• -ya que aun no eh perdido mi estrella aun no puedo tener un territorio como mi mamá o mi primo aruna, aun asi tengo el trabajo de defensor, mientras que mi madre mantiene estable todo su territorio yo me encargo de reforzar las fronteras asi evitar que los seres del vacio reingresen a nuestras tierras, esta tienda de escobas tambien funciona como un limite fronterizo... ademas de qu el hijo de la dueña es muy guapo- solto unas risitas antes de entrar
    -ya que aun no eh perdido mi estrella aun no puedo tener un territorio como mi mamá o mi primo aruna, aun asi tengo el trabajo de defensor, mientras que mi madre mantiene estable todo su territorio yo me encargo de reforzar las fronteras asi evitar que los seres del vacio reingresen a nuestras tierras, esta tienda de escobas tambien funciona como un limite fronterizo... ademas de qu el hijo de la dueña es muy guapo- solto unas risitas antes de entrar
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  • Me llamaron para ser la imagen de un juego, Call of... bueno no sé el título completo, todo esto lo lleva mi madre Sei, ya que ella tiene influencia en el modelaje.
    Me llamaron para ser la imagen de un juego, Call of... bueno no sé el título completo, todo esto lo lleva mi madre Sei, ya que ella tiene influencia en el modelaje.
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  • ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖

    𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰: 𝑳𝒂𝒔 𝑪𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒖𝒋𝒐

    Querido diario…

    Hoy he comprendido que no todas las jaulas son de hierro… algunas son de oro, cubiertas de terciopelo y perfumadas con rosas


    En esta casa, el futuro no se elige: se dicta.

    
Cada uno de nosotros tiene un destino cuidadosamente bordado por las manos de mis padres, como si fuéramos piezas en un tapiz que debe mantenerse perfecto, sin hilos fuera de lugar.

    Luca, mi hermano mayor, se casará con la princesa Enyadres de Bélgica.
    Una unión estratégica, dicen.
    La combinación ideal entre el poder de la vieja nobleza italiana y la elegancia de una corona europea.
    Él no protestó.
    Nunca lo hace.

    Sus ojos grises no revelan emoción alguna, pero cada vez que la mencionan, su mandíbula se tensa.

    Yo lo noto.
    Siempre lo noto.

    Adriano, en cambio, se unirá a la princesa Amara de Grecia, una mujer de belleza exótica y sonrisa disciplinada.
    Él finge estar complacido, incluso bromea sobre ello, pero sus manos tiemblan cuando piensa que, al decir “sí”, estará enterrando la libertad que tanto ama.

    Giulia, la joya más preciada de mi madre, sellará su futuro con el Duque Lorenzo di Castellano, un hombre doce años mayor que ella. Un matrimonio de conveniencia, disfrazado de elegancia.

    Dicen que juntos representarán el renacer de la aristocracia italiana.
    A veces veo a Giulia mirarse al espejo por horas, inmóvil, como si tratara de reconocer a la mujer que el destino le impuso ser.

    Y yo…

    Mi futuro también está escrito.
Desde que era niña, he escuchado su nombre en los labios de mis padres, como una profecía que debía cumplirse: el príncipe Nikolai Romanov de Rusia.
    
El más admirado y temido entre los herederos de la nueva nobleza.

    Dicen que su mirada puede congelar la sangre, y que su sonrisa es tan peligrosa como la corona que heredará algún día.

    A los catorce, me dijeron que sería su prometida cuando cumpliera la mayoría de edad.
    
A los quince, me explicaron que mi unión con él no solo uniría dos linajes, sino que también aseguraría la inmortalidad del apellido Moretti.

    Pero nadie me preguntó si quería ser inmortal.

    No quiero un palacio en San Petersburgo ni un trono de invierno.
    
No quiero joyas que brillen más que mi risa ni vestidos tan pesados que ahoguen mi respiración.

    
Quiero… respirar sin permiso.

    Quiero caminar sin que me sigan los pasos del deber.
    Quiero vivir una vida que me pertenezca.

    Esta noche he decidido algo, querido diario.
No puedo seguir viviendo bajo el techo de quienes ya han decidido quién debo ser.
    
La perfección que tanto veneran es una prisión que no me deja existir.

