• Reino de Lys, Capítulo #4: La gran guerra nupcial. Parte #1.

    Pero con toda la magnificencia de Lys, fue una terrible decisión la que fue el inicio de la caída de mi pobre hogar; en nombre de iniciar una relación positiva entre Lys y Krassny, el emperador Louis y el Zar Pietrov pactaron un matrimonio arreglado entre el joven emperador y la hija del zar; una preciosa zarevna apenas llegada a la edad adulta de nombre Anastasia Nicolaievna; un ángel hermoso y brillante que simbolizaba la esperanza del pueblo Krassno por su gran belleza y compasión, siendo la única de las tres grandes duquesas de Krassny que se acercaba al pueblo, escuchaba a los ancianos del campo y sus cuentos clásicos, jugaba con sus niños y ayudaba a cocinar a las damas en casa para toda la gente de las aldeas... alguien que tuviera el corazón de esta dulce dama podría tener la confianza de Krassny... ¿Cierto?
    Por desgracia, este tratado tenía un terrible truco debajo; aterrado por la superioridad tecnológica y la poderosa milicia de Krassny, el emperador Louis en realidad introdujo a un espía mago negro en Krassny, bajo al identidad de iván; un joven mayordomo quién tenía la consigna de seducir y desflorar a la princesa en secreto para arruinar a propósito esa unión y darle una oportunidad al imperio D'Lys de atacar primero y con todo a Krassny, buscando conquistar el territorio Krassno...
    Durante el tiempor que Iván estuvo al servicio de la joven Zarevna, logró colarse dentro de su corazón y hacerla perder el norte de por qué aceptaba ser parte del matrimonio político, logrando así sembrar la semilla de la discordia y, una fatídica noche, justo antes de la boda, Iván (quién en secreto era un espía Lysiano que respondía al nombre de Sir Sorel) escaparon juntos al oeste del continente, dejando una carta de puño y letra del emperador, pero hecha pasar por la letra de la duquesa, que dejaba en claro su negativa de casarse con el emperador y no desear ser más una miembro de la realeza, eligiendo su corazón por encima del bien de su nación...
    Eso dio inicio al más grande conflicto bélico de la historia Lysana-Krassna; las guerras nupciales, pues el emperador ahora podía hacerse el ofendido por la traición del Zar y su hija y la falta a su promesa, al igual que del presunto robo del tamboril sagrado, reliquia bendita perteneciente a las bóvedas imperiales, por mano de Iván. Con la familia del Zar en sus tierras y las tropas listas de antemano, se desató una horrible guerra en ese mismo momento... una guerra que duraría más de 300 años.
    Mientras tanto, un punto negro el el cielo persiste... ¿Qué estaba pasando mientras todo el drama ocurría?
    Reino de Lys, Capítulo #4: La gran guerra nupcial. Parte #1. Pero con toda la magnificencia de Lys, fue una terrible decisión la que fue el inicio de la caída de mi pobre hogar; en nombre de iniciar una relación positiva entre Lys y Krassny, el emperador Louis y el Zar Pietrov pactaron un matrimonio arreglado entre el joven emperador y la hija del zar; una preciosa zarevna apenas llegada a la edad adulta de nombre Anastasia Nicolaievna; un ángel hermoso y brillante que simbolizaba la esperanza del pueblo Krassno por su gran belleza y compasión, siendo la única de las tres grandes duquesas de Krassny que se acercaba al pueblo, escuchaba a los ancianos del campo y sus cuentos clásicos, jugaba con sus niños y ayudaba a cocinar a las damas en casa para toda la gente de las aldeas... alguien que tuviera el corazón de esta dulce dama podría tener la confianza de Krassny... ¿Cierto? Por desgracia, este tratado tenía un terrible truco debajo; aterrado por la superioridad tecnológica y la poderosa milicia de Krassny, el emperador Louis en realidad introdujo a un espía mago negro en Krassny, bajo al identidad de iván; un joven mayordomo quién tenía la consigna de seducir y desflorar a la princesa en secreto para arruinar a propósito esa unión y darle una oportunidad al imperio D'Lys de atacar primero y con todo a Krassny, buscando conquistar el territorio Krassno... Durante el tiempor que Iván estuvo al servicio de la joven Zarevna, logró colarse dentro de su corazón y hacerla perder el norte de por qué aceptaba ser parte del matrimonio político, logrando así sembrar la semilla de la discordia y, una fatídica noche, justo antes de la boda, Iván (quién en secreto era un espía Lysiano que respondía al nombre de Sir Sorel) escaparon juntos al oeste del continente, dejando una carta de puño y letra del emperador, pero hecha pasar por la letra de la duquesa, que dejaba en claro su negativa de casarse con el emperador y no desear ser más una miembro de la realeza, eligiendo su corazón por encima del bien de su nación... Eso dio inicio al más grande conflicto bélico de la historia Lysana-Krassna; las guerras nupciales, pues el emperador ahora podía hacerse el ofendido por la traición del Zar y su hija y la falta a su promesa, al igual que del presunto robo del tamboril sagrado, reliquia bendita perteneciente a las bóvedas imperiales, por mano de Iván. Con la familia del Zar en sus tierras y las tropas listas de antemano, se desató una horrible guerra en ese mismo momento... una guerra que duraría más de 300 años. Mientras tanto, un punto negro el el cielo persiste... ¿Qué estaba pasando mientras todo el drama ocurría?
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  • Cierre
    Fandom Bridgerton
    Categoría Otros
    Continuó concentrado leyendo el periódico que escasos unos minutos me entrego nuestro mayordomo.
    En la mesa auxiliar deposite la copa de Whisky, tenía pensado pasar la tarde en el salón de caballeros pero al final decline esa idea.


