• [] - Austria, 22:45.

    -La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía.
    Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos.
    Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres.
    La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor.
    Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino.
    Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.-

    Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago.

    -Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc.
    Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido.
    Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos.
    Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada.
    Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado.
    Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.-

    No es nada personal…
    -murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -


    [🇦🇹] - Austria, 22:45. -La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía. Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos. Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres. La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor. Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino. Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.- Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago. -Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc. Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido. Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos. Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada. Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado. Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.- No es nada personal… -murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -
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  • Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento.

    Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo.

    Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos:
    neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle.
    Las luces parpadearon… y murieron.

    Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles.

    Toby no.

    Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma.

    Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él.

    Afuera, las voces rompían la quietud.
    Discusiones apresuradas.
    Alguien llorando.
    Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”.

    Pero entre esas voces normales… había otra.
    Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano.
    Que no venía de ningún frente de la casa.
    Que venía… de arriba, como si caminara por el techo.

    Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver.
    Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes.
    Ya lo había vivido antes. Y lo había negado.

    La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento.
    Había entrado.
    Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él.

    ¿Por qué demonios él podía verlos?
    ¿No era suficiente con su PTSD?
    ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos?

    Un golpe seco retumbó en el pasillo.
    Otro.
    Y luego arrastraron algo…
    O alguien.

    —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…—

    Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas.
    El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él.

    —… ya te vi…—

    ¡Ahí viene!
    Hazte bolita, Toby.
    No respires.
    No tiembles.

    Con suerte…
    Con suerte desaparecerá.

    Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
    Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento. Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo. Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos: neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle. Las luces parpadearon… y murieron. Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles. Toby no. Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma. Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él. Afuera, las voces rompían la quietud. Discusiones apresuradas. Alguien llorando. Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”. Pero entre esas voces normales… había otra. Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano. Que no venía de ningún frente de la casa. Que venía… de arriba, como si caminara por el techo. Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver. Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes. Ya lo había vivido antes. Y lo había negado. La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento. Había entrado. Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él. ¿Por qué demonios él podía verlos? ¿No era suficiente con su PTSD? ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos? Un golpe seco retumbó en el pasillo. Otro. Y luego arrastraron algo… O alguien. —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…— Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas. El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él. —… ya te vi…— ¡Ahí viene! Hazte bolita, Toby. No respires. No tiembles. Con suerte… Con suerte desaparecerá. Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
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  • —Las enredaderas alrededor de sus cuernos simbolizan el primer paso para convertirse en un adulto, durante su metamorfosis debera aceptar su sangre y dejar que la magia cubra su cuerpo, como una oruga que ansia convertirse en una mariposa—
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    uenas! He resucitado al chupasangre. Si quereis rol, tramas y esas cosas, feel free :)
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  • CLÍNICA CLANDESTINA NÉMESIS

    Si llegaste hasta esta puerta, es porque ya no tienes otra salida.

    Bienvenido a la Clínica Clandestina NÉMESIS, un refugio para quienes viven fuera de los sistemas, las leyes y las especies reconocidas.

    Público que atendemos

    Somos el último recurso para quienes existen entre líneas:

    Humanos indocumentados

    Lesionados, perseguidos, fugitivos.
    Aquí nadie pregunta nombres ni razones.

    Miembros de clanes mafiosos

    Heridas por balas, traiciones, rituales o silencios.
    Pagas, entras, vives. Eso es todo.

    Híbridos inestables

    Criaturas a medio camino entre dos mundos.
    Mutaciones, crisis sanguíneas, pérdida de control.

    Seres sobrenaturales

    Vampiros desangrados, licántropos con heridas imposibles, demonios fracturados, entidades sin rastro térmico.
    Si respiras o alguna vez lo hiciste… podemos ayudarte.
    Si no, probablemente también.

    Qué hacemos aquí

    Detrás de esta puerta oxidada hay tres niveles invisibles en cualquier registro:

    Nivel 0 — La fachada

    Consultas legales, estética médica, atención básica para quienes aún pueden mezclarse entre humanos.

    Nivel -1 — Medicina avanzada

    Neurocirugía compleja, regeneración experimental, reconstrucción orgánica, estabilización biológica.

    Nivel - 2 — La zona prohibida

    Cirugía de almas, contención de criaturas, manipulación de memorias.

