• La noche se alza sobre Mondstadt como un manto de terciopelo oscuro, y aun así, las estrellas parecen demasiado lejanas para ofrecer consuelo. En la quietud de la taberna, el fuego crepita, proyectando sombras que se inclinan como si guardaran secretos antiguos.

    Cierro los ojos un instante, dejando que el aroma del vino acaricie la memoria. Hay batallas que uno libra con la espada… y otras que se libran en silencio, en la soledad de los pensamientos.

    Al abrirlos, mi mirada se cruza con la tuya. No pronuncio tu nombre, pues la cortesía dicta prudencia, pero mi voz, grave y serena, corta el aire con suavidad:

    —Las noches suelen ser demasiado largas cuando uno las enfrenta en soledad. Si deseas… puedes compartir esta mesa. No como un deber, sino como un respiro antes de que el mundo reclame de nuevo nuestras fuerzas.

    Mis palabras se desvanecen como el último acorde de un laúd, dejando la decisión en tus manos, como corresponde.
    La noche se alza sobre Mondstadt como un manto de terciopelo oscuro, y aun así, las estrellas parecen demasiado lejanas para ofrecer consuelo. En la quietud de la taberna, el fuego crepita, proyectando sombras que se inclinan como si guardaran secretos antiguos. Cierro los ojos un instante, dejando que el aroma del vino acaricie la memoria. Hay batallas que uno libra con la espada… y otras que se libran en silencio, en la soledad de los pensamientos. Al abrirlos, mi mirada se cruza con la tuya. No pronuncio tu nombre, pues la cortesía dicta prudencia, pero mi voz, grave y serena, corta el aire con suavidad: —Las noches suelen ser demasiado largas cuando uno las enfrenta en soledad. Si deseas… puedes compartir esta mesa. No como un deber, sino como un respiro antes de que el mundo reclame de nuevo nuestras fuerzas. Mis palabras se desvanecen como el último acorde de un laúd, dejando la decisión en tus manos, como corresponde.
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  • Caja de una amiga:

    Estás?
    Estás dormido?
    Lo siento mucho por hacerte sentir, que soy cortante y fría.
    Me cuesta explicar y ... Siento raro el corazón cuando muestras un interés sincero debido a ello.
    Y no raro de malo, no es mi intención sonar como una víctima y evito hablar de mis sentimientos.
    Yo no soy una persona perfecta... Yo tengo muchos defectos, todos por los cuales me odio y has visto en mi Y duele..
    Duele mucho
    Me arde, me quema... No te imaginas cuanto, cuanto, cuanto me duele.
    Es tan complicado hablar de esto, sin pensar en que... Merezca todo lo malo por conductas que a veces hago y no entiendo... O quizá por como me ven que soy y yo no puedo ver como soy y lo toman como algo horrible.
    Me hacen sentir... Tan... Tan... Horrible.
    Y me duele... Me duele mucho.
    Por eso mejor me callo, antes de cagarla más por estupideces.
    Porque me lastimo mucho. No sabes cuanto... No puedes imaginarte cuanto.
    Y por preferencia callo.
    No es tu culpa, todas las cosas que me has dicho y yo lo tomo como... No sé, demaciado importante.
    Soy quizá.. demaciado sensible, también me eh odiado a mi misma por años.
    Y cuando busco tranquilidad... Es porque me cansé de todo lo malo, porque el dolor me agota profundamente.
    Evito tener golpes horribles de depresión
    Porque los pensamientos negativos retumban tanto en mi cabeza cuando los escucho... Me ciegan y me hacen ver como algo horrible, me lastimo...
    Y no quiero volver a sentir que muero.
    Desee tanto en mi pasado no volver a sentir nada, lo desee tanto frente a un espejo mirándome con odio... Porque el dolor físico en el pecho me oprime más que mi propia existencia.
    Y no quiero ver más eso... Solo, quiero ver...
    Quiero ver el valor que me quiero tener
    Quiero ver... Verme mejor.
    Por eso algunos lados me protegen erróneamente ... Aunque odie no saber cómo me equivoco.
    Es mi dolor el que está hablando... Mi furia por tanto dolor..... Y lamento no poder escapar contigo.
    Dijiste... Que serías mi lugar seguro.... Lamento mucho... Que no sea así.
    Porque ibas a serlo... Iba a confiar en ti porque aunque sea dura, te lo estabas ganando.. Pero...
    No sé en qué momento te metiste en mi pecho y después me exprimiste el corazón.
    Que ya no me siento... En un lugar seguro.
    Sabes... A nadie le digo lo que siento.
    Porque nadie tiene permitido escuchar a mi corazón.
    ni siquiera mi papá... Y mi mejor amiga se lleva un poco de ello. Porque mi mejor amiga.. mi mejor amiga realmente es maravillosa.
    Pero fuera de ahí... Con nadie lloro hablando sobre mis sentimientos.
    Y me estoy abriendo contigo con estos mensajes.. Pero, prefiero continuamente tener la caja de Pandora cerrada por siempre.
    Caja de una amiga: Estás? Estás dormido? Lo siento mucho por hacerte sentir, que soy cortante y fría. Me cuesta explicar y ... Siento raro el corazón cuando muestras un interés sincero debido a ello. Y no raro de malo, no es mi intención sonar como una víctima y evito hablar de mis sentimientos. Yo no soy una persona perfecta... Yo tengo muchos defectos, todos por los cuales me odio y has visto en mi Y duele.. Duele mucho Me arde, me quema... No te imaginas cuanto, cuanto, cuanto me duele. Es tan complicado hablar de esto, sin pensar en que... Merezca todo lo malo por conductas que a veces hago y no entiendo... O quizá por como me ven que soy y yo no puedo ver como soy y lo toman como algo horrible. Me hacen sentir... Tan... Tan... Horrible. Y me duele... Me duele mucho. Por eso mejor me callo, antes de cagarla más por estupideces. Porque me lastimo mucho. No sabes cuanto... No puedes imaginarte cuanto. Y por preferencia callo. No es tu culpa, todas las cosas que me has dicho y yo lo tomo como... No sé, demaciado importante. Soy quizá.. demaciado sensible, también me eh odiado a mi misma por años. Y cuando busco tranquilidad... Es porque me cansé de todo lo malo, porque el dolor me agota profundamente. Evito tener golpes horribles de depresión Porque los pensamientos negativos retumban tanto en mi cabeza cuando los escucho... Me ciegan y me hacen ver como algo horrible, me lastimo... Y no quiero volver a sentir que muero. Desee tanto en mi pasado no volver a sentir nada, lo desee tanto frente a un espejo mirándome con odio... Porque el dolor físico en el pecho me oprime más que mi propia existencia. Y no quiero ver más eso... Solo, quiero ver... Quiero ver el valor que me quiero tener Quiero ver... Verme mejor. Por eso algunos lados me protegen erróneamente ... Aunque odie no saber cómo me equivoco. Es mi dolor el que está hablando... Mi furia por tanto dolor..... Y lamento no poder escapar contigo. Dijiste... Que serías mi lugar seguro.... Lamento mucho... Que no sea así. Porque ibas a serlo... Iba a confiar en ti porque aunque sea dura, te lo estabas ganando.. Pero... No sé en qué momento te metiste en mi pecho y después me exprimiste el corazón. Que ya no me siento... En un lugar seguro. Sabes... A nadie le digo lo que siento. Porque nadie tiene permitido escuchar a mi corazón. ni siquiera mi papá... Y mi mejor amiga se lleva un poco de ello. Porque mi mejor amiga.. mi mejor amiga realmente es maravillosa. Pero fuera de ahí... Con nadie lloro hablando sobre mis sentimientos. Y me estoy abriendo contigo con estos mensajes.. Pero, prefiero continuamente tener la caja de Pandora cerrada por siempre.
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  • —Concedo los deseos de todos... excepto el mío. Porque, ¿qué podría desear?

    Su reflejo en el cristal su nubló con su respiración. Se quedó en silencio un largo momento, y un único pensamiento cruzó su mente, uno que no era capaz de decir en voz alta. Que ironía, la vendedora de deseos no puede ni articular su propio anhelo más profundo. Se apartó bruscamente del vidrio, de repente, como si sus propios pensamientos la hubieran quemado. Una risa seca seca y amarga se le escapó.

    —Tsk, ¡Que estupidez! ¿Ves? Por eso no me autoconcedo deseos. Porque hasta los míos serían letalmente aburridos, asquerosamente cursis y terriblemente... trágicos
    —Concedo los deseos de todos... excepto el mío. Porque, ¿qué podría desear? Su reflejo en el cristal su nubló con su respiración. Se quedó en silencio un largo momento, y un único pensamiento cruzó su mente, uno que no era capaz de decir en voz alta. Que ironía, la vendedora de deseos no puede ni articular su propio anhelo más profundo. Se apartó bruscamente del vidrio, de repente, como si sus propios pensamientos la hubieran quemado. Una risa seca seca y amarga se le escapó. —Tsk, ¡Que estupidez! ¿Ves? Por eso no me autoconcedo deseos. Porque hasta los míos serían letalmente aburridos, asquerosamente cursis y terriblemente... trágicos
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  • -Estaba con mis hijos en el jardín observando cómo jugaban hasta que me decidí a tocar el violín y mis sombras emergieron de mi cuerpo para unirse a mí. Mientras tanto, mis pequeños, al ritmo de la melodía, comenzaron a girar y liberar, cogidos de las manos y aplaudiendo. Eso me elevó el ánimo aún más, al unirme a ellos en el baile.
    Mis pequeños diablillos también danzaban, sacudiendo sus panderetas, hasta que comencé a aconsejar a mis pequeños que no se dejaran influenciar por lo que se dice, y que formaran sus propios pensamientos y decisiones.-