    Cressida Fife
    Continuó concentrado leyendo el periódico que escasos unos minutos me entrego nuestro mayordomo. En la mesa auxiliar deposite la copa de Whisky, tenía pensado pasar la tarde en el salón de caballeros pero al final decline esa idea. [Lady_Fife]
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  • 𝐋𝐚𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 𝐈𝐈

    — S. XIX —

    La puertecita de madera estaba decorada de lo más llamativa, indicativo de que se trataba del último día.

    ¿Qué sería esta vez?

    El año pasado le había tocado un mensaje bíblico. El año antes que ese, le había tocado un ángel, y los años anteriores al niño Jesús y diversos elementos religiosos para colocar en el pesebre.

    Junior abrió la puerta lentamente, para mantener el suspenso hasta el último segundo… y se encontró con una estrella. Dorada y puntiaguda. Especial para colocar en el árbol del salón.

    —Hmh —dejó salir con poco entusiasmo. —No está mal.
    Los calendarios de adviento ya estaban comenzando a parecerle poco atractivos.

    Probablemente estaba relacionado a que ya estaba creciendo.

    Incluso escribir una carta a Santa Claus le parecía aburrido. La idea de pedir cosas absurdas para poner nerviosos a sus padres siempre le había parecido divertido antes, pero ahora…

    Dejó la figura dentro del calendario de madera para más tarde, cuando la familia se reuniera alrededor del árbol, y se dispuso a vestirse él mismo. Hace un tiempo que había prescindido de los servicios de un sirviente para que lo vistiera, y aunque su padre había insistido en que lo conservara, Junior ya tenía ocho años y podía encargarse de ello sin problema.

    Se abotonó tranquilamente la camisa blanca y procedió con las demás prendas de la misma forma. Frente al espejo, comprobó que todo estuviera colocado prolijamente.

    —Perfecto —musitó.

    Su traje era de un azul profundo, como su mirada. Tenía detalles plateados en los hombros, que caían hacia sus brazos como delicados colgantes que brillaban como pequeños puntos de luz. Un moño del mismo tono cerraba el atuendo; obra de la modista Nina Hopkins, quien, a pesar de llamarse a sí misma una mujer moderna, había optado por un diseño bastante anticuado, pero que no dejaba de ser elegante y hermoso, adecuado para el día de hoy.