    Mañana, cuando el reloj del vestíbulo marque las tres y trece —esa hora maldita que detiene el tiempo en esta casa—, haré lo que ninguna Moretti se ha atrevido jamás a hacer:

    romper mi destino.

    Quizá el mundo fuera de estas paredes sea cruel.
Quizá nadie recuerde mi nombre.
    
Pero prefiero eso a convertirme en una sombra elegante con un apellido brillante y un corazón vacío.

    Si algún día alguien encuentra estas páginas, quiero que sepa que yo, Scarlett Moretti, nací con un fuego que no puede ser contenido por el mármol ni por los lazos de sangre.

    Esta será la primera noche de mi libertad.




    O la última de mi nombre.



    — 𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖
    ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖ 𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰: 𝑳𝒂𝒔 𝑪𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒖𝒋𝒐 Querido diario… Hoy he comprendido que no todas las jaulas son de hierro… algunas son de oro, cubiertas de terciopelo y perfumadas con rosas En esta casa, el futuro no se elige: se dicta. 
Cada uno de nosotros tiene un destino cuidadosamente bordado por las manos de mis padres, como si fuéramos piezas en un tapiz que debe mantenerse perfecto, sin hilos fuera de lugar. Luca, mi hermano mayor, se casará con la princesa Enyadres de Bélgica. Una unión estratégica, dicen. La combinación ideal entre el poder de la vieja nobleza italiana y la elegancia de una corona europea. Él no protestó. Nunca lo hace. Sus ojos grises no revelan emoción alguna, pero cada vez que la mencionan, su mandíbula se tensa. Yo lo noto. Siempre lo noto. Adriano, en cambio, se unirá a la princesa Amara de Grecia, una mujer de belleza exótica y sonrisa disciplinada. Él finge estar complacido, incluso bromea sobre ello, pero sus manos tiemblan cuando piensa que, al decir “sí”, estará enterrando la libertad que tanto ama. Giulia, la joya más preciada de mi madre, sellará su futuro con el Duque Lorenzo di Castellano, un hombre doce años mayor que ella. Un matrimonio de conveniencia, disfrazado de elegancia. Dicen que juntos representarán el renacer de la aristocracia italiana. A veces veo a Giulia mirarse al espejo por horas, inmóvil, como si tratara de reconocer a la mujer que el destino le impuso ser. Y yo… Mi futuro también está escrito.
Desde que era niña, he escuchado su nombre en los labios de mis padres, como una profecía que debía cumplirse: el príncipe Nikolai Romanov de Rusia. 
El más admirado y temido entre los herederos de la nueva nobleza. Dicen que su mirada puede congelar la sangre, y que su sonrisa es tan peligrosa como la corona que heredará algún día.
 A los catorce, me dijeron que sería su prometida cuando cumpliera la mayoría de edad. 
A los quince, me explicaron que mi unión con él no solo uniría dos linajes, sino que también aseguraría la inmortalidad del apellido Moretti. Pero nadie me preguntó si quería ser inmortal. No quiero un palacio en San Petersburgo ni un trono de invierno. 
No quiero joyas que brillen más que mi risa ni vestidos tan pesados que ahoguen mi respiración. 
Quiero… respirar sin permiso. Quiero caminar sin que me sigan los pasos del deber. Quiero vivir una vida que me pertenezca. Esta noche he decidido algo, querido diario.
No puedo seguir viviendo bajo el techo de quienes ya han decidido quién debo ser. 
La perfección que tanto veneran es una prisión que no me deja existir. Mañana, cuando el reloj del vestíbulo marque las tres y trece —esa hora maldita que detiene el tiempo en esta casa—, haré lo que ninguna Moretti se ha atrevido jamás a hacer: romper mi destino. Quizá el mundo fuera de estas paredes sea cruel.
Quizá nadie recuerde mi nombre. 
Pero prefiero eso a convertirme en una sombra elegante con un apellido brillante y un corazón vacío. Si algún día alguien encuentra estas páginas, quiero que sepa que yo, Scarlett Moretti, nací con un fuego que no puede ser contenido por el mármol ni por los lazos de sangre. Esta será la primera noche de mi libertad.
 O la última de mi nombre. — 𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖
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  • ¡Sorpresa!
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Drama
    Rosamund Gunningworth


