• Júm, estoy muy cansado, no quiero moverme.
    Júm, estoy muy cansado, no quiero moverme.
    Me encocora
    3
    2 turnos 0 maullidos
  • 1 a 2 líneas por Día
    Fandom
    Harry Potter
    Búsqueda de
    Personaje
    Estado
    Disponible
    Hace un siglo, el mago oscuro llamado Valtherion Duskbane fue derrotado… pero no destruido. Antes de caer, escondió su alma en cinco reliquias malditas, selladas en lugares donde la luz no se atreve a entrar. Ahora, una antigua profecía resurge en el Ministerio de Magia:

    “𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑖𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑦 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒 𝑡𝑖𝑛̃𝑎 𝑒𝑛 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒, 𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑑𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑒𝑙𝑙𝑜 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎𝑟𝑎́𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑧𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎𝑠. 𝑈𝑛𝑜 𝑡𝑟𝑎𝑒𝑟𝑎́ 𝑙𝑎 𝑟𝑢𝑖𝑛𝑎, 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑙𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎. 𝑆𝑜𝑙𝑜 𝑢𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑎́ 𝑎𝑙𝑧𝑎𝑟𝑠𝑒… 𝑦 𝑒𝑙 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑟𝑎́ 𝑐𝑎𝑒𝑟.”

    Estudiante A, es una joven que creció escuchando por accidente que la masacre de su familia fue obra de Duskbane… aunque nunca pudo confirmarlo, porque el mundo mágico decidió borrar su nombre y su historia. Estudiante B, en cambio, quiere reunir en secreto las reliquias para resucitar a Duskbane y hacerse de poder con él.

    Juntos, recorrerán pasadizos sellados, bosques prohibidos y ruinas olvidadas en la búsqueda de esas reliquias, pero en el camino, la verdadera pregunta no será quién ganará, sino quién caerá.

    ৎ୭ (Estudiante A) x Estudiante B.


    # Aclaraciones: puede estar ambientado en cualquier linea temporal, el villano esta inspirado en Lord Voldemort por supuesto, se puede usar su historia y nombre también en reemplazo del que he puesto en la historia, todo es libre y modificable. Inspirado también en Hogwarts Legacy.
    Hace un siglo, el mago oscuro llamado Valtherion Duskbane fue derrotado… pero no destruido. Antes de caer, escondió su alma en cinco reliquias malditas, selladas en lugares donde la luz no se atreve a entrar. Ahora, una antigua profecía resurge en el Ministerio de Magia: “𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑖𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑦 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒 𝑡𝑖𝑛̃𝑎 𝑒𝑛 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒, 𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑑𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑒𝑙𝑙𝑜 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎𝑟𝑎́𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑧𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎𝑠. 𝑈𝑛𝑜 𝑡𝑟𝑎𝑒𝑟𝑎́ 𝑙𝑎 𝑟𝑢𝑖𝑛𝑎, 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑙𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎. 𝑆𝑜𝑙𝑜 𝑢𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑎́ 𝑎𝑙𝑧𝑎𝑟𝑠𝑒… 𝑦 𝑒𝑙 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑟𝑎́ 𝑐𝑎𝑒𝑟.” Estudiante A, es una joven que creció escuchando por accidente que la masacre de su familia fue obra de Duskbane… aunque nunca pudo confirmarlo, porque el mundo mágico decidió borrar su nombre y su historia. Estudiante B, en cambio, quiere reunir en secreto las reliquias para resucitar a Duskbane y hacerse de poder con él. Juntos, recorrerán pasadizos sellados, bosques prohibidos y ruinas olvidadas en la búsqueda de esas reliquias, pero en el camino, la verdadera pregunta no será quién ganará, sino quién caerá. ৎ୭ (Estudiante A) x Estudiante B. # Aclaraciones: puede estar ambientado en cualquier linea temporal, el villano esta inspirado en Lord Voldemort por supuesto, se puede usar su historia y nombre también en reemplazo del que he puesto en la historia, todo es libre y modificable. Inspirado también en Hogwarts Legacy.
    0 comentarios 0 compartidos
  • ɱ૦ՐƿҺ૯υς Anoche tuve una pesadilla... Era tan real...
    La aldea estaba envuelta de un manto de nubes negras que relampagueaban cómo si el propio Volibear nos llamara a las armas para librar una batalla con la mismísima muerte. Luego te vi.

    La noche me atrapó sin darme cuenta.
    Al cerrar los ojos, no estaba en Zaun, ni en Ionia… sino en un lugar donde el cielo era un lienzo negro tachonado de estrellas que se movían como si tuvieran vida propia.

