• #MonoRol | La ira de una infancia rota

    Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar."

    El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida.

    En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve.

    Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban.

    —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo?

    Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas.

    Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona.

    —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo.

    —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento.

    Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv.

    —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas.

    Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso.

    —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia.

    La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca.

    —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella.

    Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada.

    Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas.

    La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida.

    —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza.

    Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada.

    Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
    #MonoRol | La ira de una infancia rota Habían pasado aproximadamente dos meses desde la muerte de su madre, y la pequeña Illyiv estaba sentada sobre el pasto seco, mirando la calle frente a ella a través de la reja de la puerta del orfanato al que la habían transferido. El aire estaba cargado con el olor a tierra y hojas secas, y el sol del ocaso bañaba su pálida piel creando reflejos cálidos en ella. A través de la reja, el mundo exterior parecía tan cercano, y a su vez, inalcanzable. Mientras observaba a los transeúntes y los vehículos pasar, un pensamiento sombrío cruzó su mente: "Nunca salí de la prisión, la prisión simplemente cambió de lugar." El orfanato era un lugar sombrío y frio, las paredes eran grises y los pasillos eran largos y oscuros. Las habitaciones eran pequeñas y desprovistas de decoración, le recordaban a las habitaciones de la casa en la que había vivido, lo que reforzaba la sensación de estar en una prisión. La rutina diaria era estricta, con horarios rígidos para comer, dormir y realizar actividades. Cada día se desarrollaba con una monotonía agotadora, Illyiv se sentía atrapada y sin control sobre su propia vida. En los primeros días, trató de mantenerse apartada de los otros niños. Había pasado tanto tiempo encerrada en casa que no estaba acostumbrada a socializar, en tiempos pasados había ansiado poder compartir con otros niños y tener amigos, pero ahora aquellas ganas se habían desvanecido por completo. El vacío que inundaba cada rincón de su ser la hacían sentir como si estuviera muerta; como si ahora fuera solo un espíritu que vaga por el mundo limitándose a ser tan solo una espectadora. Los traumas de su pasado, el asesinato de su madre y sus constante abusos la habían convertido en una niña retraída y silenciosa. Sus ojos oscuros, que reflejaban una tristeza profunda, eran un contraste inquietante con su cabello blanco como la nieve. Sin embargo, su actitud reservada solo atrajo más atención negativa. Los otros niños se dieron cuenta rápidamente de su aislamiento y comenzaron a burlarse de ella. En el comedor, durante el recreo, en cualquier oportunidad que tenían, las burlas no cesaban. —¡Miren a la rara! —gritaba una niña mientras Illyiv pasaba, señalándola y riéndose junto a otras dos niñas—. ¿Qué te pasó en la espalda, monstruo? Las voces de los niños resonaban en la mente de Illyiv, aturdiéndola. Se sentía abrumada, confusa, sin entender por qué era diferente y por qué no podía encajar. Las heridas de quemaduras en su espalda, resultado de los castigos de su madre, eran un recordatorio constante de su doloroso pasado, pero ahora también se habían convertido en motivo de burlas. Una tarde, mientras estaba sentada en el patio, absorta en sus pensamientos, tres niñas se le acercaron. La líder del grupo, una niña robusta de cabello rizado y piel tostada, se paró frente a ella con una expresión burlona. —¿Qué haces aquí sentada sola, monstruo? —preguntó con un tono despectivo. —... —un breve silencio inundó la escena, Illyiv las miraba con la mirada vacía, y luego añadió—: Podrían simplemente ignorar mi presencia... —su voz débil, vacía, casi un susurró en el viento. Las dos niñas que acompañaban a la líder comenzaron a reír, disfrutando de la incomodidad de Illyiv. —¡Miren cómo se encoge! ¡Parece una ratita asustada! —exclamó una niña rubia y delgada, que se encontraba a un lado de la líder del grupo, y tras su comentario las tres niñas rieron a carcajadas. Illyiv sintió su mente abrumada, como si un torbellino de emociones la envolviera. No entendía por qué la trataban así, no entendía por qué no podía ser como los demás niños. Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Qué débil es tu cuerpo." Esas palabras, junto con las burlas, la atormentaban sin descanso. —¿Es por eso que mi mamá no quería que me juntara con otros niños? —murmuró Illyiv para sí misma, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia. La líder del grupo se acercó más, invadiendo el espacio personal de la pequeña peliblanca. —¿Que dijiste? ¿Por qué no hablas más fuerte, monstruo? ¿Tienes miedo? —provocó, inclinándose hacia ella. Aquellas voces seguían colándose en su mente, las risas se escuchaban de fondo, repitiéndose como ecos que buscaban atormentarla, la pequeña niña de cabello blanco sentía como si su mente pudiera explotar en cualquier momento, su cabeza le dolía. Apretó sus puños, sintiendo como sus propias uñas se clavaban en la suave piel de sus manos, sentía rabia, tristeza, confusión, enojo, irá, frustración, una mezcla de emociones que nisiquiera era capaz de identificar en aquel instante tan breve, su corazón latía como si fuera a salir de su pecho y sentía muchas ganas de llorar, pero en lugar de eso, de repente, en un impulso salvaje y errático, Illyiv se abalanzó sobre la niña. La niña robusta tenía un cuerpo más fuerte, pero Illyiv, fortalecida por los entrenamientos de ballet, se movía con una fuerza inesperada. Ambas cayeron al suelo. Sus pensamientos se nublaron, y solo pudo actuar en base a la ira y frustración acumulada. Sus manos, echas puños, comenzaron a estrellarse contra la figura robusta de aquella niña rizada. La niña intentaba defenderse y esquivar sus golpes, pero la pequeña que estaba sobre ella era rápida y tenía una fuerza descomunal, casi como si estuviera poseída, como si una fuerza oscura la impulsara. Las otras dos niñas intentaron quitar a Illyiv de encima de su amiga, pero fue inútil. Illyiv estaba fuera de control, moviéndose con la fuerza de la desesperación. En un momento de furia ciega, arañó la cara de la niña, dejando marcas profundas, sintiendo como aquella capa de piel superficial había quedado atrapada en sus propias uñas. La niña rizada, tenía el rostro lleno de lágrimas y su mejilla ensangrentada. Illyiv, con los ojos vidriosos, parecía ajena al caos que había desatado. Los gritos y lloriqueos llenaron el aire, creando una atmósfera de pánico. La niña herida comenzó a llorar, y las otras dos niñas gritaron pidiendo ayuda. Los adultos llegaron corriendo, separando a Illyiv de la niña herida. —¡Illyiv, basta! —gritó uno de los cuidadores, sujetándola con fuerza. Con la respiración agitada, sus manos temblando, y los ojos llenos de furia, Illyiv fue llevada a una habitación aislada como castigo. Sentada en la oscuridad, sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, confusión. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no emitió ningún sonido, en cambio, se dejó hundir en un mar de emociones contradictorias. Una vez más, sabía que llorar no cambiaría nada. Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que todo fuera diferente, desconociendo por completo que pronto, su vida estaba por cambiar.
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  • 𝐸𝑠𝑒 𝑚𝑢𝑟𝑜, 𝑛𝑜 𝑑𝑢𝑟𝑎𝑟𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒
    Fandom Castle
    Categoría Acción
    · 🇸​🇹​🇦​🇷​🇹​🇪​🇷​ 🇹​🇴​...
    ㅤㅤ⤹ Kate Beckett


