• Do you remember me? Remember all of that?
    Fandom IT
    Categoría Terror
    Los Ángeles, 2016.

    Aquel fin de semana no pudo ir a visitar a Nathan, estaba demasiado ocupada, su agenda estaba completa. Su teléfono no dejaba de sonar, Alice, su representante, estaba concertándole mil y una citas con agencias de actores, muchas ellas estaban buscando gente para micro teatros, otras para anuncios, y las que más le importaban a ella: las películas y las series. Llevaba años persiguiendo el papel de protagonista y hasta ahora no había pasado ninguno de los castings a los que se había presentado. ¿Tendría tal vez algo que ver con que ella jamás se marchó de Derry? ¿No del todo? Ese sitio te ataba, te estancaba, te hacía miserable en la vida. Si Ally hubiera coincidido con los que fueron en su día sus amigos, “los perdedores”, se hubiera asombrado de ver que cada uno de ellos había obtenido la fama y el trabajo de sus sueños. Sin embargo, ahí estaba ella, persiguiendo un sueño que parecía jamás lograr alcanzar. Alice le había conseguido, además de un casting como antagonista en una película de terror (de la cual aún no sabía el nombre), un piso en el centro a un buen precio.

    Las mudanzas nunca le habían gustado, y de no ser porque no tenía demasiadas cosas que transportar, se hubiera negado en rotundo, y hubiera continuado viviendo en ese cuchitril asqueroso al que llamaba casa.

    Eso le recordaba a Neibolt Street, a la casa de su hermano. Ella había pasado un año entero durmiendo en un sótano acondicionado como habitación, estaba acostumbrada al olor a humedad, a las telarañas… A todo eso que cualquiera que viviera en Los Ángeles detestaría.

    Ese día fue un día de lo más estresante: tuvo dos entrevistas de trabajo, tres castings y la dichosa mudanza. No le importaba que no le escogieran en ninguno de los dos ámbitos porque tanto los trabajos como los proyectos asignados a esos castings, eran aburridos, más de lo mismo que había hecho durante toda su vida; dependienta de una tienda de telefonía, y canguro. ¿Y más obras de teatro sobre la edad media? Estaba muy cansada de aquello. Necesitaba algo nuevo, romper con lo cuotidiano, salirse de su zona de confort.

    Lo que Ally no sabía, es que ese día, unos minutos antes de llegar al paseo de la fama, encontraría su respuesta en uno de los carteles del Hollywood Pantages Theatre. Llevaba consigo una de las últimas cajas de la mudanza, pues el apartamento estaba a unos 10 minutos desde allí, y menos mal que en el interior de ésta no había cosas demasiado pesadas, porque ésta se le cayó sobre los pies cuando vio aquello:

    LA DIVERSIÓN ACABA DE EMPEZAR, CON RICHIE TOZIER.
    ESTA NOCHE A LAS 22:00, EN EL PANTAGES THEATRE.

    La muchacha, en cuanto vio aquel nombre en pantalla y la foto que identificaba al protagonista de ese número, sintió cómo todo su cuerpo se tensaba. Pudo notar el corazón bombeándole en el interior del pecho con tanta intensidad, que incluso se preocupó. Una alerta en su reloj inteligente vibró en su muñeca: “Frecuencia cardiaca alta, date un respiro.”

    Tragó saliva, poniéndose nerviosa. En seguida se paró a recoger todo lo que se le había caído al suelo, sin mirar siquiera el interior de la caja, o si se dejaba algo sobre el suelo. No le importó, no podía dejar de mirar la enorme pantalla, con el rostro de su amigo. Corrió hacia la taquilla, ésta estaba a punto de cerrar, de hecho, la muchacha del interior, bajó la persiana delante de sus narices.
    —H-hola —dijo la chica, nerviosa, sintiendo que perdería aquella oportunidad—. Q-quería una entrada para —alzó la cabeza hacia la plantilla con todos los shows, para recordar el nombre—. La diversión ac-
    Pero la taquillera le interrumpió, con un tono borde y desganado. Se notaba que se había memorizado aquella frase, porque la dictaba como un robot.
    —Está cerrado. Abrimos de 10:00 a 14:00 y de 19:00 a 20:00 antes de la función. Gracias.
    —¡Eh! ¡Espera! Por favor, es un amigo mío.
    La muchacha de la cabina rodó los ojos.
    —Te pagaré la entrada doble, quédate con el resto, por favor…
    —Está cerrado, vuelva más tarde.
    —Escucha… Puedo pagarte una entrada y darte a ti el equivalente a tres entradas más. Tú te lo quedas, nadie se entera, y todos felices. ¿Qué me dices?
    —Abrimos de 19:00-
    Ally la interrumpió:
    —¡OH, POR FAVOR! ¡Ya sé a qué hora abrís, te estoy pidiendo por favor que-
    Pero la contraria cerró por completo la persiana, y la chica se quedó con la palabra en la boca.
    En aquel momento la hubiera estrangulado con sus propias manos. Ally era una persona impaciente, alguien que quería algo YA si se le antojaba.
    Acababa de encontrarle, a él, en Los Ángeles, después de 25 años sin verle. Al terminar con Eso, en agosto, Ally volvió con su familia a Ludlow, y no volvió hasta unos años más tarde, cuando Richie había dejado la ciudad de Derry, junto a sus padres. Desde entonces, Ally solo volvía para pasar fines de semana con su hermano, o alguna que otra festividad. Y ahora, después de tanto tiempo, la casualidad de la que hablaba cuando eran niños, la había llevado hasta allí.
    —Mira, entiendo lo que es que alguien venga a molestarte fuera de tu horario laboral, créeme… Pero de verdad que necesito esas entradas. Te daré lo que me pidas, de verdad.
    No supo cómo, pero la convenció. La muchacha del interior de la cabina tecleó en su ordenador dispuesta a imprimirle las entradas.
    —¿Asiento?
    —¡Gracias!... ¡Gracias! El que sea, de verdad que no me importa.
    —¿Hora?
    Ally frunció el ceño, confusa, y revisó de nuevo el cartel en el que aparecían los horarios de la función.
    —Solo hay un espectáculo…
    —¿Qué espectáculo desea ver? —realmente la voz cortante e inapetente de la contraria, la hacía parecer una máquina, un robot en el cuerpo de un humano.
    Ally chasqueó la lengua, molesta por tener que volver a revisar el título del show.
    —La diversión acaba de empezar.
    Después de un par de segundos, la chica respondió:
    —No quedan entradas para esta noche a la función de “La diversión acaba de empezar.”
    —¿Qué? Me tienes que estar tomando el pelo…
    —¿Quiere comprar una entrada para mañana?
    —C-claro… —respondió dubitativa. Ella no quería ir al día siguiente, quería verlo ese mismo día. Ya le iba a costar esperar 8 horas, como para esperar 32.
    —¿A qué hora?
    —A la… única maldita hora que hay —masculló entre dientes, esa mujer estaba acabando con su paciencia.
    —De acuerdo. Mañana a las 22:00 “La diversión acaba de empezar” —dijo antes de confirmar la compra.
    —Sí —respondió, hastiada.
    —Lo siento, no quedan entradas. ¿Quiere comprar una para pasado mañana?
    Ally soltó todo el aire de sus pulmones, completamente irritada.
    —No, déjalo. No importa.
    —De acuerdo, que tenga un buen día.
    Y una vez más la persiana volvió a cerrarse frente a ella.
    No podía tener tan mala suerte. O sí… Sí, por supuesto que podía.
    —¡EH! ¡OIGA! ¡VUELVA AQUÍ, SEÑOR!
    Cuando pensabas que las cosas no podían irte peor, era sin duda porque las cosas podían irte muchísimo peor. La caja de ropa que había dejado a un lado de la taquilla había desaparecido, y ahora estaba en los brazos de un anciano que no dejaba de correr, como si tuviera 15 años. Intentó ir tras él, pero estaba tan furiosa, que, en lugar de eso, se rindió, sentándose sobre los escalones que daban paso a la puerta del teatro.
    —Por dios, pero qué te he hecho… —preguntó mirando al cielo—. Dame una tregua, vamos…
    El teléfono sonó en el interior de su bolsillo, y sobre su muñeca, la pantalla del reloj se iluminó con el nombre de Alice. Ally se sacó el teléfono del bolsillo, deslizó el dedo hacia la derecha y contestó.
    —Alice, no es un buen momento.
    —Claro que lo es. Me han llamado del Journal para hacerte una entrevista.
    —¿Una entrevista? ¿En el Journal? ¿Necesitan secretaria? —preguntó con un tono sarcástico.
    —No, idiota. Quieren hacerte una prueba, un casting.
    —Joder, Alice, pues di las cosas bien si quieres que te entiendan a la primera. ¿Sobre qué es?
    —Te quieren como protagonista para una serie —dijo con ilusión la voz tras el teléfono.
    —¿De verdad?... —preguntó Ally, relajándose por fin.
    —¡Sí! Aún no sé cuál es la trama, pero pinta muy bien. Netflix ha comprado los derechos, ¡estarás en mil pantallas!
    —Eso si me cogen.
    —Ey, ¿qué te pasa? Acabo de conseguirte la entrevista de tu vida y estás con ese tonito todo el rato.
    —No es un buen momento…
    —¿Qué ha pasado?
    —¿Podemos vernos? Es demasiado fuerte como para contártelo por teléfono —dijo la chica, observando con admiración el rostro de su amigo en la gran pantalla sobre el teatro.

