• Todos se lo habían advertido... "No te metas en problemas con las mafias, no te hagas notar y mucho menos, intentes actuar como un héroe.

    Solo tenía que llamar a la policía.
    Pero no lo hizo... ahora estaba diciéndole a sus padres y su hermano mayor que no podia verles porque estaba muy ocupado.
    ¿La realidad? Estaba esperando que sus heridas sanaran pronto para poder ir a verlos.

    Eso... y habia empezado a fumar, el juraba que lo mantenía alerta.
    Todos se lo habían advertido... "No te metas en problemas con las mafias, no te hagas notar y mucho menos, intentes actuar como un héroe. Solo tenía que llamar a la policía. Pero no lo hizo... ahora estaba diciéndole a sus padres y su hermano mayor que no podia verles porque estaba muy ocupado. ¿La realidad? Estaba esperando que sus heridas sanaran pronto para poder ir a verlos. Eso... y habia empezado a fumar, el juraba que lo mantenía alerta.
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  • El ojo del vacío
    Fandom OC
    Categoría Terror
    Creer que sólo en la tierra habita el peligro es limitarse demasiado. La oscuridad del espacio suele ser un nido de criaturas más peligrosas e impensables, seres que no deben ser mencionados, y que tampoco pueden ser descritos.

    Entre ellos se encontraba aquél que todo lo mira, pero que aún así, nada entiende, aquél cuyo apetito es voraz, y; sin embargo, nada le llena.

    Para cubrir esas carencias, es que dividió su ser en diversos entes, avatares de lo que pudo ser y que jamás logró.

    Uno de ellos caería en las fértiles tierras de Walacchia, región de mitos y seres "eternos" según las creencias populares.

    La extraña criatura que en realidad se podría considerar como una mancha de oscuridad, se encargó de devorar todo a su paso cual agujero negro, a medida que comía, sus conocimientos aumentaba, todo lo que absorbía formaba parte de él, su mente, sus recuerdos, su vida.

    El consumir humanos le hizo poder comunicarse con otros y entender el entorno.

    Pero nada disfrutó más que el adoptar la forma de un felino, pues podía dedicarse a la gula eterna.

    Es por ello que mientras él se encontraba devorando indiscriminadamente, la historia de múltiples desapariciones apuntaron a un viejo castillo -el cual ocupó- y así la leyenda de un nuevo mal, se formó.

    ¿En realidad era un cruel y oscuro ser cuyo objetivo era acabar con la humanidad? O ¿Se trataba de un ser cuya moral no podía ser calificada, o juzgada, y que sólo buscaba aprender más?

    Fuese el motivo, ahora era un problema, y por ello es que debía ser erradicado.
    Creer que sólo en la tierra habita el peligro es limitarse demasiado. La oscuridad del espacio suele ser un nido de criaturas más peligrosas e impensables, seres que no deben ser mencionados, y que tampoco pueden ser descritos. Entre ellos se encontraba aquél que todo lo mira, pero que aún así, nada entiende, aquél cuyo apetito es voraz, y; sin embargo, nada le llena. Para cubrir esas carencias, es que dividió su ser en diversos entes, avatares de lo que pudo ser y que jamás logró. Uno de ellos caería en las fértiles tierras de Walacchia, región de mitos y seres "eternos" según las creencias populares. La extraña criatura que en realidad se podría considerar como una mancha de oscuridad, se encargó de devorar todo a su paso cual agujero negro, a medida que comía, sus conocimientos aumentaba, todo lo que absorbía formaba parte de él, su mente, sus recuerdos, su vida. El consumir humanos le hizo poder comunicarse con otros y entender el entorno. Pero nada disfrutó más que el adoptar la forma de un felino, pues podía dedicarse a la gula eterna. Es por ello que mientras él se encontraba devorando indiscriminadamente, la historia de múltiples desapariciones apuntaron a un viejo castillo -el cual ocupó- y así la leyenda de un nuevo mal, se formó. ¿En realidad era un cruel y oscuro ser cuyo objetivo era acabar con la humanidad? O ¿Se trataba de un ser cuya moral no podía ser calificada, o juzgada, y que sólo buscaba aprender más? Fuese el motivo, ahora era un problema, y por ello es que debía ser erradicado.
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  • ha pasado tanto... solo quedan 4 dias y poco para culminar media carrera del tecnico en la programacion... me comen los nervios... y aun no he terminado nado... las cosas van de mal en ... peor... pese a luchar siento que algo malo pasara
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  • *El callejón olía a metal quemado y a lluvia. Ray respiraba hondo, apenas manteniendo el pulso estable mientras una chispa en sus dedos se encendía.
    , había sido una redada rápida y solo quedaba un último peón de la Corporación, tirado contra una pared, Ray levantó la mano, preparado para terminar esto...hasta que el tipo habló*

    …R.A.E…087… *la voz era áspera, temblorosa, pero llena de un reconocimiento incómodo* Claro que… eras tú

    *Ray se congeló un segundo, ese apodo numérico… hacía "años" que no lo escuchaba*

    Perfecto *murmura Ray exasperado* Encima hablas, pensé que ya estabas listo para dormir la siesta eterna

    Siempre reaccionando así… *tosió el peón, dejando una mancha oscura en el piso* No ha cambiado nada

    *Ray frunció el ceño*

    ¿En serio vamos a tener esta conversación ahora? Hermano, mírate, no estás en posición de...

