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    Tsukumo Sana Espacio Aikaterine Ouro

    (Resumen muy resumen. Hay mucho polítiqueo lunar por en medio. MUCHO. Facciones, rebeldes, fanáticos debotos, todos buenos y todos malos.)

    Paradoja del Caos y la Luna

    1. La Unión Prohibida

    Oz, el Rey del Caos, y Selin, Custodio lunar, se encuentran en un instante que trasciende los planos del tiempo. De su unión nace Jennifer, la primogénita del caos y la luna, encarnación viviente de la paradoja: luz y oscuridad, orden y destrucción.

    Los Elunai corruptos, supervivientes de la guerra civil que atrajo a Oz, temen la unión y el linaje que Selin lleva en su vientre, pues podría romper los equilibrios que creen controlar.


    ---

    2. La Caída de Selin y el Fragmento del Alma

    Selin es atacada mientras está embarazada de su segunda hija:

    Antes de morir, lanza un conjuro para proteger a su hija y preservar su propia esencia.

    Su alma se ancla a la Luna, fusionándose con ella y convirtiéndose en guardiana eterna.

    El fragmento del alma del bebé no nato que llevaba dentro queda expuesto.


    Es entonces cuando Shobu, espíritu del Sol, y Xinia, espíritu de la Luna, antiguos amantes que crearon los eclipses para unirse, aparecen:

    Ambos sacrifican sus existencias para sostener el fragmento del alma de Veythra hasta que pueda nacer y puedan unirse por finlis amantes prohibidos.

    Mantienen ese fragmento flotando entre luz y sombra, entre Sol y Luna, hasta que el destino de Jennifer y su descendencia se cumpla.



    ---

    3. El Legado y la Creación de Veythra

    Decenas de miles de años después:

    Jennifer tiene a su hija Lili durante la Luna llena de Esturión, la más brillante del año, coincidiendo con la lluvia de Perseidas.

    En ese instante, los espíritus de Shobu y Xinia finalmente se funden con el fragmento del alma del bebé no nato de Selin.

    Esa unión da forma a Veythra, quien nace dentro del alma de Lili como espada viviente y guardiana de la herencia lunar y caótica.


    De esta manera, Veythra es simultáneamente fragmento de Selin, sostenida por Shobu y Xinia, y espejo del poder que Lili heredará de su madre Jennifer (hermana de Veythra por consanguinidad).


    ---

    4. Consecuencias en el Tiempo

    Jennifer crece rápida y poderosa, portando el caos de Oz y la luz de Selin, hasta que sella a Oz en el Jardín Prohibido a causa de la locura que lo invade tras la muerte de Selin, aniquilando toda vida y arrasando a todos los Elunai con el ejército del Caos.

    Veythra, aunque ligada a Lili, contiene la memoria de Selin y la protección de los antiguos espíritus, lista para despertar cuando su portadora lo necesite.