    Hoy Junior cenaría un gran banquete con la familia. Después, iría hacia el árbol decorado y colocaría la estrella en la punta, dejaría un vaso de leche y un plato de galletas preparado por Sebastián en la mesa al lado del pino. Se retiraría unos minutos para permitir que sus padres colocaran los regalos, y luego regresaría fingiendo sorprenderse ante la pantomima de sus padres de que era obra de Santa Claus.
    Aunque, a estas alturas, incluso ellos comenzaban a sospechar que Junior ya no creía tanto en aquel amable y bonachón hombre que supuestamente dejaba obsequios en secreto para los niños buenos.

    De hecho, Junior había decidido que hoy sería el fin de esa tradición, quedando como un tierno recuerdo de sus ilusiones infantiles.
    Hacía años que conocía la verdad, pero seguía disfrutando de ello solo por ver a sus padres unidos, poniéndose de acuerdo en sus pedidos irrisorios.

    ¿Sería que este año habían podido encontrar lo que había pedido? No lo creía, pero se moría de ganas de saber cuál había sido su alternativa para complacerlo. Luego, les confesaría que, había sabido la verdad todo el tiempo.

    Los liberaría de esa carga, y, los cargaría con otras de un carácter más relevante que un tonto cuento infantil.

    Junior se dirigió hacia la puerta en dirección al comedor, pero, de repente, esta se abrió de golpe, haciéndolo dar un salto de sorpresa.

    —¿Qué demon…?

    Ni siquiera alcanzó a terminar la frase cuando Finnian apareció con su característica sonrisa grande, llevando un gorrito rojo con el típico pompón blanco en la punta.

    —¡Joven amo! —dijo con entusiasmo, extendiéndole un gorro igual al suyo. —¿Ya está listo? ¡Tome, necesita ponerse esto!

    Junior alzó una ceja mientras tomaba el gorro, desconcertado.
    —¿Por qué?

    —¡Para hacer la ocasión más feliz!

    Aunque dudaba mucho que llevar ese gorrito lo hiciera feliz, no podía negarle nada a Finnian. Su entusiasmo y alegría eran demasiado contagiosos. Con un suspiro resignado, Junior se colocó el gorro, consciente de que probablemente estaba arruinando el conjunto perfectamente diseñado que llevaba.
    “Si Nina se entera, se enfadará”, pensó, aunque sabía bien que ella no lo haría.

    Bajó al comedor acompañado por el entusiasmado jardinero, y lo que encontró al llegar lo dejó pasmado por unos segundos.

    Todos estaban allí: el cocinero, la ama de llaves, el mayordomo y, por supuesto, sus padres. Todos llevaban gorritos navideños similares y lucían sonrisas que irradiaban calidez.

    Quizá Finnian tenía algo de razón.

    Junior se acercó a la mesa con una expresión más relajada y un leve gesto en los labios que podría interpretarse como una sutil sonrisa.

