• #SeductiveSunday
    -No suelo unirme a este tipo de cosas, pero... será de las pocas acepciones, ¿tal vez?.
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  • Sostuvo la daga entre sus dedos, notando el peso exacto del arma. No era especialmente grande ni ostentosa, pero su filo relucía bajo la luz, impecable y mortal. Giró el mango con la mano, examinando la forma en que encajaba contra su palma. No era una daga común, no para alguien como él. Había algo en ese simple objeto que le resultaba desconcertante, algo que no tenía nada que ver con el arma en sí, sino con el acto de entregarla.

    Miró el filo una vez más, como si pudiera encontrar una respuesta grabada en su superficie. Su reflejo en el metal le devolvió una mirada dura, cansada, pero lo que realmente veía era otra cosa. Un mensaje, una intención. El tipo de gesto que alguien como él no estaba acostumbrado a recibir.

    —Hmph... —Murmuró, casi para sí mismo, mientras le daba vueltas al objeto. Sus pensamientos eran un remolino de preguntas que no sabía cómo formular, y tampoco estaba seguro de querer responderlas. No era un hombre que pensara demasiado en regalos, y mucho menos en el significado detrás de ellos. Pero esto... esto tenía peso, más allá del metal.

    Giró la daga una última vez y dejó escapar un largo suspiro. La apoyó con cuidado sobre la mesa cercana, dejando que el eco metálico rompiera el silencio. No sabía cómo recibir algo así. No sabía cómo aceptarlo sin sentir que estaba tomando algo que no era suyo, algo que no merecía.

    —Es solo un arma. —Se dijo, pero no podía engañarse. No era solo un arma. Era confianza, era algo que alguien le estaba ofreciendo de manera genuina, y eso lo ponía más incómodo que cualquier pelea que hubiera tenido.

    Se pasó una mano por la nuca, mirando la daga de reojo como si pudiera morderlo. Podía haberla rechazado, devolverla, decir que no la necesitaba. Pero algo en él sabía que no sería lo correcto. Aceptarla significaba algo. Algo que él no sabía si estaba listo para cargar. Finalmente, tomó la daga de nuevo y la sostuvo frente a su rostro. El filo capturó la luz de la lámpara, enviando un destello que casi lo hizo parpadear.

    —Bien... —Murmuró, en voz apenas audible.— Supongo que alguien como yo puede hacerle justicia.

    La deslizó dentro de su chaqueta, en un lugar donde pudiera alcanzarla rápido si lo necesitaba. La sensación del metal frío contra su costado lo hizo sentir algo extrañamente familiar. No era solo el arma. Era la idea de que alguien creyera que él podría usarla, que él podría proteger algo, o a alguien.

    De espaldas a la habitación, se permitió un leve gesto: una sonrisa apenas perceptible que desapareció tan rápido como había llegado. No era un hombre de palabras dulces ni de grandes gestos, pero en ese momento decidió algo.