    La paradoja completa: Selin muere, Shobu y Xinia sostienen la esencia, Jennifer asegura la supervivencia del linaje, y Lili finalmente recibe la herencia de toda la cadena lunar y caótica, con Veythra como vínculo vivo.
    [blaze_titanium_scorpion_916] [Mercenary1x] (Resumen muy resumen. Hay mucho polítiqueo lunar por en medio. MUCHO. Facciones, rebeldes, fanáticos debotos, todos buenos y todos malos.) Paradoja del Caos y la Luna 1. La Unión Prohibida Oz, el Rey del Caos, y Selin, Custodio lunar, se encuentran en un instante que trasciende los planos del tiempo. De su unión nace Jennifer, la primogénita del caos y la luna, encarnación viviente de la paradoja: luz y oscuridad, orden y destrucción. Los Elunai corruptos, supervivientes de la guerra civil que atrajo a Oz, temen la unión y el linaje que Selin lleva en su vientre, pues podría romper los equilibrios que creen controlar. --- 2. La Caída de Selin y el Fragmento del Alma Selin es atacada mientras está embarazada de su segunda hija: Antes de morir, lanza un conjuro para proteger a su hija y preservar su propia esencia. Su alma se ancla a la Luna, fusionándose con ella y convirtiéndose en guardiana eterna. El fragmento del alma del bebé no nato que llevaba dentro queda expuesto. Es entonces cuando Shobu, espíritu del Sol, y Xinia, espíritu de la Luna, antiguos amantes que crearon los eclipses para unirse, aparecen: Ambos sacrifican sus existencias para sostener el fragmento del alma de Veythra hasta que pueda nacer y puedan unirse por finlis amantes prohibidos. Mantienen ese fragmento flotando entre luz y sombra, entre Sol y Luna, hasta que el destino de Jennifer y su descendencia se cumpla. --- 3. El Legado y la Creación de Veythra Decenas de miles de años después: Jennifer tiene a su hija Lili durante la Luna llena de Esturión, la más brillante del año, coincidiendo con la lluvia de Perseidas. En ese instante, los espíritus de Shobu y Xinia finalmente se funden con el fragmento del alma del bebé no nato de Selin. Esa unión da forma a Veythra, quien nace dentro del alma de Lili como espada viviente y guardiana de la herencia lunar y caótica. De esta manera, Veythra es simultáneamente fragmento de Selin, sostenida por Shobu y Xinia, y espejo del poder que Lili heredará de su madre Jennifer (hermana de Veythra por consanguinidad). --- 4. Consecuencias en el Tiempo Jennifer crece rápida y poderosa, portando el caos de Oz y la luz de Selin, hasta que sella a Oz en el Jardín Prohibido a causa de la locura que lo invade tras la muerte de Selin, aniquilando toda vida y arrasando a todos los Elunai con el ejército del Caos. Veythra, aunque ligada a Lili, contiene la memoria de Selin y la protección de los antiguos espíritus, lista para despertar cuando su portadora lo necesite. La paradoja completa: Selin muere, Shobu y Xinia sostienen la esencia, Jennifer asegura la supervivencia del linaje, y Lili finalmente recibe la herencia de toda la cadena lunar y caótica, con Veythra como vínculo vivo.
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  • "El hombre del árbol"

    (Perspectiva de Cillian)

    — Hay algo en la lluvia que me recuerda al principio.

    Cuando el universo aún no sabía que podía morir, ya existía el sonido de la caída.
    Es lo más cercano a mí que la vida puede producir: el suspiro de algo que deja de ser para transformarse.

    Fumo por costumbre, no por necesidad. El humo me enseña cómo se disuelve la existencia.
    Cada bocanada es un alma que exhala. Cada chispa, un final diminuto.

    Apoyo mi espalda contra el árbol. Lo conozco.
    Ha muerto tres veces. Ha nacido cuatro. Y todavía guarda en su savia la memoria de los cuerpos que descansan bajo sus raíces.

    Entonces lo siento.
    Una presencia leve, temblorosa, curiosa.
    Un hombre camina por el parque, y sin saberlo, me ve.

    No es la primera vez que alguien me mira. Pero cada mirada es distinta.

    Algunos me ven como un monstruo.
    Otros como un ángel.
    Otros, simplemente, no me ven.

    Pero él…
    Él me reconoce, aunque no sepa cómo.

    Lo miro.
    Y en su interior, algo se quiebra: una fibra mínima, invisible, la cuerda que lo ata a la negación del fin.

    Lo veo todo en él.
    Su infancia, su primera herida, su último sueño.
    Veo la forma que tendrá su muerte: tranquila, tibia, bajo un sol que aún no ha nacido.

    No lo toco.
    No lo llamo.

    No es su momento.

    Pero me quedo un instante más, observando cómo el miedo y la comprensión bailan dentro de sus ojos.
    Esa mezcla sagrada que solo los mortales pueden sentir: el terror ante la nada y el deseo imposible de seguir existiendo.

    El cigarro se apaga entre mis dedos.
    La brasa muere.

    Yo también sonrío.

    No por crueldad.
    Por ternura.

