• Si no despierto. Si los sueños me llevan, ¿Te encontraré en las estrellas?

    ¿Eres un punto de luz que guarda mi nombre en su órbita? ¿Un susurro del tiempo que me espera cuando todo lo demás se desvanece?

    Si los sueños son el puente, dejaré que me arrastren. Me entregaré a la deriva entre los cielos de Morfeo, con la tonta esperanza de que tus brazos me arropen sin preguntar por mi forma.

    Y si no eres una estrella, sino un recuerdo, me basta imaginar tu aliento sobre mi cuello para sobrellevar las heladas noches.

    Porque si todo termina siendo silencio, prefiero morir dormido buscándote en sueños que vivir despierto sin la idea de encontrarte.
    Si no despierto. Si los sueños me llevan, ¿Te encontraré en las estrellas? ¿Eres un punto de luz que guarda mi nombre en su órbita? ¿Un susurro del tiempo que me espera cuando todo lo demás se desvanece? Si los sueños son el puente, dejaré que me arrastren. Me entregaré a la deriva entre los cielos de Morfeo, con la tonta esperanza de que tus brazos me arropen sin preguntar por mi forma. Y si no eres una estrella, sino un recuerdo, me basta imaginar tu aliento sobre mi cuello para sobrellevar las heladas noches. Porque si todo termina siendo silencio, prefiero morir dormido buscándote en sueños que vivir despierto sin la idea de encontrarte.
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  • Un vistazo a los recuerdos de Rini en su plena adolescencia, esos recuerdos en la preparatoria jamás serán olvidados.

    Ya que en aquellos tiempos , fue como poco a poco la señorita fue creciendo y formando su persona como la mujer que es ahora

    (Un vistazo a Rini adolescente, como algo de relleno y para matar la inactividad ¿?)
    Un vistazo a los recuerdos de Rini en su plena adolescencia, esos recuerdos en la preparatoria jamás serán olvidados. Ya que en aquellos tiempos , fue como poco a poco la señorita fue creciendo y formando su persona como la mujer que es ahora (Un vistazo a Rini adolescente, como algo de relleno y para matar la inactividad ¿?)
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  • “Es extraño. Nunca pensé que podría sentir algo parecido. He vivido demasiado tiempo con la certeza de que todo lo que toca mi vida termina manchado de sangre o reducido a cenizas. Y, sin embargo, ahora mismo, siento que alguien logró atravesar esa coraza que me había jurado no bajar jamás.

    No es fácil. No me gusta reconocerlo. Me hace sentir débil, expuesta, como si llevara un blanco pintado en el pecho. El amor nunca estuvo en mis planes. Para mí, las emociones eran un lujo que no podía permitirme, un error que podía costarme la vida. Pero ahí está: esa maldita sensación que me quema por dentro y que no sé cómo manejar.

    Lo vivo en silencio. Lo escondo como escondo mis armas, como escondo mis cicatrices. Y cada vez que me sorprendo sonriendo por un recuerdo o por un gesto, me odio un poco a mí misma. Porque sé lo que soy, sé lo que he hecho, y no me creo merecedora de algo tan limpio.

    Pero, al mismo tiempo… hay algo en todo esto que me da fuerzas. No la clase de fuerza que viene de un rifle cargado o de un cuchillo bien afilado. Es otra, más peligrosa, más adictiva. Es sentir que, por primera vez, no estoy sola aunque el mundo entero me grite lo contrario.

