• Hoy alguien me saludó con notoria alegría, llamó por mi nombre, me dio un cumplido por mi vestido, preguntó por mi salud y se marchó.

    Mi pecho duele, mi cabeza me da vueltas y no aguanto la necesidad de llorar.
    Desearia poder recordar quién es, tal y como ellos me recuerdan y me mantienen en sus pensamientos.
    Hoy alguien me saludó con notoria alegría, llamó por mi nombre, me dio un cumplido por mi vestido, preguntó por mi salud y se marchó. Mi pecho duele, mi cabeza me da vueltas y no aguanto la necesidad de llorar. Desearia poder recordar quién es, tal y como ellos me recuerdan y me mantienen en sus pensamientos.
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  • Algo no anda bien
    Fandom Oc/hololive
    Categoría Acción
    𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗

    Aquellos días en la playa con su novio, apartada del bullicio y las emociones desbordadas de la boda de Bael y Diva, habían sido el refugio perfecto para una mente cansada. Pero, a pesar de la calma exterior, algo en su interior seguía inquieto. Recordaba la boda: el amor, la alegría de sus amigos pero también existian los recuerdos de traición y dolor.

    La figura de Eros seguía rondando sus pensamientos como una sombra persistente. La forma en la que había intentado separarla de su amado, manipulando sus sentimientos, dejando cicatrices en su confianza. No podía dejar de pensar en Diluc, su mejor amigo, quién la había decepcionado con sus acciones. Y luego, las palabras de Dana y Skadi, las que siempre destilaban veneno y resentimiento a pesar de no haberles hecho nunca nada. Si bien la fachada que habia guardado durante la boda habia sido bastante creible; Irys sabia que se tenian algo entre manos.

    Fue entonces, mientras se levantaba para dar un paseo por la orilla, que sus ojos se encontraron con los de el albino. Irys había regresado para recoger una manta que había olvidado, y al volverse para mirarlo, sus ojos se cruzaron. Él parecía sumido en sus propios pensamientos, pero algo en su mirada la inquietó, algo que le heló la sangre. Había una frialdad en sus ojos, una intensidad que no era normal. Era como si estuviera calculando algo, como si estuviera esperando algo ¿o a alguien?

    Un estremecimiento recorrió su espalda. La sensación era extraña, algo que habia sentido antes. Ese jóven, su presencia le resultaba desconcertante. Algo en él le recordaba a Skadi, a esa mercenaria que había intentado matarla días atrás.

    Aunque su rostro no coincidía con el de la mujer, había algo en su postura, en su aura, que despertaba la misma desconfianza. ¿Sería un enviado de ella?