    La realidad supera a la ficción.
    A él cómo escritor de misterio esa frase nunca le había hecho especial gracia. Y hasta ese momento había mantenido sin mucho problema si teoría de que a pesar de que todo escritor necesitaba de una inspiración para llevar sus historias a término, el toque que su imaginación les daba a los libros no era algo que se pudiera conseguir en la aleatoriedad del universo.
    Y sin embargo, en los últimos tiempos… todo aquello había cambiado.

    Cualquiera diría que estaba viviendo una trama de sus novelas. Pero aquello era la vida real y sin embargo había arrastrado fuera de hangar a Kate, habían matado a Montgomery, habían disparado a la inspectora, había eludido la muerte…
    Ante el miedo de perderla Castle le había confesado lo que casi no había aceptado ni ante sí mismo.
    No… aquello no estaba guionizado, ni si quiera se le podría haber ocurrido a la mente más aguda del mejor escritor del mundo…

    Y allí estaba él, en medio de toda aquella vorágine, investigando a escondidas, tratando de encontrar el culpable, de saber quién había contratado aquel francotirador para acabar con la vida de Kate, luchando contra ella y su obsesión por encontrar al asesino su madre. Debia mantenerla lejos de todo aquello, no porque el escritor no quisiera que descubrir aquello y darle a Kate la paz y la justicia que ansiaba, sino porque era la única forma de mantenerla a salvo.

    Como guinda de todo aquello, Richard Castle, un hombre intrínsecamente irónico, el cual usaba el humor como escape, arma y escudo, había pasado a lidiar con la decepción ante la falta de recuerdos de Kate en todo lo referente a su ataque, y por consiguiente a su estúpida y ridícula declaración.
    No ponía en duda en ningún momento la veracidad de todo aquello, pero si sabía, y así se lo había dicho porque no era capaz de guardárselo más, que Kate se refugiaba en su obsesión, y en relaciones con hombres que realmente no amaba.
    No estaba diciendo con todo aquello que le amara a él…
    No, no era tan ingenuo, aunque mentiría si dijera que en ocasiones no le era difícil imaginarse que era verdad. Aquellas miradas de la inspectora, sus gestos, sus palabras, la complicidad más que patente entre ellos… no estaban solo en su cabeza, todo aquello existía de verdad y daba alas a su prolífica mente.

    Sabía que aquel muro tras el que se protegía Kate no duraría para siempre, tan solo necesitaba ser lo suficientemente paciente, y por el momento parecía valerle ser el único en aquella relación.
    Parecía valerle hasta tal punto que aquella mañana había cambiado su “𝑚𝑜𝑑𝑢𝑠 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑖” había pasado por la misma cafetería de siempre donde ya le tenían preparados los dos cafés de todas las mañanas.
    Había sacado su móvil y lo había pasado por el datafono que le tendía la dependienta mientras le miraba directamente a los ojos con una enorme sonrisa y se despedía con un travieso guiño de ojos.

    De camino hasta su meta le habían pedido un par de fotos, había saludado a un grupo de turistas asiáticos en la acera de enfrente… Nada fuera de lo común, nada a excepción de su destino. En aquella mañana no era la comisaria, si no…

    Su dedo índice derecho busca por unos segundos, revoloteando sobre la tabla con la lista de los pisos y sus respectivos botones.
    Cuando encuentra el que busca hunde el dedo y espera unos segundos antes de escuchar la voz femenina.