    No decides nada *dijo el peón interrumpiendolo* solo reaccionas

    *Ray apretó la mandíbula, pero bajó apenas la mano, el tipo había encontrado un punto débil, uno que Ray detesta*

    ¿Tu vienes a darme lecciones? *dice Ray, riéndose sin humor* ¿De verdad?

    *El peón lo mira con una mezcla extraña de compasión y decepción*

    Huiste de la Corporación… Ray… sé con quién hablaste, sé lo que te prometieron, no saliste buscando libertad… ni fuiste tú quien “abrazó” a Acracia.
    Tú no buscaste a nadie.
    Solo saliste corriendo.

    *Ray chasquea la lengua, irritado*

    Claro, porque amaba mucho quedarme en esa linda jaula con iluminación fluorescente

    Eso digo *lo interrumpe el peón* crees que eres libre… pero sigues actuando como te programaron, golpeas, corres, sobrevives… sin preguntarte jamás qué es lo que eres

    *El silencio lo golpea fuerte*

    Eres bueno diciendo idioteces *murmura Ray, sin la misma seguridad que antes*

    Y tú eres bueno… evitando pensar *le responden, casi con lástima* Cuando dejaste la Corporación, ¿fue realmente por defender tu voluntad o porque no soportabas mirarte a ti mismo?

    *El chispazo en los dedos de Ray se apaga completamente*

    Ya basta *dice él, pero su voz no tiene filo*

    ¿Qué vas a hacer cuando el pasado te alcance, Ray? *pregunta el peón, la voz ya apagándose*
    Cuando ya no tengas a quién culpar…
    Cuando ya no puedas huir…
    ¿Quién vas a ser?

    *Sus ojos se cierran sin dramatismo.
    Sin un grito.
    Sin una detonación.
    Sin gloria.

    Solo silencio y un cuerpo que se queda ahí, apagado como cualquier máquina sin energía.

    Ray da un paso atrás, respira hondo, por primera vez en mucho tiempo, el control sobre la electricidad no le responde, no porque esté cansado sino porque la pregunta todavía le quema… más que cualquier descarga*
    *El callejón olía a metal quemado y a lluvia. Ray respiraba hondo, apenas manteniendo el pulso estable mientras una chispa en sus dedos se encendía. , había sido una redada rápida y solo quedaba un último peón de la Corporación, tirado contra una pared, Ray levantó la mano, preparado para terminar esto...hasta que el tipo habló* …R.A.E…087… *la voz era áspera, temblorosa, pero llena de un reconocimiento incómodo* Claro que… eras tú *Ray se congeló un segundo, ese apodo numérico… hacía "años" que no lo escuchaba* Perfecto *murmura Ray exasperado* Encima hablas, pensé que ya estabas listo para dormir la siesta eterna Siempre reaccionando así… *tosió el peón, dejando una mancha oscura en el piso* No ha cambiado nada *Ray frunció el ceño* ¿En serio vamos a tener esta conversación ahora? Hermano, mírate, no estás en posición de... No decides nada *dijo el peón interrumpiendolo* solo reaccionas *Ray apretó la mandíbula, pero bajó apenas la mano, el tipo había encontrado un punto débil, uno que Ray detesta* ¿Tu vienes a darme lecciones? *dice Ray, riéndose sin humor* ¿De verdad? *El peón lo mira con una mezcla extraña de compasión y decepción* Huiste de la Corporación… Ray… sé con quién hablaste, sé lo que te prometieron, no saliste buscando libertad… ni fuiste tú quien “abrazó” a Acracia. Tú no buscaste a nadie. Solo saliste corriendo. *Ray chasquea la lengua, irritado* Claro, porque amaba mucho quedarme en esa linda jaula con iluminación fluorescente Eso digo *lo interrumpe el peón* crees que eres libre… pero sigues actuando como te programaron, golpeas, corres, sobrevives… sin preguntarte jamás qué es lo que eres *El silencio lo golpea fuerte* Eres bueno diciendo idioteces *murmura Ray, sin la misma seguridad que antes* Y tú eres bueno… evitando pensar *le responden, casi con lástima* Cuando dejaste la Corporación, ¿fue realmente por defender tu voluntad o porque no soportabas mirarte a ti mismo? *El chispazo en los dedos de Ray se apaga completamente* Ya basta *dice él, pero su voz no tiene filo* ¿Qué vas a hacer cuando el pasado te alcance, Ray? *pregunta el peón, la voz ya apagándose* Cuando ya no tengas a quién culpar… Cuando ya no puedas huir… ¿Quién vas a ser? *Sus ojos se cierran sin dramatismo. Sin un grito. Sin una detonación. Sin gloria. Solo silencio y un cuerpo que se queda ahí, apagado como cualquier máquina sin energía. Ray da un paso atrás, respira hondo, por primera vez en mucho tiempo, el control sobre la electricidad no le responde, no porque esté cansado sino porque la pregunta todavía le quema… más que cualquier descarga*
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  • El inicio del plan
    Categoría Acción
    *El aire cruje antes de que ella aparezca.
    La luz azulada del portal se abre como una herida en el espacio. Chispas ardientes salen despedidas hacia los costados, como si el mundo se resistiera a dejarla pasar. Y entonces, entre brasas flotantes y el eco de algo que no debería tener eco, La pelirroja junto con sus otras 2 compañeras atraviesan el umbral. Su cabello rojo cae como una llamarada violenta sobre sus hombros; en una mano sostiene su arma que sobresalía de su pecho, aún rezumando un fulgor etéreo, y en la otra… una copa de vino que ni siquiera se tomó la molestia de dejar atrás. Da un paso, talón firme sobre el suelo, mirada al frente. Sus labios se curvan en una sonrisa indolente, casi divertida.*