    Irys observó al joven por unos segundos, su intuición diciéndole que algo no estaba bien, que ese encuentro no era una casualidad. Su respiración se aceleró, y antes de que pudiera decidir qué hacer, él comenzó a caminar hacia ella, sus pasos lentos y calculados, como si hubiera estado esperando que ella reaccionara. Irys, con el corazón en la garganta, no podía apartar la vista de él.
    ¿Era una amenaza? ¿O simplemente el eco de sus propias inseguridades? Sin embargo, no podía ignorar la sensación de peligro que la envolvía. Algo en ese momento no estaba bien. Y no sabía si su instinto la estaba protegiendo o si estaba simplemente persiguiendo sombras.
    [P4ranox] Aquellos días en la playa con su novio, apartada del bullicio y las emociones desbordadas de la boda de Bael y Diva, habían sido el refugio perfecto para una mente cansada. Pero, a pesar de la calma exterior, algo en su interior seguía inquieto. Recordaba la boda: el amor, la alegría de sus amigos pero también existian los recuerdos de traición y dolor. La figura de Eros seguía rondando sus pensamientos como una sombra persistente. La forma en la que había intentado separarla de su amado, manipulando sus sentimientos, dejando cicatrices en su confianza. No podía dejar de pensar en Diluc, su mejor amigo, quién la había decepcionado con sus acciones. Y luego, las palabras de Dana y Skadi, las que siempre destilaban veneno y resentimiento a pesar de no haberles hecho nunca nada. Si bien la fachada que habia guardado durante la boda habia sido bastante creible; Irys sabia que se tenian algo entre manos. Fue entonces, mientras se levantaba para dar un paseo por la orilla, que sus ojos se encontraron con los de el albino. Irys había regresado para recoger una manta que había olvidado, y al volverse para mirarlo, sus ojos se cruzaron. Él parecía sumido en sus propios pensamientos, pero algo en su mirada la inquietó, algo que le heló la sangre. Había una frialdad en sus ojos, una intensidad que no era normal. Era como si estuviera calculando algo, como si estuviera esperando algo ¿o a alguien? Un estremecimiento recorrió su espalda. La sensación era extraña, algo que habia sentido antes. Ese jóven, su presencia le resultaba desconcertante. Algo en él le recordaba a Skadi, a esa mercenaria que había intentado matarla días atrás. Aunque su rostro no coincidía con el de la mujer, había algo en su postura, en su aura, que despertaba la misma desconfianza. ¿Sería un enviado de ella? Irys observó al joven por unos segundos, su intuición diciéndole que algo no estaba bien, que ese encuentro no era una casualidad. Su respiración se aceleró, y antes de que pudiera decidir qué hacer, él comenzó a caminar hacia ella, sus pasos lentos y calculados, como si hubiera estado esperando que ella reaccionara. Irys, con el corazón en la garganta, no podía apartar la vista de él. ¿Era una amenaza? ¿O simplemente el eco de sus propias inseguridades? Sin embargo, no podía ignorar la sensación de peligro que la envolvía. Algo en ese momento no estaba bien. Y no sabía si su instinto la estaba protegiendo o si estaba simplemente persiguiendo sombras.
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  • ¿El fin del cuento?
    Fandom The Vampire Diaries | OC
    Categoría Drama
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ¿Eʟ ꜰɪɴ ᴅᴇʟ ᴄᴜᴇɴᴛᴏ?
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Jᴏʀᴅᴀɴ Bᴇʀɢᴍᴀɴ


    ㅤㅤㅤㅤA pesar de lo complicado que pudiera parecer el mundo de Vittoria, parecía que Jordan se había adaptado bastante fácilmente a él. Y, aunque algunos de los aspectos de la naturaleza de la italiana podían llegar a ser algo complicados (como el tema de la transición de humano a vampiro) o truculentos (como era la alimentación vampírica) la verdad era que Jordan retenía bastante bien la información y no necesitó que su, a todas luces, novia, le diera una segunda lección.

    Y con el paso de los dias volvieron a ser la pareja perfecta. Vittoria iba a recogerle al trabajo al terminar la jornada y, como una pareja normal y corriente iban al cine, a cenar o… pasaban la noche en casa de Vittoria o en la de Jordan. Y, a pesar de lo cohibido que se sentía el sheriff por presentarle su modesta caravana en comparación con la imponente casa alquilada de Vittoria, esta pareció encantada con aquel vehículo y lo bien que había aprovechado él aquel espacio. No era una de esas caravanas cochambrosas que salen en las series de televisión donde el protagonista tiene que pisar sobre capas de basura… la verdad era que era bastante comoda y bien aprovechada.

    Había pasado un mes desde aquella tarde en la que Jordan y Vittoria volvieran a darse una oportunidad. Un mes desde que se terminaran las mentiras. Y, aunque los dos estaban bastante atentos a noticias extrañas que pudieran tener la firma de un vampiro, parecía que Mattheus no había hecho acto de presencia. Y, si bien eso parecía alegrar al sheriff y lo mantenía en un estado bastante optimista, Vittoria era algo mas taciturna y pesimista. Pero cuando dejaba escapar alguno de esos funestos pensamientos, Jordan se ocupaba perfectamente de borrar de un plumazo aquellos pensamientos de su cabeza. Podía asegurar, sin miedo a equivocarse, que había sido el mejor mes de toda su vida.