    3 horas después, en el Holly West Restaurant.

    —¡¿Qué?!
    —Baja la voz… —le pidió Ally, pero Alice no pudo contener la sorpresa ante lo que acababa de escuchar—.Y es una mierda porque no he conseguido entradas para verle. Era la única forma que tenía de volver a hablar con él, ¿sino cómo? Ahora que es famoso a poca gente le dejará acercarse.
    —¿Y cómo pensabas hacerlo si conseguías las entradas?
    —Conozco el Hollywood Pantages como la palma de mi mano. He hecho ahí unas cuantas obras, sé por dónde salen los actores.
    —¿Y por qué no le esperas a la entrada en lugar de a la salida?
    —No quiero ponerle nervioso antes del espectáculo. ¿Sabes cómo se pondrá cuando me vea? Hace 25 años que no le veo, los dos hemos cambiado.
    —Espera un segundo… ¿Has dicho que actúa en el Pantages?
    —Sí.
    —¿Esta noche?
    —¿Conoces a alguien que me pueda colar sin que nadie se entere? —preguntó con una sonrisa fingida, pues sabía que las cosas no serían tan sencillas como lo esperaba. ¿O sí?
    —¿Cómo se llama?
    —Richie. Richie Tozier —jamás olvidaría ese nombre.
    —No. Él no. Su show.
    —Ah. Oh… La diversión acaba de empezar.
    Alice sacó su teléfono, con el entrecejo fruncido, como si buscara algo.
    —No las vas a conseguir, yo también las he buscado pensando que esa zorra de la taquilla me la tenía jurada… —espetó Ally, dándole un sorbo a la coca-cola, sintiendo cómo el hielo le adormecía el labio superior. Pero cuando su amiga le mostró su correo en la pantalla, y en éste aparecieron las entradas, no logró contener el líquido en su boca, escupiéndoselo en la cara sin poder evitarlo, ante la sorpresa—. ¡Oh, joder! Mierda, lo siento, ¿estás bien? ¿Te he dado en el ojo?
    Alice apretó los ojos, cerrándolos con fuerza para que no le entrara el líquido y le provocara una tremenda irritación, limpiándose los restos de refresco y saliva, con la servilleta sobre la mesa.
    —¿Cómo cojones las has conseguido?
    —Sam…
    Sam era el tipo que estaba empezando a conocer, el mismo que Ally días antes había estado criticando, y no era porque el chico no fuera una buena persona, lo poco que le había contado de él era suficiente para saber que era un buen tío. Lo que verdaderamente le sucedió para detestarlo tanto, es que sabía que si Alice conseguía un novio, dejaría de tenerla disponible las 24 horas, así que, egoístamente, lo hizo por eso.
    —¡Sam! —dijo de pronto, como si le hubiera recordado— .¡Sam, claro! ¡Ese gran tipo! ¿Por qué nunca me lo has presentado?
    —Te lo presenté, y le llamaste raro a la cara…
    —¿Qué? ¿De verdad? Por dios, no me acuerdo de haber hecho eso, pero ya sabes que soy una bocazas, no me lo tomes en cuenta, sabes que me encanta ese chico —mintió.
    —Le detestas. Siempre me dices que lo mande a la mierda.
    —¡Yo nunca he dicho eso!
    —Si querías las entradas no hacía falta que me mintieras, sabes que te basta con pedírmelas.
    Ally subió los codos sobre le mesa, juntó sus manos, entrelazando sus dedos y le suplicó inclinándose hacia ella.
    —Por favor, necesito esa entrada…
    Alice suspiró, mirándola como una madre miraría a su hija, una mirada que decía: “no tiene remedio”. El único inconveniente era que Alice tenía 23 años, y Ally 38, así que nunca podría ser su madre.

    Por fin la suerte estaba de su parte, había conseguido la maldita entrada y ya tenía su plan bien detallado mentalmente. Disfrutaría de ver a su amigo hacer lo que mejor se le daba; hacer reír a la gente. Lo esperaría en el parking de coches, donde se situaba la puerta de la salida de los camerinos, perfectamente disimulada con un cartel que el bar de enfrente les había prestado, en el que podía leerse: SALA DE CONTADORES.
    A nadie le hubiera interesado entrar en una sala de contadores, así que era un buen método para mantener a los fans alejados. Ella en cambio, siempre habría deseado salir de allí después de un estreno y encontrarse a millones de personas esperándola, pidiéndole autógrafos y fotos que después publicarían en sus redes sociales. Pero ese día aún no había llegado, la gente no le reconocía por la calle, y con esa suerte, seguramente nunca lo harían.

    El tiempo pasó lento, despacio, excepto cuando tuvo que escoger qué ropa ponerse y de qué color pintar sus labios, en ese momento el reloj corrió dando la vuelta por completo. Había perdido una hora en arreglarse, y poco era para el reencuentro que estaría a punto de vivir…
    Al final se decantó por una blusa blanca, con un escote que dejaba apreciar su esternón y una pequeña parte de la curvatura de sus pechos, descotados. En la parte inferior de su cintura llevaba unos pantalones negros, pitillos, junto con unas converse de color negro y blanco. No se había cargado de maquillaje, únicamente había usado su lápiz de ojos negro, marcando la línea inferior de su párpado, un poco de rímel para acentuar sus pestañas, y un pintalabios rojo oscuro, de esos que aguantaban toda la noche y que luego te costaba quitarte.
    El cuchitril en el que vivía, de momento, quedaba a más de una hora de allí, y ya eran las 20:30, así que se dio prisa en llamar a un taxi.
    Para cuando éste la dejó en la puerta del Hollywood Pantages, eran las 21:40. El maldito tráfico de L.A.

    Estuvo a punto de llegar tarde, a punto de que le cerraran la puerta en las narices, pero al no tratarse de una obra como tal, al ser un espectáculo de humor, algo que en esos sitios infravaloraban muchísimo, la dejaron pasar. Su asiento estaba situado en Platea B, justo la zona superior derecha frente al escenario, la parte alta de las butacas. No era un mal sitio, mejor que haber estado en primera fila, pues no quería sorprenderle en mitad de un número, quería verle la cara de cerca, saber cuáles eran sus pensamientos, sus sensaciones…
    Estaba nerviosa, casi como si la que tuviera que subirse al escenario fuera ella. Cuando su nombre resonó en los altavoces de la sala, sintió un hormigueo en el estómago, la emoción apoderándose de ella. Y al verle… al contemplar cómo salía, con qué andares y qué seguridad se acercaba al centro del escenario, se sintió temblar sobre el asiento.
    Los recuerdos la bombardearon, y no solo lloró de la risa por sus comentarios jocosos y sus chistes durante todo el espectáculo, sino que lo hizo por la emoción, la ilusión de ese reencuentro, de verle una vez más, de encontrarse después de tantos años. Él había cambiado físicamente, pero sus rasgos eran los mismos, y su personalidad no había cambiado en absoluto. Seguía haciendo ese tipo de comentarios subiditos de tono…
    El sexo siempre había sido un tema que él trataba con humor, tal vez porque esa era su forma de normalizar algo que con el resto de sus amigos no tenía en común.

