• -Tal como cayo en la oscuridad, fue que camino ahora por el camino de la destrucción, estaba ahora sola en un mundo desconocido para ella, esas sensaciones dejaras en su interior a ser dejada aun lado dejaron de doler, ahora convirtiendose así en un fuego destructivo qué desea arrastrar todo lo que se acerque a ella.

    Ya no es la dulce y dócil ángel de la armonía qué buscaba la paz para todos, eso quedo sumergio y deseaba solo aniquilar a todo aquel que se le acerque.

    Camino ahora por sederos carmesí, cubiertos por espinas, no le importaba dañar o desgarrar su propia piel.

    Las cicatrices de un amor perdido pueden más que cualquier otra cosa, su hermoso cabello se había vuelto escarlata, a sus oídos llegaban los lamentos de quienes se cruzaron primero por su camino, llegando a tener un final trágico, peo su sonrisa antes dulce y salida, fue reemplazada por una llena de maldad y frialdad.

    Sus pasos se hacían escuchar por las solitarias calles de esa ciudad, frias, húmedas y solitarias.

    Espera encontrarse con aquel que la empujó a esa espiral de locura, a esa espiral destructiva, deseaba hacerle sentir lo que sintió a su momento, aunque esta vez no sería compasiva, su corazón actualmente está oculto entre esas sombras malditas que tomaron su dolor y la volvieron lo que es ahora. -.

    Esta vez... Se acabo la Robin buena.

    -Comentó mientras pronto la lluvia cayó sobre ella, comenzó a mojar su cuerpo, gota a gota, cosa que a ella no le importa, total si logra volver a llegar a él, entrara en calor cuando su "juego" como ella dice con una "inocencia" ahora fingida comience. -
    -Tal como cayo en la oscuridad, fue que camino ahora por el camino de la destrucción, estaba ahora sola en un mundo desconocido para ella, esas sensaciones dejaras en su interior a ser dejada aun lado dejaron de doler, ahora convirtiendose así en un fuego destructivo qué desea arrastrar todo lo que se acerque a ella. Ya no es la dulce y dócil ángel de la armonía qué buscaba la paz para todos, eso quedo sumergio y deseaba solo aniquilar a todo aquel que se le acerque. Camino ahora por sederos carmesí, cubiertos por espinas, no le importaba dañar o desgarrar su propia piel. Las cicatrices de un amor perdido pueden más que cualquier otra cosa, su hermoso cabello se había vuelto escarlata, a sus oídos llegaban los lamentos de quienes se cruzaron primero por su camino, llegando a tener un final trágico, peo su sonrisa antes dulce y salida, fue reemplazada por una llena de maldad y frialdad. Sus pasos se hacían escuchar por las solitarias calles de esa ciudad, frias, húmedas y solitarias. Espera encontrarse con aquel que la empujó a esa espiral de locura, a esa espiral destructiva, deseaba hacerle sentir lo que sintió a su momento, aunque esta vez no sería compasiva, su corazón actualmente está oculto entre esas sombras malditas que tomaron su dolor y la volvieron lo que es ahora. -. Esta vez... Se acabo la Robin buena. -Comentó mientras pronto la lluvia cayó sobre ella, comenzó a mojar su cuerpo, gota a gota, cosa que a ella no le importa, total si logra volver a llegar a él, entrara en calor cuando su "juego" como ella dice con una "inocencia" ahora fingida comience. -
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  • ∆ No te odio.
    Amo sentir, pero odiarte, ¡jamás!, Amor.
    Aunque me lo pidas sin medida ni clemencia, no siento odio, ni indiferencia.

    Porque el olvido está en la palma de mi mano y nunca dejaras de ser un hombre perdido.

    Cruzaste fácil de mi lado, de un amor incomprendido, a un tiempo atrasado y lo convertiste en un sabor amargo y un sentir desmedido.

    Claro, yo te quise hombre, con insistencia; pero a mí experiencia, no te mereces el odio, ni siquiera la indiferencia, aunque el odio hiera menos que el olvido.

    Vuela en libertad, viaja a pasos desmedidos.
    Acurrucate en cientos de brazos, saborea miles de besos... Endulza en miel los ajenos oidos.
    Deleita con tu belleza aquellos ojos, derrite como mantequilla intimidades y encanta con tu dulzura y fuerza sin atar; Y has brillar la energía pura que te hace ser, como aquella mariposa traicionera.

