• ¿Qué hacer si pierdes el interés en las cosas?
    Dormir parece una buena idea. Pero si tienes trabajo que hacer este sólo se acumula más...
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  • ༒𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐘𝐎𝐔༒



    ── 𝐓ú 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐬𝐞 𝐞𝐬𝐭á 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐨.


    Las puertas del bar se abrieron con violencia y la nieve irrumpió como un látigo gélido que apagó la música de golpe. El murmullo alegre se quebró en un silencio abrupto cuando cuatro hombres entraron. Altos, cubiertos por largos abrigos negros, botas que retumbaban sobre la madera vieja. No hacía falta que pronunciaran palabra: la multitud comprendió de inmediato a qué clase de depredadores estaba mirando.

    "Hay un bastardo que me debe algo."

    Los clientes se replegaron hacia las paredes, intentando desaparecer bajo la penumbra. El humo de los cigarrillos quedó suspendido en el aire, detenido como si el tiempo mismo se hubiera congelado. Solo una figura permaneció imperturbable, sentado con esa arrogancia propia de quienes creen que jamás podrán ser tocados.

    El Ministro de Defensa de Rusia.

    Canoso, con traje impecable y un vaso de vodka aún húmedo en la mano, alzó la mirada hacia los intrusos. No había miedo en sus ojos, sino fastidio, como si la escena fuera una ofensa menor a su autoridad.

    — Ministro. Vendrá con nosotros — anunció uno de los hombres, su voz grave, un eco oscuro que llenó la sala con un peso insoportable.

    "Se encuentra en San Petersburgo. Localícenlo y tráiganmelo aquí."

    Los guardaespaldas del político apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Una mano buscó la chaqueta, pero el disparo llegó antes. Un estampido seco. Después otro, y otro. El aire se llenó de pólvora y sangre. Los cuerpos se desplomaron sin remedio, muñecos rotos que ya no respondían a nadie.

    El Ministro golpeó la mesa con furia, su voz retumbó entre las paredes cargadas de humo:

    — ¿Quién diablos son ustedes? ¿¡Saben quién soy?!

    Un puñetazo brutal lo arrancó de su asiento. Cayó al suelo como cualquier hombre, los brazos torcidos y sujetos por una fuerza que lo reducía a prisionero. La indignación lo ahogaba, pero sus palabras se perdían en gruñidos confusos, apenas reconocibles como ruso entre los golpes y el miedo.

    "Dejen limpio el lugar. Ningún cabo suelto. San Petersburgo no es un sitio que deba ser provocado… no todavía."

    La sentencia cayó como un cuchillo. Nadie dentro del bar tuvo oportunidad de escapar. Dos de los hombres bloquearon la salida, fríos y calculadores, mientras los otros arrojaban botellas incendiarias contra las vigas y cortinas. El fuego se expandió como una bestia hambrienta, devorando madera, vidrio y carne por igual. Los gritos se alzaron, desesperados, mientras las ventanas comenzaban a ennegrecerse.

    Arrastrado hacia la calle, el Ministro alcanzó a girar la cabeza. Sus ojos vidriosos reflejaron las siluetas atrapadas detrás de los cristales, los cuerpos forcejeando inútilmente contra un destino sellado. La nieve seguía cayendo con suavidad, indiferente al infierno que ardía a sus pies.

    . . .

    En Moscú, Kiev observaba un reloj antiguo en la palma de su mano. El metal ennegrecido llevaba la marca del tiempo, un recuerdo de su padre que cuando joven le parecía un tesoro inalcanzable. Ahora, sin embargo, lo contemplaba con frialdad, como si cada tic tac fuera simplemente un recordatorio de que el pasado no tiene valor en el presente.

    Lo dejó sobre el escritorio. Frente a él, los papeles estaban desplegados como piezas de ajedrez: informes, fotografías, nombres. Uno brillaba más que el resto: Ayla Klein.

    Su mirada recorrió con calma cada hoja, hasta que un detalle detuvo el movimiento de sus ojos. En una foto, un cruce de miradas. No era nada para la mayoría, pero para él era suficiente: Ryan. Esa cercanía con la alemana no era un accidente. Lo había encontrado, el error, la grieta. El talón de Aquiles.

    Una sonrisa lenta torció sus labios, apenas un gesto que nunca llegaba a suavizar su expresión. Isha había hecho bien su trabajo, aunque debía vigilarla para que no dejara más cenizas tras de sí.

