• -El sol del mediodía caía sin reservas sobre el lago, haciendo que la superficie del agua brillara como una plancha de cristal vivo-

    -aquel clima tan cálido parecía haber suavizado un momento al mundo o all menos por unas horas, el aire era cálido, perfumado por hierba fresca y resina, y las montañas lejanas parecían adormecidas bajo la luz dorada, Bondrewd había elegido ese lugar precisamente por eso: porque allí el silencio no pesaba, y la claridad no exigía explicaciones-

    -Se había despojado de aquella armadura que para sus hombros se había vuelto bastante pesada, dejando también aquella capa sucia, dejándolas ordenadas con cuidado a la sombra de un árbol cercano, La espada corta descansaba apoyada contra una roca, fuera del alcance inmediato, pero no olvidada, El lago lo recibía con una temperatura amable, envolviendo su cuerpo con una sensación extraña que hacia tiempo no había sentido, la Calma-

    -Nadaba sin prisa, con brazadas largas y controladas, dejando que el sol calentara su espalda cada vez que emergía, el agua se deslizaba sobre su piel sin resistencia parecía que el agua estaba lavando aquellas cicatrices en su espalda quitando los último vestigios de dolor y suciedad de sus encuentros pasados, por primera vez en mucho tiempo, sus pensamientos no seguían un patrón de análisis o vigilancia. Solo respiraba. Solo avanzaba-

    -En un punto más profundo, se dejó flotar boca arriba, los brazos abiertos, los ojos cerrados, el sonido distante de insectos, el murmullo del viento entre los árboles y el chapoteo leve del agua componían una calma que parecía ajena a su vida habitual-

    Esto es bastante extraño…

    -dijo en un tono casi divertido, dejando salir una ligera sonrisa en su rostro-

    Que el mundo siga en pie incluso cuando uno se detiene

    -Se acercó luego a una roca lisa que sobresalía del agua y se recargó en ella, dejando que el lago lo sostuviera desde la cintura, el sol arrancaba destellos en las gotas que corrían por su torso, y una exhalación lenta escapó de sus labios, más ligera de lo que estaba acostumbrado, Fue entonces cuando algo cambió-

    -No fue amenaza ni sobresalto. Fue una presencia nueva alterando la quietud: una sombra proyectada donde antes no la había, un sonido de pasos sobre la hierba seca de la orilla-

    -Bondrewd abrió los ojos con calma y giró el rostro hacia la ribera, sin apresurarse a salir del agua. Su expresión seguía serena, pero la atención había regresado por completo-

    No esperaba compañía hoy.....Si buscas el lago, es generoso…hay mucho espacio como para que quieras exactamente este lugar pero si me buscas a mí....

    -sus ojos se fijaron en la figura que se acercaba-

    habría sido cortés anunciarse o al menos traer algo como una bebida

    -El sol siguió brillando, imperturbable, mientras el descanso de Bondrewd quedaba suspendido por la llegada del visitante inesperado-
    -El sol del mediodía caía sin reservas sobre el lago, haciendo que la superficie del agua brillara como una plancha de cristal vivo- -aquel clima tan cálido parecía haber suavizado un momento al mundo o all menos por unas horas, el aire era cálido, perfumado por hierba fresca y resina, y las montañas lejanas parecían adormecidas bajo la luz dorada, Bondrewd había elegido ese lugar precisamente por eso: porque allí el silencio no pesaba, y la claridad no exigía explicaciones- -Se había despojado de aquella armadura que para sus hombros se había vuelto bastante pesada, dejando también aquella capa sucia, dejándolas ordenadas con cuidado a la sombra de un árbol cercano, La espada corta descansaba apoyada contra una roca, fuera del alcance inmediato, pero no olvidada, El lago lo recibía con una temperatura amable, envolviendo su cuerpo con una sensación extraña que hacia tiempo no había sentido, la Calma- -Nadaba sin prisa, con brazadas largas y controladas, dejando que el sol calentara su espalda cada vez que emergía, el agua se deslizaba sobre su piel sin resistencia parecía que el agua estaba lavando aquellas cicatrices en su espalda quitando los último vestigios de dolor y suciedad de sus encuentros pasados, por primera vez en mucho tiempo, sus pensamientos no seguían un patrón de análisis o vigilancia. Solo respiraba. Solo avanzaba- -En un punto más profundo, se dejó flotar boca arriba, los brazos abiertos, los ojos cerrados, el sonido distante de insectos, el murmullo del viento entre los árboles y el chapoteo leve del agua componían una calma que parecía ajena a su vida habitual- Esto es bastante extraño… -dijo en un tono casi divertido, dejando salir una ligera sonrisa en su rostro- Que el mundo siga en pie incluso cuando uno se detiene -Se acercó luego a una roca lisa que sobresalía del agua y se recargó en ella, dejando que el lago lo sostuviera desde la cintura, el sol arrancaba destellos en las gotas que corrían por su torso, y una exhalación lenta escapó de sus labios, más ligera de lo que estaba acostumbrado, Fue entonces cuando algo cambió- -No fue amenaza ni sobresalto. Fue una presencia nueva alterando la quietud: una sombra proyectada donde antes no la había, un sonido de pasos sobre la hierba seca de la orilla- -Bondrewd abrió los ojos con calma y giró el rostro hacia la ribera, sin apresurarse a salir del agua. Su expresión seguía serena, pero la atención había regresado por completo- No esperaba compañía hoy.....Si buscas el lago, es generoso…hay mucho espacio como para que quieras exactamente este lugar pero si me buscas a mí.... -sus ojos se fijaron en la figura que se acercaba- habría sido cortés anunciarse o al menos traer algo como una bebida -El sol siguió brillando, imperturbable, mientras el descanso de Bondrewd quedaba suspendido por la llegada del visitante inesperado-
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  • La noche está llena de secretos que temen ver la luz... ¿Cuáles son los tuyos? Prometo guardarlos bien ~
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  • 𝕰𝖑 𝕺𝖘𝖆𝖗𝖎𝖔
    Categoría Suspenso
    ‎["Vallis Sanctorum" pueblo fronterizo de Aviñón - 6:03 p.m.]



    — El equipo de dieciocho cazadores se movía cautelosamente por las calles empedradas de aquel pueblo. El ambiente era tenso, pues ya se empazaba a hacer tarde y tampoco teníamos a nuestro "protector" acompañándonos. El sujeto que estaba dos hombres por delante de mí lideraba un flanco; se veía confiado en su entrenamiento, todos lo estábamos... Una vez que nos acercamos a la ubicación designada en el reporte, allí fue cuando todo se empezó a tornar complicado. Fuimos recibidos por un profundo olor a azufre y carne quemada, pero no flaqueamos; nos recordamos que teníamos la orden de "limpiar y asegurar", y eso íbamos a hacer. El caballero que nos había acompañado, Caspian, se había separado del grupo principal (24 cazadores en total) llevándoce a cinco con el (Dejando a los 18 actuales) apenas entramos al pueblo; no dijo su razón para hacerlo, pero sí que nos encomendó a los demás que nos encargáramos de la misión... Al parecer no iba a reagruparse con nosotros pronto, por lo que nos preparamos lo mejor que podíamos. Aunque, supongo que tampoco estábamos tan preocupados; después de todo, se supone que Aviñón no es un lugar tan grande como para perderse, pero lo que no entendíamos era que sus callejones son traicioneros...



