta vez, de hecho, aparecieron gritos, propios de quienes en un principio se decidieron a asesinarlo y capturar a su protegida, a matar a todo aquello que se cruzase en su camino, en su presunto objetivo.

    — Daema neves al-ashkhas. daema... al-daafa.. min arsalham.. —

    Aquel hombre, quien en un principio parecía haber muerto, ahora mismo se veía no solamente como nuevo, sino también rodeado por un aura y un instinto asesino que no rozaba, conectaba directamente con lo maniático, con lo psicótico, con la locura. Todas estas características podían verse en sus movimientos, en cómo tomaba entre sus manos las extremidades de sus oponentes y se las arrancaba, en cómo atravesaba sus cuerpos con sus dedos como si de garras contra papel se tratase, en cómo provocaba que cruzasen sus propios fuegos. Todo, con una perturbadora sonrisa en su rostro, y unos ojos consumidos por la misma oscuridad que cubre el cielo durante la noche.

    Por supuesto, en una situación como esa, sacada propiamente de una película de terror, la captura de la aquella mujer habría pasado completamente a segundo plano, o incluso, a uno ya extinto, superado por el deseo natural de sobrevivir, pero que poco acompañaría a quienes decidieron enfrentarse a él.

    Eᥣιsᥲbᥱttᥲ Dι Vιᥒᥴᥱᥒzo
    #Immortal_Mercenary La noche se había cernido sobre el imponente edificio, y las luces en la oficina de su protegida, en lo alto de aquella estructura, alumbraban con insistencia cada parte de la misma. Hasta el momento, no había nada que interrumpiese un día relativamente rutinario, en donde aquel hombre se comportaba como la sombra misma de quien fingía ser una inversionista, ahora mismo sentada en su escritorio blanco, haciéndose cargo de tareas diversas por medio de su computadora y unos cuantos documentos físicos. Él, por su parte, se hallaba a pocos centímetros de uno de los ventanales a su alrededor, contemplando desde su lugar las hermosas vistas que se le presentaban cada vez que tenía la oportunidad de subir hasta aquella habitación tan espaciosa. Sin embargo, muy pronto su mirada tranquila se vio levemente distorsionada por el extraño sonido que sus oídos habrían alcanzado a oír en la lejanía. Un sonido que le hizo levantar la mirada, uno que reconocía, proveniente de un helicóptero. Una máquina que, por cierto, alcanzó a ver acercándose desde el ventanal, y que al principio creyó que podría tratarse de uno de los altos mandos de Italia, a quienes ya estaba acostumbrado a recibir de la misma forma. Pero el presente horario no acompañaba, no era lógico una visita a esas horas de la noche. Fue entonces cuando entendió, y en su rostro se vio rápidamente reflejada la sorpresa y la fatalidad. Aquel no era un helicóptero del gobierno ni de alguna organización conocida por él, sino, todo lo contrario. — ¡Elisabetta, abajo! — Fue lo único que alcanzó a decir, al mismo tiempo en que se volteaba y saltaba directamente hacia el escritorio de aquella mujer, antes de que el techo sobre sus cabezas fuese, en gran parte, derribado por lo que entendía como una explosión. Una que pocos segundos después dejaría ver la entrada a por medio de sogas de unos extraños individuos armados, que parecían terroristas más que otra cosa. El árabe habría llegado satisfactoriamente hasta delante del escritorio de la líder mafiosa, sobre el cual afortunadamente no habrían caído pedazos del techo sobre ellos, ni mucho menos sobre ella, a quien debía proteger. No obstante, a causa de la explosión sus ropas habrían quedado rasgadas, y se habría llevado de regalo unas cuantas heridas superficiales, así como, por lo que pudo ver a simple vista, la fémina también. Rápidamente se habría puesto de pie para encarar directamente a quienes habrían usurpado el edificio, quienes expectantes se dirigían a él, mas sin poder verlos en su totalidad debido a extrañas máscaras que traían consigo. — Un hermoso espectáculo… me recuerdan a mi cuando era más joven. — Se le escapó de repente, como si a pesar de la espantosa situación en su cabeza todavía existiese lugar para bromas, aunque, muy probablemente no lo era. A esas alturas le sorprendía que no hubiesen reaccionado o continuado con el ataque, y por alguna razón nadie más que él habría dicho una sola palabra. Sin embargo, se notaba que cada uno de ellos estaban organizados, de manera tal que incluso un par se retiraron de la habitación, para poco después comenzar a oírse disparos provenientes de los pasillos y escaleras. Era obvio, nadie que estuviese en los pisos inferiores subirían, no lo permitirían. Podía escuchar a algún que otro enmascarado más arriba de lo que quedó del techo, pero estaba seguro que no había más. El helicóptero, de hecho, se había ido, entendiendo que todo aquello se estaba tratando de una emboscada para capturar o en el peor de los casos asesinar a la Farfalla dela Morte. Y en su evidente confianza grupal, no habrían ocasionado otra explosión con la cual probablemente habrían acabado con todo. — Si buscan a la dama.. van a tener que pasar por enc-… — Y de repente, se oyó un disparo. Una única bala que habría salido disparada directamente desde una de las armas pertenecientes a aquellos enmascarados. Una que atinó directamente a la frente del árabe, una