• Hoy debo ir llevarle a cenar, madre debe estar relajada... eso es lo que más me importa
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  • -Wukong se encontraba demasiado triste porque su amada estrella desapareció de su vida hasta que tuvieron un último encuentro donde ella le explicó que debía regresar a su mundo para salvar a su gente. El Gran Sabio comprendió la situación y ambos se despidieron. Se amaban pero la vida de su amada la llamaba. El sueño de ambos de casarse y tener un hijo ha quedado atrás. Wukong dentro de su duelo amoroso deberá dedicarse a sus deberes y su rutina cómo monje budista de alto cargo.-
    -Wukong se encontraba demasiado triste porque su amada estrella desapareció de su vida hasta que tuvieron un último encuentro donde ella le explicó que debía regresar a su mundo para salvar a su gente. El Gran Sabio comprendió la situación y ambos se despidieron. Se amaban pero la vida de su amada la llamaba. El sueño de ambos de casarse y tener un hijo ha quedado atrás. Wukong dentro de su duelo amoroso deberá dedicarse a sus deberes y su rutina cómo monje budista de alto cargo.-
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  • 𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍:
    ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’

    ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones.

    ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio).

    ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes.

    ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo.

    ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc.

    ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción.

    ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente.

    ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín.

    ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común.

    ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”.

    ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección.

    ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy.

    ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos.

    ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular.

    ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno.

    ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja.

    ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar.

    ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie.

    ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía.

    ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
    𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍: ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’ ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones. ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio). ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes. ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo. ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc. ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción. ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente. ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín. ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común. ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”. ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección. ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy. ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos. ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular. ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno. ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja. ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar. ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie. ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía. ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
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  • El aroma del incienso apenas se deslizaba en el aire, como una plegaria silente que se aferraba a los pilares de madera antigua, buscando a un dios que ya no escuchaba. Más allá del umbral, los cerezos dormían bajo la bruma de un atardecer lejano, derramando pétalos como si la tierra llorara en silencio por algo que no alcanzaba a comprender.

    Ella se mantenía de pie junto a la columna central de la habitación, su figura envuelta en sombras y en los destellos suaves que se filtraban entre las rendijas del shōji. La penumbra jugaba con el contorno de su silueta, disolviéndola por momentos, como si el mundo aún no decidiera si debía retenerla o permitir que se desvaneciera en la bruma del amanecer. Sus ojos ahora se fijaban en sus propias manos, desnudas, apenas temblorosas.

    Allí, entre sus dedos, aún palpitaba un vestigio de lo que había hecho. No fuego, no luz… Sino una tibieza tenue, extraña, como si hubiese absorbido algo más que simple energía corrupta. Como si, por un instante, hubiera contenido dentro de sí el eco del alma de otro. Como si hubiese sido —por primera vez en mucho tiempo— no una emisaria de castigo, sino portadora de una forma de liberación.

    Kazuo ...

    El nombre danzaba aún en su mente como un rezo no pronunciado. Había visto en sus ojos lo mismo que durante años veló en los suyos: la sombra que consume desde adentro, la semilla de una corrupción que no solo carcome la carne, sino que enturbia la voluntad, deforma los sueños y convierte la compasión en ceniza. Y sin embargo, frente a él, había elegido lo impensable.

    Ella, que durante años había arrancado vidas sin titubeo. Ella, que había sido el azote de lo impuro, la daga precisa en corazones ya perdidos, había abierto las manos y contenido la corrupción que lo asfixiaba. La había absorbido, redirigido hacia sí, como una grieta más entre tantas que ya la habitaban. Y con ese acto, lo había salvado.

    Sus dedos se cerraron lentamente en un puño, apretando hasta que los nudillos se tornaron pálidos. El cuero de los guantes crujió apenas bajo la presión, como si compartiera el eco de algo que también se tensaba en su interior. No había rencor en su rostro. Tampoco ira por aquella súplica que había escuchado de los labios del zorro—una súplica disfrazada de resolución. Una petición callada, pero irrevocable: “Déjame ir.” Kazuo no lo había rogado, no había llorado. Había hablado con la serenidad de quien ya se ha despedido de sí mismo mucho antes.

    Y aun así, ella lo había negado.

    Le había arrebatado la muerte que pedía, el olvido que ansiaba.

    Había decidido por él.

    No por piedad, ni por alguna esperanza ingenua. Sino porque, en ese instante, frente a la sombra encarnada en otro, ella había visto reflejada su propia ruina —aquella época en que también habría suplicado lo mismo, si aún le hubiese quedado alguien a quien hacerlo.

    Conocía bien esa oscuridad, ese anhelo de desaparecer. No como un acto de cobardía, sino como el último vestigio de control que le quedaba a un alma exhausta. Lo había sentido abrasar sus huesos y dormir su pecho en más de una noche. Por eso, su negativa no había sido liviana. Le dolió en la carne vieja y en las heridas que jamás terminaron de cerrar.

    Salvarlo fue una condena compartida.

    Una elección que no le trajo consuelo, ni redención, sino un nuevo peso que ahora cargaba consigo. Uno más entre tantos, pero distinto. Porque sabía que, al sostenerlo en la vida, no lo había liberado… solo lo había obligado a mirar de frente aquello de lo que deseaba huir. Le devolvió el espejo y dejó intacto su reflejo. Hizo lo correcto, pero el alma no siempre aplaude lo justo. A veces lo resiste. A veces lo sangra en silencio.

    Por eso, en lugar de alivio, lo que sintió fue ese peso silente. Ese manto gris que se posa sobre quienes han hecho lo que debían… Aún sabiendo que sería odiada por ello.

    Se sentó con calma, como quien ha terminado una batalla que no necesita testigos. Con gesto lento, se colocó los guantes de cuero negro que durante tanto tiempo fueron su segunda piel, cubriendo las manos que por primera vez no habían destruido, sino redimido. En sus ojos brillaba algo que no era del todo tristeza, pero sí un tipo de duelo: el duelo por una parte de sí que había muerto con ese gesto, y que no deseaba enterrar con violencia. Solo dejar ir, como se deja ir un suspiro al final de una plegaria.

    Entonces, su mirada se alzó y se posó sobre la mesa baja del rincón, de madera lacada en tonos oscuros, adornada con tallas antiguas de dragones dormidos y ramas de ciruelo. Allí reposaban sus escrituras, sus bitácoras marcadas con la caligrafía elegante de quien ha aprendido a registrar el mal con precisión casi quirúrgica. Mapas de regiones corroídas por la oscuridad, diagramas de espíritus, anotaciones de antiguos sellos y rituales, nombres tachados con tinta roja. Eran sus huellas. El legado de una vida entera dedicada a la caza de lo impuro, al estudio de lo inasible.

    Con parsimonia, recogió cada hoja, cada trozo de pergamino, doblado con meticulosa devoción. No lo hacía con prisa, ni por temor. Era un gesto íntimo, ritual, como quien guarda las piezas de una historia que ya no le pertenece por completo. Dobló un trozo de tela oscura sobre las libretas y lo ató con un lazo de cuerda roja, el color de la sangre contenida y del deber cumplido.

    El templo, con su techo de tejas curvadas y sus faroles de papel aún encendidos con una luz suave, parecía sostenerla en una respiración contenida. Afuera, el murmullo del arroyo apenas se oía entre los árboles, y los pasos del mundo se sentían lejanos. Allí, entre las paredes de madera sagrada y el incienso que aún ardía en el altar, había hallado un respiro. No redención completa. No paz absoluta. Pero sí un instante de claridad. Un acto que, quizá, marcaría el inicio de otro camino.

    Se detuvo antes de cerrar la puerta corrediza tras de sí. Se quedó allí, con la mano apoyada en la madera, como si aún dudara del siguiente paso. Su mirada se deslizó una vez más hacia la habitación: ese espacio transitorio que, aunque breve, le había ofrecido un refugio.
    El aroma del incienso apenas se deslizaba en el aire, como una plegaria silente que se aferraba a los pilares de madera antigua, buscando a un dios que ya no escuchaba. Más allá del umbral, los cerezos dormían bajo la bruma de un atardecer lejano, derramando pétalos como si la tierra llorara en silencio por algo que no alcanzaba a comprender. Ella se mantenía de pie junto a la columna central de la habitación, su figura envuelta en sombras y en los destellos suaves que se filtraban entre las rendijas del shōji. La penumbra jugaba con el contorno de su silueta, disolviéndola por momentos, como si el mundo aún no decidiera si debía retenerla o permitir que se desvaneciera en la bruma del amanecer. Sus ojos ahora se fijaban en sus propias manos, desnudas, apenas temblorosas. Allí, entre sus dedos, aún palpitaba un vestigio de lo que había hecho. No fuego, no luz… Sino una tibieza tenue, extraña, como si hubiese absorbido algo más que simple energía corrupta. Como si, por un instante, hubiera contenido dentro de sí el eco del alma de otro. Como si hubiese sido —por primera vez en mucho tiempo— no una emisaria de castigo, sino portadora de una forma de liberación. [8KazuoAihara8]... El nombre danzaba aún en su mente como un rezo no pronunciado. Había visto en sus ojos lo mismo que durante años veló en los suyos: la sombra que consume desde adentro, la semilla de una corrupción que no solo carcome la carne, sino que enturbia la voluntad, deforma los sueños y convierte la compasión en ceniza. Y sin embargo, frente a él, había elegido lo impensable. Ella, que durante años había arrancado vidas sin titubeo. Ella, que había sido el azote de lo impuro, la daga precisa en corazones ya perdidos, había abierto las manos y contenido la corrupción que lo asfixiaba. La había absorbido, redirigido hacia sí, como una grieta más entre tantas que ya la habitaban. Y con ese acto, lo había salvado. Sus dedos se cerraron lentamente en un puño, apretando hasta que los nudillos se tornaron pálidos. El cuero de los guantes crujió apenas bajo la presión, como si compartiera el eco de algo que también se tensaba en su interior. No había rencor en su rostro. Tampoco ira por aquella súplica que había escuchado de los labios del zorro—una súplica disfrazada de resolución. Una petición callada, pero irrevocable: “Déjame ir.” Kazuo no lo había rogado, no había llorado. Había hablado con la serenidad de quien ya se ha despedido de sí mismo mucho antes. Y aun así, ella lo había negado. Le había arrebatado la muerte que pedía, el olvido que ansiaba. Había decidido por él. No por piedad, ni por alguna esperanza ingenua. Sino porque, en ese instante, frente a la sombra encarnada en otro, ella había visto reflejada su propia ruina —aquella época en que también habría suplicado lo mismo, si aún le hubiese quedado alguien a quien hacerlo. Conocía bien esa oscuridad, ese anhelo de desaparecer. No como un acto de cobardía, sino como el último vestigio de control que le quedaba a un alma exhausta. Lo había sentido abrasar sus huesos y dormir su pecho en más de una noche. Por eso, su negativa no había sido liviana. Le dolió en la carne vieja y en las heridas que jamás terminaron de cerrar. Salvarlo fue una condena compartida. Una elección que no le trajo consuelo, ni redención, sino un nuevo peso que ahora cargaba consigo. Uno más entre tantos, pero distinto. Porque sabía que, al sostenerlo en la vida, no lo había liberado… solo lo había obligado a mirar de frente aquello de lo que deseaba huir. Le devolvió el espejo y dejó intacto su reflejo. Hizo lo correcto, pero el alma no siempre aplaude lo justo. A veces lo resiste. A veces lo sangra en silencio. Por eso, en lugar de alivio, lo que sintió fue ese peso silente. Ese manto gris que se posa sobre quienes han hecho lo que debían… Aún sabiendo que sería odiada por ello. Se sentó con calma, como quien ha terminado una batalla que no necesita testigos. Con gesto lento, se colocó los guantes de cuero negro que durante tanto tiempo fueron su segunda piel, cubriendo las manos que por primera vez no habían destruido, sino redimido. En sus ojos brillaba algo que no era del todo tristeza, pero sí un tipo de duelo: el duelo por una parte de sí que había muerto con ese gesto, y que no deseaba enterrar con violencia. Solo dejar ir, como se deja ir un suspiro al final de una plegaria. Entonces, su mirada se alzó y se posó sobre la mesa baja del rincón, de madera lacada en tonos oscuros, adornada con tallas antiguas de dragones dormidos y ramas de ciruelo. Allí reposaban sus escrituras, sus bitácoras marcadas con la caligrafía elegante de quien ha aprendido a registrar el mal con precisión casi quirúrgica. Mapas de regiones corroídas por la oscuridad, diagramas de espíritus, anotaciones de antiguos sellos y rituales, nombres tachados con tinta roja. Eran sus huellas. El legado de una vida entera dedicada a la caza de lo impuro, al estudio de lo inasible. Con parsimonia, recogió cada hoja, cada trozo de pergamino, doblado con meticulosa devoción. No lo hacía con prisa, ni por temor. Era un gesto íntimo, ritual, como quien guarda las piezas de una historia que ya no le pertenece por completo. Dobló un trozo de tela oscura sobre las libretas y lo ató con un lazo de cuerda roja, el color de la sangre contenida y del deber cumplido. El templo, con su techo de tejas curvadas y sus faroles de papel aún encendidos con una luz suave, parecía sostenerla en una respiración contenida. Afuera, el murmullo del arroyo apenas se oía entre los árboles, y los pasos del mundo se sentían lejanos. Allí, entre las paredes de madera sagrada y el incienso que aún ardía en el altar, había hallado un respiro. No redención completa. No paz absoluta. Pero sí un instante de claridad. Un acto que, quizá, marcaría el inicio de otro camino. Se detuvo antes de cerrar la puerta corrediza tras de sí. Se quedó allí, con la mano apoyada en la madera, como si aún dudara del siguiente paso. Su mirada se deslizó una vez más hacia la habitación: ese espacio transitorio que, aunque breve, le había ofrecido un refugio.
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  • ‹ Ya eran las 3 am y la madrugada estaba un poco fría, pero nuevamente se quedó vigilando a los habitantes que regresaban de sus misiones externas a esa hora fuera de la base y los disparos no dejaban de salir de su arma al encontrar a un infectado. Suspiró y se recostó sobre la pared mientras frotaba su cuello sintiendo un poco de estrés. ›

    — 3 días sin dormir bien, estoy acostumbrado. Sin embargo últimamente ha habido más trabajo de lo normal. Quizás deba salir al exterior de la base para verificar que sucede.
    ‹ Ya eran las 3 am y la madrugada estaba un poco fría, pero nuevamente se quedó vigilando a los habitantes que regresaban de sus misiones externas a esa hora fuera de la base y los disparos no dejaban de salir de su arma al encontrar a un infectado. Suspiró y se recostó sobre la pared mientras frotaba su cuello sintiendo un poco de estrés. › — 3 días sin dormir bien, estoy acostumbrado. Sin embargo últimamente ha habido más trabajo de lo normal. Quizás deba salir al exterior de la base para verificar que sucede.
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  • **Departamento de John, 8:13 p.m. — Zona alta.


    La ciudad zumbaba a lo lejos como una colmena. John, por una vez, no olía a cloro, ni a desinfectante, ni llevaba guantes de látex manchados. Llevaba una playera sin logotipos, pants limpios y —casi milagrosamente— una sonrisa real.

    Gracias a Hammer, quien le había conseguido un sustituto “por esta vez, Corvac… te lo ganaste”, tenía una noche libre. Y no pensaba desperdiciarla.

    Abrió la puerta del cuarto, donde su hija lo esperaba sentada en el suelo, rodeada de crayones y un castillo hecho con cajas de cereal.
    —¡Papáaa! ¡Ya era hora! —dijo ella, de unos siete años, con coletas despeinadas y un vestido lleno de pintura.
    —Me atraparon unos trolls de cloro y tuve que vencerlos en combate —respondió él, dejándose caer exageradamente de rodillas.
    —¿Otra vez? ¡Deben estar obsesionados contigo!
    —Es mi cabello. Les da envidia.

    Ella se rió, con esa risa libre que él solo escuchaba en ese apartamento. Le ofreció una corona de cartón y John, el limpiador de escenas imposibles, el hombre de mirada fría y mente calculadora, se la puso sin dudar.
    —Desde este momento —ella alzó una cuchara como cetro—, eres *Sir Papito el Valiente*, protector del Reino de los Lácteos.

    John se arrodilló con solemnidad exagerada, conteniendo la carcajada.
    —Acepto la misión, mi reina. Pero primero necesito…
    —¡Pizza! —dijeron los dos al unísono, señalándose con el dedo como si fuese un duelo de vaqueros.

    Mientras ella corría al sofá para poner su caricatura favorita, John se sirvió un refresco. Se permitió apoyarse contra el marco de la puerta y mirarla por un momento, sintiendo un tipo de paz que no encontraba en ningún otro lado.

    Ella era el único rincón del mundo donde podía soltar la armadura.
    Donde podía llamarse Anthony, y no John.
    Donde no existían los lagos, ni las bolsas, ni los espejos salpicados.

    Solo una pequeña con crayones… y un caballero protector con una corona de cartón.

    —Papá, ven rápido… ¡ya va a empezar la guerra de robots mágicos!
    —Voy, voy… pero si ganan los verdes, tú lavas los platos.
    —¡Los verdes son los mejores, tú vas a lavar!

    Y mientras discutían, bromeaban y se acurrucaban entre cojines, el mundo afuera seguía girando.

    Pero esa noche, John no era una sombra.

    Era un padre.
    **Departamento de John, 8:13 p.m. — Zona alta. La ciudad zumbaba a lo lejos como una colmena. John, por una vez, no olía a cloro, ni a desinfectante, ni llevaba guantes de látex manchados. Llevaba una playera sin logotipos, pants limpios y —casi milagrosamente— una sonrisa real. Gracias a Hammer, quien le había conseguido un sustituto “por esta vez, Corvac… te lo ganaste”, tenía una noche libre. Y no pensaba desperdiciarla. Abrió la puerta del cuarto, donde su hija lo esperaba sentada en el suelo, rodeada de crayones y un castillo hecho con cajas de cereal. —¡Papáaa! ¡Ya era hora! —dijo ella, de unos siete años, con coletas despeinadas y un vestido lleno de pintura. —Me atraparon unos trolls de cloro y tuve que vencerlos en combate —respondió él, dejándose caer exageradamente de rodillas. —¿Otra vez? ¡Deben estar obsesionados contigo! —Es mi cabello. Les da envidia. Ella se rió, con esa risa libre que él solo escuchaba en ese apartamento. Le ofreció una corona de cartón y John, el limpiador de escenas imposibles, el hombre de mirada fría y mente calculadora, se la puso sin dudar. —Desde este momento —ella alzó una cuchara como cetro—, eres *Sir Papito el Valiente*, protector del Reino de los Lácteos. John se arrodilló con solemnidad exagerada, conteniendo la carcajada. —Acepto la misión, mi reina. Pero primero necesito… —¡Pizza! —dijeron los dos al unísono, señalándose con el dedo como si fuese un duelo de vaqueros. Mientras ella corría al sofá para poner su caricatura favorita, John se sirvió un refresco. Se permitió apoyarse contra el marco de la puerta y mirarla por un momento, sintiendo un tipo de paz que no encontraba en ningún otro lado. Ella era el único rincón del mundo donde podía soltar la armadura. Donde podía llamarse Anthony, y no John. Donde no existían los lagos, ni las bolsas, ni los espejos salpicados. Solo una pequeña con crayones… y un caballero protector con una corona de cartón. —Papá, ven rápido… ¡ya va a empezar la guerra de robots mágicos! —Voy, voy… pero si ganan los verdes, tú lavas los platos. —¡Los verdes son los mejores, tú vas a lavar! Y mientras discutían, bromeaban y se acurrucaban entre cojines, el mundo afuera seguía girando. Pero esa noche, John no era una sombra. Era un padre.
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  • #PostLibre

    ‹ La agenda de hoy ha estado un poco llena, porque han habido muchos infectados por las picaduras de una nueva raza de insectos mutantes, mi pistola se quedó sin balas. Lo único que he tomado ha sido agua, aunque el agua es suficiente por ahora., pero aún así.. ›

    — Hm... Un poco de alcohol no sería mala idea
    #PostLibre ‹ La agenda de hoy ha estado un poco llena, porque han habido muchos infectados por las picaduras de una nueva raza de insectos mutantes, mi pistola se quedó sin balas. Lo único que he tomado ha sido agua, aunque el agua es suficiente por ahora., pero aún así.. › — Hm... Un poco de alcohol no sería mala idea
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  • Historia Naciente
    Fandom OC
    Categoría Original
    Lunes por la mañana en la universidad xxxxx, clima soleado con apenas nubes presentes en el cielo, escuchándose en un pasillo vacío, el andar de un hombre de tez morena, semblante sereno y frío, mirada penetrante, acomodándose la chaqueta al llegar a una puerta de madera de roble color rojo profundo, levantando la mirada, procedía a abrir la puerta dando paso a una cacofonía de voces de los estudiantes presentes, un gran auditorio daba bienvenida al hombre quien daría una conferencia además de responder preguntas de los jóvenes estudiantes.

    — Damos la bienvenida al señor Joel Dallas, hijo mayor de la familia Dallas, dueños de conglomerados y empresas dedicadas a exportación e importación mercantil, una de las familias mas influyentes en el ámbito empresarial.

    Con las palabras del orador, un hombre mayor con pocas canas visibles, porte serio y un par de lentes adornando su rostro, después de presentar al hombre de tez morena dio paso a este ante el podio, dando inicio a la conferencia.

    — Como ha dicho vuestro maestro, me presentaré, Joel Dallas, para quienes no sepan, soy el responsable de las recientes expansiones de Dallas Company en el mercado extranjero, mi área va dedicada a administración, exploración comercial, además de inversiones.

    Iniciando la conferencia, en la pantalla delantera se vio salir el logo empresarial de la familia.

    || Rol con Ney Nixays
    Lunes por la mañana en la universidad xxxxx, clima soleado con apenas nubes presentes en el cielo, escuchándose en un pasillo vacío, el andar de un hombre de tez morena, semblante sereno y frío, mirada penetrante, acomodándose la chaqueta al llegar a una puerta de madera de roble color rojo profundo, levantando la mirada, procedía a abrir la puerta dando paso a una cacofonía de voces de los estudiantes presentes, un gran auditorio daba bienvenida al hombre quien daría una conferencia además de responder preguntas de los jóvenes estudiantes. — Damos la bienvenida al señor Joel Dallas, hijo mayor de la familia Dallas, dueños de conglomerados y empresas dedicadas a exportación e importación mercantil, una de las familias mas influyentes en el ámbito empresarial. Con las palabras del orador, un hombre mayor con pocas canas visibles, porte serio y un par de lentes adornando su rostro, después de presentar al hombre de tez morena dio paso a este ante el podio, dando inicio a la conferencia. — Como ha dicho vuestro maestro, me presentaré, Joel Dallas, para quienes no sepan, soy el responsable de las recientes expansiones de Dallas Company en el mercado extranjero, mi área va dedicada a administración, exploración comercial, además de inversiones. Iniciando la conferencia, en la pantalla delantera se vio salir el logo empresarial de la familia. || Rol con [galaxy_violet_eagle_913]
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  • #Immortal_Mercenary

    El sobre manila, pesado y sin señas particulares, llegó a manos del mercenario a través de un contacto, en un espacio desolado a las afueras de Detroit. La luz fluorescente parpadeante iluminaba la fotografía polaroid en su interior: una joven de cabello castaño y una mirada desafiante, acompañada de un único nombre escrito con rotulador negro, "Ney". La tarifa adjunta era generosa, subrayada con la insistencia de quien no tiene tiempo que perder.

    La única instrucción del contacto, un camionero corpulento con ojos cansados, fue breve y directa: "La tienen unos tipos en un desguace de coches abandonado al sur de la ciudad. Dicen que tiene algo que quieren, o algo así. Tráela de vuelta, intacta."

    El árabe estudió la fotografía, por más que no hubiese mucho que ver. Rescatar no era su vocación habitual, pero el dinero hablaba y la urgencia en la petición era palpable.

    No pasó mucho, entonces, hasta que el chirrido metálico y el olor a aceite quemado y gasolina barata lo recibieron al llegar al lugar. Se encontró con laberinto caótico de chatarra apilada varios metros en altura, que creabaan sombras alargadas bajo la luz de la luna. Y por otro lado, voces ásperas y risas guturales llegaban desde el interior de un taller destartalado, con las ventanas tapiadas con tablones desiguales.

    — ¿Por qué son siempre lugares de mierda..? —

    Se le escapó de repente, ante una realidad que parecía perseguirle. Suspiró entonces, antes de moverse sigilosamente entre los esqueletos de coches desmantelados. Una puerta de acero abollada, custodiada por dos figuras tatuadas con bates de béisbol envueltos en alambre de púas, y claro, armas en sus caderas.

    Era la entrada más obvia al taller, y no era momento de perder tiempo, tenía un contrato que cumplir.

    Ney Nixays
    #Immortal_Mercenary El sobre manila, pesado y sin señas particulares, llegó a manos del mercenario a través de un contacto, en un espacio desolado a las afueras de Detroit. La luz fluorescente parpadeante iluminaba la fotografía polaroid en su interior: una joven de cabello castaño y una mirada desafiante, acompañada de un único nombre escrito con rotulador negro, "Ney". La tarifa adjunta era generosa, subrayada con la insistencia de quien no tiene tiempo que perder. La única instrucción del contacto, un camionero corpulento con ojos cansados, fue breve y directa: "La tienen unos tipos en un desguace de coches abandonado al sur de la ciudad. Dicen que tiene algo que quieren, o algo así. Tráela de vuelta, intacta." El árabe estudió la fotografía, por más que no hubiese mucho que ver. Rescatar no era su vocación habitual, pero el dinero hablaba y la urgencia en la petición era palpable. No pasó mucho, entonces, hasta que el chirrido metálico y el olor a aceite quemado y gasolina barata lo recibieron al llegar al lugar. Se encontró con laberinto caótico de chatarra apilada varios metros en altura, que creabaan sombras alargadas bajo la luz de la luna. Y por otro lado, voces ásperas y risas guturales llegaban desde el interior de un taller destartalado, con las ventanas tapiadas con tablones desiguales. — ¿Por qué son siempre lugares de mierda..? — Se le escapó de repente, ante una realidad que parecía perseguirle. Suspiró entonces, antes de moverse sigilosamente entre los esqueletos de coches desmantelados. Una puerta de acero abollada, custodiada por dos figuras tatuadas con bates de béisbol envueltos en alambre de púas, y claro, armas en sus caderas. Era la entrada más obvia al taller, y no era momento de perder tiempo, tenía un contrato que cumplir. [galaxy_violet_eagle_913]
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  • La investigación
    Categoría Acción
    -Falto un solo día y siempre pasan estas cosas.
    Suspire fuerte mientras me comía mi pan con la cabeza agachada, mi grupo de amigas se estaba riendo.
    -Siempre pasa algo y tu faltas porque te paso algo peor... Igual, que mal que te hayan robado, ahora no puedes andar distraída en la calle, siempre lo haces.
    Solo la mire con una pequeña mueca, si había sido robada y de hecho tenía un ojo morado pero no fue por estar distraída en la calle.

    -bueno, pero lo importante es que estas viva y con nosotros además yo tengo tus papelitos. Que la profe nos hizo sacar papeles al azar para saber a que tema nos toca y también nos dio recomendaciones.

    Abril me dio los papeles con una sonrisa, yo los abrí un poco confundida mientras que mi grupo de amigas también los veian con la misma expresión.

    -¿es normal que no tenga el nombre de la persona que me tiene que ayudar?
    -de hecho no, todos los papelitos que nos salio a nosotras eran de algunos profesores.

    Suspire aún más fastidiada. Cuando terminaron las clases le fui a pedir una guía a la profesora de la materia. Ella dijo que era una persona que tenía un conocimiento fascinante, pero no sabía si iba a estar dispuesto a ayudarme. Era mejor que lo fuera a visitar directamente que llamarlo, se me olvidó mencionar que en este famoso papelitos solo estaba su apellido y su dirección.

    Por fin llegó el viernes después de clase y mientras que toda la universidad salía de fiesta yo fui a la otra punta de la ciudad a buscar la persona que me ayudaría con esta investigación sobre la edad antigua y la esclavitud. Mientras que miraba el paisaje que pasaba de ser el típico urbano moderno paso a ser más antiguas las contrucciones pero más orgánicas y hermosas. Al llegar a la casa toque el timbre y me aleje un poco de la puerta para mirar hacia el parque que estaba justo al frente, era hermoso y trasmitía paz, la vista afloraba mi creatividad que la necesitaba más que nunca porque tenía un tema en mente sobre el tema que me había aparecido en los papelitos, pero no tenía idea que hacer. Cuando pasaron aproximadamente 5 minutos y con las ideas más claras volví a tocar el timbre pero esta vez me quedé esperando frente a la puerta, tenia el presentimiento de que no me iban a abrir y mi ceño se frunció solo de pensarlo. @Samael Öὄφις
    -Falto un solo día y siempre pasan estas cosas. Suspire fuerte mientras me comía mi pan con la cabeza agachada, mi grupo de amigas se estaba riendo. -Siempre pasa algo y tu faltas porque te paso algo peor... Igual, que mal que te hayan robado, ahora no puedes andar distraída en la calle, siempre lo haces. Solo la mire con una pequeña mueca, si había sido robada y de hecho tenía un ojo morado pero no fue por estar distraída en la calle. -bueno, pero lo importante es que estas viva y con nosotros además yo tengo tus papelitos. Que la profe nos hizo sacar papeles al azar para saber a que tema nos toca y también nos dio recomendaciones. Abril me dio los papeles con una sonrisa, yo los abrí un poco confundida mientras que mi grupo de amigas también los veian con la misma expresión. -¿es normal que no tenga el nombre de la persona que me tiene que ayudar? -de hecho no, todos los papelitos que nos salio a nosotras eran de algunos profesores. Suspire aún más fastidiada. Cuando terminaron las clases le fui a pedir una guía a la profesora de la materia. Ella dijo que era una persona que tenía un conocimiento fascinante, pero no sabía si iba a estar dispuesto a ayudarme. Era mejor que lo fuera a visitar directamente que llamarlo, se me olvidó mencionar que en este famoso papelitos solo estaba su apellido y su dirección. Por fin llegó el viernes después de clase y mientras que toda la universidad salía de fiesta yo fui a la otra punta de la ciudad a buscar la persona que me ayudaría con esta investigación sobre la edad antigua y la esclavitud. Mientras que miraba el paisaje que pasaba de ser el típico urbano moderno paso a ser más antiguas las contrucciones pero más orgánicas y hermosas. Al llegar a la casa toque el timbre y me aleje un poco de la puerta para mirar hacia el parque que estaba justo al frente, era hermoso y trasmitía paz, la vista afloraba mi creatividad que la necesitaba más que nunca porque tenía un tema en mente sobre el tema que me había aparecido en los papelitos, pero no tenía idea que hacer. Cuando pasaron aproximadamente 5 minutos y con las ideas más claras volví a tocar el timbre pero esta vez me quedé esperando frente a la puerta, tenia el presentimiento de que no me iban a abrir y mi ceño se frunció solo de pensarlo. @[Samael_rp]
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    Grupal
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