    Aquel día Jordan había prometido llevarla a cenar a un lugar especial como conmemoración de su primer mes oficial como pareja consolidada (a pesar de que antes de la “revelación” habían pasado bastantes semanas juntos). Le había pedido dos cosas: la primera, que se pusiera guapa y dos, que dejase que fuera a recogerla. Bueno en realidad en su llamada de teléfono había dicho algo como:
    -Tú solo déjame recogerte y ponte guapa. Bueno, guapa eres siempre… Pero ya me entiendes, es una noche especial… No quiero decir que nunca sepas como vestir, solo que…

    Y ahí Vittoria le había interrumpido.

    -Jordan. Jordan. Cielo… Lo he entendido- dijo, acompañado de una risa ligera- Buscaré algo con lo que pueda sorprenderte…

    Así que ahora, a diez minutos de que Jordan llegara, Vittoria se encontraba delante del espejo de su vestidor terminando de colocarse los pendientes y revisando por última vez su vestido de color rojo burdeos. No era la primera vez que se vestía asi, la verdad era que estaba acostumbrada a hacer aquella clase de cosas, pero… lo cierto era que hacerlo para una cita con el hombre que queria era mucho más emocionante que hacerlo para captar adeptos para Mattheus.

    Terminó de tomarse la copa de vino blanco y se repasó el pintalabios antes de coger su bolso y descender las escaleras con cierto aire nervioso. No sabia a donde planeaba llevarla, y ahí radicaba lo bonito de aquella celebración. Pero era algo que no había organizado ella, asi que se sentía… No, no eran nervios… La verdad es que era una incertidumbre placentera. Sentía ligeras mariposas, por cliché que sonase, revoloteando en su estómago.

    Era del todo oficial. Estaba totalmente enamorada de ese hombre.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #StarterRol
    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ¿Eʟ ꜰɪɴ ᴅᴇʟ ᴄᴜᴇɴᴛᴏ? ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [JrdnBrgnn] ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤA pesar de lo complicado que pudiera parecer el mundo de Vittoria, parecía que Jordan se había adaptado bastante fácilmente a él. Y, aunque algunos de los aspectos de la naturaleza de la italiana podían llegar a ser algo complicados (como el tema de la transición de humano a vampiro) o truculentos (como era la alimentación vampírica) la verdad era que Jordan retenía bastante bien la información y no necesitó que su, a todas luces, novia, le diera una segunda lección. Y con el paso de los dias volvieron a ser la pareja perfecta. Vittoria iba a recogerle al trabajo al terminar la jornada y, como una pareja normal y corriente iban al cine, a cenar o… pasaban la noche en casa de Vittoria o en la de Jordan. Y, a pesar de lo cohibido que se sentía el sheriff por presentarle su modesta caravana en comparación con la imponente casa alquilada de Vittoria, esta pareció encantada con aquel vehículo y lo bien que había aprovechado él aquel espacio. No era una de esas caravanas cochambrosas que salen en las series de televisión donde el protagonista tiene que pisar sobre capas de basura… la verdad era que era bastante comoda y bien aprovechada. Había pasado un mes desde aquella tarde en la que Jordan y Vittoria volvieran a darse una oportunidad. Un mes desde que se terminaran las mentiras. Y, aunque los dos estaban bastante atentos a noticias extrañas que pudieran tener la firma de un vampiro, parecía que Mattheus no había hecho acto de presencia. Y, si bien eso parecía alegrar al sheriff y lo mantenía en un estado bastante optimista, Vittoria era algo mas taciturna y pesimista. Pero cuando dejaba escapar alguno de esos funestos pensamientos, Jordan se ocupaba perfectamente de borrar de un plumazo aquellos pensamientos de su cabeza. Podía asegurar, sin miedo a equivocarse, que había sido el mejor mes de toda su vida. Aquel día Jordan había prometido llevarla a cenar a un lugar especial como conmemoración de su primer mes oficial como pareja consolidada (a pesar de que antes de la “revelación” habían pasado bastantes semanas juntos). Le había pedido dos cosas: la primera, que se pusiera guapa y dos, que dejase que fuera a recogerla. Bueno en realidad en su llamada de teléfono había dicho algo como: -Tú solo déjame recogerte y ponte guapa. Bueno, guapa eres siempre… Pero ya me entiendes, es una noche especial… No quiero decir que nunca sepas como vestir, solo que… Y ahí Vittoria le había interrumpido. -Jordan. Jordan. Cielo… Lo he entendido- dijo, acompañado de una risa ligera- Buscaré algo con lo que pueda sorprenderte… Así que ahora, a diez minutos de que Jordan llegara, Vittoria se encontraba delante del espejo de su vestidor terminando de colocarse los pendientes y revisando por última vez su vestido de color rojo burdeos. No era la primera vez que se vestía asi, la verdad era que estaba acostumbrada a hacer aquella clase de cosas, pero… lo cierto era que hacerlo para una cita con el hombre que queria era mucho más emocionante que hacerlo para captar adeptos para Mattheus. Terminó de tomarse la copa de vino blanco y se repasó el pintalabios antes de coger su bolso y descender las escaleras con cierto aire nervioso. No sabia a donde planeaba llevarla, y ahí radicaba lo bonito de aquella celebración. Pero era algo que no había organizado ella, asi que se sentía… No, no eran nervios… La verdad es que era una incertidumbre placentera. Sentía ligeras mariposas, por cliché que sonase, revoloteando en su estómago. Era del todo oficial. Estaba totalmente enamorada de ese hombre. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #StarterRol
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  • ╭────༺♡༻────╮
    𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚-𝟏𝟒𝟗𝟐
    ╰────༺♡༻────╯