    ‎  Con poca delicadeza entramos a la casa. Todo estaba despejado, pero uno de mis compañeros descubrió que había un pasadizo bajo una de las camas; aquello parecía dar al sótano de la casa donde seguramente el nigromante operaba. Todos nos detuvimos a evaluar la situación, pero no había suficiente tiempo como para hacer advertencias, así que fuimos allí. Después de unos minutos caminando entre la oscuridad, únicamente iluminados por las linternas en nuestros chalecos, lo encontramos. Dimos con el nigromante y su laboratorio: era un hombre caucásico, flaco, y su actitud era la de un completo fanático. Gritaba palabras en lo que me pareció un dialecto olvidado. Uno de mis compañeros le gritaba que se detuviera, pero no lo hizo; y justo en el momento en que abrimos fuego, el círculo a sus pies estalló en llamas azules. La onda expansiva nos lanzó a todos por los alrededores; yo choqué contra una pared. El que estaba más cerca del bastardo salió disparado contra el techo y, por increíble que parezca, aquel impacto hizo que este colapsara... Para cuando el polvo se disipaba, noté que dos de mis compañeros habían sido empalados por vigas de madera. Los demás estábamos aún aturdidos, pero aun así levantamos nuestras armas y evaluamos el lugar. Pasaron ocho minutos sin señal de vida del nigromante; había muchos montones de escombros en los cuales buscar, pero todo parecía indicar que el infeliz había muerto... Y en parte lo hizo, pero no del todo. De una de las pilas de escombros salió, pero no un hombre. Salió algo que desafiaba cualquier anatomía sagrada. Los cuerpos sin vida que estuvieron colgando en el techo del laboratorio antes de colapsar, ahora se empezaban a ser arrastrados hacia el centro, como si se tratara de un metal siendo atraido por un gran imán y así fue, hasta que estos acabaron fusionándose con el cuerpo del nigromante.



    ‎  Esa cosa... esa "Abominación" empezó a rugir con diez gargantas diferentes al mismo tiempo. El nigromante se había convertido en una masa amorfa de unos tres metros de altura. No tenía una piel definida; era una combinación de cadáveres fusionados por una energía necrótica inestable, con rostros deformados pero humanos sobresaliendo de su espalda y torso, gritando en un silencio eterno. Usando sus "piernas" pateó unos escombros que alcanzaron la velocidad de un misil; por suerte no apuntaba a ninguno de los nuestros, pero aquello nos demostró que no solo era más fuerte que antes. En cuanto comenzó a moverse, desprendía un gas denso y fétido que no solo nos ralentizaba; eso parecía incluso oxidar el metal de nuestras armas. Ante una amenaza así, todos abrimos fuego al unísono, pero parecía que las balas solo se perdían en su masa sin llegar a tocar los órganos vitales, suponiendo que tuviera alguno... Todos éramos conscientes de nuestro final si peleábamos contra esa cosa en un lugar tan cerrado. Como pudimos, escapamos de la casa, pero afuera no era muy diferente: salimos de la jaula para caer en la ratonera. Esa criatura no era lenta; se desplazaba como una marea de carne que se arrastra por las paredes de los callejones. El líder del flanco nos dio la orden de dividirnos en dos grupos: A y B. El A estaba conformado por los más heridos y el B por aquellos con heridas menores. Se supone que los del grupo B nos encargábamos de retrasar a la bestia mientras dejábamos que el grupo A tomara distancia para que luego nos cubrieran mientras nos movilizabamos. Durante un tiempo corto todo parecía funcionar bien: la bestia comenzaba a volverse más lenta y cada vez sus capas de carne se reducían a un montón de agujeros de carne. Pero mientras el grupo B intentaba sellar un callejón para ganar tiempo, una de las manos desproporcionadas de la abominación —formada por tres brazos humanos trenzados— aplastó a uno de los nuestros. Aquel sujeto no tuvo tiempo de gritar; la masa de carne lo envolvió y lo succionó hacia el interior de su cuerpo.



    ‎  Yo vi cómo el rostro de mi compañero intentaba emerger de la espalda del monstruo, integrándose a la masa necrótica, volviéndose parte del motor que movía a la criatura. Pero eso no nos detuvo. El plan seguía siendo el mismo, pero mientras más hombres perdíamos, peor era la situación. Había dos gemelos en mi equipo que servían como escudo; ellos estaban en la retaguardia. Nos dieron más tiempo que nadie, pero para cuando llegamos a la plaza del pueblo, solo pudimos ver cómo el gas fétido de la Abominación rodeaba todo a su alrededor. No pudimos ver a los gemelos, pero escuchar el grito desgarrador desde donde estaban dejaba en claro qué les ocurrió. Sus pulmones empezaron a arder; tirados en el suelo, sus movimientos se volvieron erráticos hasta que solo se escuchó el crujido de sus armaduras tácticas siendo aplastadas y el sonido de sus armas disparando hasta que solo quedó el silencio y el chapoteo de la carne avanzando. Ahora, en un lugar más abierto como aquella plaza, los que quedábamos no desaprovechamos el sacrificio de los caídos y nos resguardamos. Algunos tenían las bombas incendiarias listas; otros preparaban su mira láser esperando que el monstruo saliera de la jodida niebla que dejaba aquel gas. Para cuando lo hizo, los disparos no se hicieron esperar. El sol ya estaba cayendo, pero la plaza estaba totalmente iluminada por el flash de los proyectiles saliendo de los cañónes junto con una luz naranja que se hacía cada vez más grande. Resultó ser que las bombas incendiarias eran las más efectivas, pero aun así la criatura se rehusaba a morir. En un descuido dejamos que la abominación se acercara demasiado, y yo en un intento por evitar que golpearan por completo a uno de mis compañeros, intenté jalarlo del chaleco, pero al final ese monstruo solo estiró su brazo y así nos golpeó a ambos. Recorrimos una gran distancia; yo terminé atravesando la ventana de una catedral abandonada. Para cuando me pude levantar, podía sentir que el aire de aquella habitación donde caí era extremadamente denso  —pero estaba seguro de que se debía a que mis costillas fracturadas me dificultaban la respiración—  intenté buscar con la vista a mi compañero, pero no parecía haber caído en el mismo lugar que yo