    Me da miedo. Me aterra. Pero también me hace sentir viva, y eso es algo que pensé que ya había perdido para siempre.”
    “Es extraño. Nunca pensé que podría sentir algo parecido. He vivido demasiado tiempo con la certeza de que todo lo que toca mi vida termina manchado de sangre o reducido a cenizas. Y, sin embargo, ahora mismo, siento que alguien logró atravesar esa coraza que me había jurado no bajar jamás. No es fácil. No me gusta reconocerlo. Me hace sentir débil, expuesta, como si llevara un blanco pintado en el pecho. El amor nunca estuvo en mis planes. Para mí, las emociones eran un lujo que no podía permitirme, un error que podía costarme la vida. Pero ahí está: esa maldita sensación que me quema por dentro y que no sé cómo manejar. Lo vivo en silencio. Lo escondo como escondo mis armas, como escondo mis cicatrices. Y cada vez que me sorprendo sonriendo por un recuerdo o por un gesto, me odio un poco a mí misma. Porque sé lo que soy, sé lo que he hecho, y no me creo merecedora de algo tan limpio. Pero, al mismo tiempo… hay algo en todo esto que me da fuerzas. No la clase de fuerza que viene de un rifle cargado o de un cuchillo bien afilado. Es otra, más peligrosa, más adictiva. Es sentir que, por primera vez, no estoy sola aunque el mundo entero me grite lo contrario. Me da miedo. Me aterra. Pero también me hace sentir viva, y eso es algo que pensé que ya había perdido para siempre.”
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  • ❝ 𝒀𝒐𝒖'𝒗𝒆 𝒈𝒐𝒕 𝒂 𝒃𝒖𝒍𝒍𝒆𝒕 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝒎𝒚 𝒏𝒂𝒎𝒆... ❞ 

    Sin encargos, sin pendientes y con un jefe recluido en su oficina... lo mejor era entrenar.
    Mantenerse ocupada y a raya ese caótico desastre que podían ser sus recuerdos en combinación con sus pensamientos era necesario.

    Quizás iría a correr a ese viejo bosque que recordaba... pero primero una sesión de tiro. Jamás se practicaba lo suficiente; siempre se podía mejorar la precisión de tiro, la velocidad y los refiejos.

    Si, definitivamente la práctica primero.
    ❝ 𝒀𝒐𝒖'𝒗𝒆 𝒈𝒐𝒕 𝒂 𝒃𝒖𝒍𝒍𝒆𝒕 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝒎𝒚 𝒏𝒂𝒎𝒆... ❞  Sin encargos, sin pendientes y con un jefe recluido en su oficina... lo mejor era entrenar. Mantenerse ocupada y a raya ese caótico desastre que podían ser sus recuerdos en combinación con sus pensamientos era necesario. Quizás iría a correr a ese viejo bosque que recordaba... pero primero una sesión de tiro. Jamás se practicaba lo suficiente; siempre se podía mejorar la precisión de tiro, la velocidad y los refiejos. Si, definitivamente la práctica primero.
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  • Recuerdos distantes y dolorosos... Cómo extraño a mi planeta natal Krupton... A mi gente, mi cultura, mi tecnología, mis padres... Todo y más... Por mucho que finja ser una humana, jamás lo seré...
    Recuerdos distantes y dolorosos... Cómo extraño a mi planeta natal Krupton... A mi gente, mi cultura, mi tecnología, mis padres... Todo y más... Por mucho que finja ser una humana, jamás lo seré...
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  • Todo estaba en silencio, excepto por el débil latido que provenía del objeto entre sus manos.
    Un corazón. No uno cualquiera. Uno forjado en cristal encantado, palpitante de recuerdos, juramentos y ruinas emocionales.

    Sus dedos, fríos y elegantes, sostenían el corazón como si fuese lo último que merecía cuidado en ese mundo agonizante.

    ♧ Aún late… —susurró. Sus ojos, tan profundos como una noche sin luna, no miraban el corazón, sino más allá. Como si pudiera ver a través de el...