    Porque en él, en su respiración entrecortada, en el temblor de su alma, recuerdo algo que no debería recordar:

    lo que se siente estar vivo.

    Doy un paso atrás.
    La niebla me envuelve, y desaparezco del lugar que nunca fue mío.

    Lo dejaré ir.
    Por ahora.

    Hay muchos nombres antes que el suyo…

    Pero cuando el tiempo lo reclame,
    cuando su cuerpo y su alma se cansen de fingir eternidad, volveré a buscarlo.

    Y entonces, él entenderá.
    Que nunca fue perseguido.
    Que siempre fue acompañado.

    Porque yo no sigo a los vivos.

    Los espero.
    "El hombre del árbol" (Perspectiva de Cillian) — Hay algo en la lluvia que me recuerda al principio. Cuando el universo aún no sabía que podía morir, ya existía el sonido de la caída. Es lo más cercano a mí que la vida puede producir: el suspiro de algo que deja de ser para transformarse. Fumo por costumbre, no por necesidad. El humo me enseña cómo se disuelve la existencia. Cada bocanada es un alma que exhala. Cada chispa, un final diminuto. Apoyo mi espalda contra el árbol. Lo conozco. Ha muerto tres veces. Ha nacido cuatro. Y todavía guarda en su savia la memoria de los cuerpos que descansan bajo sus raíces. Entonces lo siento. Una presencia leve, temblorosa, curiosa. Un hombre camina por el parque, y sin saberlo, me ve. No es la primera vez que alguien me mira. Pero cada mirada es distinta. Algunos me ven como un monstruo. Otros como un ángel. Otros, simplemente, no me ven. Pero él… Él me reconoce, aunque no sepa cómo. Lo miro. Y en su interior, algo se quiebra: una fibra mínima, invisible, la cuerda que lo ata a la negación del fin. Lo veo todo en él. Su infancia, su primera herida, su último sueño. Veo la forma que tendrá su muerte: tranquila, tibia, bajo un sol que aún no ha nacido. No lo toco. No lo llamo. No es su momento. Pero me quedo un instante más, observando cómo el miedo y la comprensión bailan dentro de sus ojos. Esa mezcla sagrada que solo los mortales pueden sentir: el terror ante la nada y el deseo imposible de seguir existiendo. El cigarro se apaga entre mis dedos. La brasa muere. Yo también sonrío. No por crueldad. Por ternura. Porque en él, en su respiración entrecortada, en el temblor de su alma, recuerdo algo que no debería recordar: lo que se siente estar vivo. Doy un paso atrás. La niebla me envuelve, y desaparezco del lugar que nunca fue mío. Lo dejaré ir. Por ahora. Hay muchos nombres antes que el suyo… Pero cuando el tiempo lo reclame, cuando su cuerpo y su alma se cansen de fingir eternidad, volveré a buscarlo. Y entonces, él entenderá. Que nunca fue perseguido. Que siempre fue acompañado. Porque yo no sigo a los vivos. Los espero.
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  • Crónicas del Olvido - Epilogo: El Último Portador

    El Corazón del Vacío colapsó. El Señor de las Sombras no explotó ni se desintegró. Simplemente… dejó de existir. Como si nunca hubiera estado allí.
    Kael, de pie en el centro, con el Amuleto del Destino completo en sus manos, cayó de rodillas.
    No por dolor. Por todo lo que había perdido.

    El Templo del Viento – En honor a Sira
    Cada año, Kael regresa al Templo del Viento. No entra. Se sienta en la entrada, donde la corriente aún canta.
    Saca la daga de Sira, la coloca sobre una piedra pulida por el tiempo, y espera.

    Kael (en voz baja): “El viento no se detiene. Solo cambia de dirección.”

    Las hojas giran. El aire se arremolina. Y Kael escucha, sin buscar respuestas. Solo presencia.

    El Templo de Ceniza – En honor a Tharos
    En Aeloria, Kael camina entre campos que florecen con fuego controlado. En el altar del templo, coloca la piedra incandescente.
    El calor no quema. Abraza.