    Anoche llegué muy tarde a la vez que bastante agotada solo pude saludar a madre y a la tía, el resto de la familia los pude ver a la mañana siguiente durante el desayuno, los primos siguen exactamente iguales (quitando que cada uno a crecido unos pocos centímetros ) a la última vez que nos vimos.
    [Th_Gunningworth] Anoche llegué muy tarde a la vez que bastante agotada solo pude saludar a madre y a la tía, el resto de la familia los pude ver a la mañana siguiente durante el desayuno, los primos siguen exactamente iguales (quitando que cada uno a crecido unos pocos centímetros ) a la última vez que nos vimos.
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    Individual
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    Cualquier línea
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  • ━━ La edad es lo único que no nos perdona, pero mi vida está llena de dicha: mi esposa, compañera de vida, madre de mis dos adoraciones. Y mis dos retoños que si no hay parentesco son mi sagrado tesoro. Mi familia es todo para mí, a quienes les agradezco.
    ━━ La edad es lo único que no nos perdona, pero mi vida está llena de dicha: mi esposa, compañera de vida, madre de mis dos adoraciones. Y mis dos retoños que si no hay parentesco son mi sagrado tesoro. Mi familia es todo para mí, a quienes les agradezco.
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  • Vengo y me topo con que mi hermano ya ocasionó un desmadre aquí //
    Vengo y me topo con que mi hermano ya ocasionó un desmadre aquí //
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  • Podrán pensar que estoy loco y que no sé lo que hacen. Puedo ver todo y veo que solo están haciendo rabietas por el simple hecho de que los pusieran en su lugar. Esto me lleva a aclarar que mis conjeturas son ciertas, jxjxjxjx.

    Siiii, así es, tú que lees esto, lo sé y sé quién eres. Lo sé todo jajajajajajaja. La verdad, pensé que eras más racional y que verías más allá, pero en serio, ver una rabieta como esa, jajajajajajaja. Dime, ¿qué se siente ahora que ya vieron tu verdadero ser, mmm? Esto solo es el comienzo y ni siquiera moví un dedo, ¡jajajajajajaja!. Esto es de locos, no puedo creer que en serio lo creyeras. ¡Puta madre, ¡jajajajajajaja! Hay~~~~ en fin, sigan pavoneándose, tratando de llamar la atención. Sigan haciendo sus espectáculos bochornosos. Total, cada uno consume la basura como mejor le convenga.
    Podrán pensar que estoy loco y que no sé lo que hacen. Puedo ver todo y veo que solo están haciendo rabietas por el simple hecho de que los pusieran en su lugar. Esto me lleva a aclarar que mis conjeturas son ciertas, jxjxjxjx. Siiii, así es, tú que lees esto, lo sé y sé quién eres. Lo sé todo jajajajajajaja. La verdad, pensé que eras más racional y que verías más allá, pero en serio, ver una rabieta como esa, jajajajajajaja. Dime, ¿qué se siente ahora que ya vieron tu verdadero ser, mmm? Esto solo es el comienzo y ni siquiera moví un dedo, ¡jajajajajajaja!. Esto es de locos, no puedo creer que en serio lo creyeras. ¡Puta madre, ¡jajajajajajaja! Hay~~~~ en fin, sigan pavoneándose, tratando de llamar la atención. Sigan haciendo sus espectáculos bochornosos. Total, cada uno consume la basura como mejor le convenga.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖

    𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰: 𝑫𝒊𝒂𝒎𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒆𝒔𝒄𝒂𝒓𝒍𝒂𝒕𝒂𝒔.

    Querido diario,

    Hoy, finalmente, es mi turno…

    En la familia Moretti, nadie puede escribir un diario antes de cumplir quince años.
    
Dicen que las palabras tienen poder, y que solo cuando la mente y el alma se alinean, la tinta reconoce a su dueño.
Es una costumbre tan antigua como nuestro apellido… y tan inquebrantable como las promesas que se murmuran bajo los candelabros del salón principal.
    Así que aquí estoy, con mi pluma, mi secreto y un apellido que pesa más que el aire que respiro.
He crecido entre columnas de mármol y pasillos silenciosos, donde incluso los ecos temen alzar la voz.

    Los Moretti somos reconocidos por nuestra marca: el cabello cobrizo que arde con la luz del sol y los ojos verdes o grises que heredan el reflejo del mármol y la tormenta.