    https://youtu.be/t9HR_bVmYN0?si=6RjD7LpL1j5QJ-X2
    -Estaba con mis hijos en el jardín observando cómo jugaban hasta que me decidí a tocar el violín y mis sombras emergieron de mi cuerpo para unirse a mí. Mientras tanto, mis pequeños, al ritmo de la melodía, comenzaron a girar y liberar, cogidos de las manos y aplaudiendo. Eso me elevó el ánimo aún más, al unirme a ellos en el baile. Mis pequeños diablillos también danzaban, sacudiendo sus panderetas, hasta que comencé a aconsejar a mis pequeños que no se dejaran influenciar por lo que se dice, y que formaran sus propios pensamientos y decisiones.- https://youtu.be/t9HR_bVmYN0?si=6RjD7LpL1j5QJ-X2
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  • Las macabras aventuras de Lilith
    Fandom Role Play Privado. Solo para amistades.
    Categoría Terror
    Estados Unidos, lugar donde te puedes encontrar de todo. Desde personas buenas, cariñosas y amables con buenos pensamientos, hasta personas malvadas con el fin de destruir con el fin de complacerse. De entre todas estas personas una de ellas, una mujer intenta hacerse un nombre en el mundo del crimen desde cero empezando por ganar dinero a través de la red oculta de internet. ¿Podrá ella cumplir sus objetivos? Si me preguntan desde que la conocí mi vida no ha sido mas que un infierno absoluto y sin sentido que ojalá nadie pueda vivirlo. Mi nombre es Sammie y tuve la desgracia de ser comprado por Lilith la protagonista de esta historia y la peor de mis pesadillas en todo sentido.
    Estados Unidos, lugar donde te puedes encontrar de todo. Desde personas buenas, cariñosas y amables con buenos pensamientos, hasta personas malvadas con el fin de destruir con el fin de complacerse. De entre todas estas personas una de ellas, una mujer intenta hacerse un nombre en el mundo del crimen desde cero empezando por ganar dinero a través de la red oculta de internet. ¿Podrá ella cumplir sus objetivos? Si me preguntan desde que la conocí mi vida no ha sido mas que un infierno absoluto y sin sentido que ojalá nadie pueda vivirlo. Mi nombre es Sammie y tuve la desgracia de ser comprado por Lilith la protagonista de esta historia y la peor de mis pesadillas en todo sentido.
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    Grupal
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐)

    Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar.

    Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece.

    Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐) Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar. Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece. Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
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  • *La sala está vacía, y el eco de mis pasos parece ser la única compañía que tengo. El aire está inmóvil, como si aguardara a que mis pensamientos se atrevan a romper el silencio. Me detengo un instante, llevando la mano al pliegue de mi falda, ordenando con precisión un detalle inexistente… un hábito, quizá, para no sentirme del todo abandonada.*

    “No hay nadie…” —susurro, apenas audible, como si me pesara el admitirlo. Mis ojos recorren el espacio con calma, pero también con esa melancolía que solo se permite en soledad—. *Qué curioso… siempre pensé que mi deber sería proteger, servir, acompañar. Ahora que no hay voz que requiera la mía, ni mirada que busque la mía, descubro lo frágil que se siente este instante.*

    *Enderezo mi postura, alisando el delantal como si fuera mi única armadura. No me permito caer en el abandono de la nostalgia; incluso cuando la soledad me envuelve, debo mantenerme entera. Porque soy Alexandrina Sebastiane… y aun si nadie está aquí, sigo existiendo en esta quietud, como una llama contenida que rehúsa apagarse*
    *La sala está vacía, y el eco de mis pasos parece ser la única compañía que tengo. El aire está inmóvil, como si aguardara a que mis pensamientos se atrevan a romper el silencio. Me detengo un instante, llevando la mano al pliegue de mi falda, ordenando con precisión un detalle inexistente… un hábito, quizá, para no sentirme del todo abandonada.* “No hay nadie…” —susurro, apenas audible, como si me pesara el admitirlo. Mis ojos recorren el espacio con calma, pero también con esa melancolía que solo se permite en soledad—. *Qué curioso… siempre pensé que mi deber sería proteger, servir, acompañar. Ahora que no hay voz que requiera la mía, ni mirada que busque la mía, descubro lo frágil que se siente este instante.* *Enderezo mi postura, alisando el delantal como si fuera mi única armadura. No me permito caer en el abandono de la nostalgia; incluso cuando la soledad me envuelve, debo mantenerme entera. Porque soy Alexandrina Sebastiane… y aun si nadie está aquí, sigo existiendo en esta quietud, como una llama contenida que rehúsa apagarse*
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  • Buscando objetivos
    Categoría Drama
    Ya llevaba aproximadamente un mes, viviendo en Japón después de su regreso desde Estados Unidos.