    El suelo, si es que podía llamarse así, estaba formado por granos de arena que flotaban en un vacío infinito, dibujando olas y remolinos bajo mis pies.
    Cada grano brillaba, reflejando fragmentos de recuerdos: el humo de mi aldea, el acero manchado, las risas perdidas.

    A lo lejos, una figura caminaba. Su toga negra ondeaba aunque no hubiera viento. No podía ver su rostro del todo, pero sabía quién era.
    No necesitaba presentaciones.

    Él extendió una mano y la arena se arremolinó, mostrándome visiones:
    —Un sendero de fuego.
    —Una máscara rota.
    —Y un mar de sombras que susurraban mi nombre.

    Sentí el peso de mi kunai, pero cuando miré mi mano, ya no estaba. En su lugar, sujetaba un puñado de arena que se deslizaba entre mis dedos.

    [Oneiros_88] Anoche tuve una pesadilla... Era tan real... La aldea estaba envuelta de un manto de nubes negras que relampagueaban cómo si el propio Volibear nos llamara a las armas para librar una batalla con la mismísima muerte. Luego te vi. La noche me atrapó sin darme cuenta. Al cerrar los ojos, no estaba en Zaun, ni en Ionia… sino en un lugar donde el cielo era un lienzo negro tachonado de estrellas que se movían como si tuvieran vida propia. El suelo, si es que podía llamarse así, estaba formado por granos de arena que flotaban en un vacío infinito, dibujando olas y remolinos bajo mis pies. Cada grano brillaba, reflejando fragmentos de recuerdos: el humo de mi aldea, el acero manchado, las risas perdidas. A lo lejos, una figura caminaba. Su toga negra ondeaba aunque no hubiera viento. No podía ver su rostro del todo, pero sabía quién era. No necesitaba presentaciones. Él extendió una mano y la arena se arremolinó, mostrándome visiones: —Un sendero de fuego. —Una máscara rota. —Y un mar de sombras que susurraban mi nombre. Sentí el peso de mi kunai, pero cuando miré mi mano, ya no estaba. En su lugar, sujetaba un puñado de arena que se deslizaba entre mis dedos.
    Me gusta
    1
    1 turno 0 maullidos
  • Y así... nos encontramos al otro lado de la pesadilla.
    Y así... nos encontramos al otro lado de la pesadilla.
    0 turnos 0 maullidos
  • ∆ No te odio.
    Amo sentir, pero odiarte, ¡jamás!, Amor.
    Aunque me lo pidas sin medida ni clemencia, no siento odio, ni indiferencia.

    Porque el olvido está en la palma de mi mano y nunca dejaras de ser un hombre perdido.

    Cruzaste fácil de mi lado, de un amor incomprendido, a un tiempo atrasado y lo convertiste en un sabor amargo y un sentir desmedido.

    Claro, yo te quise hombre, con insistencia; pero a mí experiencia, no te mereces el odio, ni siquiera la indiferencia, aunque el odio hiera menos que el olvido.

    Vuela en libertad, viaja a pasos desmedidos.
    Acurrucate en cientos de brazos, saborea miles de besos... Endulza en miel los ajenos oidos.
    Deleita con tu belleza aquellos ojos, derrite como mantequilla intimidades y encanta con tu dulzura y fuerza sin atar; Y has brillar la energía pura que te hace ser, como aquella mariposa traicionera.

    Ser y dejar ser, esa también puede ser una cuestión. ∆

    ∆ No te odio. Amo sentir, pero odiarte, ¡jamás!, Amor. Aunque me lo pidas sin medida ni clemencia, no siento odio, ni indiferencia. Porque el olvido está en la palma de mi mano y nunca dejaras de ser un hombre perdido. Cruzaste fácil de mi lado, de un amor incomprendido, a un tiempo atrasado y lo convertiste en un sabor amargo y un sentir desmedido. Claro, yo te quise hombre, con insistencia; pero a mí experiencia, no te mereces el odio, ni siquiera la indiferencia, aunque el odio hiera menos que el olvido. Vuela en libertad, viaja a pasos desmedidos. Acurrucate en cientos de brazos, saborea miles de besos... Endulza en miel los ajenos oidos. Deleita con tu belleza aquellos ojos, derrite como mantequilla intimidades y encanta con tu dulzura y fuerza sin atar; Y has brillar la energía pura que te hace ser, como aquella mariposa traicionera. Ser y dejar ser, esa también puede ser una cuestión. ∆
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • No puedes huir de tu pasado. No puedes cambiarlo. No puedes olvidarlo. Lo mejor es afrontarlo y superarlo.
    No puedes huir de tu pasado. No puedes cambiarlo. No puedes olvidarlo. Lo mejor es afrontarlo y superarlo.
    0 turnos 0 maullidos
  • El olor del cuero mezclado con tabaco caro aún impregnaba el aire del camarín. Las luces alrededor del espejo chispeaban como si presintieran algo, ya no era solo un show, sino una tormenta.