    La gente lo adoraba, aplaudían, reían, gritaban, era todo un ídolo allí. Y aquello la enorgulleció, la hizo sentir feliz del hombre en el que se había convertido, sobre todo por haber podido llegar hasta allí, cumpliendo su sueño, eso que tanto quería; hacer reír al mundo entero. Ally esperó impaciente a que terminara el espectáculo, no por aburrimiento, sino porque no aguantaba más tiempo allí sentada, imaginándose cómo sería el reencuentro. Necesitaba tenerle ya delante, y cuando eso sucedió… cuando divisó que la puerta del cartel de la sala de contadores falsa, se abría, viéndolo, saliendo de allí encendiéndose el cigarro con el mechero, se deshizo por dentro. Se sintió como una de esas adolescentes que acampaban en las entradas de los conciertos días y días, esperando ver únicamente el coche en el que iban montados sus ídolos, con los cristales tintados. Era absurdo, ¿verdad? Sí, por supuesto que lo era, al igual que esos estúpidos nervios que estaba sintiendo, ese temblor en sus piernas. Necesitaba acabar ya con ese momento de tensión. Richie se quedó ahí de pie, abrazando con la palma de su mano el cigarro y la llama, evitando así que el viento la apagara. Ally se acercó, despacio. Lo único que los alumbraba era una farola en medio de aquella calle, que daba al patio trasero del edificio, cerca del parking de coches.
    Cuando estaba lo suficientemente cerca, musitó:
    —Hola, Richie.
    —¡OH, MIERDA! — masculló con el tabaco entre los labios. Sobresaltándose tanto, que por poco se tragó el cigarro, cayéndoseles éste junto con mechero. En seguida se puso en posición de defensa, con las palmas de las manos por delante, y los brazos estirados hacia la chica—. ¿Quién coño eres? —le preguntó con cierta sospecha. Era habitual últimamente que la gente lo acosara, muchos de sus fans incluso habían averiguado dónde vivía, y su última experiencia con una fan loca dejó mucho que desear.
    —¿No te acuerdas de mí?...
    Richie miró hacia todas partes, por si aquella tía venía acompañada de sus amiguitas las locas. Se separó, poniéndose a andar, con las manos en los bolsillos, alejándose de ella.
    —No te conozco de nada, lo siento —le dijo, ceñudo.
    —Pues yo a ti sí que te conozco —respondió ella, desde donde estaba. No se había movido, pero sí había alzado el tono para qué este le escuchara.
    —Todas me conocéis demasiado —murmuró él entre dientes, sacando las llaves de su Mustang Cabrío, de color burdeos. La luz del vehículo parpadeó dos veces, haciéndose ver entre el resto. Era un cochazo, desde luego.
    —Jamás podría olvidar al chico que me salvó de una paliza —dijo entonces ella, esperando que él recordaba aquello.
    Richie se detuvo en seco, con el ceño fruncido, dándole aún la espalda.
    —Al chico que me llevó en su bicicleta hasta su casa, porque yo estaba aterrorizada…
    Los Ángeles, 2016. Aquel fin de semana no pudo ir a visitar a Nathan, estaba demasiado ocupada, su agenda estaba completa. Su teléfono no dejaba de sonar, Alice, su representante, estaba concertándole mil y una citas con agencias de actores, muchas ellas estaban buscando gente para micro teatros, otras para anuncios, y las que más le importaban a ella: las películas y las series. Llevaba años persiguiendo el papel de protagonista y hasta ahora no había pasado ninguno de los castings a los que se había presentado. ¿Tendría tal vez algo que ver con que ella jamás se marchó de Derry? ¿No del todo? Ese sitio te ataba, te estancaba, te hacía miserable en la vida. Si Ally hubiera coincidido con los que fueron en su día sus amigos, “los perdedores”, se hubiera asombrado de ver que cada uno de ellos había obtenido la fama y el trabajo de sus sueños. Sin embargo, ahí estaba ella, persiguiendo un sueño que parecía jamás lograr alcanzar. Alice le había conseguido, además de un casting como antagonista en una película de terror (de la cual aún no sabía el nombre), un piso en el centro a un buen precio. Las mudanzas nunca le habían gustado, y de no ser porque no tenía demasiadas cosas que transportar, se hubiera negado en rotundo, y hubiera continuado viviendo en ese cuchitril asqueroso al que llamaba casa. Eso le recordaba a Neibolt Street, a la casa de su hermano. Ella había pasado un año entero durmiendo en un sótano acondicionado como habitación, estaba acostumbrada al olor a humedad, a las telarañas… A todo eso que cualquiera que viviera en Los Ángeles detestaría. Ese día fue un día de lo más estresante: tuvo dos entrevistas de trabajo, tres castings y la dichosa mudanza. No le importaba que no le escogieran en ninguno de los dos ámbitos porque tanto los trabajos como los proyectos asignados a esos castings, eran aburridos, más de lo mismo que había hecho durante toda su vida; dependienta de una tienda de telefonía, y canguro. ¿Y más obras de teatro sobre la edad media? Estaba muy cansada de aquello. Necesitaba algo nuevo, romper con lo cuotidiano, salirse de su zona de confort. Lo que Ally no sabía, es que ese día, unos minutos antes de llegar al paseo de la fama, encontraría su respuesta en uno de los carteles del Hollywood Pantages Theatre. Llevaba consigo una de las últimas cajas de la mudanza, pues el apartamento estaba a unos 10 minutos desde allí, y menos mal que en el interior de ésta no había cosas demasiado pesadas, porque ésta se le cayó sobre los pies cuando vio aquello: LA DIVERSIÓN ACABA DE EMPEZAR, CON RICHIE TOZIER. ESTA NOCHE A LAS 22:00, EN EL PANTAGES THEATRE. La muchacha, en cuanto vio aquel nombre en pantalla y la foto que identificaba al protagonista de ese número, sintió cómo todo su cuerpo se tensaba. Pudo notar el corazón bombeándole en el interior del pecho con tanta intensidad, que incluso se preocupó. Una alerta en su reloj inteligente vibró en su muñeca: “Frecuencia cardiaca alta, date un respiro.” Tragó saliva, poniéndose nerviosa. En seguida se paró a recoger todo lo que se le había caído al suelo, sin mirar siquiera el interior de la caja, o si se dejaba algo sobre el suelo. No le importó, no podía dejar de mirar la enorme pantalla, con el rostro de su amigo. Corrió hacia la taquilla, ésta estaba a punto de cerrar, de hecho, la muchacha del interior, bajó la persiana delante de sus narices. —H-hola —dijo la chica, nerviosa, sintiendo que perdería aquella oportunidad—. Q-quería una entrada para —alzó la cabeza hacia la plantilla con todos los shows, para recordar el nombre—. La diversión ac- Pero la taquillera le interrumpió, con un tono borde y desganado. Se notaba que se había memorizado aquella frase, porque la dictaba como un robot. —Está cerrado. Abrimos de 10:00 a 14:00 y de 19:00 a 20:00 antes de la función. Gracias. —¡Eh! ¡Espera! Por favor, es un amigo mío. La muchacha de la cabina rodó los ojos. —Te pagaré la entrada doble, quédate con el resto, por favor… —Está cerrado, vuelva más tarde. —Escucha… Puedo pagarte una entrada y darte a ti el equivalente a tres entradas más. Tú te lo quedas, nadie se entera, y todos felices. ¿Qué me dices? —Abrimos de 19:00- Ally la interrumpió: —¡OH, POR FAVOR! ¡Ya sé a qué hora abrís, te estoy pidiendo por favor que- Pero la contraria cerró por completo la persiana, y la chica se quedó con la palabra en la boca. En aquel momento la hubiera estrangulado con sus propias manos. Ally era una persona impaciente, alguien que quería algo YA si se le antojaba. Acababa de encontrarle, a él, en Los Ángeles, después de 25 años sin verle. Al terminar con Eso, en agosto, Ally volvió con su familia a Ludlow, y no volvió hasta unos años más tarde, cuando Richie había dejado la ciudad de Derry, junto a sus padres. Desde entonces, Ally solo volvía para pasar fines de semana con su hermano, o alguna que otra festividad. Y ahora, después de tanto tiempo, la casualidad de la que hablaba cuando eran niños, la había llevado hasta allí. —Mira, entiendo lo que es que alguien venga a molestarte fuera de tu horario laboral, créeme… Pero de verdad que necesito esas entradas. Te daré lo que me pidas, de verdad. No supo cómo, pero la convenció. La muchacha del interior de la cabina tecleó en su ordenador dispuesta a imprimirle las entradas. —¿Asiento? —¡Gracias!... ¡Gracias! El que sea, de verdad que no me importa. —¿Hora? Ally frunció el ceño, confusa, y revisó de nuevo el cartel en el que aparecían los horarios de la función. —Solo hay un espectáculo… —¿Qué espectáculo desea ver? —realmente la voz cortante e inapetente de la contraria, la hacía parecer una máquina, un robot en el cuerpo de un humano. Ally chasqueó la lengua, molesta por tener que volver a revisar el título del show. —La diversión acaba de empezar. Después de un par de segundos, la chica respondió: —No quedan entradas para esta noche a la función de “La diversión acaba de empezar.” —¿Qué? Me tienes que estar tomando el pelo… —¿Quiere comprar una entrada para mañana? —C-claro… —respondió dubitativa. Ella no quería ir al día siguiente, quería verlo ese mismo día. Ya le iba a costar esperar 8 horas, como para esperar 32. —¿A qué hora? —A la… única maldita hora que hay —masculló entre dientes, esa mujer estaba acabando con su paciencia. —De acuerdo. Mañana a las 22:00 “La diversión acaba de empezar” —dijo antes de confirmar la compra. —Sí —respondió, hastiada. —Lo siento, no quedan entradas. ¿Quiere comprar una para pasado mañana? Ally soltó todo el aire de sus pulmones, completamente irritada. —No, déjalo. No importa. —De acuerdo, que tenga un buen día. Y una vez más la persiana volvió a cerrarse frente a ella. No podía tener tan mala suerte. O sí… Sí, por supuesto que podía. —¡EH! ¡OIGA! ¡VUELVA AQUÍ, SEÑOR! Cuando pensabas que las cosas no podían irte peor, era sin duda porque las cosas podían irte muchísimo peor. La caja de ropa que había dejado a un lado de la taquilla había desaparecido, y ahora estaba en los brazos de un anciano que no dejaba de correr, como si tuviera 15 años. Intentó ir tras él, pero estaba tan furiosa, que, en lugar de eso, se rindió, sentándose sobre los escalones que daban paso a la puerta del teatro. —Por dios, pero qué te he hecho… —preguntó mirando al cielo—. Dame una tregua, vamos… El teléfono sonó en el interior de su bolsillo, y sobre su muñeca, la pantalla del reloj se iluminó con el nombre de Alice. Ally se sacó el teléfono del bolsillo, deslizó el dedo hacia la derecha y contestó. —Alice, no es un buen momento. —Claro que lo es. Me han llamado del Journal para hacerte una entrevista. —¿Una entrevista? ¿En el Journal? ¿Necesitan secretaria? —preguntó con un tono sarcástico. —No, idiota. Quieren hacerte una prueba, un casting. —Joder, Alice, pues di las cosas bien si quieres que te entiendan a la primera. ¿Sobre qué es? —Te quieren como protagonista para una serie —dijo con ilusión la voz tras el teléfono. —¿De verdad?... —preguntó Ally, relajándose por fin. —¡Sí! Aún no sé cuál es la trama, pero pinta muy bien. Netflix ha comprado los derechos, ¡estarás en mil pantallas! —Eso si me cogen. —Ey, ¿qué te pasa? Acabo de conseguirte la entrevista de tu vida y estás con ese tonito todo el rato. —No es un buen momento… —¿Qué ha pasado? —¿Podemos vernos? Es demasiado fuerte como para contártelo por teléfono —dijo la chica, observando con admiración el rostro de su amigo en la gran pantalla sobre el teatro. 