• "Pequeño saltamontes, el amor es como intentar atrapar un pez con las manos desnudas: resbala, te salpica y a veces no puedes ni sujetarlo, pero no por eso dejas de nadar en el río; sigue buscando, que la corriente está llena de peces y tú, con esa cara de drama, seguro encuentras uno que se deje pescar."
    "Pequeño saltamontes, el amor es como intentar atrapar un pez con las manos desnudas: resbala, te salpica y a veces no puedes ni sujetarlo, pero no por eso dejas de nadar en el río; sigue buscando, que la corriente está llena de peces y tú, con esa cara de drama, seguro encuentras uno que se deje pescar."
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  • El sol de la tarde se filtraba entre las ramas de un árbol alto y nudoso, iluminando con calidez el parque tranquilo. Los niños jugaban, las hojas caían lentas, y el viento acariciaba el césped. De pronto, un llanto suave rompió la armonía.

    —¡Mi gloooobo! —sollozaba una pequeña, mirando con los ojos llorosos hacia las alturas.

    Un globo rojo vibraba suavemente entre las ramas más altas del árbol. Su hilo se había enredado en una rama delgada, muy por encima del alcance de cualquiera.

    Entonces apareció él.

    Caminando con paso sereno, las manos en los bolsillos de su chaqueta marrón de lana, **Kyu** se acercó observando la escena con calma. Su cabello largo y avellana se movía con el viento, y sus ojos ámbar brillaban con dulzura mientras miraba hacia arriba.

    —¿Quieres que te lo baje? —preguntó con una sonrisa pequeña, agachándose frente a la niña.

    Ella asintió con timidez, limpiándose las mejillas con las mangas.

    Kyu se incorporó. Luego entrelazó sus manos suavemente frente a su boca… e inhaló.

    Con un susurro casi inaudible, **exhaló una fina corriente de niebla plateada**, densa pero suave, que comenzó a elevarse con movimientos elegantes hacia las ramas del árbol. Como si tuviera vida propia, la niebla se extendió, serpenteando con precisión entre las hojas hasta envolver el hilo del globo con una ternura casi mágica.

    La niña observaba con los ojos muy abiertos, maravillada.

    —No te preocupes… mi niebla no muerde —dijo Kyu, sin dejar de mirar hacia arriba.

    Con delicadeza, la niebla desenredó el globo y lo fue bajando poco a poco hasta que estuvo al alcance de la pequeña, quien lo recibió como si fuera un tesoro rescatado del cielo.

    —¡Gracias, señor humo! —gritó feliz, sin saber su nombre.

    Kyu soltó una risa breve, se inclinó y acarició su cabeza con cariño.

    —De nada, pequeña saltamontes—susurró—. No dejes que se te escape otra vez, ¿sí?
    El sol de la tarde se filtraba entre las ramas de un árbol alto y nudoso, iluminando con calidez el parque tranquilo. Los niños jugaban, las hojas caían lentas, y el viento acariciaba el césped. De pronto, un llanto suave rompió la armonía. —¡Mi gloooobo! —sollozaba una pequeña, mirando con los ojos llorosos hacia las alturas. Un globo rojo vibraba suavemente entre las ramas más altas del árbol. Su hilo se había enredado en una rama delgada, muy por encima del alcance de cualquiera. Entonces apareció él. Caminando con paso sereno, las manos en los bolsillos de su chaqueta marrón de lana, **Kyu** se acercó observando la escena con calma. Su cabello largo y avellana se movía con el viento, y sus ojos ámbar brillaban con dulzura mientras miraba hacia arriba. —¿Quieres que te lo baje? —preguntó con una sonrisa pequeña, agachándose frente a la niña. Ella asintió con timidez, limpiándose las mejillas con las mangas. Kyu se incorporó. Luego entrelazó sus manos suavemente frente a su boca… e inhaló. Con un susurro casi inaudible, **exhaló una fina corriente de niebla plateada**, densa pero suave, que comenzó a elevarse con movimientos elegantes hacia las ramas del árbol. Como si tuviera vida propia, la niebla se extendió, serpenteando con precisión entre las hojas hasta envolver el hilo del globo con una ternura casi mágica. La niña observaba con los ojos muy abiertos, maravillada. —No te preocupes… mi niebla no muerde —dijo Kyu, sin dejar de mirar hacia arriba. Con delicadeza, la niebla desenredó el globo y lo fue bajando poco a poco hasta que estuvo al alcance de la pequeña, quien lo recibió como si fuera un tesoro rescatado del cielo. —¡Gracias, señor humo! —gritó feliz, sin saber su nombre. Kyu soltó una risa breve, se inclinó y acarició su cabeza con cariño. —De nada, pequeña saltamontes—susurró—. No dejes que se te escape otra vez, ¿sí?
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  • Cambios
    Fandom Nevermore Academy
    Categoría Slice of Life
    Debería estar corriendo, como cada tarde antes de cenar, se le da bien seguir la rutina, pero está vez ha descubierto a un cuervo siguiendo sus pasos y ni siquiera se molestó en contener el impulsó. Le llamó con el brazo en alto y una gran sonrisa, para, cuando el ave atendió acercándose, no tener ningún problema en suspender el entrenamiento.

    Ahora se encuentra en los lindes del bosque, desde donde se alcanza a ver el castillo, sentado en la hierba en posición de loto para jugar con el cuervo que, un poco por delante de él, entre saltos y aleteos intenta dar caza al extremo opuesto de la ramita que Thomas sostiene y mueve como si se tratara de un saltamontes.
    Debería estar corriendo, como cada tarde antes de cenar, se le da bien seguir la rutina, pero está vez ha descubierto a un cuervo siguiendo sus pasos y ni siquiera se molestó en contener el impulsó. Le llamó con el brazo en alto y una gran sonrisa, para, cuando el ave atendió acercándose, no tener ningún problema en suspender el entrenamiento. Ahora se encuentra en los lindes del bosque, desde donde se alcanza a ver el castillo, sentado en la hierba en posición de loto para jugar con el cuervo que, un poco por delante de él, entre saltos y aleteos intenta dar caza al extremo opuesto de la ramita que Thomas sostiene y mueve como si se tratara de un saltamontes.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    10
    Estado
    Disponible
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