    Itachi, no le agradaba regresar a su país de origen, ya que cada lugar que regresaba permanecía un recuerdo amargo; aun así, en Okinawa tendría una pequeña casa.


    itachi, ya se encontraba bastante estresado por no tener un trabajo, que permanecía encerrado en su casa, pensando si abandonar su país o no.*


    -ugh, extraño a mis amigos…


    *. Murmuró, presionando el entrecejo con la diestra, hasta que una suave brisa le acaricio su rostro como el dorso mismo, que le hizo recordar que el mar está a uno pocos pasos de su hogar…*

    - Mm, el mar…* menciono alegre como hubiese olvidado completamente de la playa, que todo sus pensamientos se disiparon rápidamente, pensando en solo pasar la tarde bajo los rayos del sol.*

    -mañana será...* dijo, refiriéndose que mañana iría a buscar trabajo, por ahora se fue a la habitación a cambiarse y buscar lo necesario para ir al mar.

    Después de unos 20 minutos, ya se encontraba vistiendo unas bermudas, sandalias y camisa blanca, que de su brazo colgaba un bolso llevando sus pertenencias.*

    Debí almorzar... pero bueno. * menciono despreocupado, abandonando la sala de la casa por el ventanal el cual lo llevaría directamente a una escalera que conducía a un puente de madera qué terminaría en la playa.*


    - al parecer hoy no viene nadie…
    Ya llevaba aproximadamente un mes, viviendo en Japón después de su regreso desde Estados Unidos. Itachi, no le agradaba regresar a su país de origen, ya que cada lugar que regresaba permanecía un recuerdo amargo; aun así, en Okinawa tendría una pequeña casa. itachi, ya se encontraba bastante estresado por no tener un trabajo, que permanecía encerrado en su casa, pensando si abandonar su país o no.* -ugh, extraño a mis amigos… *. Murmuró, presionando el entrecejo con la diestra, hasta que una suave brisa le acaricio su rostro como el dorso mismo, que le hizo recordar que el mar está a uno pocos pasos de su hogar…* - Mm, el mar…* menciono alegre como hubiese olvidado completamente de la playa, que todo sus pensamientos se disiparon rápidamente, pensando en solo pasar la tarde bajo los rayos del sol.* -mañana será...* dijo, refiriéndose que mañana iría a buscar trabajo, por ahora se fue a la habitación a cambiarse y buscar lo necesario para ir al mar. Después de unos 20 minutos, ya se encontraba vistiendo unas bermudas, sandalias y camisa blanca, que de su brazo colgaba un bolso llevando sus pertenencias.* Debí almorzar... pero bueno. * menciono despreocupado, abandonando la sala de la casa por el ventanal el cual lo llevaría directamente a una escalera que conducía a un puente de madera qué terminaría en la playa.* - al parecer hoy no viene nadie…
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  • El Eco del Frío Acero
    Fandom OC
    Categoría Original
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona.

    Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador.

    Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida.

    La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve."

    Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen."

    No eran negociaciones, eran ejecuciones.

    Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto.

    "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento."

    Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo.

    "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta."

    El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..."

    Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad.

    "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy."

    De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira.

    "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre."

    Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric.

    Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona. Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador. Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida. La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve." Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen." No eran negociaciones, eran ejecuciones. Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto. "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento." Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo. "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta." El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..." Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad. "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy." De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira. "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre." Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric. Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
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  • -Loki , el dios del engaño y las mentiras, caminando por los jadrines de Valhalla (Asgard) ademas de pensar quien podia molestar y hacer bromas , tenia mucho pensamientos en su cabeza.-

    Vaya, no se quien sera mi victima esta vez!!! ..... ¡que aburrido!
    -Loki , el dios del engaño y las mentiras, caminando por los jadrines de Valhalla (Asgard) ademas de pensar quien podia molestar y hacer bromas , tenia mucho pensamientos en su cabeza.- Vaya, no se quien sera mi victima esta vez!!! ..... ¡que aburrido!
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