que lo hizo retroceder un paso, mas no alcanzó a tirarlo al suelo. Evidentemente lo habían dejado hablar demasiado. Mientras que sus dientes se presionaban y sus puños se cerraban con fuerza, la sangre comenzaba a chorrear por aquel agujero que ahora mismo tenía en la cabeza. Los individuos en frente suya se miraron por un momento, con una extraña sorpresa por debajo de sus máscaras. Después de eso, las consecuencias no tardaron en llegar. Una lluvia de balas provenientes de revólveres y armas más grandes cayó sobre el pelinegro, de manera tal que su cuerpo no lograba ni siquiera caer al suelo por las ráfagas que sin piedad buscaban acabar con él. Y en un punto, ante la nula posibilidad de que volviese a levantarse después de eso, el fuego cesó. El cuerpo de aquel hombre se desplomó sobre el suelo, cubierto de sangre, irreconocible, desfigurado, ultrajado. ¿Cuándo fue la última vez que algo así había pasado? Cuándo fue la última vez que su cuerpo sufrió tales heridas, que no reaccionó a tiempo, que se dejó superar. Aparentemente, hace mucho. Obviamente, con el moreno fuera de lugar los atacantes se habrían apresurado a capturar a la dueña del edificio, entre dos de ellos, como si buscasen de cualquier forma que no reaccionara ni presentara obstáculos ni resistencia. Por otro lado, en alguna de las figuras internas propias de la mente del árabe, parecían resurgir viejas emociones, viejos deseos, un amplio y profundo espectro por el cual alguien como Khaleb se volvió tan temido en el bajo mundo, pero que sin embargo nadie logró ver. De repente, una risa suave y discreta se presentó en el entorno, una que con el pasar de los segundos se volvía cada vez más grave, más aterradora, o por lo menos inquietante. Los enmascarados detuvieron sus acciones, sus andanzas, y desviaron su atención a la dirección de donde provenía aquella risa: El cuerpo ensangrentado y totalmente agujereado del árabe que, por más fantasioso que sonase, a duras penas parecía estar levantándose. — Aue.. haya.. hull hatha gul chayaub. — Inesperadamente su idioma natal tomaría su voz, una que se presentó como un susurro al principio. Ronca, distorsionada, como si cada palabra le costara un esfuerzo considerable, pero cargada con un desprecio tan denso que casi se podía sentir. Prontamente, aquella figura se incorporó por completo, aun goteando, pero con las heridas cerrándose a una velocidad grotesca, expulsando constantemente restos de balas a causa de los órganos y piel regenerados. Su risa era ahora un eco constante, un bajo gutural. Sus ojos cargados de ira y demencia se fijaron prontamente en los enmascarados, quien atónitos lo observaban sin entender nada, pero tampoco con tiempo para preguntas. Era una mirada que no los ve como hombres, sino como obstáculos, como presas. Un temblor inquietante recorrió el cuerpo del árabe instantes antes de que una vez más, sus adversarios comenzaran a disparar, con la diferencia de que esta vez, ese hombre habría abandonado momentáneamente el plano terrenal conocido, dejando atrás su control, para abrir paso a lo que se esconde en lo más profundo de su quebrada mente. El sonido de balas tan constantes, así como el de los gatillos no se detuvo en ningún momento. Esta vez, de hecho, aparecieron gritos, propios de quienes en un principio se decidieron a asesinarlo y capturar a su protegida, a matar a todo aquello que se cruzase en su camino, en su presunto objetivo. — Daema neves al-ashkhas. daema... al-daafa.. min arsalham.. — Aquel hombre, quien en un principio parecía haber muerto, ahora mismo se veía no solamente como nuevo, sino también rodeado por un aura y un instinto asesino que no rozaba, conectaba directamente con lo maniático, con lo psicótico, con la locura. Todas estas características podían verse en sus movimientos, en cómo tomaba entre sus manos las extremidades de sus oponentes y se las arrancaba, en cómo atravesaba sus cuerpos con sus dedos como si de garras contra papel se tratase, en cómo provocaba que cruzasen sus propios fuegos. Todo, con una perturbadora sonrisa en su rostro, y unos ojos consumidos por la misma oscuridad que cubre el cielo durante la noche. Por supuesto, en una situación como esa, sacada propiamente de una película de terror, la captura de la aquella mujer habría pasado completamente a segundo plano, o incluso, a uno ya extinto, superado por el deseo natural de sobrevivir, pero que poco acompañaría a quienes decidieron enfrentarse a él. [ElisabettaDV1]
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  • ¿Y quién se quiere casar contigo?

    Solo quiero utilizarte hasta robarte todos tus gemidos, saber todas tus perversiones, que seas un monstruo para todas, corromper tu idea del amor romántico y sobre todo, que jamas vuelvas a poder correrte o estar con otra mujer que no sea yo. ♡

    Tontito... casarse no es necesario, nunca.
    ¿Y quién se quiere casar contigo? Solo quiero utilizarte hasta robarte todos tus gemidos, saber todas tus perversiones, que seas un monstruo para todas, corromper tu idea del amor romántico y sobre todo, que jamas vuelvas a poder correrte o estar con otra mujer que no sea yo. ♡ Tontito... casarse no es necesario, nunca.
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