• ........Tinis qui ispirir midi hiri piri riginirirti, mis huevos inexistentes esperaran media hora para regenerarse

    **Murmuraba para si el esqueleto con leve molestia, mientras se encontraba sentado en el suelo cociendo la pierna que le fue cortada en su sitio después de haber estado en una pelea unas horas antes, como la mayoría de veces en las que a estado en una pelea logró salir mayor mente ilesa, por lo que recuperar su pierna no fue difícil, aún así aveces le es un tanto molesto tener que esperar a regenerarse completamente**
    ........Tinis qui ispirir midi hiri piri riginirirti, mis huevos inexistentes esperaran media hora para regenerarse **Murmuraba para si el esqueleto con leve molestia, mientras se encontraba sentado en el suelo cociendo la pierna que le fue cortada en su sitio después de haber estado en una pelea unas horas antes, como la mayoría de veces en las que a estado en una pelea logró salir mayor mente ilesa, por lo que recuperar su pierna no fue difícil, aún así aveces le es un tanto molesto tener que esperar a regenerarse completamente**
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  • —¿Por qué solo me gusta pelear? Es lo único que conozco desde que tengo uso de razón. Para sobrevivir, para ser más fuerte, ¡Para ser el rey de Hueco Mundo!
    —¿Por qué solo me gusta pelear? Es lo único que conozco desde que tengo uso de razón. Para sobrevivir, para ser más fuerte, ¡Para ser el rey de Hueco Mundo!
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  • El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro.

    Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada.

    Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido.
    -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima.
    -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente.

    Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años.

    La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos.

    Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón.
    Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida.

    -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados.

    Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta.

    Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello.

    -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano.
    -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte.

    Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba.
    Esa noche murió la bailarina obediente.

    Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado.
    Y ahora... era libre.
    El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro. Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada. Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido. -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima. -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente. Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años. La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos. Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón. Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida. -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados. Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta. Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello. -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano. -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte. Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba. Esa noche murió la bailarina obediente. Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado. Y ahora... era libre.
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  • ⸻ Por favor, guarda silencio y presta atención a lo que tengo que decir. No estoy aquí para pelear, solo quiero hablar contigo. ¿Es tan complicado para ti entender eso?
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  • - Ese par vive peleando por nada y es tan satisfactorio ver sus venas saltando de sus caritas, hacen que mis días sean entretenidos
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  • Se siente muy bien luego de visitar la tumba del primer amigo que hizo desde su despertar en el sistema origen, un Lich de Kuva, su primer némesis, un grineer, le incomoda en parte, porque ha matado incontables clones al servicio de la reina y teme confirmar en el pasado profundo que tennos y grineers pelearon juntos.

    Chroma ni siquiera ruge, entendiendo que este lugar es una tumba en el espacio, donde Hayden con otro Warframe dio fin a la vida voluntariamente de ese grineer, condenado a vivir eternamente bajo el yugo de la reina Y que despertó del control de ella, deseando la muerte por Hayden que servir nuevamente a la reina.

    "Idiota... ambos deseamos lo mismo, libertad de nuestro yugo, tú de la reina y yo de Lotus, echo de menos tus pésimos chistes sobre mi Frost."

    Luego Chroma se inclina al llegar a su destino, donde solo quedan las piezas metálicas de lo que una vez fue un poderoso Lich de Kuva, nemesis de los warframes o al menos una amenaza seria en un principio.

    "Seguro te burlarías de Chroma... ja... ja..."