    Mis padres, Alessandro Moretti e Isabella di Ravello, son la imagen misma del poder y la belleza eterna.
Mi padre, Alessandro, es un hombre de mirada firme y palabras escasas; cuando habla, el mundo parece detenerse para escucharlo.
Mi madre, Isabella, es una sinfonía de perfección y melancolía: cada uno de sus gestos parece calculado, pero detrás de esa serenidad habita una tristeza que ni el tiempo ha logrado borrar.

    Y luego estamos nosotros…

    sus hijos.
    
Los cuatro diamantes de la Casa Moretti.

    Luca, el primogénito, es la imagen de mi padre: fuerte, silencioso, hecho de deber y sombras.
    Su destino está trazado desde antes de nacer: liderar, mantener el apellido, sostener el linaje.
    
Adriano, el segundo, es fuego disfrazado de calma; tiene la sonrisa de un poeta y los ojos de alguien que sabe más de lo que debería.
    
Giulia, la tercera, es la más parecida a mi madre: elegante, calculadora y dueña de una inteligencia tan afilada como una daga de cristal.
    
Y luego estoy yo… Scarlett, la más joven.
La que sonríe demasiado, ríe cuando no debe y dice lo que otros solo se atreven a pensar.
    Dicen que tengo la belleza de mi madre y la rebeldía de nadie sabe quién.
    
Que mis ojos esconden la inquietud de las tormentas y que mi espíritu no conoce frenos ni cadenas.
Tal vez tengan razón.
    Aunque mi cabello lleva ese fuego —rojizo, intenso, casi vivo—, mis ojos no heredaron el verde ancestral ni el gris de la familia.
Los míos son de un azul imposible, profundo e inquietante.
    Desde niña me lo han hecho notar.
Ese azul no pertenece al linaje, dicen.
Y aunque nadie lo mencione en voz alta, todos lo piensan: algo en mí no encaja del todo con los Moretti.
    Yo no nací para seguir el ritmo lento y medido de los Moretti.
    
Nací para romperlo.

    Ser parte de esta familia es caminar sobre cristales y fingir que no cortan.
Desde fuera, todos nos admiran: somos la nobleza pura, el linaje más antiguo, los herederos de una sangre que —según dicen— no pertenece del todo al tiempo humano.
    
Pero dentro de nuestras murallas hay silencios que gritan, retratos que cambian con la luz de la luna y pasillos donde el aire se vuelve tan pesado que incluso las velas dudan en encenderse.

    Nadie habla de los secretos Moretti.
    
Ni de las desapariciones.
    
Ni de las noches en que el reloj del vestíbulo se detiene solo, justo a las tres y trece.
    Yo era una niña cuando escuché por primera vez los susurros sobre lo que somos realmente.
Casi inmortales, decían.
    
Pero… ¿a qué precio?

    Hoy comienzo este diario no para seguir la tradición, sino para romper el silencio.
Quiero entender por qué, cuando me miro en los espejos antiguos del palacio, siento que algo me observa desde el otro lado.
Algo que tiene mis ojos…

    pero no mi alma.

