• Su primer día, no fue ni de lejos como lo esperaba. Aunque se preparó durante meses para su nuevo cargo y tenía una lista interminable de excusas, por si algún alumno le preguntaba acerca de su magia.

    Ese día... Apenas pudo responder. La clase transcurría desastrosamente, cuando un alumno, en tono burlon le gritó:

    —"¡Tiene más habilidad para esto un niño de primaria! ¿Ni si quiera puede conjurar un hechizo simple?"

    La respuesta era clara.. No lo hacía y no era porque no quisiera, sino porque no podía.

    Le falta mucha empatía al mundo mágico, pensó, pero olvidaba un pequeño detalle, ella era la profesora y él, tan solo un alumno de primer año. Con una sonrisa burlona lo desafió a una batalla, lo que no sabía el alumno era que ella lo haría tropezar sin necesidad de magia y caería al suelo.

    El día finalizó sin otros inconvenientes, se encontraba sentada en uno de los bancos del patio, observando el atardecer con un sentimiento diferente al habitual, estaba tan frustrada.

    —Primer día en este nuevo cargo— Suspiró— Y se puede decir que estoy más nerviosa que los alumnos...
    Su primer día, no fue ni de lejos como lo esperaba. Aunque se preparó durante meses para su nuevo cargo y tenía una lista interminable de excusas, por si algún alumno le preguntaba acerca de su magia. Ese día... Apenas pudo responder. La clase transcurría desastrosamente, cuando un alumno, en tono burlon le gritó: —"¡Tiene más habilidad para esto un niño de primaria! ¿Ni si quiera puede conjurar un hechizo simple?" La respuesta era clara.. No lo hacía y no era porque no quisiera, sino porque no podía. Le falta mucha empatía al mundo mágico, pensó, pero olvidaba un pequeño detalle, ella era la profesora y él, tan solo un alumno de primer año. Con una sonrisa burlona lo desafió a una batalla, lo que no sabía el alumno era que ella lo haría tropezar sin necesidad de magia y caería al suelo. El día finalizó sin otros inconvenientes, se encontraba sentada en uno de los bancos del patio, observando el atardecer con un sentimiento diferente al habitual, estaba tan frustrada. —Primer día en este nuevo cargo— Suspiró— Y se puede decir que estoy más nerviosa que los alumnos...
    Me entristece
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  • El fin del mundo
    Fandom OC Original
    Categoría Original
    𝕯𝖊𝖗𝖆𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑

    Como rara vez pasaba, la alarma nunca sonó, y la mañana la tomó por sorpresa como quien despierta en una ciudad que ha decidido moverse sin avisarle. Lilian se tuvo que incorporar de un salto, el cabello rubio desordenado en un halo que apenas contenía con los dedos, y dejó la taza a medio terminar sobre la mesita y salió de su apartamento con la chaqueta aún desabrochada, una manga por dentro de una prisa que parecía tener su propia cadencia. Toronto respiraba frío y concreto; el pavimento olía a lluvia reciente y a gasolina, y los edificios levantaban ojos de vidrio que la miraban pasar. Corrió bajando las escaleras a prisa saludando solo a la vieja Lauren que como siempre le dijo “buenos días lili” y ella tan amable aunque con prisas respondido “buenos días señora Lau” aunque parecía tonto, la vieja Lau era su mejor amiga en el edificio, ambas igual de solas, una vez en el suelo corrió como quien huye de un recuerdo, sin mirar atrás, con la certeza inexplicable de que si se detenía el día la alcanzaría.

    El autobús al centro no era más que una línea entre su vida de mañanas y sus horas de tarde: el pequeño restaurante familiar en el corazón del centro —las mesas con mantel a cuadros, la cocina que olía a pan recién hecho y sopa de pollo— la esperaba para sostenerla con su ritmo sencillo, solo pedir ordenes, hacer sonreír a niños y tal vez escuchar uno que otro chisme.