    ‎  Aprovechando aquellos segundos de calma mientras caminaba para salir del lugar, me puse a pensar en todo lo que había salido mal... Nosotros corrimos de esa cosa, y no por valentía, sino por puro instinto de supervivencia. Justo ahora mis hermanos y hermanas estaban afuera, luchando contra esa abominación sin tener la certeza de ganar, pero lo hacían, y yo iba a volver para luchar con ellos. Aunque podía sentir la sangre en mi uniforme y los gritos de los gemelos aún me perforaban los oídos, yo estaba decidido a volver... Hasta que me detuve. Recordé al Gladius Dei que nos había acompañado, Caspian; pensé en aprovechar ese momento e irlo a buscar o contactarlo, pero aquel golpe me había quitado muchas cosas, e incluso si quisiera salir a buscarlo, no sabía ni siquiera por dónde empezar. Esto era frustrante, pero lo que más me molestaba era esa sensación de no poder respirar adecuadamente. Ese malestar que se intensificaba a medida que me acercaba a la puerta para salir de aquella habitación; era como si al otro lado de la catedral hubiera un umbral que me impedía permanecer en el lugar. Seguramente esa sensación de asfixia solo era una de las muchas cosas que transmitía aquel lugar... Y ahora que lo pienso, seguramente la adrenalina y la euforia me mantenían en un estado de relativa insensibilidad; no sabía que mi cuerpo me gritaba que huyera en cuanto tomé el pomo de la puerta y lo giré para encontrarme con lo que había al otro lado. Fue en ese momento cuando me llegó un escalofrío tan fuerte que me hizo temblar como si tuviera fiebre. Inconsientemente busque el hacha que colgaba a mi costado, pues sentía la necesidad vital de sostener un arma con la mano izquierda mientras que con la derecha sostenía mi torso, ya que sentía como si aquel temblor fuera a romper aún más costillas... Justo delante de mí estaba aquella escena que no sabría describir, pero sí que puedo decir algo con claridad: allí se encontraba esa cosa de apariencia femenina, pero yo lo sabía, eso era todo menos una simple y hermosa mujer...
    ‎["Vallis Sanctorum" pueblo fronterizo de Aviñón - 6:03 p.m.] — El equipo de dieciocho cazadores se movía cautelosamente por las calles empedradas de aquel pueblo. El ambiente era tenso, pues ya se empazaba a hacer tarde y tampoco teníamos a nuestro "protector" acompañándonos. El sujeto que estaba dos hombres por delante de mí lideraba un flanco; se veía confiado en su entrenamiento, todos lo estábamos... Una vez que nos acercamos a la ubicación designada en el reporte, allí fue cuando todo se empezó a tornar complicado. Fuimos recibidos por un profundo olor a azufre y carne quemada, pero no flaqueamos; nos recordamos que teníamos la orden de "limpiar y asegurar", y eso íbamos a hacer. El caballero que nos había acompañado, Caspian, se había separado del grupo principal (24 cazadores en total) llevándoce a cinco con el (Dejando a los 18 actuales) apenas entramos al pueblo; no dijo su razón para hacerlo, pero sí que nos encomendó a los demás que nos encargáramos de la misión... Al parecer no iba a reagruparse con nosotros pronto, por lo que nos preparamos lo mejor que podíamos. Aunque, supongo que tampoco estábamos tan preocupados; después de todo, se supone que Aviñón no es un lugar tan grande como para perderse, pero lo que no entendíamos era que sus callejones son traicioneros... ‎ ‎ ‎ ‎  Con poca delicadeza entramos a la casa. Todo estaba despejado, pero uno de mis compañeros descubrió que había un pasadizo bajo una de las camas; aquello parecía dar al sótano de la casa donde seguramente el nigromante operaba. Todos nos detuvimos a evaluar la situación, pero no había suficiente tiempo como para hacer advertencias, así que fuimos allí. Después de unos minutos caminando entre la oscuridad, únicamente iluminados por las linternas en nuestros chalecos, lo encontramos. Dimos con el nigromante y su laboratorio: era un hombre caucásico, flaco, y su actitud era la de un completo fanático. Gritaba palabras en lo que me pareció un dialecto olvidado. Uno de mis compañeros le gritaba que se detuviera, pero no lo hizo; y justo en el momento en que abrimos fuego, el círculo a sus pies estalló en llamas azules. La onda expansiva nos lanzó a todos por los alrededores; yo choqué contra una pared. El que estaba más cerca del bastardo salió disparado contra el techo y, por increíble que parezca, aquel impacto hizo que este colapsara... Para cuando el polvo se disipaba, noté que dos de mis compañeros habían sido empalados por vigas de madera. Los demás estábamos aún aturdidos, pero aun así levantamos nuestras armas y evaluamos el lugar. Pasaron ocho minutos sin señal de vida del nigromante; había muchos montones de escombros en los cuales buscar, pero todo parecía indicar que el infeliz había muerto... Y en parte lo hizo, pero no del todo. De una de las pilas de escombros salió, pero no un hombre. Salió algo que desafiaba cualquier anatomía sagrada. Los cuerpos sin vida que estuvieron colgando en el techo del laboratorio antes de colapsar, ahora se empezaban a ser arrastrados hacia el centro, como si se tratara de un metal siendo atraido por un gran imán y así fue, hasta que estos acabaron fusionándose con el cuerpo del nigromante. ‎ ‎ ‎ ‎  Esa cosa... esa "Abominación" empezó a rugir con diez gargantas diferentes al mismo tiempo. El nigromante se había convertido en una masa amorfa de unos tres metros de altura. No tenía una piel definida; era una combinación de cadáveres fusionados por una energía necrótica inestable, con rostros deformados pero humanos sobresaliendo de su espalda y torso, gritando en un silencio eterno. Usando sus "piernas" pateó unos escombros que alcanzaron la velocidad de un misil; por suerte no apuntaba a ninguno de los nuestros, pero aquello nos demostró que no solo era más fuerte que antes. En cuanto comenzó a moverse, desprendía un gas denso y fétido que no solo nos ralentizaba; eso parecía incluso oxidar el metal de nuestras armas. Ante una amenaza así, todos abrimos fuego al unísono, pero parecía que las balas solo se perdían en su masa sin llegar a tocar los órganos vitales, suponiendo que tuviera alguno... Todos éramos conscientes de nuestro final si peleábamos contra esa cosa en un lugar tan cerrado. Como pudimos, escapamos de la casa, pero afuera no era muy diferente: salimos de la jaula para caer en la ratonera. Esa criatura no era lenta; se desplazaba como una marea de carne que se arrastra por las paredes de los callejones. El líder del flanco nos dio la orden de dividirnos en dos grupos: A y B. El A estaba conformado por los más heridos y el B por aquellos con heridas menores. Se supone que los del grupo B nos encargábamos de retrasar a la bestia mientras dejábamos que el grupo A tomara distancia para que luego nos cubrieran mientras nos movilizabamos. Durante un tiempo corto todo parecía funcionar bien: la bestia comenzaba a volverse más lenta y cada vez sus capas de carne se reducían a un montón de agujeros de carne. Pero mientras el grupo B intentaba sellar un callejón para ganar tiempo, una de las manos desproporcionadas de la abominación —formada por tres brazos humanos trenzados— aplastó a uno de los nuestros. Aquel sujeto no tuvo tiempo de gritar; la masa de carne lo envolvió y lo succionó hacia el interior de su cuerpo. ‎ ‎ ‎ ‎  Yo vi cómo el rostro de mi compañero intentaba emerger de la espalda del monstruo, integrándose a la masa necrótica, volviéndose parte del motor que movía a la criatura. Pero eso no nos detuvo. El plan seguía siendo el mismo, pero mientras más hombres perdíamos, peor era la situación. Había dos gemelos en mi equipo que servían como escudo; ellos estaban en la retaguardia. Nos dieron más tiempo que nadie, pero para cuando llegamos a la plaza del pueblo, solo pudimos ver cómo el gas fétido de la Abominación rodeaba todo a su alrededor. No pudimos ver a los gemelos, pero escuchar el grito desgarrador desde donde estaban dejaba en claro qué les ocurrió. Sus pulmones empezaron a arder; tirados en el suelo, sus movimientos se volvieron erráticos hasta que solo se escuchó el crujido de sus armaduras tácticas siendo aplastadas y el sonido de sus armas disparando hasta que solo quedó el silencio y el chapoteo de la carne avanzando. Ahora, en un lugar más abierto como aquella plaza, los que quedábamos no desaprovechamos el sacrificio de los caídos y nos resguardamos. Algunos tenían las bombas incendiarias listas; otros preparaban su mira láser esperando que el monstruo saliera de la jodida niebla que dejaba aquel gas. Para cuando lo hizo, los disparos no se hicieron esperar. El sol ya estaba cayendo, pero la plaza estaba totalmente iluminada por el flash de los proyectiles saliendo de los cañónes junto con una luz naranja que se hacía cada vez más grande. Resultó ser que las bombas incendiarias eran las más efectivas, pero aun así la criatura se rehusaba a morir. En un descuido dejamos que la abominación se acercara demasiado, y yo en un intento por evitar que golpearan por completo a uno de mis compañeros, intenté jalarlo del chaleco, pero al final ese monstruo solo estiró su brazo y así nos golpeó a ambos. Recorrimos una gran distancia; yo terminé atravesando la ventana de una catedral abandonada. Para cuando me pude levantar, podía sentir que el aire de aquella habitación donde caí era extremadamente denso  —pero estaba seguro de que se debía a que mis costillas fracturadas me dificultaban la respiración—  intenté buscar con la vista a mi compañero, pero no parecía haber caído en el mismo lugar que yo ‎ ‎ ‎ ‎  Aprovechando aquellos segundos de calma mientras caminaba para salir del lugar, me puse a pensar en todo lo que había salido mal... Nosotros corrimos de esa cosa, y no por valentía, sino por puro instinto de supervivencia. Justo ahora mis hermanos y hermanas estaban afuera, luchando contra esa abominación sin tener la certeza de ganar, pero lo hacían, y yo iba a volver para luchar con ellos. Aunque podía sentir la sangre en mi uniforme y los gritos de los gemelos aún me perforaban los oídos, yo estaba decidido a volver... Hasta que me detuve. Recordé al Gladius Dei que nos había acompañado, Caspian; pensé en aprovechar ese momento e irlo a buscar o contactarlo, pero aquel golpe me había quitado muchas cosas, e incluso si quisiera salir a buscarlo, no sabía ni siquiera por dónde empezar. Esto era frustrante, pero lo que más me molestaba era esa sensación de no poder respirar adecuadamente. Ese malestar que se intensificaba a medida que me acercaba a la puerta para salir de aquella habitación; era como si al otro lado de la catedral hubiera un umbral que me impedía permanecer en el lugar. Seguramente esa sensación de asfixia solo era una de las muchas cosas que transmitía aquel lugar... Y ahora que lo pienso, seguramente la adrenalina y la euforia me mantenían en un estado de relativa insensibilidad; no sabía que mi cuerpo me gritaba que huyera en cuanto tomé el pomo de la puerta y lo giré para encontrarme con lo que había al otro lado. Fue en ese momento cuando me llegó un escalofrío tan fuerte que me hizo temblar como si tuviera fiebre. Inconsientemente busque el hacha que colgaba a mi costado, pues sentía la necesidad vital de sostener un arma con la mano izquierda mientras que con la derecha sostenía mi torso, ya que sentía como si aquel temblor fuera a romper aún más costillas... Justo delante de mí estaba aquella escena que no sabría describir, pero sí que puedo decir algo con claridad: allí se encontraba esa cosa de apariencia femenina, pero yo lo sabía, eso era todo menos una simple y hermosa mujer...
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  • "La salida"
    Fandom Supernatural
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ˛‍ ‍𝐃𝐄𝐀𝐍 𝐖𝐈𝐍𝐂𝐇𝐄𝐒𝐓𝐄𝐑