    — 𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖
    ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖ 𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰: 𝑫𝒊𝒂𝒎𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒆𝒔𝒄𝒂𝒓𝒍𝒂𝒕𝒂𝒔. Querido diario, Hoy, finalmente, es mi turno… En la familia Moretti, nadie puede escribir un diario antes de cumplir quince años. 
Dicen que las palabras tienen poder, y que solo cuando la mente y el alma se alinean, la tinta reconoce a su dueño.
Es una costumbre tan antigua como nuestro apellido… y tan inquebrantable como las promesas que se murmuran bajo los candelabros del salón principal. Así que aquí estoy, con mi pluma, mi secreto y un apellido que pesa más que el aire que respiro.
He crecido entre columnas de mármol y pasillos silenciosos, donde incluso los ecos temen alzar la voz. Los Moretti somos reconocidos por nuestra marca: el cabello cobrizo que arde con la luz del sol y los ojos verdes o grises que heredan el reflejo del mármol y la tormenta. Mis padres, Alessandro Moretti e Isabella di Ravello, son la imagen misma del poder y la belleza eterna.
Mi padre, Alessandro, es un hombre de mirada firme y palabras escasas; cuando habla, el mundo parece detenerse para escucharlo.
Mi madre, Isabella, es una sinfonía de perfección y melancolía: cada uno de sus gestos parece calculado, pero detrás de esa serenidad habita una tristeza que ni el tiempo ha logrado borrar. Y luego estamos nosotros… sus hijos. 
Los cuatro diamantes de la Casa Moretti. Luca, el primogénito, es la imagen de mi padre: fuerte, silencioso, hecho de deber y sombras. Su destino está trazado desde antes de nacer: liderar, mantener el apellido, sostener el linaje. 
Adriano, el segundo, es fuego disfrazado de calma; tiene la sonrisa de un poeta y los ojos de alguien que sabe más de lo que debería. 
Giulia, la tercera, es la más parecida a mi madre: elegante, calculadora y dueña de una inteligencia tan afilada como una daga de cristal. 
Y luego estoy yo… Scarlett, la más joven.
La que sonríe demasiado, ríe cuando no debe y dice lo que otros solo se atreven a pensar. Dicen que tengo la belleza de mi madre y la rebeldía de nadie sabe quién. 
Que mis ojos esconden la inquietud de las tormentas y que mi espíritu no conoce frenos ni cadenas.
Tal vez tengan razón. Aunque mi cabello lleva ese fuego —rojizo, intenso, casi vivo—, mis ojos no heredaron el verde ancestral ni el gris de la familia.
Los míos son de un azul imposible, profundo e inquietante. Desde niña me lo han hecho notar.
Ese azul no pertenece al linaje, dicen.
Y aunque nadie lo mencione en voz alta, todos lo piensan: algo en mí no encaja del todo con los Moretti. Yo no nací para seguir el ritmo lento y medido de los Moretti. 
Nací para romperlo. Ser parte de esta familia es caminar sobre cristales y fingir que no cortan.
Desde fuera, todos nos admiran: somos la nobleza pura, el linaje más antiguo, los herederos de una sangre que —según dicen— no pertenece del todo al tiempo humano. 
Pero dentro de nuestras murallas hay silencios que gritan, retratos que cambian con la luz de la luna y pasillos donde el aire se vuelve tan pesado que incluso las velas dudan en encenderse. Nadie habla de los secretos Moretti. 
Ni de las desapariciones. 
Ni de las noches en que el reloj del vestíbulo se detiene solo, justo a las tres y trece. Yo era una niña cuando escuché por primera vez los susurros sobre lo que somos realmente.
Casi inmortales, decían. 
Pero… ¿a qué precio? Hoy comienzo este diario no para seguir la tradición, sino para romper el silencio.
Quiero entender por qué, cuando me miro en los espejos antiguos del palacio, siento que algo me observa desde el otro lado.
Algo que tiene mis ojos… pero no mi alma. — 𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    //Mañana es mi último día de la semana de poder ir al PC. En la semana, seguiré acompañando a mi madre a terapias físicas tempranito... Espero si poder responder todo lo que debo. Buenas Noches y se cuidan.
    //Mañana es mi último día de la semana de poder ir al PC. En la semana, seguiré acompañando a mi madre a terapias físicas tempranito... Espero si poder responder todo lo que debo. Buenas Noches y se cuidan.
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  • MÓNACO: Un Verano Sin Ti.
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    ⤷ ゛𝙲𝚑𝚒𝚌𝚊𝚐𝚘 – 𝙻𝚘𝚞𝚒𝚜 𝚃𝚘𝚖𝚕𝚒𝚗𝚜𝚘𝚗 ˎˊ˗

    ᴜꜱꜱᴇʀ ʀᴏʟ:
    ╰─ ─╮
    ˚₊ ˚ ‧₊ .:・˚₊ ˚ ‧╰┈➤ 𝕯𝖊𝖗𝖆𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑

    𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ

    ℰ𝓃𝓉𝓇𝒶𝒹𝒶 𝒹ℯ𝓁 𝒹𝒾𝒶𝓇𝒾ℴ | ᪐ƽ 𝒹ℯ 𝒜ℊℴ𝓈𝓉ℴ

    Si hay algo que extraño de mi niñez, sin duda alguna serían los veranos en Mónaco.