    La regla de oro

    Aquí nadie pregunta quién eres.
    Solo qué necesitas para seguir respirando… o funcionando.
    No juzgamos tus heridas, tus pecados, tu sangre ni tu especie.
    Si la puerta se abrió para ti, significa que la clínica ya te aceptó.
    Entra. NÉMESIS no rechaza a los que viven entre sombras
    CLÍNICA CLANDESTINA NÉMESIS Si llegaste hasta esta puerta, es porque ya no tienes otra salida. Bienvenido a la Clínica Clandestina NÉMESIS, un refugio para quienes viven fuera de los sistemas, las leyes y las especies reconocidas. 🎯 Público que atendemos Somos el último recurso para quienes existen entre líneas: Humanos indocumentados Lesionados, perseguidos, fugitivos. Aquí nadie pregunta nombres ni razones. Miembros de clanes mafiosos Heridas por balas, traiciones, rituales o silencios. Pagas, entras, vives. Eso es todo. Híbridos inestables Criaturas a medio camino entre dos mundos. Mutaciones, crisis sanguíneas, pérdida de control. Seres sobrenaturales Vampiros desangrados, licántropos con heridas imposibles, demonios fracturados, entidades sin rastro térmico. Si respiras o alguna vez lo hiciste… podemos ayudarte. Si no, probablemente también. 🩺 Qué hacemos aquí Detrás de esta puerta oxidada hay tres niveles invisibles en cualquier registro: Nivel 0 — La fachada Consultas legales, estética médica, atención básica para quienes aún pueden mezclarse entre humanos. Nivel -1 — Medicina avanzada Neurocirugía compleja, regeneración experimental, reconstrucción orgánica, estabilización biológica. Nivel - 2 — La zona prohibida Cirugía de almas, contención de criaturas, manipulación de memorias. 🔥 La regla de oro Aquí nadie pregunta quién eres. Solo qué necesitas para seguir respirando… o funcionando. No juzgamos tus heridas, tus pecados, tu sangre ni tu especie. Si la puerta se abrió para ti, significa que la clínica ya te aceptó. Entra. NÉMESIS no rechaza a los que viven entre sombras
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  • Un policía y un demonio
    Fandom Resident evil y hazbin hotel
    Categoría Suspenso
    La sirena de patrulla se alejaba lentamente mientras la lluvia comenzaba a caer sobre el callejón. Cintas amarillas ondeaban con el viento y las luces rojas y azules iluminaban los cuerpos sin vida que yacían sobre el pavimento. León Kennedy se agachó, cubriéndose con su abrigo mientras observaba las marcas en el cadáver: cortes profundos, casi ceremoniales… y aquella sonrisa macabra dibujada a la fuerza en el rostro de la víctima.

    —Esto no es humano… —murmuró, apretando la mandíbula.

    Los oficiales del departamento susurraban rumores: una voz extraña escuchada por las radios de patrulla, risas estáticas que congelaban la sangre, grabaciones que parecían hablar solas. Una entidad desconocida, decían. Un ser que no dejaba huellas… excepto una sensación de burla y espectáculo.

    León tomó fotos, recogió una muestra de un polvo rojizo que no supo identificar y se levantó. Sabía que esa escena sería sólo una más en una cadena que parecía extenderse por todo el mundo. Algo —o alguien— estaba disfrutando este juego.

    Horas después, ya en su departamento, se dejó caer en el sofá. Se pasó la mano por el rostro, agotado. Encendió la pequeña radio que usaba para monitorear frecuencias policiales… pero en lugar de la transmisión habitual, un chasquido de estática llenó la habitación.

    —¿Qué…? No había ningún reporte en esta franja… —frunció el ceño, intentando ajustar la perilla.

    La estática se ordenó, como si algo del otro lado intentara formar palabras. Luego, una risa suave, elegante… inquietantemente alegre, inundó la habitación.

