• Estoy lechuga como fresca~

    - dice ya bañada y habiendo dormido unos minutos, Jack, su mano derecha la mira de reojo pasándole un vaso de suero. La joven estaba sentada en el jardín tomando el "jugo " especial, como no podía tomar café. Hasta que ven llegar un Ford Cadillac, estacionarse, la joven no se inmuta el hombre que lo trajo dejo las llaves con los hombres del mafioso y se fue. Jack miro a la inglesa-

    Me da terror preguntar señora pero... ¿Estuvo jugando pulsadas de nuevo?

    - la joven lo miro por sobre el vaso del jugo sin decir nada. Jack suspiro pesadamente -

    En qué quedamos señora, no iba a jugar pulsadas de nuevo...

    - la joven miro hacia otro lado sin dejar de beber el jugo ignorando las palabras de su mano derecha-


    Estoy lechuga como fresca~ - dice ya bañada y habiendo dormido unos minutos, Jack, su mano derecha la mira de reojo pasándole un vaso de suero. La joven estaba sentada en el jardín tomando el "jugo " especial, como no podía tomar café. Hasta que ven llegar un Ford Cadillac, estacionarse, la joven no se inmuta el hombre que lo trajo dejo las llaves con los hombres del mafioso y se fue. Jack miro a la inglesa- Me da terror preguntar señora pero... ¿Estuvo jugando pulsadas de nuevo? - la joven lo miro por sobre el vaso del jugo sin decir nada. Jack suspiro pesadamente - En qué quedamos señora, no iba a jugar pulsadas de nuevo... - la joven miro hacia otro lado sin dejar de beber el jugo ignorando las palabras de su mano derecha-
    Me enjaja
    Me gusta
    Me shockea
    5
    0 turnos 0 maullidos 233 vistas
  • Carmina rara vez tenía la oportunidad de alejarse de la tienda familiar, pero con el cumpleaños de su abuela acercándose rápidamente, sentía que debía encontrar el regalo perfecto. Lucia siempre había sido una mujer elegante, conocida en el vecindario por su buen gusto y su porte refinado. En su juventud, la gente hablaba de ella con admiración y un toque de envidia, mencionando cómo su estilo de vida parecía deslumbrar a todos. Algunos incluso decían que se creía superior a los demás debido a su afición por las marcas de lujo. Sin embargo, Carmina sabía que eso no era cierto. Aunque su esposo a veces le regalaba accesorios o prendas de diseñador, Lucía tenía un talento especial para combinarlos con ropa sencilla que resaltaba su belleza natural.

    Por eso, este año, Carmina había ahorrado cada centavo que pudo, con la esperanza de poder comprarle algo verdaderamente especial a su querida abuela. Con determinación, se dirigió a la parte de la ciudad donde se encontraban las boutiques más elegantes. Era un lugar completamente distinto a su vecindario; las calles estaban adornadas con árboles bien cuidados y las vitrinas exhibían artículos de lujo que brillaban bajo el sol.

    Al entrar en una de las tiendas, Carmina no pudo evitar abrir los ojos en sorpresa ante los precios exorbitantes que se exhibían. Se sintió un poco incómoda, como si los empleados pudieran leer sus pensamientos y notar que claramente no pertenecía a ese entorno exclusivo. Sin embargo, llevaba consigo sus ahorros, y eso le dio un poco de valor.

    Comenzó a recorrer la tienda, revisando cuidadosamente la ropa, los zapatos y los bolsos. Todo era absolutamente hermoso, pero sabía que, a su edad, su abuela no usaría muchas de esas cosas. Después de un rato, desalentada, se dirigió hacia la salida. Pero justo al pasar por el escaparate de una joyería, algo brillante captó su atención.

    ¡Ahí estaban! Un par de aretes de oro, deslumbrantes y elegantes, como solo podían ser. El precio era elevado, pero encajaba perfectamente con lo que había ahorrado. Su corazón latía con emoción mientras se acercaba al vendedor y pedía las joyas del escaparate. Notó la mirada evaluadora del empleado, pero no le importó. Una vez que realizó la compra, se sintió ligera de ahorros, pero llena de alegría y anticipación.