    Había algo casi irreal en esos días —el sol siempre parecía brillar distinto sobre el mar, el aire olía a sal, y el mundo entero se reducía a una sucesión de risas, chapuzones y promesas de que todo sería eterno. Recuerdo las playas, doradas y ruidosas, las caminatas descalza sobre la arena caliente, el sonido de las gaviotas mezclándose con la música que salía desde la terraza de la mansión.

    La casa… Era más que un hogar temporal. Era un escenario de lujo y caos donde cuatro familias se fundían en una sola. Adultos con copas en la mano riendo entre conversaciones interminables, y nosotros, los niños, corriendo entre pasillos que parecían no tener fin. Nos escabullíamos a los cuartos para hacer pijamadas improvisadas, nos escondíamos debajo de las mesas del comedor, inventábamos historias de fantasmas y hacíamos pactos que jurábamos cumplir incluso de adultos.

    No dudaba ni por un segundo que aquellos veranos habían sido los mejores de mi vida.

    O al menos así fueron… Hasta que Deran dejó de ir.

    (…)

    𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ



    ╭┈ • ┈┈┈ 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈┈• ┈╮

    El vuelo privado descendía suavemente entre las nubes, y el murmullo constante de los motores era casi un arrullo más que un ruido. Katherine observaba por la ventanilla, viendo cómo el azul del cielo se deshacía en el horizonte y el mar de Niza se extendía debajo como una seda brillante. Frente a ella, Olivia dormía con la cabeza recostada sobre su hombro, un mechón rebelde pegado a su mejilla. Ezra, en cambio, permanecía al otro lado del pasillo, con un libro abierto.

    Para la joven rubia, aquello no tenía nada de extraordinario. Era lo de siempre: el vuelo privado, los asientos de cuero marfil, las cortinas de lino beige, la bandeja de plata con jugo recién exprimido y los croissants aún tibios. El piloto ya había anunciado que aterrizarían en cuestión de minutos, y ella ni siquiera levantó la vista. Estaba acostumbrada. Ese era el ritmo natural de los Hamilton —una familia para la que el lujo no era un privilegio, sino una costumbre.

    Cuando el avión tocó tierra, el movimiento fue tan suave que apenas se notó. Nini, la niñera, se apresuró a despertar a su hermana menor con una sonrisa, mientras Clara, su madre, revisaba distraídamente su teléfono y Nicolas, su padre, hablaba con uno de los asistentes de vuelo, organizando el siguiente tramo del viaje.

    Apenas descendieron por la escalerilla, el aire cálido del mediodía los envolvió. En la pista privada los esperaba un helicóptero negro con los emblemas dorados de la familia grabados en los costados. Las hélices giraban lentamente, haciendo que los cabellos, castaño claro, de Olivia se levantaran como una corona desordenada.

    El intercambio fue rápido, casi coreográfico. Un asistente tomó las maletas, otro ofreció a Clara su sombrero, y Katherine, con la naturalidad de quien lo ha hecho mil veces, subió al helicóptero sin esperar indicaciones. Ezra la siguió, ajustando su reloj inteligente, el último en el mercado, y detrás de ellos subieron Nini y la pequeña, que aún sostenía un pequeño peluche entre los brazos.

    En cuestión de minutos, las hélices rugieron con más fuerza, y el helicóptero se elevó, dejando atrás el aeropuerto de Niza. Bajo ellos, la costa se desplegaba como un sueño familiar. Katherine apoyó la frente contra el vidrio y vio, a lo lejos, el punto blanco de la mansión, rodeado de jardines y con el mar respirando a pocos metros.

    Otro verano en Mónaco.

    ╰┈ • ┈ 𝙁𝙞𝙣 𝙙𝙚𝙡 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈• ┈╯


    ·༻𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗘༺·


    Katherine estaba en su despacho, con las mangas de la blusa arremangadas hasta los codos y un mechón suelto cayéndole sobre el rostro. Había pasado la última hora ordenando expedientes y archivando casos viejos en cajas de cartón que ya casi no cabían en la repisa. El sonido del papel y el roce de las carpetas la mantenían concentrada, o al menos lo intentaban.

    La puerta, que permanecía entreabierta, se golpeó suavemente desde el otro lado. La joven abogada alzó la vista justo cuando la figura de Rachel apareció en el marco, recostada con naturalidad, como si el umbral de esa habitación fuese su hábitat natural.