    A mitad de cuadra, dando una vuelta choco aprisa con alguien, su cuerpo claramente cayo a el suelo, pero el tiempo no aguardaba
    -Lo siento.. perdona- Su bufanda junto a su celular ambos cayeron, pero apenas se dio cuenta, simplemente tomo rápido su bufanda de cuadros con solo un objetivo, no perder el autobús, olvidado por completo su celular en el suelo junto al desconocido, gracias a sus ágiles piernas logro subir sin notar el peso que había dejado atrás. En su cabeza ya repetía sonrisas, nombres de clientes, el orden de la mesa tres. El conductor le dio un gesto corto, la ciudad desfiló y ella tomo asiento, respirando finalmente por poder llegar a el trabajo, No fue hasta que las luces del restaurante —esas lámparas que parecían pequeñas lunas de consumo— la saludaron con su cálida indiferencia que sintió el hueco. Buscó el teléfono en el bolsillo con la misma delicadeza con la que abre un libro por la página correcta, y el frío de la ausencia le golpeó en el estómago.

    Miró el autobús irse esperando que le devolviera lo que le había quitado. El teléfono no apareció. Un murmullo sin nombre se paseó por su garganta —molesto, urgente— pero lo tragó. Había una regla antigua que sostenía: perder cosas casi nunca era tan peligroso como perder el control en público.

    Se permitió, apenas un segundo, la imagen de su teléfono tumbado en la acera, la pantalla encendida con notificaciones ajenas; la posibilidad de que un desconocido lo hubiera recogido y curioseara sus mensajes —esas líneas íntimas donde, por la noche, vaciaba todo lo que la existencia le negaba— la dejó con la piel de gallina. Su escritura, sus borradores sin guardar, las confesiones dirigidas a personajes que solo existían para ella; todo eso podía estar en manos ajenas. La idea le ardió como un hierro caliente.

    Respiró, respiró otra vez. La profesionalidad la abrazó como un viejo abrigo: sonrisa pulida, paso controlado, saludos precisos, un aura cálida que decía que todo estaba perfecto, cuando internamente grita y se desesperaba, muchos podrían decir que exageraban cuando los jóvenes decían que el celular era su todo, en el caso de Lilian, con una mala memoria y plena confianza en que jamas perdería su celular, si, era fin del mundo
    [nova_navy_mouse_914] Como rara vez pasaba, la alarma nunca sonó, y la mañana la tomó por sorpresa como quien despierta en una ciudad que ha decidido moverse sin avisarle. Lilian se tuvo que incorporar de un salto, el cabello rubio desordenado en un halo que apenas contenía con los dedos, y dejó la taza a medio terminar sobre la mesita y salió de su apartamento con la chaqueta aún desabrochada, una manga por dentro de una prisa que parecía tener su propia cadencia. Toronto respiraba frío y concreto; el pavimento olía a lluvia reciente y a gasolina, y los edificios levantaban ojos de vidrio que la miraban pasar. Corrió bajando las escaleras a prisa saludando solo a la vieja Lauren que como siempre le dijo “buenos días lili” y ella tan amable aunque con prisas respondido “buenos días señora Lau” aunque parecía tonto, la vieja Lau era su mejor amiga en el edificio, ambas igual de solas, una vez en el suelo corrió como quien huye de un recuerdo, sin mirar atrás, con la certeza inexplicable de que si se detenía el día la alcanzaría. El autobús al centro no era más que una línea entre su vida de mañanas y sus horas de tarde: el pequeño restaurante familiar en el corazón del centro —las mesas con mantel a cuadros, la cocina que olía a pan recién hecho y sopa de pollo— la esperaba para sostenerla con su ritmo sencillo, solo pedir ordenes, hacer sonreír a niños y tal vez escuchar uno que otro chisme. A mitad de cuadra, dando una vuelta choco aprisa con alguien, su cuerpo claramente cayo a el suelo, pero el tiempo no aguardaba -Lo siento.. perdona- Su bufanda junto a su celular ambos cayeron, pero apenas se dio cuenta, simplemente tomo rápido su bufanda de cuadros con solo un objetivo, no perder el autobús, olvidado por completo su celular en el suelo junto al desconocido, gracias a sus ágiles piernas logro subir sin notar el peso que había dejado atrás. En su cabeza ya repetía sonrisas, nombres de clientes, el orden de la mesa tres. El conductor le dio un gesto corto, la ciudad desfiló y ella tomo asiento, respirando finalmente por poder llegar a el trabajo, No fue hasta que las luces del restaurante —esas lámparas que parecían pequeñas lunas de consumo— la saludaron con su cálida indiferencia que sintió el hueco. Buscó el teléfono en el bolsillo con la misma delicadeza con la que abre un libro por la página correcta, y el frío de la ausencia le golpeó en el estómago. Miró el autobús irse esperando que le devolviera lo que le había quitado. El teléfono no apareció. Un murmullo sin nombre se paseó por su garganta —molesto, urgente— pero lo tragó. Había una regla antigua que sostenía: perder cosas casi nunca era tan peligroso como perder el control en público. Se permitió, apenas un segundo, la imagen de su teléfono tumbado en la acera, la pantalla encendida con notificaciones ajenas; la posibilidad de que un desconocido lo hubiera recogido y curioseara sus mensajes —esas líneas íntimas donde, por la noche, vaciaba todo lo que la existencia le negaba— la dejó con la piel de gallina. Su escritura, sus borradores sin guardar, las confesiones dirigidas a personajes que solo existían para ella; todo eso podía estar en manos ajenas. La idea le ardió como un hierro caliente. Respiró, respiró otra vez. La profesionalidad la abrazó como un viejo abrigo: sonrisa pulida, paso controlado, saludos precisos, un aura cálida que decía que todo estaba perfecto, cuando internamente grita y se desesperaba, muchos podrían decir que exageraban cuando los jóvenes decían que el celular era su todo, en el caso de Lilian, con una mala memoria y plena confianza en que jamas perdería su celular, si, era fin del mundo
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  • ────
    Han sido dias agotadores,
    responsabilidades con un compromiso muy regulado, pero sobre todo.... muchos dilemas personales y una cirugía... a veces...desearía poder tener a alguien para hablar al respecto, sin embargo...es complicado, no cualquiera entiende mi transición.
    ──── Han sido dias agotadores, responsabilidades con un compromiso muy regulado, pero sobre todo.... muchos dilemas personales y una cirugía... a veces...desearía poder tener a alguien para hablar al respecto, sin embargo...es complicado, no cualquiera entiende mi transición.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Buenas, esto mas que pedido de rol o algo relacionado al tema es una presentación de mí.