    Al lado de esa carpeta, otra. El árbol completo de los Di Vincenzo: territorios, hermanos, aliados, hasta empleados insignificantes. El primer nombre resaltaba inevitable: Elisabetta. Curioso, irónico quizá, que dos mujeres tan distintas compartieran un destino tan contradictorio.

    ¿De qué le servían esas piezas? Mucho. No como aliadas, sino como puntos débiles. Todo dependía de cómo se moviera la partida, de qué tan cerca estuviera su hermano de convertirse en una molestia. Las mafias solo conocían un lenguaje: el interés propio. Y si alguien se interponía en el suyo, el problema sería inevitable.

    Un ruido lo sacó de su concentración. El cachorro mordía su pata, jugando como si el mundo no fuera más que un terreno blando para hincar los dientes. Kiev lo observó un instante.

    — Sigues siendo tan pequeño… — murmuró, ¿Cuántas veces había pisado su diminuta cola y recibido, a cambio, mordidas furiosas en el pantalón antes de que el animal huyera llorando? La cuenta lo había perdido, por eso mismo tuvo que colocarle ese "cosa" para cubrirla hasta buscar algo más viable.

    El reloj volvió a marcar el segundo, tic, tac. Fue cuando se dio cuenta que debía moverse. Se levantó, tomó la camisa que descansaba sobre la silla. Había asuntos que atender, y pronto, el hombre que le debía algo estaría frente a él.
    ༒𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐘𝐎𝐔༒ ── 𝐓ú 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐬𝐞 𝐞𝐬𝐭á 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐨. Las puertas del bar se abrieron con violencia y la nieve irrumpió como un látigo gélido que apagó la música de golpe. El murmullo alegre se quebró en un silencio abrupto cuando cuatro hombres entraron. Altos, cubiertos por largos abrigos negros, botas que retumbaban sobre la madera vieja. No hacía falta que pronunciaran palabra: la multitud comprendió de inmediato a qué clase de depredadores estaba mirando. "Hay un bastardo que me debe algo." Los clientes se replegaron hacia las paredes, intentando desaparecer bajo la penumbra. El humo de los cigarrillos quedó suspendido en el aire, detenido como si el tiempo mismo se hubiera congelado. Solo una figura permaneció imperturbable, sentado con esa arrogancia propia de quienes creen que jamás podrán ser tocados. El Ministro de Defensa de Rusia. Canoso, con traje impecable y un vaso de vodka aún húmedo en la mano, alzó la mirada hacia los intrusos. No había miedo en sus ojos, sino fastidio, como si la escena fuera una ofensa menor a su autoridad. — Ministro. Vendrá con nosotros — anunció uno de los hombres, su voz grave, un eco oscuro que llenó la sala con un peso insoportable. "Se encuentra en San Petersburgo. Localícenlo y tráiganmelo aquí." Los guardaespaldas del político apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Una mano buscó la chaqueta, pero el disparo llegó antes. Un estampido seco. Después otro, y otro. El aire se llenó de pólvora y sangre. Los cuerpos se desplomaron sin remedio, muñecos rotos que ya no respondían a nadie. El Ministro golpeó la mesa con furia, su voz retumbó entre las paredes cargadas de humo: — ¿Quién diablos son ustedes? ¿¡Saben quién soy?! Un puñetazo brutal lo arrancó de su asiento. Cayó al suelo como cualquier hombre, los brazos torcidos y sujetos por una fuerza que lo reducía a prisionero. La indignación lo ahogaba, pero sus palabras se perdían en gruñidos confusos, apenas reconocibles como ruso entre los golpes y el miedo. "Dejen limpio el lugar. Ningún cabo suelto. San Petersburgo no es un sitio que deba ser provocado… no todavía." La sentencia cayó como un cuchillo. Nadie dentro del bar tuvo oportunidad de escapar. Dos de los hombres bloquearon la salida, fríos y calculadores, mientras los otros arrojaban botellas incendiarias contra las vigas y cortinas. El fuego se expandió como una bestia hambrienta, devorando madera, vidrio y carne por igual. Los gritos se alzaron, desesperados, mientras las ventanas comenzaban a ennegrecerse. Arrastrado hacia la calle, el Ministro alcanzó a girar la cabeza. Sus ojos vidriosos reflejaron las siluetas atrapadas detrás de los cristales, los cuerpos forcejeando inútilmente contra un destino sellado. La nieve seguía cayendo con suavidad, indiferente al infierno que ardía a sus pies. . . . En Moscú, Kiev observaba un reloj antiguo en la palma de su mano. El metal ennegrecido llevaba la marca del tiempo, un recuerdo de su padre que cuando joven le parecía un tesoro inalcanzable. Ahora, sin embargo, lo contemplaba con frialdad, como si cada tic tac fuera simplemente un recordatorio de que el pasado no tiene valor en el presente. Lo dejó sobre el escritorio. Frente a él, los papeles estaban desplegados como piezas de ajedrez: informes, fotografías, nombres. Uno brillaba más que el resto: Ayla Klein. Su mirada recorrió con calma cada hoja, hasta que un detalle detuvo el movimiento de sus ojos. En una foto, un cruce de miradas. No era nada para la mayoría, pero para él era suficiente: Ryan. Esa cercanía con la alemana no era un accidente. Lo había encontrado, el error, la grieta. El talón de Aquiles. Una sonrisa lenta torció sus labios, apenas un gesto que nunca llegaba a suavizar su expresión. Isha había hecho bien su trabajo, aunque debía vigilarla para que no dejara más cenizas tras de sí. Al lado de esa carpeta, otra. El árbol completo de los Di Vincenzo: territorios, hermanos, aliados, hasta empleados insignificantes. El primer nombre resaltaba inevitable: Elisabetta. Curioso, irónico quizá, que dos mujeres tan distintas compartieran un destino tan contradictorio. ¿De qué le servían esas piezas? Mucho. No como aliadas, sino como puntos débiles. Todo dependía de cómo se moviera la partida, de qué tan cerca estuviera su hermano de convertirse en una molestia. Las mafias solo conocían un lenguaje: el interés propio. Y si alguien se interponía en el suyo, el problema sería inevitable. Un ruido lo sacó de su concentración. El cachorro mordía su pata, jugando como si el mundo no fuera más que un terreno blando para hincar los dientes. Kiev lo observó un instante. — Sigues siendo tan pequeño… — murmuró, ¿Cuántas veces había pisado su diminuta cola y recibido, a cambio, mordidas furiosas en el pantalón antes de que el animal huyera llorando? La cuenta lo había perdido, por eso mismo tuvo que colocarle ese "cosa" para cubrirla hasta buscar algo más viable. El reloj volvió a marcar el segundo, tic, tac. Fue cuando se dio cuenta que debía moverse. Se levantó, tomó la camisa que descansaba sobre la silla. Había asuntos que atender, y pronto, el hombre que le debía algo estaría frente a él.
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  • Aquel día había quedado de acuerdo con Eren para ir a pasear por la ciudad.
    Volver a recorrer el infierno, reconocer su reino y cada uno de los anillos tras años de ausencia, sin duda sería el comienzo para forjar un cambio, no sólo con el sueño que su hija parecía haber abandonado de un momento a otro, si no por su propio interés de ver algo mejor.