3 horas después, en el Holly West Restaurant. —¡¿Qué?! —Baja la voz… —le pidió Ally, pero Alice no pudo contener la sorpresa ante lo que acababa de escuchar—.Y es una mierda porque no he conseguido entradas para verle. Era la única forma que tenía de volver a hablar con él, ¿sino cómo? Ahora que es famoso a poca gente le dejará acercarse. —¿Y cómo pensabas hacerlo si conseguías las entradas? —Conozco el Hollywood Pantages como la palma de mi mano. He hecho ahí unas cuantas obras, sé por dónde salen los actores. —¿Y por qué no le esperas a la entrada en lugar de a la salida? —No quiero ponerle nervioso antes del espectáculo. ¿Sabes cómo se pondrá cuando me vea? Hace 25 años que no le veo, los dos hemos cambiado. —Espera un segundo… ¿Has dicho que actúa en el Pantages? —Sí. —¿Esta noche? —¿Conoces a alguien que me pueda colar sin que nadie se entere? —preguntó con una sonrisa fingida, pues sabía que las cosas no serían tan sencillas como lo esperaba. ¿O sí? —¿Cómo se llama? —Richie. Richie Tozier —jamás olvidaría ese nombre. —No. Él no. Su show. —Ah. Oh… La diversión acaba de empezar. Alice sacó su teléfono, con el entrecejo fruncido, como si buscara algo. —No las vas a conseguir, yo también las he buscado pensando que esa zorra de la taquilla me la tenía jurada… —espetó Ally, dándole un sorbo a la coca-cola, sintiendo cómo el hielo le adormecía el labio superior. Pero cuando su amiga le mostró su correo en la pantalla, y en éste aparecieron las entradas, no logró contener el líquido en su boca, escupiéndoselo en la cara sin poder evitarlo, ante la sorpresa—. ¡Oh, joder! Mierda, lo siento, ¿estás bien? ¿Te he dado en el ojo? Alice apretó los ojos, cerrándolos con fuerza para que no le entrara el líquido y le provocara una tremenda irritación, limpiándose los restos de refresco y saliva, con la servilleta sobre la mesa. —¿Cómo cojones las has conseguido? —Sam… Sam era el tipo que estaba empezando a conocer, el mismo que Ally días antes había estado criticando, y no era porque el chico no fuera una buena persona, lo poco que le había contado de él era suficiente para saber que era un buen tío. Lo que verdaderamente le sucedió para detestarlo tanto, es que sabía que si Alice conseguía un novio, dejaría de tenerla disponible las 24 horas, así que, egoístamente, lo hizo por eso. —¡Sam! —dijo de pronto, como si le hubiera recordado— .¡Sam, claro! ¡Ese gran tipo! ¿Por qué nunca me lo has presentado? —Te lo presenté, y le llamaste raro a la cara… —¿Qué? ¿De verdad? Por dios, no me acuerdo de haber hecho eso, pero ya sabes que soy una bocazas, no me lo tomes en cuenta, sabes que me encanta ese chico —mintió. —Le detestas. Siempre me dices que lo mande a la mierda. —¡Yo nunca he dicho eso! —Si querías las entradas no hacía falta que me mintieras, sabes que te basta con pedírmelas. Ally subió los codos sobre le mesa, juntó sus manos, entrelazando sus dedos y le suplicó inclinándose hacia ella. —Por favor, necesito esa entrada… Alice suspiró, mirándola como una madre miraría a su hija, una mirada que decía: “no tiene remedio”. El único inconveniente era que Alice tenía 23 años, y Ally 38, así que nunca podría ser su madre. Por fin la suerte estaba de su parte, había conseguido la maldita entrada y ya tenía su plan bien detallado mentalmente. Disfrutaría de ver a su amigo hacer lo que mejor se le daba; hacer reír a la gente. Lo esperaría en el parking de coches, donde se situaba la puerta de la salida de los camerinos, perfectamente disimulada con un cartel que el bar de enfrente les había prestado, en el que podía leerse: SALA DE CONTADORES. A nadie le hubiera interesado entrar en una sala de contadores, así que era un buen método para mantener a los fans alejados. Ella en cambio, siempre habría deseado salir de allí después de un estreno y encontrarse a millones de personas esperándola, pidiéndole autógrafos y fotos que después publicarían en sus redes sociales. Pero ese día aún no había llegado, la gente no le reconocía por la calle, y con esa suerte, seguramente nunca lo harían. El tiempo pasó lento, despacio, excepto cuando tuvo que escoger qué ropa ponerse y de qué color pintar sus labios, en ese momento el reloj corrió dando la vuelta por completo. Había perdido una hora en arreglarse, y poco era para el reencuentro que estaría a punto de vivir… Al final se decantó por una blusa blanca, con un escote que dejaba apreciar su esternón y una pequeña parte de la curvatura de sus pechos, descotados. En la parte inferior de su cintura llevaba unos pantalones negros, pitillos, junto con unas converse de color negro y blanco. No se había cargado de maquillaje, únicamente había usado su lápiz de ojos negro, marcando la línea inferior de su párpado, un poco de rímel para acentuar sus pestañas, y un pintalabios rojo oscuro, de esos que aguantaban toda la noche y que luego te costaba quitarte. El cuchitril en el que vivía, de momento, quedaba a más de una hora de allí, y ya eran las 20:30, así que se dio prisa en llamar a un taxi. Para cuando éste la dejó en la puerta del Hollywood Pantages, eran las 21:40. El maldito tráfico de L.A. Estuvo a punto de llegar tarde, a punto de que le cerraran la puerta en las narices, pero al no tratarse de una obra como tal, al ser un espectáculo de humor, algo que en esos sitios infravaloraban muchísimo, la dejaron pasar. Su asiento estaba situado en Platea B, justo la zona superior derecha frente al escenario, la parte alta de las butacas. No era un mal sitio, mejor que haber estado en primera fila, pues no quería sorprenderle en mitad de un número, quería verle la cara de cerca, saber cuáles eran sus pensamientos, sus sensaciones… Estaba nerviosa, casi como si la que tuviera que subirse al escenario fuera ella. Cuando su nombre resonó en los altavoces de la sala, sintió un hormigueo en el estómago, la emoción apoderándose de ella. Y al verle… al contemplar cómo salía, con qué andares y qué seguridad se acercaba al centro del escenario, se sintió temblar sobre el asiento. Los recuerdos la bombardearon, y no solo lloró de la risa por sus comentarios jocosos y sus chistes durante todo el espectáculo, sino que lo hizo por la emoción, la ilusión de ese reencuentro, de verle una vez más, de encontrarse después de tantos años. Él había cambiado físicamente, pero sus rasgos eran los mismos, y su personalidad no había cambiado en absoluto. Seguía haciendo ese tipo de comentarios subiditos de tono… El sexo siempre había sido un tema que él trataba con humor, tal vez porque esa era su forma de normalizar algo que con el resto de sus amigos no tenía en común. La gente lo adoraba, aplaudían, reían, gritaban, era todo un ídolo allí. Y aquello la enorgulleció, la hizo sentir feliz del hombre en el que se había convertido, sobre todo por haber podido llegar hasta allí, cumpliendo su sueño, eso que tanto quería; hacer reír al mundo entero. Ally esperó impaciente a que terminara el espectáculo, no por aburrimiento, sino porque no aguantaba más tiempo allí sentada, imaginándose cómo sería el reencuentro. Necesitaba tenerle ya delante, y cuando eso sucedió… cuando divisó que la puerta del cartel de la sala de contadores falsa, se abría, viéndolo, saliendo de allí encendiéndose el cigarro con el mechero, se deshizo por dentro. Se sintió como una de esas adolescentes que acampaban en las entradas de los conciertos días y días, esperando ver únicamente el coche en el que iban montados sus ídolos, con los cristales tintados. Era absurdo, ¿verdad? Sí, por supuesto que lo era, al igual que esos estúpidos nervios que estaba sintiendo, ese temblor en sus piernas. Necesitaba acabar ya con ese momento de tensión. Richie se quedó ahí de pie, abrazando con la palma de su mano el cigarro y la llama, evitando así que el viento la apagara. Ally se acercó, despacio. Lo único que los alumbraba era una farola en medio de aquella calle, que daba al patio trasero del edificio, cerca del parking de coches. Cuando estaba lo suficientemente cerca, musitó: —Hola, Richie. —¡OH, MIERDA! — masculló con el tabaco entre los labios. Sobresaltándose tanto, que por poco se tragó el cigarro, cayéndoseles éste junto con mechero. En seguida se puso en posición de defensa, con las palmas de las manos por delante, y los brazos estirados hacia la chica—. ¿Quién coño eres? —le preguntó con cierta sospecha. Era habitual últimamente que la gente lo acosara, muchos de sus fans incluso habían averiguado dónde vivía, y su última experiencia con una fan loca dejó mucho que desear. —¿No te acuerdas de mí?... Richie miró hacia todas partes, por si aquella tía venía acompañada de sus amiguitas las locas. Se separó, poniéndose a andar, con las manos en los bolsillos, alejándose de ella. —No te conozco de nada, lo siento —le dijo, ceñudo. —Pues yo a ti sí que te conozco —respondió ella, desde donde estaba. No se había movido, pero sí había alzado el tono para qué este le escuchara. —Todas me conocéis demasiado —murmuró él entre dientes, sacando las llaves de su Mustang Cabrío, de color burdeos. La luz del vehículo parpadeó dos veces, haciéndose ver entre el resto. Era un cochazo, desde luego. —Jamás podría olvidar al chico que me salvó de una paliza —dijo entonces ella, esperando que él recordaba aquello. Richie se detuvo en seco, con el ceño fruncido, dándole aún la espalda. —Al chico que me llevó en su bicicleta hasta su casa, porque yo estaba aterrorizada…
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  • ⠀⠀.·:⠀*⠀𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐬𝐨𝐥𝐬𝐭𝐢𝐜𝐢𝐨, 𝐆𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐥.⠀*⠀:·.
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ✧⠀˖⠀°⠀.