    Ser y dejar ser, esa también puede ser una cuestión. ∆

    ∆ No te odio. Amo sentir, pero odiarte, ¡jamás!, Amor. Aunque me lo pidas sin medida ni clemencia, no siento odio, ni indiferencia. Porque el olvido está en la palma de mi mano y nunca dejaras de ser un hombre perdido. Cruzaste fácil de mi lado, de un amor incomprendido, a un tiempo atrasado y lo convertiste en un sabor amargo y un sentir desmedido. Claro, yo te quise hombre, con insistencia; pero a mí experiencia, no te mereces el odio, ni siquiera la indiferencia, aunque el odio hiera menos que el olvido. Vuela en libertad, viaja a pasos desmedidos. Acurrucate en cientos de brazos, saborea miles de besos... Endulza en miel los ajenos oidos. Deleita con tu belleza aquellos ojos, derrite como mantequilla intimidades y encanta con tu dulzura y fuerza sin atar; Y has brillar la energía pura que te hace ser, como aquella mariposa traicionera. Ser y dejar ser, esa también puede ser una cuestión. ∆
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  • *el felino rosa que en su soledad sentía que había perdido su dulzura y sonrisa..
    sintió como su corazón crujió al deshacerse de esa última duda que no le permitía seguir con su último sombrío deseo...
    Entre lágrimas ahogo lo último que quedaba de su ser y se lanzo a ese oscuro acantilado, que parecía ser un abismo igual de vacío que su corazón.
    Talvez en esa caida eterna lograría callar el llanto de su existencia y encontraría cobijo en el abrazador frio del fin..*

    *Y como era costumbre en su vida..
    el joven de cabello rosa se perdió en el silencio donde solia habitar y nadie miraba.
    Solo que está vez.. incluso el quedaría mudo, ya no habrían ni risas ni llantos que lo acongojaran..*

    //Game over: Bad endning.
    Good bye pequeño y tierno uriel//
    *el felino rosa que en su soledad sentía que había perdido su dulzura y sonrisa.. sintió como su corazón crujió al deshacerse de esa última duda que no le permitía seguir con su último sombrío deseo... Entre lágrimas ahogo lo último que quedaba de su ser y se lanzo a ese oscuro acantilado, que parecía ser un abismo igual de vacío que su corazón. Talvez en esa caida eterna lograría callar el llanto de su existencia y encontraría cobijo en el abrazador frio del fin..* *Y como era costumbre en su vida.. el joven de cabello rosa se perdió en el silencio donde solia habitar y nadie miraba. Solo que está vez.. incluso el quedaría mudo, ya no habrían ni risas ni llantos que lo acongojaran..* //Game over: Bad endning. Good bye pequeño y tierno uriel//
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  • —He perdido la guerra... y también la batalla.

    —No, espera, así no era. ¿Era algo como "He perdido la guerra, pero no la trinchera"?

    —¿Tampoco era eso? Bah, qué más da.

    || Nunca se enfrenten a tres personajes a la vez. La locura no te da fuerza. (?)
    —He perdido la guerra... y también la batalla. —No, espera, así no era. ¿Era algo como "He perdido la guerra, pero no la trinchera"? —¿Tampoco era eso? Bah, qué más da. || Nunca se enfrenten a tres personajes a la vez. La locura no te da fuerza. (?)
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  • *Elios estaba en la cafetería donde trabajaba.*

    [Ya no tiene sentido lamentarse por mi tardanza... Mejor que me apresure y recupere el tiempo perdido...]

    *Tras recomponerse, luego de recuperar los ánimos Elios había llegado a esa conclusión, así que se había puesto a trabajar, enfocado en gastar el menor tiempo posible para hacer bien las cosas.*

    -Es una linda tarde. Digame, ¿Puedo tomar su orden?
    *Elios estaba en la cafetería donde trabajaba.* [Ya no tiene sentido lamentarse por mi tardanza... Mejor que me apresure y recupere el tiempo perdido...] *Tras recomponerse, luego de recuperar los ánimos Elios había llegado a esa conclusión, así que se había puesto a trabajar, enfocado en gastar el menor tiempo posible para hacer bien las cosas.* -Es una linda tarde. Digame, ¿Puedo tomar su orden? 😁
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  • Un nuevo rumbo, el despertar de la sangre antigua.

    -----------

    Ya poco o nada quedaba en la mente de Mia, lo que había pasado en Cheydinhall ya eran recuerdos pero aún estaba fresco el dolor de haber perdido a su madre Kari, hubiera podido haber hecho más pero no… Mia suspiró y con eso un nuevo aire y misión, llegar a Falkreath, al último santuario de la Hermandad Oscura que queda en pie, su último refugio.