    Cada año sentía menos entusiasmo por ciertos aspectos de la Navidad, pero había algo que nunca cambiaba: a pesar de todo, ver a su familia reunida seguía siendo una de las cosas de la cual nunca se cansaría.
    𝐋𝐚𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬 𝐈𝐈 — S. XIX — La puertecita de madera estaba decorada de lo más llamativa, indicativo de que se trataba del último día. ¿Qué sería esta vez? El año pasado le había tocado un mensaje bíblico. El año antes que ese, le había tocado un ángel, y los años anteriores al niño Jesús y diversos elementos religiosos para colocar en el pesebre. Junior abrió la puerta lentamente, para mantener el suspenso hasta el último segundo… y se encontró con una estrella. Dorada y puntiaguda. Especial para colocar en el árbol del salón. —Hmh —dejó salir con poco entusiasmo. —No está mal. Los calendarios de adviento ya estaban comenzando a parecerle poco atractivos. Probablemente estaba relacionado a que ya estaba creciendo. Incluso escribir una carta a Santa Claus le parecía aburrido. La idea de pedir cosas absurdas para poner nerviosos a sus padres siempre le había parecido divertido antes, pero ahora… Dejó la figura dentro del calendario de madera para más tarde, cuando la familia se reuniera alrededor del árbol, y se dispuso a vestirse él mismo. Hace un tiempo que había prescindido de los servicios de un sirviente para que lo vistiera, y aunque su padre había insistido en que lo conservara, Junior ya tenía ocho años y podía encargarse de ello sin problema. Se abotonó tranquilamente la camisa blanca y procedió con las demás prendas de la misma forma. Frente al espejo, comprobó que todo estuviera colocado prolijamente. —Perfecto —musitó. Su traje era de un azul profundo, como su mirada. Tenía detalles plateados en los hombros, que caían hacia sus brazos como delicados colgantes que brillaban como pequeños puntos de luz. Un moño del mismo tono cerraba el atuendo; obra de la modista Nina Hopkins, quien, a pesar de llamarse a sí misma una mujer moderna, había optado por un diseño bastante anticuado, pero que no dejaba de ser elegante y hermoso, adecuado para el día de hoy. Hoy Junior cenaría un gran banquete con la familia. Después, iría hacia el árbol decorado y colocaría la estrella en la punta, dejaría un vaso de leche y un plato de galletas preparado por Sebastián en la mesa al lado del pino. Se retiraría unos minutos para permitir que sus padres colocaran los regalos, y luego regresaría fingiendo sorprenderse ante la pantomima de sus padres de que era obra de Santa Claus. Aunque, a estas alturas, incluso ellos comenzaban a sospechar que Junior ya no creía tanto en aquel amable y bonachón hombre que supuestamente dejaba obsequios en secreto para los niños buenos. De hecho, Junior había decidido que hoy sería el fin de esa tradición, quedando como un tierno recuerdo de sus ilusiones infantiles. Hacía años que conocía la verdad, pero seguía disfrutando de ello solo por ver a sus padres unidos, poniéndose de acuerdo en sus pedidos irrisorios. ¿Sería que este año habían podido encontrar lo que había pedido? No lo creía, pero se moría de ganas de saber cuál había sido su alternativa para complacerlo. Luego, les confesaría que, había sabido la verdad todo el tiempo. Los liberaría de esa carga, y, los cargaría con otras de un carácter más relevante que un tonto cuento infantil. Junior se dirigió hacia la puerta en dirección al comedor, pero, de repente, esta se abrió de golpe, haciéndolo dar un salto de sorpresa. —¿Qué demon…? Ni siquiera alcanzó a terminar la frase cuando Finnian apareció con su característica sonrisa grande, llevando un gorrito rojo con el típico pompón blanco en la punta. —¡Joven amo! —dijo con entusiasmo, extendiéndole un gorro igual al suyo. —¿Ya está listo? ¡Tome, necesita ponerse esto! Junior alzó una ceja mientras tomaba el gorro, desconcertado. —¿Por qué? —¡Para hacer la ocasión más feliz! Aunque dudaba mucho que llevar ese gorrito lo hiciera feliz, no podía negarle nada a Finnian. Su entusiasmo y alegría eran demasiado contagiosos. Con un suspiro resignado, Junior se colocó el gorro, consciente de que probablemente estaba arruinando el conjunto perfectamente diseñado que llevaba. “Si Nina se entera, se enfadará”, pensó, aunque sabía bien que ella no lo haría. Bajó al comedor acompañado por el entusiasmado jardinero, y lo que encontró al llegar lo dejó pasmado por unos segundos. Todos estaban allí: el cocinero, la ama de llaves, el mayordomo y, por supuesto, sus padres. Todos llevaban gorritos navideños similares y lucían sonrisas que irradiaban calidez. Quizá Finnian tenía algo de razón. Junior se acercó a la mesa con una expresión más relajada y un leve gesto en los labios que podría interpretarse como una sutil sonrisa. Cada año sentía menos entusiasmo por ciertos aspectos de la Navidad, pero había algo que nunca cambiaba: a pesar de todo, ver a su familia reunida seguía siendo una de las cosas de la cual nunca se cansaría.
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  • Queens
    Fandom Bridgerton
    Categoría Drama
    Agradezco a Kate que me diera la fuerza para acabar asistiendo a la fiesta de mi buena amiga Lady Danbury.
    Desde que llegué a la fiesta no he dejado de saludar a todas las mujeres que había a mí alrededor.