    Terminado de arreglarse, se miró al espejo un momento, considerando si debería o no cortar su cabello a esas alturas, ya bastantes días pasó en esa nueva apariencia.

    —Uhm...
    Aquel día había quedado de acuerdo con Eren para ir a pasear por la ciudad. Volver a recorrer el infierno, reconocer su reino y cada uno de los anillos tras años de ausencia, sin duda sería el comienzo para forjar un cambio, no sólo con el sueño que su hija parecía haber abandonado de un momento a otro, si no por su propio interés de ver algo mejor. Terminado de arreglarse, se miró al espejo un momento, considerando si debería o no cortar su cabello a esas alturas, ya bastantes días pasó en esa nueva apariencia. —Uhm...
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  • ¿Problema o solución?
    Categoría Ciencia ficción
    El susurro del synthwave y el olor a lluvia artificial llenaban el callejón trasero del club Osmosis, donde los hologramas moribundos de publicidad parpadeaban como luciérnagas ebrias. "Sombra" apoyaba una espalda contra la pared fría y húmeda, la capucha de su chaqueta apenas contenía el desorden rebelde de su cabello rojo. En sus dedos, un dado holográfico giraba y brillaba con suaves destellos cian, arrojando sombras danzantes sobre su rostro relajado pero alerta.

    De pronto, el dado se detuvo en el aire. Sus ojos ámbar, que brillaban con una luz tenue en la penumbra, se clavaron en una figura que se movía con determinación elegante —o tal vez con urgencia contenida— al otro extremo del callejón. Una sonrisa casi imperceptible se dibujó en sus labios. No era un cliente esperado. Era algo mejor: una incógnita.

