La noche caía pesada sobre la ciudad, llena de misterio y vibrante energía. La carretera en la que se encontraban estaba alejada de la vista común, un espacio reservado para aquellos que preferían jugar con el peligro y la ilegalidad. El aire estaba cargado con el sonido de motores rugiendo, mezclado con el zumbido de las luces de neón de un cartel gigantesco que iluminaba la zona.
Nyssara, con su gorra roja bajada hasta los ojos y una peluca rubia que caía perfectamente sobre su cabeza, observaba todo desde una esquina. Ella no era parte de la carrera, solo una espectadora, pero en este caos controlado sentía una extraña sensación de pertenencia.
El aire estaba cargado con el sonido de motores rugiendo, mezclado con el zumbido de las luces de neón de un cartel gigantesco que iluminaba la zona.
La adrenalina de la gente, el rugir de los autos, y esa vibrante sensación de estar justo al borde de algo peligroso, la hacía sentirse como si estuviera en una película. Por una vez, quería ser parte del desorden, del caos que la rodeaba.
-¿Estás segura de que quieres quedarte aquí?—preguntó Tayler, echándole un vistazo rápido mientras ajustaba su casco y se preparaba para subirse al coche. Su voz era tranquila, pero en sus ojos se veía la familiar mezcla de tensión y concentración.
Nyssara asintió, sin perder la mirada del letrero neón que parpadeaba con colores llamativos, creando un ambiente artificialmente futurista en medio de la oscuridad.
-Sí, solo quiero ver cómo se hace. Como te dije, te debo este favor después de aquella vez...—respondió, así recordando el momento en donde fue a su "rescate" el día que tuvo la discusión con Anyel, no se habían vuelto a ver desde aquella vez. Sin embargo, trató de recompenerse moviendo ligeramente su cabeza, para regalarle una sonrisa ligera, aunque algo nerviosa. Aunque no iba a correr, el ambiente le daba esa sensación de estar en la cuerda floja. La idea de observar todo desde lejos tenía su propio tipo de emoción. Y más sabiendo que la noche era joven, y en este tipo de lugares, las sorpresas siempre aparecían.
Tayler se inclinó sobre el coche, mirando a su alrededor con cautela. Todo en ese ambiente le era familiar, pero era obvio que no quería arriesgarse con algo que pudiera poner en peligro a Nyssara. Los competidores se agrupaban alrededor de la pista, algunos observando con una mezcla de expectativas y tensión, otros, como Nyssara, sentados al margen.
—Escucha, las reglas siguen siendo las mismas. Solo mírame desde aquí, bajo el letrero, y no dejes que te metan en conversaciones—le advirtió Tayler con seriedad —Si alguien te pregunta, solo dile que eres mi amiga. Nada de involucrarse más de lo necesario. Y si las cosas se ponen feas, no dudes en irte.
Nyssara sonrió, con un aire un poco más relajado mientras asentía, tomando una posición más cómoda bajo el letrero neón, observando cómo los coches rugían alistándose para arrancar.
—Claro, no te preocupes. Solo estaré aquí, tranquila—dijo, aunque algo en su tono dejaba claro que, aunque no iba a correr, definitivamente estaba disfrutando de cada segundo del espectáculo.
Tayler, con su casco colocado y la mirada decidida, no tardó en meterse al auto, subiendo la ventana mientras giraba el motor. El sonido vibró en sus huesos, llenando la atmósfera con su promesa de velocidad y adrenalina.
Con un último vistazo hacia Nyssara, Tayler aceleró, pasando entre los otros coches que esperaban la señal para arrancar. La oscuridad se tragó su figura, y Nyssara se quedó allí, observando en silencio, su corazón latiendo más rápido a medida que los autos comenzaban a moverse, deslizándose a una velocidad peligrosa sobre el asfalto.
La carrera había comenzado, pero para Nyssara, la verdadera emoción estaba en estar allí, en ese lugar tan extraño y ajeno. No necesitaba correr. El caos ya la había alcanzado.
Nyssara, con su gorra roja bajada hasta los ojos y una peluca rubia que caía perfectamente sobre su cabeza, observaba todo desde una esquina. Ella no era parte de la carrera, solo una espectadora, pero en este caos controlado sentía una extraña sensación de pertenencia.
El aire estaba cargado con el sonido de motores rugiendo, mezclado con el zumbido de las luces de neón de un cartel gigantesco que iluminaba la zona.
La adrenalina de la gente, el rugir de los autos, y esa vibrante sensación de estar justo al borde de algo peligroso, la hacía sentirse como si estuviera en una película. Por una vez, quería ser parte del desorden, del caos que la rodeaba.
-¿Estás segura de que quieres quedarte aquí?—preguntó Tayler, echándole un vistazo rápido mientras ajustaba su casco y se preparaba para subirse al coche. Su voz era tranquila, pero en sus ojos se veía la familiar mezcla de tensión y concentración.
Nyssara asintió, sin perder la mirada del letrero neón que parpadeaba con colores llamativos, creando un ambiente artificialmente futurista en medio de la oscuridad.
-Sí, solo quiero ver cómo se hace. Como te dije, te debo este favor después de aquella vez...—respondió, así recordando el momento en donde fue a su "rescate" el día que tuvo la discusión con Anyel, no se habían vuelto a ver desde aquella vez. Sin embargo, trató de recompenerse moviendo ligeramente su cabeza, para regalarle una sonrisa ligera, aunque algo nerviosa. Aunque no iba a correr, el ambiente le daba esa sensación de estar en la cuerda floja. La idea de observar todo desde lejos tenía su propio tipo de emoción. Y más sabiendo que la noche era joven, y en este tipo de lugares, las sorpresas siempre aparecían.
