• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Anoche decidí darme un respiro y salir a explorar la tranquilidad de la noche, pero esta vez en mi forma más... adorable (o eso me gusta pensar). Sí, me transformé en mi pequeño yo de grandes orejas rojas y salí a volar por el cielo estrellado.

    Aunque admito que mis orejas llaman mucho la atención, ¡me siento como un murciélago salido de un cuento de hadas! ¿Qué opinan? ¿Me darían una galleta si me vieran posado en su ventana?
    Anoche decidí darme un respiro y salir a explorar la tranquilidad de la noche, pero esta vez en mi forma más... adorable (o eso me gusta pensar). Sí, me transformé en mi pequeño yo de grandes orejas rojas y salí a volar por el cielo estrellado. Aunque admito que mis orejas llaman mucho la atención, ¡me siento como un murciélago salido de un cuento de hadas! 🦇💕 ¿Qué opinan? ¿Me darían una galleta si me vieran posado en su ventana?
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  • - Estigia
    Armoniosa

    Vamos por todo y por nada, así de sencillos, nada perdemos todo es experiencia, el gemido de tu voz en mi oído quiero escucharlo como canto perpetuo, en las mañanas, en las tardes, por cada noche, el tiempo que se pueda las veces que quieras, de fuego el Alma y cuerpo hecho de papel, pintamos y marcamos para siempre colores invisibles, existentes en memorias que nos hacen recordar placeres, solo nuestros, el sonido de la cama rechinando, la hermosa melodía de palmas causado por el azote salvaje a tus nalgas, has visto tu cuello en el espejo y sientes aún en tus entrañas y sobre tu piel la fuerza de mis dientes, ha pasado tiempo. pero el cuerpo recuerda de manera permanente, la luna fue testigo, las estrellas cómplices incondicionales de aquellas calurosas noches en el jardín, no somos ayer, ni presente, fuimos desde el principio y seremos hasta el fin, por un momento que valga la vida y en mi muerte quiera recordar, te haré mía, porque si, porque lo mereces y lo deseo yo, te provocare, te haré arder, con una sonrisa me verás y te darás cuenta que lo que yo te ofrezco no se puede encontrar en ningún otro lugar, soy la bestia, el humilde, Dios de la venganza y el Señor de los piratas, tomaré de ti lo que me plazca, te pondré grilletes de locura y un collar en el cuello con el nombre de lujuria, entonces te verás como mi esclava y tu piel sentirá la libertad de ser amada, codiciada al éxtasis, infierno o cielo no importará ninguno, por besos de un momento que conviertan el día en un único recuerdo, valdrá y nos veremos libres en la jungla de cojines y sábanas, a perversidad y dulzura hasta que la vida nos alcance o alguno de los dos se canse .
    - Estigia Armoniosa Vamos por todo y por nada, así de sencillos, nada perdemos todo es experiencia, el gemido de tu voz en mi oído quiero escucharlo como canto perpetuo, en las mañanas, en las tardes, por cada noche, el tiempo que se pueda las veces que quieras, de fuego el Alma y cuerpo hecho de papel, pintamos y marcamos para siempre colores invisibles, existentes en memorias que nos hacen recordar placeres, solo nuestros, el sonido de la cama rechinando, la hermosa melodía de palmas causado por el azote salvaje a tus nalgas, has visto tu cuello en el espejo y sientes aún en tus entrañas y sobre tu piel la fuerza de mis dientes, ha pasado tiempo. pero el cuerpo recuerda de manera permanente, la luna fue testigo, las estrellas cómplices incondicionales de aquellas calurosas noches en el jardín, no somos ayer, ni presente, fuimos desde el principio y seremos hasta el fin, por un momento que valga la vida y en mi muerte quiera recordar, te haré mía, porque si, porque lo mereces y lo deseo yo, te provocare, te haré arder, con una sonrisa me verás y te darás cuenta que lo que yo te ofrezco no se puede encontrar en ningún otro lugar, soy la bestia, el humilde, Dios de la venganza y el Señor de los piratas, tomaré de ti lo que me plazca, te pondré grilletes de locura y un collar en el cuello con el nombre de lujuria, entonces te verás como mi esclava y tu piel sentirá la libertad de ser amada, codiciada al éxtasis, infierno o cielo no importará ninguno, por besos de un momento que conviertan el día en un único recuerdo, valdrá y nos veremos libres en la jungla de cojines y sábanas, a perversidad y dulzura hasta que la vida nos alcance o alguno de los dos se canse .
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  • — ¿Te ha pasado que tu cuerpo pide descanso, pero tu mente quiere seguir activa? Bueno, eso.
    — ¿Te ha pasado que tu cuerpo pide descanso, pero tu mente quiere seguir activa? Bueno, eso.
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  • -Tenía que desestresarse se encierra en su studio mirando el desastre que hizo y nuevamente tratando de ordenar lo que el mismo hizo para trasmitir el programa conectando unos transmisores el programa radial estaba al aire haciendose escuchar por todos los anillos del infierno -