    Con un movimiento fluido, deslizó el dado en su bolsillo y se apartó suavemente de la pared. El suave clic de sus botas contra el pavimento mojado era el único sonido que delataba su movimiento.

    —Vaya— murmuró para sí, su voz un eco sedoso que se mezclaba con el zumbido de neón. —Parece que la noche acaba de ponerse interesante.

    Su mirada recorrió la escena con interés genuino, captando los detalles: la forma de moverse, la postura, la potencial historia detrás de esa presencia. —Llevo toda la noche esperando que pase algo que no implique discutir precios con corredores de apuestas con poca imaginación— dijo, esta vez en un tono lo suficientemente alto para ser escuchado, cargado de una curiosidad amable y una pizca de desafío juguetón. —Algo me dice que tú no estás aquí por los basura-baratos del mercado negro. ¿Erro o acierto?

    Extendió una mano abierta, un gesto no amenazante, pero lleno de confianza. —Clay Barret. Y tú... pareces tener un problema que resolver. O tal vez... eres la solución al mío.

    El ambiente, cargado de posibilidades, parecía contener la respiración.

    // Se puede seguir tanto en privado como por DM, ¡Saludos!
    El susurro del synthwave y el olor a lluvia artificial llenaban el callejón trasero del club Osmosis, donde los hologramas moribundos de publicidad parpadeaban como luciérnagas ebrias. "Sombra" apoyaba una espalda contra la pared fría y húmeda, la capucha de su chaqueta apenas contenía el desorden rebelde de su cabello rojo. En sus dedos, un dado holográfico giraba y brillaba con suaves destellos cian, arrojando sombras danzantes sobre su rostro relajado pero alerta. De pronto, el dado se detuvo en el aire. Sus ojos ámbar, que brillaban con una luz tenue en la penumbra, se clavaron en una figura que se movía con determinación elegante —o tal vez con urgencia contenida— al otro extremo del callejón. Una sonrisa casi imperceptible se dibujó en sus labios. No era un cliente esperado. Era algo mejor: una incógnita. Con un movimiento fluido, deslizó el dado en su bolsillo y se apartó suavemente de la pared. El suave clic de sus botas contra el pavimento mojado era el único sonido que delataba su movimiento. —Vaya— murmuró para sí, su voz un eco sedoso que se mezclaba con el zumbido de neón. —Parece que la noche acaba de ponerse interesante. Su mirada recorrió la escena con interés genuino, captando los detalles: la forma de moverse, la postura, la potencial historia detrás de esa presencia. —Llevo toda la noche esperando que pase algo que no implique discutir precios con corredores de apuestas con poca imaginación— dijo, esta vez en un tono lo suficientemente alto para ser escuchado, cargado de una curiosidad amable y una pizca de desafío juguetón. —Algo me dice que tú no estás aquí por los basura-baratos del mercado negro. ¿Erro o acierto? Extendió una mano abierta, un gesto no amenazante, pero lleno de confianza. —Clay Barret. Y tú... pareces tener un problema que resolver. O tal vez... eres la solución al mío. El ambiente, cargado de posibilidades, parecía contener la respiración. // Se puede seguir tanto en privado como por DM, ¡Saludos!
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  • Llueve. Y las gotas golpean el cristal de la tienda como si quisieran entrar. No llueve lo suficiente como para justificar el silencio, pero si lo bastante como para alterar el patrón de los clientes. Hoy no vino el hombre del café sin azúcar que arrastra los pies en un ritmo de tres tiempos. La mujer que siempre pregunta por encendedores pero nunca compra ninguno tampoco apareció. Así que no tuvo que fingir interés. Tampoco tuvo que replicar gestos.

    Se arrodilló frente al refrigerador, dónde las latas brillaban bajo la luz fluorescente. Reorganizó las latas por saturación cromática. Verde esmeralda junto a verde bosque. Azul cian junto a azul marino. Notó un patrón imperfecto pero corregible.

    — El azul turquesa no pertenece aqui —dijo para sí, voz tan plana como el linóleo.