    ㅤㅤㅤㅤㅤYa no recordaba como era el mundo antes de que se desatara el apocalipsis. No recordaba la sensación de la luz del sol sobre la piel, o el olor del aire puro. Los recuerdos de aquella vida se iban disipando poco a poco cada día a pesar de que Holly Singer se esforzaba por mantenerlos vivos en sus recuerdos. “Mamá, Daniel, la pizza los sábados, el Roadhouse de los Harvelle, la tarta de manzana de mamá, gofres, cumpleaños”. Cada día intentaba variar esa lista. Cada día intentaba recordar algo distinto. Pero día tras día, año tras año, era más y más difícil.

    El mundo no era el mismo, su pueblo ya no existía, su casa apenas era un cascarón vacío. Y ella era diferente. Había aprendido tantas cosas que una chica de su edad no debería de haber aprendido: armas, mitología, enoquiano, el cielo, el infierno… Al principio su padre había intentado protegerla, mantenerla al margen pero fue un amigo de la familia, Gideon (a quien Holly llamaba cariñosamente “tío Gideon”, quien le dio un rapapolvo a Bobby y le hizo ver que el único modo de proteger a Holly era enseñarla a sobrevivir.

    No había sido fácil y apenas divertido. Huesos rotos, esguinces y magulladuras fueron su bandera durante aquellos primeros años. Pero mejoró. Holly dejó de ser una simple aprendiz que limpiaba pistolas y dagas para ser una rastreadora. Después su puntería la hizo destacar entre los cazadores y supervivientes. Y más tarde era de las primeras en vanguardia en los enfrentamientos contra las huestes de Miguel.

    ¿Quién iba a decir que los demonios serian el menor de los problemas de cazadores y humanos? ¿Quién iba a decir que Miguel, después de vencer a su hermano Lucifer, provocaría un genocidio en masa y esclavizaría a todos los humanos que se le pusieran a tiro?

    El mundo se había echado a perder tan rapido que costaba creer que todo aquello podría tener un final o luz después de un túnel demasiado largo.