    —Si la uso, será para algo que importe... —dijo en voz baja. Luego, cerró los ojos por un instante, dejando que el peso de aquel inesperado regalo se asentara, no solo en su chaqueta, sino en algún rincón olvidado de su alma.
    Sostuvo la daga entre sus dedos, notando el peso exacto del arma. No era especialmente grande ni ostentosa, pero su filo relucía bajo la luz, impecable y mortal. Giró el mango con la mano, examinando la forma en que encajaba contra su palma. No era una daga común, no para alguien como él. Había algo en ese simple objeto que le resultaba desconcertante, algo que no tenía nada que ver con el arma en sí, sino con el acto de entregarla. Miró el filo una vez más, como si pudiera encontrar una respuesta grabada en su superficie. Su reflejo en el metal le devolvió una mirada dura, cansada, pero lo que realmente veía era otra cosa. Un mensaje, una intención. El tipo de gesto que alguien como él no estaba acostumbrado a recibir. —Hmph... —Murmuró, casi para sí mismo, mientras le daba vueltas al objeto. Sus pensamientos eran un remolino de preguntas que no sabía cómo formular, y tampoco estaba seguro de querer responderlas. No era un hombre que pensara demasiado en regalos, y mucho menos en el significado detrás de ellos. Pero esto... esto tenía peso, más allá del metal. Giró la daga una última vez y dejó escapar un largo suspiro. La apoyó con cuidado sobre la mesa cercana, dejando que el eco metálico rompiera el silencio. No sabía cómo recibir algo así. No sabía cómo aceptarlo sin sentir que estaba tomando algo que no era suyo, algo que no merecía. —Es solo un arma. —Se dijo, pero no podía engañarse. No era solo un arma. Era confianza, era algo que alguien le estaba ofreciendo de manera genuina, y eso lo ponía más incómodo que cualquier pelea que hubiera tenido. Se pasó una mano por la nuca, mirando la daga de reojo como si pudiera morderlo. Podía haberla rechazado, devolverla, decir que no la necesitaba. Pero algo en él sabía que no sería lo correcto. Aceptarla significaba algo. Algo que él no sabía si estaba listo para cargar. Finalmente, tomó la daga de nuevo y la sostuvo frente a su rostro. El filo capturó la luz de la lámpara, enviando un destello que casi lo hizo parpadear. —Bien... —Murmuró, en voz apenas audible.— Supongo que alguien como yo puede hacerle justicia. La deslizó dentro de su chaqueta, en un lugar donde pudiera alcanzarla rápido si lo necesitaba. La sensación del metal frío contra su costado lo hizo sentir algo extrañamente familiar. No era solo el arma. Era la idea de que alguien creyera que él podría usarla, que él podría proteger algo, o a alguien. De espaldas a la habitación, se permitió un leve gesto: una sonrisa apenas perceptible que desapareció tan rápido como había llegado. No era un hombre de palabras dulces ni de grandes gestos, pero en ese momento decidió algo. —Si la uso, será para algo que importe... —dijo en voz baja. Luego, cerró los ojos por un instante, dejando que el peso de aquel inesperado regalo se asentara, no solo en su chaqueta, sino en algún rincón olvidado de su alma.
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  • — No sabía que eras partidario de este tipo de fetiches… lo tendré en cuenta para próxima vez.—
    — No sabía que eras partidario de este tipo de fetiches… lo tendré en cuenta para próxima vez.—
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  • El suave murmullo de un villancico llenaba el aire mientras Carmina ajustaba las luces en el árbol de Navidad. El salón estaba cálido y acogedor, decorado con tonos dorados y rojos, y el aroma a canela se mezclaba con el pino fresco del árbol. Lucia, su abuela, estaba cómodamente sentada en su sillón favorito, envuelta en una manta gruesa, con una taza de té caliente entre las manos.

    —Esa estrella está un poco torcida, ragazza —comentó Lucia, señalando con la cabeza hacia la cima del árbol—. Aunque tal vez no esté tan mal. Igual que tus citas.

    Carmina soltó un suspiro exasperado mientras se estiraba en la punta de los pies para enderezar la estrella. —¿De verdad vamos a hablar de eso ahora, nonna?

    —¿Y por qué no? —Lucia se encogió de hombros, su sonrisa llena de travesura—. El árbol no es lo único que necesita un poco de equilibrio.

    Carmina bajó del taburete, con un lazo dorado en la mano, y se giró hacia ella. —Si quieres darme consejos de amor, al menos hazlo con algo de tacto.

    Lucia rió suavemente, tomando un sorbo de su té. —Ah, pero ¿cómo te voy a ayudar si tú misma no sabes lo que buscas? Primero fue el tipo que hablaba solo de su gimnasio, luego el que trajo a su perro a la cita sin avisar… ¿Qué esperabas? ¿Un caballero de armadura brillante?

    Carmina se dejó caer en el sofá, dejando el lazo a un lado. —No quiero un caballero, solo alguien con… no sé, algo de sentido común.

    Lucia dejó su taza en la mesita, mirándola con ternura. —Escucha, tesoro. El amor no siempre es perfecto desde el principio. A veces es como ese árbol que estás decorando. Parece un lío al principio, pero con paciencia y cuidado, termina siendo hermoso.

    Carmina miró el árbol y luego a su abuela. —¿Estás diciendo que tengo que soportar un desastre para llegar a algo bueno?

    Lucia soltó una carcajada. —No exactamente, pero tampoco puedes esperar que todo sea fácil. A veces, el amor se encuentra donde menos lo esperas, mientras haces cosas simples. Como poner luces en un árbol o decorar una casa.