    Al salir de la joyería, algo más llamó su atención. Una joven de cabellos rubios, cuya belleza parecía sacada de una revista de moda, se movía con una gracia deslumbrante. Era, sin duda, de otro nivel. A medida que se acercaba, el rostro de la mujer le resultaba familiar. Después de un momento, Carmina lo comprendió: ¡era ella! Sin pensarlo dos veces, se acercó a la mujer que ya había salido del local.

    —¡Disculpa! ¿Acaso conoces a Flavio?— preguntó, consciente de que su pregunta podía sonar torpe, pero era la única manera que se le ocurrió de indagar sobre la relación de la joven con alguien tan cercano a ella. En ese instante, la ansiedad la invadió, temiendo que podría estar confundiéndola y pasar una vergüenza aún mayor. Pero la curiosidad y el no saber más de aquel que consideraba su amigo, le dieron el valor suficiente para preguntar.

    Eᥣιsᥲbᥱttᥲ Dι Vιᥒᥴᥱᥒzo
    Carmina rara vez tenía la oportunidad de alejarse de la tienda familiar, pero con el cumpleaños de su abuela acercándose rápidamente, sentía que debía encontrar el regalo perfecto. Lucia siempre había sido una mujer elegante, conocida en el vecindario por su buen gusto y su porte refinado. En su juventud, la gente hablaba de ella con admiración y un toque de envidia, mencionando cómo su estilo de vida parecía deslumbrar a todos. Algunos incluso decían que se creía superior a los demás debido a su afición por las marcas de lujo. Sin embargo, Carmina sabía que eso no era cierto. Aunque su esposo a veces le regalaba accesorios o prendas de diseñador, Lucía tenía un talento especial para combinarlos con ropa sencilla que resaltaba su belleza natural. Por eso, este año, Carmina había ahorrado cada centavo que pudo, con la esperanza de poder comprarle algo verdaderamente especial a su querida abuela. Con determinación, se dirigió a la parte de la ciudad donde se encontraban las boutiques más elegantes. Era un lugar completamente distinto a su vecindario; las calles estaban adornadas con árboles bien cuidados y las vitrinas exhibían artículos de lujo que brillaban bajo el sol. Al entrar en una de las tiendas, Carmina no pudo evitar abrir los ojos en sorpresa ante los precios exorbitantes que se exhibían. Se sintió un poco incómoda, como si los empleados pudieran leer sus pensamientos y notar que claramente no pertenecía a ese entorno exclusivo. Sin embargo, llevaba consigo sus ahorros, y eso le dio un poco de valor. Comenzó a recorrer la tienda, revisando cuidadosamente la ropa, los zapatos y los bolsos. Todo era absolutamente hermoso, pero sabía que, a su edad, su abuela no usaría muchas de esas cosas. Después de un rato, desalentada, se dirigió hacia la salida. Pero justo al pasar por el escaparate de una joyería, algo brillante captó su atención. ¡Ahí estaban! Un par de aretes de oro, deslumbrantes y elegantes, como solo podían ser. El precio era elevado, pero encajaba perfectamente con lo que había ahorrado. Su corazón latía con emoción mientras se acercaba al vendedor y pedía las joyas del escaparate. Notó la mirada evaluadora del empleado, pero no le importó. Una vez que realizó la compra, se sintió ligera de ahorros, pero llena de alegría y anticipación. Al salir de la joyería, algo más llamó su atención. Una joven de cabellos rubios, cuya belleza parecía sacada de una revista de moda, se movía con una gracia deslumbrante. Era, sin duda, de otro nivel. A medida que se acercaba, el rostro de la mujer le resultaba familiar. Después de un momento, Carmina lo comprendió: ¡era ella! Sin pensarlo dos veces, se acercó a la mujer que ya había salido del local. —¡Disculpa! ¿Acaso conoces a Flavio?— preguntó, consciente de que su pregunta podía sonar torpe, pero era la única manera que se le ocurrió de indagar sobre la relación de la joven con alguien tan cercano a ella. En ese instante, la ansiedad la invadió, temiendo que podría estar confundiéndola y pasar una vergüenza aún mayor. Pero la curiosidad y el no saber más de aquel que consideraba su amigo, le dieron el valor suficiente para preguntar. [ElisabettaDV1]
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    4
    2 turnos 0 maullidos 547 vistas
  • El aroma del café recién molido llenaba la pequeña cocina de la casa de su abuela. Carmina, de pie frente a la estufa, giraba la espátula con suavidad, removiendo unos huevos que chisporroteaban en la sartén. El silencio de la mañana la envolvía, roto solo por el leve gorgoteo de la cafetera y el crujido del pan en el tostador. No era común que su abuela le pidiera ayuda para preparar el desayuno. Ella, que siempre había sido una figura llena de energía y diligencia, de esas que no se quedaban quietas ni un momento.