    — Su pedido de 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑒𝑟𝑜'𝑠 𝑃𝑎𝑠𝑡𝑖𝑐𝑐𝑒𝑟𝑖𝑎 & 𝐶𝑎𝑓𝑓𝑒 ha llegado, ¿sería tan amable de permitirnos la entrada?
    · 🇸​🇹​🇦​🇷​🇹​🇪​🇷​ 🇹​🇴​... ㅤㅤ⤹ [D0ntCallMeMuse] La realidad supera a la ficción. A él cómo escritor de misterio esa frase nunca le había hecho especial gracia. Y hasta ese momento había mantenido sin mucho problema si teoría de que a pesar de que todo escritor necesitaba de una inspiración para llevar sus historias a término, el toque que su imaginación les daba a los libros no era algo que se pudiera conseguir en la aleatoriedad del universo. Y sin embargo, en los últimos tiempos… todo aquello había cambiado. Cualquiera diría que estaba viviendo una trama de sus novelas. Pero aquello era la vida real y sin embargo había arrastrado fuera de hangar a Kate, habían matado a Montgomery, habían disparado a la inspectora, había eludido la muerte… Ante el miedo de perderla Castle le había confesado lo que casi no había aceptado ni ante sí mismo. No… aquello no estaba guionizado, ni si quiera se le podría haber ocurrido a la mente más aguda del mejor escritor del mundo… Y allí estaba él, en medio de toda aquella vorágine, investigando a escondidas, tratando de encontrar el culpable, de saber quién había contratado aquel francotirador para acabar con la vida de Kate, luchando contra ella y su obsesión por encontrar al asesino su madre. Debia mantenerla lejos de todo aquello, no porque el escritor no quisiera que descubrir aquello y darle a Kate la paz y la justicia que ansiaba, sino porque era la única forma de mantenerla a salvo. Como guinda de todo aquello, Richard Castle, un hombre intrínsecamente irónico, el cual usaba el humor como escape, arma y escudo, había pasado a lidiar con la decepción ante la falta de recuerdos de Kate en todo lo referente a su ataque, y por consiguiente a su estúpida y ridícula declaración. No ponía en duda en ningún momento la veracidad de todo aquello, pero si sabía, y así se lo había dicho porque no era capaz de guardárselo más, que Kate se refugiaba en su obsesión, y en relaciones con hombres que realmente no amaba. No estaba diciendo con todo aquello que le amara a él… No, no era tan ingenuo, aunque mentiría si dijera que en ocasiones no le era difícil imaginarse que era verdad. Aquellas miradas de la inspectora, sus gestos, sus palabras, la complicidad más que patente entre ellos… no estaban solo en su cabeza, todo aquello existía de verdad y daba alas a su prolífica mente. Sabía que aquel muro tras el que se protegía Kate no duraría para siempre, tan solo necesitaba ser lo suficientemente paciente, y por el momento parecía valerle ser el único en aquella relación. Parecía valerle hasta tal punto que aquella mañana había cambiado su “𝑚𝑜𝑑𝑢𝑠 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑖” había pasado por la misma cafetería de siempre donde ya le tenían preparados los dos cafés de todas las mañanas. Había sacado su móvil y lo había pasado por el datafono que le tendía la dependienta mientras le miraba directamente a los ojos con una enorme sonrisa y se despedía con un travieso guiño de ojos. De camino hasta su meta le habían pedido un par de fotos, había saludado a un grupo de turistas asiáticos en la acera de enfrente… Nada fuera de lo común, nada a excepción de su destino. En aquella mañana no era la comisaria, si no… Su dedo índice derecho busca por unos segundos, revoloteando sobre la tabla con la lista de los pisos y sus respectivos botones. Cuando encuentra el que busca hunde el dedo y espera unos segundos antes de escuchar la voz femenina. — Su pedido de 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑒𝑟𝑜'𝑠 𝑃𝑎𝑠𝑡𝑖𝑐𝑐𝑒𝑟𝑖𝑎 & 𝐶𝑎𝑓𝑓𝑒 ha llegado, ¿sería tan amable de permitirnos la entrada?
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    Individual
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    Cualquier línea
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    Disponible
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  • Lucille Wimbleton:"¿Quien te hizo esto Hank?"

    —Mi padre....

    —Como madre no se podia permitir que alguien,mucho menos su exposo le haga daño a sus hijos,por lo que algo en ella se activo—

    —¿Que haras?...

    Lucille Wimbleton:"Ser Madre,eso soy,eso fui y eso sere"
    Lucille Wimbleton:"¿Quien te hizo esto Hank?" —Mi padre.... —Como madre no se podia permitir que alguien,mucho menos su exposo le haga daño a sus hijos,por lo que algo en ella se activo— —¿Que haras?... Lucille Wimbleton:"Ser Madre,eso soy,eso fui y eso sere"
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  • "Oh, gran espíritu del Templo Mikage, protector de los corazones y guía de las almas, escucha mi súplica desde lo más profundo de mi ser. Mi hijo, sangre de mi sangre, camina por un sendero lleno de desafíos y sombras. Ruego que tus bendiciones lo cubran, que tus manos invisibles lo sostengan cuando tropiece y que tu luz lo guíe hacia un futuro de paz y bondad. Dale fortaleza para enfrentar sus pruebas, sabiduría para tomar decisiones justas y un corazón que no pierda la fe. Como madre, te imploro que no lo abandones, pues en tus manos confío su destino."