    𝕄𝕒𝕟𝕤𝕚𝕠𝐧 𝕕𝕖 𝕃𝕠𝕣𝕕 𝔸𝕝𝕖𝕩𝕒𝕟𝕕𝕖𝕣.

    La niebla se cernía espesa sobre los caminos de piedra, como un manto que ocultaba secretos antiguos. Kiara, envuelta en un vestido de terciopelo oscuro que contrastaba con su piel luminosa, caminaba junto a Trevor hacia la majestuosa mansión iluminada por candelabros y antorchas.
    Trevor, siempre cortés, siempre confiable… o eso creía ella.
    —Mi Lord, —dijo con una sonrisa ensayada, haciendo una reverencia ante el anfitrión de la noche— os presento a Kiara, una buena amiga y recién llegada a la ciudad.
    Kiara alzó la vista. Lord Alexander imponía presencia. Alto, de porte regio, con ojos tan oscuros como el vino tinto, que la observaron como quien evalúa una joya rara. Extendió la mano, y ella se la ofreció con elegancia.
    —Un placer, mi Lord. —susurró Kiara con una sonrisa leve.
    Alexander tomó su mano y la besó con suavidad, pero sus pensamientos estaban muy lejos de la cortesía. En su mente resonaban las voces de sus ancestros, susurrándole secretos antiguos: el ritual que traería prosperidad y poder... un ritual que requería la esencia de un ser mágico.
    Una Kitsune.
    —Trevor, déjanos. —ordenó Alexander, sin apartar la mirada de ella.
    Trevor asintió, evitando los ojos de Kiara.
    —Claro, mi Lord… y feliz cumpleaños.
    Desapareció en la multitud de nobles y sombras.
    Kiara se quedó sola, con un cosquilleo extraño en la espalda. La atención del Lord era halagadora, pero también… inquietante. Aunque algo dentro de ella, la parte que aún quería creer en la bondad de los humanos, le decía que podía confiar.
    Pobre ingenua.¿No había aprendido su lección? No se puede confiar en los humanos.
    No sabía que aquella noche, era la pieza final del pacto sellado entre Trevor y Alexander. Aquel hombre al que había salvado incontables veces, aquel en quien había confiado su naturaleza, la había vendido como una mercancía rara.
    Alexander era el mejor postor.
    Su poder Kitsune, tan celosamente guardado, sería usado en un ritual que se remontaba a la era druídica, para sellar fortuna, longevidad… y algo más oscuro.
    Pero Kiara no era tan inocente como creían. Había aprendido. Y no era la única con secretos antiguos latiendo bajo la piel.
    ╭────༺♡༻────╮ 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚-𝟏𝟒𝟗𝟐 ╰────༺♡༻────╯ 𝕄𝕒𝕟𝕤𝕚𝕠𝐧 𝕕𝕖 𝕃𝕠𝕣𝕕 𝔸𝕝𝕖𝕩𝕒𝕟𝕕𝕖𝕣. La niebla se cernía espesa sobre los caminos de piedra, como un manto que ocultaba secretos antiguos. Kiara, envuelta en un vestido de terciopelo oscuro que contrastaba con su piel luminosa, caminaba junto a Trevor hacia la majestuosa mansión iluminada por candelabros y antorchas. Trevor, siempre cortés, siempre confiable… o eso creía ella. —Mi Lord, —dijo con una sonrisa ensayada, haciendo una reverencia ante el anfitrión de la noche— os presento a Kiara, una buena amiga y recién llegada a la ciudad. Kiara alzó la vista. Lord Alexander imponía presencia. Alto, de porte regio, con ojos tan oscuros como el vino tinto, que la observaron como quien evalúa una joya rara. Extendió la mano, y ella se la ofreció con elegancia. —Un placer, mi Lord. —susurró Kiara con una sonrisa leve. Alexander tomó su mano y la besó con suavidad, pero sus pensamientos estaban muy lejos de la cortesía. En su mente resonaban las voces