    Todavía no he tenido la suerte de encontrarme con la anfitriona, es la primera fiesta de las suyas a las que asisto.

    Veo a Lady Gunningworth acercarse hacia mi encuentro, todas las veces que esa mujer ha venido a visitarme en mi propio hogar.
    Mi mayordomo siempre le mentía informándola de lo ocupado que estaba, en está ocasión no tendré la misma suerte.

    Lady GunningworthSophie Beckett
    Agradezco a Kate que me diera la fuerza para acabar asistiendo a la fiesta de mi buena amiga Lady Danbury. Desde que llegué a la fiesta no he dejado de saludar a todas las mujeres que había a mí alrededor. Todavía no he tenido la suerte de encontrarme con la anfitriona, es la primera fiesta de las suyas a las que asisto. Veo a Lady Gunningworth acercarse hacia mi encuentro, todas las veces que esa mujer ha venido a visitarme en mi propio hogar. Mi mayordomo siempre le mentía informándola de lo ocupado que estaba, en está ocasión no tendré la misma suerte. Lady Gunningworth[Cinderella]
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  • Dudas
    Fandom Bridgerton
    Categoría Original
    Esta misma mañana mientras disfrutaba dando un paseo por los jardines, fui sorprendida por nuestro mayordomo.
    El cual me hizo entrega de la próxima fiesta que organiza Lady Danbury, sus fiestas privadas son muy conocidas entre las mujeres de alta clase.

    De echo después de que mi hija Daphne se casara con el Duque, la invitó una noche a la última que celebro esa temporada.

    Hacía dos años que no había vuelto a celebrar una, hasta hoy.
    Aunque en esta casa es solo para mujeres viudas.

    Todo se encuentra muy tranquilo esta noche en casa, me encuentro sentada ante el fuego de la chimenea, apurando la copa de coñac que me sirvió alguien del servicio.
    No dejo de mirar la invitación, siendo del todo sincera, no tengo ganas de asistir.

    Kate Bridgerton
    Esta misma mañana mientras disfrutaba dando un paseo por los jardines, fui sorprendida por nuestro mayordomo. El cual me hizo entrega de la próxima fiesta que organiza Lady Danbury, sus fiestas privadas son muy conocidas entre las mujeres de alta clase. De echo después de que mi hija Daphne se casara con el Duque, la invitó una noche a la última que celebro esa temporada. Hacía dos años que no había vuelto a celebrar una, hasta hoy. Aunque en esta casa es solo para mujeres viudas. Todo se encuentra muy tranquilo esta noche en casa, me encuentro sentada ante el fuego de la chimenea, apurando la copa de coñac que me sirvió alguien del servicio. No dejo de mirar la invitación, siendo del todo sincera, no tengo ganas de asistir. [Katiekinw]
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  • La invitación
    Fandom Bridgerton
    Categoría Drama
    Los lacayos se están encargando de llevar las compras que lleve acabo esta misma mañana a mis aposentos.
    Nuestro mayordomo me explico que mi hija se encuentra reunida con el ama de llaves en el comedor.

    Por el pasillo escucho como mi hija a mis espaldas empieza a cambiar todas mis ordenes.
    Esta sigue siendo mi casa y no dejaré que lo olvide.

    -Mrs Varley retírese, quiero hablar a solas con mi hija.