    Sin embargo, en los últimos días, la notaba más fatigada, más lenta, y eso le había inquietado. La escena de su abuela pidiéndole ayuda esa misma mañana regresó a su mente: la había encontrado en la mesa de la cocina, con las manos rodeando una taza de té que apenas había bebido, sus ojos cargados de un cansancio que Carmina no había visto antes.

    "¿Podrías encargarte del desayuno hoy, querida? Creo que me vendría bien descansar un poco más," le había dicho, sonriendo con esa ternura tan suya, aunque a Carmina le pareció que su sonrisa había sido algo triste. El recuerdo le hizo suspirar, y mientras volcaba los huevos en un plato y los decoraba con un toque de perejil fresco, un nudo empezó a formarse en su pecho.

    Conforme iba colocando cada parte del desayuno —los huevos, el pan tostado, el café negro—, su mente divagaba, recorriendo aquellos días en los que su abuelo Pietro aún estaba con ellas. Habían pasado ya unos años desde que él partió, pero el dolor todavía la acompañaba, como una sombra silenciosa. Recordaba cómo había sido verlo debilitarse, cómo su risa franca se volvió un susurro, hasta que, un día, solo quedó el eco de su voz en la casa.

    Carmina se mordió el labio, tratando de alejar esos pensamientos oscuros. Pero el miedo era inevitable. Su abuela, a quien tanto amaba, era ahora la figura más fuerte que le quedaba, el lazo que la mantenía unida a esos recuerdos de amor y calidez que tanto atesoraba. Verla vulnerable la hacía consciente de lo frágil y efímero de la vida, y ese pensamiento le helaba el corazón. ¿Y si un día también la perdía a ella?

    "Es solo un poco de cansancio," se decía para tranquilizarse, mientras apretaba el borde de la encimera, buscando en la madera fría un ancla que la sostuviera. Pero no podía evitar preguntarse: ¿cuánto tiempo le quedaba con su abuela? ¿Cuántos desayunos más prepararía para ella, o cuántas tardes más compartirían en el jardín, charlando sobre cualquier cosa mientras el sol caía?

    Sacudió la cabeza y respiró hondo. Al terminar de preparar la bandeja con el desayuno, la sostuvo con ambas manos, observando por un instante el esmero en cada detalle. Sabía que cada minuto contaba, y que, aunque el temor seguía presente, quería asegurarse de hacer feliz a su abuela cada día que le fuera posible. Con ese pensamiento, llevó la bandeja a la mesa donde su abuela la esperaba, y en el instante en que ella sonrió al verla, Carmina sintió una chispa de alivio.