    -Así que este es el lugar donde se esconde la ratoncita del caos… Hakos Baelz, ¿eh?

    *ladea la cabeza, como si oliera travesuras en el aire*

    -Qué ironía. Yo, viniendo a capturar a la mismísima encarnación del desorden. ¿Quién diría que hoy me levantaría con ganas de cazar?

    *Aprovecha para sacudirse un copo de luz azul de la ropa, como si fuera polvo.*

    -Bueno

    *alza su arma, la llama azul vibrando con impaciencia*

    -Bae…¿Vas a correr?.¿Vas a pelear?.¿O vas a sorprenderme…?

    *Su sonrisa se afila, mientras que su mirada aún puesta en ella*

    -Estoy lista para cualquiera de las tres.
    *El aire cruje antes de que ella aparezca. La luz azulada del portal se abre como una herida en el espacio. Chispas ardientes salen despedidas hacia los costados, como si el mundo se resistiera a dejarla pasar. Y entonces, entre brasas flotantes y el eco de algo que no debería tener eco, La pelirroja junto con sus otras 2 compañeras atraviesan el umbral. Su cabello rojo cae como una llamarada violenta sobre sus hombros; en una mano sostiene su arma que sobresalía de su pecho, aún rezumando un fulgor etéreo, y en la otra… una copa de vino que ni siquiera se tomó la molestia de dejar atrás. Da un paso, talón firme sobre el suelo, mirada al frente. Sus labios se curvan en una sonrisa indolente, casi divertida.* -Así que este es el lugar donde se esconde la ratoncita del caos… Hakos Baelz, ¿eh? *ladea la cabeza, como si oliera travesuras en el aire* -Qué ironía. Yo, viniendo a capturar a la mismísima encarnación del desorden. ¿Quién diría que hoy me levantaría con ganas de cazar? *Aprovecha para sacudirse un copo de luz azul de la ropa, como si fuera polvo.* -Bueno *alza su arma, la llama azul vibrando con impaciencia* -Bae…¿Vas a correr?.¿Vas a pelear?.¿O vas a sorprenderme…? *Su sonrisa se afila, mientras que su mirada aún puesta en ella* -Estoy lista para cualquiera de las tres.
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  • ꧁༒☬ ƖƖɛɠąɖą - ɱơŋơཞơƖ ☬༒꧂



    Había muchas cosas en el mundo, mucho más grande de lo que cualquier inmortal, incluso, imaginaria. Posibilidades infinitas, tanto como lo era el mismo universo.
    Había reglas cuyas existencias eran desconocidas incluso para los más sabios. Realidades, experiencias, poderes .... Incluso mundos que ni el mismo Dios en persona era capaz de imaginar.
    Mundos hermosos. Mundos perfectas... Y mundos rotos. Destruídos hasta la médula. Agonizantes y masacrados hasta el punto que nada quedaba; solo terror, oscuridad y, a veces, una soledad sofocante.

    Y aún así, en medio de todo ese bien y mal. De esa perfección y esa putrefacción. Aún en medio de lo desesperado y carente de sueño... También podía haber sobrevivientes. Guerreros. Luchadores. Soñadores...

    — Maldita sea. Esta vez tiene que funcionar —

    Había marcas. Marcas imborrables creadas por la vida y la experiencia. Por las decisiones tomadas y las consecuencias.
    En algún lugar remoto, donde ya nada quedaba salvo la muerte. Aún había esperanza. Una pequeña luz incansable que no se rendía y que, después de mucho tiempo, sus esfuerzos parecieron rendir.

    Aún entre el terror y la oscuridad, en otro mundo donde, aunque la vida era un infierno (literalmente) pero cuya vida aún brillaba... Un espejo pareció reflejar la misma vida. El mismo brillo. La ensoñación y la esperanza.
    Tal vez en algún lugar, tal vez en algún edificio, tal vez en alguna torre. ¿Dónde? Probablemente donde nadie estaba mirando en ese momento. Pero había un espejo, un único en todos los anillos del infierno, cuyo reflejó no mostró lo que veía.

    Una distorsión, una oscuridad, una realidad... Del otro lado nada era brillante. No había vida y no había esperanza. Salvo por una única silueta que se vio poco después asomándose por el espejo.
    Una silueta cansada, tal vez hasta destruida, pero no derrumbada. Una silueta en cuya mirada se denotaba el cansancio pero también la determinación y la victoria por haber conseguido por lo que tanto tiempo trabajo.
    Una rosada mirada intensa que amenazaba con peligrosa astucia y fiereza.
    El reflejo tembló y el vidrio del espejo pareció crear ondas como el agua cuando aquella silueta extendió su mano. Una mano que atravesó el vidrio. Que cruzó al otro lado... Y pronto, aquella silueta ya no estaba en lo que el espejo reflejó. No. Ahora era alguien real. Ahora sus pies estaban sobre el lado rebosante de vida infernal. Había cruzado el espejo en su totalidad.