    ꧁༒☬𝓐𝓛𝓐𝓢𝓣𝓞𝓡 𝓡𝓔𝓓 𝓓𝓔𝓜𝓞𝓝 𝓞𝓥𝓔𝓡𝓛𝓞𝓡𝓓☬༒꧂
    La sirena de patrulla se alejaba lentamente mientras la lluvia comenzaba a caer sobre el callejón. Cintas amarillas ondeaban con el viento y las luces rojas y azules iluminaban los cuerpos sin vida que yacían sobre el pavimento. León Kennedy se agachó, cubriéndose con su abrigo mientras observaba las marcas en el cadáver: cortes profundos, casi ceremoniales… y aquella sonrisa macabra dibujada a la fuerza en el rostro de la víctima. —Esto no es humano… —murmuró, apretando la mandíbula. Los oficiales del departamento susurraban rumores: una voz extraña escuchada por las radios de patrulla, risas estáticas que congelaban la sangre, grabaciones que parecían hablar solas. Una entidad desconocida, decían. Un ser que no dejaba huellas… excepto una sensación de burla y espectáculo. León tomó fotos, recogió una muestra de un polvo rojizo que no supo identificar y se levantó. Sabía que esa escena sería sólo una más en una cadena que parecía extenderse por todo el mundo. Algo —o alguien— estaba disfrutando este juego. Horas después, ya en su departamento, se dejó caer en el sofá. Se pasó la mano por el rostro, agotado. Encendió la pequeña radio que usaba para monitorear frecuencias policiales… pero en lugar de la transmisión habitual, un chasquido de estática llenó la habitación. —¿Qué…? No había ningún reporte en esta franja… —frunció el ceño, intentando ajustar la perilla. La estática se ordenó, como si algo del otro lado intentara formar palabras. Luego, una risa suave, elegante… inquietantemente alegre, inundó la habitación. [Alastor_rabbit]
    Tipo
    Individual
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    El regreso

    Regreso a casa con una ilusión que me calienta el pecho.
    Voy pensando en Ryu, en su sonrisa torcida, en su manera torpe de querer, en el café compartido… en esa paz que hacía tanto no sentía.

    Pero al doblar una esquina, el aire se vuelve frío.

    Una de las sombras del Jardín emerge de la pared como arrancada del propio asfalto. Sus ojos vacíos se fijan en mí, y entonces habla, en la lengua que solo lo oculto recuerda:

    Sombra:
    “Tus súplicas fueron escuchadas por la chica…
    mas no quiso volver.
    No hasta hoy.”

    Y desaparece.

    Mi sangre se congela al instante.
    No pienso, solo corro.
    Corro como si mis pulmones ardieran y mis latidos fueran látigos golpeándome por dentro.


    ---

    El reencuentro

    Entro al castillo Queen casi rompiendo las puertas.

    Allí está.
    Sentada junto a Jennifer.
    Akane.

    Jennifer se levanta apenas me ve. No dice nada. No hace falta.
    Se va en silencio, como quien sabe que ese momento no le pertenece.

    Yo me abalanzo sobre Akane antes de que mi mente pueda interponerse.
    Ella me recibe con una sonrisa calmada, elegante, perfecta… como si nunca se hubiera ido. Como si nunca me hubiera dejado con las manos vacías, pidiendo respuestas al viento.

    Nos besamos.
    Nos abrazamos.
    Nos volvemos a mirar, solas… juntas…
    Fue como si el mundo se detuviera para dejarnos respirar la misma nostalgia.

    Akane baja la mirada, suspira, y su voz acaricia y hiere a la vez.

    Akane:
    “Perdóname.
    No volví porque… estaba enfadada.
    La desaparición de Jennifer…
    No supe manejarlo.
    Y lo pagué con ustedes.
    Contigo.
    Pero volví… por ti.”

    Ese “por ti” desarma todas mis defensas.

    No supe castigarla.
    No supe exigirle nada.
    No supe pedir explicaciones.