    Escucho claramente la voz de la anciana a mis oídos, y logro ver por el pequeño altar a la misma de cabello blancos, con una expresión de pura esperanza. *Abro la boca sorprendida*

    ⸻La pude escuchar... ¿Y ahora que puedo hacer? ¿Qué haría Mikage-san en este caso?
    "Oh, gran espíritu del Templo Mikage, protector de los corazones y guía de las almas, escucha mi súplica desde lo más profundo de mi ser. Mi hijo, sangre de mi sangre, camina por un sendero lleno de desafíos y sombras. Ruego que tus bendiciones lo cubran, que tus manos invisibles lo sostengan cuando tropiece y que tu luz lo guíe hacia un futuro de paz y bondad. Dale fortaleza para enfrentar sus pruebas, sabiduría para tomar decisiones justas y un corazón que no pierda la fe. Como madre, te imploro que no lo abandones, pues en tus manos confío su destino." Escucho claramente la voz de la anciana a mis oídos, y logro ver por el pequeño altar a la misma de cabello blancos, con una expresión de pura esperanza. *Abro la boca sorprendida* ⸻La pude escuchar... ¿Y ahora que puedo hacer? ¿Qué haría Mikage-san en este caso?
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  • ༒☬ Давным-давно... ☬༒

    𝐔𝐧 𝐝í𝐚 𝐝𝐞𝐥𝐞𝐢𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐥 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐝𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐢𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐚𝐫𝐚í𝐬𝐨; 𝐚𝐥 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐩𝐫𝐮𝐞𝐛𝐚𝐬 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐚𝐫𝐠𝐨 𝐲 á𝐜𝐢𝐝𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨.





    𝙰𝚕𝚎𝚔𝚜𝚎𝚒 𝙺𝚒𝚎𝚟 𝙽𝚘𝚟𝚊𝚔𝚘𝚟 𝚁𝚘𝚖𝚊𝚕𝚜𝚔𝚘 - 𝟸𝟶𝟷𝟽

    Fue hace mucho tiempo. Había un hombre fuerte, de piel blanca y mirada oscura, que parecía tragarse el abismo más profundo. Un hombre conocido, respetado, admirado y querido.

    Su nombre pasaba de boca en boca en las iglesias que visitaba. Sus donaciones exorbitantes eran como un gran milagro para la ayuda de la Iglesia Católica. Aquellos que tuvieron la suerte de mantener una conversación con él juraban que hablaban con un santo. A pesar de poseer empresas de armas, era una figura pública amada.

    Incluso llegaba a reservar iglesias para oraciones dedicadas a todo su personal. ¿Cómo podrían odiar a ese hombre? Incluso cuando el gobierno les daba la espalda, él tendía la mano a quienes le ofrecían lealtad, sin que ellos supieran que aquel hombre no era más que el mismo diablo con la máscara de un mesías.
    Aquellas reservas no eran más que reuniones para controlar a su gente. El agua bendita caía sobre sus armas, y la religión no era más que una herramienta para engañar a la gente incauta. Sus palabras eran tan dulces como el korovka, mientras que sus amenazas eran tan amargas como el nastoyka.

    Estaba más que involucrado en asuntos de Estado, siendo los políticos su baraja de cartas favorita. Gobernó la tierra helada de Rusia desde las sombras, reemplazando al “Zar”. Utilizaba a los presidentes como títeres de carne y hueso, solo para mantenerlos gobernados y, muy pronto, tomar todo el poder político.

    “𝘏𝘢𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦 é𝘭”.

    Los enemigos no estaban contentos con su dominio sobre gran parte de Rusia. Su influencia no solo creaba alianzas, sino que también los arrinconaba, obligándolos a comer las sobras que él dejaba.
    Cada noche no era más que un intento de matarlo: veneno, francotiradores y bombas. Sin embargo, este hombre se reía junto con la muerte, como si fuera su amiga de toda la vida, y terminaba con la existencia de aquellos que intentaban asesinarlo.

    Debían tener cuidado, incluso si las reuniones eran secretas. Él siempre se presentaba, y una vez más, cabezas rodaban. A sus enemigos no les agradaba cómo terminaba todo esto. Los rivales se sumaban, y solo entonces surgió una idea:

    “𝘋𝘦𝘣𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘯𝘦𝘳 𝘢𝘭 𝘡𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢”.

    La idea era tan descabellada. Todos en Rusia sabían que él era su hijo más querido, el primogénito de la misma madre rusa.
    Pero, ¿Quién iba a imaginar que solo bastarían la cabeza de una mujer y tres niños para dejarlo completamente débil y loco, hasta el punto en que su padre lo considerara un peligro?

    Los rumores marcaron su sentencia, y un abogado se encargó de sellar su destino por completo.


    A̶l̶e̶k̶s̶e̶i̶ 𝙺𝚒𝚎𝚟 N̶o̶v̶a̶k̶o̶v̶ 𝚁𝚘𝚖𝚊𝚕𝚜𝚔𝚘 - 𝟸𝟶𝟸𝟻


    Lo tenían aprisionado peor que a un animal. El sonido de las cadenas resonaba en el aire mientras sus muñecas, sujetas por gruesos eslabones, lo mantenían suspendido. Entre sus dientes apretaba una barra de metal que le impedía articular palabra alguna. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? No podía saberlo con certeza; no había ni una sola gota de luz que rompiera la oscuridad opresiva de su calvario.