    Lia se encontraba sentada en el borde de la silla, el codo apoyado sobre su rodilla, sosteniendo entre los dedos una bala. Era liviana. Demasiado liviana para todo el peso que traía con ella.
    En el costado pulido del metal, sus iniciales estaban grabadas con precisión sobre la supercie.

    L.A.R.B

    Una firma.
    Una advertencia.
    Una promesa.

    La rosa blanca había quedado sobre el tocador, marchita antes de tiempo por el aire caliente del lugar. Ese perfume un aroma sutil a ruina y memoria, seguía anclado en el ambiente como una cuerda atada al pasado.

    No necesitaba preguntar quién la había dejado. Estaba segura que era él.

    Su mente regresó, sin quererlo, a un apartamento en Moscú, a las ventanas cubiertas por cortinas pesadas. Había escapado de él… o eso había creído. Pero los fantasmas que huelen a pólvora y Versace nunca mueren del todo.

    Un golpe seco la sacó del trance.

    —Lia —la voz de su mánager era apenas un susurro desesperado tras la puerta entreabierta— Hay alguien en el balcón de VIP… está armado. Seguridad no puede acercarse. Dicen que es... alguien tuyo.

    Lia se puso de pie, la bala aún en su mano. Su cuerpo reaccionaba con el mismo ritmo de siempre, movimientos agiles, mirada seria, respiración medida. Pero por dentro, el hielo corría por sus venas.

    —No es mío —Corrigió mirando a su mánager— Nunca lo fue.

    Tomó la chaqueta de cuero, la ajustó como una armadura, como si de esa forma se daba el valor necesario. Esa noche, el escenario no era solo para posar. Era un campo minado con luces de neón. Cruzó el pasillo entre bastidores con paso firme. La música al otro lado de la cortina negra se alzaba como una ola a punto de romper. Los flashes la esperaban. Las cámaras, los gritos, los aplausos…todo parecía tan ajeno a todo el tormento de su cabeza.

    Sin más subió al escenario y lo vio. Desde el balcón, rodeado de sombras y escoltas con rostros de piedra, la miraba como si nunca la hubiese dejado ir. Como si no supiera distinguir entre obsesión y amor. Vestía de negro, con un vaso en la mano y una sonrisa torcida que conocía demasiado bien.

    Ella alzó el micrófono. Su voz, serena, casi suave, resonó por todo el club...

    —A veces, el pasado vuelve. A veces, con flores. A veces... con balas- Y entonces, sin romper la mirada con él, dejó caer la bala al suelo. El sonido metálico rebotó contra la tarima.
    Seco. Definitivo.

    Y él ya no sonrió esta vez.

