• "𝑂ℎ, 𝐶𝑎𝑛𝑎𝑑𝑎"
    Fandom The Originals
    Categoría Aventura
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ༄ 🇸​🇹​🇦​🇷​🇹​🇪​🇷​ 🇹​🇴​...
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⤹ Freya Mikaelson


    Tras la llamada de Klaus en mitad de la noche, la cual no les había pillado por sorpresa, gracias a los increíbles poderes y la conexión con sus hermanos de su esposa, habían gestionado la vuelta del hibrido en un tiempo record.
    Y es que con el apellido Mikaelson y la cantidad de dinero, bienes y posesiones que la familia había acumulado durante los siglos, no había nada que no fuera sencillo de conseguir.

    Cualquiera podría pensar que después de la primera llegada, del primer resucitado, la sorpresa iría disminuyendo ante la segunda proeza, pero ni mucho menos, no cuando la familia había perdido a tantas personas a lo largo de los años. Estaban todos anhelantes por tener noticias de los seres queridos que faltaban, a pesar de no saber a qué se debían aquellos milagros, ni si los podían tildar como tal.
    Elijah había sido el siguiente, y entre ambos hermanos, no habían dejado de aparecer más personas, licántropos, otros vampiros… el fenómeno no se limitaba tan solo a la familia Mikaelson. Y Keelan no sabía si eso era una buena, o una mala señal.

    La última en regresar había sido Hayley, y el más elegante de los hermanos había sido el encargado de viajar a por ella.

    Keelan no era un hombre cotilla, pero no había que ser un lince para ver la emoción contenía en los ojos de Elijah al recibir noticias sobre la vuelta de la híbrida. Quizás si conseguían esquivar la bala que estaba claro que se dirigía hacia ellos, pudieran volver a tener todos una segunda oportunidad.
    Klaus y Hayley como padres.
    Elijah y Hayley como pareja… y todos como familia, como una familia que no enfrentaba un peligro mortal cada semana. Porque no estaba dispuesto a permitir que aquello ocurriera, no ahora que estaban todos, no con Nik en sus vidas…

    El lobo está presente en aquella reunión familiar tras la llegada de Hayley, escucha y comparte el buen humor que reina en el ambiente, pero se mantiene en un segundo plano haciendo gala de su carácter más reservado.

    Tan solo cuando Elijah propone aquel “plan de búsqueda” sus ojos saltan del original a su mujer, y de esta al mapa que había usado para localizar a sus hermanos, el cual seguía allí, en una pequeña mesa junto con el péndulo.

    >> Al final Freya había encontrado dos señales realmente claras, más fuertes que cualquiera, señales de criaturas sobrenaturales que habían vuelto a la vida y que quizás les dieran, con sus marcas, más información sobre que estaba ocurriendo.
    Hayley y Elijah habían resuelto rastrear la señal de Idaho, y la propia Freya estaba preparándose para viajar a Canadá donde se encontraba su segundo sujeto.

    El último de los Malraux entra en la habitación cargando a un Nik por completo dormido después de estar jugando hasta el agotamiento con Rebekah y Marcel.
    Tras depositar al niño de forma delicada en su cuna, el moreno se dirige hacia el armario, abriendo este de par en par y mirándolo con ojo crítico.

    — ¿Crees que nuestra ropa de abrigo será suficiente en Canadá? Como médico te puedo decir que la hipotermia es algo muy serio…

    Su comentario obtiene lo que busca, la mirada de confusión de su esposa, una mirada que él combate con su mejor sonrisa, mientras se acerca a ella y la atrapa por la cintura.