    Aguantar a Cassian por lo general solía ser un verdadero DOLOR DE CABEZA, y eso... bien lo sabían Nesta y Azriel.

    Pero entre Cassian y Nesta había un entendimiento puro que pocos podrían llegar a entender, Nesta había aprendido a no rechazar aquellos sentimiento, había aprendido (solo un poco) a creerse merecedora de cualquier sentimiento que no fuera oscuro y destructivo para ella, era por eso que toleraba a Cassian mucho más de lo que toleraba a cualquier persona de su alrededor, exceptuando las Valkirias, claro.

    Aquel solsticio, aprendiendo las tradiciones de su hermana menor y Alta Lady, y de todo el Circulo interno, decidió que era momento de participar en aquella tradición de intercambiar regalos, si bien los dos solsticios anteriores no había sido capaz de dar el paso para regalarle algo al General, aquel año se prometió a si misma que sería diferente, que sería... ¿Mejor?

    Los días anteriores al solsticio Nesta había estado pasando tiempo en la forja para crear algo para su hermana Feyre, y a la vez el tiempo restante lo invertía en zambullirse entre libros para poder encontrar una idea digna de el General de la Corte Noche. Nada le parecía 𝐥𝐨 𝐬𝐮𝐟𝐢𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐨 para Cassian, de hecho, la Alta Fae había tenido hasta el impulso de ir a hablar con su cuñado Rhysand para obtener algunas ideas frescas, pero finalmente no lo hizo.

    Un día, buceando entre libros, páginas y gruñidos de frustración llegó a sus manos un libro que más bien parecía un cuento infantil, parecía que eran historias que antaño se les contaba a los niños Ilyrios para dormir, había una historia de un pato horrendo, de una niña tan chiquitita como un garbanzo, de un niño que rescataba a los niños que se perdían y se quedaban sin padres, una princesa que perdía su zapato... La lectura transportó a Nesta a un deseo de revivir una infancia que no tuvo. Si miraba atrás solo recordaba la estricta mirada de su madre clavada en ella, moldeándola, preparándola para algo, pero momentáneamente esa "Nesta pequeña" se sentía reconfortada con la idea de que si hubiera conocido a Cassian de niño ambos hubieran jugado juntos, bueno, seguramente no, su madre no les hubiera dejado, de hecho, ella le hubiera tenido miedo al pequeño Ilyrio y su madre lo hubiera espantado a gritos o pedradas o a saber qué, pero... si hubiera sabido todo lo que sabía en aquel momento... Se esforzó en visualizar a un Cassian de cinco o seis años, correteando con un pequeño Azriel y un Rhysand en miniatura, haciendo maldades y peleándose con espadas de madera. La Alta Fae sonrió con aquella visión imaginaria, sabía lo que tenía que hacer.

    Aprovechando su tiempo en la forja para preparar el regalo de Feyra, también preparó algo para Cassian, pero para él empleó aleaciones de metales pesados de dos colores diferentes, plateado y negro. Con el poco tiempo que le quedaba libre consiguió material para tallar dos tablas de maderas de colores diferentes.

    Cuando terminó aquella tarea, envolvió aquello en dos cajas diferentes, esperaba que Cassian entendiera que aquel regalo no era solo para alimentar "los juegos de la niñez" si no también para pasar tiempo con él, 𝐣𝐮𝐠𝐚𝐧𝐝𝐨.

    Cuando la fiesta estaba en su ecuador, Nesta se acercó al General tendiéndole las dos cajas, no titubeó, le miró a los ojos directamente, desafiándole.

    — Feliz solsticio, 𝐂𝐀𝐒𝐒𝐈𝐀𝐍 .

    En aquel regalo se escondían los deseos de una Alta Fae por pasar más tiempo con el Ilyrio jugando a un simple juego de estrategia. Un set completo de ajedrez, con su tablero incluido esperaba a Cassian.
    ⠀⠀.·:⠀*⠀𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐬𝐨𝐥𝐬𝐭𝐢𝐜𝐢𝐨, 𝐆𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐥.⠀*⠀:·. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ✧⠀˖⠀°⠀. Aguantar a Cassian por lo general solía ser un verdadero DOLOR DE CABEZA, y eso... bien lo sabían Nesta y Azriel. Pero entre Cassian y Nesta había un entendimiento puro que pocos podrían llegar a entender, Nesta había aprendido a no rechazar aquellos sentimiento, había aprendido (solo un poco) a creerse merecedora de cualquier sentimiento que no fuera oscuro y destructivo para ella, era por eso que toleraba a Cassian mucho más de lo que toleraba a cualquier persona de su alrededor, exceptuando las Valkirias, claro. Aquel solsticio, aprendiendo las tradiciones de su hermana menor y Alta Lady, y de todo el Circulo interno, decidió que era momento de participar en aquella tradición de intercambiar regalos, si bien los dos solsticios anteriores no había sido capaz de dar el paso para regalarle algo al General, aquel año se prometió a si misma que sería diferente, que sería... ¿Mejor? Los días anteriores al solsticio Nesta había estado pasando tiempo en la forja para crear algo para su hermana Feyre, y a la vez el tiempo restante lo invertía en zambullirse entre libros para poder encontrar una idea digna de el General de la Corte Noche. Nada le parecía 𝐥𝐨 𝐬𝐮𝐟𝐢𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐨 para Cassian, de hecho, la Alta Fae había tenido hasta el impulso de ir a hablar con su cuñado Rhysand para obtener algunas ideas frescas, pero finalmente no lo hizo. Un día, buceando entre libros, páginas y gruñidos de frustración llegó a sus manos un libro que más bien parecía un cuento infantil, parecía que eran historias que antaño se les contaba a los niños Ilyrios para dormir, había una historia de un pato horrendo, de una niña tan chiquitita como un garbanzo, de un niño que rescataba a los niños que se perdían y se quedaban sin padres, una princesa que perdía su zapato... La lectura transportó a Nesta a un deseo de revivir una infancia que no tuvo. Si miraba atrás solo recordaba la estricta mirada de su madre clavada en ella, moldeándola, preparándola para algo, pero momentáneamente esa "Nesta pequeña" se sentía reconfortada con la idea de que si hubiera conocido a Cassian de niño ambos hubieran jugado juntos, bueno, seguramente no, su madre no les hubiera dejado, de hecho, ella le hubiera tenido miedo al pequeño Ilyrio y su madre lo hubiera espantado a gritos o pedradas o a saber qué, pero... si hubiera sabido todo lo que sabía en aquel momento... Se esforzó en visualizar a un Cassian de cinco o seis años, correteando con un pequeño Azriel y un Rhysand en miniatura, haciendo maldades y peleándose con espadas de madera. La Alta Fae sonrió con aquella visión imaginaria, sabía lo que tenía que hacer. Aprovechando su tiempo en la forja para preparar el regalo de Feyra, también preparó algo para Cassian, pero para él empleó aleaciones de metales pesados de dos colores diferentes, plateado y negro. Con el poco tiempo que le quedaba libre consiguió material para tallar dos tablas de maderas de colores diferentes. Cuando terminó aquella tarea, envolvió aquello en dos cajas diferentes, esperaba que Cassian entendiera que aquel regalo no era solo para alimentar "los juegos de la niñez" si no también para pasar tiempo con él, 𝐣𝐮𝐠𝐚𝐧𝐝𝐨. Cuando la fiesta estaba en su ecuador, Nesta se acercó al General tendiéndole las dos cajas, no titubeó, le miró a los ojos directamente, desafiándole. — Feliz solsticio, [N1GHTCOMMANDER]. En aquel regalo se escondían los deseos de una Alta Fae por pasar más tiempo con el Ilyrio jugando a un simple juego de estrategia. Un set completo de ajedrez, con su tablero incluido esperaba a Cassian. ⠀
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  • ⠀⠀.·:* 𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐝𝛊́𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐬𝐨𝐥𝐬𝐭𝐢𝐜𝐢𝐨, 𝐅𝐞𝐲𝐫𝐚 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚. *:·.
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ✧⠀˖⠀°⠀.