    Carmina sonrió levemente, poniéndose de pie para continuar con los adornos. Mientras colgaba una esfera roja, pensó que tal vez su abuela tenía razón. Quizá el amor no estaba tan lejos, solo debía dejar de buscarlo con tanta prisa.
    El suave murmullo de un villancico llenaba el aire mientras Carmina ajustaba las luces en el árbol de Navidad. El salón estaba cálido y acogedor, decorado con tonos dorados y rojos, y el aroma a canela se mezclaba con el pino fresco del árbol. Lucia, su abuela, estaba cómodamente sentada en su sillón favorito, envuelta en una manta gruesa, con una taza de té caliente entre las manos. —Esa estrella está un poco torcida, ragazza —comentó Lucia, señalando con la cabeza hacia la cima del árbol—. Aunque tal vez no esté tan mal. Igual que tus citas. Carmina soltó un suspiro exasperado mientras se estiraba en la punta de los pies para enderezar la estrella. —¿De verdad vamos a hablar de eso ahora, nonna? —¿Y por qué no? —Lucia se encogió de hombros, su sonrisa llena de travesura—. El árbol no es lo único que necesita un poco de equilibrio. Carmina bajó del taburete, con un lazo dorado en la mano, y se giró hacia ella. —Si quieres darme consejos de amor, al menos hazlo con algo de tacto. Lucia rió suavemente, tomando un sorbo de su té. —Ah, pero ¿cómo te voy a ayudar si tú misma no sabes lo que buscas? Primero fue el tipo que hablaba solo de su gimnasio, luego el que trajo a su perro a la cita sin avisar… ¿Qué esperabas? ¿Un caballero de armadura brillante? Carmina se dejó caer en el sofá, dejando el lazo a un lado. —No quiero un caballero, solo alguien con… no sé, algo de sentido común. Lucia dejó su taza en la mesita, mirándola con ternura. —Escucha, tesoro. El amor no siempre es perfecto desde el principio. A veces es como ese árbol que estás decorando. Parece un lío al principio, pero con paciencia y cuidado, termina siendo hermoso. Carmina miró el árbol y luego a su abuela. —¿Estás diciendo que tengo que soportar un desastre para llegar a algo bueno? Lucia soltó una carcajada. —No exactamente, pero tampoco puedes esperar que todo sea fácil. A veces, el amor se encuentra donde menos lo esperas, mientras haces cosas simples. Como poner luces en un árbol o decorar una casa. Carmina sonrió levemente, poniéndose de pie para continuar con los adornos. Mientras colgaba una esfera roja, pensó que tal vez su abuela tenía razón. Quizá el amor no estaba tan lejos, solo debía dejar de buscarlo con tanta prisa.
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  • *despertando luciendo un tanto cansada, como si un camión le fuera pasado por encima, teniendo en su cuerpo múltiples marcas de mordidas*

    Hmm buenos días infernales

    *Dice con un dejo pereza en su voz*
    *despertando luciendo un tanto cansada, como si un camión le fuera pasado por encima, teniendo en su cuerpo múltiples marcas de mordidas* Hmm buenos días infernales *Dice con un dejo pereza en su voz*
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  • N no no estaba pensando ese idiota q que dijo que que lo estaba pensando no no es mi tipo .
    N no no estaba pensando ese idiota q que dijo que que lo estaba pensando no no es mi tipo .
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  • Sii soy fan de stolas y Blitz desde que los conozco ,me compré este llavero en una expo yaoi y lo amo uwu próximamente haré cosplay de stolas tipo furry //
    Sii soy fan de stolas y Blitz desde que los conozco ,me compré este llavero en una expo yaoi y lo amo uwu próximamente haré cosplay de stolas tipo furry //
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Dias como hoy, me siento tan sola. Hasta quisiera que la vida fuera tan sencilla como poner un letrerito que dijera ::
    Se busca pareja, único requisito// que me ame y sea fiel .
    Pero no, las cosas son mas complicadas . Encontrar un amor lindo se volvio imposible desde que nadie quiere amar para no salir lastimado o desde que los tipos sin corazón escogieron ese sentimiento como la excusa para lograr acostarse con chicas ingenuas... Algunas solo nacimos para estar solas y que nos piensen raras ,locas.....
    Solo es cosa de acostumbrarse, mas no se cuanto pueda durar esa espera de aceptar que en algunos lugares se es multi pluri pareja y en otros solo significa nsfw
    Dias como hoy, me siento tan sola. Hasta quisiera que la vida fuera tan sencilla como poner un letrerito que dijera :: Se busca pareja, único requisito// que me ame y sea fiel . Pero no, las cosas son mas complicadas . Encontrar un amor lindo se volvio imposible desde que nadie quiere amar para no salir lastimado o desde que los tipos sin corazón escogieron ese sentimiento como la excusa para lograr acostarse con chicas ingenuas... Algunas solo nacimos para estar solas y que nos piensen raras ,locas..... Solo es cosa de acostumbrarse, mas no se cuanto pueda durar esa espera de aceptar que en algunos lugares se es multi pluri pareja y en otros solo significa nsfw :STK-23:
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    Me entristece
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  • Había respondido una llamada aquella noche, lo sacaron prácticamente de las sábanas blancas de ese hotel en las afueras del Barrio Francés donde solía quedarse para no tener que hacerlo en la casa Du Lac, que no había pisado desde hace cien años. Con la pereza que lo caracterizaba, arrastró los pies hasta la recepción, como odiaba que no supieran manejar a una simple rata que no hacía más que generar problemas, pero como era la costumbre quien tenía que terminar el trabajo era él. Por lo menos no podía quejarse y ya lo tenían en una de las bodegas del Bayou pero tener que entrar a ese pantano después de lo que había pasado cien años atrás, bueno no era su lugar favorito tampoco. Se pasó la mano por las hebras azabaches de su cabello con fastidio y se subió al auto que esperaba para llevarlo hasta el lugar, genial se moría por encender un cigarrillo y aunque este inundara sus pulmones, al final no se convertía del todo en un vicio y tampoco lo mataría, por lo que una risa salió de sus labios, era divertido verse simple deseando algo que no podía ser. — Parfois, je déteste la façon dont je resseme à Louis.— Refunfuñó para sí mismo.