    Que tal mis almas pecadoras cómo lo están pasando mmm?? Nuevamente su más fiel servidor ALASTOR!! Trayendoles a ustedes una nueva interpretación musical de mi para ustedes y espero que su agonía siga elevándose hasta desbordarse hahahahaha!! Al parecer están habiendo cambios en el infierno no se si lo habrán sentido pero aun así nosotros seguiremos aquí Trayendoles variedad infernal y noticias no como la tecnología jamás escuché mi consejo mis queridos almas en pena jamás confíen en la tegnologia por qué solo lo harán esclavos de ellos ya están avisados mis oyentes Infernales sin más aquí les va está canción

    https://youtu.be/ej-sr9CIqAY?si=YfwxwfxNny0j1QQ2
    -Tenía que desestresarse se encierra en su studio mirando el desastre que hizo y nuevamente tratando de ordenar lo que el mismo hizo para trasmitir el programa conectando unos transmisores el programa radial estaba al aire haciendose escuchar por todos los anillos del infierno - Que tal mis almas pecadoras cómo lo están pasando mmm?? Nuevamente su más fiel servidor ALASTOR!! Trayendoles a ustedes una nueva interpretación musical de mi para ustedes y espero que su agonía siga elevándose hasta desbordarse hahahahaha!! Al parecer están habiendo cambios en el infierno no se si lo habrán sentido pero aun así nosotros seguiremos aquí Trayendoles variedad infernal y noticias no como la tecnología jamás escuché mi consejo mis queridos almas en pena jamás confíen en la tegnologia por qué solo lo harán esclavos de ellos ya están avisados mis oyentes Infernales sin más aquí les va está canción 🎶🎶🎶🎶 https://youtu.be/ej-sr9CIqAY?si=YfwxwfxNny0j1QQ2
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  • Por qué la mayoría , aquí está de pareja o casados eh? .....
    Espero no ser la única soterona por aqui
    Por qué la mayoría , aquí está de pareja o casados eh? ..... Espero no ser la única soterona por aqui
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  • La luna llena bañaba los muros del castillo de Styria con su pálida luz. Las sombras de las torres se alargaban en el suelo, frías y distantes, como si reflejaran el estado de ánimo de la vampira que acababa de cruzar las puertas principales. Lenore, con su cabello rojo deslumbrante y su habitual porte elegante, estaba lejos de lucir satisfecha. Su ceño fruncido y los pasos firmes que resonaban en el pasillo daban una clara advertencia a cualquiera que intentara cruzarse en su camino.

    Había pasado tres días fuera del castillo, negociando con un anciano vampiro de una nación cercana, uno cuya importancia era inversamente proporcional a su decoro. Lord Gavrus, un viejo que hacía gala de una cortesía falsa y una obsesión por recordarle sus "gloriosos días". Durante las interminables horas de negociaciones, no había desperdiciado la oportunidad de lanzarle comentarios condescendientes, insinuando que la "tierna juventud" de Lenore hacía de ella una elección cuestionable como diplomática de las hermanas de Styria.

    Aunque había mantenido su compostura, la paciencia de Lenore se había puesto a prueba en cada intercambio. Logró su cometido, claro: Gavrus había aceptado abrir rutas seguras para el transporte de sangre desde su territorio a cambio de una alianza comercial limitada. Sin embargo, el precio de su éxito había sido soportar su rancia compañía y sus risas cargadas de superioridad.

    Cuando llegó al gran salón del castillo, Lenore dejó caer su capa de terciopelo sobre un sillón cercano. Un leve suspiro escapó de sus labios antes de que se desplomara elegantemente en una silla junto a una de las mesas largas. Carmilla, como siempre, estaba atenta desde el otro lado del salón, observando con una ceja arqueada.

    —¿Todo en orden, Lenore? —preguntó Carmilla, aunque su tono sugería que ya sabía la respuesta.

    —Sí, Gavrus aceptó los términos —respondió Lenore, con un brillo de triunfo en los ojos que pronto se apagó—. Pero no sin hacérmelo difícil. Ese viejo es insoportable.

    Carmilla se acercó lentamente, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos. Se sentó frente a Lenore y apoyó las manos sobre la mesa.