    "¿Qué se supone que debería hacer ahora?. ¿Correr?". Los flashes la segaban un poco, tanto así como cuando volvió su vista al balcón, él ya no estaba...eso solo significaba una cosa. PELIGRO!
    El olor del cuero mezclado con tabaco caro aún impregnaba el aire del camarín. Las luces alrededor del espejo chispeaban como si presintieran algo, ya no era solo un show, sino una tormenta. Lia se encontraba sentada en el borde de la silla, el codo apoyado sobre su rodilla, sosteniendo entre los dedos una bala. Era liviana. Demasiado liviana para todo el peso que traía con ella. En el costado pulido del metal, sus iniciales estaban grabadas con precisión sobre la supercie. L.A.R.B Una firma. Una advertencia. Una promesa. La rosa blanca había quedado sobre el tocador, marchita antes de tiempo por el aire caliente del lugar. Ese perfume un aroma sutil a ruina y memoria, seguía anclado en el ambiente como una cuerda atada al pasado. No necesitaba preguntar quién la había dejado. Estaba segura que era él. Su mente regresó, sin quererlo, a un apartamento en Moscú, a las ventanas cubiertas por cortinas pesadas. Había escapado de él… o eso había creído. Pero los fantasmas que huelen a pólvora y Versace nunca mueren del todo. Un golpe seco la sacó del trance. —Lia —la voz de su mánager era apenas un susurro desesperado tras la puerta entreabierta— Hay alguien en el balcón de VIP… está armado. Seguridad no puede acercarse. Dicen que es... alguien tuyo. Lia se puso de pie, la bala aún en su mano. Su cuerpo reaccionaba con el mismo ritmo de siempre, movimientos agiles, mirada seria, respiración medida. Pero por dentro, el hielo corría por sus venas. —No es mío —Corrigió mirando a su mánager— Nunca lo fue. Tomó la chaqueta de cuero, la ajustó como una armadura, como si de esa forma se daba el valor necesario. Esa noche, el escenario no era solo para posar. Era un campo minado con luces de neón. Cruzó el pasillo entre bastidores con paso firme. La música al otro lado de la cortina negra se alzaba como una ola a punto de romper. Los flashes la esperaban. Las cámaras, los gritos, los aplausos…todo parecía tan ajeno a todo el tormento de su cabeza. Sin más subió al escenario y lo vio. Desde el balcón, rodeado de sombras y escoltas con rostros de piedra, la miraba como si nunca la hubiese dejado ir. Como si no supiera distinguir entre obsesión y amor. Vestía de negro, con un vaso en la mano y una sonrisa torcida que conocía demasiado bien. Ella alzó el micrófono. Su voz, serena, casi suave, resonó por todo el club... —A veces, el pasado vuelve. A veces, con flores. A veces... con balas- Y entonces, sin romper la mirada con él, dejó caer la bala al suelo. El sonido metálico rebotó contra la tarima. Seco. Definitivo. Y él ya no sonrió esta vez. "¿Qué se supone que debería hacer ahora?. ¿Correr?". Los flashes la segaban un poco, tanto así como cuando volvió su vista al balcón, él ya no estaba...eso solo significaba una cosa. PELIGRO!
    Me gusta
    Me shockea
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • Estoy tan cansada y con tanta hambre... Pero aun tengo cosas que hacer.

    -Pese a su estado físico y emocional, no se daba un tiempo de descanso, seguía exigiendose a si misma a niveles extremos. -

    Ya tendré tiempo para el descanso... Supongo, mientras debo seguir con lo que tengo que hacer.

    -Levanta la cara de los papeles para revisar, los eventos de Colonipenal, además de sus ingresos y gastos, cuidando de que los ingresos sean favorables. -
    Estoy tan cansada y con tanta hambre... Pero aun tengo cosas que hacer. -Pese a su estado físico y emocional, no se daba un tiempo de descanso, seguía exigiendose a si misma a niveles extremos. - Ya tendré tiempo para el descanso... Supongo, mientras debo seguir con lo que tengo que hacer. -Levanta la cara de los papeles para revisar, los eventos de Colonipenal, además de sus ingresos y gastos, cuidando de que los ingresos sean favorables. -
    Me gusta
    Me entristece
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Otra noche mas solo patrullando la ciudad, esto es lo mas aburrido que hay... No hay nadie, no hay dioses para hablar y los humanos no se atreven a hablar con alguien tan raro..

    -suspira cansado mientras seguia patrullando-
    Otra noche mas solo patrullando la ciudad, esto es lo mas aburrido que hay... No hay nadie, no hay dioses para hablar y los humanos no se atreven a hablar con alguien tan raro.. -suspira cansado mientras seguia patrullando-
    Me gusta
    Me entristece
    3
    36 turnos 0 maullidos
  • [𝑼𝒏 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒎á𝒔 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒐, 𝒚 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒑𝒂𝒓𝒂𝒓 𝒂 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏.── 𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐅𝐈𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔]






    Papeles.
    Montones de papeles.
    Tantos que parecían irreales, casi un mal chiste de oficina. Una tortura lenta disfrazada de burocracia.

    No solo llevaba semanas sin salir de la oficina, sino que además tenía que lidiar con los hijos de puta que el ruso había mandado. Dar un paso en falso significaba desatar una cadena de explosiones que ya no podía contener.
    Y enviarlos a matar... imposible. No eran hombres cualquiera. Eran entrenados por Kiev. No dejaban rastros. No seguían patrones. Y eso, justo eso, lo estaba volviendo loco.

    Malditos rusos.

    La vigilancia sobre sus movimientos se había intensificado. Por un momento temió que aquella carta enviada a Italia hubiera salido a la luz. Pero no... aún no.
    Aún respiraba.

    Y respiraba mal.