    Se limpia una lágrima que había descendido por su mejilla.
    Se siente muy bien luego de visitar la tumba del primer amigo que hizo desde su despertar en el sistema origen, un Lich de Kuva, su primer némesis, un grineer, le incomoda en parte, porque ha matado incontables clones al servicio de la reina y teme confirmar en el pasado profundo que tennos y grineers pelearon juntos. Chroma ni siquiera ruge, entendiendo que este lugar es una tumba en el espacio, donde Hayden con otro Warframe dio fin a la vida voluntariamente de ese grineer, condenado a vivir eternamente bajo el yugo de la reina Y que despertó del control de ella, deseando la muerte por Hayden que servir nuevamente a la reina. "Idiota... ambos deseamos lo mismo, libertad de nuestro yugo, tú de la reina y yo de Lotus, echo de menos tus pésimos chistes sobre mi Frost." Luego Chroma se inclina al llegar a su destino, donde solo quedan las piezas metálicas de lo que una vez fue un poderoso Lich de Kuva, nemesis de los warframes o al menos una amenaza seria en un principio. "Seguro te burlarías de Chroma... ja... ja..." Se limpia una lágrima que había descendido por su mejilla.
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  • — Deja de verme así, que no sé por qué te sorprende. ¿No se supone que justo es lo que querías? ¿Qué hubiera más peleas y menos cosas "cursis"? —
    — Deja de verme así, que no sé por qué te sorprende. ¿No se supone que justo es lo que querías? ¿Qué hubiera más peleas y menos cosas "cursis"? —
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  • Esto no es bueno...

    *En un planeta del sector 2089, en un sistema solar catalogado como "Paseo", una investigación sobre ingeniería genética se salió de control, y se habían creado híbridos mutantes a partir de fósiles encontrados en dicho planeta. Estos pretendidos dinosaurios habían arrasado con los asentamientos humanos en ese planeta, y ya eran más de dos semanas desde que se habían desplegado pelotones de la Infantería Móvil para apoyar a la evacuación de los sobrevivientes.
    La última nave de evacuación había despegado, y aunque en teoría no quedaban más sobrevivientes, se pidieron voluntarios para misiones de reconocimiento, en caso de que quedaran algunas últimas personas que por alguna razón no hubieran podido llegar al punto de despegue, así como intentar recuperar información de los laboratorios donde había comenzado el desastre.
    El problema era que estos mutantes resultaron ser casi racionales, por la forma en cómo peleaban, además de que al parecer podían tender trampas, y su ferocidad no era normal. Era como si quisieran exterminar a todos...
    Elios había decidido quedarse, pero la operación era riesgosa, ya que prácticamente era ser abandonado a tu suerte, sin posibilidad de tener suministros, ni refuerzos, aunque se decía que en las ciudades, ahora desiertas, era posible encontrar todo lo necesario para completar la misión. El grave problema era que la energía de las armas, el traje acorazado y las municiones se agotaban cada vez más... Y no hablemos de todos los dinosaurios que acechaban en todos lados.*
    Esto no es bueno... *En un planeta del sector 2089, en un sistema solar catalogado como "Paseo", una investigación sobre ingeniería genética se salió de control, y se habían creado híbridos mutantes a partir de fósiles encontrados en dicho planeta. Estos pretendidos dinosaurios habían arrasado con los asentamientos humanos en ese planeta, y ya eran más de dos semanas desde que se habían desplegado pelotones de la Infantería Móvil para apoyar a la evacuación de los sobrevivientes. La última nave de evacuación había despegado, y aunque en teoría no quedaban más sobrevivientes, se pidieron voluntarios para misiones de reconocimiento, en caso de que quedaran algunas últimas personas que por alguna razón no hubieran podido llegar al punto de despegue, así como intentar recuperar información de los laboratorios donde había comenzado el desastre. El problema era que estos mutantes resultaron ser casi racionales, por la forma en cómo peleaban, además de que al parecer podían tender trampas, y su ferocidad no era normal. Era como si quisieran exterminar a todos... Elios había decidido quedarse, pero la operación era riesgosa, ya que prácticamente era ser abandonado a tu suerte, sin posibilidad de tener suministros, ni refuerzos, aunque se decía que en las ciudades, ahora desiertas, era posible encontrar todo lo necesario para completar la misión. El grave problema era que la energía de las armas, el traje acorazado y las municiones se agotaban cada vez más... Y no hablemos de todos los dinosaurios que acechaban en todos lados.*
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  • ATLANTA — 2:47 A.M.

    Los tacones de Naoki resonaban con autoridad en el mármol del aeropuerto, como si cada paso marcara su territorio otra vez. Atlanta había sobrevivido sin ella por una semana… apenas.