    Las quemaduras recientes en su cuerpo comenzaban a cerrarse lentamente, mientras el olor a carne chamuscada se desvanecía con el pasar de los segundos. Las profundas heridas, de las que aún brotaba sangre, teñían el suelo bajo él. Poco a poco, estas también empezaban a sellarse. Pero el ardor del líquido que le inyectaban en las venas seguía consumiéndolo por dentro, un tormento desesperante que lo llevaba al borde de la locura. Esta vez, las dosis habían aumentado considerablemente, dejando su mente en blanco, inmóvil, incapaz de resistirse a las torturas.

    Las voces eran lo único que lo acompañaban, un eco persistente que lo mantenía aferrado a un frágil hilo de “cordura”. Eran suaves, pero extrañamente irreconocibles, y su cerebro, enredado en el dolor y la confusión. Una mansión incendiada, una mujer extraña que simplemente provocaba el dolor más profundo en su pecho, y personas sin rostro que pasaban fugazmente por su memoria. Nombres, había nombres que no había dejado de repetir en su mente desde que tenía uso de razón, pero que a poco a poco se iban perdiendo con el viento. Si tan solo… si tan solo pudiera recordar quien era en realidad seria mas fácil para él o sin tan solo pudiera morir.
    ༒☬ Давным-давно... ☬༒ 𝐔𝐧 𝐝í𝐚 𝐝𝐞𝐥𝐞𝐢𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐥 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐝𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐢𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐚𝐫𝐚í𝐬𝐨; 𝐚𝐥 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐩𝐫𝐮𝐞𝐛𝐚𝐬 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐚𝐫𝐠𝐨 𝐲 á𝐜𝐢𝐝𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨. 𝙰𝚕𝚎𝚔𝚜𝚎𝚒 𝙺𝚒𝚎𝚟 𝙽𝚘𝚟𝚊𝚔𝚘𝚟 𝚁𝚘𝚖𝚊𝚕𝚜𝚔𝚘 - 𝟸𝟶𝟷𝟽 Fue hace mucho tiempo. Había un hombre fuerte, de piel blanca y mirada oscura, que parecía tragarse el abismo más profundo. Un hombre conocido, respetado, admirado y querido. Su nombre pasaba de boca en boca en las iglesias que visitaba. Sus donaciones exorbitantes eran como un gran milagro para la ayuda de la Iglesia Católica. Aquellos que tuvieron la suerte de mantener una conversación con él juraban que hablaban con un santo. A pesar de poseer empresas de armas, era una figura pública amada. Incluso llegaba a reservar iglesias para oraciones dedicadas a todo su personal. ¿Cómo podrían odiar a ese hombre? Incluso cuando el gobierno les daba la espalda, él tendía la mano a quienes le ofrecían lealtad, sin que ellos supieran que aquel hombre no era más que el mismo diablo con la máscara de un mesías. Aquellas reservas no eran más que reuniones para controlar a su gente. El agua bendita caía sobre sus armas, y la religión no era más que una herramienta para engañar a la gente incauta. Sus palabras eran tan dulces como el korovka, mientras que sus amenazas eran tan amargas como el nastoyka. Estaba más que involucrado en asuntos de Estado, siendo los políticos su baraja de cartas favorita. Gobernó la tierra helada de Rusia desde las sombras, reemplazando al “Zar”. Utilizaba a los presidentes como títeres de carne y hueso, solo para mantenerlos gobernados y, muy pronto, tomar todo el poder político. “𝘏𝘢𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦 é𝘭”. Los enemigos no estaban contentos con su dominio sobre gran parte de Rusia. Su influencia no solo creaba alianzas, sino que también los arrinconaba, obligándolos a comer las sobras que él dejaba. Cada noche no era más que un intento de matarlo: veneno, francotiradores y bombas. Sin embargo, este hombre se reía junto con la muerte, como si fuera su amiga de toda la vida, y terminaba con la existencia de aquellos que intentaban asesinarlo. Debían tener cuidado, incluso si las reuniones eran secretas. Él siempre se presentaba, y una vez más, cabezas rodaban. A sus enemigos no les agradaba cómo terminaba todo esto. Los rivales se sumaban, y solo entonces surgió una idea: “𝘋𝘦𝘣𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘯𝘦𝘳 𝘢𝘭 𝘡𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢”. La idea era tan descabellada. Todos en Rusia sabían que él era su hijo más querido, el primogénito de la misma madre rusa. Pero, ¿Quién iba a imaginar que solo bastarían la cabeza de una mujer y tres niños para dejarlo completamente débil y loco, hasta el punto en que su padre lo considerara un peligro? Los rumores marcaron su sentencia, y un abogado se encargó de sellar su destino por completo. A̶l̶e̶k̶s̶e̶i̶ 𝙺𝚒𝚎𝚟 N̶o̶v̶a̶k̶o̶v̶ 𝚁𝚘𝚖𝚊𝚕𝚜𝚔𝚘 - 𝟸𝟶𝟸𝟻 Lo tenían aprisionado peor que a un animal. El sonido de las cadenas resonaba en el aire mientras sus muñecas, sujetas por gruesos eslabones, lo mantenían suspendido. Entre sus dientes apretaba una barra de metal que le impedía articular palabra alguna. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? No podía saberlo con certeza; no había ni una sola gota de luz que rompiera la oscuridad opresiva de su calvario. Las quemaduras recientes en su cuerpo comenzaban a cerrarse lentamente, mientras el olor a carne chamuscada se desvanecía con el pasar de los segundos. Las profundas heridas, de las que aún brotaba sangre, teñían el suelo bajo él. Poco a poco, estas también empezaban a sellarse. Pero el ardor del líquido que le inyectaban en las venas seguía consumiéndolo por dentro, un tormento desesperante que lo llevaba al borde de la locura. Esta vez, las dosis habían aumentado considerablemente, dejando su mente en blanco, inmóvil, incapaz de resistirse a las torturas. Las voces eran lo único que lo acompañaban, un eco persistente que lo mantenía aferrado a un frágil hilo de “cordura”. Eran suaves, pero extrañamente irreconocibles, y su cerebro, enredado en el dolor y la confusión. Una mansión incendiada, una mujer extraña que simplemente provocaba el dolor más profundo en su pecho, y personas sin rostro que pasaban fugazmente por su memoria. Nombres, había nombres que no había dejado de repetir en su mente desde que tenía uso de razón, pero que a poco a poco se iban perdiendo con el viento. Si tan solo… si tan solo pudiera recordar quien era en realidad seria mas fácil para él o sin tan solo pudiera morir.
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  • Algo horrendo se acerca,
    y mientras me preparo a enfrentar la oscuridad, la incertidumbre me consume como un veneno.