    A lo mejor no podía detener el paso del tiempo ni proteger a su abuela de su propio cuerpo, pero podía estar ahí para ella, acompañándola.
    El aroma del café recién molido llenaba la pequeña cocina de la casa de su abuela. Carmina, de pie frente a la estufa, giraba la espátula con suavidad, removiendo unos huevos que chisporroteaban en la sartén. El silencio de la mañana la envolvía, roto solo por el leve gorgoteo de la cafetera y el crujido del pan en el tostador. No era común que su abuela le pidiera ayuda para preparar el desayuno. Ella, que siempre había sido una figura llena de energía y diligencia, de esas que no se quedaban quietas ni un momento. Sin embargo, en los últimos días, la notaba más fatigada, más lenta, y eso le había inquietado. La escena de su abuela pidiéndole ayuda esa misma mañana regresó a su mente: la había encontrado en la mesa de la cocina, con las manos rodeando una taza de té que apenas había bebido, sus ojos cargados de un cansancio que Carmina no había visto antes. "¿Podrías encargarte del desayuno hoy, querida? Creo que me vendría bien descansar un poco más," le había dicho, sonriendo con esa ternura tan suya, aunque a Carmina le pareció que su sonrisa había sido algo triste. El recuerdo le hizo suspirar, y mientras volcaba los huevos en un plato y los decoraba con un toque de perejil fresco, un nudo empezó a formarse en su pecho. Conforme iba colocando cada parte del desayuno —los huevos, el pan tostado, el café negro—, su mente divagaba, recorriendo aquellos días en los que su abuelo Pietro aún estaba con ellas. Habían pasado ya unos años desde que él partió, pero el dolor todavía la acompañaba, como una sombra silenciosa. Recordaba cómo había sido verlo debilitarse, cómo su risa franca se volvió un susurro, hasta que, un día, solo quedó el eco de su voz en la casa. Carmina se mordió el labio, tratando de alejar esos pensamientos oscuros. Pero el miedo era inevitable. Su abuela, a quien tanto amaba, era ahora la figura más fuerte que le quedaba, el lazo que la mantenía unida a esos recuerdos de amor y calidez que tanto atesoraba. Verla vulnerable la hacía consciente de lo frágil y efímero de la vida, y ese pensamiento le helaba el corazón. ¿Y si un día también la perdía a ella? "Es solo un poco de cansancio," se decía para tranquilizarse, mientras apretaba el borde de la encimera, buscando en la madera fría un ancla que la sostuviera. Pero no podía evitar preguntarse: ¿cuánto tiempo le quedaba con su abuela? ¿Cuántos desayunos más prepararía para ella, o cuántas tardes más compartirían en el jardín, charlando sobre cualquier cosa mientras el sol caía? Sacudió la cabeza y respiró hondo. Al terminar de preparar la bandeja con el desayuno, la sostuvo con ambas manos, observando por un instante el esmero en cada detalle. Sabía que cada minuto contaba, y que, aunque el temor seguía presente, quería asegurarse de hacer feliz a su abuela cada día que le fuera posible. Con ese pensamiento, llevó la bandeja a la mesa donde su abuela la esperaba, y en el instante en que ella sonrió al verla, Carmina sintió una chispa de alivio. A lo mejor no podía detener el paso del tiempo ni proteger a su abuela de su propio cuerpo, pero podía estar ahí para ella, acompañándola.
    Me gusta
    Me encocora
    6
    0 turnos 0 maullidos 520 vistas
  • Todo esto de los monstruos me dejó pensando... Y aquella frase que leí hace años, en el campo de batalla... ¿Qué quiso decir realmente?
    La verdad es que no entendí gran cosa de aquel libro. Sería genial encontrarlo en la biblioteca, y leerlo con atención. El problema es que no recuerdo el nombre, y el autor tenía un nombre extraño... Algo de Ni... Niet... ¿Nietzsche?
    No estoy seguro. Creo que le preguntaré a alguno de los bibliotecarios...
    Todo esto de los monstruos me dejó pensando... Y aquella frase que leí hace años, en el campo de batalla... ¿Qué quiso decir realmente? La verdad es que no entendí gran cosa de aquel libro. Sería genial encontrarlo en la biblioteca, y leerlo con atención. El problema es que no recuerdo el nombre, y el autor tenía un nombre extraño... Algo de Ni... Niet... ¿Nietzsche? No estoy seguro. Creo que le preguntaré a alguno de los bibliotecarios...
    Me gusta
    Me shockea
    5
    4 turnos 0 maullidos 562 vistas
  • Tengan paciencia que la tarta estar lista para despues de la cena. Dejen de entrar para preguntar de cuándo estará, os quedais en el salón u os ato a algun lado.
    Tengan paciencia que la tarta estar lista para despues de la cena. Dejen de entrar para preguntar de cuándo estará, os quedais en el salón u os ato a algun lado.
    Me encocora
    Me gusta
    Me enjaja
    10
    0 turnos 0 maullidos 542 vistas
  • Primavera, primavera. Cómo me gusta la primavera.

    Esta mañana fui a caminar y pasé por una florería que tenía unas flores súper lindas, no pude evitar preguntarle a un extraño que justo pasaba por la vereda si podía tomarme una foto, por suerte fue agradable y me dijo que sí.
    Primavera, primavera. Cómo me gusta la primavera. Esta mañana fui a caminar y pasé por una florería que tenía unas flores súper lindas, no pude evitar preguntarle a un extraño que justo pasaba por la vereda si podía tomarme una foto, por suerte fue agradable y me dijo que sí.
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos 480 vistas
  • 𝙳𝚎𝚕𝚒𝚟𝚎𝚛𝚢 ! / Rol Priv con Sophie!
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    [ 6:00 𝑨𝑴 omg! ] [ 𝑪𝒐𝒖𝒓𝒊𝒆𝒓 𝑫𝒆𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓𝒚 ]

    Vincent estaba acostumbrado a realizar entregas muy temprano, pero esta vez noto que una de sus entrega, la que había sido entregada por un joven en uniforme de universidad era peculiarmente... ostentosa.
    Flores, regalos, desayuno y la petición de entregar una nota.