    ♧ A pesar de todo lo que hiciste...A pesar de todo lo que yo hice... - La luz del corazón tembló. Una grieta luminosa cruzó su superficie — No debería quedarme con esto...el amor es una maldición...-
    Todo estaba en silencio, excepto por el débil latido que provenía del objeto entre sus manos. Un corazón. No uno cualquiera. Uno forjado en cristal encantado, palpitante de recuerdos, juramentos y ruinas emocionales. Sus dedos, fríos y elegantes, sostenían el corazón como si fuese lo último que merecía cuidado en ese mundo agonizante. ♧ Aún late… —susurró. Sus ojos, tan profundos como una noche sin luna, no miraban el corazón, sino más allá. Como si pudiera ver a través de el... ♧ A pesar de todo lo que hiciste...A pesar de todo lo que yo hice... - La luz del corazón tembló. Una grieta luminosa cruzó su superficie — No debería quedarme con esto...el amor es una maldición...-
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  • ⠀⠀⠀⠀Todo era absurdamente normal. Tan normal que parecía ofensivo. Kazuha estaba de pie en una cocina soleada, bañada por una luz demasiado dorada para ser real, con un olor a café y galletas de mantequilla recién horneadas que lo impregnaba todo. Era un lugar completamente desconocido para ella, pero demasiado familiar para su anfitrión. Y ella lo sabía, podía sentir el dulce aroma de una infancia que no le pertenecía.

    —Hmmm, vamos, sé que estás aquí, escondiéndote ~... —murmuró para si, mientras daba pasos lentos, cautelosos.

    Se supone que aquel lugar debería ser un lugar seguro. Extendió una mano, y una sensación de dolor leve le recorrió el brazo. Conceder tantos deseos seguidos los últimos días la había dejado débil, vaciada, como una batería gastada. Su magia respondía con lentitud, con un zumbido débil y doloroso. Necesitaba ese cristal de Luminara. Necesitaba ese recuerdo.

    Con un suspiro de esfuerzo, concentró un hilo de energía caótica en la yema de su dedo. El efecto fue inmediato. La luz solar perfecta se volvió más amarilla, luego verde, hasta teeminar convirtiéndose en un rojo enfermizo. El olor a café se volvió agrio, algo más similar al olor del vinagre.

    —Eso es. Así me gusta ~ —respiró, y una gota de sudor frío recorrió su sien.

    El sueño, herido, se defendió. Las paredes de la cocina se inclinaron hacía dentro, como si pidieran caerse en cualquier momento. Los muebles se alargaron, las sombras se retorcían. El chillido de una tetera surgió de ninguna parte, aumentando hasta convertirse en un grito desgarrador.

    El sueño se había convertido en pesadilla. Y en el corazón de toda pesadilla, late el recuerdo que la alimenta.

    Sonrió y siguió el sonido, esquivando las manos que emergían de la nevera y pisando el suelo que ahora se sentía blando, como gelatina. Finalmente lo vio, una puerta de armario bajo el fregadero, de la cual salió un brillo tenue.

    Al abrir la puerta, no había oscuridad. Había un instante congelado: un niño escondido, mirando a través de una rendija, presenciando algo que un niño nunca debería ver. El Recuerdo. Flotaba allí, un núcleo de dolor puro y brillante.

    —Mio —susurró, con una mezcla de triunfo y agotamiento.

    Sacó un cristal de Luminara en bruto de un bolsillo de su pantalón. Con una última y dolorosa descarga de voluntad, guió el recuerdo hacia el cristal. La escena congelada se comprimió, destellando una vez con una luz cegadora que quedó sellada dentro de la gema, que ahora titilaba con una luz carmesí profunda y cálida.

    La pesadilla se desvaneció instantáneamente alrededor de ella, como arena cayendo. La transición fue violenta. En un momento estaba en la pesadilla desvaneciéndose, sellando el recuerdo en el cristal de Luminara. Al siguiente, fue arrojada al vacío etéreo del Subplano del Sueño.

    Allí, entre planos, entre el espacio entre espacios, el aire no era aire, era una sustancia gélida y espesa de pesadillas colectivas que casi se resistía a ser respiraba. Remolinos de colores que susurraban silenciosamente giraban a su alrededor. No era un lugar, era la idea de un lugar. Y como ella ya sabía, estaba lleno de cosas hambrientas.

