• El regreso a casa
    Categoría Acción
    *El salón del Equipo Justice respiraba un lujo oscuro: alfombras carmesí, sillones que parecían recién abandonados por jueces de otro tiempo, lámparas encendidas como ojos vigilantes… y, al centro, el portal metálico aún vibrando con el residuo de la energía usada para traerla. Me dejó caer en el sofá más cercano con un suspiro lleno de triunfo y cansancio. La verdad quería relajarme un rato todo paso tan rapido*

    -Bueno…

    *Frotó sus manos, dejando un sonido seco, casi chispeante*

    -…la ardillita cósmica ya está en la jaula.

    *Su mirada, afilada y burlona, se desplaza hacia la cámara sellada al fondo, cerrada con un zumbido grave. Dentro, el contenedor reforzado donde Hakos Baelz se retorcía, aún confundida, aún furiosa, pero definitivamente capturada.*

    *Estira las piernas, cruzándolas con elegancia insolente.*

    -Saben… pensé que iba a correr más. O a morder. O a… no sé, invocar caos, portales, un ejército de ratas demoníacas. Pero que bien, se entrometieron otras dos más que buscabamos...

    *Me encogía de hombros, divertida*

    -Pero resultó que sólo necesitaba un poquito de convicción.

    *Chasquea los dedos y una llama tenue aparece en la punta, danzando.*

    -Ahora que la tenemos… ¿qué sigue, equipo?. Porque si quieren interrogatorio, bienvenida tortura psicológica. Si quieren custodia, puedo hacer turnos.
    Y si quieren espectáculo…

    *La llama se vuelve un aro carmesí que gira entre sus dedos*

    - …también puedo entretenerme un rato.

    *Ella mira a Raora, a Cecilia, y Gigi que ahora ya regresaba. Con una sonrisa ladeada, peligrosa y satisfecha.*

    -Al fin estamos reunidos.
    Y nuestra primera presa ya está asegurada. ¿Quién quiere hablar primero?

    *Después de éso me dirigí a raora mirándola sus ojos básicamente en un daño, por lo que suspiré levantándome en ese momento y acercándome a ella*

    - Hay raora... Lamentó no haber podido intervenir, la verdad me culpó por éso no pensé que él plan se fuese a descontrolar de ésa manera. Pero te juró que esa maldita pagará totalmente el daño que te provocó.

    *Fue lo que mencionó en el momento después de acariciarle la cabeza la verdad por dentro su irresponsabilidad la carcomía por completo, en cuanto se dirigió a cecilia*

    - Podrías tratarla ceci por favor...