    Su ropa sucia y rota. Pero irónicamente aún parecía mantener el estilo... Aún así, aquella apariencia era la marca de la supervivencia. De la dura vida pasada.
    Su rostro denotaba seriedad, pero pronto, ya del otro lado, sus labios se curvaron en una sonrisa victoriosa.
    Levantó una de sus manos cerrada en un puño y, con fuerza, lo llevó detrás de ella sin siquiera voltear. Golpeando el, nuevamente sólido, vidrio del espejo que no demoró en quebrarse. Astillarse en millones de pedazos tal como estaba de astillado y roto el mundo de donde había provenido. Un mundo que, antes de desaparecer ante el estallido del vidrio a romperse, llegó a reflejar escalofriantes criaturas jamás imaginadas apareciendo de repente. Monstruos de pesadillas que apenas se hubieran llegado a ver.
    Pero con el espejo roto, la visión del otro lado desapareció. Tal vez una rara pesadilla que alguien drogado pudo haber imaginado ¿O no?

    — Espérame, V. Ya llegué —
    ꧁༒☬ ƖƖɛɠąɖą - ɱơŋơཞơƖ ☬༒꧂ Había muchas cosas en el mundo, mucho más grande de lo que cualquier inmortal, incluso, imaginaria. Posibilidades infinitas, tanto como lo era el mismo universo. Había reglas cuyas existencias eran desconocidas incluso para los más sabios. Realidades, experiencias, poderes .... Incluso mundos que ni el mismo Dios en persona era capaz de imaginar. Mundos hermosos. Mundos perfectas... Y mundos rotos. Destruídos hasta la médula. Agonizantes y masacrados hasta el punto que nada quedaba; solo terror, oscuridad y, a veces, una soledad sofocante. Y aún así, en medio de todo ese bien y mal. De esa perfección y esa putrefacción. Aún en medio de lo desesperado y carente de sueño... También podía haber sobrevivientes. Guerreros. Luchadores. Soñadores... — Maldita sea. Esta vez tiene que funcionar — Había marcas. Marcas imborrables creadas por la vida y la experiencia. Por las decisiones tomadas y las consecuencias. En algún lugar remoto, donde ya nada quedaba salvo la muerte. Aún había esperanza. Una pequeña luz incansable que no se rendía y que, después de mucho tiempo, sus esfuerzos parecieron rendir. Aún entre el terror y la oscuridad, en otro mundo donde, aunque la vida era un infierno (literalmente) pero cuya vida aún brillaba... Un espejo pareció reflejar la misma vida. El mismo brillo. La ensoñación y la esperanza. Tal vez en algún lugar, tal vez en algún edificio, tal vez en alguna torre. ¿Dónde? Probablemente donde nadie estaba mirando en ese momento. Pero había un espejo, un único en todos los anillos del infierno, cuyo reflejó no mostró lo que veía. Una distorsión, una oscuridad, una realidad... Del otro lado nada era brillante. No había vida y no había esperanza. Salvo por una única silueta que se vio poco después asomándose por el espejo. Una silueta cansada, tal vez hasta destruida, pero no derrumbada. Una silueta en cuya mirada se denotaba el cansancio pero también la determinación y la victoria por haber conseguido por lo que tanto tiempo trabajo. Una rosada mirada intensa que amenazaba con peligrosa astucia y fiereza. El reflejo tembló y el vidrio del espejo pareció crear ondas como el agua cuando aquella silueta extendió su mano. Una mano que atravesó el vidrio. Que cruzó al otro lado... Y pronto, aquella silueta ya no estaba en lo que el espejo reflejó. No. Ahora era alguien real. Ahora sus pies estaban sobre el lado rebosante de vida infernal. Había cruzado el espejo en su totalidad. Su ropa sucia y rota. Pero irónicamente aún parecía mantener el estilo... Aún así, aquella apariencia era la marca de la supervivencia. De la dura vida pasada. Su rostro denotaba seriedad, pero pronto, ya del otro lado, sus labios se curvaron en una sonrisa victoriosa. Levantó una de sus manos cerrada en un puño y, con fuerza, lo llevó detrás de ella sin siquiera voltear. Golpeando el, nuevamente sólido, vidrio del espejo que no demoró en quebrarse. Astillarse en millones de pedazos tal como estaba de astillado y roto el mundo de donde había provenido. Un mundo que, antes de desaparecer ante el estallido del vidrio a romperse, llegó a reflejar escalofriantes criaturas jamás imaginadas apareciendo de repente. Monstruos de pesadillas que apenas se hubieran llegado a ver. Pero con el espejo roto, la visión del otro lado desapareció. Tal vez una rara pesadilla que alguien drogado pudo haber imaginado ¿O no? — Espérame, V. Ya llegué —
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  • Que forma de llamar la atención prometo no salir con nadie

