• [REGISTRO DE MISIÓN CLASIFICADA — PROTOCOLO CIELO ROJO]

    **Evento: Invasión de Entidad Divina Tipo Trueno (Clase Celestial Omega)**

    **Unidad de Defensa Especial VX | Comandante de campo: Haruki Shinozawa (Kamen Rider VX)**

    **Ubicación:** Santuario Celeste sobre la Cúspide del Monte Izanari
    **Fecha:** Día 3 del Mes de los Relámpagos

    ---

    **[INICIO DEL REGISTRO]**

    Un cielo quebrado por rayos sin origen. Un retumbar que sacude montañas. La tierra tiembla. Desde los cielos descendió una deidad antigua, autoproclamada juez del mundo humano: **Raijintei**, el dios del trueno.

    Su veredicto fue claro:
    —*“La humanidad ha fallado. El juicio ha llegado.”*

    Los cielos se abrieron como grietas ardientes. De las nubes surgieron relámpagos vivos que atacaban ciudades, templos y bases militares. Todo sistema artificial colapsó. Las fuerzas convencionales no pudieron siquiera acercarse.

    Solo uno podía responder.

    —Unidad VX en marcha.

    Cinco miembros armados con tecnología VX tomaron posiciones en la montaña sagrada. Cada uno con funciones especializadas: soporte aéreo, blindaje, artillería pesada, sigilo y combate cerrado. Al frente, **Haruki Shinozawa**, en su armadura esmeralda habitual, dirigía la operación.

    El combate fue apoteósico. La deidad surcaba los cielos con un martillo de rayos, lanzando cadenas de relámpago que desintegraban el terreno. Cada miembro de la unidad atacó con precisión quirúrgica, coordinados por la voz firme de Shinozawa.

    —“¡No piensen en su poder! ¡Recuerden a quién defendemos!”

    Durante quince minutos, el cielo y la tierra fueron uno en caos. El equipo logró herir a Raijintei, rompiendo parte de su armadura de energía divina. Fue entonces que el plan final se ejecutó.

    **Shinozawa activó el protocolo Boost Mode.**

    Su *VX Driver* brilló en rojo. La armadura cambió radicalmente: **color blanco inmaculado con detalles carmesí y ojos rojos intensos**, como brasas del corazón de un volcán. Las líneas de energía se encendieron con poder ciclónico.

    —“Por cada niño que aún sonríe, por cada madre que aún canta, ¡yo no permitiré que tu juicio se cumpla!”

    **“BOOST MODE: CYCLONE HOPPER KICK!”**

    Impulsado por una ráfaga vertical de viento rojo y blanco, Shinozawa saltó más alto que el dios mismo. El cielo se partió cuando descendió en picado, envuelto en un aura ciclónica. La patada final impactó en el núcleo de Raijintei con una fuerza que hizo vibrar continentes.

    El dios cayó.

    La luz regresó.

    El juicio fue detenido.

    ---

    **\[FIN DEL REGISTRO]**
    **Estado del comandante:** Estable, inconsciente por 6 minutos. Recuperado sin lesiones permanentes.

    **Estado de la unidad:** Dos heridos, uno grave pero estable. Misión cumplida.
    [REGISTRO DE MISIÓN CLASIFICADA — PROTOCOLO CIELO ROJO] **Evento: Invasión de Entidad Divina Tipo Trueno (Clase Celestial Omega)** **Unidad de Defensa Especial VX | Comandante de campo: Haruki Shinozawa (Kamen Rider VX)** **Ubicación:** Santuario Celeste sobre la Cúspide del Monte Izanari **Fecha:** Día 3 del Mes de los Relámpagos --- **[INICIO DEL REGISTRO]** Un cielo quebrado por rayos sin origen. Un retumbar que sacude montañas. La tierra tiembla. Desde los cielos descendió una deidad antigua, autoproclamada juez del mundo humano: **Raijintei**, el dios del trueno. Su veredicto fue claro: —*“La humanidad ha fallado. El juicio ha llegado.”* Los cielos se abrieron como grietas ardientes. De las nubes surgieron relámpagos vivos que atacaban ciudades, templos y bases militares. Todo sistema artificial colapsó. Las fuerzas convencionales no pudieron siquiera acercarse. Solo uno podía responder. —Unidad VX en marcha. Cinco miembros armados con tecnología VX tomaron posiciones en la montaña sagrada. Cada uno con funciones especializadas: soporte aéreo, blindaje, artillería pesada, sigilo y combate cerrado. Al frente, **Haruki Shinozawa**, en su armadura esmeralda habitual, dirigía la operación. El combate fue apoteósico. La deidad surcaba los cielos con un martillo de rayos, lanzando cadenas de relámpago que desintegraban el terreno. Cada miembro de la unidad atacó con precisión quirúrgica, coordinados por la voz firme de Shinozawa. —“¡No piensen en su poder! ¡Recuerden a quién defendemos!” Durante quince minutos, el cielo y la tierra fueron uno en caos. El equipo logró herir a Raijintei, rompiendo parte de su armadura de energía divina. Fue entonces que el plan final se ejecutó. **Shinozawa activó el protocolo Boost Mode.** Su *VX Driver* brilló en rojo. La armadura cambió radicalmente: **color blanco inmaculado con detalles carmesí y ojos rojos intensos**, como brasas del corazón de un volcán. Las líneas de energía se encendieron con poder ciclónico. —“Por cada niño que aún sonríe, por cada madre que aún canta, ¡yo no permitiré que tu juicio se cumpla!” **“BOOST MODE: CYCLONE HOPPER KICK!”** Impulsado por una ráfaga vertical de viento rojo y blanco, Shinozawa saltó más alto que el dios mismo. El cielo se partió cuando descendió en picado, envuelto en un aura ciclónica. La patada final impactó en el núcleo de Raijintei con una fuerza que hizo vibrar continentes. El dios cayó. La luz regresó. El juicio fue detenido. --- **\[FIN DEL REGISTRO]** **Estado del comandante:** Estable, inconsciente por 6 minutos. Recuperado sin lesiones permanentes. **Estado de la unidad:** Dos heridos, uno grave pero estable. Misión cumplida.
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    ╔═════ ∘◦ ✧ ✦ ✧ ◦∘ ═════╗
    RECLUTAMIENTO PARA "ANTIGUA GRECIA" - FANDOM MITOLOGIA GRIEGA
    ╚═════ ∘◦ ✧ ✦ ✧ ◦∘ ═════╝