Tayler se inclinó sobre el coche, mirando a su alrededor con cautela. Todo en ese ambiente le era familiar, pero era obvio que no quería arriesgarse con algo que pudiera poner en peligro a Nyssara. Los competidores se agrupaban alrededor de la pista, algunos observando con una mezcla de expectativas y tensión, otros, como Nyssara, sentados al margen.
—Escucha, las reglas siguen siendo las mismas. Solo mírame desde aquí, bajo el letrero, y no dejes que te metan en conversaciones—le advirtió Tayler con seriedad —Si alguien te pregunta, solo dile que eres mi amiga. Nada de involucrarse más de lo necesario. Y si las cosas se ponen feas, no dudes en irte.
Nyssara sonrió, con un aire un poco más relajado mientras asentía, tomando una posición más cómoda bajo el letrero neón, observando cómo los coches rugían alistándose para arrancar.
—Claro, no te preocupes. Solo estaré aquí, tranquila—dijo, aunque algo en su tono dejaba claro que, aunque no iba a correr, definitivamente estaba disfrutando de cada segundo del espectáculo.
Tayler, con su casco colocado y la mirada decidida, no tardó en meterse al auto, subiendo la ventana mientras giraba el motor. El sonido vibró en sus huesos, llenando la atmósfera con su promesa de velocidad y adrenalina.
Con un último vistazo hacia Nyssara, Tayler aceleró, pasando entre los otros coches que esperaban la señal para arrancar. La oscuridad se tragó su figura, y Nyssara se quedó allí, observando en silencio, su corazón latiendo más rápido a medida que los autos comenzaban a moverse, deslizándose a una velocidad peligrosa sobre el asfalto.
La carrera había comenzado, pero para Nyssara, la verdadera emoción estaba en estar allí, en ese lugar tan extraño y ajeno. No necesitaba correr. El caos ya la había alcanzado.
La noche caía pesada sobre la ciudad, llena de misterio y vibrante energía. La carretera en la que se encontraban estaba alejada de la vista común, un espacio reservado para aquellos que preferían jugar con el peligro y la ilegalidad. El aire estaba cargado con el sonido de motores rugiendo, mezclado con el zumbido de las luces de neón de un cartel gigantesco que iluminaba la zona.
Nyssara, con su gorra roja bajada hasta los ojos y una peluca rubia que caía perfectamente sobre su cabeza, observaba todo desde una esquina. Ella no era parte de la carrera, solo una espectadora, pero en este caos controlado sentía una extraña sensación de pertenencia.
El aire estaba cargado con el sonido de motores rugiendo, mezclado con el zumbido de las luces de neón de un cartel gigantesco que iluminaba la zona.
La adrenalina de la gente, el rugir de los autos, y esa vibrante sensación de estar justo al borde de algo peligroso, la hacía sentirse como si estuviera en una película. Por una vez, quería ser parte del desorden, del caos que la rodeaba.
-¿Estás segura de que quieres quedarte aquí?—preguntó Tayler, echándole un vistazo rápido mientras ajustaba su casco y se preparaba para subirse al coche. Su voz era tranquila, pero en sus ojos se veía la familiar mezcla de tensión y concentración.
Nyssara asintió, sin perder la mirada del letrero neón que parpadeaba con colores llamativos, creando un ambiente artificialmente futurista en medio de la oscuridad.
-Sí, solo quiero ver cómo se hace. Como te dije, te debo este favor después de aquella vez...—respondió, así recordando el momento en donde fue a su "rescate" el día que tuvo la discusión con Anyel, no se habían vuelto a ver desde aquella vez. Sin embargo, trató de recompenerse moviendo ligeramente su cabeza, para regalarle una sonrisa ligera, aunque algo nerviosa. Aunque no iba a correr, el ambiente le daba esa sensación de estar en la cuerda floja. La idea de observar todo desde lejos tenía su propio tipo de emoción. Y más sabiendo que la noche era joven, y en este tipo de lugares, las sorpresas siempre aparecían.
Tayler se inclinó sobre el coche, mirando a su alrededor con cautela. Todo en ese ambiente le era familiar, pero era obvio que no quería arriesgarse con algo que pudiera poner en peligro a Nyssara. Los competidores se agrupaban alrededor de la pista, algunos observando con una mezcla de expectativas y tensión, otros, como Nyssara, sentados al margen.
—Escucha, las reglas siguen siendo las mismas. Solo mírame desde aquí, bajo el letrero, y no dejes que te metan en conversaciones—le advirtió Tayler con seriedad —Si alguien te pregunta, solo dile que eres mi amiga. Nada de involucrarse más de lo necesario. Y si las cosas se ponen feas, no dudes en irte.
Nyssara sonrió, con un aire un poco más relajado mientras asentía, tomando una posición más cómoda bajo el letrero neón, observando cómo los coches rugían alistándose para arrancar.
—Claro, no te preocupes. Solo estaré aquí, tranquila—dijo, aunque algo en su tono dejaba claro que, aunque no iba a correr, definitivamente estaba disfrutando de cada segundo del espectáculo.
Tayler, con su casco colocado y la mirada decidida, no tardó en meterse al auto, subiendo la ventana mientras giraba el motor. El sonido vibró en sus huesos, llenando la atmósfera con su promesa de velocidad y adrenalina.
Con un último vistazo hacia Nyssara, Tayler aceleró, pasando entre los otros coches que esperaban la señal para arrancar. La oscuridad se tragó su figura, y Nyssara se quedó allí, observando en silencio, su corazón latiendo más rápido a medida que los autos comenzaban a moverse, deslizándose a una velocidad peligrosa sobre el asfalto.
La carrera había comenzado, pero para Nyssara, la verdadera emoción estaba en estar allí, en ese lugar tan extraño y ajeno. No necesitaba correr. El caos ya la había alcanzado.