    Roleo hace mucho tiempo ¿se podrí decir que tengo experiencia? no lo sé, hace más de un año que no roleo.

    Soy de la vieja escuela, pero no me cierro en aprender o en adaptarme a tú forma de rol, me gusta usar más de un personaje, no soy tanto de seguir una historia premeditada me gusta que se de a medida que avanza la historia. Hago todo tipo de genero, me adapto fácil.

    Hago roles +18 pero si no son de tu agrado no hay problema, no considero que es importante para el desarrollo de la trama.

    Aunque en mi perfil aparezca un personaje, no quiere decir que sea ese el que use, como dije, se usar más de uno y dependiendo del rol me gusta cambiar su aspecto, solo está porque es obligatorio.

    En fin, creo que es todo, si les interesa estoy disponible en su mayoría fines de semana, sepan tener paciencia si no contesto inmediatamente, hay una vida fuera de esto.

    Saludos cordiales.
    Buenas, esto mas que pedido de rol o algo relacionado al tema es una presentación de mí. Roleo hace mucho tiempo ¿se podrí decir que tengo experiencia? no lo sé, hace más de un año que no roleo. Soy de la vieja escuela, pero no me cierro en aprender o en adaptarme a tú forma de rol, me gusta usar más de un personaje, no soy tanto de seguir una historia premeditada me gusta que se de a medida que avanza la historia. Hago todo tipo de genero, me adapto fácil. Hago roles +18 pero si no son de tu agrado no hay problema, no considero que es importante para el desarrollo de la trama. Aunque en mi perfil aparezca un personaje, no quiere decir que sea ese el que use, como dije, se usar más de uno y dependiendo del rol me gusta cambiar su aspecto, solo está porque es obligatorio. En fin, creo que es todo, si les interesa estoy disponible en su mayoría fines de semana, sepan tener paciencia si no contesto inmediatamente, hay una vida fuera de esto. Saludos cordiales.
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  • Al finalizar su larga jornada laboral, se dirigió a su oficina. Encendió las luces y se dejo caer en la silla que acompañaba el escritorio.