    Aún vulnerable y agotada por el esfuerzo de sostener el ritual de extracción, intento orientarse. El cristal de Luminara en su mano palpitaba, y vertia parte de la energía vital en ella, pero el proceso era lento, como una transfusión que apenas comenzaba.

    Entonces lo sintió. Una presencia fría y afilada que se movía contra la corriente del caos onírico, atraída por el destello de poder del cristal recién cargado.

    —No —logró gruñir, tratando de impulsarse lejos— Ahg, ¡¡¡Ahora no!!!

    Era tarde. Una sombra hecha de intención depredadora se lanzó hacia ella. No tenía garras, pero su esencia era un filo. Intentó desviarse, pero su agotamiento la traicionó.

    Un dolor agudo y frío le desgarró el costado, justo por debajo de las costillas. No sangró en el sentido tradicional; su esencia vital, su energía, brotó de la herida en un fino vapor rojizo brillante antes de que ella logrará empuñar la daga de obsidiana que escondía en el interior de sus botas y la clavara en la criatura, que se disolvió casi al instante en la nada, con una sonrisa, satisfecha con su bocado, había probado su esencia.

    —¡Maldita sea! —escupió, apretsndo la herida con la mano libre. El dolor era real, punzante, frío.

    Sabia las reglas. Lo que sucedía aquí, se plasmaba en su cuerpo físico. Con un acto final de voluntad, se concentró en su cuerpo físico, en la fría soledad de su mansión, y se aferró a aquella realidad como un ancla.

    Se despertó de golpe, incorporándose en el suelo de madera del salón principal con un jadeo áspero. La primera sensación fue el peso del cristal en su mano derecha. La segunda, el dolor ardiente y húmedo en el costado izquierdo.

    Bajó la mirada. Su blusa estaba empapada de una mancha oscura y húmeda que solo podía ser sangre. Al levantar la tela, reveló un corté limpio pero profundo, de cuyo centro emanaba un tenue resplandor ámbar, la marca residual inconfundible de una herida hecha con energía onírica.