    *Luego mi vista se dirigía a Gigi*

    - Con qué apareciste, te perdiste completamente el show.
    *El salón del Equipo Justice respiraba un lujo oscuro: alfombras carmesí, sillones que parecían recién abandonados por jueces de otro tiempo, lámparas encendidas como ojos vigilantes… y, al centro, el portal metálico aún vibrando con el residuo de la energía usada para traerla. Me dejó caer en el sofá más cercano con un suspiro lleno de triunfo y cansancio. La verdad quería relajarme un rato todo paso tan rapido* -Bueno… *Frotó sus manos, dejando un sonido seco, casi chispeante* -…la ardillita cósmica ya está en la jaula. *Su mirada, afilada y burlona, se desplaza hacia la cámara sellada al fondo, cerrada con un zumbido grave. Dentro, el contenedor reforzado donde Hakos Baelz se retorcía, aún confundida, aún furiosa, pero definitivamente capturada.* *Estira las piernas, cruzándolas con elegancia insolente.* -Saben… pensé que iba a correr más. O a morder. O a… no sé, invocar caos, portales, un ejército de ratas demoníacas. Pero que bien, se entrometieron otras dos más que buscabamos... *Me encogía de hombros, divertida* -Pero resultó que sólo necesitaba un poquito de convicción. *Chasquea los dedos y una llama tenue aparece en la punta, danzando.* -Ahora que la tenemos… ¿qué sigue, equipo?. Porque si quieren interrogatorio, bienvenida tortura psicológica. Si quieren custodia, puedo hacer turnos. Y si quieren espectáculo… *La llama se vuelve un aro carmesí que gira entre sus dedos* - …también puedo entretenerme un rato. *Ella mira a Raora, a Cecilia, y Gigi que ahora ya regresaba. Con una sonrisa ladeada, peligrosa y satisfecha.* -Al fin estamos reunidos. Y nuestra primera presa ya está asegurada. ¿Quién quiere hablar primero? *Después de éso me dirigí a raora mirándola sus ojos básicamente en un daño, por lo que suspiré levantándome en ese momento y acercándome a ella* - Hay raora... Lamentó no haber podido intervenir, la verdad me culpó por éso no pensé que él plan se fuese a descontrolar de ésa manera. Pero te juró que esa maldita pagará totalmente el daño que te provocó. *Fue lo que mencionó en el momento después de acariciarle la cabeza la verdad por dentro su irresponsabilidad la carcomía por completo, en cuanto se dirigió a cecilia* - Podrías tratarla ceci por favor... *Luego mi vista se dirigía a Gigi* - Con qué apareciste, te perdiste completamente el show.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    20
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me shockea
    3
    3 turnos 0 maullidos
  • 𖹭^᪲᪲᪲𝅄 ׁ ˳

    La rubia parpadeo un par de veces cuando noto una mirada sobre ella. Sus labios formaron una sonrisa juguetona e inclinó la cabeza.

    —¡Te atrapé! —dijo en un susurro divertido, sin sonar de forma acusadora sino más como un juego. —¿Estabas mirándome?

    Pronto su tono coqueto se suavizó, no quería parecerle fastidiosa sino al contrario, quería que se llevarán bien y que existiera esa complicidad entre ambos. Soltó una risa bajita para alivianar el momento. Acomodó y mechón rubio de su cabello detrás de su oreja, un poco avergonzada de su propio atrevimiento.

    —Lo siento si te hice sentir incómodo, no era la idea... —murmuró bajando un poco la mirada, aún con la sonrisa en los labios.— Solo quería romper el hielo.

    𖹭^᪲᪲᪲𝅄 ׁ ˳🍮 La rubia parpadeo un par de veces cuando noto una mirada sobre ella. Sus labios formaron una sonrisa juguetona e inclinó la cabeza. —¡Te atrapé! —dijo en un susurro divertido, sin sonar de forma acusadora sino más como un juego. —¿Estabas mirándome? Pronto su tono coqueto se suavizó, no quería parecerle fastidiosa sino al contrario, quería que se llevarán bien y que existiera esa complicidad entre ambos. Soltó una risa bajita para alivianar el momento. Acomodó y mechón rubio de su cabello detrás de su oreja, un poco avergonzada de su propio atrevimiento. —Lo siento si te hice sentir incómodo, no era la idea... —murmuró bajando un poco la mirada, aún con la sonrisa en los labios.— Solo quería romper el hielo. 🧊
    Me encocora
    Me gusta
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    [Admito que no tenía planeado volver a aquí porque está todo más pausado que cuando estaba, pero me ganó la nostalgia y decidí probar un nuevo personaje que ando desarrollando. Hoy me pasé por la cuenta de Kaoshibo y admiré lo perdido, pero bueno, así tocó.]
    [Admito que no tenía planeado volver a aquí porque está todo más pausado que cuando estaba, pero me ganó la nostalgia y decidí probar un nuevo personaje que ando desarrollando. Hoy me pasé por la cuenta de Kaoshibo y admiré lo perdido, pero bueno, así tocó.]
    0 comentarios 0 compartidos
  • Probando la ropa de Gojo-kun. Creo que me queda un poco grande.
    Probando la ropa de Gojo-kun. Creo que me queda un poco grande.
    Me encocora
    Me gusta
    4
    1 turno 0 maullidos
  • ━━ La cosecha de este año es productiva, estamos recuperando lo que alguna vez nos fue arrebatado le traeremos orgullo a nuestro creador.