    Estaba tan cansada, que ni si quiera podía fingir interés por las charlas triviales de sus colegas.

    En el momento que recobró la compostura recordó aquello que por una semana llevaba posponiendo. Abrió el primer cajón del escritorio ysu mirada se detuvo en el sobre amarillento y desgastado que se encontraba allí.

    Lo tomó con cuidado, como si fuera el objeto más frágil y despegó aquel sello que mantenía el sobre cerrado, antes de abrir la carta y al ver como sus manos temblaban, tomo un respiró, a pesar de esto, no logro calmarse. Algo no se sentía bien, era un sentimiento diferente a cualquiera de los que había sentido estos últimos 5 años. No solo estaba nerviosa, se sentía casi enferma.

    Cuando por fin se decidió a leer, su mirada se clavo en aquellas letras rojas que se encontraban en el encabezado de la carta

    "Nuevo cargo: Profesora de Hechicería Aplicada"

    Esperando que esto fuera una broma, continúo leyendo. El director le pedía disculpas, pero no podia evitar hacer sus prácticas.

    Quedo en silencio releyendo la carta una y otra vez, como si eso hiciera que las letras se reacomodaran. Después de unos minutos, se tiró en el sofá junto a su escritorio

    -¿Cómo se supone que "un sin magia" va a enseñar como hacerla?- Soltó un fuerte suspiro. Sabia que las cosas se complicarían
    Al finalizar su larga jornada laboral, se dirigió a su oficina. Encendió las luces y se dejo caer en la silla que acompañaba el escritorio. Estaba tan cansada, que ni si quiera podía fingir interés por las charlas triviales de sus colegas. En el momento que recobró la compostura recordó aquello que por una semana llevaba posponiendo. Abrió el primer cajón del escritorio ysu mirada se detuvo en el sobre amarillento y desgastado que se encontraba allí. Lo tomó con cuidado, como si fuera el objeto más frágil y despegó aquel sello que mantenía el sobre cerrado, antes de abrir la carta y al ver como sus manos temblaban, tomo un respiró, a pesar de esto, no logro calmarse. Algo no se sentía bien, era un sentimiento diferente a cualquiera de los que había sentido estos últimos 5 años. No solo estaba nerviosa, se sentía casi enferma. Cuando por fin se decidió a leer, su mirada se clavo en aquellas letras rojas que se encontraban en el encabezado de la carta "Nuevo cargo: Profesora de Hechicería Aplicada" Esperando que esto fuera una broma, continúo leyendo. El director le pedía disculpas, pero no podia evitar hacer sus prácticas. Quedo en silencio releyendo la carta una y otra vez, como si eso hiciera que las letras se reacomodaran. Después de unos minutos, se tiró en el sofá junto a su escritorio -¿Cómo se supone que "un sin magia" va a enseñar como hacerla?- Soltó un fuerte suspiro. Sabia que las cosas se complicarían
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  • La mañana comenzó bastante interesante, dormido su mujer decidió despertarle en todos los sentidos, comenzó con unos besitos por aquí y por allá terminando con una felación bastante excitante que lo despertó.

    Jugaron, se dieron amor y tras la ducha le apetecía chinchar a su esposa.
    Ella estaba frente al espejo, absorta, concentrada en cada trazo como si de ello dependiera el destino del día.
    Él, recostado cerca, la observaba con la fascinación distraída de quien ama, pero no entiende del todo el ritual que presencia. — Ese de tener que maquillarse, si ya la veía hermosa.—

    Entonces, en un impulso tan inocente como imprudente, acercó la mano y hundió el dedo en el colorete.
    La polvareda rosada se le quedó pegada al dedo como una prueba del crimen.
    La miró, desconcertado.

    —Bien, ¿y ahora qué hago con esto? —preguntó, sincero, sin saber si aquella sustancia mágica se aplicaba en los ojos, las mejillas o los labios.

    Ella levantó una ceja con una mezcla de asombro y resignación.
    —Eso se usa con una brocha.

    Él se encogió de hombros, riendo.
    —¿Con brocha y todo? Ni que fueras a pintar la fachada de la tienda…

    Y sin pensarlo más, le pasó el dedo por la mejilla.
    Una mancha rosa apareció como una pequeña ofensa.
    Después vino otra. Y otra.
    —Ups… tienes una mancha aquí —dijo, mientras esparcía tres más, dibujando líneas traviesas sobre su rostro—. Pareces una india.