    — No pensaras que vas a ir sola hasta Canadá para buscar a una criatura sobrenatural resucitada de la que no sabemos absolutamente nada, y que quizás no quiere que la encuentren, ¿verdad? Tu eres más lista que eso, Freya.
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ༄ 🇸​🇹​🇦​🇷​🇹​🇪​🇷​ 🇹​🇴​... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⤹ [THE0LDERSISTER] Tras la llamada de Klaus en mitad de la noche, la cual no les había pillado por sorpresa, gracias a los increíbles poderes y la conexión con sus hermanos de su esposa, habían gestionado la vuelta del hibrido en un tiempo record. Y es que con el apellido Mikaelson y la cantidad de dinero, bienes y posesiones que la familia había acumulado durante los siglos, no había nada que no fuera sencillo de conseguir. Cualquiera podría pensar que después de la primera llegada, del primer resucitado, la sorpresa iría disminuyendo ante la segunda proeza, pero ni mucho menos, no cuando la familia había perdido a tantas personas a lo largo de los años. Estaban todos anhelantes por tener noticias de los seres queridos que faltaban, a pesar de no saber a qué se debían aquellos milagros, ni si los podían tildar como tal. Elijah había sido el siguiente, y entre ambos hermanos, no habían dejado de aparecer más personas, licántropos, otros vampiros… el fenómeno no se limitaba tan solo a la familia Mikaelson. Y Keelan no sabía si eso era una buena, o una mala señal. La última en regresar había sido Hayley, y el más elegante de los hermanos había sido el encargado de viajar a por ella. Keelan no era un hombre cotilla, pero no había que ser un lince para ver la emoción contenía en los ojos de Elijah al recibir noticias sobre la vuelta de la híbrida. Quizás si conseguían esquivar la bala que estaba claro que se dirigía hacia ellos, pudieran volver a tener todos una segunda oportunidad. Klaus y Hayley como padres. Elijah y Hayley como pareja… y todos como familia, como una familia que no enfrentaba un peligro mortal cada semana. Porque no estaba dispuesto a permitir que aquello ocurriera, no ahora que estaban todos, no con Nik en sus vidas… El lobo está presente en aquella reunión familiar tras la llegada de Hayley, escucha y comparte el buen humor que reina en el ambiente, pero se mantiene en un segundo plano haciendo gala de su carácter más reservado. Tan solo cuando Elijah propone aquel “plan de búsqueda” sus ojos saltan del original a su mujer, y de esta al mapa que había usado para localizar a sus hermanos, el cual seguía allí, en una pequeña mesa junto con el péndulo. >> Al final Freya había encontrado dos señales realmente claras, más fuertes que cualquiera, señales de criaturas sobrenaturales que habían vuelto a la vida y que quizás les dieran, con sus marcas, más información sobre que estaba ocurriendo. Hayley y Elijah habían resuelto rastrear la señal de Idaho, y la propia Freya estaba preparándose para viajar a Canadá donde se encontraba su segundo sujeto. El último de los Malraux entra en la habitación cargando a un Nik por completo dormido después de estar jugando hasta el agotamiento con Rebekah y Marcel. Tras depositar al niño de forma delicada en su cuna, el moreno se dirige hacia el armario, abriendo este de par en par y mirándolo con ojo crítico. — ¿Crees que nuestra ropa de abrigo será suficiente en Canadá? Como médico te puedo decir que la hipotermia es algo muy serio… Su comentario obtiene lo que busca, la mirada de confusión de su esposa, una mirada que él combate con su mejor sonrisa, mientras se acerca a ella y la atrapa por la cintura. — No pensaras que vas a ir sola hasta Canadá para buscar a una criatura sobrenatural resucitada de la que no sabemos absolutamente nada, y que quizás no quiere que la encuentren, ¿verdad? Tu eres más lista que eso, Freya.
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  • "𝐶𝑜𝑛𝑓𝑖𝑜 𝑒𝑛 𝑡𝑖, 𝐽𝑎𝑐𝑘...
    Fandom Piratas del caribe
    Categoría Aventura
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ❝... 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑔𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑎𝑟𝑟𝑒𝑝𝑖𝑒𝑛𝑡𝑎"❞
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤCAPITÁN JACK SPARROW

    Habían dado cuenta de la botella de ron, de la primera, y de la segunda. Habían bebido hasta que las monedas del pequeño saquillo que habían rescatado del suelo. Con una botella de ron por medio, ese era el único momento en el que Charlotte no parecía querer arrancarle las rastas al Capitán de la Perla.
    Una vez la bebida se había acabado, la morena se había retirado de nuevo a su navío, con la premisa de elegir a sus hombres para embarcar mañana y de descansar ante la aventura que iban a emprender.

    Pero Charlotte ya sabía los nombres de quieren iban a ir con ella, y sabía que no podría dormir demasiado. Por suerte Randall, su segundo a bordo apuraba una botella en cubierta.