    —¿Vas a invitar a tu hermano? —preguntó con una sonrisa apenas perceptible.

    Katherine suspiró, apoyando el último expediente sobre la mesa. Sabía exactamente a qué se refería.

    —No lo creo. La cena de presentación con papá está bien. —Su voz fue firme, aunque un dejo de duda se coló entre las palabras—. Hace tiempo que no veo a Ezra, sobre todo desde que se fue a Londres. Tal vez deberíamos dejarlo para otra ocasión.

    Rachel asintió despacio, comprendiendo. La pelinegra se acercó un par de pasos, con esa calma suya que contrastaba con la tensión que siempre flotaba en el aire cuando el apellido Hamilton estaba de por medio.

    —¿Tienes algún menú planeado? —preguntó, arqueando una ceja con un tono casi juguetón.

    Katherine la miró, incrédula, como si acabara de escuchar la pregunta más absurda del día.

    —Definitivamente tengo un menú planeado —respondió, dejando el archivo con un golpe seco dentro de la caja—. También tengo los outfits planeados, la decoración de la mesa planeada, y no quiero que ni un puto cubierto esté fuera de su lugar.

    El tono de su voz se endureció al final, cargado de ese perfeccionismo que a veces era su refugio, y otras, su condena.

    Rachel no dijo nada. Solo se acercó hasta quedar frente a ella, tomó su rostro con ambas manos y le dio un beso lento, el tipo de beso que desarma cualquier estructura cuidadosamente construida.