    La risa le brotó antes de darse cuenta de que había firmado su sentencia.
    Ella lo miró con una furia contenida que ni el amor podía disimular. Ella no se reía.

    Respiró hondo.
    —Por tu culpa voy a tardar treinta minutos más —declaró con voz tensa, y tras una breve pausa, añadió con firmeza—: Y dos días sin sexo.

    Él se giró desde la habitación, con la toalla en la cintura y una sonrisa tan insolente como peligrosa.
    —¡Que no te hace faaalta! —gritó con voz burlona, secándose el pelo como si acabara de ganar una discusión.

    Desnudo, colgó la toalla y se acercó con paso confiado.
    —Sabes que tú también te castigas, ¿no? —le dijo mientras se señalaba el cuerpo, con descaro—. Todo esto no se va a quedar sin coger dos días.

    Le guiñó el ojo y se fue a ponerse los bóxers, ajeno al incendio que acababa de provocar.

    Ella, aún frente al espejo, apretó los labios. Lo miró de arriba abajo y, con voz helada, replicó:
    —Espero que no estés insinuando nada raro, Volkøv.

    Lo decía medio en serio, medio celosa.
    Él solo sonrió.
    —Ah… puedes interpretarlo como gustes.

    Fue suficiente, Isla respiró profundamente, volvió a su maquillaje —esta vez con furia artística— y terminó su obra maestra.
    Cuando él volvió a aparecer, la amenazó con gesto severo:
    —Te doy cinco minutos más. Si no, tiro todo ese maquillaje.

    —Sería lo último que harías —respondió ella sin mirarlo, con un tono tan sereno que resultaba más peligroso que un grito.

    Guardó cada frasco, cada brocha, con un control que solo daban los nervios templados por el orgullo.
    Después, tomó su bolso, se levantó y anunció con sequedaa.
    —Ya acabé.

    Él la siguió, incapaz de resistirse a la provocación.
    —Oh, qué rápida eres cuando quieres.

    Ella rodó los ojos, salió sin esperarlo, y se metió en el coche sin decir palabra.
    Él llegó detrás, aún riendo, como si no hubiera entendido que la guerrs había comenzado oficialmente.

    En el interior del vehículo reinaba un silencio espeso.
    Ella, con los brazos cruzados, miraba al frente.
    Él, al volante, aún sonreía, satisfecho con su travesura.

    Pero su esposa decidió torturarle al volante. Mientras conducía le desabrochó los pantalones buscándole y le encontró, le hizo una rica felación y no puede estar más enamorado de ella, se reconciliaron follando como animales en el auto.