    — No vas a dejarme aquí…

    — Te necesito para que te ocupes del Dragon Mouth, no se lo confiaría a nadie más que a ti, y lo sabes.

    — Me da lo mismo la majadería que se le haya ocurrido esta vez a Jack… vas a estar en su barco, Charlotte, necesitas alguien que te cubra las espaldas…

    — ¿Es que no soy capaz de hacerlo solita? Tú sabes todo de lo que soy capaz…

    — Y también sé que cuando se trata de ese tipo te vuelves una adolescente estúpida, que no es capaz de razonar.

    — Por menos de eso buenos marineros se han pegado tres días atados al mástil, Randall…

    — Pero ahora no estoy hablando con la Capitana Lockhart, estoy hablando con Charlotte, y espero que ella sepa ver que es preocupación sincera.

    — Estaré bien. Atraca aquí el primer día de luna plena de cada mes, y espera tres noches, hasta que la luna vuelve a comenzar su ciclo. Nos volveremos a ver, y los marineros tendrán tres días para gastar todo lo que ganéis en mi ausencia.

    >> ☠ Un pequeño petate, el cual era más grande por dentro que por fuera, una decena de hombres bien elegidos tras ella, y la imagen del Dragon Mouth alejándose hacia el horizonte del cual poco a poco emergía un radiante sol. Era ella quien había elegido embarcar en la Perla, quien había elegido aceptar aquella aventura, y a pesar de que conocía aquel barco mejor de lo que le gustaría, y de que estaba más emocionada de lo que reconocería por aquello, un pequeño soplo de tristeza la embargaba al ver su embarcación partir sin ella.

    — Caballeros, bienvenidos a la Perla Negra.

    ¿Le había robado la frase a Jack? Si, al fin y al cabo aquel era su barco, pero esos eran sus marineros, sus piratas, y si podia pinchar de buena mañana a Sparrow, mejor que mejor, con las mismas y una amplia sonrisa se gira para enfrentar a su anfitrión.

    — ¿Todo listo, Capitán Sparrow?
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ❝... 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑔𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑎𝑟𝑟𝑒𝑝𝑖𝑒𝑛𝑡𝑎"❞ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ[H0istthecolours] Habían dado cuenta de la botella de ron, de la primera, y de la segunda. Habían bebido hasta que las monedas del pequeño saquillo que habían rescatado del suelo. Con una botella de ron por medio, ese era el único momento en el que Charlotte no parecía querer arrancarle las rastas al Capitán de la Perla. Una vez la bebida se había acabado, la morena se había retirado de nuevo a su navío, con la premisa de elegir a sus hombres para embarcar mañana y de descansar ante la aventura que iban a emprender. Pero Charlotte ya sabía los nombres de quieren iban a ir con ella, y sabía que no podría dormir demasiado. Por suerte Randall, su segundo a bordo apuraba una botella en cubierta. — No vas a dejarme aquí… — Te necesito para que te ocupes del Dragon Mouth, no se lo confiaría a nadie más que a ti, y lo sabes. — Me da lo mismo la majadería que se le haya ocurrido esta vez a Jack… vas a estar en su barco, Charlotte, necesitas alguien que te cubra las espaldas… — ¿Es que no soy capaz de hacerlo solita? Tú sabes todo de lo que soy capaz… — Y también sé que cuando se trata de ese tipo te vuelves una adolescente estúpida, que no es capaz de razonar. — Por menos de eso buenos marineros se han pegado tres días atados al mástil, Randall… — Pero ahora no estoy hablando con la Capitana Lockhart, estoy hablando con Charlotte, y espero que ella sepa ver que es preocupación sincera. — Estaré bien. Atraca aquí el primer día de luna plena de cada mes, y espera tres noches, hasta que la luna vuelve a comenzar su ciclo. Nos volveremos a ver, y los marineros tendrán tres días para gastar todo lo que ganéis en mi ausencia. >> ☠ Un pequeño petate, el cual era más grande por dentro que por fuera, una decena de hombres bien elegidos tras ella, y la imagen del Dragon Mouth alejándose hacia el horizonte del cual poco a poco emergía un radiante sol. Era ella quien había elegido embarcar en la Perla, quien había elegido aceptar aquella aventura, y a pesar de que conocía aquel barco mejor de lo que le gustaría, y de que estaba más emocionada de lo que reconocería por aquello, un pequeño soplo de tristeza la embargaba al ver su embarcación partir sin ella. — Caballeros, bienvenidos a la Perla Negra. ¿Le había robado la frase a Jack? Si, al fin y al cabo aquel era su barco, pero esos eran sus marineros, sus piratas, y si podia pinchar de buena mañana a Sparrow, mejor que mejor, con las mismas y una amplia sonrisa se gira para enfrentar a su anfitrión. — ¿Todo listo, Capitán Sparrow?
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  • El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Zaphiro soltó un pequeño quejido al intentar levantarse. Sus músculos aún dolían deliciosamente por la noche ardiente que había compartido con Anyel, una de esas que le dejaban la piel marcada, el corazón aún acelerado, y la sensación de estar completa en sus brazos. Se estiró entre las sábanas revueltas, girando la cabeza para mirar a su novio dormido, tan tranquilo, y no pudo evitar sonreír con ternura.