    —Entonces —susurró contra sus labios, con una media sonrisa—, vamos a dar una cena perfecta este sábado.
    ⤷ ゛𝙲𝚑𝚒𝚌𝚊𝚐𝚘 – 𝙻𝚘𝚞𝚒𝚜 𝚃𝚘𝚖𝚕𝚒𝚗𝚜𝚘𝚗 ˎˊ˗ ᴜꜱꜱᴇʀ ʀᴏʟ: ╰─ 👤 ─╮ ˚₊ ˚ ‧₊ .:・˚₊ ˚ ‧╰┈➤ [nova_navy_mouse_914] 𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ ℰ𝓃𝓉𝓇𝒶𝒹𝒶 𝒹ℯ𝓁 𝒹𝒾𝒶𝓇𝒾ℴ | ᪐ƽ 𝒹ℯ 𝒜ℊℴ𝓈𝓉ℴ Si hay algo que extraño de mi niñez, sin duda alguna serían los veranos en Mónaco. Había algo casi irreal en esos días —el sol siempre parecía brillar distinto sobre el mar, el aire olía a sal, y el mundo entero se reducía a una sucesión de risas, chapuzones y promesas de que todo sería eterno. Recuerdo las playas, doradas y ruidosas, las caminatas descalza sobre la arena caliente, el sonido de las gaviotas mezclándose con la música que salía desde la terraza de la mansión. La casa… Era más que un hogar temporal. Era un escenario de lujo y caos donde cuatro familias se fundían en una sola. Adultos con copas en la mano riendo entre conversaciones interminables, y nosotros, los niños, corriendo entre pasillos que parecían no tener fin. Nos escabullíamos a los cuartos para hacer pijamadas improvisadas, nos escondíamos debajo de las mesas del comedor, inventábamos historias de fantasmas y hacíamos pactos que jurábamos cumplir incluso de adultos. No dudaba ni por un segundo que aquellos veranos habían sido los mejores de mi vida. O al menos así fueron… Hasta que Deran dejó de ir. (…) 𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ𓂃˖˳·˖ ִֶָ ⋆🌷͙⋆ ִֶָ˖·˳˖𓂃 ִֶָ ╭┈ • ┈┈┈ 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈┈• ┈╮ El vuelo privado descendía suavemente entre las nubes, y el murmullo constante de los motores era casi un arrullo más que un ruido. Katherine observaba por la ventanilla, viendo cómo el azul del cielo se deshacía en el horizonte y el mar de Niza se extendía debajo como una seda brillante. Frente a ella, Olivia dormía con la cabeza recostada sobre su hombro, un mechón rebelde pegado a su mejilla. Ezra, en cambio, permanecía al otro lado del pasillo, con un libro abierto. Para la joven rubia, aquello no tenía nada de extraordinario. Era lo de siempre: el vuelo privado, los asientos de cuero marfil, las cortinas de lino beige, la bandeja de plata con jugo recién exprimido y los croissants aún tibios. El piloto ya había anunciado que aterrizarían en cuestión de minutos, y ella ni siquiera levantó la vista. Estaba acostumbrada. Ese era el ritmo natural de los Hamilton —una familia para la que el lujo no era un privilegio, sino una costumbre. Cuando el avión tocó tierra, el movimiento fue tan suave que apenas se notó. Nini, la niñera, se apresuró a despertar a su hermana menor con una sonrisa, mientras Clara, su madre, revisaba distraídamente su teléfono y Nicolas, su padre, hablaba con uno de los asistentes de vuelo, organizando el siguiente tramo del viaje. Apenas descendieron por la escalerilla, el aire cálido del mediodía los envolvió. En la pista privada los esperaba un helicóptero negro con los emblemas dorados de la familia grabados en los costados. Las hélices giraban lentamente, haciendo que los cabellos, castaño claro, de Olivia se levantaran como una corona desordenada. El intercambio fue rápido, casi coreográfico. Un asistente tomó las maletas, otro ofreció a Clara su sombrero, y Katherine, con la naturalidad de quien lo ha hecho mil veces, subió al helicóptero sin esperar indicaciones. Ezra la siguió, ajustando su reloj inteligente, el último en el mercado, y detrás de ellos subieron Nini y la pequeña, que aún sostenía un pequeño peluche entre los brazos. En cuestión de minutos, las hélices rugieron con más fuerza, y el helicóptero se elevó, dejando atrás el aeropuerto de Niza. Bajo ellos, la costa se desplegaba como un sueño familiar. Katherine apoyó la frente contra el vidrio y vio, a lo lejos, el punto blanco de la mansión, rodeado de jardines y con el mar respirando a pocos metros. Otro verano en Mónaco. ╰┈ • ┈ 𝙁𝙞𝙣 𝙙𝙚𝙡 𝙁𝙡𝙖𝙨𝙝𝙗𝙖𝙘𝙠 ┈• ┈╯ ·༻𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗘༺· Katherine estaba en su despacho, con las mangas de la blusa arremangadas hasta los codos y un mechón suelto cayéndole sobre el rostro. Había pasado la última hora ordenando expedientes y archivando casos viejos en cajas de cartón que ya casi no cabían en la repisa. El sonido del papel y el roce de las carpetas la mantenían concentrada, o al menos lo intentaban. La puerta, que permanecía entreabierta, se golpeó suavemente desde el otro lado. La joven abogada alzó la vista justo cuando la figura de Rachel apareció en el marco, recostada con naturalidad, como si el umbral de esa habitación fuese su hábitat natural. —¿Vas a invitar a tu hermano? —preguntó con una sonrisa apenas perceptible. Katherine suspiró, apoyando el último expediente sobre la mesa. Sabía exactamente a qué se refería. —No lo creo. La cena de presentación con papá está bien. —Su voz fue firme, aunque un dejo de duda se coló entre las palabras—. Hace tiempo que no veo a Ezra, sobre todo desde que se fue a Londres. Tal vez deberíamos dejarlo para otra ocasión. Rachel asintió despacio, comprendiendo. La pelinegra se acercó un par de pasos, con esa calma suya que contrastaba con la tensión que siempre flotaba en el aire cuando el apellido Hamilton estaba de por medio. —¿Tienes algún menú planeado? —preguntó, arqueando una ceja con un tono casi juguetón. Katherine la miró, incrédula, como si acabara de escuchar la pregunta más absurda del día. —Definitivamente tengo un menú planeado —respondió, dejando el archivo con un golpe seco dentro de la caja—. También tengo los outfits planeados, la decoración de la mesa planeada, y no quiero que ni un puto cubierto esté fuera de su lugar. El tono de su voz se endureció al final, cargado de ese perfeccionismo que a veces era su refugio, y otras, su condena. Rachel no dijo nada. Solo se acercó hasta quedar frente a ella, tomó su rostro con ambas manos y le dio un beso lento, el tipo de beso que desarma cualquier estructura cuidadosamente construida. —Entonces —susurró contra sus labios, con una media sonrisa—, vamos a dar una cena perfecta este sábado.
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