    Kael: “Tu fuego no destruyó. Iluminó lo que no queríamos ver.”

    El templo vibra. Las llamas bailan sin consumir. Y Kael se queda hasta que el sol se oculta.

    El Templo del Bosque – En honor a Elen

    En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael encuentra el árbol que creció donde Elen cayó. En sus ramas, flores que solo brotan en primavera.

    Kael coloca la flor que recogió aquel día en una raíz expuesta, y se sienta.

    Kael: “Tu memoria no se perdió. Se convirtió en raíz.”

    El árbol susurra. Las criaturas mágicas se acercan. Y Kael permanece, sin magia. Solo con manos temblorosas.

    Kael no fundó academias. No lideró reinos. Viajó solo, llevando el Amuleto en una caja tallada por él mismo, sin hechizos. Solo con intención.
    En el Templo de la Luz Silente, dejó el Amuleto y su libro: Crónicas del Olvido.

    “No somos el final. Somos el comienzo.”


    Kael desapareció. Nadie lo buscó. Porque sabían que su historia… ya estaba completa.

    Pero en cada rincón, en cada flor, en cada corriente de viento, se siente el eco de una promesa:

    “La luz no muere. Solo espera.”



    Crónicas del Olvido - Epilogo: El Último Portador El Corazón del Vacío colapsó. El Señor de las Sombras no explotó ni se desintegró. Simplemente… dejó de existir. Como si nunca hubiera estado allí. Kael, de pie en el centro, con el Amuleto del Destino completo en sus manos, cayó de rodillas. No por dolor. Por todo lo que había perdido. El Templo del Viento – En honor a Sira Cada año, Kael regresa al Templo del Viento. No entra. Se sienta en la entrada, donde la corriente aún canta. Saca la daga de Sira, la coloca sobre una piedra pulida por el tiempo, y espera. Kael (en voz baja): “El viento no se detiene. Solo cambia de dirección.” Las hojas giran. El aire se arremolina. Y Kael escucha, sin buscar respuestas. Solo presencia. El Templo de Ceniza – En honor a Tharos En Aeloria, Kael camina entre campos que florecen con fuego controlado. En el altar del templo, coloca la piedra incandescente. El calor no quema. Abraza. Kael: “Tu fuego no destruyó. Iluminó lo que no queríamos ver.” El templo vibra. Las llamas bailan sin consumir. Y Kael se queda hasta que el sol se oculta. El Templo del Bosque – En honor a Elen En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael encuentra el árbol que creció donde Elen cayó. En sus ramas, flores que solo brotan en primavera. Kael coloca la flor que recogió aquel día en una raíz expuesta, y se sienta. Kael: “Tu memoria no se perdió. Se convirtió en raíz.” El árbol susurra. Las criaturas mágicas se acercan. Y Kael permanece, sin magia. Solo con manos temblorosas. Kael no fundó academias. No lideró reinos. Viajó solo, llevando el Amuleto en una caja tallada por él mismo, sin hechizos. Solo con intención. En el Templo de la Luz Silente, dejó el Amuleto y su libro: Crónicas del Olvido. “No somos el final. Somos el comienzo.” Kael desapareció. Nadie lo buscó. Porque sabían que su historia… ya estaba completa. Pero en cada rincón, en cada flor, en cada corriente de viento, se siente el eco de una promesa: “La luz no muere. Solo espera.”
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  • No puedo dormir.
    No desde que vi aquella prueba. Desde que la sostuve entre las manos temblorosas, sintiendo que el mundo se me venía abajo otra vez.
    Embarazada.

    La palabra me pesa más que cualquier herida que me hayan dejado.
    A veces me quedo mirándome en el espejo, con las manos sobre el vientre plano, esperando sentir algo. Lo que sea. Pero no siento amor, ni esperanza, ni alegría. Siento miedo. Siento asco. Siento que mi cuerpo me traiciona una y otra vez.