    Como la tradición marcaba, o mejor dicho, como Nesta Archeron había aprendido de su hermana menor Feyra, había una noche especial en Velaris donde se compartían presentes era una noche doblemente celebrada por el Círculo Interno ya que coincidía con el cumpleaños de la Alta Lady, en motivo de su cumpleaños Nesta había conseguido un gran arco de caza. Emerie y Nesta habían buscado hasta la saciedad hasta encontrar algo perfecto, no demasiado pesado, no demasiado grande, totalmente equilibrado y funcional y así... já, así la Alta Lady podría perseguir a ciertos Ilyrios que se dedicaban a destrozarle el patio.

    Por otra parte Nesta sintió que aquel año quería unirse a su cuñado Rhysand, y hacerle dos regalos, en el caso de Nesta quería regalar un regalo funcional y otro personal, y así lo hizo.

    Los días previos al cumpleaños de Feyre, Nesta había estado ocupada en la forja, no creando un arma, si no una joya. Había conseguido oro de primera calidad y había investigado las aleaciones perfectas para hacer una joya duradera. Lo difícil no fue fundir el metal con cuidado, o verterlo en su molde, ni mucho menos enfriarlo y darle forma, no. Lo difícil fue diseñar algo digno de la Alta Lady, no, de su hermana Feyre, de su historia, de todo lo que había sufrido y conseguido con su fuerza. Nesta no era una "artista" como su hermana, seguramente si Nesta hubiera intentado pintar algo hubiera acabado siendo un "monigote" al lado de las pinturas de Feyre y una joya, siendo tan pequeña... no era muy diferente a la dificultad de hacer un retrato enorme, en ese momento en el que imaginaba la mano de su hermana viajando por el cuadro, mojando la punta del pincel el agua para crear un color más traslucido, en ese momento el martillo en la mano de Nesta se movió y empezó a repiquetear contra el metal precioso que tenía delante.

    ¿Cuántas horas pasaron? No estaba segura, el sudor se deslizaba por el puente de su nariz, hasta la punta de esta y caía sobre sus manos mientras Nesta pulía con cera aquella joya en la que había engastado algunas piedras preciosas, cuando el metal precioso relució entre sus dedos Nesta sonrió satisfecha de un trabajo bien hecho, iba a ser un buen regalo para Feyre, al menos, eso pensaba.

    Nesta envolvió meticulosamente aquella joya en una pequeña cajita de madera que haría a su vez de "mini joyero", y a la hora exacta en la que sabía que su madre había dado a luz se acercó a Feyre para entregarle el segundo presente. Una caja que guardaba un anillo dorado, con un cielo de Velaris. Las gemas engastadas atrapaban la luz y la reflejaban de tal forma que destelleaban casi parecía con luz propia.

    Nesta apartó la mirada levemente como si le diera cierta vergüenza tener una muestra de afecto con su hermana menor.

    — Feliz... Solsticio, 𝐅𝐞𝐲𝐫𝐞 𝐀𝐫𝐜𝐡𝐞𝐫𝐨𝐧

    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ✧⠀˖⠀°⠀.
    ⠀ ⠀⠀.·:* 𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐝𝛊́𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐬𝐨𝐥𝐬𝐭𝐢𝐜𝐢𝐨, 𝐅𝐞𝐲𝐫𝐚 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚. *:·. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ✧⠀˖⠀°⠀. ⠀ Como la tradición marcaba, o mejor dicho, como Nesta Archeron había aprendido de su hermana menor Feyra, había una noche especial en Velaris donde se compartían presentes era una noche doblemente celebrada por el Círculo Interno ya que coincidía con el cumpleaños de la Alta Lady, en motivo de su cumpleaños Nesta había conseguido un gran arco de caza. Emerie y Nesta habían buscado hasta la saciedad hasta encontrar algo perfecto, no demasiado pesado, no demasiado grande, totalmente equilibrado y funcional y así... já, así la Alta Lady podría perseguir a ciertos Ilyrios que se dedicaban a destrozarle el patio. Por otra parte Nesta sintió que aquel año quería unirse a su cuñado Rhysand, y hacerle dos regalos, en el caso de Nesta quería regalar un regalo funcional y otro personal, y así lo hizo. Los días previos al cumpleaños de Feyre, Nesta había estado ocupada en la forja, no creando un arma, si no una joya. Había conseguido oro de primera calidad y había investigado las aleaciones perfectas para hacer una joya duradera. Lo difícil no fue fundir el metal con cuidado, o verterlo en su molde, ni mucho menos enfriarlo y darle forma, no. Lo difícil fue diseñar algo digno de la Alta Lady, no, de su hermana Feyre, de su historia, de todo lo que había sufrido y conseguido con su fuerza. Nesta no era una "artista" como su hermana, seguramente si Nesta hubiera intentado pintar algo hubiera acabado siendo un "monigote" al lado de las pinturas de Feyre y una joya, siendo tan pequeña... no era muy diferente a la dificultad de hacer un retrato enorme, en ese momento en el que imaginaba la mano de su hermana viajando por el cuadro, mojando la punta del pincel el agua para crear un color más traslucido, en ese momento el martillo en la mano de Nesta se movió y empezó a repiquetear contra el metal precioso que tenía delante. ¿Cuántas horas pasaron? No estaba segura, el sudor se deslizaba por el puente de su nariz, hasta la punta de esta y caía sobre sus manos mientras Nesta pulía con cera aquella joya en la que había engastado algunas piedras preciosas, cuando el metal precioso relució entre sus dedos Nesta sonrió satisfecha de un trabajo bien hecho, iba a ser un buen regalo para Feyre, al menos, eso pensaba. Nesta envolvió meticulosamente aquella joya en una pequeña cajita de madera que haría a su vez de "mini joyero", y a la hora exacta en la que sabía que su madre había dado a luz se acercó a Feyre para entregarle el segundo presente. Una caja que guardaba un anillo dorado, con un cielo de Velaris. Las gemas engastadas atrapaban la luz y la reflejaban de tal forma que destelleaban casi parecía con luz propia. Nesta apartó la mirada levemente como si le diera cierta vergüenza tener una muestra de afecto con su hermana menor. — Feliz... Solsticio, [high1ady] ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ✧⠀˖⠀°⠀.
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    (coro)
    Soy la hija salvaje de mi madre
    sobre las piedras corren mis pies
    la hija salvaje de mi madre
    ni mi pelo cortaré, ni mi voz bajaré.

    (I)
    La hija es salvaje encuentra presagios
    en los colores de las piedras
    en los ojos de los gatos
    en los altos del fuego
    en las curvas de los huesos
    en las plumas que cayeron.
    Soy la hija salvaje de mi madre
    sobre las piedras corren mis pies
    la hija salvaje de mi madre
    ni mi pelo cortaré, ni mi voz bajaré.

    (II)
    Ella baila en la oscuridad
    bajo la luna canta y canta
    siente a los planetas y a las estrellas
    volando en esas notas sueña que llegará.
    Soy la hija salvaje de mi madre
    sobre las piedras corren mis pies
    la hija salvaje de mi madre
    ni mi pelo cortaré, ni mi voz bajaré.

    (III)
    Todos venimos de la oscuridad
    a través de sangre y dolor
    de la profundidad de esas canciones viejas
    llegan como tormenta vamos a cantar
    Somos hijas salvajes de la madre
    sobre las piedras corren los pies
    hijas salvajes de la madre
    ni el pelo cortaré, ni la voz bajare.

    Hijas salvajes de la madre
    sobre las piedras corren los pies
    hijas salvajes de la madre
    ni el pelo cortaré, ni la voz bajaré.
    Hijas salvajes de la madre
    sobre las piedras corren los pies
    hijas salvajes de la madre
    ni el pelo cortaré, ni mi voz bajaré.

    https://youtu.be/q86O7ppNZuc?si=wvu7rM1rN7j4DOvd
    (coro) Soy la hija salvaje de mi madre sobre las piedras corren mis pies la hija salvaje de mi madre ni mi pelo cortaré, ni mi voz bajaré. (I) La hija es salvaje encuentra presagios en los colores de las piedras en los ojos de los gatos en los altos del fuego en las curvas de los huesos en las plumas que cayeron. Soy la hija salvaje de mi madre sobre las piedras corren mis pies la hija salvaje de mi madre ni mi pelo cortaré, ni mi voz bajaré. (II) Ella baila en la oscuridad bajo la luna canta y canta siente a los planetas y a las estrellas volando en esas notas sueña que llegará. Soy la hija salvaje de mi madre sobre las piedras corren mis pies la hija salvaje de mi madre ni mi pelo cortaré, ni mi voz bajaré. (III) Todos venimos de la oscuridad a través de sangre y dolor de la profundidad de esas canciones viejas llegan como tormenta vamos a cantar Somos hijas salvajes de la madre sobre las piedras corren los pies hijas salvajes de la madre ni el pelo cortaré, ni la voz bajare. Hijas salvajes de la madre sobre las piedras corren los pies hijas salvajes de la madre ni el pelo cortaré, ni la voz bajaré. Hijas salvajes de la madre sobre las piedras corren los pies hijas salvajes de la madre ni el pelo cortaré, ni mi voz bajaré. https://youtu.be/q86O7ppNZuc?si=wvu7rM1rN7j4DOvd
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  • ❝ Y con la muerte del vientre progenitor el mundo colorido se ha teñido de rojo. He aquí el resultado de vuestra insolencia. ❞

    Cuánto tiempo me tomaría conseguir un cuerpo físico extraordinario cuando dentro de mi están los genes de generaciones abandonadas en un oxidado sepulcro. Incluso días solo fueron días desde la muerte de esa mujer que llamaba madre desde el descenso del tirano a quien no tuve el placer de conocer para su desgracia alguien más ha hecho el sucio trabajo.