    “El poder fluye en la eternidad… pero incluso los dioses necesitan aliados.”

    ¡Bienvenidx al Reclutamiento oficial del grupo de rol ambientado en el majestuoso Olimpo y el enigmático Inframundo!
    Este espacio está dedicado a quienes deseen formar parte de un universo mitológico lleno de drama, magia, pasiones divinas y conflictos inmortales.
    ¿Te atreves a escribir entre dioses?

    ╭───────────────╮
    PLATAFORMAS DE ROL
    ╰───────────────╯
    ✦ Discord → Para tramas dinámicas, actividades y eventos del Olimpo
    ✦ Ficrol → Para artículos sociales, tramas profundas y exploración de personajes

    ╭───────────────╮
    FANDOM & AMBIENTACIÓN
    ╰───────────────╯
    ✦ Fandom: Mitología Griega
    ✦ Personajes: Dioses mayores, dioses menores, criaturas mitológicas y mortales con vínculos
    ✦ Espacios disponibles: Olimpo, Inframundo, Mundo mortal (selectivo según trama)

    ╭───────────────╮
    ACLARACIONES IMPORTANTES
    ╰───────────────╯
    ✦ El rol ya tiene casi un año de existencia, pero buscamos más integrantes activos para avanzar en las tramas.
    ✦ Se divide en dos plataformas:
    – Ficrol: para el desarrollo social, fichas, eventos formales.
    – Discord: para juegos, tramas casuales, rol más dinámico y rápido.
    ✦ Ambientado en la vida, intrigas y relaciones entre los Dioses del Olimpo, del Inframundo y algunos mortales que forman parte de sus destinos.
    ✦ Para ingresar, deberás realizar una prueba técnica de rol interpretando al personaje elegido. Una vez aprobada, tendrás acceso total al grupo.

    ╭───────────────╮
    LO QUE BUSCAMOS
    ╰───────────────╯
    ✦ Roleplayers interesados en la mitología griega (activos o semiactivos)
    ✦ Buena ortografía y narrativa coherente
    ✦ Espacio en Discord y Ficrol (o acceso desde PC)
    ✦ Respeto y compromiso con el grupo
    ✦ Ganas de socializar y aportar al ambiente.

    https://discord.gg/xVJcUFr6

    Más información de los psjs ocupados al privado!

    #mitologiagriega #rol #rp #grecia
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  • [REGISTRO DE MISIÓN — ARCHIVO CLASIFICADO | PROTOCOLO IRON 6]**
    **Operativo en solitario: Ghost Shinozawa (Kamen Rider VX)**
    **Ubicación:** Zona Industrial Abandonada #73, Distrito Neotokyo
    **Amenaza:** Protocolo Omega-Unit — Ejército Autónomo de Drones Bélicos Clase X

    ---

    **\[INICIO DEL REGISTRO DE COMBATE]**

    23:01 horas.
    La noche cae sin luna. El zumbido metálico de hélices y engranajes retumba entre fábricas oxidadas. Una nube densa de polvo cubre la zona como una cortina espectral.

    Caminando a paso firme entre las sombras, ** Shinozawa** activa su *VX Driver*. El visor se enciende con una luz esmeralda brillante.

    —*Sistema en línea. Reconocimiento completo. Ciento veintiocho objetivos hostiles detectados.*
    —Ciento veintiocho, ¿eh…? —responde Shinozawa con una sonrisa cansada—. Hoy no hay apoyo. Que empiece el show.

    **“Henshin.”**

    Con un giro y el chasquido de los mecanismos, el cuerpo de Shinozawa se cubre con la armadura VX, reforzada por el *Grasshopper Combat Module*. Su silueta brilla entre los restos industriales mientras las luces verdes parpadean por su cuerpo.

    Los robots, con ojos rojos y armamento integrado, reaccionan al instante. Uno levanta el brazo: *"Objetivo identificado. Nivel de amenaza: máximo. Ejecución autorizada."*

    La primera oleada cae sobre él. Shinozawa salta entre las torres metálicas, sus movimientos veloces como ráfagas de viento. Un golpe giratorio destroza a tres drones de combate.

    —¡Kaiser Kick! —grita mientras su pierna se rodea de energía cinética. Impacta el suelo. Una onda expansiva destruye un pelotón completo.

    Explosiones, chispas, metal volando. Pero los números siguen creciendo.

    Shinozawa se lanza al núcleo de la horda. Dispara su *VX Shotgun* integrada, usa su escudo para rechazar ráfagas láser, y combina sus técnicas cuerpo a cuerpo con la precisión mecánica de su armadura.

    —¿Eso es todo lo que tienen? ¡Vamos, estoy justo aquí!

    Lo rodean. Un centinela mayor se activa: dos metros de titanio puro, una inteligencia limitada pero brutal. Le lanza un brazo garra giratorio. Shinozawa recibe el impacto, es lanzado contra un muro. El casco se agrieta un poco.