    ¿Debería abrazarlo, dejar que su maldad me devore, o huir, solo para arrastrar a otros a su abismo?

    ¿Qué es lo que realmente me impulsa?

    ¿Es el odio puro que se alimenta de mi alma?

    ¿O la fascinación por el caos disfrazado de amor?

    ¿Qué es más perturbador: que yo desee la grandeza,
    ¿o que mi madre deseara haber engendrado un hombre o un monstruo?

    Y aunque no sea el elegido,
    quizás mi propósito sea otro: ser el arquitecto de su ascenso,
    preparar el terreno para su reinado de terror.
    Hasta el día en que él llegue,
    mi nombre será recordado en las sombras,
    como el que, con una sonrisa retorcida, restauró el mal en el pueblo,
    y devolvió la corrupción a Roma, haciendo de ella su juguete.
    Algo horrendo se acerca, y mientras me preparo a enfrentar la oscuridad, la incertidumbre me consume como un veneno. ¿Debería abrazarlo, dejar que su maldad me devore, o huir, solo para arrastrar a otros a su abismo? ¿Qué es lo que realmente me impulsa? ¿Es el odio puro que se alimenta de mi alma? ¿O la fascinación por el caos disfrazado de amor? ¿Qué es más perturbador: que yo desee la grandeza, ¿o que mi madre deseara haber engendrado un hombre o un monstruo? Y aunque no sea el elegido, quizás mi propósito sea otro: ser el arquitecto de su ascenso, preparar el terreno para su reinado de terror. Hasta el día en que él llegue, mi nombre será recordado en las sombras, como el que, con una sonrisa retorcida, restauró el mal en el pueblo, y devolvió la corrupción a Roma, haciendo de ella su juguete.
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  • -Elisabetta abrió los ojos en un espacio indefinido, bañado en una penumbra viscosa, donde los sonidos parecían resonar desde muy lejos. Allí estaba de nuevo, atrapada en el sueño que no la dejaba descansar desde su infancia.

    El escenario frente a ella era una habitación familiar: el salón de su antigua casa, donde los muebles parecían enormes y amenazantes, como si fueran diseñados para aplastarla en cualquier momento. Podía sentir la mano de su gemelo, Flavio, aferrada a la suya con fuerza, ambos apenas unos niños de ocho años. Sus pequeñas figuras estaban medio escondidas detrás de la cortina pesada de terciopelo rojo que cubría los ventanales de aquella mansión.

    La voz de su madre resonaba como una melodía rota desde la otra habitación, riendo con alguien, pero Elisabetta no podía distinguir quién era. Los pasos de un hombre resonaban en el suelo de mármol, cada vez más fuertes, más graves, mientras se acercaba.

    Ella sabía lo que vendría, pero no podía moverse ni cambiar el curso de lo que iba a suceder. Era como si el sueño tuviera vida propia, repitiendo la escena una y otra vez. El hombre entró al salón. Su rostro estaba envuelto en sombras, pero el destello de una hoja afilada se reflejaba con claridad en la luz amarillenta de la lámpara.

    El grito de su madre llenó el aire justo antes de que el filo descendiera, cortando algo más que carne. Cortaba la infancia de Flavio, la inocencia de ella, y dejaba una herida imborrable en sus almas.

    Elisabetta sentía que el pánico y la impotencia la asfixiaban. Quería gritar, correr hacia su madre, pero sus piernas estaban clavadas al suelo. Luego de unos largos segundos, la pequeña giró su rostro hacia su hermano, y en sus ojos reflejaba lo que ambos sentían: miedo, furia y una chispa de algo más oscuro, algo que solo comenzó a crecer después de esa noche.