    Un recordatorio. Un trofeo. Un precio adicional. Con un suspiro que era más de fastidio que de queja, se puso de pie y caminó haciendo un esfuerzo extra hacia el estante. Tomó un frasco de ungüento y vendas que siempre tenía a mano. Los negocios, como siempre, tenían sus costos operativos.
    ⠀⠀⠀⠀Todo era absurdamente normal. Tan normal que parecía ofensivo. Kazuha estaba de pie en una cocina soleada, bañada por una luz demasiado dorada para ser real, con un olor a café y galletas de mantequilla recién horneadas que lo impregnaba todo. Era un lugar completamente desconocido para ella, pero demasiado familiar para su anfitrión. Y ella lo sabía, podía sentir el dulce aroma de una infancia que no le pertenecía. —Hmmm, vamos, sé que estás aquí, escondiéndote ~... —murmuró para si, mientras daba pasos lentos, cautelosos. Se supone que aquel lugar debería ser un lugar seguro. Extendió una mano, y una sensación de dolor leve le recorrió el brazo. Conceder tantos deseos seguidos los últimos días la había dejado débil, vaciada, como una batería gastada. Su magia respondía con lentitud, con un zumbido débil y doloroso. Necesitaba ese cristal de Luminara. Necesitaba ese recuerdo. Con un suspiro de esfuerzo, concentró un hilo de energía caótica en la yema de su dedo. El efecto fue inmediato. La luz solar perfecta se volvió más amarilla, luego verde, hasta teeminar convirtiéndose en un rojo enfermizo. El olor a café se volvió agrio, algo más similar al olor del vinagre. —Eso es. Así me gusta ~ —respiró, y una gota de sudor frío recorrió su sien. El sueño, herido, se defendió. Las paredes de la cocina se inclinaron hacía dentro, como si pidieran caerse en cualquier momento. Los muebles se alargaron, las sombras se retorcían. El chillido de una tetera surgió de ninguna parte, aumentando hasta convertirse en un grito desgarrador. El sueño se había convertido en pesadilla. Y en el corazón de toda pesadilla, late el recuerdo que la alimenta. Sonrió y siguió el sonido, esquivando las manos que emergían de la nevera y pisando el suelo que ahora se sentía blando, como gelatina. Finalmente lo vio, una puerta de armario bajo el fregadero, de la cual salió un brillo tenue. Al abrir la puerta, no había oscuridad. Había un instante congelado: un niño escondido, mirando a través de una rendija, presenciando algo que un niño nunca debería ver. El Recuerdo. Flotaba allí, un núcleo de dolor puro y brillante. —Mio —susurró, con una mezcla de triunfo y agotamiento. Sacó un cristal de Luminara en bruto de un bolsillo de su pantalón. Con una última y dolorosa descarga de voluntad, guió el recuerdo hacia el cristal. La escena congelada se comprimió, destellando una vez con una luz cegadora que quedó sellada dentro de la gema, que ahora titilaba con una luz carmesí profunda y cálida. La pesadilla se desvaneció instantáneamente alrededor de ella, como arena cayendo. La transición fue violenta. En un momento estaba en la pesadilla desvaneciéndose, sellando el recuerdo en el cristal de Luminara. Al siguiente, fue arrojada al vacío etéreo del Subplano del Sueño. Allí, entre planos, entre el espacio entre espacios, el aire no era aire, era una sustancia gélida y espesa de pesadillas colectivas que casi se resistía a ser respiraba. Remolinos de colores que susurraban silenciosamente giraban a su alrededor. No era un lugar, era la idea de un lugar. Y como ella ya sabía, estaba lleno de cosas hambrientas. Aún vulnerable y agotada por el esfuerzo de sostener el ritual de extracción, intento orientarse. El cristal de Luminara en su mano palpitaba, y vertia parte de la energía vital en ella, pero el proceso era lento, como una transfusión que apenas comenzaba. Entonces lo sintió. Una presencia fría y afilada que se movía contra la corriente del caos onírico, atraída por el destello de poder del cristal recién cargado. —No —logró gruñir, tratando de impulsarse lejos— Ahg, ¡¡¡Ahora no!!! Era tarde. Una sombra hecha de intención depredadora se lanzó hacia ella. No tenía garras, pero su esencia era un filo. Intentó desviarse, pero su agotamiento la traicionó. Un dolor agudo y frío le desgarró el costado, justo por debajo de las costillas. No sangró en el sentido tradicional; su esencia vital, su energía, brotó de la herida en un fino vapor rojizo brillante antes de que ella logrará empuñar la daga de obsidiana que escondía en el interior de sus botas y la clavara en la criatura, que se disolvió casi al instante en la nada, con una sonrisa, satisfecha con su bocado, había probado su esencia. —¡Maldita sea! —escupió, apretsndo la herida con la mano libre. El dolor era real, punzante, frío. Sabia las reglas. Lo que sucedía aquí, se plasmaba en su cuerpo físico. Con un acto final de voluntad, se concentró en su cuerpo físico, en la fría soledad de su mansión, y se aferró a aquella realidad como un ancla. Se despertó de golpe, incorporándose en el suelo de madera del salón principal con un jadeo áspero. La primera sensación fue el peso del cristal en su mano derecha. La segunda, el dolor ardiente y húmedo en el costado izquierdo. Bajó la mirada. Su blusa estaba empapada de una mancha oscura y húmeda que solo podía ser sangre. Al levantar la tela, reveló un corté limpio pero profundo, de cuyo centro emanaba un tenue resplandor ámbar, la marca residual inconfundible de una herida hecha con energía onírica. Un recordatorio. Un trofeo. Un precio adicional. Con un suspiro que era más de fastidio que de queja, se puso de pie y caminó haciendo un esfuerzo extra hacia el estante. Tomó un frasco de ungüento y vendas que siempre tenía a mano. Los negocios, como siempre, tenían sus costos operativos.
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  • · · · ──────────────────