    —Ngh… buena patada. —Se levanta, sangrando por la comisura del labio, pero firme—. No me caigo tan fácil.

    Activa el *Hyper Mode Protocol*. Su armadura brilla aún más, emitiendo un chillido mecánico. La siguiente oleada apenas tiene tiempo de reaccionar.

    **"Final Ride: *Grasshopper Breaker Rush*."**

    Shinozawa corre a una velocidad imposible, multiplicando los impactos. Cada salto y giro deja una estela verde fosforescente. Golpes sincronizados destrozan la cadena de comando de los drones. En menos de treinta segundos, el núcleo del ejército cae.

    La última explosión ilumina la zona como si fuera de día. Luego, silencio.

    Shinozawa, de pie entre los restos ardientes, apaga el modo combate. Su respiración es pesada, pero no tambalea.

    —*Misión cumplida. Cero civiles afectados. Amenaza neutralizada.*
    —No necesito ser una leyenda —murmura, mientras mira el cielo—. Solo tengo que ser quien se mantenga en pie cuando nadie más puede.

    Suelta una sonrisa leve, aunque nadie lo vea.

    **\[FIN DEL REGISTRO]**
    [REGISTRO DE MISIÓN — ARCHIVO CLASIFICADO | PROTOCOLO IRON 6]** **Operativo en solitario: Ghost Shinozawa (Kamen Rider VX)** **Ubicación:** Zona Industrial Abandonada #73, Distrito Neotokyo **Amenaza:** Protocolo Omega-Unit — Ejército Autónomo de Drones Bélicos Clase X --- **\[INICIO DEL REGISTRO DE COMBATE]** 23:01 horas. La noche cae sin luna. El zumbido metálico de hélices y engranajes retumba entre fábricas oxidadas. Una nube densa de polvo cubre la zona como una cortina espectral. Caminando a paso firme entre las sombras, ** Shinozawa** activa su *VX Driver*. El visor se enciende con una luz esmeralda brillante. —*Sistema en línea. Reconocimiento completo. Ciento veintiocho objetivos hostiles detectados.* —Ciento veintiocho, ¿eh…? —responde Shinozawa con una sonrisa cansada—. Hoy no hay apoyo. Que empiece el show. **“Henshin.”** Con un giro y el chasquido de los mecanismos, el cuerpo de Shinozawa se cubre con la armadura VX, reforzada por el *Grasshopper Combat Module*. Su silueta brilla entre los restos industriales mientras las luces verdes parpadean por su cuerpo. Los robots, con ojos rojos y armamento integrado, reaccionan al instante. Uno levanta el brazo: *"Objetivo identificado. Nivel de amenaza: máximo. Ejecución autorizada."* La primera oleada cae sobre él. Shinozawa salta entre las torres metálicas, sus movimientos veloces como ráfagas de viento. Un golpe giratorio destroza a tres drones de combate. —¡Kaiser Kick! —grita mientras su pierna se rodea de energía cinética. Impacta el suelo. Una onda expansiva destruye un pelotón completo. Explosiones, chispas, metal volando. Pero los números siguen creciendo. Shinozawa se lanza al núcleo de la horda. Dispara su *VX Shotgun* integrada, usa su escudo para rechazar ráfagas láser, y combina sus técnicas cuerpo a cuerpo con la precisión mecánica de su armadura. —¿Eso es todo lo que tienen? ¡Vamos, estoy justo aquí! Lo rodean. Un centinela mayor se activa: dos metros de titanio puro, una inteligencia limitada pero brutal. Le lanza un brazo garra giratorio. Shinozawa recibe el impacto, es lanzado contra un muro. El casco se agrieta un poco. —Ngh… buena patada. —Se levanta, sangrando por la comisura del labio, pero firme—. No me caigo tan fácil. Activa el *Hyper Mode Protocol*. Su armadura brilla aún más, emitiendo un chillido mecánico. La siguiente oleada apenas tiene tiempo de reaccionar. **"Final Ride: *Grasshopper Breaker Rush*."** Shinozawa corre a una velocidad imposible, multiplicando los impactos. Cada salto y giro deja una estela verde fosforescente. Golpes sincronizados destrozan la cadena de comando de los drones. En menos de treinta segundos, el núcleo del ejército cae. La última explosión ilumina la zona como si fuera de día. Luego, silencio. Shinozawa, de pie entre los restos ardientes, apaga el modo combate. Su respiración es pesada, pero no tambalea. —*Misión cumplida. Cero civiles afectados. Amenaza neutralizada.* —No necesito ser una leyenda —murmura, mientras mira el cielo—. Solo tengo que ser quien se mantenga en pie cuando nadie más puede. Suelta una sonrisa leve, aunque nadie lo vea. **\[FIN DEL REGISTRO]**
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    ||• ❝ Here We Go Again ❞ — ¡Buenas! Es un gusto para mí el saludarlos y volver a formar parte de la plataforma. He pasado por de todo en la vida últimamente tanto emocional como físicamente en el lapso de tiempo que estuve fuera del sitio y donde la depresión se intensificó también. Pero aquí andamos nuevamente, buscando despejar un poco la mente de tanto y disfrutar. Quizá algunos me odien por los roles que tuve con ellos y luego de un dia para otro desaparecí. Les pido mil disculpas y si están enojados conmigo lo comprenderé (Mi cuenta habia sido eliminada y mi IP bloqueada) Pero eso ya es pasado y estoy acá para comenzar. Dudaba en volver por todo lo que he pasado y no sé si dure aquí yo por la depre que me da a veces y me vaya. Los quiero y son increíbles. Atte : Santi. ♡
    ||• ❝ Here We Go Again ❞ — ¡Buenas! Es un gusto para mí el saludarlos y volver a formar parte de la plataforma. He pasado por de todo en la vida últimamente tanto emocional como físicamente en el lapso de tiempo que estuve fuera del sitio y donde la depresión se intensificó también. Pero aquí andamos nuevamente, buscando despejar un poco la mente de tanto y disfrutar. Quizá algunos me odien por los roles que tuve con ellos y luego de un dia para otro desaparecí. Les pido mil disculpas y si están enojados conmigo lo comprenderé (Mi cuenta habia sido eliminada y mi IP bloqueada) Pero eso ya es pasado y estoy acá para comenzar. Dudaba en volver por todo lo que he pasado y no sé si dure aquí yo por la depre que me da a veces y me vaya. Los quiero y son increíbles. Atte : Santi. ♡
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    Luego de haberlo pensado bien, cerraré la cuenta por un tiempo , fue un placer rolear con ustedes.//
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  • Destinados a la Irracionalidad.
    Fandom Original.
    Categoría Drama
    ♛ 𝓜𝓲𝓷𝓪𝓶𝓲 𝓜𝓸𝓶𝓸𝓴𝓪𝓼𝓱𝓲 ♡