    Expresó rebosante de energía, de dicha misma, el incidente y la matanza lograron su cometido y sin embargo, sigue habiendo quien se opone a las tragedias.

    ━━ ¿Monjas embarazadas?
    Fue solo el pináculo de las creencias, de las semejanza de su Dios. ¿Por qué hemos de recibir la culpa?. Explícate mujer, tu sola presencia me pone los pelos de punta.
    ━━ La cosecha de este año es productiva, estamos recuperando lo que alguna vez nos fue arrebatado le traeremos orgullo a nuestro creador. Expresó rebosante de energía, de dicha misma, el incidente y la matanza lograron su cometido y sin embargo, sigue habiendo quien se opone a las tragedias. ━━ ¿Monjas embarazadas? Fue solo el pináculo de las creencias, de las semejanza de su Dios. ¿Por qué hemos de recibir la culpa?. Explícate mujer, tu sola presencia me pone los pelos de punta.
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    || Como que ando desaparecida pero prometo que esta semana estaré más activa, la vida últimamente esta complicada, un besito <3
    || Como que ando desaparecida pero prometo que esta semana estaré más activa, la vida últimamente esta complicada, un besito <3
    Me gusta
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    La Rebelión de Oz

    El cielo se oscurece, la tierra tiembla, el cuerpo de Selin yace inmóvil, rodeado por un silencio que parece eterno.

    Oz, de rodillas frente a ella, siente cómo su corazón se desgarra. La sangre de su esposa aún tiñe el suelo, y en ese instante, el hombre que había sellado su poder para vivir como humano ya no existe. Solo queda el guerrero, el destructor, el padre que ha perdido todo.

    Se levanta lentamente, con los ojos ardiendo como brasas. Su voz retumba como un trueno:

    —¡No te lo perdonaré, Febo! ¡Voy a matarte a ti, y a todos los dioses, y a todos los que se llamen dioses!

    El grito sacude la tierra alrededor y se quiebra, montañas se parten, árboles se reducen a cenizas. Solo dos lugares permanecen intactos: donde Oz se alza y donde descansa Selin.

    Con un gesto, rompe el sello que había aprisionado su poder. La energía ancestral fluye como un río desbordado. Sus ojos brillan con un fulgor que no pertenece a los mortales. Con una sola mirada, crea un rectángulo de tierra a la medida de Selin. La tumba se abre, y él deposita el cuerpo con reverencia.

    Cuando la cubre con tierra, flores blancas brotan de inmediato, puras y delicadas. Son el último regalo de Selin, cuyo poder aún palpita en la naturaleza. Oz se inclina, besa la tierra, y se levanta con la determinación de un hombre que ya no tiene nada que perder.



    El Templo Corrupto.

    Oz parte hacia el templo de los Elunai, la raza de Selin. Busca respuestas, busca rastros de su hija Jennifer. Pero al llegar, percibe algo extraño: el poder de la luna ya no habita allí. El templo que alguna vez fue sagrado está vacío, muerto.

    El recuérdala que ese era donde Selin sirvio en el pasado, pero el poder sagrado que antes poseía aquel lugar ya no se encontraba ahi, en su lugar ahora solo reinaba un poder corrompido, saturado de energía maligna. Oz interroga a los sirven en aquel lugar maldito, pero estos no saben nada. Sin dudarlo, desata su poder y destruye el templo, reduciéndolo a ruinas, de esa forma descubre un pasaje secreto que se suponía no debía estar ahi, pues el conocia muy bien el templo.

    En las catacumbas, descubre un horror aún mayor: un grupo de niños elfos oscuros, la mayoría muertos o agonizando. Sus cuerpos frágiles son testigos del sacrificio impío que se ha cometido. Oz los toma en brazos, uno por uno, y los lleva fuera. Cree que pertenecen a un poblado cercano y luego de sanarlos con su poder, los conduce allí.