    He pensado en todo. En seguir con esto, en no hacerlo, en desaparecer un tiempo… en no ser una carga para Angela.
    Pero no hay una respuesta correcta, ninguna que me devuelva la paz.
    Cada vez que cierro los ojos veo sus rostros.
    Cada vez que toco mi piel, siento las manos que no eran suyas.

    Y sin embargo, hay algo dentro de mí que me obliga a quedarme quieta.
    Quizás sea el miedo.
    Quizás sea el instinto.
    O tal vez esa parte de mí que aún cree que puedo decidir lo que pase a partir de ahora, aunque todo lo demás me lo hayan robado.

    Angela intenta fingir que todo está bien, que me protege, que me cuida.
    Y yo finjo también.
    Sonrío, le digo que estoy cansada, que voy a dormir. Pero por dentro me rompo más cada día.

    No sé qué voy a hacer.
    No puedo decidirlo todavía.
    Lo único que tengo claro es que no quiero que esto nos destruya. Que si algo me mantiene respirando es ella, su forma de tocarme sin hacerme daño, su paciencia infinita.

    Quizás algún día tenga el valor de hablar, de decidir qué quiero hacer con todo esto.
    Pero hoy no.
    Hoy solo quiero seguir respirando, y que el silencio no me ahogue.
    No puedo dormir. No desde que vi aquella prueba. Desde que la sostuve entre las manos temblorosas, sintiendo que el mundo se me venía abajo otra vez. Embarazada. La palabra me pesa más que cualquier herida que me hayan dejado. A veces me quedo mirándome en el espejo, con las manos sobre el vientre plano, esperando sentir algo. Lo que sea. Pero no siento amor, ni esperanza, ni alegría. Siento miedo. Siento asco. Siento que mi cuerpo me traiciona una y otra vez. He pensado en todo. En seguir con esto, en no hacerlo, en desaparecer un tiempo… en no ser una carga para Angela. Pero no hay una respuesta correcta, ninguna que me devuelva la paz. Cada vez que cierro los ojos veo sus rostros. Cada vez que toco mi piel, siento las manos que no eran suyas. Y sin embargo, hay algo dentro de mí que me obliga a quedarme quieta. Quizás sea el miedo. Quizás sea el instinto. O tal vez esa parte de mí que aún cree que puedo decidir lo que pase a partir de ahora, aunque todo lo demás me lo hayan robado. Angela intenta fingir que todo está bien, que me protege, que me cuida. Y yo finjo también. Sonrío, le digo que estoy cansada, que voy a dormir. Pero por dentro me rompo más cada día. No sé qué voy a hacer. No puedo decidirlo todavía. Lo único que tengo claro es que no quiero que esto nos destruya. Que si algo me mantiene respirando es ella, su forma de tocarme sin hacerme daño, su paciencia infinita. Quizás algún día tenga el valor de hablar, de decidir qué quiero hacer con todo esto. Pero hoy no. Hoy solo quiero seguir respirando, y que el silencio no me ahogue.
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  • ---

    Diálogo — “Justo antes del canto”

    Yue (mirando al vacío):
    —¿Crees que alguien nos escuchará más allá del tiempo?

    Fiona (ajustando su corona de luz):
    —No importa. Lo que importa es que cantemos como si el tiempo nos escuchara.

    Millefeuille (tomando la mano de ambas):
    —Si el dolor puede convertirse en canción, entonces ya hemos ganado.

    Yue (cerrando los ojos):
    —Entonces cantemos. No para ser vistas… sino para ser verdad.

    Fiona (sonriendo):
    —Que el fulgor sea nuestro manifiesto.

    Millefeuille (con voz temblorosa):
    —Y que el silencio nos acompañe.