    ⠀⠀Las luces de neón palpitaban como arterias abiertas sobre las avenidas de Tokio, reflejándose en los charcos de lluvia con una luz sombría. Era pasada la medianoche y, entre los callejones angostos que serpenteaban como venas ocultas, las sombras se deslizaban más rápido que la brisa.

    ⠀⠀Él la perseguía, sereno. No era una fugitiva cualquiera, sino una criatura nacida para desvanecerse entre las evasivas de la sociedad, un ser que doblegaba lo natural. Su silueta, etérea y grácil, rebotaba entre las marquesinas de izakayas cerrados y los carteles de pachinkos moribundos, mientras las farolas temblaban a su paso.

    ⠀⠀Su presencia, era un susurro. El aura del cura, una fogata en la oscuridad, pero antes que la calidez que representaría el fuego como abraza la vida, emitía la radiante energía del daño. La encontraría, no importaba qué.

    ⠀⠀Mientras tanto, la dicotomía de algo más profundo crecía en el pecho del brujo de mirada penitente. En Japón, incluso los fantasmas respetan las reglas no escritas de la noche. Pero esta vez, una de esas reglas estaba a punto de romperse.
    [Minami.Momokashi01] ⠀ ⠀⠀Las luces de neón palpitaban como arterias abiertas sobre las avenidas de Tokio, reflejándose en los charcos de lluvia con una luz sombría. Era pasada la medianoche y, entre los callejones angostos que serpenteaban como venas ocultas, las sombras se deslizaban más rápido que la brisa. ⠀⠀Él la perseguía, sereno. No era una fugitiva cualquiera, sino una criatura nacida para desvanecerse entre las evasivas de la sociedad, un ser que doblegaba lo natural. Su silueta, etérea y grácil, rebotaba entre las marquesinas de izakayas cerrados y los carteles de pachinkos moribundos, mientras las farolas temblaban a su paso. ⠀⠀Su presencia, era un susurro. El aura del cura, una fogata en la oscuridad, pero antes que la calidez que representaría el fuego como abraza la vida, emitía la radiante energía del daño. La encontraría, no importaba qué. ⠀⠀Mientras tanto, la dicotomía de algo más profundo crecía en el pecho del brujo de mirada penitente. En Japón, incluso los fantasmas respetan las reglas no escritas de la noche. Pero esta vez, una de esas reglas estaba a punto de romperse. ⠀
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  • Convivencia forzada:

    Capítulo 2:
    Del miedo no se huye.
    Incluso las flores tiemblan cuando el invierno acecha.
    Earthrealm — Fangjiang.
    (Autoconclusivo)


    La casa, alguna vez su refugio, se había transformado en una jaula. Su hogar, donde las risas de los niños solían llenar las mañanas, donde el aroma a tinta y a hierbas se mezclaba con la voz cálida de sus enseñanzas, ahora era un espacio silenciado por la presencia del depredador.

    Syzoth no permitía que los niños regresaran. **“No quiero ver mocosos en esta casa”,** había gruñido el primer día. Y así, los pequeños que tanto amaba Mei fueron desterrados de su rutina sin aviso ni explicación. Todo lo que antes le daba sentido a sus días había desaparecido.

    La extrañeza se volvió dolor. El dolor, desesperación.

    Y esa mañana, por primera vez, Syzoth no estaba en el mismo rincón acechando. El silencio era diferente. No pesado, sino vacío. No se oía su respiración, ni el roce sutil de sus garras contra la madera.

    ¿Se había ido?

    Mei contuvo el aliento. No había forma de saberlo, pero el impulso fue más fuerte que el miedo. Se cubrió con una capa sencilla, ajustó el velo que ocultaba parte de su rostro y salió, pisando apenas, como si el suelo pudiera traicionarla.

    El aire frío le acarició el rostro. El camino hasta el sendero del pueblo no era largo, solo un trecho más allá del jardín. Allí, tal vez, podría pedir ayuda… o simplemente ver a los niños. Tal vez distraerse. Tal vez respirar.

    Pero su inquilino no dormía. No descansaba.
    Y cazadores como él no necesitan ver para saber.

    No había avanzado más que unos pasos cuando un susurro reptante cortó el viento. Un zumbido. Un desplazamiento en la maleza. Y luego, en un parpadeo, fue atrapada.