    Había vuelto.
    Y nada más importaba.
    NADA MÁS.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El regreso Regreso a casa con una ilusión que me calienta el pecho. Voy pensando en Ryu, en su sonrisa torcida, en su manera torpe de querer, en el café compartido… en esa paz que hacía tanto no sentía. Pero al doblar una esquina, el aire se vuelve frío. Una de las sombras del Jardín emerge de la pared como arrancada del propio asfalto. Sus ojos vacíos se fijan en mí, y entonces habla, en la lengua que solo lo oculto recuerda: Sombra: “Tus súplicas fueron escuchadas por la chica… mas no quiso volver. No hasta hoy.” Y desaparece. Mi sangre se congela al instante. No pienso, solo corro. Corro como si mis pulmones ardieran y mis latidos fueran látigos golpeándome por dentro. --- El reencuentro Entro al castillo Queen casi rompiendo las puertas. Allí está. Sentada junto a Jennifer. Akane. Jennifer se levanta apenas me ve. No dice nada. No hace falta. Se va en silencio, como quien sabe que ese momento no le pertenece. Yo me abalanzo sobre Akane antes de que mi mente pueda interponerse. Ella me recibe con una sonrisa calmada, elegante, perfecta… como si nunca se hubiera ido. Como si nunca me hubiera dejado con las manos vacías, pidiendo respuestas al viento. Nos besamos. Nos abrazamos. Nos volvemos a mirar, solas… juntas… Fue como si el mundo se detuviera para dejarnos respirar la misma nostalgia. Akane baja la mirada, suspira, y su voz acaricia y hiere a la vez. Akane: “Perdóname. No volví porque… estaba enfadada. La desaparición de Jennifer… No supe manejarlo. Y lo pagué con ustedes. Contigo. Pero volví… por ti.” Ese “por ti” desarma todas mis defensas. No supe castigarla. No supe exigirle nada. No supe pedir explicaciones. Había vuelto. Y nada más importaba. NADA MÁS.
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    El regreso

    Regreso a casa con una ilusión que me calienta el pecho.
    Voy pensando en Ryu, en su sonrisa torcida, en su manera torpe de querer, en el café compartido… en esa paz que hacía tanto no sentía.

    Pero al doblar una esquina, el aire se vuelve frío.

    Una de las sombras del Jardín emerge de la pared como arrancada del propio asfalto. Sus ojos vacíos se fijan en mí, y entonces habla, en la lengua que solo lo oculto recuerda:

    Sombra:
    “Tus súplicas fueron escuchadas por la chica…
    mas no quiso volver.
    No hasta hoy.”

    Y desaparece.

    Mi sangre se congela al instante.
    No pienso, solo corro.
    Corro como si mis pulmones ardieran y mis latidos fueran látigos golpeándome por dentro.


    ---

    El reencuentro

    Entro al castillo Queen casi rompiendo las puertas.

    Allí está.
    Sentada junto a Jennifer.
    Akane.

    Jennifer se levanta apenas me ve. No dice nada. No hace falta.
    Se va en silencio, como quien sabe que ese momento no le pertenece.

    Yo me abalanzo sobre Akane antes de que mi mente pueda interponerse.
    Ella me recibe con una sonrisa calmada, elegante, perfecta… como si nunca se hubiera ido. Como si nunca me hubiera dejado con las manos vacías, pidiendo respuestas al viento.

    Nos besamos.
    Nos abrazamos.
    Nos volvemos a mirar, solas… juntas…
    Fue como si el mundo se detuviera para dejarnos respirar la misma nostalgia.

    Akane baja la mirada, suspira, y su voz acaricia y hiere a la vez.

    Akane:
    “Perdóname.
    No volví porque… estaba enfadada.
    La desaparición de Jennifer…
    No supe manejarlo.
    Y lo pagué con ustedes.
    Contigo.
    Pero volví… por ti.”

    Ese “por ti” desarma todas mis defensas.

    No supe castigarla.
    No supe exigirle nada.
    No supe pedir explicaciones.

    Había vuelto.
    Y nada más importaba.
    NADA MÁS.
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    El regreso

    Regreso a casa con una ilusión que me calienta el pecho.
    Voy pensando en Ryu, en su sonrisa torcida, en su manera torpe de querer, en el café compartido… en esa paz que hacía tanto no sentía.

    Pero al doblar una esquina, el aire se vuelve frío.

    Una de las sombras del Jardín emerge de la pared como arrancada del propio asfalto. Sus ojos vacíos se fijan en mí, y entonces habla, en la lengua que solo lo oculto recuerda:

    Sombra:
    “Tus súplicas fueron escuchadas por la chica…
    mas no quiso volver.
    No hasta hoy.”

    Y desaparece.

    Mi sangre se congela al instante.
    No pienso, solo corro.
    Corro como si mis pulmones ardieran y mis latidos fueran látigos golpeándome por dentro.


    ---

    El reencuentro

    Entro al castillo Queen casi rompiendo las puertas.