    Isla Rowan
    La mañana comenzó bastante interesante, dormido su mujer decidió despertarle en todos los sentidos, comenzó con unos besitos por aquí y por allá terminando con una felación bastante excitante que lo despertó. Jugaron, se dieron amor y tras la ducha le apetecía chinchar a su esposa. Ella estaba frente al espejo, absorta, concentrada en cada trazo como si de ello dependiera el destino del día. Él, recostado cerca, la observaba con la fascinación distraída de quien ama, pero no entiende del todo el ritual que presencia. — Ese de tener que maquillarse, si ya la veía hermosa.— Entonces, en un impulso tan inocente como imprudente, acercó la mano y hundió el dedo en el colorete. La polvareda rosada se le quedó pegada al dedo como una prueba del crimen. La miró, desconcertado. —Bien, ¿y ahora qué hago con esto? —preguntó, sincero, sin saber si aquella sustancia mágica se aplicaba en los ojos, las mejillas o los labios. Ella levantó una ceja con una mezcla de asombro y resignación. —Eso se usa con una brocha. Él se encogió de hombros, riendo. —¿Con brocha y todo? Ni que fueras a pintar la fachada de la tienda… Y sin pensarlo más, le pasó el dedo por la mejilla. Una mancha rosa apareció como una pequeña ofensa. Después vino otra. Y otra. —Ups… tienes una mancha aquí —dijo, mientras esparcía tres más, dibujando líneas traviesas sobre su rostro—. Pareces una india. La risa le brotó antes de darse cuenta de que había firmado su sentencia. Ella lo miró con una furia contenida que ni el amor podía disimular. Ella no se reía. Respiró hondo. —Por tu culpa voy a tardar treinta minutos más —declaró con voz tensa, y tras una breve pausa, añadió con firmeza—: Y dos días sin sexo. Él se giró desde la habitación, con la toalla en la cintura y una sonrisa tan insolente como peligrosa. —¡Que no te hace faaalta! —gritó con voz burlona, secándose el pelo como si acabara de ganar una discusión. Desnudo, colgó la toalla y se acercó con paso confiado. —Sabes que tú también te castigas, ¿no? —le dijo mientras se señalaba el cuerpo, con descaro—. Todo esto no se va a quedar sin coger dos días. Le guiñó el ojo y se fue a ponerse los bóxers, ajeno al incendio que acababa de provocar. Ella, aún frente al espejo, apretó los labios. Lo miró de arriba abajo y, con voz helada, replicó: —Espero que no estés insinuando nada raro, Volkøv. Lo decía medio en serio, medio celosa. Él solo sonrió. —Ah… puedes interpretarlo como gustes. Fue suficiente, Isla respiró profundamente, volvió a su maquillaje —esta vez con furia artística— y terminó su obra maestra. Cuando él volvió a aparecer, la amenazó con gesto severo: —Te doy cinco minutos más. Si no, tiro todo ese maquillaje. —Sería lo último que harías —respondió ella sin mirarlo, con un tono tan sereno que resultaba más peligroso que un grito. Guardó cada frasco, cada brocha, con un control que solo daban los nervios templados por el orgullo. Después, tomó su bolso, se levantó y anunció con sequedaa. —Ya acabé. Él la siguió, incapaz de resistirse a la provocación. —Oh, qué rápida eres cuando quieres. Ella rodó los ojos, salió sin esperarlo, y se metió en el coche sin decir palabra. Él llegó detrás, aún riendo, como si no hubiera entendido que la guerrs había comenzado oficialmente. En el interior del vehículo reinaba un silencio espeso. Ella, con los brazos cruzados, miraba al frente. Él, al volante, aún sonreía, satisfecho con su travesura. Pero su esposa decidió torturarle al volante. Mientras conducía le desabrochó los pantalones buscándole y le encontró, le hizo una rica felación y no puede estar más enamorado de ella, se reconciliaron follando como animales en el auto. [legend_peridot_mule_195]
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  • Aikaterine Ouro ℭ𝔢𝔯𝔢𝔰 𝔉𝔞𝔲𝔫𝔞 ᴳᵘᵃʳᵈⁱᵃⁿᵃ ᵈᵉ ˡᵃ ᴺᵃᵗᵘʳᵃˡᵉᶻᵃ

    *La cálida brisa roza su piel mientras Sana, con una gran sonrisa, se acerca a sus dos compañeras y las rodea con sus brazos extendidos, rebosante de energía solar.*

    —¡Hehehe~! ¡Cuánto tiempo sin verlas tan juntas! ¡La naturaleza, el tiempo y el espacio, reunidas otra vez!

    *Aprieta el abrazo con cariño, aunque con tanta fuerza que una de ellas se queja entre risas.*

    —Ah… perdón, olvidé que mi entusiasmo puede ser un poco… gravitacional, jejeje. Pero en serio, las extrañé mucho. El universo se siente mucho más brillante cuando estamos así.

    *Inclina la cabeza, su sonrisa se vuelve más suave.*

    —Prometamos que, sin importar cuántos mundos o eras pasen, seguiremos encontrándonos… una y otra vez.
    [Mercenary1x] [Ceres3] *La cálida brisa roza su piel mientras Sana, con una gran sonrisa, se acerca a sus dos compañeras y las rodea con sus brazos extendidos, rebosante de energía solar.* —¡Hehehe~! ¡Cuánto tiempo sin verlas tan juntas! ¡La naturaleza, el tiempo y el espacio, reunidas otra vez! *Aprieta el abrazo con cariño, aunque con tanta fuerza que una de ellas se queja entre risas.* —Ah… perdón, olvidé que mi entusiasmo puede ser un poco… gravitacional, jejeje. Pero en serio, las extrañé mucho. El universo se siente mucho más brillante cuando estamos así. *Inclina la cabeza, su sonrisa se vuelve más suave.* —Prometamos que, sin importar cuántos mundos o eras pasen, seguiremos encontrándonos… una y otra vez.
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  • El Despertar de Ceres Fauna