    Prudence Dankworth
    Los lacayos se están encargando de llevar las compras que lleve acabo esta misma mañana a mis aposentos. Nuestro mayordomo me explico que mi hija se encuentra reunida con el ama de llaves en el comedor. Por el pasillo escucho como mi hija a mis espaldas empieza a cambiar todas mis ordenes. Esta sigue siendo mi casa y no dejaré que lo olvide. -Mrs Varley retírese, quiero hablar a solas con mi hija. [Th_Featherington]
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  • Descubierta
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Drama
    En este rol me pondré un au para hacer de la Condesa Viuda Lady Gunningworth

    AU Sullivan, ama de llaves de la Condesa viuda Lady GunningworthPenélope Bridgerton

    Araminta

    Durante el desayuno disfrutábamos comiendo en completo silencio como hacemos cada mañana. Mientras nuestro mayordomo finalmente me hace entrega del correo, no hay ningún baile cerca ni nada que merezca la pena leer.
    Rosamund fue directa a sus clases de piano mientras Posy, en verdad no caí en el momento exacto en que abandono el comedor.
    Seguramente este leyendo otro de esos estúpidos libros que no la sirven para nada o bordando.

    Pase el resto de la mañana disfrutando de un día maravilloso de compras.

    A la hora del almuerzo termine comiendo sola, no deseaba la compañía de ninguna de mis dos hijas.

    Estoy decepcionada con Rosamund, puse todas mis esperanzas en ella y no ha conseguido captar la atención de algún candidato digno.
    Tengo que ser mucho más dura con esa insolente muchacha.
    En este rol me pondré un au para hacer de la Condesa Viuda Lady Gunningworth AU Sullivan, ama de llaves de la Condesa viuda Lady Gunningworth[Pluma_CX] Araminta Durante el desayuno disfrutábamos comiendo en completo silencio como hacemos cada mañana. Mientras nuestro mayordomo finalmente me hace entrega del correo, no hay ningún baile cerca ni nada que merezca la pena leer. Rosamund fue directa a sus clases de piano mientras Posy, en verdad no caí en el momento exacto en que abandono el comedor. Seguramente este leyendo otro de esos estúpidos libros que no la sirven para nada o bordando. Pase el resto de la mañana disfrutando de un día maravilloso de compras. A la hora del almuerzo termine comiendo sola, no deseaba la compañía de ninguna de mis dos hijas. Estoy decepcionada con Rosamund, puse todas mis esperanzas en ella y no ha conseguido captar la atención de algún candidato digno. Tengo que ser mucho más dura con esa insolente muchacha.
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  • Ese mayordomo, navideño.
    Ese mayordomo, navideño.
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  • ── La vida sigue...¿No es así?
    Insípida, insulsa, anodino, banal, gris, seca, infeliz, patética... No importa cómo lo diga, me siento muerta en vida. ──

    La duquesa respondió al mayordomo que se había tomado personal apoyarla en su visita de negocios, ajena a que estaba siendo espiada por ese mismo mayordomo.
    Y no era para menos estaba siendo forzada a conocer a posibles hombres que hagan su fortuna aún más grande de lo que ya es.
    Que proveen la mano de obra leal y más herramientas para excavar las interminables minas que son su propiedad. Tenía tanta fortuna, que ni su séptima u octava generación vería la diferencia en los números, no le importaba lo que alguien de ellos podría o no aportar.

    Entonces, uno de los prospectos más fuertes entró por la puerta, escoltado por sus soldados con ese aire de superioridad y dominancia que todo hombre soñaba tener...pero...

    La mirada de Sylvaine estaba puesta en alguien más, de manera fija, alguien completamente fuera de su alcance, alguien que se suponía le había dejado en claro su rechazo y ahora lo veía de manera clara, la forma en la que él protegía a esa mujer de cabellos blancos que sin duda se veía enérgica y joven.

    Era claro, más claro que el agua, no era la juventud, no era la energía... el problema era ella.
    Él ni siquiera le volteó a ver ¿tan horrible era Sylvie? ¿tan insoportable era su mera presencia?

    Las palabras del posible pretendiente sonaban como balbuceos lejanos los cuales ella interrumpió para que él la dejara ir.

    Dio unos cuantos pasos sosteniendo su vestido, planeaba ir detrás de ellos dos, encararlo de una buena vez, no se iba a detener hasta que él verbalmente se lo dijera.

    Pero la misma gente...no los quería juntos, por lo que apenas Adelgard y su acompañante pasaron a otra zona, dos guardias le cerraron el paso a ella, argumentando que la sala solo era para ciudadanos.