    Elisabetta se despertó de golpe y con un jadeo, se sentó rápidamente y estaba cubierta de sudor frío. Su corazón golpeaba con fuerza, y por un momento, aún podía oír el eco del grito de su madre en sus oídos. Pero cuando miró a su alrededor, solo encontró el frío y vacío silencio de su habitación. Una noche más, el pasado no la había dejado escapar-

    -Elisabetta abrió los ojos en un espacio indefinido, bañado en una penumbra viscosa, donde los sonidos parecían resonar desde muy lejos. Allí estaba de nuevo, atrapada en el sueño que no la dejaba descansar desde su infancia. El escenario frente a ella era una habitación familiar: el salón de su antigua casa, donde los muebles parecían enormes y amenazantes, como si fueran diseñados para aplastarla en cualquier momento. Podía sentir la mano de su gemelo, Flavio, aferrada a la suya con fuerza, ambos apenas unos niños de ocho años. Sus pequeñas figuras estaban medio escondidas detrás de la cortina pesada de terciopelo rojo que cubría los ventanales de aquella mansión. La voz de su madre resonaba como una melodía rota desde la otra habitación, riendo con alguien, pero Elisabetta no podía distinguir quién era. Los pasos de un hombre resonaban en el suelo de mármol, cada vez más fuertes, más graves, mientras se acercaba. Ella sabía lo que vendría, pero no podía moverse ni cambiar el curso de lo que iba a suceder. Era como si el sueño tuviera vida propia, repitiendo la escena una y otra vez. El hombre entró al salón. Su rostro estaba envuelto en sombras, pero el destello de una hoja afilada se reflejaba con claridad en la luz amarillenta de la lámpara. El grito de su madre llenó el aire justo antes de que el filo descendiera, cortando algo más que carne. Cortaba la infancia de Flavio, la inocencia de ella, y dejaba una herida imborrable en sus almas. Elisabetta sentía que el pánico y la impotencia la asfixiaban. Quería gritar, correr hacia su madre, pero sus piernas estaban clavadas al suelo. Luego de unos largos segundos, la pequeña giró su rostro hacia su hermano, y en sus ojos reflejaba lo que ambos sentían: miedo, furia y una chispa de algo más oscuro, algo que solo comenzó a crecer después de esa noche. Elisabetta se despertó de golpe y con un jadeo, se sentó rápidamente y estaba cubierta de sudor frío. Su corazón golpeaba con fuerza, y por un momento, aún podía oír el eco del grito de su madre en sus oídos. Pero cuando miró a su alrededor, solo encontró el frío y vacío silencio de su habitación. Una noche más, el pasado no la había dejado escapar-
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  • —Hank fue a ver a un medico militar que era amigo de su madre y lo conocia bien,al llegar,este inmediatamente lo sento en una camilla—

    Samuel:"¡Santa mierda Hank,pareces un zombie!"

    —Samuel empezo a sacar todo tipo de herramientas para comenzar a tratarlo—

    Samuel:"Mira,no se como sigues vivo,para empezar ni siquiera tienes pulso,eres un cadaver caminando....no creo que pueda reconstruir tu mandibula...pero tengo una solución temporal a tu problema"

    —Samuel saco una mandibula inferior hecha de titaneo de color negro,este comenzo a unirla poco a poco con el cartilago suelto que quedaba,hacienddo que quede firmemente amarrada—


    Samuel:"Solo te aviso que te puedes morder la lengua y creeme,duele muchisimo...¿Como te sientes?"


    —......Duele......


    —Respondio en voz baja—
    —Hank fue a ver a un medico militar que era amigo de su madre y lo conocia bien,al llegar,este inmediatamente lo sento en una camilla— Samuel:"¡Santa mierda Hank,pareces un zombie!" —Samuel empezo a sacar todo tipo de herramientas para comenzar a tratarlo— Samuel:"Mira,no se como sigues vivo,para empezar ni siquiera tienes pulso,eres un cadaver caminando....no creo que pueda reconstruir tu mandibula...pero tengo una solución temporal a tu problema" —Samuel saco una mandibula inferior hecha de titaneo de color negro,este comenzo a unirla poco a poco con el cartilago suelto que quedaba,hacienddo que quede firmemente amarrada— Samuel:"Solo te aviso que te puedes morder la lengua y creeme,duele muchisimo...¿Como te sientes?" —......Duele...... —Respondio en voz baja—
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  • Mami 𝐀yane 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫
    Yuna Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar y yo queremos decirte

    Gracias por ser nuestra madre, confidente y nuestra consejera, Eres mi sol en los días grises, alegría en los momentos tristes y nuestra compañía en los momentos felices, mamá.
    Gracias por ser nuestro apoyo incondicional, guía y consejera en la vida, mamá. Te queremos mucho.

    Mami [Ayane_Ishtar] [Yuna_Ishtar] y yo queremos decirte Gracias por ser nuestra madre, confidente y nuestra consejera, Eres mi sol en los días grises, alegría en los momentos tristes y nuestra compañía en los momentos felices, mamá. Gracias por ser nuestro apoyo incondicional, guía y consejera en la vida, mamá. Te queremos mucho.
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  • Autolesión.

    ¿Desde cuándo empezó su adicción por hacerse daño a sí misma?

    Tenía nueve años cuando empezó; su madre la ordenó limpiar la cocina, mientras lavaba una copa esta se le resbaló de las manos y cayó al suelo. Inmediatamente, se desesperó y se quitó los guantes llenos de jabón tomando una bolsa para depositar el cristal roto allí; se sentía tan asustada y confundida ya que su madre la castigaría por su error. Cuando un dolor agudo le asaltó de pronto. Se había cortado con un pedazo de vidrio, ahogó el grito que estaba por salirse de su boca y se cubrió la mano con la bolsa que tenia en la otra mano.

    La madre, extrañada de que se demorara cantidad en la cocina, entró y la vio. Estaba en el piso llorando en silencio, la mano envuelta en una bolsa de plástico manchado con sangre y los pedazos de vidrio en el piso. Lo primero que hizo fue agarrar papel de cocina envolviendo su herida, por un instante se le olvidó que su pequeña hija había roto una copa que le regaló su madre en el día de su boda. También ella estaba aterrada, pensaba en el castigo que le impondría su marido si veía a su hija con esa herida; ya maquinaría algo, para que dicho castigo le caiga a Skylar y no a ella.