    Una mano férrea como piedra la sujetó del brazo y, con un tirón violento, la hizo girar de golpe.

    —¿A dónde ibas? —la voz de Syzoth era una daga envuelta en humo.

    Mei tembló. Intentó dar un paso atrás, pero él no se lo permitió. La arrastró de vuelta a la casa, sin decir más, como quien arrastra un objeto extraviado, no una persona. Ella forcejeaba, pero él ni se inmutaba. No era crueldad desmedida… era naturaleza. Él no entendía el dolor que causaba. Ni le importaba.

    Una vez dentro, la empujó contra la pared con tal fuerza que las tablas crujieron.

    —Responde. ¿Por qué escapabas?

    —Yo… yo solo quería ir al pueblo…

    —¿Para qué? ¿Para traer a alguien? ¿Delatarme?

    —¡No! ¡No era eso!

    Su incredulidad era venenosa. No buscaba explicaciones, buscaba control. Mei no supo qué decir. El miedo la ahogaba.

    Syzoth apretó sus hombros, y ella reprimió un grito. La pared le raspaba la espalda. No tenía salida.

    —No sabes con quién estás jugando —dijo, los ojos brillando de forma inhumana.

    Y entonces, ella se quebró.

    —¡Yo no quiero jugar contigo! —gimió, con las lágrimas descendiendo por sus mejillas pálidas—. Extraño mi vida… ¡Mi casa era tranquila antes de ti! Extraño enseñar a los niños, verlos aprender, sus risas, sus dibujos, sus preguntas inocentes… ¡Extraño no tener miedo!

    Sus palabras se disolvieron en un hilo roto. Syzoth la observó. Inmóvil. Frío. Una furia contenida vibraba en sus ojos como el filo de una cuchilla. Pero entonces, sin soltarla aún, dijo:

    —Syzoth.

    —¿Qué…?

    —Mi nombre. Syzoth. Para que sepas quién te está matando si vuelves a intentar huir.

    Él mantuvo su mirada hacia ella, miraba sus expresiones y hasta su miedo en su mayor expresión, entonces, su rostro torcido en una mueca que era entre burla y amenaza. Se inclinó lentamente, y al oído le susurró:

    —Acostúmbrate al miedo y a su nombre.

    La soltó con un empujón seco y desapareció. Como una sombra que se funde en las paredes, se desvaneció usando su habilidad para volverse invisible.

    Mei cayó al suelo, aún temblando. Se quedó ahí unos minutos, el rostro húmedo, las manos en el regazo. Sentía que todo en su interior se rompía y que nadie podía verla para recoger los pedazos.

    Con dificultad, se incorporó y caminó hasta el estudio. Aquel rincón, donde antaño daba clases de escritura y cultivaba hierbas para infusiones, ahora era su dormitorio improvisado. Se sentó en el futón, abrazando una manta sin fuerzas.

    Miró el techo. Lloró un poco más. Luego… nada. El cansancio le pesaba en los huesos. Horas después, Syzoth la encontró así. En posición fetal, los ojos hinchados, el ceño aún fruncido por el llanto incluso dormida.

    La observó por largo rato sin decir nada.

    No entendía su dolor, pero tampoco lo ignoraba entonces se fue a la habitación donde él dormía, o mas bien había reclamado como suya,  tomo una manta y volvió con esta en sus brazos, se la echó encima de forma brusca, casi torpe, como si el acto en sí lo incomodara. Y antes de irse, tomó una daga corta de su cinturón —no cualquier arma, sino una de caza ritual, de hoja negra y empuñadura con grabados zaterranos— tomó una hoja de ese escritorio y un lápiz, escribió algo en ella  y la clavó en la mesa atravesando la hoja completamente, en la nota rezaba:

    "Alístate. Tus mocosos vendrán pronto."

    La mañana siguiente, Mei despertó sintiendo algo diferente. El peso de la manta. El frío ausente. Y luego, vio la nota… y la daga.

    Leyó.
    Releyó.

    No supo si era una amenaza, una burla… o algo más extraño aún: una disculpa. Una forma brutal de decir "te escuché", "no sé cómo manejar esto", o tal vez… "no quiero seguir siendo ese monstruo".
    Y aunque su corazón aún dolía, aunque el miedo no se había ido… una leve sonrisa se asomó en sus labios.