    -cruzaba los dedos detrás de mi espalda -
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  • #SeductiveSunday

    *Un largo dia en el que el culto no desaprovecho ni un segundo para joder la vida de Kendo, hoy tuvo que hacer de todo, matar demonios, golpear inocentes acusados de infieles, aguantar a sus molestos compañeros y jefes, de todo. Cuando finalmente tiene su descanso de 15 minutos no come, va directo hacia su pequeña habitación en el templo, se desnuda pues en ese estado de cansancio y fatiga la ropa le pesa como si fuera 3 tanques, y se echa en la cama.*

    —Uf... Otro dia, otra tortura... Ya quiero que mi vida se acabe...—
    #SeductiveSunday *Un largo dia en el que el culto no desaprovecho ni un segundo para joder la vida de Kendo, hoy tuvo que hacer de todo, matar demonios, golpear inocentes acusados de infieles, aguantar a sus molestos compañeros y jefes, de todo. Cuando finalmente tiene su descanso de 15 minutos no come, va directo hacia su pequeña habitación en el templo, se desnuda pues en ese estado de cansancio y fatiga la ropa le pesa como si fuera 3 tanques, y se echa en la cama.* —Uf... Otro dia, otra tortura... Ya quiero que mi vida se acabe...—
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  • *Belle caminaba por las calles, no esperaba encontrarse con el vampiro rubio qué al momento le cortó el paso y se acercó a ella, no podía hacer mucho la joven, ya que su cercanía provoca que su corazón lata con mucha fuerza *
    *Belle caminaba por las calles, no esperaba encontrarse con el vampiro rubio qué al momento le cortó el paso y se acercó a ella, no podía hacer mucho la joven, ya que su cercanía provoca que su corazón lata con mucha fuerza *
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  • 𝔸𝕦𝕣𝕠𝕣𝕒 𝕃𝕏: 𝔸𝕝𝕘𝕠 𝕞𝕒𝕤 𝕢𝕦𝕖 𝕦𝕟𝕒 𝕤𝕚𝕞𝕡𝕝𝕖 𝕡𝕦𝕓𝕝𝕚𝕔𝕚𝕕𝕒𝕕.
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    Categoría Slice of Life
    : Lilian Carson
    :



    ━━━༻ⒺⓈⓅⒶⒸⒾⓄ ⓅⓊⒷⓁⒾⒸⒾⓉⒶⓇⒾⓄ༺━━━

    La pantalla despierta con un parpadeo casi humano, como si inhalara antes de mostrar su primer destello. Un brillo rosado, líquido, acaricia el cristal continuo del dispositivo. Se desliza como una tinta viva, expandiéndose con una calma deliberada sobre el vidrio impecable que descansa en la superficie fría del mármol. El mármol tiene un veteado blanco-grisáceo que refleja el resplandor del dispositivo, haciéndolo parecer suspendido en un pequeño halo.

    No hay líneas. No hay marcos. La ilusión de un objeto sin principio ni final.

    El rosado respira.

    🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁 (voz baja, elegante, con esa ironía sugerida que nunca termina de pronunciarse):
    Algunos teléfonos quieren llamar la atención.
    Este… Prefiere seducir.

    La cámara se desliza —casi flota— hacia el borde. El cuerpo metálico, rosa nacarado, parece tan delgado que invita a desconfiar de su solidez: es una lámina luminosa, un acorde suave entre metal y luz. Los reflejos del ambiente —la lámpara tenue, el ventanal con cielo nublado, una sombra que se mueve fuera de cuadro— bailan sobre el borde curvo. Por un instante, el móvil parece tomar vida, expandiendo y contrayendo ese brillo como si respirara.

    El reloj del fondo marca 4:00 PM exactas.
    En el silencio pulido del lugar, un icono surge. No vibra con estridencia, no interrumpe nada: apenas pulsa. Un destello se enciende en un extremo, viaja como un latido hasta el otro, desaparece, vuelve. Una llamada entrante hecha luz.

    Corte.

    Una mano entra en cuadro. No apresurada: segura, casi ceremoniosa.
    Los dedos se curvan; el dispositivo encaja tan bien que parece diseñado para ese preciso ángulo de agarre, para esa piel. La superficie se ilumina bajo el contacto, como si reconociera la presencia humana.

    Los íconos flotan apenas al desbloquearse. No aparecen: se despiertan.
    Se expanden, se encogen, se organizan según el movimiento imperceptible de la muñeca. Una interfaz maleable, casi viviente.

    🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁:
    Presentamos el Aurora LX.
    El primer móvil que no solo sigue tus movimientos…
    Sino que los anticipa.

    En el aire, un simple gesto.
    La pantalla responde antes de ser tocada: una foto se abre con suavidad líquida. La cámara frontal —escondida bajo el cristal sin perforaciones, sin manchas, sin interrupciones— captura luz y la convierte en un color tan nítido que parece recién inventado. No hay marcas visibles. No hay tecnología evidente. Solo perfección invisible.

    Corte a un café minimalista.

    Líneas limpias, tonos neutros, la luz de la tarde entrando en diagonales suaves.
    Sobre la mesa de madera clara, el Aurora LX reposa, discreto. Una notificación aparece sin estallar: se proyecta con un resplandor cálido, un pastel suave que combina con su acabado rosado. Es un mensaje, pero parece más un susurro visual que un aviso.

    🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁 (con una sonrisa que se escucha):
    En un mundo lleno de dispositivos ruidosos…
    Este eligió hablar en susurros.

    El teléfono gira sobre sí mismo en una toma lenta, envolvente. El rosa cambia: a blanco perla, vino, negro mate y azul marino.

    🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁:
    Aurora LX.
    No es tecnología.
    Es suavidad en estado puro.

    ━━━༻ⒻⒾⓃ ⒹⒺⓁ ⒺⓈⓅⒶⒸⒾⓄ ⓅⓊⒷⓁⒾⒸⒾⓉⒶⓇⒾⓄ༺━━━

    Ezra apagó la televisión con un solo toque, casi como si quisiera borrar de la existencia el último fotograma de aquella publicidad desastrosa. El silencio que quedó en la oficina fue denso, incómodo, casi acusador. Se levantó del sofá con la mandíbula tensa, como si cada músculo estuviera protestando por lo que acababa de presenciar.

    Pasó una mano por su frente, arrastrándola luego por toda la cara en un gesto lento, cansado, desesperado por encontrar lógica donde no la había.

    Cinco millones de dólares.
    Cinco.
    Millones.
    Enterrados en esa basura.

    Un suspiro escapó de él, frío y afilado. Si había algo que sabía con absoluta claridad era que tendría que hablar con Jackson. Y que alguien —alguien muy específico, o varios— iba a perder la cabeza por esto. En su empresa, el desperdicio de dinero no solo era inaceptable… era imperdonable.

    Dejó el control remoto sobre la mesa ratona con un “clic” suave, casi elegante, pero cargado de ira contenida. Ajustó el saco de su traje azul marino con movimientos precisos, automáticos, como si las prendas pudieran armarle una coraza para lo que vendría.

    Luego salió de la oficina.

    Sus pasos resonaron por el pasillo con una firmeza que no dejaba lugar a dudas. Su secretaria levantó la cabeza de inmediato, dispuesta a anunciarle algo, pero apenas vio su expresión —el ceño marcado, la mirada filosa, ese silencio que gritaba problemas— bajó la vista a toda velocidad, fingiendo buscar un papel entre la pila que ya tenía ordenada.

    Ezra no dijo una palabra.

    No hacía falta.

    Su andar era una sentencia de muerte para alguien, y todos lo sabían.

    Con el paso firme, decidido, casi militar, continuó avanzando por el corredor de mármol pulido.

    Iba directo al área de marketing. Y cada persona que lo veía acercarse se enderezaba, tragaba saliva o disimulaba el temblor en las manos.

    El huracán Hamilton estaba oficialmente en camino.

    El empresario tocó el botón del ascensor con un movimiento seco, casi impaciente, y se quedó allí, con las manos en los bolsillos del traje, mientras el panel luminoso marcaba el descenso hacia su piso. El reflejo de su propio rostro en las puertas metálicas mostraba una calma engañosa, apenas sostenida por una línea dura en su mandíbula.

    Cuando el ascensor llegó, las puertas se abrieron con un ding demasiado suave para su humor. Salió al pasillo y sus ojos se clavaron en los empleados del área: algunos apresuraban el paso, otros desviaban la mirada como si hubieran visto a un depredador entrar en la oficina. Parecían correr despavoridos, intentando desaparecer antes de quedar atrapados en la tormenta que anunciaba su andar.

    Pasó una mano por su cabello, acomodándolo hacia atrás, en un gesto más de contención que de estilo.

    Y sin dudarlo un instante, empujó la puerta de la sala de juntas del área de marketing.

    Entró sin anunciarse.

    La conversación que había dentro murió al instante.

    —¿Se puede saber en qué mierda gastaron mi dinero? —soltó, su voz retumbando con una frialdad que caló hasta los huesos. Caminó hacia la mesa con paso lento, controlado, peligroso—. Porque esa publicidad horrenda no pudo costar cinco millones…

    Su mirada se clavó en Jackson, sostenida, filosa.

    —Espero una explicación.

    Y, para rematar, dejó que una sonrisa cínica, cortante como un bisturí, se dibujara en su rostro.

    —Nosotros… Nosotros estábamos hablando justo de eso, mira… Ezra… La verdad… —balbuceó Jackson, hundiéndose en su propia incomodidad, como si deseara desaparecer bajo la mesa.

    Ezra ladeó la cabeza, apenas, con una expresión casi divertida.

    —No tienen explicación lógica, vaya… Qué problema —comentó con una calma venenosa, cruzándose de brazos.

    Luego chasqueó los dedos una sola vez.

    Un gesto perfecto, autoritario, que no dejaba margen para la duda.

    Jackson se sobresaltó, empalideció y se levantó del asiento al instante, moviéndose hacia un costado para cederle el lugar en la cabecera de la mesa, como si el aire mismo le hubiera dado la orden.

    Ezra Hamilton tomó asiento con tranquilidad, apoyando un codo en el brazo del sillón. Sus ojos recorrieron, uno por uno, a todos los presentes.