    [𝘙𝘶𝘪𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘵𝘪𝘤𝘢. 𝘜𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘵𝘦𝘮𝘣𝘭𝘰𝘳𝘰𝘴𝘢. 𝘓𝘶𝘦𝘨𝘰, 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘧𝘪𝘳𝘮𝘦, 𝘤𝘢𝘯𝘴𝘢𝘥𝘢.]

    Hace veintitrés días que Mr. Increíble fue asesinado. La resistencia perdió a su líder y desde entonces no hay dirección.

    Mi hermano, Jack-Jack, destruyó tres colisionadores de plasma. No sabemos si lo hizo con intención o por locura, pero tememos que su próximo ataque sea contra las bases nucleares. Si eso ocurre, no quedará nada que salvar.

    No queda comida. La carne desapareció hace más de un mes. Los invernaderos no producen nada desde la última ola de radiación. Sobrevivimos con agua contaminada y raciones muertas. Cada día somos menos.

    La mayoría de los supers han mutado o enloquecido. Los pocos que quedamos no confiamos ni entre nosotros. No hay esperanza aquí.

    Me conocen como Spectra, pero mi nombre de nacimiento es Violeta Parr. Ya no me importa que lo sepan.

    No quiero gloria, ni historia, ni recuerdo. Solo… tengo hambre. Solo necesito ayuda.

    Si alguien puede escuchar esto en otro tiempo, en otro lugar… deténganlos antes de que sea tarde.

    [𝘌𝘴𝘵𝘢́𝘵𝘪𝘤𝘢. 𝘓𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘴𝘮𝘪𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘢.]
    · · · ────────────────── [𝘙𝘶𝘪𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘵𝘪𝘤𝘢. 𝘜𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘵𝘦𝘮𝘣𝘭𝘰𝘳𝘰𝘴𝘢. 𝘓𝘶𝘦𝘨𝘰, 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘧𝘪𝘳𝘮𝘦, 𝘤𝘢𝘯𝘴𝘢𝘥𝘢.] Hace veintitrés días que Mr. Increíble fue asesinado. La resistencia perdió a su líder y desde entonces no hay dirección. Mi hermano, Jack-Jack, destruyó tres colisionadores de plasma. No sabemos si lo hizo con intención o por locura, pero tememos que su próximo ataque sea contra las bases nucleares. Si eso ocurre, no quedará nada que salvar. No queda comida. La carne desapareció hace más de un mes. Los invernaderos no producen nada desde la última ola de radiación. Sobrevivimos con agua contaminada y raciones muertas. Cada día somos menos. La mayoría de los supers han mutado o enloquecido. Los pocos que quedamos no confiamos ni entre nosotros. No hay esperanza aquí. Me conocen como Spectra, pero mi nombre de nacimiento es Violeta Parr. Ya no me importa que lo sepan. No quiero gloria, ni historia, ni recuerdo. Solo… tengo hambre. Solo necesito ayuda. Si alguien puede escuchar esto en otro tiempo, en otro lugar… deténganlos antes de que sea tarde. [𝘌𝘴𝘵𝘢́𝘵𝘪𝘤𝘢. 𝘓𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘴𝘮𝘪𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘢.]
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  • https://youtu.be/z6SWtu1PXKA?si=uRhcfsZzxaDavuRJ
    Ryu リュウ・イシュタル Ishtar

    En medio del bullicio de la ciudad, nuestras pisadas encontraron un rincón secreto, donde los escaparates brillaban como pequeños altares de recuerdos. Fingí curiosidad por cualquier cosa, pero mi verdadera intención era guiarla, despacio, hasta aquella tienda escondida de vinilos.