    Los rostros nuevos no eran habituales, por eso cuando su padre regresó un día, meses atrás, con dos personas tras él, se convirtieron en novedad. Mary Winchester y Jack Kline. Aparentemente normales, con el paso de las semanas terminaron confesando la realidad. Venían de otro mundo, por loco y desquiciado que sonase. Y Jack era un nefilim. Contra todo pronóstico, lo único que resonaba extraño para Holly en todo aquello era que existieran mundos paralelos. En cuanto a la realidad de Jack… Lo cierto era que los nefilim eran algo a lo que Holly y Bobby estaban acostumbrados. Y es que meses atrás habían acogido en su grupo al grupo de supervivientes al cual pertenecían Gideon y su novia, Elle. Y Elle guardaban un secreto enorme…

    -Mis hijos vendrán a buscarme

    Eso era lo que repetía Mary una y otra vez. Y, con el paso del tiempo con mayor preocupación a medida que todos eran conscientes del peligro que todos enfrentaban en aquel planeta. Miguel buscaba a Mary y al chico y para ellos sus medidas eran cada vez más y más sanguinarias y muy poco humanitarias. Tortura física. Dolor psicológico…

    Poco después de Mary y Jack llegó un hombre llamado Arthur Ketch quien, al parecer compartía un pasado con la propia Mary. Aunque ninguno hablaba de aquello. Era educado, serio y frustrantemente inglés. Y había algo en él que a Holly no terminaba de gustarle del todo. Puede que por esa razon, el británico se ofreciera voluntario para las tareas más complicadas: misiones de rescate, de reconocimiento…

    Cuando, aquella mañana, las protecciones y los hechizos advirtieron de la presencia de ángeles en la frontera del campamento todos se temían lo peor. No podían imaginar, por supuesto, que quienes habían llegado a sus “puertas” eran hombres y ángeles llegados de otro mundo. Dean Winchester, Castiel (quien nada tenía que ver con el Castiel que era mano derecha de Miguel, su torturador de primera), Gabriel…



    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #Supernatural
    ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ [IMPALA67] ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤYa no recordaba como era el mundo antes de que se desatara el apocalipsis. No recordaba la sensación de la luz del sol sobre la piel, o el olor del aire puro. Los recuerdos de aquella vida se iban disipando poco a poco cada día a pesar de que Holly Singer se esforzaba por mantenerlos vivos en sus recuerdos. “Mamá, Daniel, la pizza los sábados, el Roadhouse de los Harvelle, la tarta de manzana de mamá, gofres, cumpleaños”. Cada día intentaba variar esa lista. Cada día intentaba recordar algo distinto. Pero día tras día, año tras año, era más y más difícil. El mundo no era el mismo, su pueblo ya no existía, su casa apenas era un cascarón vacío. Y ella era diferente. Había aprendido tantas cosas que una chica de su edad no debería de haber aprendido: armas, mitología, enoquiano, el cielo, el infierno… Al principio su padre había intentado protegerla, mantenerla al margen pero fue un amigo de la familia, Gideon (a quien Holly llamaba cariñosamente “tío Gideon”, quien le dio un rapapolvo a Bobby y le hizo ver que el único modo de proteger a Holly era enseñarla a sobrevivir. No había sido fácil y apenas divertido. Huesos rotos, esguinces y magulladuras fueron su bandera durante aquellos primeros años. Pero mejoró. Holly dejó de ser una simple aprendiz que limpiaba pistolas y dagas para ser una rastreadora. Después su puntería la hizo destacar entre los cazadores y supervivientes. Y más tarde era de las primeras en vanguardia en los enfrentamientos contra las huestes de Miguel. ¿Quién iba a decir que los demonios serian el menor de los problemas de cazadores y humanos? ¿Quién iba a decir que Miguel, después de vencer a su hermano Lucifer, provocaría un genocidio en masa y esclavizaría a todos los humanos que se le pusieran a tiro? El mundo se había echado a perder tan rapido que costaba creer que todo aquello podría tener un final o luz después de un túnel demasiado largo. Los rostros nuevos no eran habituales, por eso cuando su padre regresó un día, meses atrás, con dos personas tras él, se convirtieron en novedad. Mary Winchester y Jack Kline. Aparentemente normales, con el paso de las semanas terminaron confesando la realidad. Venían de otro mundo, por loco y desquiciado que sonase. Y Jack era un nefilim. Contra todo pronóstico, lo único que resonaba extraño para Holly en todo aquello era que existieran mundos paralelos. En cuanto a la realidad de Jack… Lo cierto era que los nefilim eran algo a lo que Holly y Bobby estaban acostumbrados. Y es que meses atrás habían acogido en su grupo al grupo de supervivientes al cual pertenecían Gideon y su novia, Elle. Y Elle guardaban un secreto enorme… -Mis hijos vendrán a buscarme Eso era lo que repetía Mary una y otra vez. Y, con el paso del tiempo con mayor preocupación a medida que todos eran conscientes del peligro que todos enfrentaban en aquel planeta. Miguel buscaba a Mary y al chico y para ellos sus medidas eran cada vez más y más sanguinarias y muy poco humanitarias. Tortura física. Dolor psicológico… Poco después de Mary y Jack llegó un hombre llamado Arthur Ketch quien, al parecer compartía un pasado con la propia Mary. Aunque ninguno hablaba de aquello. Era educado, serio y frustrantemente inglés. Y había algo en él que a Holly no terminaba de gustarle del todo. Puede que por esa razon, el británico se ofreciera voluntario para las tareas más complicadas: misiones de rescate, de reconocimiento… Cuando, aquella mañana, las protecciones y los hechizos advirtieron de la presencia de ángeles en la frontera del campamento todos se temían lo peor. No podían imaginar, por supuesto, que quienes habían llegado a sus “puertas” eran hombres y ángeles llegados de otro mundo. Dean Winchester, Castiel (quien nada tenía que ver con el Castiel que era mano derecha de Miguel, su torturador de primera), Gabriel… ㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #Supernatural
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  • Axel Koroved Ekaterina Smirnova Dr Sniffles Stuart ᴬⁿᵗᵉᵃᵗᵉʳ

    El puerto huele a sal vieja, gasóleo y metal caliente.

    De esos lugares donde los barcos no preguntan por qué, solo cuándo.
    He alquilado un navío militar retirado del servicio activo.

    Demasiado grande para una excursión. Demasiado armado para un viaje turístico. Lo he pagado con dinero que, técnicamente, no debería existir: regalos robados en Navidad junto a mi hija 001. El espíritu festivo tiene usos más prácticos de lo que la gente cree.

    El casco del barco lleva cicatrices reales. No decorativas.
    Eso me tranquiliza.

    Extiendo el mapa infantil sobre una caja de suministros, sujetándolo con una llave inglesa para que el viento no lo doble. Los colores siguen siendo absurdamente vivos bajo la luz gris del amanecer. Barcos sonrientes. Pulpos felices. Un camino de puntos rojos que parece burlarse de cualquiera con estudios.