    Allí está.
    Sentada junto a Jennifer.
    Akane.

    Jennifer se levanta apenas me ve. No dice nada. No hace falta.
    Se va en silencio, como quien sabe que ese momento no le pertenece.

    Yo me abalanzo sobre Akane antes de que mi mente pueda interponerse.
    Ella me recibe con una sonrisa calmada, elegante, perfecta… como si nunca se hubiera ido. Como si nunca me hubiera dejado con las manos vacías, pidiendo respuestas al viento.

    Nos besamos.
    Nos abrazamos.
    Nos volvemos a mirar, solas… juntas…
    Fue como si el mundo se detuviera para dejarnos respirar la misma nostalgia.

    Akane baja la mirada, suspira, y su voz acaricia y hiere a la vez.

    Akane:
    “Perdóname.
    No volví porque… estaba enfadada.
    La desaparición de Jennifer…
    No supe manejarlo.
    Y lo pagué con ustedes.
    Contigo.
    Pero volví… por ti.”

    Ese “por ti” desarma todas mis defensas.

    No supe castigarla.
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    No supe pedir explicaciones.

    Había vuelto.
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  • ──── 𝑇𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑚𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑒𝑐𝑒. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | 𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 [𝟏𝟒]

    [] 𝑅𝑜𝑚𝑎, 𝐼𝑡𝑎𝑙𝑖𝑎 — 𝟶𝟹:𝟷𝟽 𝐴.𝑀

    El aire húmedo del Tíber subía por las callejuelas empedradas del Trastevere y se colaba entre los postigos rotos de un taller abandonado de restauración de muebles antiguos.

    Santiago estaba sentado en una silla de madera carcomida, con las piernas cruzadas y un cigarrillo encendido colgando de los labios. El humo se mezclaba con el olor a barniz viejo y sangre fresca.

    A sus pies, el sicario que hacía apenas diez minutos había intentado clavarle un estilete envenenado en la nuca yacía boca abajo, muñecas y tobillos atados con alambre de espino. Un golpe seco en la sien lo había dejado inconsciente, pero no por mucho tiempo.

    El demonio se agachó con calma felina, apagó la colilla contra la suela de su zapato y agarró al hombre por el cabello, levantándole la cabeza hasta que los ojos del sicario, ahora abiertos y llenos de terror, se encontraron con los suyos: dos brasas rojas que brillaban en la penumbra.

    Santiago sonrió, una sonrisa lenta y casi tierna, y deslizó el dorso de sus dedos por la mejilla magullada del joven, dejando un rastro de sangre tibia.

    ──── 𝘚𝘩𝘩𝘩… 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘰, 𝘯𝘪ñ𝘰 𝘣𝘰𝘯𝘪𝘵𝘰. ────

    Susurró con ese acento tan característico que parecía arrastrar siglos de noches sin luna.

    ──── 𝘛ú 𝘲𝘶𝘦𝘳í𝘢𝘴 𝘮𝘪 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘣𝘳𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘮𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢, ¿𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥? 𝘓á𝘴𝘵𝘪𝘮𝘢, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘥𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢 𝘮í 𝘵𝘶 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘳𝘢. ────

    Sus uñas, negras y afiladas, rozaron apenas la piel del cuello del hombre, abriendo finas líneas rojas que brotaron como lágrimas carmesíes.

    Apretó un poco más, lo justo para que el sicario soltara un gemido ahogado.

    ──── 𝘋𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘴𝘰 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘮í. 𝘏𝘢𝘳á𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘰 𝘥𝘪𝘨𝘢, 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳á𝘴 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘺𝘰 𝘵𝘦 𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘦, 𝘺 𝘴𝘪 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘦 𝘵𝘦 𝘰𝘤𝘶𝘳𝘳𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳 𝘢 𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘢𝘳𝘮𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘮í. ────

    Santiago inclinó la cabeza, acercando sus labios al oído del hombre, su voz bajando hasta convertirse en un ronroneo infernal.

    ──── 𝘛𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘯𝘤𝘢𝘳é 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘴𝘢𝘳é 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘶𝘭𝘪𝘳 𝘮𝘪𝘴 𝘣𝘰𝘵𝘢𝘴. ────

    Se incorporó, soltando el cabello. El cuerpo del sicario cayó de nuevo al suelo con un golpe sordo. Santiago se limpió los dedos en la solapa de su abrigo negro, sin dejar de mirarlo con esa sonrisa que prometía infiernos nuevos cada día.

    ──── 𝘓𝘦𝘷á𝘯𝘵𝘢𝘵𝘦. 𝘛𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘺 𝘵ú 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘵𝘶 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦. ────
    ──── 𝑇𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑚𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑒𝑐𝑒. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | 𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 [𝟏𝟒] [🇮🇹] 𝑅𝑜𝑚𝑎, 𝐼𝑡𝑎𝑙𝑖𝑎 — 𝟶𝟹:𝟷𝟽 𝐴.𝑀 El aire húmedo del Tíber subía por las callejuelas empedradas del Trastevere y se colaba entre los postigos rotos de un taller abandonado de restauración de muebles antiguos. Santiago estaba sentado en una silla de madera carcomida, con las piernas cruzadas y un cigarrillo encendido colgando de los labios. El humo se mezclaba con el olor a barniz viejo y sangre fresca. A sus pies, el sicario que hacía apenas diez minutos había intentado clavarle un estilete envenenado en la nuca yacía boca abajo, muñecas y tobillos atados con alambre de espino. Un golpe seco en la sien lo había dejado inconsciente, pero no por mucho tiempo. El demonio se agachó con calma felina, apagó la colilla contra la suela de su zapato y agarró al hombre por el cabello, levantándole la cabeza hasta que los ojos del sicario, ahora abiertos y llenos de terror, se encontraron con los suyos: dos brasas rojas que brillaban en la penumbra. Santiago sonrió, una sonrisa lenta y casi tierna, y deslizó el dorso de sus dedos por la mejilla magullada del joven, dejando un rastro de sangre tibia. ──── 𝘚𝘩𝘩𝘩… 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘰, 𝘯𝘪ñ𝘰 𝘣𝘰𝘯𝘪𝘵𝘰. ──── Susurró con ese acento tan característico que parecía arrastrar siglos de noches sin luna. ──── 𝘛ú 𝘲𝘶𝘦𝘳í𝘢𝘴 𝘮𝘪 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘣𝘳𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘮𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢, ¿𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥? 𝘓á𝘴𝘵𝘪𝘮𝘢, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘥𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢 𝘮í 𝘵𝘶 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘳𝘢. ──── Sus uñas, negras y afiladas, rozaron apenas la piel del cuello del hombre, abriendo finas líneas rojas que brotaron como lágrimas carmesíes. Apretó un poco más, lo justo para que el sicario soltara un gemido ahogado. ──── 𝘋𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘴𝘰 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘮í. 𝘏𝘢𝘳á𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘰 𝘥𝘪𝘨𝘢, 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳á𝘴 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘺𝘰 𝘵𝘦 𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘦, 𝘺 𝘴𝘪 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘦 𝘵𝘦 𝘰𝘤𝘶𝘳𝘳𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳 𝘢 𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘢𝘳𝘮𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘮í. ──── Santiago inclinó la cabeza, acercando sus labios al oído del hombre, su voz bajando hasta convertirse en un ronroneo infernal. ──── 𝘛𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘯𝘤𝘢𝘳é 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘴𝘢𝘳é 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘶𝘭𝘪𝘳 𝘮𝘪𝘴 𝘣𝘰𝘵𝘢𝘴. ──── Se incorporó, soltando el cabello. El cuerpo del sicario cayó de nuevo al suelo con un golpe sordo. Santiago se limpió los dedos en la solapa de su abrigo negro, sin dejar de mirarlo con esa sonrisa que prometía infiernos nuevos cada día. ──── 𝘓𝘦𝘷á𝘯𝘵𝘢𝘵𝘦. 𝘛𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘺 𝘵ú 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘵𝘶 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦. ────
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  • Amo ver a mi familia feliz, aunque. . . Debería empezar a buscar otro hospital para mas sangre, estaría haciendo falta, ya me encantaría no tener sed de sangre pero ahora me debo preocupar por mi prometido y por mi hija, son lo mas importante
    Amo ver a mi familia feliz, aunque. . . Debería empezar a buscar otro hospital para mas sangre, estaría haciendo falta, ya me encantaría no tener sed de sangre pero ahora me debo preocupar por mi prometido y por mi hija, son lo mas importante
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