    —Sus sueldos se verán reducidos un veinte por ciento si el producto no funciona —dijo sin levantar la voz, como quien anuncia el clima—. O mejor aún… Podría despedirlos, pagarles la indemnización y contratar a otro equipo de marketing desde ya.

    Nadie respiró.

    Giró la silla hacia la ventana, como si el destino laboral de esas veinte personas fuera un mero ruido de fondo comparado con la vista majestuosa de Nueva York extendiéndose bajo él. Los rascacielos, las luces, el tráfico que desde arriba parecía un cuadro en movimiento.

    —Escúcheme, señor Hamilton —intervino alguien, con la voz temblorosa pero firme, como quien decide apostar su vida a una sola carta—. El dinero no fue destinado a esa campaña.

    Ezra alzó una sola ceja.

    Muy despacio.

    Y giró de nuevo la silla para verlos a todos.

    Esta vez, apoyó ambas manos sobre la mesa, entrelazando los dedos. Su expresión ya no era de ira, sino de una curiosidad peligrosa… La clase de curiosidad que podía salvarlos o destruirlos.

    —¿Qué dijiste?

    —El dinero no fue destinado a ese comercial —repitió el hombre, tragando saliva—. Fue un lanzamiento piloto. El comercial se comenzará a grabar en dos semanas.