    Apenas cruzó la terminal, el teléfono vibró por quinta vez. Mensajes, notificaciones, llamadas perdidas. Fans, prensa, haters, uno que otro ex que siempre la recordaba justo cuando brillaba. Típico.

    Naoki no respondió. Solo levantó la mirada, gafas oscuras en pleno amanecer y una sonrisa torcida, como si el cansancio no le afectara, como si la gira con la WWE no le hubiera quitado el alma, el sueño y dos uñas postizas. Aún así, su aura estaba intacta. Impecable. Desafiante. Imantada.

    —Mami’s home, —susurró para sí, dejando que las puertas automáticas se abrieran como si Atlanta fuera su amante esperándola con ansias.

    Una chaqueta negra oversized caía de sus hombros dejando ver la camiseta ajustada con el logo desgastado de Motörhead, combinada con un pantalón de cuero que claramente no era cómodo para volar, pero quién demonios pensaba en comodidad cuando se era el espectáculo.

    Sacó un cigarrillo sin prenderlo, solo por el gesto dramático de tenerlo entre los dedos mientras se acercaba al auto que ya la esperaba. El chofer apenas murmuró su nombre, y ella le respondió con un guiño ladino.

    —Tranquilo, nadie se va a poner celoso —bromeó para sí, al subir.

    Miró por la ventana mientras la ciudad pasaba, tan familiar como un ex que nunca se olvida. Recordó cada esquina, cada beso clandestino, cada pelea en el estacionamiento trasero de algún bar, cada promesa rota con sabor a tequila. Y sonrió.

    Atlanta tenía algo que ninguna otra ciudad: su caos estaba hecho a la medida del ego de Naoki.

    Sacó su teléfono, deslizó entre las notificaciones hasta abrir una conversación muy específica. No mandó texto. Solo una foto: su rostro cubierto por el celular en el baño.

    Sin palabras. Solo presencia.

    Naoki estaba de vuelta. Y eso, siempre traía consecuencias.
    ATLANTA — 2:47 A.M. Los tacones de Naoki resonaban con autoridad en el mármol del aeropuerto, como si cada paso marcara su territorio otra vez. Atlanta había sobrevivido sin ella por una semana… apenas. Apenas cruzó la terminal, el teléfono vibró por quinta vez. Mensajes, notificaciones, llamadas perdidas. Fans, prensa, haters, uno que otro ex que siempre la recordaba justo cuando brillaba. Típico. Naoki no respondió. Solo levantó la mirada, gafas oscuras en pleno amanecer y una sonrisa torcida, como si el cansancio no le afectara, como si la gira con la WWE no le hubiera quitado el alma, el sueño y dos uñas postizas. Aún así, su aura estaba intacta. Impecable. Desafiante. Imantada. —Mami’s home, —susurró para sí, dejando que las puertas automáticas se abrieran como si Atlanta fuera su amante esperándola con ansias. Una chaqueta negra oversized caía de sus hombros dejando ver la camiseta ajustada con el logo desgastado de Motörhead, combinada con un pantalón de cuero que claramente no era cómodo para volar, pero quién demonios pensaba en comodidad cuando se era el espectáculo. Sacó un cigarrillo sin prenderlo, solo por el gesto dramático de tenerlo entre los dedos mientras se acercaba al auto que ya la esperaba. El chofer apenas murmuró su nombre, y ella le respondió con un guiño ladino. —Tranquilo, nadie se va a poner celoso —bromeó para sí, al subir. Miró por la ventana mientras la ciudad pasaba, tan familiar como un ex que nunca se olvida. Recordó cada esquina, cada beso clandestino, cada pelea en el estacionamiento trasero de algún bar, cada promesa rota con sabor a tequila. Y sonrió. Atlanta tenía algo que ninguna otra ciudad: su caos estaba hecho a la medida del ego de Naoki. Sacó su teléfono, deslizó entre las notificaciones hasta abrir una conversación muy específica. No mandó texto. Solo una foto: su rostro cubierto por el celular en el baño. Sin palabras. Solo presencia. Naoki estaba de vuelta. Y eso, siempre traía consecuencias.
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  • preparándose para una buena pelea...la libertad siempre estará protegida
    preparándose para una buena pelea...la libertad siempre estará protegida
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