    No era la paz que soñaba. Pero tal vez, solo tal vez… la tormenta comenzaba a dar paso a algo distinto.
    Convivencia forzada: Capítulo 2: Del miedo no se huye. Incluso las flores tiemblan cuando el invierno acecha. Earthrealm — Fangjiang. (Autoconclusivo) La casa, alguna vez su refugio, se había transformado en una jaula. Su hogar, donde las risas de los niños solían llenar las mañanas, donde el aroma a tinta y a hierbas se mezclaba con la voz cálida de sus enseñanzas, ahora era un espacio silenciado por la presencia del depredador. Syzoth no permitía que los niños regresaran. **“No quiero ver mocosos en esta casa”,** había gruñido el primer día. Y así, los pequeños que tanto amaba Mei fueron desterrados de su rutina sin aviso ni explicación. Todo lo que antes le daba sentido a sus días había desaparecido. La extrañeza se volvió dolor. El dolor, desesperación. Y esa mañana, por primera vez, Syzoth no estaba en el mismo rincón acechando. El silencio era diferente. No pesado, sino vacío. No se oía su respiración, ni el roce sutil de sus garras contra la madera. ¿Se había ido? Mei contuvo el aliento. No había forma de saberlo, pero el impulso fue más fuerte que el miedo. Se cubrió con una capa sencilla, ajustó el velo que ocultaba parte de su rostro y salió, pisando apenas, como si el suelo pudiera traicionarla. El aire frío le acarició el rostro. El camino hasta el sendero del pueblo no era largo, solo un trecho más allá del jardín. Allí, tal vez, podría pedir ayuda… o simplemente ver a los niños. Tal vez distraerse. Tal vez respirar. Pero su inquilino no dormía. No descansaba. Y cazadores como él no necesitan ver para saber. No había avanzado más que unos pasos cuando un susurro reptante cortó el viento. Un zumbido. Un desplazamiento en la maleza. Y luego, en un parpadeo, fue atrapada. Una mano férrea como piedra la sujetó del brazo y, con un tirón violento, la hizo girar de golpe. —¿A dónde ibas? —la voz de Syzoth era una daga envuelta en humo. Mei tembló. Intentó dar un paso atrás, pero él no se lo permitió. La arrastró de vuelta a la casa, sin decir más, como quien arrastra un objeto extraviado, no una persona. Ella forcejeaba, pero él ni se inmutaba. No era crueldad desmedida… era naturaleza. Él no entendía el dolor que causaba. Ni le importaba. Una vez dentro, la empujó contra la pared con tal fuerza que las tablas crujieron. —Responde. ¿Por qué escapabas? —Yo… yo solo quería ir al pueblo… —¿Para qué? ¿Para traer a alguien? ¿Delatarme? —¡No! ¡No era eso! Su incredulidad era venenosa. No buscaba explicaciones, buscaba control. Mei no supo qué decir. El miedo la ahogaba. Syzoth apretó sus hombros, y ella reprimió un grito. La pared le raspaba la espalda. No tenía salida. —No sabes con quién estás jugando —dijo, los ojos brillando de forma inhumana. Y entonces, ella se quebró. —¡Yo no quiero jugar contigo! —gimió, con las lágrimas descendiendo por sus mejillas pálidas—. Extraño mi vida… ¡Mi casa era tranquila antes de ti! Extraño enseñar a los niños, verlos aprender, sus risas, sus dibujos, sus preguntas inocentes… ¡Extraño no tener miedo! Sus palabras se disolvieron en un hilo roto. Syzoth la observó. Inmóvil. Frío. Una furia contenida vibraba en sus ojos como el filo de una cuchilla. Pero entonces, sin soltarla aún, dijo: —Syzoth. —¿Qué…? —Mi nombre. Syzoth. Para que sepas quién te está matando si vuelves a intentar huir. Él mantuvo su mirada hacia ella, miraba sus expresiones y hasta su miedo en su mayor expresión, entonces, su rostro torcido en una mueca que era entre burla y amenaza. Se inclinó lentamente, y al oído le susurró: —Acostúmbrate al miedo y a su nombre. La soltó con un empujón seco y desapareció. Como una sombra que se funde en las paredes, se desvaneció usando su habilidad para volverse invisible. Mei cayó al suelo, aún temblando. Se quedó ahí unos minutos, el rostro húmedo, las manos en el regazo. Sentía que todo en su interior se rompía y que nadie podía verla para recoger los pedazos. Con dificultad, se incorporó y caminó hasta el estudio. Aquel rincón, donde antaño daba clases de escritura y cultivaba hierbas para infusiones, ahora era su dormitorio improvisado. Se sentó en el futón, abrazando una manta sin fuerzas. Miró el techo. Lloró un poco más. Luego… nada. El cansancio le pesaba en los huesos. Horas después, Syzoth la encontró así. En posición fetal, los ojos hinchados, el ceño aún fruncido por el llanto incluso dormida. La observó por largo rato sin decir nada. No entendía su dolor, pero tampoco lo ignoraba entonces se fue a la habitación donde él dormía, o mas bien había reclamado como suya,  tomo una manta y volvió con esta en sus brazos, se la echó encima de forma brusca, casi torpe, como si el acto en sí lo incomodara. Y antes de irse, tomó una daga corta de su cinturón —no cualquier arma, sino una de caza ritual, de hoja negra y empuñadura con grabados zaterranos— tomó una hoja de ese escritorio y un lápiz, escribió algo en ella  y la clavó en la mesa atravesando la hoja completamente, en la nota rezaba: "Alístate. Tus mocosos vendrán pronto." La mañana siguiente, Mei despertó sintiendo algo diferente. El peso de la manta. El frío ausente. Y luego, vio la nota… y la daga. Leyó. Releyó. No supo si era una amenaza, una burla… o algo más extraño aún: una disculpa. Una forma brutal de decir "te escuché", "no sé cómo manejar esto", o tal vez… "no quiero seguir siendo ese monstruo". Y aunque su corazón aún dolía, aunque el miedo no se había ido… una leve sonrisa se asomó en sus labios. No era la paz que soñaba. Pero tal vez, solo tal vez… la tormenta comenzaba a dar paso a algo distinto.
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  • — Genial, creí que había pasado por esto pero ahora le gustó a los hombres. — Le da resaca sin siquiera haber probado alcohol ahora debe caminar cuidado su * del mal.
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  • Convivencia forzada:

    Capítulo 1:
    Silencio en la casa, del miedo nace el instinto.
    Earthrrealm — Fangjiang.

    (Autoconclusivo)


    Las paredes de la casa que alguna vez fueron refugio, ahora eran una celda disfrazada. Mei se movía como una sombra en su propio hogar, cuidando cada paso, cada sonido, cada respiración. El extraño… Syzoth, aún no había pronunciado su nombre, pero su presencia lo llenaba todo.

    Dormía —si es que se le podía llamar dormir— en la habitación principal, envuelto en mantas que ella había dispuesto a la fuerza. Cada noche, Mei se quedaba despierta por horas, esperando oír el menor movimiento. Cada crujido de madera, cada exhalación pesada, le helaban la sangre.