    "" 𝙸𝚗𝚝𝚎𝚕𝚒𝚐𝚎𝚗𝚝𝚎, 𝙲𝚊𝚛𝚒𝚜𝚖𝚊𝚝𝚒𝚌𝚊, 𝙷𝚎𝚛𝚖𝚘𝚜𝚊 𝚢 𝚄́𝚗𝚒𝚌𝚊.
    𝙲𝚘𝚖𝚘 𝚞𝚗𝚊 𝚑𝚊𝚍𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚋𝚘𝚜𝚚𝚞𝚎, 𝚘 𝚌𝚘𝚖𝚘 𝚕𝚊 𝚏𝚕𝚘𝚛 𝚖𝚊́𝚜 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚊 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚓𝚊𝚛𝚍𝚒́𝚗.
    𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚝𝚎 𝚟𝚎𝚘 𝚙𝚊𝚜𝚊𝚛 𝚙𝚘𝚛 𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚊𝚜𝚒𝚕𝚕𝚘𝚜, 𝚗𝚘 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚘 𝚎𝚟𝚒𝚝𝚊𝚛 𝚜𝚞𝚜𝚙𝚒𝚛𝚊𝚛.
    𝙻𝚊 𝚏𝚘𝚛𝚖𝚊 𝚎𝚗 𝚕𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚌𝚊𝚖𝚋𝚒𝚊𝚜𝚝𝚎 𝚕𝚊 𝚞𝚗𝚒𝚟𝚎𝚛𝚜𝚒𝚍𝚊𝚍 𝚌𝚘𝚗 𝚝𝚞 𝚋𝚛𝚒𝚕𝚕𝚘.
    ¿𝙼𝚎 𝚍𝚊𝚛𝚒́𝚊𝚜 𝚕𝚊 𝚘𝚙𝚘𝚛𝚝𝚞𝚗𝚒𝚍𝚊𝚍 𝚍𝚎 𝚌𝚘𝚗𝚘𝚌𝚎𝚛𝚝𝚎?

    𝙽𝚘𝚜 𝚟𝚎𝚖𝚘𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚞𝚎́𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝚛𝚎𝚞𝚗𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚌𝚕𝚞𝚋𝚎𝚜 (𝟺:𝟹𝟶𝚙𝚖), 𝚙𝚘𝚛 𝚎𝚕 𝚎𝚜𝚝𝚊𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘. - - 𝙹. ""

    La carta leía aquello, con un suave aroma, no a perfume de hombre, si no a ropa limpia, como que el que hizo la carta y tomo las cosas.

    Vincent puso las cosas en su canastilla y comenzó a pedalear como si nada, hacia la universidad, maravillado por la pulcritud, los edificios y la elegancia, sin duda un lugar donde él no pertenecía.
    Leyó de nuevo la notita, empezando a preguntar entre los alumnos por "Sophie" claro que los alumnos sabían quien era, así que lo fueron guiando.

    "𝐴ℎ 𝑆𝑜𝑝ℎ𝑖𝑒, 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑚𝑒 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑜́ 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑖 𝑝𝑟𝑜𝑦𝑒𝑐𝑡𝑜"

    "𝙎𝙤𝙥𝙝𝙞𝙖? 𝙮 𝙩𝙪́ 𝙦𝙪𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙘𝙤𝙣 𝙚𝙡𝙡𝙖?"