    El Pueblo Maldito.

    Pero al llegar al pueblo, la verdad lo golpea como una espada: los habitantes son los responsables. Ellos mismos entregaban a los niños al templo, condenándolos a la muerte.

    Oz piensa en Jennifer. Piensa en su hija atrapada en manos de los dioses, quizá sufriendo lo mismo que esos niños. La furia lo consume.

    Sin titubear, desata su poder. El pueblo entero arde en llamas. Los gritos se mezclan con el rugido del fuego, y cuando todo termina, solo queda ceniza. Oz no siente culpa. Solo siente la urgencia de seguir adelante.


    La niña perdida.

    Con los niños sobrevivientes, Oz se interna en el bosque de los elfos verdes. Ellos son neutrales, y no rechazan a los pequeños elfos oscuros. Allí los deja, confiando en que estarán a salvo.

    Pero una joven se acerca. Tiene la mirada firme, más dura de lo que su edad debería permitir. Es apenas mayor que Jennifer, pero en sus ojos arde la misma llama de venganza que consume a Oz.

    —Déjame acompañarte— Le pide.— Los asesinos de mi madre no estaban en ese pueblo. Yo también quiero justicia.

    Oz la observa con desdén. Su corazón no tiene espacio para más cargas.

    —Si me resultas un estorbo, te abandonaré —responde con voz fría.

    La joven no vacila. Asiente con firmeza.

    —Me llamo Onix.

    Oz la acepta de mala gana. Pero en lo profundo, sabe que la niña lleva consigo una fuerza que podría ser necesaria en la guerra que está por comenzar.
    La Rebelión de Oz El cielo se oscurece, la tierra tiembla, el cuerpo de Selin yace inmóvil, rodeado por un silencio que parece eterno. Oz, de rodillas frente a ella, siente cómo su corazón se desgarra. La sangre de su esposa aún tiñe el suelo, y en ese instante, el hombre que había sellado su poder para vivir como humano ya no existe. Solo queda el guerrero, el destructor, el padre que ha perdido todo. Se levanta lentamente, con los ojos ardiendo como brasas. Su voz retumba como un trueno: —¡No te lo perdonaré, Febo! ¡Voy a matarte a ti, y a todos los dioses, y a todos los que se llamen dioses! El grito sacude la tierra alrededor y se quiebra, montañas se parten, árboles se reducen a cenizas. Solo dos lugares permanecen intactos: donde Oz se alza y donde descansa Selin. Con un gesto, rompe el sello que había aprisionado su poder. La energía ancestral fluye como un río desbordado. Sus ojos brillan con un fulgor que no pertenece a los mortales. Con una sola mirada, crea un rectángulo de tierra a la medida de Selin. La tumba se abre, y él deposita el cuerpo con reverencia. Cuando la cubre con tierra, flores blancas brotan de inmediato, puras y delicadas. Son el último regalo de Selin, cuyo poder aún palpita en la naturaleza. Oz se inclina, besa la tierra, y se levanta con la determinación de un hombre que ya no tiene nada que perder. El Templo Corrupto. Oz parte hacia el templo de los Elunai, la raza de Selin. Busca respuestas, busca rastros de su hija Jennifer. Pero al llegar, percibe algo extraño: el poder de la luna ya no habita allí. El templo que alguna vez fue sagrado está vacío, muerto. El recuérdala que ese era donde Selin sirvio en el pasado, pero el poder sagrado que antes poseía aquel lugar ya no se encontraba ahi, en su lugar ahora solo reinaba un poder corrompido, saturado de energía maligna. Oz interroga a los sirven en aquel lugar maldito, pero estos no saben nada. Sin dudarlo, desata su poder y destruye el templo, reduciéndolo a ruinas, de esa forma descubre un pasaje secreto que se suponía no debía estar ahi, pues el conocia muy bien el templo. En las catacumbas, descubre un horror aún mayor: un grupo de niños elfos oscuros, la mayoría muertos o agonizando. Sus cuerpos frágiles son testigos del sacrificio impío que se ha cometido. Oz los toma en brazos, uno por uno, y los lleva fuera. Cree que pertenecen a un poblado cercano y luego de sanarlos con su poder, los conduce allí. El Pueblo Maldito. Pero al llegar al pueblo, la verdad lo golpea como una espada: los habitantes son los responsables. Ellos mismos entregaban a los niños al templo, condenándolos a la muerte. Oz piensa en Jennifer. Piensa en su hija atrapada en manos de los dioses, quizá sufriendo lo mismo que esos niños. La furia lo consume. Sin titubear, desata su poder. El pueblo entero arde en llamas. Los gritos se mezclan con el rugido del fuego, y cuando todo termina, solo queda ceniza. Oz no siente culpa. Solo siente la urgencia de seguir adelante. La niña perdida. Con los niños sobrevivientes, Oz se interna en el bosque de los elfos verdes. Ellos son neutrales, y no rechazan a los pequeños elfos oscuros. Allí los deja, confiando en que estarán a salvo. Pero una joven se acerca. Tiene la mirada firme, más dura de lo que su edad debería permitir. Es apenas mayor que Jennifer, pero en sus ojos arde la misma llama de venganza que consume a Oz. —Déjame acompañarte— Le pide.— Los asesinos de mi madre no estaban en ese pueblo. Yo también quiero justicia. Oz la observa con desdén. Su corazón no tiene espacio para más cargas. —Si me resultas un estorbo, te abandonaré —responde con voz fría. La joven no vacila. Asiente con firmeza. —Me llamo Onix. Oz la acepta de mala gana. Pero en lo profundo, sabe que la niña lleva consigo una fuerza que podría ser necesaria en la guerra que está por comenzar.
    Me gusta
    2
    1 comentario 0 compartidos
  • Carta de Dante a Alastor