    Durante el día, recogía frutas, hacia los quehaceres y preparaba algo para comer para quien ahora moraba en su hogar, ella no sentia apetito alguno, parecía llevar una vida normal  pero por dentro, se sentía quebrada. Cada momento en esa casa era una ruleta. ¿Estaría ahí? ¿Estaría de mal humor? ¿Habría roto algo? ¿Habría salido? ¿La estaría esperando?

    Los primeros dos días, Syzoth fue claro:
    —No quiero niños. No quiero oírlos. No los traigas.
    Sus palabras eran órdenes, no advertencias.
    Mei intentó explicar que eran solo alumnos, que no sabían nada, pero él no escuchó. Para Syzoth, todo era amenaza.
    Todo.
    Incluso risas infantiles.

    Él no hablaba mucho. Pero cuando lo hacía, su voz cortaba como filo oxidado.

    —No preguntes.
    —No me mires así.
    —Silencio.

    Mei había dejado de usar su habitación. Dormía en un rincón del estudio, con una manta y una lámpara encendida toda la noche. El miedo se volvía espeso cuando la oscuridad caía. Él caminaba en silencio por la casa, como si no tocara el suelo. Podía estar detrás de ella y no notarlo hasta que su voz ronca susurrara:

    —¿Qué escondes ahí?

    La primera semana, Syzoth destruyó una silla, dos frascos de medicina, y un jarrón ancestral porque creyó que era una trampa mágica. Mei no protestó. Recogía los pedazos y limpiaba en silencio. Cualquier palabra mal dicha podía costarle más que una pieza rota.

    Una vez, mientras preparaba infusión de raíz de loto, él se acercó por detrás, olfateándola como un animal.
    —No hueles a miedo hoy.
    —Estoy… acostumbrándome —murmuró con voz temblorosa.
    Él gruñó.
    —No te acostumbres. Nunca lo hagas.

    Pero algo en su tono no sonaba amenazante. Casi… advertencia. Como si supiera que acostumbrarse a la bestia era dejar de ser humana.

    Esa noche, Mei lloró en silencio mientras él dormía.
    No podía escapar.
    No podía enfrentarlo.
    No podía pedir ayuda.

    Sólo podía resistir.

    Pero algo en su interior, tal vez divino, tal vez humano, le decía que esa criatura —tan rota, tan salvaje— no la había matado porque no quería hacerlo.

    Y en esa grieta, en esa delgada línea entre el horror y la compasión, algo estaba empezando a nacer.

    No esperanza.
    No aún.
    Pero sí… la voluntad de comprender.
    Convivencia forzada: Capítulo 1: Silencio en la casa, del miedo nace el instinto. Earthrrealm — Fangjiang. (Autoconclusivo) Las paredes de la casa que alguna vez fueron refugio, ahora eran una celda disfrazada. Mei se movía como una sombra en su propio hogar, cuidando cada paso, cada sonido, cada respiración. El extraño… Syzoth, aún no había pronunciado su nombre, pero su presencia lo llenaba todo. Dormía —si es que se le podía llamar dormir— en la habitación principal, envuelto en mantas que ella había dispuesto a la fuerza. Cada noche, Mei se quedaba despierta por horas, esperando oír el menor movimiento. Cada crujido de madera, cada exhalación pesada, le helaban la sangre. Durante el día, recogía frutas, hacia los quehaceres y preparaba algo para comer para quien ahora moraba en su hogar, ella no sentia apetito alguno, parecía llevar una vida normal  pero por dentro, se sentía quebrada. Cada momento en esa casa era una ruleta. ¿Estaría ahí? ¿Estaría de mal humor? ¿Habría roto algo? ¿Habría salido? ¿La estaría esperando? Los primeros dos días, Syzoth fue claro: —No quiero niños. No quiero oírlos. No los traigas. Sus palabras eran órdenes, no advertencias. Mei intentó explicar que eran solo alumnos, que no sabían nada, pero él no escuchó. Para Syzoth, todo era amenaza. Todo. Incluso risas infantiles. Él no hablaba mucho. Pero cuando lo hacía, su voz cortaba como filo oxidado. —No preguntes. —No me mires así. —Silencio. Mei había dejado de usar su habitación. Dormía en un rincón del estudio, con una manta y una lámpara encendida toda la noche. El miedo se volvía espeso cuando la oscuridad caía. Él caminaba en silencio por la casa, como si no tocara el suelo. Podía estar detrás de ella y no notarlo hasta que su voz ronca susurrara: —¿Qué escondes ahí? La primera semana, Syzoth destruyó una silla, dos frascos de medicina, y un jarrón ancestral porque creyó que era una trampa mágica. Mei no protestó. Recogía los pedazos y limpiaba en silencio. Cualquier palabra mal dicha podía costarle más que una pieza rota. Una vez, mientras preparaba infusión de raíz de loto, él se acercó por detrás, olfateándola como un animal. —No hueles a miedo hoy. —Estoy… acostumbrándome —murmuró con voz temblorosa. Él gruñó. —No te acostumbres. Nunca lo hagas. Pero algo en su tono no sonaba amenazante. Casi… advertencia. Como si supiera que acostumbrarse a la bestia era dejar de ser humana. Esa noche, Mei lloró en silencio mientras él dormía. No podía escapar. No podía enfrentarlo. No podía pedir ayuda. Sólo podía resistir. Pero algo en su interior, tal vez divino, tal vez humano, le decía que esa criatura —tan rota, tan salvaje— no la había matado porque no quería hacerlo. Y en esa grieta, en esa delgada línea entre el horror y la compasión, algo estaba empezando a nacer. No esperanza. No aún. Pero sí… la voluntad de comprender.
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  • La oficina de Darren estaba sumida en sombras**, con la única luz proveniente de la pantalla del monitor parpadeando sobre sus gafas. El ventilador giraba lento, empujando el calor acumulado de un día largo y silencioso.
    Darren se quitó los lentes un momento, se frotó el rostro y los volvió a colocar con firmeza.