    —Lo lograste, como siempre. Esa es tu fortaleza, Lenore. Pero... —hizo una pausa, evaluando el rostro cansado de su hermana de armas—, supongo que no fue agradable.

    Lenore dejó escapar una risa seca.

    —Carmilla, si ese hombre me hubiera contado una vez más cómo "las cosas eran mejores en sus tiempos", creo que habría terminado con este tratado de forma menos diplomática.

    Carmilla soltó una carcajada breve, más sincera de lo que Lenore esperaba.

    —Es por eso que lo haces tú, Lenore. Yo lo habría matado a la primera mención de algo así.

    —Créeme, la idea cruzó mi mente más veces de las que puedo admitir. Pero me gusta mi trabajo. Aunque eso no significa que disfrute de este tipo de... compañía.

    Carmilla se inclinó hacia atrás, cruzando los brazos.

    —Has hecho lo que debías. Ahora ve y descansa. Aunque si necesitas liberar tensión, sabes que siempre puedes visitar a Striga en el campo de entrenamiento. Estoy segura de que te dejará destrozar un par de muñecos de práctica.

    Lenore sonrió levemente, su mal humor disipándose poco a poco.

    —Tal vez lo haga. Aunque primero me tomaré una copa de sangre. Lo merezco.

    Carmilla asintió, y Lenore se levantó con su gracia habitual, dirigiéndose hacia sus aposentos. A pesar del día que había tenido, sabía que su rol era esencial, y lo aceptaba con orgullo. Sin embargo, no podía evitar pensar que preferiría mil veces tratar con humanos tercos antes que con otro vampiro como Gavrus.

    #monorol
    La luna llena bañaba los muros del castillo de Styria con su pálida luz. Las sombras de las torres se alargaban en el suelo, frías y distantes, como si reflejaran el estado de ánimo de la vampira que acababa de cruzar las puertas principales. Lenore, con su cabello rojo deslumbrante y su habitual porte elegante, estaba lejos de lucir satisfecha. Su ceño fruncido y los pasos firmes que resonaban en el pasillo daban una clara advertencia a cualquiera que intentara cruzarse en su camino. Había pasado tres días fuera del castillo, negociando con un anciano vampiro de una nación cercana, uno cuya importancia era inversamente proporcional a su decoro. Lord Gavrus, un viejo que hacía gala de una cortesía falsa y una obsesión por recordarle sus "gloriosos días". Durante las interminables horas de negociaciones, no había desperdiciado la oportunidad de lanzarle comentarios condescendientes, insinuando que la "tierna juventud" de Lenore hacía de ella una elección cuestionable como diplomática de las hermanas de Styria. Aunque había mantenido su compostura, la paciencia de Lenore se había puesto a prueba en cada intercambio. Logró su cometido, claro: Gavrus había aceptado abrir rutas seguras para el transporte de sangre desde su territorio a cambio de una alianza comercial limitada. Sin embargo, el precio de su éxito había sido soportar su rancia compañía y sus risas cargadas de superioridad. Cuando llegó al gran salón del castillo, Lenore dejó caer su capa de terciopelo sobre un sillón cercano. Un leve suspiro escapó de sus labios antes de que se desplomara elegantemente en una silla junto a una de las mesas largas. Carmilla, como siempre, estaba atenta desde el otro lado del salón, observando con una ceja arqueada. —¿Todo en orden, Lenore? —preguntó Carmilla, aunque su tono sugería que ya sabía la respuesta. —Sí, Gavrus aceptó los términos —respondió Lenore, con un brillo de triunfo en los ojos que pronto se apagó—. Pero no sin hacérmelo difícil. Ese viejo es insoportable. Carmilla se acercó lentamente, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos. Se sentó frente a Lenore y apoyó las manos sobre la mesa. —Lo lograste, como siempre. Esa es tu fortaleza, Lenore. Pero... —hizo una pausa, evaluando el rostro cansado de su hermana de armas—, supongo que no fue agradable. Lenore dejó escapar una risa seca. —Carmilla, si ese hombre me hubiera contado una vez más cómo "las cosas eran mejores en sus tiempos", creo que habría terminado con este tratado de forma menos diplomática. Carmilla soltó una carcajada breve, más sincera de lo que Lenore esperaba. —Es por eso que lo haces tú, Lenore. Yo lo habría matado a la primera mención de algo así. —Créeme, la idea cruzó mi mente más veces de las que puedo admitir. Pero me gusta mi trabajo. Aunque eso no significa que disfrute de este tipo de... compañía. Carmilla se inclinó hacia atrás, cruzando los brazos. —Has hecho lo que debías. Ahora ve y descansa. Aunque si necesitas liberar tensión, sabes que siempre puedes visitar a Striga en el campo de entrenamiento. Estoy segura de que te dejará destrozar un par de muñecos de práctica. Lenore sonrió levemente, su mal humor disipándose poco a poco. —Tal vez lo haga. Aunque primero me tomaré una copa de sangre. Lo merezco. Carmilla asintió, y Lenore se levantó con su gracia habitual, dirigiéndose hacia sus aposentos. A pesar del día que había tenido, sabía que su rol era esencial, y lo aceptaba con orgullo. Sin embargo, no podía evitar pensar que preferiría mil veces tratar con humanos tercos antes que con otro vampiro como Gavrus. #monorol
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  • Apareció en un lugar desconocido y sin saber que demonios había pasado,sin idea de lo que fue , lo único que tenía como respuesta era una espada y un par de pistolas