    El pecho de la duquesa se sintió pesado, aún así, pidió apoyo para pasar. "Solo saludar a un viejo amigo, solo eso y nada más" mintió.
    Pero ni así, le permitieron pasar.
    ── La vida sigue...¿No es así? Insípida, insulsa, anodino, banal, gris, seca, infeliz, patética... No importa cómo lo diga, me siento muerta en vida. ── La duquesa respondió al mayordomo que se había tomado personal apoyarla en su visita de negocios, ajena a que estaba siendo espiada por ese mismo mayordomo. Y no era para menos estaba siendo forzada a conocer a posibles hombres que hagan su fortuna aún más grande de lo que ya es. Que proveen la mano de obra leal y más herramientas para excavar las interminables minas que son su propiedad. Tenía tanta fortuna, que ni su séptima u octava generación vería la diferencia en los números, no le importaba lo que alguien de ellos podría o no aportar. Entonces, uno de los prospectos más fuertes entró por la puerta, escoltado por sus soldados con ese aire de superioridad y dominancia que todo hombre soñaba tener...pero... La mirada de Sylvaine estaba puesta en alguien más, de manera fija, alguien completamente fuera de su alcance, alguien que se suponía le había dejado en claro su rechazo y ahora lo veía de manera clara, la forma en la que él protegía a esa mujer de cabellos blancos que sin duda se veía enérgica y joven. Era claro, más claro que el agua, no era la juventud, no era la energía... el problema era ella. Él ni siquiera le volteó a ver ¿tan horrible era Sylvie? ¿tan insoportable era su mera presencia? Las palabras del posible pretendiente sonaban como balbuceos lejanos los cuales ella interrumpió para que él la dejara ir. Dio unos cuantos pasos sosteniendo su vestido, planeaba ir detrás de ellos dos, encararlo de una buena vez, no se iba a detener hasta que él verbalmente se lo dijera. Pero la misma gente...no los quería juntos, por lo que apenas Adelgard y su acompañante pasaron a otra zona, dos guardias le cerraron el paso a ella, argumentando que la sala solo era para ciudadanos. El pecho de la duquesa se sintió pesado, aún así, pidió apoyo para pasar. "Solo saludar a un viejo amigo, solo eso y nada más" mintió. Pero ni así, le permitieron pasar.
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  • Intentó de todo, pero ningún mensaje llegaba,
    ¿de verdad la había rechazado?

    Había sido muy audaz, incluso tal vez grosera..¿qué podía esperar?
    Una mujer como ella, intentando socializar con un hombre claramente fuera de su alcance.
    Si ella hablaba de un tema, era más que obvio que él lo conocía de principio a fin, no había nada que ella pudiera hacer para llamar la atención del mayor.

    Podía sentir su pecho pesado, la falta de apetito y un notorio rechazo a salir, socializar o dar la cara.

    ── Después de todo El silencio puede ser mas ruidoso que las palabras. ──

    Musitó antes de tomar el aparatejo que había diseñado directo por la ventana de su balcón, así como las cosas que planeaba mandarle.

    Ni una sola sirvienta, ni un solo mayordomo se atrevieron a acercarse, sabían que era un momento delicado y que cualquier detalle, podría hacerla responder de una manera terrible.

    Intentó de todo, pero ningún mensaje llegaba, ¿de verdad la había rechazado? Había sido muy audaz, incluso tal vez grosera..¿qué podía esperar? Una mujer como ella, intentando socializar con un hombre claramente fuera de su alcance. Si ella hablaba de un tema, era más que obvio que él lo conocía de principio a fin, no había nada que ella pudiera hacer para llamar la atención del mayor. Podía sentir su pecho pesado, la falta de apetito y un notorio rechazo a salir, socializar o dar la cara. ── Después de todo El silencio puede ser mas ruidoso que las palabras. ── Musitó antes de tomar el aparatejo que había diseñado directo por la ventana de su balcón, así como las cosas que planeaba mandarle. Ni una sola sirvienta, ni un solo mayordomo se atrevieron a acercarse, sabían que era un momento delicado y que cualquier detalle, podría hacerla responder de una manera terrible.
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