    Alastor…

    Nunca imaginé que tendría que escribirte una despedida. Mucho menos una que me doliera tanto que apenas pueda sostener la pluma sin que me tiemble la mano.
    Pero aquí estoy, intentando poner en palabras algo que ni siquiera sé cómo explicar.

    No te escribo para reprocharte nada. Ni para pedirte que cambies. Tú eres como eres: una tormenta elegante, un desastre vestido de sonrisa, una sombra que sabe seducir incluso mientras destruye.
    Y yo… yo fui el idiota que decidió caminar hacia ti aun sabiendo que iba a quemarme.

    Amarte fue como abrazar fuego. Dolía, pero era hermoso. Me consumía, pero me hacía sentir vivo. Y por eso me quedé tanto tiempo, aun cuando sabía que cada paso contigo era un golpe más en mis costillas, un hilo menos en mi cordura.

    No sé si alguna vez sentiste algo real por mí. No sé si fui un pasatiempo, un entretenimiento más en tu eterna búsqueda de emociones ajenas. Nunca pedí que me amaras.
    Solo quería… no sé. Tal vez una señal. Un temblor en tu voz. Un segundo de vulnerabilidad. Algo que me dijera que no estaba amando solo un fantasma.

    Pero incluso eso te quise perdonar.

    Lo que no puedo perdonar es lo que me hice a mí mismo quedándome a tu lado.

    Por eso me voy, Alastor.
    No porque no te ame… sino porque te amo tanto que seguir a tu lado sería convertirme en un reflejo roto de lo que alguna vez fui.

    Ojalá pudiera odiarte. Ojalá pudiera arrancarte de mi pecho como quien arranca una espina. Pero tú no eres una espina; eres una raíz. Te metiste en todas mis grietas y las llenaste de tu risa, de tu voz, de esa presencia que nunca pude comprender del todo.

    Qué ironía: me voy para salvarme, y al hacerlo siento que me muero un poco.

    Gracias por los momentos que sí fueron nuestros, aunque hayan sido fugaces, distorsionados o egoísticos. Gracias por hacerme sentir algo tan grande que incluso ahora, escribiendo esto, no sé cómo dejarlo ir.