    Cuando llegaron todo estaba listo, lo habían torturado y por supuesto que había dicho lo que necesitaban, pero dejarlo ir no era una opción, el olor de la sangre hizo que sus ojos se volvieran rojos, había “desayunado” muy bien, la sangre del barrio francés aún era de sus favoritas, pero ahí estaba parado frente a un tipo que pronto pasaría ser parte de las filas del infierno. Si describiera lo que vino después de que cerraran la puerta tras él, seguramente será más que infrahumano, al final ni los huesos quedaron; lo único que había de un vestigio de que hubo ahí algo más que el, era la sangre que manchaba el traje Hermès que portaba ese día, junto con la que escurría de la plancha metálica detrás de él, lo había disfrutado, por supuesto, a veces eso saciaba su necesidad de cazar y matar, aún cuando no bebió ni una gota más, el sonido de las súplicas, de los huesos rotos, todo lo demás le hacían recordar los viejos tiempos donde podía hacerse pasar por un infante. — Je dis qu'il n'y a rien de plus excitant que ça.— Al final tampoco era tan diferente de Lestat.
    Había respondido una llamada aquella noche, lo sacaron prácticamente de las sábanas blancas de ese hotel en las afueras del Barrio Francés donde solía quedarse para no tener que hacerlo en la casa Du Lac, que no había pisado desde hace cien años. Con la pereza que lo caracterizaba, arrastró los pies hasta la recepción, como odiaba que no supieran manejar a una simple rata que no hacía más que generar problemas, pero como era la costumbre quien tenía que terminar el trabajo era él. Por lo menos no podía quejarse y ya lo tenían en una de las bodegas del Bayou pero tener que entrar a ese pantano después de lo que había pasado cien años atrás, bueno no era su lugar favorito tampoco. Se pasó la mano por las hebras azabaches de su cabello con fastidio y se subió al auto que esperaba para llevarlo hasta el lugar, genial se moría por encender un cigarrillo y aunque este inundara sus pulmones, al final no se convertía del todo en un vicio y tampoco lo mataría, por lo que una risa salió de sus labios, era divertido verse simple deseando algo que no podía ser. — Parfois, je déteste la façon dont je resseme à Louis.— Refunfuñó para sí mismo. Cuando llegaron todo estaba listo, lo habían torturado y por supuesto que había dicho lo que necesitaban, pero dejarlo ir no era una opción, el olor de la sangre hizo que sus ojos se volvieran rojos, había “desayunado” muy bien, la sangre del barrio francés aún era de sus favoritas, pero ahí estaba parado frente a un tipo que pronto pasaría ser parte de las filas del infierno. Si describiera lo que vino después de que cerraran la puerta tras él, seguramente será más que infrahumano, al final ni los huesos quedaron; lo único que había de un vestigio de que hubo ahí algo más que el, era la sangre que manchaba el traje Hermès que portaba ese día, junto con la que escurría de la plancha metálica detrás de él, lo había disfrutado, por supuesto, a veces eso saciaba su necesidad de cazar y matar, aún cuando no bebió ni una gota más, el sonido de las súplicas, de los huesos rotos, todo lo demás le hacían recordar los viejos tiempos donde podía hacerse pasar por un infante. — Je dis qu'il n'y a rien de plus excitant que ça.— Al final tampoco era tan diferente de Lestat.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    Sólo existen dos tipos de arquetipos Cyberpunk.

    Choose Your Weapon.

    F99
    Sólo existen dos tipos de arquetipos Cyberpunk. Choose Your Weapon. [galaxy_white_frog_965]
    Me enjaja
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