de sus ancestros, susurrándole secretos antiguos: el ritual que traería prosperidad y poder... un ritual que requería la esencia de un ser mágico. Una Kitsune. —Trevor, déjanos. —ordenó Alexander, sin apartar la mirada de ella. Trevor asintió, evitando los ojos de Kiara. —Claro, mi Lord… y feliz cumpleaños. Desapareció en la multitud de nobles y sombras. Kiara se quedó sola, con un cosquilleo extraño en la espalda. La atención del Lord era halagadora, pero también… inquietante. Aunque algo dentro de ella, la parte que aún quería creer en la bondad de los humanos, le decía que podía confiar. Pobre ingenua.¿No había aprendido su lección? No se puede confiar en los humanos. No sabía que aquella noche, era la pieza final del pacto sellado entre Trevor y Alexander. Aquel hombre al que había salvado incontables veces, aquel en quien había confiado su naturaleza, la había vendido como una mercancía rara. Alexander era el mejor postor. Su poder Kitsune, tan celosamente guardado, sería usado en un ritual que se remontaba a la era druídica, para sellar fortuna, longevidad… y algo más oscuro. Pero Kiara no era tan inocente como creían. Había aprendido. Y no era la única con secretos antiguos latiendo bajo la piel.
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  • «Hikaru... B-besó mi mano... Mi...*pof*»sus pensamientos explotaron por el calor entero que envolvió su rostro en un instante.
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  • '╭❥ Cuando estás cansado para querer dormir, pero los pensamientos de tu cabeza no se apagan.
    '╭❥ Cuando estás cansado para querer dormir, pero los pensamientos de tu cabeza no se apagan.
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  • *Tras haber Sido revivido por su maestro el le dió libertad de caminar entre los humanos nuevamente entro a una cafetería para poder ordenar sus pensamientos Pero a la vez extrañaba ver lo que sus ojos antes veía rutinario ahora cada detalle como el cielo azul la vegetación los aromas las risas de la gente pasar le hacían dar cabida que había vuelto *
    *Tras haber Sido revivido por su maestro el le dió libertad de caminar entre los humanos nuevamente entro a una cafetería para poder ordenar sus pensamientos Pero a la vez extrañaba ver lo que sus ojos antes veía rutinario ahora cada detalle como el cielo azul la vegetación los aromas las risas de la gente pasar le hacían dar cabida que había vuelto *
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  • '╭❥ Para algunos tener los sentimientos a flor de piel y expresarlos es un error, para mi es una cualidad que no cualquiera posee. Es fácil ocultar las emociones y los pensamientos, lo verdaderamente difícil es expresarse con la posibilidad de ser juzgado y aún así elegir hacerlo.
    '╭❥ Para algunos tener los sentimientos a flor de piel y expresarlos es un error, para mi es una cualidad que no cualquiera posee. Es fácil ocultar las emociones y los pensamientos, lo verdaderamente difícil es expresarse con la posibilidad de ser juzgado y aún así elegir hacerlo.
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  • La venganza es tan seductora y celosa. No deja que mis pensamientos los ocupe otro persona o sentimiento.
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  • Eclipse Conjurado