    "Oh si, Sophie, ellɑ debe estɑr en el sɑlón de ɑllɑ́"

    Como si nada, dejó la bicicleta y comenzó a caminar por los pasillos buscando.
    [ 6:00 𝑨𝑴 omg! ] [ 𝑪𝒐𝒖𝒓𝒊𝒆𝒓 𝑫𝒆𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓𝒚 ] Vincent estaba acostumbrado a realizar entregas muy temprano, pero esta vez noto que una de sus entrega, la que había sido entregada por un joven en uniforme de universidad era peculiarmente... ostentosa. Flores, regalos, desayuno y la petición de entregar una nota. "" 𝙸𝚗𝚝𝚎𝚕𝚒𝚐𝚎𝚗𝚝𝚎, 𝙲𝚊𝚛𝚒𝚜𝚖𝚊𝚝𝚒𝚌𝚊, 𝙷𝚎𝚛𝚖𝚘𝚜𝚊 𝚢 𝚄́𝚗𝚒𝚌𝚊. 𝙲𝚘𝚖𝚘 𝚞𝚗𝚊 𝚑𝚊𝚍𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚋𝚘𝚜𝚚𝚞𝚎, 𝚘 𝚌𝚘𝚖𝚘 𝚕𝚊 𝚏𝚕𝚘𝚛 𝚖𝚊́𝚜 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚊 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚓𝚊𝚛𝚍𝚒́𝚗. 𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚝𝚎 𝚟𝚎𝚘 𝚙𝚊𝚜𝚊𝚛 𝚙𝚘𝚛 𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚊𝚜𝚒𝚕𝚕𝚘𝚜, 𝚗𝚘 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚘 𝚎𝚟𝚒𝚝𝚊𝚛 𝚜𝚞𝚜𝚙𝚒𝚛𝚊𝚛. 𝙻𝚊 𝚏𝚘𝚛𝚖𝚊 𝚎𝚗 𝚕𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚌𝚊𝚖𝚋𝚒𝚊𝚜𝚝𝚎 𝚕𝚊 𝚞𝚗𝚒𝚟𝚎𝚛𝚜𝚒𝚍𝚊𝚍 𝚌𝚘𝚗 𝚝𝚞 𝚋𝚛𝚒𝚕𝚕𝚘. ¿𝙼𝚎 𝚍𝚊𝚛𝚒́𝚊𝚜 𝚕𝚊 𝚘𝚙𝚘𝚛𝚝𝚞𝚗𝚒𝚍𝚊𝚍 𝚍𝚎 𝚌𝚘𝚗𝚘𝚌𝚎𝚛𝚝𝚎? 𝙽𝚘𝚜 𝚟𝚎𝚖𝚘𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚞𝚎́𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝚛𝚎𝚞𝚗𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚌𝚕𝚞𝚋𝚎𝚜 (𝟺:𝟹𝟶𝚙𝚖), 𝚙𝚘𝚛 𝚎𝚕 𝚎𝚜𝚝𝚊𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘. - - 𝙹. "" La carta leía aquello, con un suave aroma, no a perfume de hombre, si no a ropa limpia, como que el que hizo la carta y tomo las cosas. Vincent puso las cosas en su canastilla y comenzó a pedalear como si nada, hacia la universidad, maravillado por la pulcritud, los edificios y la elegancia, sin duda un lugar donde él no pertenecía. Leyó de nuevo la notita, empezando a preguntar entre los alumnos por "Sophie" claro que los alumnos sabían quien era, así que lo fueron guiando. "𝐴ℎ 𝑆𝑜𝑝ℎ𝑖𝑒, 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑚𝑒 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑜́ 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑖 𝑝𝑟𝑜𝑦𝑒𝑐𝑡𝑜" "𝙎𝙤𝙥𝙝𝙞𝙖? 𝙮 𝙩𝙪́ 𝙦𝙪𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙘𝙤𝙣 𝙚𝙡𝙡𝙖?" "Oh si, Sophie, ellɑ debe estɑr en el sɑlón de ɑllɑ́" Como si nada, dejó la bicicleta y comenzó a caminar por los pasillos buscando.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    2
    7 turnos 0 maullidos 805 vistas
  • Un curiosa invitación (AU)
    Categoría Otros
    Llegué al lugar indicado, un poco curioso y algo nervioso. No había visto a Matsuri desde nuestra última reunión, y aunque no podía evitar sentir cierta emoción por el encuentro, la soledad de los últimos días había hecho que también ansiara la compañía más de lo que me gustaría admitir.

    En una mano sostenía mi confiable parasol, que me protegía de los rayos solares, mientras que unos lentes de sol oscuros y guantes negros completaban mi atuendo, cubriendo cada rincón de piel que el sol pudiera alcanzar. En la otra mano llevaba mi confiable maletín, con la toalla y la muda de ropa extra que me habían pedido traer. La invitación había sido un poco enigmática, lo que me hacía preguntarme qué había planeado Matsuri esta vez.