    Entre estanterías que guardaban melodías olvidadas, me adelanté con un gesto travieso y coloqué los cascos sobre sus oídos. Ella, sorprendida, me miró con esos ojos que siempre parecen desnudar mi alma. La música comenzó a envolverla, invisible y profunda, como si cada nota la acariciara más de lo que yo me atrevería.

    Y al verla sonreír, comprendí que a veces no hacen falta palabras para decir lo que el corazón ya susurra en silencio.
    https://youtu.be/z6SWtu1PXKA?si=uRhcfsZzxaDavuRJ [Ryu] En medio del bullicio de la ciudad, nuestras pisadas encontraron un rincón secreto, donde los escaparates brillaban como pequeños altares de recuerdos. Fingí curiosidad por cualquier cosa, pero mi verdadera intención era guiarla, despacio, hasta aquella tienda escondida de vinilos. Entre estanterías que guardaban melodías olvidadas, me adelanté con un gesto travieso y coloqué los cascos sobre sus oídos. Ella, sorprendida, me miró con esos ojos que siempre parecen desnudar mi alma. La música comenzó a envolverla, invisible y profunda, como si cada nota la acariciara más de lo que yo me atrevería. Y al verla sonreír, comprendí que a veces no hacen falta palabras para decir lo que el corazón ya susurra en silencio.
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  • ════════════════════
    HOGWARTS
    ════════════════════
    [Nota. Cada Starter es un nuevo mundo. Leer ficha.]
    Hogwarts. Era una época distinta, el castillo aún no había conocido la sombra de Voldemort, pero los ecos de antiguas rebeliones de duendes, brujos caídos en el olvido y pactos quebrados pesaban en sus cimientos. Para los alumnos, seguía siendo refugio impenetrable; para los sabios, un tablero donde el equilibrio del mundo mágico se sostenía con frágil delicadeza.

    A lo lejos, una figura solitaria avanzaba por el viejo sendero de piedra. El manto negro rozaba el suelo con un murmullo grave, y el broche en forma de media luna centelleaba bajo la penumbra del crepúsculo. A su costado, el brillo acerado de una espada destacaba como un desafío, un arma que no pertenecía al mundo de varitas y grimorios.

    Se detuvo frente a los portones. Los muros, erguidos y solemnes, parecieron reconocerla. Sus ojos grises recorrieron la piedra, como quien contempla recuerdos que nadie más podría entender. Un instante de silencio pesó sobre ella, hasta que, con voz grave y controlada, habló:

    —Así que… Hogwarts. No esperaba volver a ver estas piedras.
    ════════════════════ HOGWARTS ════════════════════ [Nota. Cada Starter es un nuevo mundo. Leer ficha.] Hogwarts. Era una época distinta, el castillo aún no había conocido la sombra de Voldemort, pero los ecos de antiguas rebeliones de duendes, brujos caídos en el olvido y pactos quebrados pesaban en sus cimientos. Para los alumnos, seguía siendo refugio impenetrable; para los sabios, un tablero donde el equilibrio del mundo mágico se sostenía con frágil delicadeza. A lo lejos, una figura solitaria avanzaba por el viejo sendero de piedra. El manto negro rozaba el suelo con un murmullo grave, y el broche en forma de media luna centelleaba bajo la penumbra del crepúsculo. A su costado, el brillo acerado de una espada destacaba como un desafío, un arma que no pertenecía al mundo de varitas y grimorios. Se detuvo frente a los portones. Los muros, erguidos y solemnes, parecieron reconocerla. Sus ojos grises recorrieron la piedra, como quien contempla recuerdos que nadie más podría entender. Un instante de silencio pesó sobre ella, hasta que, con voz grave y controlada, habló: —Así que… Hogwarts. No esperaba volver a ver estas piedras.
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