    Había cruzado la frontera imperial esa mañana, dejando atrás los bosques brumosos de Cyrodiil. El paso de la montaña era angosto, vigilado por imperiales armados. Pronto, las murallas ennegrecidas de Helgen se alzaron ante ella, aún sin saber que allí cambiaría su destino para siempre. Esa mañana la frontera estaba más agitada que de costumbre, los imperiales más estrictos con sus requisas y preguntas, se rumoraba que traerían a una captura importante, tanto que hizo arribar a Helgen al mismísimo general Tulio. Mia no prestó atención a los detalles, si no se murmura el nombre de Sithis, no vale la pena, aprovechando el descuido de los imperiales, ella se coló por entre las filas, invisible a los de ellos, ya pasado el percance, ahora si se dirigiría al paso más cercano, cauce boscoso de ahí a Falkreath.

    No le tomó mucho llegar, Cauce Boscoso Boscoso estaba a media hora a pie de Helgen, el lugar era acogedor, una muralla daba la bienvenida, no habían guardias y eso era bueno, tras el arco de la muralla una anciana que curtia cuero en las afueras de su casa, seguido de otra casa que por el letrero, era la casa de comercio, al lado izquierdo la herrería y al lado derecho después de la casa de comercio la posada el gigante dormido, Mia decidió que iría por algo, quizá alquilar una habitación y dormir que bien le hace falta y comer algo decente.

    Mia entro a la posada, era modesta y bien organizada, tenía todo lo que necesitaba, avanzó hacia el tabernero y alquiló una habitación, diez monedas le pidió las cuales ella sacó de su bolsa, si, la paga de su último contrato, el último antes que todo se viniera abajo, pidió un tazón de estofado de ternera, hidromiel y pan, luego fue a tomar su asiento esperando lo pedido cuando en ese momento, dentro de ella algo se sacudió, era como si algo o alguien la llamara, disimuladamente buscó por todo lado y nada encontró, la dueña de la taberna, una nórdica de cabello rubio le sirvió su pedido pero Mia tenía la mirada perdida, temblaba como si tuviese frio, ella le preguntó si estaba bien y fue ahí donde Mia reaccionó y asintió, ella se retiró pero no dejó de observarla, Mia aún seguía sintiendo esa rara sensación, acabó su comida de prisa y luego se dirigió al cuarto asignado para ella, tal vez era el cansancio que estaba jugándole una mala pasada, eso era lo que ella pensaba sin imaginarse que a pocos kilómetros de ahí, en Helgen, estaba presenciándose la llegada del Devorador de Mundos, Alduin, su padre.
    Un nuevo rumbo, el despertar de la sangre antigua. ----------- Ya poco o nada quedaba en la mente de Mia, lo que había pasado en Cheydinhall ya eran recuerdos pero aún estaba fresco el dolor de haber perdido a su madre Kari, hubiera podido haber hecho más pero no… Mia suspiró y con eso un nuevo aire y misión, llegar a Falkreath, al último santuario de la Hermandad Oscura que queda en pie, su último refugio. Había cruzado la frontera imperial esa mañana, dejando atrás los bosques brumosos de Cyrodiil. El paso de la montaña era angosto, vigilado por imperiales armados. Pronto, las murallas ennegrecidas de Helgen se alzaron ante ella, aún sin saber que allí cambiaría su destino para siempre. Esa mañana la frontera estaba más agitada que de costumbre, los imperiales más estrictos con sus requisas y preguntas, se rumoraba que traerían a una captura importante, tanto que hizo arribar a Helgen al mismísimo general Tulio. Mia no prestó atención a los detalles, si no se murmura el nombre de Sithis, no vale la pena, aprovechando el descuido de los imperiales, ella se coló por entre las filas, invisible a los de ellos, ya pasado el percance, ahora si se dirigiría al paso más cercano, cauce boscoso de ahí a Falkreath. No le tomó mucho llegar, Cauce Boscoso Boscoso estaba a media hora a pie de Helgen, el lugar era acogedor, una muralla daba la bienvenida, no habían guardias y eso era bueno, tras el arco de la muralla una anciana que curtia cuero en las afueras de su casa, seguido de otra casa que por el letrero, era la casa de comercio, al lado izquierdo la herrería y al lado derecho después de la casa de comercio la posada el gigante dormido, Mia decidió que iría por algo, quizá alquilar una habitación y dormir que bien le hace falta y comer algo decente. Mia entro a la posada, era modesta y bien organizada, tenía todo lo que necesitaba, avanzó hacia el tabernero y alquiló una habitación, diez monedas le pidió las cuales ella sacó de su bolsa, si, la paga de su último contrato, el último antes que todo se viniera abajo, pidió un tazón de estofado de ternera, hidromiel y pan, luego fue a tomar su asiento esperando lo pedido cuando en ese momento, dentro de ella algo se sacudió, era como si algo o alguien la llamara, disimuladamente buscó por todo lado y nada encontró, la dueña de la taberna, una nórdica de cabello rubio le sirvió su pedido pero Mia tenía la mirada perdida, temblaba como si tuviese frio, ella le preguntó si estaba bien y fue ahí donde Mia reaccionó y asintió, ella se retiró pero no dejó de observarla, Mia aún seguía sintiendo esa rara sensación, acabó su comida de prisa y luego se dirigió al cuarto asignado para ella, tal vez era el cansancio que estaba jugándole una mala pasada, eso era lo que ella pensaba sin imaginarse que a pocos kilómetros de ahí, en Helgen, estaba presenciándose la llegada del Devorador de Mundos, Alduin, su padre.
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  • El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro.

    Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada.

    Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido.
    -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima.
    -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente.

    Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años.

    La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos.

    Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón.
    Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida.

    -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados.

    Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta.

    Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello.

    -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano.
    -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte.

    Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba.
    Esa noche murió la bailarina obediente.

    Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado.
    Y ahora... era libre.
    El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro. Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada. Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido. -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima. -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente. Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años. La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos. Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón. Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida. -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados. Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta. Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello. -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano. -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte. Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba. Esa noche murió la bailarina obediente. Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado. Y ahora... era libre.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Muchos visitantes me hace preguntarme, si han perdido algo, si sienten vergüenza o miedo de iniciar algo. No teman, no me los comeré.
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  • Más que un rey pareces un niño perdido que acabó de encontrarse con sus padres.
    Más que un rey pareces un niño perdido que acabó de encontrarse con sus padres.
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    --- El nacimiento de Ozma, el Rey Caído ---

    En un día que debía ser eterno, el padre de Jenifer encontró a su esposa sin vida. La luz se apagó en sus ojos, y con ella, el mundo perdió su color.

    El dolor lo corrompió. El Rey, antes conocido como Oz, se quebró. Su nombre ya no podía contener su furia. Desde entonces, sería llamado Ozma. Un nombre que resonaría como maldición y lamento.

    —El mundo me negó la felicidad... ahora todos morirán. ¡Todos conocerán mi dolor! Este es mi decreto: Voy a acabar con todo, hasta que no quede nada... excepto ella.

    Excepto Jenifer, su hija. La única chispa que no quiso apagar.

    Ozma comenzó su cruzada: ciudades fueron arrasadas, reinos reducidos a cenizas. Y Jenifer, aún inocente, fue enviada a conquistar pequeños territorios. Ella creía que su padre buscaba paz. Que reconstruiría lo perdido.

    Pero las palabras de Ozma, su mirada, sus actos... revelaron otra verdad. Una codicia destructora que no buscaba redención, sino ruina.

    Fue entonces que Jenifer lo enfrentó. Y con el corazón desgarrado, lo selló en el Jardín Prohibido, el lugar donde —según las leyendas— nació la verdadera vida en la Tierra.

    Allí, entre raíces antiguas y runas olvidadas, quedó encerrado el Rey que quiso rehacer el mundo a partir del dolor.

    https://www.youtube.com/watch?v=Eae1j_LkLyk&ab_channel=TanjiroK
    --- El nacimiento de Ozma, el Rey Caído --- En un día que debía ser eterno, el padre de Jenifer encontró a su esposa sin vida. La luz se apagó en sus ojos, y con ella, el mundo perdió su color. El dolor lo corrompió. El Rey, antes conocido como Oz, se quebró. Su nombre ya no podía contener su furia. Desde entonces, sería llamado Ozma. Un nombre que resonaría como maldición y lamento. —El mundo me negó la felicidad... ahora todos morirán. ¡Todos conocerán mi dolor! Este es mi decreto: Voy a acabar con todo, hasta que no quede nada... excepto ella. Excepto Jenifer, su hija. La única chispa que no quiso apagar. Ozma comenzó su cruzada: ciudades fueron arrasadas, reinos reducidos a cenizas. Y Jenifer, aún inocente, fue enviada a conquistar pequeños territorios. Ella creía que su padre buscaba paz. Que reconstruiría lo perdido. Pero las palabras de Ozma, su mirada, sus actos... revelaron otra verdad. Una codicia destructora que no buscaba redención, sino ruina. Fue entonces que Jenifer lo enfrentó. Y con el corazón desgarrado, lo selló en el Jardín Prohibido, el lugar donde —según las leyendas— nació la verdadera vida en la Tierra. Allí, entre raíces antiguas y runas olvidadas, quedó encerrado el Rey que quiso rehacer el mundo a partir del dolor. https://www.youtube.com/watch?v=Eae1j_LkLyk&ab_channel=TanjiroK
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