    𝐿ǣ𝑤𝑒𝑛𝑑 o maestro quizás papá me han ubicado en un lugar acogedor ayudando a qué mi cuerpo no formado en su totalidad pueda encontrar los nutrientes necesarios para establecer un cuerpo físico saludable y ha sido todo un éxito.

    Días solo días ha tomado tengo brazos y piernas músculos fuertes mi tamaño de ha disparado todo gracias a Benedic mi querido padre, maestro y tutor.

    ¿Cuál es mi misión?

    Destruir todo lo que habitantes de este mundo nos han robado durante años hacerlos sufrir en su piel todo el horror que provocaron en mi madre hacerlos pagar.

    Aún soy pequeño para entender pero mi cuerpo y mi mente tienen por naturaleza el instinto de asesinato lo he reflejado justo ahora con mis manos sedientas de sangre campirana. Con lenguaje de señas indique ** fueron ellos quien han entrado a nuestra casa ** inútiles aventureros que buscaban tesoros donde nunca debieron.
    ❝ Y con la muerte del vientre progenitor el mundo colorido se ha teñido de rojo. He aquí el resultado de vuestra insolencia. ❞ Cuánto tiempo me tomaría conseguir un cuerpo físico extraordinario cuando dentro de mi están los genes de generaciones abandonadas en un oxidado sepulcro. Incluso días solo fueron días desde la muerte de esa mujer que llamaba madre desde el descenso del tirano a quien no tuve el placer de conocer para su desgracia alguien más ha hecho el sucio trabajo. [conturbatio.0men] o maestro quizás papá me han ubicado en un lugar acogedor ayudando a qué mi cuerpo no formado en su totalidad pueda encontrar los nutrientes necesarios para establecer un cuerpo físico saludable y ha sido todo un éxito. Días solo días ha tomado tengo brazos y piernas músculos fuertes mi tamaño de ha disparado todo gracias a Benedic mi querido padre, maestro y tutor. ¿Cuál es mi misión? Destruir todo lo que habitantes de este mundo nos han robado durante años hacerlos sufrir en su piel todo el horror que provocaron en mi madre hacerlos pagar. Aún soy pequeño para entender pero mi cuerpo y mi mente tienen por naturaleza el instinto de asesinato lo he reflejado justo ahora con mis manos sedientas de sangre campirana. Con lenguaje de señas indique ** fueron ellos quien han entrado a nuestra casa ** inútiles aventureros que buscaban tesoros donde nunca debieron.
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  • No hay nada más seductor que el corazón de un hombre vulnerable, roto y sincero...

    Donde quiera que estés, quiero que sepas que nuestra cachorra está bien. Está creciendo cada día y eso debería tranquilizarme, pero a veces me rompe por dentro porque en demasiadas cosas me recuerda a ti. Tiene mi mirada, dicen, y cuando la miro siento que me observa alguien que sabe más de lo que debería. Ya empieza a preguntar por su madre y no sé qué decirle. No le miento. No le prometo nada. Solo sonrío, una sonrisa cansada, de esas que no engañan a nadie, porque no sé si volverás y no estoy dispuesto a construirle una espera que quizá nunca se cumpla.

    No sé si leerás esto, pero necesito decirlo aunque no llegue a ningún sitio. Estoy rehaciendo mi vida, o al menos lo intento. Nuestra marca ya no está. Se borró. Solo queda la cicatriz de nuestro triángulo, esa que no se ve pero pesa. No hay rastro de lo que nos unía y superarlo me ha costado mucho más de lo que jamás admitiría en voz alta. Pensé que era más fuerte. Pensé que podía con todo. Y no, no lo fui. Pero también entendí algo que me dolió todavía más aunque te amara como te amé, nunca habría podido retenerte. Y eso… eso todavía me arde.

    Dicen que amar es aprender a soltar. Yo no sé hacerlo. Nunca supe, ni sabré. Soy posesivo, soy lobo, amo desde el instinto y desde el pecho, no desde la cabeza. Por eso no puedo perdonarte. No ahora. Tal vez algún día, con el tiempo, cuando la rabia pese menos y el silencio no duela tanto. Tal vez entonces, aunque esté rehaciendo mi vida, hoy no puedo.

    No sé dónde estás ni si esta carta llegará a tus manos. Solo quería desearte una feliz Navidad. Y que sepas una cosa, aunque no sepas qué hacer con ella... los brazos de tu hija siempre estarán abiertos para ti. Los míos… va a ser que no.

    #SeductiveSunday.

    No hay nada más seductor que el corazón de un hombre vulnerable, roto y sincero... Donde quiera que estés, quiero que sepas que nuestra cachorra está bien. Está creciendo cada día y eso debería tranquilizarme, pero a veces me rompe por dentro porque en demasiadas cosas me recuerda a ti. Tiene mi mirada, dicen, y cuando la miro siento que me observa alguien que sabe más de lo que debería. Ya empieza a preguntar por su madre y no sé qué decirle. No le miento. No le prometo nada. Solo sonrío, una sonrisa cansada, de esas que no engañan a nadie, porque no sé si volverás y no estoy dispuesto a construirle una espera que quizá nunca se cumpla. No sé si leerás esto, pero necesito decirlo aunque no llegue a ningún sitio. Estoy rehaciendo mi vida, o al menos lo intento. Nuestra marca ya no está. Se borró. Solo queda la cicatriz de nuestro triángulo, esa que no se ve pero pesa. No hay rastro de lo que nos unía y superarlo me ha costado mucho más de lo que jamás admitiría en voz alta. Pensé que era más fuerte. Pensé que podía con todo. Y no, no lo fui. Pero también entendí algo que me dolió todavía más aunque te amara como te amé, nunca habría podido retenerte. Y eso… eso todavía me arde. Dicen que amar es aprender a soltar. Yo no sé hacerlo. Nunca supe, ni sabré. Soy posesivo, soy lobo, amo desde el instinto y desde el pecho, no desde la cabeza. Por eso no puedo perdonarte. No ahora. Tal vez algún día, con el tiempo, cuando la rabia pese menos y el silencio no duela tanto. Tal vez entonces, aunque esté rehaciendo mi vida, hoy no puedo. No sé dónde estás ni si esta carta llegará a tus manos. Solo quería desearte una feliz Navidad. Y que sepas una cosa, aunque no sepas qué hacer con ella... los brazos de tu hija siempre estarán abiertos para ti. Los míos… va a ser que no. #SeductiveSunday.
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    Epilogo del rol "Una visita del pasado"
    https://ficrol.com/posts/321466

    ¡¿Loki Again?!

    Jennar vagaba sola en la dimensión extraña, un espacio sin forma ni tiempo, donde los ecos de las realidades se entrelazaban como hilos rotos. Su corazón estaba destrozado. No eran heridas física, sino por las palabras que había escuchado de Veythra.

    ¿Cómo pudo decir eso usando el rostro de mi madre?
    El dolor era insoportable, porque en su mundo, Veythra era objeto de adoración, la figura que ella veneraba. Y ahora, esa imagen había sido manchada.

    Jennar gritó con furia, su voz resonando en la telaraña de las realidades:
    —¡Mataré a esa falsa Veythra! ¡No permitiré que manche su nombre!

    Pero antes de que pudiera dar un paso, una presencia oscura emergió detrás de ella. Una mujer con capucha negra, silenciosa como la sombra, atravesó su pecho con una mano firme.

    Jennar quedó en shock. El dolor era insoportable, diferente a cualquier herida que hubiera sufrido. Aunque su poder podía sanar cualquier daño, esta herida ardía demasiado, como si estuviera hecha de algo más que carne y caos.

    La mujer retiró la mano lentamente, y Jennar, temblando, se giró para ver quién era. Sus ojos se abrieron con incredulidad.

    Era Loki.. Pero no la Loki que conocía. Esta parecía más adulta, más oscura, con una sonrisa cruel que helaba la sangre.

    Jennar retrocedió, confundida, murmurando:
    —No… no puede ser… Solo existen dos Lokis en la telaraña… yo… y la que se fue con la falsa Veythra… ¿Cómo puede haber una tercera?

    La nueva Loki inclinó la cabeza, su sonrisa se ensanchó con frialdad.
    —Tienes razón. En la telaraña solo existen dos Lokis… pero ahora solo quedará una.

    Jennar intentó sanar su herida, pero descubrió con horror que no podía. La energía se desvanecía, la sangre caía, y su cuerpo no respondía.

    Cayó al suelo, jadeando, muriendo en agonía. Sus ojos buscaban respuestas, pero solo encontraron la mirada helada de esa Loki adulta.

    Con voz fría, la mujer dijo: Ya cumpliste tu trabajo. No te necesitaré más.

    Jennar no entendió esas palabras. Su mente se apagó en confusión y dolor. Y así, murió.

    La dimensión extraña guardó silencio. Solo la sonrisa cruel de la tercera Loki quedó flotando en la oscuridad, como un nuevo error en la telaraña de las realidades.