    -Ahora regreso mi amor... -murmuró bajito, acariciándole el cabello antes de obligarse a salir de la cama.

    Cada paso fue lento, como si todavía flotara en esa nube de placer y calma, pero la emoción de que aquel día comenzarían su viaje le dio energía suficiente para entrar a la cocina. Puso a calentar un poco de café, cortó fruta y empezó a preparar algo sencillo pero hecho con cariño, todo mientras tarareaba bajito, con esa sonrisa boba que sólo él lograba sacar de ella.

    Cuando todo estuvo listo, tomó una bandeja y camino de regreso a la habitación dejando con cuidado el desayuno en una pequeña mesita que tenían en la habitación, antes de acercarse a su lado e inclinarse dejando suaves besos sobre su rostro

    -Buenos días, dormilón…es hora de levantarse -le dijo con suavidad, mientras seguía besando su rostro de forma juguetona antes de terminar sobre sus labios en un pequeño beso- Ya esta el desayuno mi amor...

    Anyel Martnes
    El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Zaphiro soltó un pequeño quejido al intentar levantarse. Sus músculos aún dolían deliciosamente por la noche ardiente que había compartido con Anyel, una de esas que le dejaban la piel marcada, el corazón aún acelerado, y la sensación de estar completa en sus brazos. Se estiró entre las sábanas revueltas, girando la cabeza para mirar a su novio dormido, tan tranquilo, y no pudo evitar sonreír con ternura. -Ahora regreso mi amor... -murmuró bajito, acariciándole el cabello antes de obligarse a salir de la cama. Cada paso fue lento, como si todavía flotara en esa nube de placer y calma, pero la emoción de que aquel día comenzarían su viaje le dio energía suficiente para entrar a la cocina. Puso a calentar un poco de café, cortó fruta y empezó a preparar algo sencillo pero hecho con cariño, todo mientras tarareaba bajito, con esa sonrisa boba que sólo él lograba sacar de ella. Cuando todo estuvo listo, tomó una bandeja y camino de regreso a la habitación dejando con cuidado el desayuno en una pequeña mesita que tenían en la habitación, antes de acercarse a su lado e inclinarse dejando suaves besos sobre su rostro -Buenos días, dormilón…es hora de levantarse -le dijo con suavidad, mientras seguía besando su rostro de forma juguetona antes de terminar sobre sus labios en un pequeño beso- Ya esta el desayuno mi amor... [Anyel01]
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  • La noche estaba en silencio, rota solo por el crujir de las ramas bajo sus botas. El mercenario se detuvo junto al fuego apagado de un campamento abandonado.
    Acomodó la capa oscura sobre sus hombros y dejó que la mirada se clavara en la nada.
    Con un gesto lento, sacó un cuchillo y lo hizo girar entre sus dedos, como si la espera fuera parte de su oficio.