    El bosque estaba en silencio, como si contuviera la respiración. La brisa se detuvo entre las hojas y el murmullo del agua cesó. Entonces, la tierra comenzó a brillar suavemente, como si recordara un antiguo canto olvidado. De entre las raíces de un roble milenario, la luz tomó forma… una figura esbelta, envuelta en tonos verdes y dorados, emergió con la gracia de quien ha dormido siglos pero nunca ha dejado de soñar.

    Ceres Fauna abrió los ojos. Su mirada era el reflejo del primer amanecer sobre la Tierra, un brillo antiguo y tierno que hacía florecer la hierba a su paso. En su respiración, el aire volvió a danzar, trayendo consigo el aroma de flores que ya no existían. Las criaturas del bosque se acercaron con reverencia: aves, ciervos y espíritus del follaje inclinaban sus cabezas ante la Guardiana de la Naturaleza.

    Su compañero, un majestuoso ciervo cubierto de musgo y pétalos, se acercó lentamente. Con una caricia en su cuello, Fauna susurró:
    —El ciclo vuelve a comenzar...

    En su mano sostenía una pequeña manzana dorada, el corazón latente del mundo. Era el símbolo de la vida que había de renacer, la promesa de que incluso tras la destrucción, la naturaleza siempre encuentra el camino de regreso.

    El cielo se abrió paso entre las copas de los árboles, y los rayos del sol bañaron su figura. Ceres sonrió con serenidad, dejando que su voz, como una melodía suave, recorriera los valles y montañas:
    —Despierta, Madre Tierra… tu hija ha vuelto.

    Y con ese llamado, el mundo volvió a respirar.



    🌿 El Despertar de Ceres Fauna 🌿 El bosque estaba en silencio, como si contuviera la respiración. La brisa se detuvo entre las hojas y el murmullo del agua cesó. Entonces, la tierra comenzó a brillar suavemente, como si recordara un antiguo canto olvidado. De entre las raíces de un roble milenario, la luz tomó forma… una figura esbelta, envuelta en tonos verdes y dorados, emergió con la gracia de quien ha dormido siglos pero nunca ha dejado de soñar. Ceres Fauna abrió los ojos. Su mirada era el reflejo del primer amanecer sobre la Tierra, un brillo antiguo y tierno que hacía florecer la hierba a su paso. En su respiración, el aire volvió a danzar, trayendo consigo el aroma de flores que ya no existían. Las criaturas del bosque se acercaron con reverencia: aves, ciervos y espíritus del follaje inclinaban sus cabezas ante la Guardiana de la Naturaleza. Su compañero, un majestuoso ciervo cubierto de musgo y pétalos, se acercó lentamente. Con una caricia en su cuello, Fauna susurró: —El ciclo vuelve a comenzar... En su mano sostenía una pequeña manzana dorada, el corazón latente del mundo. Era el símbolo de la vida que había de renacer, la promesa de que incluso tras la destrucción, la naturaleza siempre encuentra el camino de regreso. El cielo se abrió paso entre las copas de los árboles, y los rayos del sol bañaron su figura. Ceres sonrió con serenidad, dejando que su voz, como una melodía suave, recorriera los valles y montañas: —Despierta, Madre Tierra… tu hija ha vuelto. Y con ese llamado, el mundo volvió a respirar. 🌱✨
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ;; Voy a intentar hacer invitaciones para el evento de Halloween para mandarlas pronto :)
    ;; Voy a intentar hacer invitaciones para el evento de Halloween para mandarlas pronto :)
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  • Cuando mi abuelo se hizo hombre y conoció a mi abuela, una hermosa mortal.
    Este es el último capítulo...
    Amores prohibidos. Dioses y mujeres mortales.
    Cuando mi abuelo se hizo hombre y conoció a mi abuela, una hermosa mortal. Este es el último capítulo... Amores prohibidos. Dioses y mujeres mortales.
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