    No me burlo.

    La profesora Faust lo cotejó durante semanas. Cartografía antigua, corrientes imposibles, rutas descartadas por “fenómenos no reproducibles”. Cuando terminó, solo dijo una cosa:

    —Si ese mapa pertenece al mundo real… el único lugar donde puede existir es el Triángulo de las Bermudas.

    No lo dijo con miedo.
    Lo dijo con respeto.

    Guardo el mapa con cuidado, como si pudiera escucharme. El barco responde con un crujido grave, casi impaciente. En el muelle, las gaviotas observan demasiado quietas. El mar está calmado, pero no es una calma honesta: es la de algo que espera.
    Reviso el cargamento.

    Combustible. Provisiones. Equipo de navegación. Armamento justo para no parecer una amenaza… y suficiente para no ser una víctima.
    Levanto la vista hacia el puerto y hablo, clara, sin elevar la voz:

    —No prometo tesoros.
    —No prometo seguridad.
    —Prometo una historia que nadie más se atrevería a comprobar.

    El barco está listo.
    El mapa también.
    Y el mar…
    el mar ya sabe que vamos hacia él.

    El Dr. Sniffles nos espera a bordo.
    [Akly_5] [soviet_experiment] [Sn1ffles] El puerto huele a sal vieja, gasóleo y metal caliente. De esos lugares donde los barcos no preguntan por qué, solo cuándo. He alquilado un navío militar retirado del servicio activo. Demasiado grande para una excursión. Demasiado armado para un viaje turístico. Lo he pagado con dinero que, técnicamente, no debería existir: regalos robados en Navidad junto a mi hija 001. El espíritu festivo tiene usos más prácticos de lo que la gente cree. El casco del barco lleva cicatrices reales. No decorativas. Eso me tranquiliza. Extiendo el mapa infantil sobre una caja de suministros, sujetándolo con una llave inglesa para que el viento no lo doble. Los colores siguen siendo absurdamente vivos bajo la luz gris del amanecer. Barcos sonrientes. Pulpos felices. Un camino de puntos rojos que parece burlarse de cualquiera con estudios. No me burlo. La profesora Faust lo cotejó durante semanas. Cartografía antigua, corrientes imposibles, rutas descartadas por “fenómenos no reproducibles”. Cuando terminó, solo dijo una cosa: —Si ese mapa pertenece al mundo real… el único lugar donde puede existir es el Triángulo de las Bermudas. No lo dijo con miedo. Lo dijo con respeto. Guardo el mapa con cuidado, como si pudiera escucharme. El barco responde con un crujido grave, casi impaciente. En el muelle, las gaviotas observan demasiado quietas. El mar está calmado, pero no es una calma honesta: es la de algo que espera. Reviso el cargamento. Combustible. Provisiones. Equipo de navegación. Armamento justo para no parecer una amenaza… y suficiente para no ser una víctima. Levanto la vista hacia el puerto y hablo, clara, sin elevar la voz: —No prometo tesoros. —No prometo seguridad. —Prometo una historia que nadie más se atrevería a comprobar. El barco está listo. El mapa también. Y el mar… el mar ya sabe que vamos hacia él. El Dr. Sniffles nos espera a bordo.
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  • ──── Por muy espeluznante que seas, me gusta esa forma tuya de pensar. Sé que a una mujer no se le pregunta la edad, o tampoco... ¿tu pelirrojo es natural?
    ㅤㅤㅤㅤ𝐀𝐧𝐠𝐞𝐥𝐢𝐪𝐮𝐞 𝐆𝐚𝐮𝐧𝐭
    ──── Por muy espeluznante que seas, me gusta esa forma tuya de pensar. Sé que a una mujer no se le pregunta la edad, o tampoco... ¿tu pelirrojo es natural? ㅤㅤㅤㅤ[Gaunt_An]
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  • 𝐋𝐚 𝐩𝐢𝐳𝐳𝐚 𝑺𝑰𝑵 𝑨𝑪𝑬𝑰𝑻𝑼𝑵𝑨𝑺 𝐩𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫.
    Fandom DMC
    Categoría Acción
    Dante estaba dormido en su asiento, frente al escritorio de su despacho, con los pies sobre el escritorio y una revista de modelos ligeras de ropa sobre la cara.

    Respiraba tan profundamente que casi parecía que estaba roncando ¡Pero no!

    Sobre el escritorio había papeleo, más concretamente facturas por pagar, en una de ellas había un aviso de embargo, pronto cortarían la luz, también había una foto de una mujer rubia vestida de rojo, y un teléfono. Aquel teléfono era la razón por la que Dante estaba atravesando algunos problemas financieros, ya no llamaban al cazador de Demonios, estaba teniendo una muy mala racha.

    ¡PLAF! La luz se apagó de repente y el suave zumbido de la electricidad que recorría el despacho había desaparecido, pero había algo... algo más...

    Casi como un resorte Dante se levantó de un salto y de una patada lanzó el escritorio por los aire chocando contra algo que pareció morir al instante, un ser grotesco y horrible, un demonio.

    — ¿Ni echarme la siesta? ¿Enserio?

    Se quejó Dante que desenfundaba sus dos pistolas para apuntar a un nuevo demonio que había aparecido en la sala, no dudó ni un solo segundo en soltar una ráfaga de disparos que dejó al demonio quieto en el aire, en un movimiento elegante y extremadamente "Dante", hizo que su gabardina ondease al viento mientras desenvainaba su espada, Rebelion.

    — ¡Bailemos!

    Dijo el hombre de níveos cabellos que se disponía a saltar contra el demonio y partirlo por la mitad, y de hecho así lo hizo. Aquella vez había sido fácil, acabar con dos demonios a cambio de un escritorio de roble macizo, iba a tener que buscar dinero de donde fuera, pero entonces la puerta de su despacho se abrió, alguien necesitaba a Dante y a sus habilidades de cazador de demonios.

    — ¡Aguarda! Sea lo que sea, me lo cuentas con una pizza sin aceitunas, por favor.

