“Tinta y Mentiras”
Estaba recostada en su cama, el ventilador girando perezoso sobre su cabeza, mientras la luz filtrada de la tarde caía sobre su cuerpo como si lo adorara. Tomó su teléfono, lo apuntó al espejo, y con un click congeló su reflejo: mirada felina, delineado afilado, cabello como una tormenta sin domar, y el tatuaje en su hombro izquierdo aún fresco, con el nombre de alguien que ya no debía recordar.
—"Bonito error... el número trece" —murmuró para sí misma con una sonrisa torcida.
Vivía sola en un departamento con paredes rayadas por grafitis y poesía. No creía en las reglas, ni en las promesas. Pero esa noche tenía una cita no escrita, un encuentro que venía gestándose hace días con ese tipo misterioso de chaqueta de cuero que le dejó un diseño en su bandeja de entrada junto a un mensaje críptico: “Solo tú puedes tatuarme esto.”
Encendió una vela, se puso su cadenita de seguridad con una llave rota en la punta, y sacó su kit de agujas. El corazón le latía más fuerte de lo que admitía.
—“Si viene, va a llevarse más que tinta bajo la piel…” —dijo mientras observaba su reflejo una vez más, sabiendo que la próxima historia no se escribiría con palabras, sino con marcas, susurros, y miradas peligrosas.
Estaba recostada en su cama, el ventilador girando perezoso sobre su cabeza, mientras la luz filtrada de la tarde caía sobre su cuerpo como si lo adorara. Tomó su teléfono, lo apuntó al espejo, y con un click congeló su reflejo: mirada felina, delineado afilado, cabello como una tormenta sin domar, y el tatuaje en su hombro izquierdo aún fresco, con el nombre de alguien que ya no debía recordar.
—"Bonito error... el número trece" —murmuró para sí misma con una sonrisa torcida.
Vivía sola en un departamento con paredes rayadas por grafitis y poesía. No creía en las reglas, ni en las promesas. Pero esa noche tenía una cita no escrita, un encuentro que venía gestándose hace días con ese tipo misterioso de chaqueta de cuero que le dejó un diseño en su bandeja de entrada junto a un mensaje críptico: “Solo tú puedes tatuarme esto.”
Encendió una vela, se puso su cadenita de seguridad con una llave rota en la punta, y sacó su kit de agujas. El corazón le latía más fuerte de lo que admitía.
—“Si viene, va a llevarse más que tinta bajo la piel…” —dijo mientras observaba su reflejo una vez más, sabiendo que la próxima historia no se escribiría con palabras, sino con marcas, susurros, y miradas peligrosas.
“Tinta y Mentiras”
Estaba recostada en su cama, el ventilador girando perezoso sobre su cabeza, mientras la luz filtrada de la tarde caía sobre su cuerpo como si lo adorara. Tomó su teléfono, lo apuntó al espejo, y con un click congeló su reflejo: mirada felina, delineado afilado, cabello como una tormenta sin domar, y el tatuaje en su hombro izquierdo aún fresco, con el nombre de alguien que ya no debía recordar.
—"Bonito error... el número trece" —murmuró para sí misma con una sonrisa torcida.
Vivía sola en un departamento con paredes rayadas por grafitis y poesía. No creía en las reglas, ni en las promesas. Pero esa noche tenía una cita no escrita, un encuentro que venía gestándose hace días con ese tipo misterioso de chaqueta de cuero que le dejó un diseño en su bandeja de entrada junto a un mensaje críptico: “Solo tú puedes tatuarme esto.”
Encendió una vela, se puso su cadenita de seguridad con una llave rota en la punta, y sacó su kit de agujas. El corazón le latía más fuerte de lo que admitía.
—“Si viene, va a llevarse más que tinta bajo la piel…” —dijo mientras observaba su reflejo una vez más, sabiendo que la próxima historia no se escribiría con palabras, sino con marcas, susurros, y miradas peligrosas.