    Horas más tarde estaba en un consultorio de un médico amigo de la pareja, el viejo veía la cara asustada de la niña con una sonrisa maquiavélica y negando con la cabeza. La madre, sólo atinó a decir que fue una pequeña travesura que se salió de las manos. El hombre cosió la herida de su mano con delicadeza a la vez que metía la mano debajo de su vestido a lo que ella sólo respondía mirándolo y mordiéndose el labio inferior. "Hazme caso, será más fácil si te dejas. Skylar... eres una buena niña" Las palabras resonaron en su cabeza, de vez en cuando ella miraba a su mamá para confirmar que lo hacía bien, luego el doctor se bajaba los pantalones y mientras, él estaba encima de su cuerpo, ella miraba a su madre; la mayor sonreía asintiendo con la cabeza y mandando pequeños besos volados que hacían sonreír a la pequeña.

    Luego de una hora, ellas estaban en una heladería y mientras la madre comía un sencillo helado; ella devoraba un delicioso "Banana Split" con muchas fresas y crema encima. Llegaron a casa y tras bañarla, le puso su pijama favorito poniéndole a ver caricaturas. Afortunadamente, el padre tras escuchar lo que el doctor le hizo a Skylar y le dinero que pagó por eso, pudo apaciguar su mal humor.

    Después de ese episodio, los cortes eran más constantes. Usaba navajas, un pedazo de vidrio roto, la parte filosa de una maquinilla para afeitar o simplemente veía algún alambre suelto por la calle para pasar su brazo y lastimarse. Al verse así, procedía a autocomplacerse en el baño al ver sus heridas alcanzando el más delicioso de los orgasmos cuando ese estímulo era más sangriento.

    Otro tipo de lesiones que se hace es golpear intencionalmente su cuerpo contra la pared o chocar con la gente de forma accidental, justificando sus acciones de que es un poco torpe. Cesó de hacerlo por un tiempo; pero el sentimiento de abstinencia es tan fuerte, que vuelve a lo mismo; pero ahora con más cautela.

    #BrokeSky
    Autolesión. ¿Desde cuándo empezó su adicción por hacerse daño a sí misma? Tenía nueve años cuando empezó; su madre la ordenó limpiar la cocina, mientras lavaba una copa esta se le resbaló de las manos y cayó al suelo. Inmediatamente, se desesperó y se quitó los guantes llenos de jabón tomando una bolsa para depositar el cristal roto allí; se sentía tan asustada y confundida ya que su madre la castigaría por su error. Cuando un dolor agudo le asaltó de pronto. Se había cortado con un pedazo de vidrio, ahogó el grito que estaba por salirse de su boca y se cubrió la mano con la bolsa que tenia en la otra mano. La madre, extrañada de que se demorara cantidad en la cocina, entró y la vio. Estaba en el piso llorando en silencio, la mano envuelta en una bolsa de plástico manchado con sangre y los pedazos de vidrio en el piso. Lo primero que hizo fue agarrar papel de cocina envolviendo su herida, por un instante se le olvidó que su pequeña hija había roto una copa que le regaló su madre en el día de su boda. También ella estaba aterrada, pensaba en el castigo que le impondría su marido si veía a su hija con esa herida; ya maquinaría algo, para que dicho castigo le caiga a Skylar y no a ella. Horas más tarde estaba en un consultorio de un médico amigo de la pareja, el viejo veía la cara asustada de la niña con una sonrisa maquiavélica y negando con la cabeza. La madre, sólo atinó a decir que fue una pequeña travesura que se salió de las manos. El hombre cosió la herida de su mano con delicadeza a la vez que metía la mano debajo de su vestido a lo que ella sólo respondía mirándolo y mordiéndose el labio inferior. "Hazme caso, será más fácil si te dejas. Skylar... eres una buena niña" Las palabras resonaron en su cabeza, de vez en cuando ella miraba a su mamá para confirmar que lo hacía bien, luego el doctor se bajaba los pantalones y mientras, él estaba encima de su cuerpo, ella miraba a su madre; la mayor sonreía asintiendo con la cabeza y mandando pequeños besos volados que hacían sonreír a la pequeña. Luego de una hora, ellas estaban en una heladería y mientras la madre comía un sencillo helado; ella devoraba un delicioso "Banana Split" con muchas fresas y crema encima. Llegaron a casa y tras bañarla, le puso su pijama favorito poniéndole a ver caricaturas. Afortunadamente, el padre tras escuchar lo que el doctor le hizo a Skylar y le dinero que pagó por eso, pudo apaciguar su mal humor. Después de ese episodio, los cortes eran más constantes. Usaba navajas, un pedazo de vidrio roto, la parte filosa de una maquinilla para afeitar o simplemente veía algún alambre suelto por la calle para pasar su brazo y lastimarse. Al verse así, procedía a autocomplacerse en el baño al ver sus heridas alcanzando el más delicioso de los orgasmos cuando ese estímulo era más sangriento. Otro tipo de lesiones que se hace es golpear intencionalmente su cuerpo contra la pared o chocar con la gente de forma accidental, justificando sus acciones de que es un poco torpe. Cesó de hacerlo por un tiempo; pero el sentimiento de abstinencia es tan fuerte, que vuelve a lo mismo; pero ahora con más cautela. #BrokeSky
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