    Al acercarme a la puerta, me tomé un momento para ajustarme los lentes y asegurarme de que el parasol me cubriera completamente antes de golpear suavemente. Mi mente no dejaba de preguntarse el motivo de la petición tan peculiar. ¿Un picnic junto a un río? ¿Una sorpresa que incluía algún tipo de deporte acuático? De cualquier forma, decidí confiar en Matsuri y dejarme llevar por la situación.

    //no encontre una imagen adecuada xd
    Llegué al lugar indicado, un poco curioso y algo nervioso. No había visto a Matsuri desde nuestra última reunión, y aunque no podía evitar sentir cierta emoción por el encuentro, la soledad de los últimos días había hecho que también ansiara la compañía más de lo que me gustaría admitir. En una mano sostenía mi confiable parasol, que me protegía de los rayos solares, mientras que unos lentes de sol oscuros y guantes negros completaban mi atuendo, cubriendo cada rincón de piel que el sol pudiera alcanzar. En la otra mano llevaba mi confiable maletín, con la toalla y la muda de ropa extra que me habían pedido traer. La invitación había sido un poco enigmática, lo que me hacía preguntarme qué había planeado Matsuri esta vez. Al acercarme a la puerta, me tomé un momento para ajustarme los lentes y asegurarme de que el parasol me cubriera completamente antes de golpear suavemente. Mi mente no dejaba de preguntarse el motivo de la petición tan peculiar. ¿Un picnic junto a un río? ¿Una sorpresa que incluía algún tipo de deporte acuático? De cualquier forma, decidí confiar en Matsuri y dejarme llevar por la situación. //no encontre una imagen adecuada xd
    Tipo
    Individual
    Líneas
    5
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    4
    26 turnos 0 maullidos 1087 vistas
  • ────Damas y caballeros, mientras el mundo se entretiene con la llegada de nuevos vigilantes y figuras que pretenden ser nuestros salvadores, es crucial recordar que con cada nuevo "héroe" también surgen riesgos significativos. Estos individuos, aunque bien intencionados, a menudo operan sin supervisión y sin considerar las consecuencias de sus acciones.

    La historia nos ha enseñado que el poder sin control puede convertirse rápidamente en una amenaza. Cada vez que un nuevo vigilante se presenta, debemos preguntarnos: ¿Estamos realmente más seguros, o simplemente estamos intercambiando un conjunto de problemas por otro?

    Mientras la mayoría se deja llevar por la fascinación y la admiración, yo les insto a mantener una visión crítica. La confianza ciega en estos seres puede ser nuestra perdición. En este mundo, el verdadero héroe es aquel que entiende la responsabilidad que conlleva el poder y actúa con sabiduría, no solo con impulsos. ¡No caigamos en la trampa de la ilusión!
    ────Damas y caballeros, mientras el mundo se entretiene con la llegada de nuevos vigilantes y figuras que pretenden ser nuestros salvadores, es crucial recordar que con cada nuevo "héroe" también surgen riesgos significativos. Estos individuos, aunque bien intencionados, a menudo operan sin supervisión y sin considerar las consecuencias de sus acciones. La historia nos ha enseñado que el poder sin control puede convertirse rápidamente en una amenaza. Cada vez que un nuevo vigilante se presenta, debemos preguntarnos: ¿Estamos realmente más seguros, o simplemente estamos intercambiando un conjunto de problemas por otro? Mientras la mayoría se deja llevar por la fascinación y la admiración, yo les insto a mantener una visión crítica. La confianza ciega en estos seres puede ser nuestra perdición. En este mundo, el verdadero héroe es aquel que entiende la responsabilidad que conlleva el poder y actúa con sabiduría, no solo con impulsos. ¡No caigamos en la trampa de la ilusión!
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos 271 vistas
  • Este mapa esta mal, no hay ningun bosque aqui almenos vivo...

    -se rie un poco mirando el mapa-

    Tendre que esperar para preguntar a alguien que aparesca por aqui

    -suspira guardandose el mapa en la mochila-
    Este mapa esta mal, no hay ningun bosque aqui almenos vivo... -se rie un poco mirando el mapa- Tendre que esperar para preguntar a alguien que aparesca por aqui -suspira guardandose el mapa en la mochila-
    Me gusta
    Me encocora
    3
    52 turnos 0 maullidos 916 vistas
Ver más resultados
Patrocinados