    —¿Vas a quedarte ahí oculto mucho tiempo o piensas mostrarte? —murmuró, sin apartar la vista del filo.
    La noche estaba en silencio, rota solo por el crujir de las ramas bajo sus botas. El mercenario se detuvo junto al fuego apagado de un campamento abandonado. Acomodó la capa oscura sobre sus hombros y dejó que la mirada se clavara en la nada. Con un gesto lento, sacó un cuchillo y lo hizo girar entre sus dedos, como si la espera fuera parte de su oficio. —¿Vas a quedarte ahí oculto mucho tiempo o piensas mostrarte? —murmuró, sin apartar la vista del filo.
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  • La taberna parecía un refugio cálido frente al frío de la noche, pero en aquel rincón solitario el aire adquiría un peso distinto. Sus manos, enguantadas en cuero, sostenían un libro cuyo olor a polvo y humedad evocaba tumbas olvidadas. No era un simple compendio de historias, sino un manuscrito plagado de símbolos crípticos y palabras que parecían vibrar con un eco imposible, como si la tinta aún susurrara a través de los siglos.

    Sus ojos verdes, cansados y obstinados, recorrían cada línea con devoción febril. El relato hablaba de dioses ajenos al entendimiento humano, de entidades que duermen en el abismo y de ciudades hundidas más allá de la cordura. Y aunque cada página le helaba el alma, no dejaba de leer.
    La taberna parecía un refugio cálido frente al frío de la noche, pero en aquel rincón solitario el aire adquiría un peso distinto. Sus manos, enguantadas en cuero, sostenían un libro cuyo olor a polvo y humedad evocaba tumbas olvidadas. No era un simple compendio de historias, sino un manuscrito plagado de símbolos crípticos y palabras que parecían vibrar con un eco imposible, como si la tinta aún susurrara a través de los siglos. Sus ojos verdes, cansados y obstinados, recorrían cada línea con devoción febril. El relato hablaba de dioses ajenos al entendimiento humano, de entidades que duermen en el abismo y de ciudades hundidas más allá de la cordura. Y aunque cada página le helaba el alma, no dejaba de leer.
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  • Recibo muchas visitas anónimas esta noche. Alguien más ha venido a matarme de una vez por todas.
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  • Había desplegado sobre el suelo húmedo los documentos del nuevo contrato. Sus dedos enguantados pasaban las páginas con precisión militar: fotografías borrosas, un mapa del muelle, registros de movimientos nocturnos. Y allí, entre informes aparentemente técnicos, el nombre que la había inquietado la noche anterior. Otra vez. Connor Rowan.

    Cerró los ojos un segundo, aspirando el humo de su cigarro como si fuera aire suficiente para mantener la calma. Sabía que ese nombre era una herida abierta, pero también una trampa.

    El muelle estaba casi desierto a esas horas. Isla Rowan avanzaba entre las sombras con una calma calculada, la capucha negra ocultándole gran parte del rostro.

    Se detuvo detrás de un contenedor y observó. A unos metros, dos hombres armados vigilaban la entrada de un almacén iluminado con luces fluorescentes. Nada fuera de lo común. Pero Isla no se fiaba. Había aprendido que lo evidente rara vez era lo importante.

    Sacó un pequeño visor térmico y lo enfocó hacia el edificio. En el interior, al menos seis figuras más, distribuidas como si esperaran algo… o a alguien. Y entre las cajas, volvió a aparecer ese sello en un documento apilado sobre una mesa metálica: Rowan Industries.

    Isla apretó la mandíbula, sin apartar la mirada. No era casualidad. Nada en su vida lo había sido.