    Fondo Musical:

    https://www.youtube.com/watch?v=H0vMGJXtTLc

    Emblemático, supremo, tan dadivoso que hasta las golondrinas podían sentirlo relucir de entre todos los entramados. Se mueve como una oruga, ondulante y de presteza acérrima; quién sino como en el cómo equilibrar la grandeza de su ensoñación. Eleva la crucialita de la aurora boreal de su rostro. Las gotas de sus cuencas, de vestimenta de bruna osadía, hieden a incienso y candores incorruptos. La rueda del tiempo cabalga sobre su pelvis, corrompida por los laureles que arropan la estructura de su corporeidad.

    Esa tan ajena a lo casual de las bestias y estrellas, sangre y altares que forman los aromas de su cuerpo.

    Se persigna, se persigna, se persigna. Sus treinta y tres extremidades hacen el amor con la anatomía de esa nieve lluvia, garganta, espalda, mano y sien que son sometidas a la tortura de sus ecos nacientes. Cercenadas sus primeras almas decaen en el pozo del purgatorio, como una cascada sobre el embrollo de sus versales, de tan crecientes crisálidas indistintas de parir a la villanía de sus pensamientos: venideros de su imaginación.

    Ondula, rasga, acalla su mudez. Muge, ladra, bala y su voz no perfora la pared de hierro, porque los cordeles del eclipse que lo ha reclamado como suyo, cala por sus huesos. Los clavos de la esclavitud con la que lo han condenado enciende la llamada de a los más santos soñadores.

    Frialdad inevitable, gala presea que degüella la profundidad de sus espejismos.

    Trocean los más inmolados la veintena de sus dedos; quedan otras docenas más por las que repartir entre las crías que escudan sus amainadas promesas. Crecen sus alabeos de desideratas. Decrecen sus solfeos de liras labradas con huesos de sus costillas.

    Dignifican el conjuro sobre el mural del teatro en el que representa la buena obra por la que ha arribado al equilibrio de ese planeta corrompido por sendos exterminios. Es un príncipe o una princesa, no se sabe cuál, a la espera de su propio yo. Corrompida su doblegues de premura acaudala; los primeros ritos, segundos compases, terceros valses provocan el emerger del coseno de su madre en el centro de las entrañas del mismísimo regente amanecido.

    Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne.

    Equilibrio del conjurado que sostiene el machete sobre la bilis que ensucia sus labiales y el tronco de su garganta. Muge, ladra y bala con la espesura de un rosal, al instante en que encalla en las orillas. Le reciben con la locura anunciada a sus abismos de emancipación. Con canela desdobla los puntos de la playa. Crea y ejecuta empinadas obras maestras.

    Chocan y vibran, vibran y chocan en el terrario donde las mariposas son depuestas en frascos que encierran a sus deseos. Su garganta es cercenada y el manantial decae de entre el clamor de la comedia, que se luce en su ser con inevitables capacidades de ser riego de mantos y otros conjuros, que en la aldea se pueden sopesar como una buena nueva para los más propensos a ser nacimiento de esperanza.

    Gracia de lunares, en Fa sostenida. Equilibrio de pastizales sobre el puente de mis mejillas. Tersura de rostros, soy un príncipe de sueños. Un Ángel clandestino en tiempo de obsidianas. Maltrecho de corazón, ruego por nosotros en este orfanatorio de poetas muertos. Quien a la causa ennoblece sus extremidades, las junta con un entramado de prismas.

    Un sollozo de espinas renace de entre sus piernas. Muge, ladra y bala y la música sostiene el terror de su mente, la que te imagina con tu manzana dorada en el contraes del arrullo de tus labios. Arrullas a los gritos de otros prisioneros que se decapitan a sí mismos, con malsana y crudezas agallas.