    -que..mierda...
    Apareció en un lugar desconocido y sin saber que demonios había pasado,sin idea de lo que fue , lo único que tenía como respuesta era una espada y un par de pistolas -que..mierda...
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  • La habitación de Robin estaba bañada por la luz tenue de las estrellas que se filtraba por la ventana. Era un lugar sencillo, pero cómodo, un refugio en medio de su vida nómada entre viajes espaciales y escenarios llenos de multitudes. Sin embargo, aquella noche, la tranquilidad de su entorno no lograba calmar el remolino de pensamientos que la mantenía despierta.

    Se sentó en la cama, abrazando sus rodillas, y dejó escapar un largo suspiro. En el silencio, su mente volvió a aquel día, el caos que lo cambió todo. El recuerdo seguía fresco: gritos, el eco de explosiones, y la sensación de que el aire se hacía cada vez más pesado. Entonces, en medio de la desesperación, apareció él.

    Songster.

    Había llegado como un espectro entre las sombras, eliminando amenazas con una precisión aterradora. Lo último que Robin recordó antes de desmayarse fue sentir cómo unos brazos fuertes la sujetaban y la sacaban de aquel infierno. Desde entonces, él había estado a su lado, protegiéndola sin descanso.

    Robin apartó la mirada de la ventana y la dirigió hacia la puerta cerrada. Sabía que Songster estaba ahí, del otro lado, tan vigilante como siempre. No llevaban mucho tiempo juntos, pero su presencia ya se había convertido en una constante, algo que inconscientemente buscaba en los momentos de calma y peligro por igual.

    Había algo en él que la desconcertaba. Su carácter reservado y distante era tan distinto al de ella, siempre efusiva y sociable. Pero, a pesar de las diferencias, Robin había comenzado a notar lo mucho que dependía de esa figura silenciosa. Y no era solo por la seguridad que él le proporcionaba; había algo más. Algo que crecía con cada gesto contenido, con cada mirada que él le dirigía cuando creía que ella no se daba cuenta.

    Robin se dejó caer hacia atrás, hundiendo la cabeza en las almohadas. Cerró los ojos y habló en un susurro, casi para sí misma:

    —Gracias por estar aquí… siempre.

    El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Al contrario, era una respuesta que, de algún modo, ella esperaba. Sin embargo, el leve sonido de un movimiento al otro lado de la puerta llegó a sus oídos. Apenas perceptible, pero suficiente para que Robin supiera que él la había escuchado.

    Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras abrazaba la manta con más fuerza. No necesitaba palabras. En el mutismo de Songster había algo reconfortante, algo que hablaba más fuerte que cualquier respuesta.