    Guardó el visor y ajustó la pistola en la funda bajo su chaqueta. No necesitaba un plan maestro; su cuerpo se movía por instinto, como siempre. Se deslizó hacia otro ángulo, subiendo a la escalera lateral de un contenedor oxidado para ganar perspectiva. Desde allí, el muelle entero parecía un tablero de ajedrez donde las piezas no sabían que ya estaban condenadas.
    Había desplegado sobre el suelo húmedo los documentos del nuevo contrato. Sus dedos enguantados pasaban las páginas con precisión militar: fotografías borrosas, un mapa del muelle, registros de movimientos nocturnos. Y allí, entre informes aparentemente técnicos, el nombre que la había inquietado la noche anterior. Otra vez. Connor Rowan. Cerró los ojos un segundo, aspirando el humo de su cigarro como si fuera aire suficiente para mantener la calma. Sabía que ese nombre era una herida abierta, pero también una trampa. El muelle estaba casi desierto a esas horas. Isla Rowan avanzaba entre las sombras con una calma calculada, la capucha negra ocultándole gran parte del rostro. Se detuvo detrás de un contenedor y observó. A unos metros, dos hombres armados vigilaban la entrada de un almacén iluminado con luces fluorescentes. Nada fuera de lo común. Pero Isla no se fiaba. Había aprendido que lo evidente rara vez era lo importante. Sacó un pequeño visor térmico y lo enfocó hacia el edificio. En el interior, al menos seis figuras más, distribuidas como si esperaran algo… o a alguien. Y entre las cajas, volvió a aparecer ese sello en un documento apilado sobre una mesa metálica: Rowan Industries. Isla apretó la mandíbula, sin apartar la mirada. No era casualidad. Nada en su vida lo había sido. Guardó el visor y ajustó la pistola en la funda bajo su chaqueta. No necesitaba un plan maestro; su cuerpo se movía por instinto, como siempre. Se deslizó hacia otro ángulo, subiendo a la escalera lateral de un contenedor oxidado para ganar perspectiva. Desde allí, el muelle entero parecía un tablero de ajedrez donde las piezas no sabían que ya estaban condenadas.
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  • ⠀⠀⠀⠀10:00p.m., el aire en la ciudad era frío. Su segundo día en la ciudad y su primera noche en la mansión habían pasado en un silencio demasiado familiar. Pero ella no había vuelto para encerrarse en los recuerdos. Había vuelto para trabajar. Caminó con pasos lentos por la acera, cruzó al llegar a una librería que siempre permanencia cerrada, y atravesó el callejón trasero que daba hacia un bar subterráneo. Bajó las escaleras estrechas y empinadas. Era el tipo de lugar donde la luz era tenue para ocultar manchas y sueños rotos. El lugar perfecto para sus negocios.

    ⠀⠀⠀⠀Así funcionaba. El boca a boca era rápido. Rumores susurrados en bares como este, en foros oscuros de internet, entre aquellos que habían tocado fondo y no tenían a dónde más acudir. Algunos creían que era un mito, una leyenda urbana: "la mujer que concede deseos a cambio de lo que más duele". Otros, que era una estafadora inteligente. Pero los más desesperados... esos eran sus clientes. Los que estaban dispuestos a creer en la mujer de las mariposas rojas y sus tratos que parecían diabólicos.

    ⠀⠀⠀⠀Se sentó en un rincón apartado. Dejó caer su teléfono sobre la mesa. La pantalla mostraba la conversación que había tenido con su cliente, el último mensaje que ella había dejado "𝘠𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳. 𝟣𝟢𝘱.𝘮. 𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘳".

    ⠀⠀⠀⠀El tiempo pasó. El hielo en su vaso se derritió. El asiento frente al suyo permaneció vacío. Su sonrisa relajada se tensó hasta convertirse en una linea delgada.

    —Que decepcionante —susurró para sí.

    ⠀⠀⠀⠀Sacó su teléfono. Marcó el número. Sonó una, dos, tres veces... hasta que una voz mecánica de contestadora: "𝘌𝘭 𝘯𝘶𝘮𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘴𝘵𝘦𝘥 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘰𝘯𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰. 𝘗𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳, 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘢𝘴 𝘵𝘢𝘳𝘥𝘦."

    —¿Es el primer trato en mi segunda noche de regreso... y me plantan? Tsk, que maleducado...

    ⠀⠀⠀⠀El cliente podía haberse echado para atrás, pero ella ya estaba aquí. ¿Por qué desperdiciar tal oportunidad? Apoyó la barbilla en su mano y dejo que su mirada recorriera el lugar. Después de todo, la desesperación era un perfume que ella podía oler a kilómetros.

    —Tocará conseguir otro voluntario —exhaló con fingido cansancio— afortunadamente el mundo está lleno de almas perdidas

    ⠀⠀⠀⠀Alzó su mano con la palma hacia arriba. El aire frente a sus dedos se distorsionó, y de esa pequeña ruptura en la realidad surgió una mariposa roja. Se posó sobre la yema de su dedo índice, y Kazuha acercó su mano a su rostro, observando a la criatura de energía pura.