    Las reuniones lo drenaban. Como si cada palabra fuera un trago de veneno lento. Lo mantenía en pie solo la idea de que sus domingos eran sagrados. Los pocos días donde el silencio no era enemigo.

    Pero ni eso era suficiente. El cansancio le calaba en los huesos. La presión no solo pesaba en la espalda, sino que le nublaba el sueño.
    Pesadillas, sudor frío, esa voz…
    Esa maldita voz rusa repitiéndosele detrás del cráneo.

    —Un poco más… un poco más y me vuelo los sesos. —murmuró con la voz rasposa, tragándose la rabia que ya le ardía en el pecho.

    Estaba harto.
    Agotado.
    Y dejar todo atrás ya empezaba a parecer una opción razonable.

    Fue entonces cuando los pasos comenzaron.
    Rápidos, desordenados.
    Gritos afuera, su gente alterada. Algunas voces femeninas alzadas.

    Molestia. Otra vez. Otra interrupción. Otro intento, quizás, de clavarle un puñal.

    —¿Ahora quién mierda...? —susurró, los dientes apretados.

    Las puertas se abrieron de golpe. El viento estalló en la oficina y las pilas de papeles volaron por el aire, como si el mundo hubiera estornudado justo en su escritorio.

    Ya no lo pensó.
    Actuó.

    Abrió el cajón.
    Sacó el arma.
    Y disparó.

    Solo que…

    En el instante en que el sonido de la bala aún rebotaba en las paredes, sus ojos la reconocieron.
    Cabello rojo.
    Ojos dorados.
    La furia brillando en su expresión.

    Y entonces sí.
    Todo se detuvo.

    El humo del disparo flotó en el aire como una burla.

    —Merde... —escupió Ryan, sintiendo cómo el estómago se le hundía.

    La había cagado.

    [...3...]
    [𝑼𝒏 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒎á𝒔 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒐, 𝒚 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒑𝒂𝒓𝒂𝒓 𝒂 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏.── 𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐅𝐈𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔] Papeles. Montones de papeles. Tantos que parecían irreales, casi un mal chiste de oficina. Una tortura lenta disfrazada de burocracia. No solo llevaba semanas sin salir de la oficina, sino que además tenía que lidiar con los hijos de puta que el ruso había mandado. Dar un paso en falso significaba desatar una cadena de explosiones que ya no podía contener. Y enviarlos a matar... imposible. No eran hombres cualquiera. Eran entrenados por Kiev. No dejaban rastros. No seguían patrones. Y eso, justo eso, lo estaba volviendo loco. Malditos rusos. La vigilancia sobre sus movimientos se había intensificado. Por un momento temió que aquella carta enviada a Italia hubiera salido a la luz. Pero no... aún no. Aún respiraba. Y respiraba mal. Las reuniones lo drenaban. Como si cada palabra fuera un trago de veneno lento. Lo mantenía en pie solo la idea de que sus domingos eran sagrados. Los pocos días donde el silencio no era enemigo. Pero ni eso era suficiente. El cansancio le calaba en los huesos. La presión no solo pesaba en la espalda, sino que le nublaba el sueño. Pesadillas, sudor frío, esa voz… Esa maldita voz rusa repitiéndosele detrás del cráneo. —Un poco más… un poco más y me vuelo los sesos. —murmuró con la voz rasposa, tragándose la rabia que ya le ardía en el pecho. Estaba harto. Agotado. Y dejar todo atrás ya empezaba a parecer una opción razonable. Fue entonces cuando los pasos comenzaron. Rápidos, desordenados. Gritos afuera, su gente alterada. Algunas voces femeninas alzadas. Molestia. Otra vez. Otra interrupción. Otro intento, quizás, de clavarle un puñal. —¿Ahora quién mierda...? —susurró, los dientes apretados. Las puertas se abrieron de golpe. El viento estalló en la oficina y las pilas de papeles volaron por el aire, como si el mundo hubiera estornudado justo en su escritorio. Ya no lo pensó. Actuó. Abrió el cajón. Sacó el arma. Y disparó. Solo que… En el instante en que el sonido de la bala aún rebotaba en las paredes, sus ojos la reconocieron. Cabello rojo. Ojos dorados. La furia brillando en su expresión. Y entonces sí. Todo se detuvo. El humo del disparo flotó en el aire como una burla. —Merde... —escupió Ryan, sintiendo cómo el estómago se le hundía. La había cagado. [...3...]
    Me endiabla
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    Me enjaja
    Me entristece
    23
    4 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados