Fire and Blood
Arthur Colton
"𝘚𝘰𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢".
Vaya mentira. Brenda lo sentía en sus huesos, en ese nudo en la garganta que nunca la dejaba en paz. Como un cosquilleo en su nuca, o la sensación de ser observada en la oscuridad por un animal salvaje, la angustia omnipresente tenía un motivo, y uno sólo:
Él seguía con vida.
Poco importaban a estas alturas los cómos y los porqués. O de eso, Brenda trataba de convencerse.
"Finca Colton. Prohibido el paso".
El letrero apenas podía leerse. Víctima del óxido, del tiempo y el olvido, tal como la cadena que resguardaba la reja de aquella mansión abandonada. Nula resistencia ofreció, Schwartzel la cortó como si fuera mantequilla.
Brenda juró que la reja, al abrirse por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, dio un suspiro de alivio, de esa paz que llega cuando el final está cerca.
— Sé que estás aquí. — Como el rugido de una leona, la voz de Brenda reverberó entre el polvo y la podredumbre. Nunca antes había estado en esa mansión, que ahora era hogar de nada más que amargos recuerdos, pero algo en su sangre hacía que se sintiese familiar.
— Muéstrame lo que queda de tu rostro, Arthur Colton.
"𝘚𝘰𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢".
Vaya mentira. Brenda lo sentía en sus huesos, en ese nudo en la garganta que nunca la dejaba en paz. Como un cosquilleo en su nuca, o la sensación de ser observada en la oscuridad por un animal salvaje, la angustia omnipresente tenía un motivo, y uno sólo:
Él seguía con vida.
Poco importaban a estas alturas los cómos y los porqués. O de eso, Brenda trataba de convencerse.
"Finca Colton. Prohibido el paso".
El letrero apenas podía leerse. Víctima del óxido, del tiempo y el olvido, tal como la cadena que resguardaba la reja de aquella mansión abandonada. Nula resistencia ofreció, Schwartzel la cortó como si fuera mantequilla.
Brenda juró que la reja, al abrirse por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, dio un suspiro de alivio, de esa paz que llega cuando el final está cerca.
— Sé que estás aquí. — Como el rugido de una leona, la voz de Brenda reverberó entre el polvo y la podredumbre. Nunca antes había estado en esa mansión, que ahora era hogar de nada más que amargos recuerdos, pero algo en su sangre hacía que se sintiese familiar.
— Muéstrame lo que queda de tu rostro, Arthur Colton.
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"𝘚𝘰𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢".
Vaya mentira. Brenda lo sentía en sus huesos, en ese nudo en la garganta que nunca la dejaba en paz. Como un cosquilleo en su nuca, o la sensación de ser observada en la oscuridad por un animal salvaje, la angustia omnipresente tenía un motivo, y uno sólo:
Él seguía con vida.
Poco importaban a estas alturas los cómos y los porqués. O de eso, Brenda trataba de convencerse.
"Finca Colton. Prohibido el paso".
El letrero apenas podía leerse. Víctima del óxido, del tiempo y el olvido, tal como la cadena que resguardaba la reja de aquella mansión abandonada. Nula resistencia ofreció, Schwartzel la cortó como si fuera mantequilla.
Brenda juró que la reja, al abrirse por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, dio un suspiro de alivio, de esa paz que llega cuando el final está cerca.
— Sé que estás aquí. — Como el rugido de una leona, la voz de Brenda reverberó entre el polvo y la podredumbre. Nunca antes había estado en esa mansión, que ahora era hogar de nada más que amargos recuerdos, pero algo en su sangre hacía que se sintiese familiar.
— Muéstrame lo que queda de tu rostro, Arthur Colton.
Tipo
Individual
Líneas
127
Estado
Disponible