    El silencio que siguió fue un abismo.
    👤: [1HAPPYLULU1] 💽: ━━━༻ⒺⓈⓅⒶⒸⒾⓄ ⓅⓊⒷⓁⒾⒸⒾⓉⒶⓇⒾⓄ༺━━━ La pantalla despierta con un parpadeo casi humano, como si inhalara antes de mostrar su primer destello. Un brillo rosado, líquido, acaricia el cristal continuo del dispositivo. Se desliza como una tinta viva, expandiéndose con una calma deliberada sobre el vidrio impecable que descansa en la superficie fría del mármol. El mármol tiene un veteado blanco-grisáceo que refleja el resplandor del dispositivo, haciéndolo parecer suspendido en un pequeño halo. No hay líneas. No hay marcos. La ilusión de un objeto sin principio ni final. El rosado respira. 🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁 (voz baja, elegante, con esa ironía sugerida que nunca termina de pronunciarse): Algunos teléfonos quieren llamar la atención. Este… Prefiere seducir. La cámara se desliza —casi flota— hacia el borde. El cuerpo metálico, rosa nacarado, parece tan delgado que invita a desconfiar de su solidez: es una lámina luminosa, un acorde suave entre metal y luz. Los reflejos del ambiente —la lámpara tenue, el ventanal con cielo nublado, una sombra que se mueve fuera de cuadro— bailan sobre el borde curvo. Por un instante, el móvil parece tomar vida, expandiendo y contrayendo ese brillo como si respirara. El reloj del fondo marca 4:00 PM exactas. En el silencio pulido del lugar, un icono surge. No vibra con estridencia, no interrumpe nada: apenas pulsa. Un destello se enciende en un extremo, viaja como un latido hasta el otro, desaparece, vuelve. Una llamada entrante hecha luz. Corte. Una mano entra en cuadro. No apresurada: segura, casi ceremoniosa. Los dedos se curvan; el dispositivo encaja tan bien que parece diseñado para ese preciso ángulo de agarre, para esa piel. La superficie se ilumina bajo el contacto, como si reconociera la presencia humana. Los íconos flotan apenas al desbloquearse. No aparecen: se despiertan. Se expanden, se encogen, se organizan según el movimiento imperceptible de la muñeca. Una interfaz maleable, casi viviente. 🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁: Presentamos el Aurora LX. El primer móvil que no solo sigue tus movimientos… Sino que los anticipa. En el aire, un simple gesto. La pantalla responde antes de ser tocada: una foto se abre con suavidad líquida. La cámara frontal —escondida bajo el cristal sin perforaciones, sin manchas, sin interrupciones— captura luz y la convierte en un color tan nítido que parece recién inventado. No hay marcas visibles. No hay tecnología evidente. Solo perfección invisible. Corte a un café minimalista. Líneas limpias, tonos neutros, la luz de la tarde entrando en diagonales suaves. Sobre la mesa de madera clara, el Aurora LX reposa, discreto. Una notificación aparece sin estallar: se proyecta con un resplandor cálido, un pastel suave que combina con su acabado rosado. Es un mensaje, pero parece más un susurro visual que un aviso. 🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁 (con una sonrisa que se escucha): En un mundo lleno de dispositivos ruidosos… Este eligió hablar en susurros. El teléfono gira sobre sí mismo en una toma lenta, envolvente. El rosa cambia: a blanco perla, vino, negro mate y azul marino. 🅽🅰🆁🆁🅰🅳🅾🆁: Aurora LX. No es tecnología. Es suavidad en estado puro. ━━━༻ⒻⒾⓃ ⒹⒺⓁ ⒺⓈⓅⒶⒸⒾⓄ ⓅⓊⒷⓁⒾⒸⒾⓉⒶⓇⒾⓄ༺━━━ Ezra apagó la televisión con un solo toque, casi como si quisiera borrar de la existencia el último fotograma de aquella publicidad desastrosa. El silencio que quedó en la oficina fue denso, incómodo, casi acusador. Se levantó del sofá con la mandíbula tensa, como si cada músculo estuviera protestando por lo que acababa de presenciar. Pasó una mano por su frente, arrastrándola luego por toda la cara en un gesto lento, cansado, desesperado por encontrar lógica donde no la había. Cinco millones de dólares. Cinco. Millones. Enterrados en esa basura. Un suspiro escapó de él, frío y afilado. Si había algo que sabía con absoluta claridad era que tendría que hablar con Jackson. Y que alguien —alguien muy específico, o varios— iba a perder la cabeza por esto. En su empresa, el desperdicio de dinero no solo era inaceptable… era imperdonable. Dejó el control remoto sobre la mesa ratona con un “clic” suave, casi elegante, pero cargado de ira contenida. Ajustó el saco de su traje azul marino con movimientos precisos, automáticos, como si las prendas pudieran armarle una coraza para lo que vendría. Luego salió de la oficina. Sus pasos resonaron por el pasillo con una firmeza que no dejaba lugar a dudas. Su secretaria levantó la cabeza de inmediato, dispuesta a anunciarle algo, pero apenas vio su expresión —el ceño marcado, la mirada filosa, ese silencio que gritaba problemas— bajó la vista a toda velocidad, fingiendo buscar un papel entre la pila que ya tenía ordenada. Ezra no dijo una palabra. No hacía falta. Su andar era una sentencia de muerte para alguien, y todos lo sabían. Con el paso firme, decidido, casi militar, continuó avanzando por el corredor de mármol pulido. Iba directo al área de marketing. Y cada persona que lo veía acercarse se enderezaba, tragaba saliva o disimulaba el temblor en las manos. El huracán Hamilton estaba oficialmente en camino. El empresario tocó el botón del ascensor con un movimiento seco, casi impaciente, y se quedó allí, con las manos en los bolsillos del traje, mientras el panel luminoso marcaba el descenso hacia su piso. El reflejo de su propio rostro en las puertas metálicas mostraba una calma engañosa, apenas sostenida por una línea dura en su mandíbula. Cuando el ascensor llegó, las puertas se abrieron con un ding demasiado suave para su humor. Salió al pasillo y sus ojos se clavaron en los empleados del área: algunos apresuraban el paso, otros desviaban la mirada como si hubieran visto a un depredador entrar en la oficina. Parecían correr despavoridos, intentando desaparecer antes de quedar atrapados en la tormenta que anunciaba su andar. Pasó una mano por su cabello, acomodándolo hacia atrás, en un gesto más de contención que de estilo. Y sin dudarlo un instante, empujó la puerta de la sala de juntas del área de marketing. Entró sin anunciarse. La conversación que había dentro murió al instante. —¿Se puede saber en qué mierda gastaron mi dinero? —soltó, su voz retumbando con una frialdad que caló hasta los huesos. Caminó hacia la mesa con paso lento, controlado, peligroso—. Porque esa publicidad horrenda no pudo costar cinco millones… Su mirada se clavó en Jackson, sostenida, filosa. —Espero una explicación. Y, para rematar, dejó que una sonrisa cínica, cortante como un bisturí, se dibujara en su rostro. —Nosotros… Nosotros estábamos hablando justo de eso, mira… Ezra… La verdad… —balbuceó Jackson, hundiéndose en su propia incomodidad, como si deseara desaparecer bajo la mesa. Ezra ladeó la cabeza, apenas, con una expresión casi divertida. —No tienen explicación lógica, vaya… Qué problema —comentó con una calma venenosa, cruzándose de brazos. Luego chasqueó los dedos una sola vez. Un gesto perfecto, autoritario, que no dejaba margen para la duda. Jackson se sobresaltó, empalideció y se levantó del asiento al instante, moviéndose hacia un costado para cederle el lugar en la cabecera de la mesa, como si el aire mismo le hubiera dado la orden. Ezra Hamilton tomó asiento con tranquilidad, apoyando un codo en el brazo del sillón. Sus ojos recorrieron, uno por uno, a todos los presentes. —Sus sueldos se verán reducidos un veinte por ciento si el producto no funciona —dijo sin levantar la voz, como quien anuncia el clima—. O mejor aún… Podría despedirlos, pagarles la indemnización y contratar a otro equipo de marketing desde ya. Nadie respiró. Giró la silla hacia la ventana, como si el destino laboral de esas veinte personas fuera un mero ruido de fondo comparado con la vista majestuosa de Nueva York extendiéndose bajo él. Los rascacielos, las luces, el tráfico que desde arriba parecía un cuadro en movimiento. —Escúcheme, señor Hamilton —intervino alguien, con la voz temblorosa pero firme, como quien decide apostar su vida a una sola carta—. El dinero no fue destinado a esa campaña. Ezra alzó una sola ceja. Muy despacio. Y giró de nuevo la silla para verlos a todos. Esta vez, apoyó ambas manos sobre la mesa, entrelazando los dedos. Su expresión ya no era de ira, sino de una curiosidad peligrosa… La clase de curiosidad que podía salvarlos o destruirlos. —¿Qué dijiste? —El dinero no fue destinado a ese comercial —repitió el hombre, tragando saliva—. Fue un lanzamiento piloto. El comercial se comenzará a grabar en dos semanas. El silencio que siguió fue un abismo.
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