    Loki mirandote... —Dime, lector… ¿cuál crees que es la verdadera Loki? —
    Epilogo del rol "Una visita del pasado" https://ficrol.com/posts/321466 ¡¿Loki Again?! Jennar vagaba sola en la dimensión extraña, un espacio sin forma ni tiempo, donde los ecos de las realidades se entrelazaban como hilos rotos. Su corazón estaba destrozado. No eran heridas física, sino por las palabras que había escuchado de Veythra. ¿Cómo pudo decir eso usando el rostro de mi madre? El dolor era insoportable, porque en su mundo, Veythra era objeto de adoración, la figura que ella veneraba. Y ahora, esa imagen había sido manchada. Jennar gritó con furia, su voz resonando en la telaraña de las realidades: —¡Mataré a esa falsa Veythra! ¡No permitiré que manche su nombre! Pero antes de que pudiera dar un paso, una presencia oscura emergió detrás de ella. Una mujer con capucha negra, silenciosa como la sombra, atravesó su pecho con una mano firme. Jennar quedó en shock. El dolor era insoportable, diferente a cualquier herida que hubiera sufrido. Aunque su poder podía sanar cualquier daño, esta herida ardía demasiado, como si estuviera hecha de algo más que carne y caos. La mujer retiró la mano lentamente, y Jennar, temblando, se giró para ver quién era. Sus ojos se abrieron con incredulidad. Era Loki.. Pero no la Loki que conocía. Esta parecía más adulta, más oscura, con una sonrisa cruel que helaba la sangre. Jennar retrocedió, confundida, murmurando: —No… no puede ser… Solo existen dos Lokis en la telaraña… yo… y la que se fue con la falsa Veythra… ¿Cómo puede haber una tercera? La nueva Loki inclinó la cabeza, su sonrisa se ensanchó con frialdad. —Tienes razón. En la telaraña solo existen dos Lokis… pero ahora solo quedará una. Jennar intentó sanar su herida, pero descubrió con horror que no podía. La energía se desvanecía, la sangre caía, y su cuerpo no respondía. Cayó al suelo, jadeando, muriendo en agonía. Sus ojos buscaban respuestas, pero solo encontraron la mirada helada de esa Loki adulta. Con voz fría, la mujer dijo: Ya cumpliste tu trabajo. No te necesitaré más. Jennar no entendió esas palabras. Su mente se apagó en confusión y dolor. Y así, murió. La dimensión extraña guardó silencio. Solo la sonrisa cruel de la tercera Loki quedó flotando en la oscuridad, como un nuevo error en la telaraña de las realidades. Loki mirandote... —Dime, lector… ¿cuál crees que es la verdadera Loki? —
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  • alguna ves la vi Alos ojos aun era una cachorra bajo sus cuidados pero algo en ella genero confianza y yo curiosa y egida de saber pregunte por su... nacimiento... su historia...
    aquella mañana entre pócimas y libros me miro Alos ojos y ..... descargo su corazón


    ( ella esboza una mueca luego sonríe camina unos pasos y me mira se sienta aun lado y mira ala ventana de aquel cuarto y solo deja salir todo de sus carnosos labios)


    Nací donde el grito era cuna y canción,
    donde el hambre aprendía a rimar con perdón.
    Mi madre callaba, mi padre mentía,
    y yo me escondía detrás de la poesía.

    Me crié entre insultos vestidos de amor,
    con caricias tan frías que daban pavor.
    Aprendí a fingir que todo iba bien,
    con la boca cerrada y el alma en desdén.

    No soy fría… soy cauterizada,
    por cada promesa que fue apuñalada.
    ¿Traición? —quizá—, pero sin redención,
    soy lo que queda tras la humillación.

    [sus labios suspiran y de nuevo dejan salir todo.... ]

    Nadie me enseñó a ser luz en la bruma,
    así que me hice tormenta en la espuma.
    No me llames bruja, ni monstruo, ni horror,
    soy solo el eco de tu propio rencor.
    Y si te duele verme quemar…
    es porque esperabas verme rogar.

    Quise ser buena, fui mártir de normas,
    hasta que rompí mi piel en sus formas.
    Me vestí con los restos de lo que maté,
    y al fin entendí: jamás fallé.

    Ahora hablo en lenguas que el miedo no entiende,
    soy incendio que a nadie le miente.
    No vine a gustarte, no busco tu paz,
    vine a vengar a la que nunca será.

    [ me mira un momento arden sus ojos siento como sus dientes crujen de rabia mientras de nuevo su voz sale de sus carnosos labios ]

    Nadie me salvó, así que me escribí,
    con tinta de rabia y sangre de mí.
    No soy el monstruo de tu invención,
    soy la herencia rota de tu opresión.
    Y si mi voz te parte la sien…
    es porque siempre callé también.

    [luego se para va hasta la ventana y voz álcida y fuerte grita]

    No vine a sanar, vine a gritar.
    No vine a encajar, vine a quebrar.
    Mi oscuridad no es maldad ni error,
    es el santuario de tanto dolor.

    [luego baja la mirada pero camina hasta mi y se inclina frente ami sin perderme la mirada]

    Soy la hija del ruido, el eco prohibido,
    la que rompió el silencio podrido.
    No esperes piedad, ni flor, ni perdón…
    soy la mujer que el abismo parió.
    [luego me dio un beso en la frente continuó dándome sus clases y esa fue la única ves que ella ... mi hermana mayor dejo ver algo mas de ella que esa sonrisa picara que siempre me mostro ]

    Katrin Ishtar

    la mujer que no nació la mujer que simplemente el vacío pario.

    https://www.youtube.com/watch?v=YDpx3GA5jjw&list=RDYDpx3GA5jjw&start_radio=1
    alguna ves la vi Alos ojos aun era una cachorra bajo sus cuidados pero algo en ella genero confianza y yo curiosa y egida de saber pregunte por su... nacimiento... su historia... aquella mañana entre pócimas y libros me miro Alos ojos y ..... descargo su corazón ( ella esboza una mueca luego sonríe camina unos pasos y me mira se sienta aun lado y mira ala ventana de aquel cuarto y solo deja salir todo de sus carnosos labios) Nací donde el grito era cuna y canción, donde el hambre aprendía a rimar con perdón. Mi madre callaba, mi padre mentía, y yo me escondía detrás de la poesía. Me crié entre insultos vestidos de amor, con caricias tan frías que daban pavor. Aprendí a fingir que todo iba bien, con la boca cerrada y el alma en desdén. No soy fría… soy cauterizada, por cada promesa que fue apuñalada. ¿Traición? —quizá—, pero sin redención, soy lo que queda tras la humillación. [sus labios suspiran y de nuevo dejan salir todo.... ] Nadie me enseñó a ser luz en la bruma, así que me hice tormenta en la espuma. No me llames bruja, ni monstruo, ni horror, soy solo el eco de tu propio rencor. Y si te duele verme quemar… es porque esperabas verme rogar. Quise ser buena, fui mártir de normas, hasta que rompí mi piel en sus formas. Me vestí con los restos de lo que maté, y al fin entendí: jamás fallé. Ahora hablo en lenguas que el miedo no entiende, soy incendio que a nadie le miente. No vine a gustarte, no busco tu paz, vine a vengar a la que nunca será. [ me mira un momento arden sus ojos siento como sus dientes crujen de rabia mientras de nuevo su voz sale de sus carnosos labios ] Nadie me salvó, así que me escribí, con tinta de rabia y sangre de mí. No soy el monstruo de tu invención, soy la herencia rota de tu opresión. Y si mi voz te parte la sien… es porque siempre callé también. [luego se para va hasta la ventana y voz álcida y fuerte grita] No vine a sanar, vine a gritar. No vine a encajar, vine a quebrar. Mi oscuridad no es maldad ni error, es el santuario de tanto dolor. [luego baja la mirada pero camina hasta mi y se inclina frente ami sin perderme la mirada] Soy la hija del ruido, el eco prohibido, la que rompió el silencio podrido. No esperes piedad, ni flor, ni perdón… soy la mujer que el abismo parió. [luego me dio un beso en la frente continuó dándome sus clases y esa fue la única ves que ella ... mi hermana mayor dejo ver algo mas de ella que esa sonrisa picara que siempre me mostro ] [KatrinIshtar] la mujer que no nació la mujer que simplemente el vacío pario. https://www.youtube.com/watch?v=YDpx3GA5jjw&list=RDYDpx3GA5jjw&start_radio=1
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  • -mi tio al igual que mi madre y tias ama a los humanos pero especialmente ama su tecnologia, y desde su ultima visita empezo a adorar el estilo steampunk y solarpunk por loq ue empezo a usar magia para crear estas cositas, a que son adorables?-
    -mi tio al igual que mi madre y tias ama a los humanos pero especialmente ama su tecnologia, y desde su ultima visita empezo a adorar el estilo steampunk y solarpunk por loq ue empezo a usar magia para crear estas cositas, a que son adorables?-
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  • Todas nuestras oraciones fueron escuchadas, mi suegra se encuentra mucho mejor por suerte se trató de un leve resfriado.
    Cuanto me alegro, la mujer siempre ha sido muy buena conmigo, la considero como una madre.

    Todas nuestras oraciones fueron escuchadas, mi suegra se encuentra mucho mejor por suerte se trató de un leve resfriado. Cuanto me alegro, la mujer siempre ha sido muy buena conmigo, la considero como una madre.
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