    Una sonrisa socarrona se dibujó en los labios de Dante para seguidamente guiñarle el ojo a su interlocutor.
    Dante estaba dormido en su asiento, frente al escritorio de su despacho, con los pies sobre el escritorio y una revista de modelos ligeras de ropa sobre la cara. Respiraba tan profundamente que casi parecía que estaba roncando ¡Pero no! Sobre el escritorio había papeleo, más concretamente facturas por pagar, en una de ellas había un aviso de embargo, pronto cortarían la luz, también había una foto de una mujer rubia vestida de rojo, y un teléfono. Aquel teléfono era la razón por la que Dante estaba atravesando algunos problemas financieros, ya no llamaban al cazador de Demonios, estaba teniendo una muy mala racha. ¡PLAF! La luz se apagó de repente y el suave zumbido de la electricidad que recorría el despacho había desaparecido, pero había algo... algo más... Casi como un resorte Dante se levantó de un salto y de una patada lanzó el escritorio por los aire chocando contra algo que pareció morir al instante, un ser grotesco y horrible, un demonio. — ¿Ni echarme la siesta? ¿Enserio? Se quejó Dante que desenfundaba sus dos pistolas para apuntar a un nuevo demonio que había aparecido en la sala, no dudó ni un solo segundo en soltar una ráfaga de disparos que dejó al demonio quieto en el aire, en un movimiento elegante y extremadamente "Dante", hizo que su gabardina ondease al viento mientras desenvainaba su espada, Rebelion. — ¡Bailemos! Dijo el hombre de níveos cabellos que se disponía a saltar contra el demonio y partirlo por la mitad, y de hecho así lo hizo. Aquella vez había sido fácil, acabar con dos demonios a cambio de un escritorio de roble macizo, iba a tener que buscar dinero de donde fuera, pero entonces la puerta de su despacho se abrió, alguien necesitaba a Dante y a sus habilidades de cazador de demonios. — ¡Aguarda! Sea lo que sea, me lo cuentas con una pizza sin aceitunas, por favor. Una sonrisa socarrona se dibujó en los labios de Dante para seguidamente guiñarle el ojo a su interlocutor.
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  • Cirene se adentró una última vez en el estanque que había sido su hogar durante siglos, y el agua la recibió como siempre: tibia, luminosa, vivita.

    Cada paso suyo despertaba círculos de luz que se expandían en la superficie, como si el estanque recordara su nombre.

    El aire tambien estaba impregnado de magia antigua, con el perfume suave de flores acuáticas que solo florecían bajo la luna y el murmullo constante de un canto invisible de hadas y espirtus buenos.

    A su llamado, las criaturas comenzaron a emerger; pequeños espíritus de agua asomaron entre los nenúfares, con cuerpos translúcidos y ojitos brillantes como estrellas recién nacidas. Peces alados saltaron en arcos perfectos, dejando estelas de polvo azul en el aire antes de volver al agua. Desde las rocas cubiertas de musgo, salamandras de jade se deslizaron lentamente, calentando el ambiente con su respiración suave, mientras diminutas hadas de pétalos descendían desde los árboles, sus alas tintineando como campanitas de cristal.

    El estanque entero parecía escuchar: las raíces de los sauces antiguos se estremecieron bajo el agua, y una tortuga colosal cubierta de líquenes luminosos abrió un ojo sabio, reflejando en su pupila siglos de memorias compartidas. Incluso las piedras del fondo, redondeadas por el tiempo, brillaron tenuemente, como si guardaran fragmentos del alma de Cirene.

    Ella avanzó hasta el centro, donde la magia era más densa, y se sumergió hasta la cintura. El agua abrazó su silueta con cariño, elevando su cabello en suaves ondas plateadas.

    ── Hay algo que tengo que contarles… dejaré este lugar para viajar con mi ser amado.

    Un murmullo recorrió el estanque, una vibración dulce y triste a la vez. Las criaturas se acercaron más, formando un círculo protector a su alrededor.

    ── Este edén pasará a ser propiedad de ustedes...

    Continuó, su voz clara.

    ── ... y durará tanto como ustedes lo amen y lo cuiden. Espero que, cuando vuelva, este lugar tenga más vida de la que tiene ahora…

    Cirene extendió las manos y del agua brotaron flores de luz, abriéndose una a una, sembrando el estanque con nuevos colores. La magia se elevó en espirales suaves, como si el mismo mundo respondiera a su deseo.


    ── ¿Lo prometen?

    Las criaturas respondieron a su manera.
    Las hadas alzaron el vuelo, trazando símbolos antiguos en el aire. Los espíritus de agua se entrelazaron, formando una corriente luminosa que rodeó a Cirene en señal de juramento. La tortuga ancestral inclinó lentamente la cabeza, y desde el fondo del estanque surgió un pulso de luz cálida, firme, eterno.

    No hubo palabras, pero la promesa quedó sellada.

    El estanque brilló con más fuerza que nunca, como un corazón latiendo con esperanza, aguardando paciente el día en que Cirene regresara… y encontrara un hogar aún más vivo, aún más amado, de lo que jamás fue.
    Cirene se adentró una última vez en el estanque que había sido su hogar durante siglos, y el agua la recibió como siempre: tibia, luminosa, vivita. Cada paso suyo despertaba círculos de luz que se expandían en la superficie, como si el estanque recordara su nombre. El aire tambien estaba impregnado de magia antigua, con el perfume suave de flores acuáticas que solo florecían bajo la luna y el murmullo constante de un canto invisible de hadas y espirtus buenos. A su llamado, las criaturas comenzaron a emerger; pequeños espíritus de agua asomaron entre los nenúfares, con cuerpos translúcidos y ojitos brillantes como estrellas recién nacidas. Peces alados saltaron en arcos perfectos, dejando estelas de polvo azul en el aire antes de volver al agua. Desde las rocas cubiertas de musgo, salamandras de jade se deslizaron lentamente, calentando el ambiente con su respiración suave, mientras diminutas hadas de pétalos descendían desde los árboles, sus alas tintineando como campanitas de cristal. El estanque entero parecía escuchar: las raíces de los sauces antiguos se estremecieron bajo el agua, y una tortuga colosal cubierta de líquenes luminosos abrió un ojo sabio, reflejando en su pupila siglos de memorias compartidas. Incluso las piedras del fondo, redondeadas por el tiempo, brillaron tenuemente, como si guardaran fragmentos del alma de Cirene. Ella avanzó hasta el centro, donde la magia era más densa, y se sumergió hasta la cintura. El agua abrazó su silueta con cariño, elevando su cabello en suaves ondas plateadas. ── Hay algo que tengo que contarles… dejaré este lugar para viajar con mi ser amado. Un murmullo recorrió el estanque, una vibración dulce y triste a la vez. Las criaturas se acercaron más, formando un círculo protector a su alrededor. ── Este edén pasará a ser propiedad de ustedes... Continuó, su voz clara. ── ... y durará tanto como ustedes lo amen y lo cuiden. Espero que, cuando vuelva, este lugar tenga más vida de la que tiene ahora… Cirene extendió las manos y del agua brotaron flores de luz, abriéndose una a una, sembrando el estanque con nuevos colores. La magia se elevó en espirales suaves, como si el mismo mundo respondiera a su deseo. ── ¿Lo prometen? Las criaturas respondieron a su manera. Las hadas alzaron el vuelo, trazando símbolos antiguos en el aire. Los espíritus de agua se entrelazaron, formando una corriente luminosa que rodeó a Cirene en señal de juramento. La tortuga ancestral inclinó lentamente la cabeza, y desde el fondo del estanque surgió un pulso de luz cálida, firme, eterno. No hubo palabras, pero la promesa quedó sellada. El estanque brilló con más fuerza que nunca, como un corazón latiendo con esperanza, aguardando paciente el día en que Cirene regresara… y encontrara un hogar aún más vivo, aún más amado, de lo que jamás fue.
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  • Una misión con alastor
    Fandom Resident evil y hazbin hotel
    Categoría Romance
    ꧁༒☬𝓐𝓛𝓐𝓢𝓣𝓞𝓡 𝓡𝓔𝓓 𝓓𝓔𝓜𝓞𝓝 𝓞𝓥𝓔𝓡𝓛𝓞𝓡𝓓☬༒꧂