    Aquella noche, Robin se permitió sentirse verdaderamente a salvo.
    La habitación de Robin estaba bañada por la luz tenue de las estrellas que se filtraba por la ventana. Era un lugar sencillo, pero cómodo, un refugio en medio de su vida nómada entre viajes espaciales y escenarios llenos de multitudes. Sin embargo, aquella noche, la tranquilidad de su entorno no lograba calmar el remolino de pensamientos que la mantenía despierta. Se sentó en la cama, abrazando sus rodillas, y dejó escapar un largo suspiro. En el silencio, su mente volvió a aquel día, el caos que lo cambió todo. El recuerdo seguía fresco: gritos, el eco de explosiones, y la sensación de que el aire se hacía cada vez más pesado. Entonces, en medio de la desesperación, apareció él. Songster. Había llegado como un espectro entre las sombras, eliminando amenazas con una precisión aterradora. Lo último que Robin recordó antes de desmayarse fue sentir cómo unos brazos fuertes la sujetaban y la sacaban de aquel infierno. Desde entonces, él había estado a su lado, protegiéndola sin descanso. Robin apartó la mirada de la ventana y la dirigió hacia la puerta cerrada. Sabía que Songster estaba ahí, del otro lado, tan vigilante como siempre. No llevaban mucho tiempo juntos, pero su presencia ya se había convertido en una constante, algo que inconscientemente buscaba en los momentos de calma y peligro por igual. Había algo en él que la desconcertaba. Su carácter reservado y distante era tan distinto al de ella, siempre efusiva y sociable. Pero, a pesar de las diferencias, Robin había comenzado a notar lo mucho que dependía de esa figura silenciosa. Y no era solo por la seguridad que él le proporcionaba; había algo más. Algo que crecía con cada gesto contenido, con cada mirada que él le dirigía cuando creía que ella no se daba cuenta. Robin se dejó caer hacia atrás, hundiendo la cabeza en las almohadas. Cerró los ojos y habló en un susurro, casi para sí misma: —Gracias por estar aquí… siempre. El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Al contrario, era una respuesta que, de algún modo, ella esperaba. Sin embargo, el leve sonido de un movimiento al otro lado de la puerta llegó a sus oídos. Apenas perceptible, pero suficiente para que Robin supiera que él la había escuchado. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras abrazaba la manta con más fuerza. No necesitaba palabras. En el mutismo de Songster había algo reconfortante, algo que hablaba más fuerte que cualquier respuesta. Aquella noche, Robin se permitió sentirse verdaderamente a salvo.
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  • —¿Porque ninguna chica viene a mi vida?..estoy cansada de chicos calientes enviandome mensajes...
    —¿Porque ninguna chica viene a mi vida?..estoy cansada de chicos calientes enviandome mensajes...
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  • Sus ojos, brasas ardientes, se fijaron en los contrarios con una intensidad que hacía que el aire pareciera más pesado. Su voz, grave y pausada, resuena en el vacío, como un eco que se niega a desaparecer.

    —Tu camino se bifurca aquí, y el peso de tu decisión definirá más de lo que crees. No pretendas elegir sin comprender lo que implica cada paso.

    Extendió una mano enguantada hacia la derecha, el humo gris que emanaba de su figura apuntando con intención.

    —Toma el primer sendero, y hallarás certeza. Es una elección segura, cómoda… Pero limitada. Allí, hallarás lo que buscas, pero no más. No te desafiará ni te cambiará.

    Su otra mano se elevó lentamente, indicando el camino opuesto, donde las sombras parecían retorcerse con vida propia.

    —El segundo sendero… Es incierto, impredecible. Puede que encuentres más de lo que esperas… O nada en absoluto. Es un riesgo que pocos se atreven a tomar, pues exige una valentía que no todos poseen.

    Inclinó la cabeza ligeramente, su máscara reflejando una pálida luz. Su tono se suavizó apenas, aunque su gravedad permanecía intacta.

    —Ambos caminos están abiertos, pero no esperes volver atrás una vez que decidas. Ahora, dime… ¿Arriesgarias lo que eres por lo que podrías llegar a ser, o te contentarias con la seguridad de lo que conoces?

    Y entonces, guardó silencio, observando con esos ojos ardientes que parecían expectantes de una respuesta.
    Sus ojos, brasas ardientes, se fijaron en los contrarios con una intensidad que hacía que el aire pareciera más pesado. Su voz, grave y pausada, resuena en el vacío, como un eco que se niega a desaparecer. —Tu camino se bifurca aquí, y el peso de tu decisión definirá más de lo que crees. No pretendas elegir sin comprender lo que implica cada paso. Extendió una mano enguantada hacia la derecha, el humo gris que emanaba de su figura apuntando con intención. —Toma el primer sendero, y hallarás certeza. Es una elección segura, cómoda… Pero limitada. Allí, hallarás lo que buscas, pero no más. No te desafiará ni te cambiará. Su otra mano se elevó lentamente, indicando el camino opuesto, donde las sombras parecían retorcerse con vida propia. —El segundo sendero… Es incierto, impredecible. Puede que encuentres más de lo que esperas… O nada en absoluto. Es un riesgo que pocos se atreven a tomar, pues exige una valentía que no todos poseen. Inclinó la cabeza ligeramente, su máscara reflejando una pálida luz. Su tono se suavizó apenas, aunque su gravedad permanecía intacta. —Ambos caminos están abiertos, pero no esperes volver atrás una vez que decidas. Ahora, dime… ¿Arriesgarias lo que eres por lo que podrías llegar a ser, o te contentarias con la seguridad de lo que conoces? Y entonces, guardó silencio, observando con esos ojos ardientes que parecían expectantes de una respuesta.
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