    El eclipse que anuncia la prontitud de la mortandad, es una vez y sólo una vez, de amalgamas de otros tantos afluentes de libertad. De santos aparecidos. De santos cercenados. De otros tantos que se dan las manos en amaestra hambruna y que hacen el amor para romper la maldición de valles de crisantemos y cardenales de plata.
    Eclipse Conjurado Fondo Musical: https://www.youtube.com/watch?v=H0vMGJXtTLc Emblemático, supremo, tan dadivoso que hasta las golondrinas podían sentirlo relucir de entre todos los entramados. Se mueve como una oruga, ondulante y de presteza acérrima; quién sino como en el cómo equilibrar la grandeza de su ensoñación. Eleva la crucialita de la aurora boreal de su rostro. Las gotas de sus cuencas, de vestimenta de bruna osadía, hieden a incienso y candores incorruptos. La rueda del tiempo cabalga sobre su pelvis, corrompida por los laureles que arropan la estructura de su corporeidad. Esa tan ajena a lo casual de las bestias y estrellas, sangre y altares que forman los aromas de su cuerpo. Se persigna, se persigna, se persigna. Sus treinta y tres extremidades hacen el amor con la anatomía de esa nieve lluvia, garganta, espalda, mano y sien que son sometidas a la tortura de sus ecos nacientes. Cercenadas sus primeras almas decaen en el pozo del purgatorio, como una cascada sobre el embrollo de sus versales, de tan crecientes crisálidas indistintas de parir a la villanía de sus pensamientos: venideros de su imaginación. Ondula, rasga, acalla su mudez. Muge, ladra, bala y su voz no perfora la pared de hierro, porque los cordeles del eclipse que lo ha reclamado como suyo, cala por sus huesos. Los clavos de la esclavitud con la que lo han condenado enciende la llamada de a los más santos soñadores. Frialdad inevitable, gala presea que degüella la profundidad de sus espejismos. Trocean los más inmolados la veintena de sus dedos; quedan otras docenas más por las que repartir entre las crías que escudan sus amainadas promesas. Crecen sus alabeos de desideratas. Decrecen sus solfeos de liras labradas con huesos de sus costillas. Dignifican el conjuro sobre el mural del teatro en el que representa la buena obra por la que ha arribado al equilibrio de ese planeta corrompido por sendos exterminios. Es un príncipe o una princesa, no se sabe cuál, a la espera de su propio yo. Corrompida su doblegues de premura acaudala; los primeros ritos, segundos compases, terceros valses provocan el emerger del coseno de su madre en el centro de las entrañas del mismísimo regente amanecido. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Equilibrio del conjurado que sostiene el machete sobre la bilis que ensucia sus labiales y el tronco de su garganta. Muge, ladra y bala con la espesura de un rosal, al instante en que encalla en las orillas. Le reciben con la locura anunciada a sus abismos de emancipación. Con canela desdobla los puntos de la playa. Crea y ejecuta empinadas obras maestras. Chocan y vibran, vibran y chocan en el terrario donde las mariposas son depuestas en frascos que encierran a sus deseos. Su garganta es cercenada y el manantial decae de entre el clamor de la comedia, que se luce en su ser con inevitables capacidades de ser riego de mantos y otros conjuros, que en la aldea se pueden sopesar como una buena nueva para los más propensos a ser nacimiento de esperanza. Gracia de lunares, en Fa sostenida. Equilibrio de pastizales sobre el puente de mis mejillas. Tersura de rostros, soy un príncipe de sueños. Un Ángel clandestino en tiempo de obsidianas. Maltrecho de corazón, ruego por nosotros en este orfanatorio de poetas muertos. Quien a la causa ennoblece sus extremidades, las junta con un entramado de prismas. Un sollozo de espinas renace de entre sus piernas. Muge, ladra y bala y la música sostiene el terror de su mente, la que te imagina con tu manzana dorada en el contraes del arrullo de tus labios. Arrullas a los gritos de otros prisioneros que se decapitan a sí mismos, con malsana y crudezas agallas. El eclipse que anuncia la prontitud de la mortandad, es una vez y sólo una vez, de amalgamas de otros tantos afluentes de libertad. De santos aparecidos. De santos cercenados. De otros tantos que se dan las manos en amaestra hambruna y que hacen el amor para romper la maldición de valles de crisantemos y cardenales de plata.
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