    —Vamos, muéstrame lo que escondes… —susurró mientras abría la base de datos médica privada a la que no debería tener acceso.

    **Paciente: Aisha •••••• .**
    **Edad: 11 años.**
    **Condición: Enfermedad autoinmune degenerativa – Clase KX.**
    **Tratamiento actual: Fármaco KX-32.**
    **Precio actual por tratamiento mensual: \$21,300 USD.**
    **Proyección para el siguiente trimestre: \$24,800 USD.**
    **Incremento acumulado anual: +74%.**

    Darren se quedó inmóvil.

    —¿Veinti... qué demonios? —apretó el puño y dio un golpe al escritorio—. ¿Cómo lo pagas, Doe?

    Pasó al historial de pagos: ocho depósitos exactos, uno cada mes, ingresados a través de clínicas privadas y organizaciones sin fines de lucro. Efectivo. Códigos sin origen. Al menos cuatro ciudades distintas. Todo perfectamente "legal".

    Pero Darren ya había visto ese patrón antes.

    —Limpio. Demasiado limpio. Como tus escenas, ¿no? —se burló, tomando una nota.

    Escribió con rabia controlada:
    **"Ningún hombre que cobra por limpiar sangre puede pagar esto..."**

    Darren se levantó y cruzó el cuarto, encendiendo la luz sobre su tablón de corcho.
    Fotos, nombres, documentos.
    Tres escenas con patrones similares.
    Mismo tipo de víctimas: criminales de bajo perfil, deudas con gente pesada, sin familia que los reclamara.

    El detective sostuvo una de las fotos, la de una escena en el río, y murmuró:

    —No estás cometiendo errores, John... pero estás dejándome rastros. Y yo los sigo como un perro con hambre.

    Abrió su libreta, escribió con letras grandes:
    **DOE = LIMPIADOR = EJECUTOR.**
    Luego, con una caligrafía más pequeña y más sombría:
    **Motivación: su hija.**
    **Detonante potencial: pérdida del tratamiento.**

    —Eres un padre. Eso no te hace menos peligroso. De hecho... te hace mucho más.
    Porque si te quitan lo único que amas, ¿qué te queda?

    Apagó la luz, dejando solo la pantalla encendida, y se sentó de nuevo, contemplando el expediente de Aisha.

    —No voy a lastimarla, John. No soy como tú. Pero juro que te sacaré del agujero donde te escondes.
    Y cuando lo haga… —sus ojos brillaron tras las gafas—, te haré elegir entre tu alma… y ella.
    La oficina de Darren estaba sumida en sombras**, con la única luz proveniente de la pantalla del monitor parpadeando sobre sus gafas. El ventilador giraba lento, empujando el calor acumulado de un día largo y silencioso. Darren se quitó los lentes un momento, se frotó el rostro y los volvió a colocar con firmeza. —Vamos, muéstrame lo que escondes… —susurró mientras abría la base de datos médica privada a la que no debería tener acceso. **Paciente: Aisha •••••• .** **Edad: 11 años.** **Condición: Enfermedad autoinmune degenerativa – Clase KX.** **Tratamiento actual: Fármaco KX-32.** **Precio actual por tratamiento mensual: \$21,300 USD.** **Proyección para el siguiente trimestre: \$24,800 USD.** **Incremento acumulado anual: +74%.** Darren se quedó inmóvil. —¿Veinti... qué demonios? —apretó el puño y dio un golpe al escritorio—. ¿Cómo lo pagas, Doe? Pasó al historial de pagos: ocho depósitos exactos, uno cada mes, ingresados a través de clínicas privadas y organizaciones sin fines de lucro. Efectivo. Códigos sin origen. Al menos cuatro ciudades distintas. Todo perfectamente "legal". Pero Darren ya había visto ese patrón antes. —Limpio. Demasiado limpio. Como tus escenas, ¿no? —se burló, tomando una nota. Escribió con rabia controlada: **"Ningún hombre que cobra por limpiar sangre puede pagar esto..."** Darren se levantó y cruzó el cuarto, encendiendo la luz sobre su tablón de corcho. Fotos, nombres, documentos. Tres escenas con patrones similares. Mismo tipo de víctimas: criminales de bajo perfil, deudas con gente pesada, sin familia que los reclamara. El detective sostuvo una de las fotos, la de una escena en el río, y murmuró: —No estás cometiendo errores, John... pero estás dejándome rastros. Y yo los sigo como un perro con hambre. Abrió su libreta, escribió con letras grandes: **DOE = LIMPIADOR = EJECUTOR.** Luego, con una caligrafía más pequeña y más sombría: **Motivación: su hija.** **Detonante potencial: pérdida del tratamiento.** —Eres un padre. Eso no te hace menos peligroso. De hecho... te hace mucho más. Porque si te quitan lo único que amas, ¿qué te queda? Apagó la luz, dejando solo la pantalla encendida, y se sentó de nuevo, contemplando el expediente de Aisha. —No voy a lastimarla, John. No soy como tú. Pero juro que te sacaré del agujero donde te escondes. Y cuando lo haga… —sus ojos brillaron tras las gafas—, te haré elegir entre tu alma… y ella.
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