    Reubicó la lata intrusa en el lugar correcto, entre el azul rey y el añil. El orden volvió. El patrón se cerró. Todo estaba en su lugar. Y en su mundo, eso era lo más cercano a la paz.
    Llueve. Y las gotas golpean el cristal de la tienda como si quisieran entrar. No llueve lo suficiente como para justificar el silencio, pero si lo bastante como para alterar el patrón de los clientes. Hoy no vino el hombre del café sin azúcar que arrastra los pies en un ritmo de tres tiempos. La mujer que siempre pregunta por encendedores pero nunca compra ninguno tampoco apareció. Así que no tuvo que fingir interés. Tampoco tuvo que replicar gestos. Se arrodilló frente al refrigerador, dónde las latas brillaban bajo la luz fluorescente. Reorganizó las latas por saturación cromática. Verde esmeralda junto a verde bosque. Azul cian junto a azul marino. Notó un patrón imperfecto pero corregible. — El azul turquesa no pertenece aqui —dijo para sí, voz tan plana como el linóleo. Reubicó la lata intrusa en el lugar correcto, entre el azul rey y el añil. El orden volvió. El patrón se cerró. Todo estaba en su lugar. Y en su mundo, eso era lo más cercano a la paz.
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  • Era uno de esos raros fines de semana en que el clima de Hogwarts parecía haber hecho las paces con los estudiantes. El sol se filtraba tímido entre las nubes, dorando los muros del castillo y bañando el patio interior con una luz cálida.

    Susan Bones estaba sentada en el borde de una de las bancas de piedra, hojeando un libro sin demasiado interés. Ese día no vestía el uniforme completo, solo una túnica ligera abierta sobre ropa cómoda. Su cabello recogido en una media coleta dejaba al descubierto un rostro más fresco de lo habitual, resaltado por un maquillaje sutil: un poco de rubor, apenas brillo en los labios y una sombra clara que hacía resaltar sus ojos. No era algo que solía usar a diario, pero ese sábado… se permitió el capricho.

    El sonido de pasos arrastrados sobre la grava del patio anunció la llegada de alguien más. No necesitó alzar la vista para saber quién era; la voz se encargó de confirmarlo.

    —Someone’s looking extracute today.

    Susan cerró el libro con un golpe seco, y alzó la mirada directo a él, arqueando una ceja con naturalidad desarmante.

    —Are you high? —preguntó, sin rodeos, como si la frase hubiera sido ensayada de antemano.

    Un par de estudiantes en la otra punta del patio contuvieron la risa, murmurando entre ellos, atentos a lo que pudiera suceder. Susan, en cambio, no pareció darle demasiada importancia. Volvió a abrir su libro, como si la conversación hubiera terminado allí mismo.

    Pero en el aire quedó suspendida esa chispa de tensión juguetona, como si el destino hubiera preparado el escenario para que Nott decidiera quedarse, replicar o marcharse con una sonrisa torcida.
    Era uno de esos raros fines de semana en que el clima de Hogwarts parecía haber hecho las paces con los estudiantes. El sol se filtraba tímido entre las nubes, dorando los muros del castillo y bañando el patio interior con una luz cálida. Susan Bones estaba sentada en el borde de una de las bancas de piedra, hojeando un libro sin demasiado interés. Ese día no vestía el uniforme completo, solo una túnica ligera abierta sobre ropa cómoda. Su cabello recogido en una media coleta dejaba al descubierto un rostro más fresco de lo habitual, resaltado por un maquillaje sutil: un poco de rubor, apenas brillo en los labios y una sombra clara que hacía resaltar sus ojos. No era algo que solía usar a diario, pero ese sábado… se permitió el capricho. El sonido de pasos arrastrados sobre la grava del patio anunció la llegada de alguien más. No necesitó alzar la vista para saber quién era; la voz se encargó de confirmarlo. —Someone’s looking extracute today. Susan cerró el libro con un golpe seco, y alzó la mirada directo a él, arqueando una ceja con naturalidad desarmante. —Are you high? —preguntó, sin rodeos, como si la frase hubiera sido ensayada de antemano. Un par de estudiantes en la otra punta del patio contuvieron la risa, murmurando entre ellos, atentos a lo que pudiera suceder. Susan, en cambio, no pareció darle demasiada importancia. Volvió a abrir su libro, como si la conversación hubiera terminado allí mismo. Pero en el aire quedó suspendida esa chispa de tensión juguetona, como si el destino hubiera preparado el escenario para que Nott decidiera quedarse, replicar o marcharse con una sonrisa torcida.
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    Game Of Thrones
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    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar uno o ambos personajes de esta búsqueda (info + abajo)

    IMPORTANTE: Con esta cuenta no busco OTP, sino desarrollar la historia principal de mi personaje, junto a los pjs más importantes de su canon.