    —Vamos, preciosa —murmuró— ve y tráeme a alguien... interesante ~

    ⠀⠀⠀⠀Sopló suavemente sobre la mariposa. La criatura se dewprendió de su dedo y luego se lanzó hacia la penumbra del bar, volando en una trayectoria serpenteante, como si pudiera oler las emociones humanas. Se deslizó entre las mesas, y se perdió en la oscuridad de un pasillo lateral, dejando una estela de energía caótica que Kazuha podría sentir y seguir fácilmente. Ahora, solo debía esperar y descubrir quien sería el afortunado...
    ⠀⠀⠀⠀10:00p.m., el aire en la ciudad era frío. Su segundo día en la ciudad y su primera noche en la mansión habían pasado en un silencio demasiado familiar. Pero ella no había vuelto para encerrarse en los recuerdos. Había vuelto para trabajar. Caminó con pasos lentos por la acera, cruzó al llegar a una librería que siempre permanencia cerrada, y atravesó el callejón trasero que daba hacia un bar subterráneo. Bajó las escaleras estrechas y empinadas. Era el tipo de lugar donde la luz era tenue para ocultar manchas y sueños rotos. El lugar perfecto para sus negocios. ⠀⠀⠀⠀Así funcionaba. El boca a boca era rápido. Rumores susurrados en bares como este, en foros oscuros de internet, entre aquellos que habían tocado fondo y no tenían a dónde más acudir. Algunos creían que era un mito, una leyenda urbana: "la mujer que concede deseos a cambio de lo que más duele". Otros, que era una estafadora inteligente. Pero los más desesperados... esos eran sus clientes. Los que estaban dispuestos a creer en la mujer de las mariposas rojas y sus tratos que parecían diabólicos. ⠀⠀⠀⠀Se sentó en un rincón apartado. Dejó caer su teléfono sobre la mesa. La pantalla mostraba la conversación que había tenido con su cliente, el último mensaje que ella había dejado "𝘠𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳. 𝟣𝟢𝘱.𝘮. 𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘳". ⠀⠀⠀⠀El tiempo pasó. El hielo en su vaso se derritió. El asiento frente al suyo permaneció vacío. Su sonrisa relajada se tensó hasta convertirse en una linea delgada. —Que decepcionante —susurró para sí. ⠀⠀⠀⠀Sacó su teléfono. Marcó el número. Sonó una, dos, tres veces... hasta que una voz mecánica de contestadora: "𝘌𝘭 𝘯𝘶𝘮𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘴𝘵𝘦𝘥 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘰𝘯𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰. 𝘗𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳, 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘢𝘴 𝘵𝘢𝘳𝘥𝘦." —¿Es el primer trato en mi segunda noche de regreso... y me plantan? Tsk, que maleducado... ⠀⠀⠀⠀El cliente podía haberse echado para atrás, pero ella ya estaba aquí. ¿Por qué desperdiciar tal oportunidad? Apoyó la barbilla en su mano y dejo que su mirada recorriera el lugar. Después de todo, la desesperación era un perfume que ella podía oler a kilómetros. —Tocará conseguir otro voluntario —exhaló con fingido cansancio— afortunadamente el mundo está lleno de almas perdidas ⠀⠀⠀⠀Alzó su mano con la palma hacia arriba. El aire frente a sus dedos se distorsionó, y de esa pequeña ruptura en la realidad surgió una mariposa roja. Se posó sobre la yema de su dedo índice, y Kazuha acercó su mano a su rostro, observando a la criatura de energía pura. —Vamos, preciosa —murmuró— ve y tráeme a alguien... interesante ~ ⠀⠀⠀⠀Sopló suavemente sobre la mariposa. La criatura se dewprendió de su dedo y luego se lanzó hacia la penumbra del bar, volando en una trayectoria serpenteante, como si pudiera oler las emociones humanas. Se deslizó entre las mesas, y se perdió en la oscuridad de un pasillo lateral, dejando una estela de energía caótica que Kazuha podría sentir y seguir fácilmente. Ahora, solo debía esperar y descubrir quien sería el afortunado...
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  • La noche llegó como la calma 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙪é𝙨 de la tormenta. Todavía se podía sentir el pitido en los oídos, la sensación de que el suelo aún temblaba por las pisadas fuertes o las granadas que se activaban.

    Sin embargo, salvo por eso, había un silencio inquietante. Como si todo estuviera muerto en el campamento improvisado que armaron, ahí, no muy lejos de la batalla. Nadie hablaba. Ni siquiera uno podía estar seguro de si estaban respirando. Habían movimientos escasos.