    (Las luces se encienden. El universo contiene el aliento. Supernova canta.)
    --- 🎤 Diálogo — “Justo antes del canto” Yue (mirando al vacío): —¿Crees que alguien nos escuchará más allá del tiempo? Fiona (ajustando su corona de luz): —No importa. Lo que importa es que cantemos como si el tiempo nos escuchara. Millefeuille (tomando la mano de ambas): —Si el dolor puede convertirse en canción, entonces ya hemos ganado. Yue (cerrando los ojos): —Entonces cantemos. No para ser vistas… sino para ser verdad. Fiona (sonriendo): —Que el fulgor sea nuestro manifiesto. Millefeuille (con voz temblorosa): —Y que el silencio nos acompañe. (Las luces se encienden. El universo contiene el aliento. Supernova canta.)
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  • Acabo de recordar porque no me gusta venir acá.....

    -no le agrada ver la felicidad y compañía de los demás, como son felices al lado de alguien. Cómo gozan el día a día despertando con motivos para seguir con vida un día más.... En cambio ella.... Ni siquiera sabe porque aún sigue viva cuando lo a perdido todo -

    La soledad es.... Dolorosa....
    Acabo de recordar porque no me gusta venir acá..... -no le agrada ver la felicidad y compañía de los demás, como son felices al lado de alguien. Cómo gozan el día a día despertando con motivos para seguir con vida un día más.... En cambio ella.... Ni siquiera sabe porque aún sigue viva cuando lo a perdido todo - La soledad es.... Dolorosa....
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  • He decidido construirle un palacio dorado y rosa.Isla Rowan Darküs Volkøv
    He decidido construirle un palacio dorado y rosa.[legend_peridot_mule_195] [Darkus]
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  • - No llores, no llores, ¡no llores!... ¡Ahg!, ¡Amy!

    Tratando de consolar a la erizo rosada, este se desesperaba cada ves mas. Su unica meta era calmarla y que deje en llanto

    Algo tan minúsculo y tan memorable del pasado de Sonic
    - No llores, no llores, ¡no llores!... ¡Ahg!, ¡Amy! Tratando de consolar a la erizo rosada, este se desesperaba cada ves mas. Su unica meta era calmarla y que deje en llanto Algo tan minúsculo y tan memorable del pasado de Sonic
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  • //Escena abierta a rol individual//.

    La lluvia había cesaso.

    Aquella tarde en el templo el sol brillaba, incluso la temperatura se estaba comportando de forma generosa, a pesar de que el otoño atravesaba su meridiano.

    Se dispuso a seleccionar y separar las hierbas obtenidas en el mercado el día anterior, aprovechando que no habían habido visitas al templo, devido al mal tiempo y la humedad del camino.

    Se sentó en la engawa (porche que rodea la casa) del minka (casa) donde vivía, justo al lado del jinja (santuario) principal del templo. La madera protestó un poco al peso del zorro.

    Vestía de una forma cómoda, más desenfadado de lo habitual. Algo en contraste a como solía ir; perfecto en cada doblez de su vestimenta.
    //Escena abierta a rol individual//. La lluvia había cesaso. Aquella tarde en el templo el sol brillaba, incluso la temperatura se estaba comportando de forma generosa, a pesar de que el otoño atravesaba su meridiano. Se dispuso a seleccionar y separar las hierbas obtenidas en el mercado el día anterior, aprovechando que no habían habido visitas al templo, devido al mal tiempo y la humedad del camino. Se sentó en la engawa (porche que rodea la casa) del minka (casa) donde vivía, justo al lado del jinja (santuario) principal del templo. La madera protestó un poco al peso del zorro. Vestía de una forma cómoda, más desenfadado de lo habitual. Algo en contraste a como solía ir; perfecto en cada doblez de su vestimenta.
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  • -no se por que a algunos les sorprende que tenga un sharpedo siendo el tipico "color de rosa" "cosas tiernas"... ESTAN DICIENDO QUE MI SHARPEDO NO ES ADORABLE, OSEA MIRALO! es una cosita preciosa!-
    -no se por que a algunos les sorprende que tenga un sharpedo siendo el tipico "color de rosa" "cosas tiernas"... ESTAN DICIENDO QUE MI SHARPEDO NO ES ADORABLE, OSEA MIRALO! es una cosita preciosa!-
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