    FICHA DE SERENNA VELARYON: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon
    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Búsqueda de personajes:

    🢒 TYRION LANNISTER:

    𝄄 ↳ Tyrion siente un interés genuino y complejo hacia Serenna: es una de las pocas personas en la corte, y fiel a su padre, que lo trata con respeto e incluso con cariño. Lo que le otorga un papel importante en su vida, aunque Cersei siempre interfiera.

    Entre ambos habría complicidad intelectual y tensión (ironías, confesiones, debates). Tyrion sabe que ella está enamorada de su padre, pero actualmente aún no se lo ha dicho a Serenna. Podrían explorarse estos temas inrol.

    🢒 TYWIN LANNISTER

    𝄄 ↳ Serenna está enamorada de Tywin, aunque, fiel a su canon, él no corresponderá ese amor de manera explícita. [Por lo tanto, no sería una OTP, ni un SHIP, sino explorar la relación tormentosa de los dos como pupila-mentor. Aunque Serenna sí tenga sentimientos por él.

    Tywin actúa como su protector, siempre teniendo el control, dejando entrever matices que muestran cómo Serenna llega a importarle más de lo que nunca llegaría a admitir.

    (POSIBILIDAD DE OTP CON VELENNA VELARYON, LA MADRE DE SERENNA. Rol del pasado, flashbacks. Ejemplo: https://ficrol.com/blogs/295874/1-La-mujer)

    La historia de ambos personajes junto a sus relaciones está explicada en la ficha del personaje: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻
    Qué busco:

    ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje.

    ⟡ Respeto al canon.

    ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez).

    ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas.

    ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes.
    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Lo que ofrezco:

    ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la saga).

    ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales.

    ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa.

    ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar uno o ambos personajes de esta búsqueda (info + abajo) IMPORTANTE: Con esta cuenta no busco OTP, sino desarrollar la historia principal de mi personaje, junto a los pjs más importantes de su canon. FICHA DE SERENNA VELARYON: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ 🔎 Búsqueda de personajes: 🢒 TYRION LANNISTER: 𝄄 ↳ Tyrion siente un interés genuino y complejo hacia Serenna: es una de las pocas personas en la corte, y fiel a su padre, que lo trata con respeto e incluso con cariño. Lo que le otorga un papel importante en su vida, aunque Cersei siempre interfiera. Entre ambos habría complicidad intelectual y tensión (ironías, confesiones, debates). Tyrion sabe que ella está enamorada de su padre, pero actualmente aún no se lo ha dicho a Serenna. Podrían explorarse estos temas inrol. 🢒 TYWIN LANNISTER 𝄄 ↳ Serenna está enamorada de Tywin, aunque, fiel a su canon, él no corresponderá ese amor de manera explícita. [Por lo tanto, no sería una OTP, ni un SHIP, sino explorar la relación tormentosa de los dos como pupila-mentor. Aunque Serenna sí tenga sentimientos por él. Tywin actúa como su protector, siempre teniendo el control, dejando entrever matices que muestran cómo Serenna llega a importarle más de lo que nunca llegaría a admitir. (POSIBILIDAD DE OTP CON VELENNA VELARYON, LA MADRE DE SERENNA. Rol del pasado, flashbacks. Ejemplo: https://ficrol.com/blogs/295874/1-La-mujer) La historia de ambos personajes junto a sus relaciones está explicada en la ficha del personaje: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Qué busco: ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje. ⟡ Respeto al canon. ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez). ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas. ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Lo que ofrezco: ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la saga). ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales. ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa. ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
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  • – Este es mi mejor intento como modelo...

    –Suspira mientras mira las fotos con cierto desinterés y poca emoción.–

    – Supongo que no está mal para ser la primera vez.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    No estoy muerta, vengo diario a ver qué hay de interés. (?) ||
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  • "Después de ver grandes relatos e historias con una narrativa tan excelsa que haría que J.R.R Tolkien pareciera un escritor de cuentos infantiles me hace preguntarme y si alguien quiere responder. ¿Seré tan mal rolero? ¿Tan mierdero que no sabe mantener el interés del resto? Francamente hay veces en que me siento así."
    "Después de ver grandes relatos e historias con una narrativa tan excelsa que haría que J.R.R Tolkien pareciera un escritor de cuentos infantiles me hace preguntarme y si alguien quiere responder. ¿Seré tan mal rolero? ¿Tan mierdero que no sabe mantener el interés del resto? Francamente hay veces en que me siento así."
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