    Mansión Blackthorn — Medianoche

    La lluvia caía como agujas sobre los vitrales de la mansión, deformando la luz en sombras largas y retorcidas. Dentro, la élite demoníaca se reunía para una gala privada, una de esas donde las sonrisas eran tan falsas como las promesas… y donde la sangre podía correr en cualquier momento.
    Entre ellos estaba Alastor, impecable como siempre, sonrisa afilada y ojos encendidos de diversión.
    Y entonces…
    una presencia diferente.
    León cruzó la entrada con paso firme, traje oscuro perfectamente ajustado, mirada atenta, como si cada detalle del lugar fuera una posible amenaza. No estaba allí por placer.
    Tenía una misión.
    Alguien importante estaba atrapado en esa mansión… y debía sacarlo con vida.
    Pero el problema era simple y cruel:
    nadie entraba ni salía de Blackthorn sin una razón social aceptable.
    Una pareja.
    León se acercó a Alastor entre el murmullo de copas y risas vacías. Su voz bajó lo suficiente para que solo él pudiera oírla.

    —Alastor… necesito tu ayuda..

    Por primera vez, León dejó entrever una tensión real en su mirada.

    —Hay alguien aquí que va a morir esta noche si no lo saco de este lugar,Pero para moverme sin levantar sospechas…

    sus ojos se encontraron con los del demonio de la radio

    — …necesito que finjamos ser una pareja.

    El ruido lejano de la orquesta y los murmullos no alcanzaban a cubrir la gravedad de sus palabras..

    —Solo tú podrías hacerlo sin que nadie se atreva a cuestionarlo.

    La mansión parecía cerrarse a su alrededor.La sonrisa de Alastor se ensanchó lentamente, peligrosa y divertida al mismo tiempo.
    [Alastor_rabbit] 🕯️ Mansión Blackthorn — Medianoche La lluvia caía como agujas sobre los vitrales de la mansión, deformando la luz en sombras largas y retorcidas. Dentro, la élite demoníaca se reunía para una gala privada, una de esas donde las sonrisas eran tan falsas como las promesas… y donde la sangre podía correr en cualquier momento. Entre ellos estaba Alastor, impecable como siempre, sonrisa afilada y ojos encendidos de diversión. Y entonces… una presencia diferente. León cruzó la entrada con paso firme, traje oscuro perfectamente ajustado, mirada atenta, como si cada detalle del lugar fuera una posible amenaza. No estaba allí por placer. Tenía una misión. Alguien importante estaba atrapado en esa mansión… y debía sacarlo con vida. Pero el problema era simple y cruel: nadie entraba ni salía de Blackthorn sin una razón social aceptable. Una pareja. León se acercó a Alastor entre el murmullo de copas y risas vacías. Su voz bajó lo suficiente para que solo él pudiera oírla. —Alastor… necesito tu ayuda.. Por primera vez, León dejó entrever una tensión real en su mirada. —Hay alguien aquí que va a morir esta noche si no lo saco de este lugar,Pero para moverme sin levantar sospechas… sus ojos se encontraron con los del demonio de la radio — …necesito que finjamos ser una pareja. El ruido lejano de la orquesta y los murmullos no alcanzaban a cubrir la gravedad de sus palabras.. —Solo tú podrías hacerlo sin que nadie se atreva a cuestionarlo. La mansión parecía cerrarse a su alrededor.La sonrisa de Alastor se ensanchó lentamente, peligrosa y divertida al mismo tiempo.
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  • La luz en la estancia es apenas un susurro, una penumbra cálida que se aferra a las texturas del cuero y el terciopelo. Alberto descansa en el sillón, no con la rigidez de un guardia, sino con la soltura de un depredador que sabe que no tiene nada que temer. Su cuerpo se hunde en el asiento, una pierna cruzada sobre la otra, en una pose de absoluta y perturbadora confianza.

    El silencio es denso, sólo interrumpido por el sonido rítmico y húmedo de su lengua recorriendo la palma de su mano. Hay algo profundamente magnético y prohibido en la forma en que lo hace; no es un acto de necesidad, sino de puro placer sensorial. Sus ojos, entornados por el deleite, parecen seguir el rastro carmesí que se extiende por su piel como si fuera un manjar prohibido. La sangre cae con la densidad de la miel, despacio.

    La escena exhala un erotismo oscuro. Cada movimiento de su garganta al tragar es pausado, deliberado, invitando a la mirada a detenerse en el contraste de sus dedos largos contra la piel manchada. La luz tenue acaricia el perfil de su rostro y la curva de sus cuernos, resaltando una belleza que no pertenece a este mundo.

    Él no busca compañía, pero su sola presencia es una invitación al abismo. Se lame los labios, dejando un rastro brillante y húmedo, mientras una chispa de satisfacción egoísta baila en su mirada. Alberto sabe que está siendo observado, y ese conocimiento parece intensificar su propio ritual, transformando el acto de limpiar la sangre en una danza de seducción silenciosa y letal.
    La luz en la estancia es apenas un susurro, una penumbra cálida que se aferra a las texturas del cuero y el terciopelo. Alberto descansa en el sillón, no con la rigidez de un guardia, sino con la soltura de un depredador que sabe que no tiene nada que temer. Su cuerpo se hunde en el asiento, una pierna cruzada sobre la otra, en una pose de absoluta y perturbadora confianza. El silencio es denso, sólo interrumpido por el sonido rítmico y húmedo de su lengua recorriendo la palma de su mano. Hay algo profundamente magnético y prohibido en la forma en que lo hace; no es un acto de necesidad, sino de puro placer sensorial. Sus ojos, entornados por el deleite, parecen seguir el rastro carmesí que se extiende por su piel como si fuera un manjar prohibido. La sangre cae con la densidad de la miel, despacio. La escena exhala un erotismo oscuro. Cada movimiento de su garganta al tragar es pausado, deliberado, invitando a la mirada a detenerse en el contraste de sus dedos largos contra la piel manchada. La luz tenue acaricia el perfil de su rostro y la curva de sus cuernos, resaltando una belleza que no pertenece a este mundo. Él no busca compañía, pero su sola presencia es una invitación al abismo. Se lame los labios, dejando un rastro brillante y húmedo, mientras una chispa de satisfacción egoísta baila en su mirada. Alberto sabe que está siendo observado, y ese conocimiento parece intensificar su propio ritual, transformando el acto de limpiar la sangre en una danza de seducción silenciosa y letal.
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