    Micah estaba terminando de organizar sus suministros luego de haber utilizado algunos recursos. Ya había verificado que sus compañeros estuvieran bien, ahora le faltaba saber qué le quedaba disponible.

    Entonces, a unos metros de distancia, sentado contra un mural destruido, entre escombros, habló uno de sus compañeros, unos de los veteranos allí. Exhaló el humo del cigarrillo mientras abrió la boca y observó al médico.

    —Aún no me creo que estés aquí, Ravenscroft —tenía una media sonrisa, pero en sus ojos se notaba el cansancio—. Luego de lo que te ocurrió, mierda, pensé que ya estabas muerto. Todos lo creímos aquel día, en el pueblo.

    Como respuesta Micah levantó la vista hacia él. Lo único que podían ver eran sus ojos y cejas entre el pasamontañas. Sin embargo, con una mirada podía decir mucho.

    —No sé ustedes... —continuó el hombre, dando una calada al cigarrillo— este ya no es Ravenscroft... No. Es Revenant.

    Se escucharon algunas risas por parte de los demás, pequeñas, leves, mientras que el mencionado por el veterano continuó con su tarea, guardando todo con meticulosidad, cada objeto justo en los lugares que él sabía de memoria.

    —Creo que le queda, tiene sentido —uno de los más jóvenes se hizo presente con su voz, viendo al médico—. Siempre que lo necesitamos aparece, y si tiene que pelear, lo hace.

    A partir de ese momento, cada vez que lo llamaban en persona o por radio, ese apodo se repetía hasta de manera natural: "Revenant, necesitamos apoyo". Y, si bien Micah nunca lo pidió, tampoco lo rechazó. Con el tiempo, el apodo comenzó a ser parte de él tanto como la cicatriz en su cuello que siempre trataba de ocultar.
    La noche llegó como la calma 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙪é𝙨 de la tormenta. Todavía se podía sentir el pitido en los oídos, la sensación de que el suelo aún temblaba por las pisadas fuertes o las granadas que se activaban. Sin embargo, salvo por eso, había un silencio inquietante. Como si todo estuviera muerto en el campamento improvisado que armaron, ahí, no muy lejos de la batalla. Nadie hablaba. Ni siquiera uno podía estar seguro de si estaban respirando. Habían movimientos escasos. Micah estaba terminando de organizar sus suministros luego de haber utilizado algunos recursos. Ya había verificado que sus compañeros estuvieran bien, ahora le faltaba saber qué le quedaba disponible. Entonces, a unos metros de distancia, sentado contra un mural destruido, entre escombros, habló uno de sus compañeros, unos de los veteranos allí. Exhaló el humo del cigarrillo mientras abrió la boca y observó al médico. —Aún no me creo que estés aquí, Ravenscroft —tenía una media sonrisa, pero en sus ojos se notaba el cansancio—. Luego de lo que te ocurrió, mierda, pensé que ya estabas muerto. Todos lo creímos aquel día, en el pueblo. Como respuesta Micah levantó la vista hacia él. Lo único que podían ver eran sus ojos y cejas entre el pasamontañas. Sin embargo, con una mirada podía decir mucho. —No sé ustedes... —continuó el hombre, dando una calada al cigarrillo— este ya no es Ravenscroft... No. Es Revenant. Se escucharon algunas risas por parte de los demás, pequeñas, leves, mientras que el mencionado por el veterano continuó con su tarea, guardando todo con meticulosidad, cada objeto justo en los lugares que él sabía de memoria. —Creo que le queda, tiene sentido —uno de los más jóvenes se hizo presente con su voz, viendo al médico—. Siempre que lo necesitamos aparece, y si tiene que pelear, lo hace. A partir de ese momento, cada vez que lo llamaban en persona o por radio, ese apodo se repetía hasta de manera natural: "Revenant, necesitamos apoyo". Y, si bien Micah nunca lo pidió, tampoco lo rechazó. Con el tiempo, el apodo comenzó a ser parte de él tanto como la cicatriz en su cuello que siempre trataba de ocultar.
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  • Deja de preocuparte, tanto y disfruta la noche quieres mira como bailan las luciérnagas, parecen pequeñas estrellas en el lago.
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