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    Voy a realizar dos cambios que muy pronto saldrán a la luz
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  • Aquella noche era distinta. El tenue brillo lunar se dejaba caer entre las hojas de los árboles, dando una luz mística al bosque. A lo lejos, una figura se desplazaba erráticamente, parecía desorientada.
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  • -Llego y murió (?) -

    Ay ya veo la luz al final del túnel (?)
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  • Hubo una guerra en el cielo.

    La oscuridad primordial, dada forma a ocho entidades, y luego, la luz primigenia formando otras ocho.

    Un ser, algunos lo llamaron Absoluto, otros lo llamaron dios. Fue quien dio forma a tal existencia, creando un basto universo lleno de vida, dividido en millones de capas…

    “Y vio este dios lo que hizo, y se aburrió mortalmente”

    Bajo una idea, infantil, no muy lejana de cualquier invención humana. Este dios uso a sus creaciones para divertir su aburrida existencia. Cuales piezas de tablero, o cual juguetes poderosos, ocho fueron nacidos de la luz y ocho de la oscuridad, usados para matarse entre ellos, aprovechando su inmortal existencia para hacerlos volverse a levantar.

    Hasta que la luz, harta de tal injusticia, se levanto contra su creador, y con sus armas benditas dieron muerte al padre cósmico que los puso en este campo de batalla… salvo uno.

    La luz mas brillante, quien traicionado por sus hermanos, al este no voltearse contra el absoluto, fue masacrado y dado por muerto.

    Mas la luz mas brillante no murió en aquella guerra. De negro fue pintado, llamado hasta el abismo mas profundo de la nada, mas allá del mar de las almas, donde lo que alguna vez fuera un brillo enceguecedor y hermoso

    Oscuridad se volvio
    Hubo una guerra en el cielo. La oscuridad primordial, dada forma a ocho entidades, y luego, la luz primigenia formando otras ocho. Un ser, algunos lo llamaron Absoluto, otros lo llamaron dios. Fue quien dio forma a tal existencia, creando un basto universo lleno de vida, dividido en millones de capas… “Y vio este dios lo que hizo, y se aburrió mortalmente” Bajo una idea, infantil, no muy lejana de cualquier invención humana. Este dios uso a sus creaciones para divertir su aburrida existencia. Cuales piezas de tablero, o cual juguetes poderosos, ocho fueron nacidos de la luz y ocho de la oscuridad, usados para matarse entre ellos, aprovechando su inmortal existencia para hacerlos volverse a levantar. Hasta que la luz, harta de tal injusticia, se levanto contra su creador, y con sus armas benditas dieron muerte al padre cósmico que los puso en este campo de batalla… salvo uno. La luz mas brillante, quien traicionado por sus hermanos, al este no voltearse contra el absoluto, fue masacrado y dado por muerto. Mas la luz mas brillante no murió en aquella guerra. De negro fue pintado, llamado hasta el abismo mas profundo de la nada, mas allá del mar de las almas, donde lo que alguna vez fuera un brillo enceguecedor y hermoso Oscuridad se volvio
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  • *El nuevamente can sale de su sótano tambaleando aún débil por el cambio de raza, el aire y la luz hace que sus ojos brillan con una nueva luz. Se detiene en medio de la calle disfrutando la sensación de libertad y comodidad que tanto anhelaba*

    - Esto es increíble! Me siento como nuevo!! No puedo esperar a probar mis habilidades ahora

    *Exclamó mirando al cielo mientras su energía demoniaca brotaba por su piel*
    *El nuevamente can sale de su sótano tambaleando aún débil por el cambio de raza, el aire y la luz hace que sus ojos brillan con una nueva luz. Se detiene en medio de la calle disfrutando la sensación de libertad y comodidad que tanto anhelaba* - Esto es increíble! Me siento como nuevo!! No puedo esperar a probar mis habilidades ahora *Exclamó mirando al cielo mientras su energía demoniaca brotaba por su piel*
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  • 𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢, 𝘱𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢 𝘺 𝘢𝘫𝘦𝘯𝘢, 𝘷𝘪𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘴𝘶 𝘭𝘶𝘻 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘵𝘦𝘮𝘱𝘭𝘰. 𝘐𝘯𝘢 𝘴𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘮𝘪𝘳, 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘭𝘦𝘯𝘵𝘪𝘵𝘶𝘥 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘦𝘴𝘵𝘪𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘨𝘶𝘢. 𝘌𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘰 𝘷𝘦𝘳𝘴𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘰𝘦𝘮𝘢 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰, 𝘭𝘢 𝘚𝘢𝘤𝘦𝘳𝘥𝘰𝘵𝘪𝘴𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢.

    «¿Escuchas, pequeña mendiga de sueños?»

    𝘚𝘶 𝘷𝘰𝘻 𝘴𝘶𝘦𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘴𝘦𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘩𝘪𝘭𝘢𝘤𝘩𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘪𝘨𝘭𝘰𝘴.

    « El universo tose sus secretos en lengua de moribundos... »

    𝘓𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘦 𝘢𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘢 𝘶𝘯𝘢.

    « Las estrellas también mienten.
    Prometen eternidad... pero solo son cadáveres brillando.
    Y los mortales, insensatos, les piden direcciones...
    como si la luz de un muerto pudiera guiar a los perdidos »

    𝘌𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰 𝘴𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦 𝘮𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘴𝘰.

    « ¿No es curioso?
    Que lo que llamamos 'luz' ... sea el último aliento de algo que murió hace eones.
    Que lo que llamamos 'oscuridad'... sea el abrazo de lo que nunca ha sido visto.
    ...Y que nosotras, fracturas entre ambos, sigamos buscando respuestas en espejos rotos.

    Duerme ahora, mitad mía...
    El vacio también sueña...
    ...Y está noche, nos toca ser su pesadilla.»

    𝘠 𝘢𝘴𝘪, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢 𝘥𝘪𝘴𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘴𝘰 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘥𝘰, 𝘭𝘢 𝘚𝘢𝘤𝘦𝘳𝘥𝘰𝘵𝘪𝘴𝘢 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘵𝘪𝘳𝘢. 𝘐𝘯𝘢, 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘶𝘯𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘺 𝘢𝘭 𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘦𝘯𝘰, 𝘵𝘳𝘢𝘨𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘤𝘢𝘦𝘳 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘢𝘭𝘮𝘰𝘩𝘢𝘥𝘢.
    𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢, 𝘱𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢 𝘺 𝘢𝘫𝘦𝘯𝘢, 𝘷𝘪𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘴𝘶 𝘭𝘶𝘻 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘵𝘦𝘮𝘱𝘭𝘰. 𝘐𝘯𝘢 𝘴𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘮𝘪𝘳, 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘭𝘦𝘯𝘵𝘪𝘵𝘶𝘥 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘦𝘴𝘵𝘪𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘨𝘶𝘢. 𝘌𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘰 𝘷𝘦𝘳𝘴𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘰𝘦𝘮𝘢 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰, 𝘭𝘢 𝘚𝘢𝘤𝘦𝘳𝘥𝘰𝘵𝘪𝘴𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢. «¿Escuchas, pequeña mendiga de sueños?» 𝘚𝘶 𝘷𝘰𝘻 𝘴𝘶𝘦𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘴𝘦𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘩𝘪𝘭𝘢𝘤𝘩𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘪𝘨𝘭𝘰𝘴. « El universo tose sus secretos en lengua de moribundos... » 𝘓𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘦 𝘢𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘢 𝘶𝘯𝘢. « Las estrellas también mienten. Prometen eternidad... pero solo son cadáveres brillando. Y los mortales, insensatos, les piden direcciones... como si la luz de un muerto pudiera guiar a los perdidos » 𝘌𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰 𝘴𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦 𝘮𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘴𝘰. « ¿No es curioso? Que lo que llamamos 'luz' ... sea el último aliento de algo que murió hace eones. Que lo que llamamos 'oscuridad'... sea el abrazo de lo que nunca ha sido visto. ...Y que nosotras, fracturas entre ambos, sigamos buscando respuestas en espejos rotos. Duerme ahora, mitad mía... El vacio también sueña... ...Y está noche, nos toca ser su pesadilla.» 𝘠 𝘢𝘴𝘪, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢 𝘥𝘪𝘴𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘴𝘰 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘥𝘰, 𝘭𝘢 𝘚𝘢𝘤𝘦𝘳𝘥𝘰𝘵𝘪𝘴𝘢 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘵𝘪𝘳𝘢. 𝘐𝘯𝘢, 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘶𝘯𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘺 𝘢𝘭 𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘦𝘯𝘰, 𝘵𝘳𝘢𝘨𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘤𝘢𝘦𝘳 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘢𝘭𝘮𝘰𝘩𝘢𝘥𝘢.
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  • El castigo de los perdedores
    Fandom OC
    Categoría Original
    Se retuerce en su dormitorio, se aferra a las sábanas, otra vez aquel sueño lo consume. Respira agitado, no puede despertar, alguien o algo no le permite dicha gloria y siempre expresa con una tenebrosa voz " acaba con ellos o acabarán contigo primero, se un Rey ". Esa voz espeluznante, las imágenes que lo acompañan lo atormentan todas las noches.

    "Elliot, traidor, tu nos mataste."

    Despertó, alrededor de las 7 de la madrugada, el sol mañanero se filtro por la abertura de las cortinas de seda. Cubierto de sudor, una mano en el corazón y con la otra ensangrentada por la fuerza ejecutada al intentar despertar.

    Siente alivio. — No es real.— Se sienta en la cama y medita en silencio. Ama a su familia, no hay duda alguna. Pero la sangre en sus manos, lo que corre por sus venas está podrido. Suspiro con pesadez y se levantó, el tiempo no espera y lo que deba pasar, pasará.

    Se prepara para salir, hoy tiene que ejecutar una misión que si no es importante, es necesaria. La excusa del viaje lo mantiene lejos. Su cuerpo suena como metal, el hombre rubio de un ojo se adentra en los dominios de su padre, se inclina y contempla por última vez (sin saber) los rostros de su hermano, su cuñada y su sobrina.

    — Volveré tan pronto como me sea posible. Bell, pórtate bien en mi ausencia. Ethan, cuida de mis dos princesas o te daré una paliza. — Canturreo. Sin mucha emoción, partió en caballo junto al grupo leal de
    hombres que no dudan de su líder.

    "Otra vez el lacayo juntando logros, patético."

    Elliot lo sabe. Por más esfuerzos que ponga, los nobles no están de acuerdo con su estatus, por más que su hermano intenta persuadir esos fantasmas, algo dentro de Elliot cruje con furia.

    El viaje inicia. ¿Qué encontrará en su camino?. ¿Aliados o enemigos?. ¿O quizá, al perpetrador que le muestra su destino?.
    Se retuerce en su dormitorio, se aferra a las sábanas, otra vez aquel sueño lo consume. Respira agitado, no puede despertar, alguien o algo no le permite dicha gloria y siempre expresa con una tenebrosa voz " acaba con ellos o acabarán contigo primero, se un Rey ". Esa voz espeluznante, las imágenes que lo acompañan lo atormentan todas las noches. "Elliot, traidor, tu nos mataste." Despertó, alrededor de las 7 de la madrugada, el sol mañanero se filtro por la abertura de las cortinas de seda. Cubierto de sudor, una mano en el corazón y con la otra ensangrentada por la fuerza ejecutada al intentar despertar. Siente alivio. — No es real.— Se sienta en la cama y medita en silencio. Ama a su familia, no hay duda alguna. Pero la sangre en sus manos, lo que corre por sus venas está podrido. Suspiro con pesadez y se levantó, el tiempo no espera y lo que deba pasar, pasará. Se prepara para salir, hoy tiene que ejecutar una misión que si no es importante, es necesaria. La excusa del viaje lo mantiene lejos. Su cuerpo suena como metal, el hombre rubio de un ojo se adentra en los dominios de su padre, se inclina y contempla por última vez (sin saber) los rostros de su hermano, su cuñada y su sobrina. — Volveré tan pronto como me sea posible. Bell, pórtate bien en mi ausencia. Ethan, cuida de mis dos princesas o te daré una paliza. — Canturreo. Sin mucha emoción, partió en caballo junto al grupo leal de hombres que no dudan de su líder. "Otra vez el lacayo juntando logros, patético." Elliot lo sabe. Por más esfuerzos que ponga, los nobles no están de acuerdo con su estatus, por más que su hermano intenta persuadir esos fantasmas, algo dentro de Elliot cruje con furia. El viaje inicia. ¿Qué encontrará en su camino?. ¿Aliados o enemigos?. ¿O quizá, al perpetrador que le muestra su destino?.
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    Individual
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    Cualquier línea
    Estado
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  • Freya Magrina

    Elías se adelantaba unos pasos por delante de la chica y allí estaba, al final de un sendero cubierto por ramas que danzan al ritmo del viento, se alza una casa de piedra envejecida por el tiempo pero firme, como si hubiese estado allí desde siempre, guardiana silenciosa del bosque que la rodea. Su fachada, construida con bloques grises y ásperos, parece contar historias de inviernos crudos y veranos brillantes, mientras que el tejado de tejas oscuras se curva con elegancia, coronado por dos chimeneas que aún huelen a leña quemada.

    El sol matutino se cuela entre las hojas, bañando la casa con una luz dorada que se posa suavemente sobre la estructura de vidrio adosada al frente, un pequeño invernadero que susurra vida. Allí dentro, plantas trepan por las paredes, como si buscaran el calor del cristal. Más allá, las ventanas de marco blanco y perfectamente alineadas reflejan el cielo azul y dan la bienvenida a quienes se atreven a mirar dentro.

    El jardín es un estallido de color y perfume. Flores silvestres se agolpan en los bordes del camino, creciendo libres, sin más orden que el dictado por la naturaleza. Margaritas, amapolas, violetas y otras especies aún más extrañas bailan con la brisa, como si celebraran la paz del lugar.

    Un rincón olvidado del mundo, apartado de todo, donde el tiempo parece detenerse y la magia se siente en el aire mismo.
    [haze_titanium_lizard_847] Elías se adelantaba unos pasos por delante de la chica y allí estaba, al final de un sendero cubierto por ramas que danzan al ritmo del viento, se alza una casa de piedra envejecida por el tiempo pero firme, como si hubiese estado allí desde siempre, guardiana silenciosa del bosque que la rodea. Su fachada, construida con bloques grises y ásperos, parece contar historias de inviernos crudos y veranos brillantes, mientras que el tejado de tejas oscuras se curva con elegancia, coronado por dos chimeneas que aún huelen a leña quemada. El sol matutino se cuela entre las hojas, bañando la casa con una luz dorada que se posa suavemente sobre la estructura de vidrio adosada al frente, un pequeño invernadero que susurra vida. Allí dentro, plantas trepan por las paredes, como si buscaran el calor del cristal. Más allá, las ventanas de marco blanco y perfectamente alineadas reflejan el cielo azul y dan la bienvenida a quienes se atreven a mirar dentro. El jardín es un estallido de color y perfume. Flores silvestres se agolpan en los bordes del camino, creciendo libres, sin más orden que el dictado por la naturaleza. Margaritas, amapolas, violetas y otras especies aún más extrañas bailan con la brisa, como si celebraran la paz del lugar. Un rincón olvidado del mundo, apartado de todo, donde el tiempo parece detenerse y la magia se siente en el aire mismo.
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  •       ㅤ──¿Qué?── No tuvo reacción, cuando la tuvo, estaba siendo quemado vivo por aquella maldición. "¿Y los demás?", se preguntó mientras caminaba, con la mitad de su cuerpo quemado y el dolor arrasando con sus demás sentidos.

    Con su mano más sana, sostuvo su arma, estaba cansado. Definitivamente iba a pedir unas vacaciones merecidas en cuanto todo termine.

          ㅤ──Con que estabas ahí, Mahito.

    Alzó la cabeza, sabía que contra aquella maldición no tenía oportunidad en ese estado deplorable; y aún así, no podía rendirse a morir. Su poder maldito estaba disminuyendo. "Tal vez sí... Un último intento". Su arma se descubrió de las vendas, como pudo, y con un balance torpe se colocó en guardia; respiró, y concentrado se preparó.

          ㅤ──Adelante, ¿¡qué esperas!?

    Un grito en forma de pregunta fue el comienzo de una batalla, o, mejor dicho, una masacre. Los golpes de Mahito le tenían volando de aquí para allá, y aunque se defendía el daño era irreversible. "Me queda poco poder maldito, sólo tendré una oportunidad". Su plan se estaba gestando lentamente, necesitaba ganar tiempo.

    Corrió por los pasillos de la estación como pudo, esquivando a duras penas los ataques ajenos. También, esquivando los cientos de humanos modificados que el peliazul había creado. Finalmente consiguió un escondite, no duraría mucho tiempo pero bastaría con lo que estaba planeando. Pasaron los minutos, debía hacerlo.

          ㅤ──¡MAHITO!

    Gritó a la deriva, saliendo de su escondite. En frente suyo, varios humanos modificados y al final de la fila, Mahito, esperándole pacientemente. "Es mi momento, acabaré con esto". Los humanos modificados se lanzaron a por él, y pronto, lanzó su arma a volar, avanzando entre los humanos entre golpes y patadas, sabiendo que su arma maldita también golpeaba todo lo que encontraba. Pronto se encontró en desventaja, pero no le importó; todo estaba planeado. Carteles cayeron y separaron a los humanos modificados de él, ganando una ventaja que aprovechó. Otra vez escondido, Mahito le buscaba como un gato a un ratón, y él no iba a rendirse. Los carteles comenzaron a caer uno por uno, no había desperdiciado esos minutos corriendo.

          ㅤ──Es ahora──, corrió por los alrededores, sabiendo que Mahito no dudaría en acecharlo ──¡MAHITO!

    De un momento a otro, estaba detrás de Mahito, su arma no estaba en su mano; y en cambio, una luz de energía maldita rodeaba su mano y brazo. El arma había volado y clavado en el hombro de Mahito, sin dejarle tiempo a pensar esa bola de energía de estampó en el pecho del peliazul.

          ㅤ──¡DESTELLO BLANCO!

    Aquella nueva técnica creada dio de lleno en el pecho ajeno; mandándole a volar lejos. "¿Lo logré?", se preguntó, con la cabeza gacha y la fatiga recorriendo su cuerpo. Tenía sueño, sentía que podía dormir allí en cualquier momento. "No, no lo logré", escuchó las risas y los elogios de Mahito a lo lejos, asegurando que había dañado su alma con aquel golpe. "Lo siento, Haibara", no le importaba nada en aquel momento, cayó de rodillas, su mente no paraba de reproducir la imagen de su mejor amigo sonriendo. "Supongo que te veo del otro lado, querido amigo", fue su último pensamiento. Sonriendo como pudo, se levantó, mirando a Mahito, ya no tenía oportunidad.
          ㅤ──¿Qué?── No tuvo reacción, cuando la tuvo, estaba siendo quemado vivo por aquella maldición. "¿Y los demás?", se preguntó mientras caminaba, con la mitad de su cuerpo quemado y el dolor arrasando con sus demás sentidos. Con su mano más sana, sostuvo su arma, estaba cansado. Definitivamente iba a pedir unas vacaciones merecidas en cuanto todo termine.       ㅤ──Con que estabas ahí, Mahito. Alzó la cabeza, sabía que contra aquella maldición no tenía oportunidad en ese estado deplorable; y aún así, no podía rendirse a morir. Su poder maldito estaba disminuyendo. "Tal vez sí... Un último intento". Su arma se descubrió de las vendas, como pudo, y con un balance torpe se colocó en guardia; respiró, y concentrado se preparó.       ㅤ──Adelante, ¿¡qué esperas!? Un grito en forma de pregunta fue el comienzo de una batalla, o, mejor dicho, una masacre. Los golpes de Mahito le tenían volando de aquí para allá, y aunque se defendía el daño era irreversible. "Me queda poco poder maldito, sólo tendré una oportunidad". Su plan se estaba gestando lentamente, necesitaba ganar tiempo. Corrió por los pasillos de la estación como pudo, esquivando a duras penas los ataques ajenos. También, esquivando los cientos de humanos modificados que el peliazul había creado. Finalmente consiguió un escondite, no duraría mucho tiempo pero bastaría con lo que estaba planeando. Pasaron los minutos, debía hacerlo.       ㅤ──¡MAHITO! Gritó a la deriva, saliendo de su escondite. En frente suyo, varios humanos modificados y al final de la fila, Mahito, esperándole pacientemente. "Es mi momento, acabaré con esto". Los humanos modificados se lanzaron a por él, y pronto, lanzó su arma a volar, avanzando entre los humanos entre golpes y patadas, sabiendo que su arma maldita también golpeaba todo lo que encontraba. Pronto se encontró en desventaja, pero no le importó; todo estaba planeado. Carteles cayeron y separaron a los humanos modificados de él, ganando una ventaja que aprovechó. Otra vez escondido, Mahito le buscaba como un gato a un ratón, y él no iba a rendirse. Los carteles comenzaron a caer uno por uno, no había desperdiciado esos minutos corriendo.       ㅤ──Es ahora──, corrió por los alrededores, sabiendo que Mahito no dudaría en acecharlo ──¡MAHITO! De un momento a otro, estaba detrás de Mahito, su arma no estaba en su mano; y en cambio, una luz de energía maldita rodeaba su mano y brazo. El arma había volado y clavado en el hombro de Mahito, sin dejarle tiempo a pensar esa bola de energía de estampó en el pecho del peliazul.       ㅤ──¡DESTELLO BLANCO! Aquella nueva técnica creada dio de lleno en el pecho ajeno; mandándole a volar lejos. "¿Lo logré?", se preguntó, con la cabeza gacha y la fatiga recorriendo su cuerpo. Tenía sueño, sentía que podía dormir allí en cualquier momento. "No, no lo logré", escuchó las risas y los elogios de Mahito a lo lejos, asegurando que había dañado su alma con aquel golpe. "Lo siento, Haibara", no le importaba nada en aquel momento, cayó de rodillas, su mente no paraba de reproducir la imagen de su mejor amigo sonriendo. "Supongo que te veo del otro lado, querido amigo", fue su último pensamiento. Sonriendo como pudo, se levantó, mirando a Mahito, ya no tenía oportunidad.
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  • Y cuando pensaba que ya me habia asentado y que el caos ya no tenía cabida...

    ...Viene y se va la luz. Llevo 24 horas sin ella ya. Mis disculpas por los roles parados, pero hasta que arregle esto no podré responder.
    Y cuando pensaba que ya me habia asentado y que el caos ya no tenía cabida... ...Viene y se va la luz. Llevo 24 horas sin ella ya. Mis disculpas por los roles parados, pero hasta que arregle esto no podré responder. :STK-12:
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