    Adiós, Alastor.
    No vuelvas por mí.
    No me busques en tus sombras ni me llames desde tus radios rotas.
    Si escucho tu voz otra vez… no sabré decir que no.

    Con el corazón hecho pedazos, pero con el valor de dejarlos caer,
    Dante

    Vergil Sparda
    Sparda The King Devil

    Carta de Dante a Alastor Alastor… Nunca imaginé que tendría que escribirte una despedida. Mucho menos una que me doliera tanto que apenas pueda sostener la pluma sin que me tiemble la mano. Pero aquí estoy, intentando poner en palabras algo que ni siquiera sé cómo explicar. No te escribo para reprocharte nada. Ni para pedirte que cambies. Tú eres como eres: una tormenta elegante, un desastre vestido de sonrisa, una sombra que sabe seducir incluso mientras destruye. Y yo… yo fui el idiota que decidió caminar hacia ti aun sabiendo que iba a quemarme. Amarte fue como abrazar fuego. Dolía, pero era hermoso. Me consumía, pero me hacía sentir vivo. Y por eso me quedé tanto tiempo, aun cuando sabía que cada paso contigo era un golpe más en mis costillas, un hilo menos en mi cordura. No sé si alguna vez sentiste algo real por mí. No sé si fui un pasatiempo, un entretenimiento más en tu eterna búsqueda de emociones ajenas. Nunca pedí que me amaras. Solo quería… no sé. Tal vez una señal. Un temblor en tu voz. Un segundo de vulnerabilidad. Algo que me dijera que no estaba amando solo un fantasma. Pero incluso eso te quise perdonar. Lo que no puedo perdonar es lo que me hice a mí mismo quedándome a tu lado. Por eso me voy, Alastor. No porque no te ame… sino porque te amo tanto que seguir a tu lado sería convertirme en un reflejo roto de lo que alguna vez fui. Ojalá pudiera odiarte. Ojalá pudiera arrancarte de mi pecho como quien arranca una espina. Pero tú no eres una espina; eres una raíz. Te metiste en todas mis grietas y las llenaste de tu risa, de tu voz, de esa presencia que nunca pude comprender del todo. Qué ironía: me voy para salvarme, y al hacerlo siento que me muero un poco. Gracias por los momentos que sí fueron nuestros, aunque hayan sido fugaces, distorsionados o egoísticos. Gracias por hacerme sentir algo tan grande que incluso ahora, escribiendo esto, no sé cómo dejarlo ir. Adiós, Alastor. No vuelvas por mí. No me busques en tus sombras ni me llames desde tus radios rotas. Si escucho tu voz otra vez… no sabré decir que no. Con el corazón hecho pedazos, pero con el valor de dejarlos caer, Dante [Vergil_Sparda_Oficial] [vortex_yellow_pigeon_115]
    Me entristece
    Me gusta
    7
    3 turnos 0 maullidos
  • —El motociclista llego al lugar con una mision,saber el porque llegaban esos mensajes a su telefono y a su contestadora con el propósito de eliminar a la mafia rusa y cometer homicidios crueles,para cumplir su mision,debera encontrar respuestas de quien sea—
    —El motociclista llego al lugar con una mision,saber el porque llegaban esos mensajes a su telefono y a su contestadora con el propósito de eliminar a la mafia rusa y cometer homicidios crueles,para cumplir su mision,debera encontrar respuestas de quien sea—
    0 turnos 0 maullidos
  • El ocho de diciembre inaugurare por fin la tienda, estoy super contento a la vez que emocionado.
    Fue un camino complicado y ahora finalmente va hacerse realidad.
    Presiento que mi tienda va a tener un futuro muy prospero y duradero.
    El ocho de diciembre inaugurare por fin la tienda, estoy super contento a la vez que emocionado. Fue un camino complicado y ahora finalmente va hacerse realidad. Presiento que mi tienda va a tener un futuro muy prospero y duradero.
    Me encocora
    Me gusta
    7
    4 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados