• El viento helado cortaba con fuerza, arrastrando pequeñas ráfagas de nieve que danzaban alrededor de su figura. Coke caminaba por el sendero cubierto de blanco, con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo y la mirada perdida en algún punto distante del horizonte. El rojo brillante de la bufanda que llevaba al cuello destacaba como un vivo contraste en aquel paisaje desolado. A primera vista, era solo una bufanda, pero para él, era mucho más.

    Cada hilo, cada nudo en esa pieza de lana cargaba con el peso de una historia. Una historia que aún lo perseguía, como un fantasma que no podía sacudirse. Su mente volvía una y otra vez a aquel día de invierno, cuando ella, con las mejillas enrojecidas por el frío y una sonrisa radiante, le había puesto la bufanda alrededor del cuello con una ternura que casi dolía.

    —No te resfríes, ¿sí? —había dicho mientras ajustaba la bufanda, sus dedos cálidos rozando su piel helada.

    Era tan sencillo en ese momento, tan natural. Pero ahora, esas palabras resonaban como un eco vacío en su memoria, cargadas de un peso que no podía soportar. Ella ya no estaba. El porqué o el cómo habían dejado de importar hacía tiempo. Solo quedaba el vacío, esa ausencia que parecía volverse más palpable con cada paso que daba.

    Coke se detuvo, sintiendo el crujido de la nieve bajo sus botas. Sus dedos acariciaron el tejido áspero de la bufanda, como si al tocarla pudiera revivir aunque fuera un fragmento de lo que había perdido. Cerró los ojos un momento, dejando que los recuerdos lo inundaran, a pesar del dolor que traían consigo.

    Podía verla claramente: su risa resonando en medio del viento, sus ojos brillando con una calidez que contradecía el frío a su alrededor. Esa bufanda era su promesa de cuidado, su manera de decir que siempre estaría ahí. Una promesa que se rompió junto con todo lo demás el día que la perdió.

    El viento sopló con más fuerza, arrancando de sus labios un suspiro pesado. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que había comenzado a nevar de nuevo, los copos cayendo suavemente sobre su cabello oscuro. Apretó los labios, resistiendo el impulso de dejarse consumir por la melancolía.

    —Todavía estás aquí, de alguna forma… —susurró, su voz apenas audible, casi como si hablara con la bufanda misma.

    El rojo intenso parecía brillar incluso más bajo el gris del cielo invernal. Coke sabía que no podía quedarse anclado en el pasado para siempre, pero tampoco podía soltarse de aquello que lo mantenía unido a ella. Así que caminó, dejando que el viento y la nieve cubrieran sus huellas mientras el rojo de la bufanda seguía siendo su único faro en medio de un mundo que se sentía cada vez más vacío.

    ------------------------------------------

    Creo que por fin ya cerrare la cuenta, ya me aburre simplemente, cuidense mucho o en todo caso la abandone y ya jajaja :p

    El viento helado cortaba con fuerza, arrastrando pequeñas ráfagas de nieve que danzaban alrededor de su figura. Coke caminaba por el sendero cubierto de blanco, con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo y la mirada perdida en algún punto distante del horizonte. El rojo brillante de la bufanda que llevaba al cuello destacaba como un vivo contraste en aquel paisaje desolado. A primera vista, era solo una bufanda, pero para él, era mucho más. Cada hilo, cada nudo en esa pieza de lana cargaba con el peso de una historia. Una historia que aún lo perseguía, como un fantasma que no podía sacudirse. Su mente volvía una y otra vez a aquel día de invierno, cuando ella, con las mejillas enrojecidas por el frío y una sonrisa radiante, le había puesto la bufanda alrededor del cuello con una ternura que casi dolía. —No te resfríes, ¿sí? —había dicho mientras ajustaba la bufanda, sus dedos cálidos rozando su piel helada. Era tan sencillo en ese momento, tan natural. Pero ahora, esas palabras resonaban como un eco vacío en su memoria, cargadas de un peso que no podía soportar. Ella ya no estaba. El porqué o el cómo habían dejado de importar hacía tiempo. Solo quedaba el vacío, esa ausencia que parecía volverse más palpable con cada paso que daba. Coke se detuvo, sintiendo el crujido de la nieve bajo sus botas. Sus dedos acariciaron el tejido áspero de la bufanda, como si al tocarla pudiera revivir aunque fuera un fragmento de lo que había perdido. Cerró los ojos un momento, dejando que los recuerdos lo inundaran, a pesar del dolor que traían consigo. Podía verla claramente: su risa resonando en medio del viento, sus ojos brillando con una calidez que contradecía el frío a su alrededor. Esa bufanda era su promesa de cuidado, su manera de decir que siempre estaría ahí. Una promesa que se rompió junto con todo lo demás el día que la perdió. El viento sopló con más fuerza, arrancando de sus labios un suspiro pesado. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que había comenzado a nevar de nuevo, los copos cayendo suavemente sobre su cabello oscuro. Apretó los labios, resistiendo el impulso de dejarse consumir por la melancolía. —Todavía estás aquí, de alguna forma… —susurró, su voz apenas audible, casi como si hablara con la bufanda misma. El rojo intenso parecía brillar incluso más bajo el gris del cielo invernal. Coke sabía que no podía quedarse anclado en el pasado para siempre, pero tampoco podía soltarse de aquello que lo mantenía unido a ella. Así que caminó, dejando que el viento y la nieve cubrieran sus huellas mientras el rojo de la bufanda seguía siendo su único faro en medio de un mundo que se sentía cada vez más vacío. ------------------------------------------ Creo que por fin ya cerrare la cuenta, ya me aburre simplemente, cuidense mucho o en todo caso la abandone y ya jajaja :p
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    Me entristece
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  • Un amor para dos
    Fandom Tenebra
    Categoría Romance
    Amaba pasar tiempo en la biblioteca leyendo historias y viendo nuevos textos.
    Ese dia el salón estaba lleno, no habia donde posarse y Arant no deseaba ir a los otros salones de estudiantes a oir como la gente interrumpia la lectura o tocaba o hablaba para saber si podian sentarse junto a ella o saber que obra estaba leyendo, asi que opto por esperar paciente mientras disfrutaba su lectura apoyada sobre un mostrador de revistas de contenido "actual" de hace uno o dos y hasta tres años atras.
    Estaba inmersa en su lectura frente a sus ojos los personajes pasaban de un lado a otro en su mente , estaba tan concentrada que lo único que la saco de su novela " el pais de la nube blanca" fue un aroma especial de una locion para hombre la cual robo su atención.
    Acompañada de una voz gruesa y profunda que decia :-
    ¿Crees que tengamos que esperar demasiado para poder sentarnos?
    -En ese momento Arant salio de su novela a la realidad, pero no se sentía enojada. Se sentia intrigada por este hombre que se habia tomado la confianza de platicarle sin importar que era el salón de lectura .
    Antes de poder responder cualquier cosa un sillon se desocupo ante ellos
    Amaba pasar tiempo en la biblioteca leyendo historias y viendo nuevos textos. Ese dia el salón estaba lleno, no habia donde posarse y Arant no deseaba ir a los otros salones de estudiantes a oir como la gente interrumpia la lectura o tocaba o hablaba para saber si podian sentarse junto a ella o saber que obra estaba leyendo, asi que opto por esperar paciente mientras disfrutaba su lectura apoyada sobre un mostrador de revistas de contenido "actual" de hace uno o dos y hasta tres años atras. Estaba inmersa en su lectura frente a sus ojos los personajes pasaban de un lado a otro en su mente , estaba tan concentrada que lo único que la saco de su novela " el pais de la nube blanca" fue un aroma especial de una locion para hombre la cual robo su atención. Acompañada de una voz gruesa y profunda que decia :- ¿Crees que tengamos que esperar demasiado para poder sentarnos? -En ese momento Arant salio de su novela a la realidad, pero no se sentía enojada. Se sentia intrigada por este hombre que se habia tomado la confianza de platicarle sin importar que era el salón de lectura . Antes de poder responder cualquier cosa un sillon se desocupo ante ellos
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  • *dejando su guitarra de lado, cerrando su cuaderno de anotaciones, está deja escapar un suspiro en lo que simplemente se coloca sus audífonos y comienza a escuchar algo de música, su mirada era un tanto perdida y vacía pues no sabía que tenía tatuado en la frente para ganarse las cosas que le pasaban*

    Odio las putas relaciones, seguramente el amor fue inventado más por el diablo que por dios porque una mierda que solo hace sufrir a todos sin importar de cómo se den las cosas no puede ser obra de Dios

    *Alzó su brazo y cubrió sus ojos con su ante brazo para evitar llorar de la rabia que sentía*
    *dejando su guitarra de lado, cerrando su cuaderno de anotaciones, está deja escapar un suspiro en lo que simplemente se coloca sus audífonos y comienza a escuchar algo de música, su mirada era un tanto perdida y vacía pues no sabía que tenía tatuado en la frente para ganarse las cosas que le pasaban* Odio las putas relaciones, seguramente el amor fue inventado más por el diablo que por dios porque una mierda que solo hace sufrir a todos sin importar de cómo se den las cosas no puede ser obra de Dios *Alzó su brazo y cubrió sus ojos con su ante brazo para evitar llorar de la rabia que sentía*
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  • Lucho contra la maldad de este mundo porque esas fueron las enseñanzas de mi maestro, quién me enseño muchas cosas buenas que tenía la gente, los seres vivos y este mundo, sobretodo que siempre brindará mis poderes a quienes lo necesitan sin importar su alineación ya que todos merecen más que una segunda oportunidad.
    Lucho contra la maldad de este mundo porque esas fueron las enseñanzas de mi maestro, quién me enseño muchas cosas buenas que tenía la gente, los seres vivos y este mundo, sobretodo que siempre brindará mis poderes a quienes lo necesitan sin importar su alineación ya que todos merecen más que una segunda oportunidad.
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  • |Todos los días tengo que dar lo mejor de mí para satisfacer, sin importar qué tan rudo o brusco sea el cliente. No puedo quejarme, aunque mi espalda me esté matando después de tantas horas de trabajo duro, aunque si fueras tu no me quejaría en atenderte... ¿Eh? ¿Por qué pones esa cara? ... Soy mesero en una cafetería...¿¡en qué pensabas que trabajaba?!

    —Cubrio su rostro sonrojado al percatarse que tal vez si pudo sonar algo extraño su manera de expresar su día a día—
    🌿|Todos los días tengo que dar lo mejor de mí para satisfacer, sin importar qué tan rudo o brusco sea el cliente. No puedo quejarme, aunque mi espalda me esté matando después de tantas horas de trabajo duro, aunque si fueras tu no me quejaría en atenderte... ¿Eh? ¿Por qué pones esa cara? ... Soy mesero en una cafetería...¿¡en qué pensabas que trabajaba?! —Cubrio su rostro sonrojado al percatarse que tal vez si pudo sonar algo extraño su manera de expresar su día a día—
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  • La pantalla de su teléfono no dejaba de mostrar diferentes vídeos sin sentido mientras que su pulgar se deslizaba con insistencia hacia arriba, no encontraba un solo vídeo con el que se sintiera cómodo y lograr que el tiempo pasara más rápido porque, a decir verdad, la espera comenzaba a matarlo. Días atrás, aquel mensaje le había tomado por sorpresa y seguía estando desconcertado por ello. Sabía que, en algún momento, aquel día llegaría tarde o temprano, pero sentía que había sido mucho antes de lo que esperaba. Es decir, ya habían pasado más de trece años desde el incidente de Sasha, ¿por qué la decisión tan repentina de irrumpir en su vida? Probablemente, porque al nuevo jefe de la policía no le gustaba que hubiera casos sin resolver o porque, quizá, alguien seguía sospechando que la muerte en la familia Artamonov no había sido un simple accidente.

    — Allí estás. Creí que había sido claro contigo cuando te dije que debías elegir un lugar poco concurrido. —Aquel hombre, de mediana edad y con una cara de pocos amigos, se sentó en el sofá vacío frente a Nikolay, sacó las manos de los bolsillos y refunfuñó antes de limpiarse, nerviosamente, el puente de la nariz como unas diez veces. Mientras lo hacía, no dejaba de mirar la mesita de centro donde yacían dos vasos de café: Uno negro y el otro un latte a medio beber. Chasqueó la lengua, esa no debía ser una reunión tan calurosa, solo tardarían unos minutos y se irían.— ¿Por qué este lugar?

    El hombre miró a Nikolay, quien mantuvo una pequeña sonrisa de medio labio en su rostro. Se acomodó en la silla, pasó una pierna sobre la otra y se concentró en escribir en su teléfono como le era usual. Un mensaje simple en la aplicación de notas con el tamaño de punto 40. Lo suficientemente grande para que le fuese fácil de leer a pesar del estrés que se le veía encima.

    « Las reseñas en internet decían que preparan un buen late, así que quería probarlo. » Una vez que le vio rodar los ojos y maldecir, comprendió que su mensaje se había leído adecuadamente. En silencio, Nikolay se rió, incluso tuvo que morderse la lengua mientras que borraba el contenido de la nota para redactar una nueva. Una que terminó enseñándole mientras que la expresión de su rostro cambiaba por completo al mostrar ahora una sonrisa llena de malicia. « Además, un lugar así de concurrido es perfecto para tener una buena coartada. ¿No lo crees así, Minho? »

    El hombre, que parecía responder al nombre de Minho, se puso rojo de coraje mientras que leía cada letra de aquel teléfono, y después le vio la cara de imbécil a Nikolay. Era raro ver que alguien, cuya apariencia siempre se mantenía tan demacrada y triste, por un momento mostrara matices como esos. Era como si dejara en claro que tenía la partida de ajedrez ganada con el primer movimiento de un peón sobre el tablero y que, sin importar qué movimiento intentara hacer, terminaría perdiendo miserablemente el juego. Minho se puso furioso, tomó el vaso de café y le dio un largo sorbo antes de volver a mirar a su acompañante. No había duda que en sus ojos se reflejaban sus deseos de hacerlo callar para borrar esa estúpida sonrisita de victoria que tenía.

    — No seas imbécil, no sé de qué mierda hablas. ¿Para qué necesitarías una coartada, imbécil? —En cada palabra se reflejó la rabia que sentía, el resentimiento que le tenía y todo el veneno que se quedaba en su boca sin poder expulsarlo. Sin embargo, en el momento que le vio que volvía a escribir en el celular, el hombre se desesperó y se lo arrebató.— No juegues conmigo, Nikolay. Con tu familia puede servirte el truco del mudo, pero no te olvides que yo sé tú secreto. Así que anda, habla, y dime cuáles son tus malditos planes.

    Nikolay le miró con desprecio. Con uno que sus ojos claros no supieron esconder y que tampoco se preocupó de hacerlo. Minho siempre había sido inteligente, perspicaz, pero creía que al final del día era tan estúpido que se estaba dejando manipular por un adolescente como él. Qué irónico era que los papeles se invirtieran esta vez. Cuando Minho le devolvió el teléfono, Nikolay solo lo dejó en la mesa de centro, boca arriba, con la pantalla bloqueada y en modo de silencio. No quería que nadie los interrumpiera en ese momento, porque tenían demasiadas cosas de las cuales hablar.

    — Ah, claro. Lo había olvidado. —Lev habló. Con una voz calmada que llevaba matices de risa en ella, pues se aguantaba las ganas de reírsele en la cara al ver que seguía estando rojo, con las sienes a punto de explotar y con los ojos tan saltones que era fácil leerle. Tomó su taza de café, le dio un pequeño sorbo a la bebida y la volvió a dejar en la mesa una vez que se sintió satisfecho. Pero solo era una forma de provocarlo y enfadarlo más.— Tú fuiste el que me obligó a guardar silencio por años. ¿Qué clase de tío le pide algo así a su sobrino? Ha sido muy egoísta de tu parte y quizá ya me estoy cansando de todo est-….

    — ¿Cansado? ¿Cansado de qué? —Minho explotó. Se le rió en la cara y terminó por demostrar que su cinismo era tan grande, que cada palabra escuchada la exageró aún más en su cabeza.— Fuiste tú quien hizo todo. Lo único que yo quería era protegerte, porque sé que eras tan estúpido que serías capaz de confesar todo lo que hiciste y terminarías arrepentido por todo. Los niños siempre son estúpidos creyendo que la verdad puede salvarlos de su castigo.

    — ¿Y entonces por qué tienes tanto miedo, tío? —Nikolay preguntó después de una pequeña pausa en las que sus miradas se cruzaron otra vez. Sus ojos mostraban su furia, mientras que los de Minho seguían reflejando el cinismo de alguien que no puede entender una pregunta tan simple como esa. De pronto se comenzó a reír, de una forma tan alta y escandalosa que, por un momento, las miradas de algunos comensales y trabajadores se dirigieron a los dos. Nikolay se enojó aún más por ello, porque no estaba acostumbrado a ese tipo de atenciones y porque, si se descuidaba un momento, todo podría jugarle en contra.— Eres el único al que parece preocuparle que reabrieron el caso de Sasha. No encuentro otra razón por la que quisieras verme, ¿con qué me amenazarás esta vez? —Preguntó. El ácido se le notó en la voz, pero el veneno se le quedó en la lengua, en esa que se mordió múltiples veces para evitar darle ideas estúpidas. ¿Con su madre o su padre? Ya lo había hecho por años y nada sucedía. ¿Con Aleksandr? Se podía ir a la mierda si quería, no le importaba, a estas alturas, lo que pasaría con él. ¿Las gemelas? No se atrevería a lastimarlas, no porque eran el tesoro de su preciada madre y querida hermana de Minho. No había una sola cosa en el mundo con la que le obligara a callar, porque no había nada en el mundo de Nikolay. Era vacío y simple, lleno solo con ocupaciones banales como el modelaje o la imprenta.—Pero si te preocupa que hable de más, tranquilízate, no lo haré. Decir la verdad no me regresará a Sasha, pero todos en esa casa saben muy bien qué y quién lo mató, y todos saben que no fui yo.

    Era un recuerdo difuso en su mente, sí, aplastado por ese momento donde Minho le suplicara, no, le ordenara que se quedara callado por el resto de su vida o lo mataría. Sangre por sangre, vida por vida. Nikolay cerró los ojos con fuerza y se pasó la mano sobre los brazos en repetidas ocasiones, era una manera de limpiarse el recuerdo que le quedaba en el cuerpo. Podía recordar bien cómo lo había tomado de los hombros, con tanta fuerza que le había dejado los dedos marcados, y le había zarandeado como si fuese un muñeco de trapo que quisiera romper en pedazos. Tomó aire con fuerza, se apresuró a romper su postura de orgullo y cogió la taza para darle un sorbo profundo. El calor en su estómago lo reconfortó, pero creyó que no había más razones para seguir en ese lugar cuando su tío no deseaba hablar y le resultaba incómodo compartir con él. Los años le habían permitido olvidarlo, superarlo, pero los recuerdos seguían allí como fuego que se negaba a extinguir. Carraspeó, por última vez se forzó a tomar su postura relajada y triunfante: Brazos cruzados, una pierna sobre la otra y la espalda contra la silla.

    — ¿Sabes? Es un poco ilógico que mi mamá quisiera llamarme como tú. Siempre entendí que tu nombre significaba generoso, o algo así, pero, ¿cómo puedes ser tan despreciable? —Suspiró. Creyó que era innecesario desquitarse en ese momento con él, porque Minho nunca iba a aceptar los errores cometidos y, tampoco, aprendería nada de ellos.— El oficial del caso ya me contactó y también a mamá. Visitará la casa dentro de tres días, así que es mejor que no dejes el país otra vez, tío. —De a poco, se incorporó. Guardó el teléfono en el bolsillo del pantalón, se colocó el abrigo que dejara en el reposabrazos de la silla, y le observó con desprecio una última vez.— Esta vez, ya no guardaré ningún secreto. Estoy cansado de ser quien cargue con la culpa de algo que no hice. Tómalo como un recordatorio o una amenaza si deseas.
    La pantalla de su teléfono no dejaba de mostrar diferentes vídeos sin sentido mientras que su pulgar se deslizaba con insistencia hacia arriba, no encontraba un solo vídeo con el que se sintiera cómodo y lograr que el tiempo pasara más rápido porque, a decir verdad, la espera comenzaba a matarlo. Días atrás, aquel mensaje le había tomado por sorpresa y seguía estando desconcertado por ello. Sabía que, en algún momento, aquel día llegaría tarde o temprano, pero sentía que había sido mucho antes de lo que esperaba. Es decir, ya habían pasado más de trece años desde el incidente de Sasha, ¿por qué la decisión tan repentina de irrumpir en su vida? Probablemente, porque al nuevo jefe de la policía no le gustaba que hubiera casos sin resolver o porque, quizá, alguien seguía sospechando que la muerte en la familia Artamonov no había sido un simple accidente. — Allí estás. Creí que había sido claro contigo cuando te dije que debías elegir un lugar poco concurrido. —Aquel hombre, de mediana edad y con una cara de pocos amigos, se sentó en el sofá vacío frente a Nikolay, sacó las manos de los bolsillos y refunfuñó antes de limpiarse, nerviosamente, el puente de la nariz como unas diez veces. Mientras lo hacía, no dejaba de mirar la mesita de centro donde yacían dos vasos de café: Uno negro y el otro un latte a medio beber. Chasqueó la lengua, esa no debía ser una reunión tan calurosa, solo tardarían unos minutos y se irían.— ¿Por qué este lugar? El hombre miró a Nikolay, quien mantuvo una pequeña sonrisa de medio labio en su rostro. Se acomodó en la silla, pasó una pierna sobre la otra y se concentró en escribir en su teléfono como le era usual. Un mensaje simple en la aplicación de notas con el tamaño de punto 40. Lo suficientemente grande para que le fuese fácil de leer a pesar del estrés que se le veía encima. « Las reseñas en internet decían que preparan un buen late, así que quería probarlo. » Una vez que le vio rodar los ojos y maldecir, comprendió que su mensaje se había leído adecuadamente. En silencio, Nikolay se rió, incluso tuvo que morderse la lengua mientras que borraba el contenido de la nota para redactar una nueva. Una que terminó enseñándole mientras que la expresión de su rostro cambiaba por completo al mostrar ahora una sonrisa llena de malicia. « Además, un lugar así de concurrido es perfecto para tener una buena coartada. ¿No lo crees así, Minho? » El hombre, que parecía responder al nombre de Minho, se puso rojo de coraje mientras que leía cada letra de aquel teléfono, y después le vio la cara de imbécil a Nikolay. Era raro ver que alguien, cuya apariencia siempre se mantenía tan demacrada y triste, por un momento mostrara matices como esos. Era como si dejara en claro que tenía la partida de ajedrez ganada con el primer movimiento de un peón sobre el tablero y que, sin importar qué movimiento intentara hacer, terminaría perdiendo miserablemente el juego. Minho se puso furioso, tomó el vaso de café y le dio un largo sorbo antes de volver a mirar a su acompañante. No había duda que en sus ojos se reflejaban sus deseos de hacerlo callar para borrar esa estúpida sonrisita de victoria que tenía. — No seas imbécil, no sé de qué mierda hablas. ¿Para qué necesitarías una coartada, imbécil? —En cada palabra se reflejó la rabia que sentía, el resentimiento que le tenía y todo el veneno que se quedaba en su boca sin poder expulsarlo. Sin embargo, en el momento que le vio que volvía a escribir en el celular, el hombre se desesperó y se lo arrebató.— No juegues conmigo, Nikolay. Con tu familia puede servirte el truco del mudo, pero no te olvides que yo sé tú secreto. Así que anda, habla, y dime cuáles son tus malditos planes. Nikolay le miró con desprecio. Con uno que sus ojos claros no supieron esconder y que tampoco se preocupó de hacerlo. Minho siempre había sido inteligente, perspicaz, pero creía que al final del día era tan estúpido que se estaba dejando manipular por un adolescente como él. Qué irónico era que los papeles se invirtieran esta vez. Cuando Minho le devolvió el teléfono, Nikolay solo lo dejó en la mesa de centro, boca arriba, con la pantalla bloqueada y en modo de silencio. No quería que nadie los interrumpiera en ese momento, porque tenían demasiadas cosas de las cuales hablar. — Ah, claro. Lo había olvidado. —Lev habló. Con una voz calmada que llevaba matices de risa en ella, pues se aguantaba las ganas de reírsele en la cara al ver que seguía estando rojo, con las sienes a punto de explotar y con los ojos tan saltones que era fácil leerle. Tomó su taza de café, le dio un pequeño sorbo a la bebida y la volvió a dejar en la mesa una vez que se sintió satisfecho. Pero solo era una forma de provocarlo y enfadarlo más.— Tú fuiste el que me obligó a guardar silencio por años. ¿Qué clase de tío le pide algo así a su sobrino? Ha sido muy egoísta de tu parte y quizá ya me estoy cansando de todo est-…. — ¿Cansado? ¿Cansado de qué? —Minho explotó. Se le rió en la cara y terminó por demostrar que su cinismo era tan grande, que cada palabra escuchada la exageró aún más en su cabeza.— Fuiste tú quien hizo todo. Lo único que yo quería era protegerte, porque sé que eras tan estúpido que serías capaz de confesar todo lo que hiciste y terminarías arrepentido por todo. Los niños siempre son estúpidos creyendo que la verdad puede salvarlos de su castigo. — ¿Y entonces por qué tienes tanto miedo, tío? —Nikolay preguntó después de una pequeña pausa en las que sus miradas se cruzaron otra vez. Sus ojos mostraban su furia, mientras que los de Minho seguían reflejando el cinismo de alguien que no puede entender una pregunta tan simple como esa. De pronto se comenzó a reír, de una forma tan alta y escandalosa que, por un momento, las miradas de algunos comensales y trabajadores se dirigieron a los dos. Nikolay se enojó aún más por ello, porque no estaba acostumbrado a ese tipo de atenciones y porque, si se descuidaba un momento, todo podría jugarle en contra.— Eres el único al que parece preocuparle que reabrieron el caso de Sasha. No encuentro otra razón por la que quisieras verme, ¿con qué me amenazarás esta vez? —Preguntó. El ácido se le notó en la voz, pero el veneno se le quedó en la lengua, en esa que se mordió múltiples veces para evitar darle ideas estúpidas. ¿Con su madre o su padre? Ya lo había hecho por años y nada sucedía. ¿Con Aleksandr? Se podía ir a la mierda si quería, no le importaba, a estas alturas, lo que pasaría con él. ¿Las gemelas? No se atrevería a lastimarlas, no porque eran el tesoro de su preciada madre y querida hermana de Minho. No había una sola cosa en el mundo con la que le obligara a callar, porque no había nada en el mundo de Nikolay. Era vacío y simple, lleno solo con ocupaciones banales como el modelaje o la imprenta.—Pero si te preocupa que hable de más, tranquilízate, no lo haré. Decir la verdad no me regresará a Sasha, pero todos en esa casa saben muy bien qué y quién lo mató, y todos saben que no fui yo. Era un recuerdo difuso en su mente, sí, aplastado por ese momento donde Minho le suplicara, no, le ordenara que se quedara callado por el resto de su vida o lo mataría. Sangre por sangre, vida por vida. Nikolay cerró los ojos con fuerza y se pasó la mano sobre los brazos en repetidas ocasiones, era una manera de limpiarse el recuerdo que le quedaba en el cuerpo. Podía recordar bien cómo lo había tomado de los hombros, con tanta fuerza que le había dejado los dedos marcados, y le había zarandeado como si fuese un muñeco de trapo que quisiera romper en pedazos. Tomó aire con fuerza, se apresuró a romper su postura de orgullo y cogió la taza para darle un sorbo profundo. El calor en su estómago lo reconfortó, pero creyó que no había más razones para seguir en ese lugar cuando su tío no deseaba hablar y le resultaba incómodo compartir con él. Los años le habían permitido olvidarlo, superarlo, pero los recuerdos seguían allí como fuego que se negaba a extinguir. Carraspeó, por última vez se forzó a tomar su postura relajada y triunfante: Brazos cruzados, una pierna sobre la otra y la espalda contra la silla. — ¿Sabes? Es un poco ilógico que mi mamá quisiera llamarme como tú. Siempre entendí que tu nombre significaba generoso, o algo así, pero, ¿cómo puedes ser tan despreciable? —Suspiró. Creyó que era innecesario desquitarse en ese momento con él, porque Minho nunca iba a aceptar los errores cometidos y, tampoco, aprendería nada de ellos.— El oficial del caso ya me contactó y también a mamá. Visitará la casa dentro de tres días, así que es mejor que no dejes el país otra vez, tío. —De a poco, se incorporó. Guardó el teléfono en el bolsillo del pantalón, se colocó el abrigo que dejara en el reposabrazos de la silla, y le observó con desprecio una última vez.— Esta vez, ya no guardaré ningún secreto. Estoy cansado de ser quien cargue con la culpa de algo que no hice. Tómalo como un recordatorio o una amenaza si deseas.
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  • || Un nuevo año se avecina. Para algunos de nosotros el trayecto fue tranquilo, para otros, complejo y hasta difícil pero al final, todos llegamos aquí. Gracias a ti que lees, por haber llegado al día de hoy sin importar qué. A quienes conozco con todo mi cariño deseo que pasen estas fechas con las más bonitas y amplias sonrisas y hasta risas cuando saco mis bobadas. A quienes no conozco deseo lo mismo y si quieren bobadas, salúdenme.

    En fin, espero que todos la pasen de maravilla en estas fechas con vuestras personas importantes y comida rica. Merry Xmas a todos.
    || Un nuevo año se avecina. Para algunos de nosotros el trayecto fue tranquilo, para otros, complejo y hasta difícil pero al final, todos llegamos aquí. Gracias a ti que lees, por haber llegado al día de hoy sin importar qué. A quienes conozco con todo mi cariño deseo que pasen estas fechas con las más bonitas y amplias sonrisas y hasta risas cuando saco mis bobadas. A quienes no conozco deseo lo mismo y si quieren bobadas, salúdenme. En fin, espero que todos la pasen de maravilla en estas fechas con vuestras personas importantes y comida rica. Merry Xmas a todos.
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  • Año Nuevo
    Fandom Hazbin Hotel
    Categoría Otros
    Rol con: Angel Dust
    (Si, ahora porque acá faltan unas horas pero sé que queda poco en España)






    —Normalmente esas celebraciones le importaría muy poco, sin mencionar que por lo general es cuando se lleva a cabo el exterminio anual en el infierno. ¿Quién celebraría que tengas que huir de la muerte encargada a manos de los ángeles que bajaban?
    Hasta antes de convertirse en un mero esclavo y trabajar en el hotel, solía pasar año nuevo encerrado en su casino. Encerrado en la seguridad de su edificio, jugando y apostando. Ignorando los gritos de terror que inundaban las calles provinientes de las pobres almas desafortunadas que parecían bajo manos angelicales. Y aunque luego de convertirse en esclavo aquella tradición de ignorarlo todo y encerrarse a jugar (gracias a que su casino seguía en pie aunque ya no fuera realmente dueño del lugar) bebiendo y apostando, no se había perdido del todo... Aquel año era distinto.

    Ahora acababa por terminar de arreglarse. Desempolvando su viejo traje de overlord. Su interés de pasar aquel día en el hotel era solo un viejo recuerdo, interesado, casi hasta emocionado, por esta vez pasarlo en el hotel junto a la única persona que le importaba; Angel.

    Nada demasiado elaborado. Solo una tranquila velada en la terraza dónde podrían verlo todo desde la altura y al mismo tiempo relajarse con la tranquilidad que la lejana ubicación del hotel proporcionaba.
    Una pequeña mesa para dos con dos plato de exquisita comida italiana en cada uno. Dos copas, una con sidra para él y con una bebida sin alcohol apta para Angel que serviría para brindar, esperando la llegada de un nuevo año.

    Aunque no acostumbraba a usar su móvil, lo sacó del interior de uno de los bolsillos de su saco y buscó entre sus contactos a Angel.—

    "Hay un pequeño obsequio para ti sobre la cama. Estoy en la terraza"

    —Fue todo lo que escribió, dando una calada a su cigarro que sostenía con una de sus manos antes de exhalar, aguardando su llegada.

    Una caja sobre la cama, tal como prometió en el mensaje, con un vestido para Angel que creyó le gustaría por si deseaba arreglarse para celebrar el año por venir—
    Rol con: [Ange1Dust] (Si, ahora porque acá faltan unas horas pero sé que queda poco en España) —Normalmente esas celebraciones le importaría muy poco, sin mencionar que por lo general es cuando se lleva a cabo el exterminio anual en el infierno. ¿Quién celebraría que tengas que huir de la muerte encargada a manos de los ángeles que bajaban? Hasta antes de convertirse en un mero esclavo y trabajar en el hotel, solía pasar año nuevo encerrado en su casino. Encerrado en la seguridad de su edificio, jugando y apostando. Ignorando los gritos de terror que inundaban las calles provinientes de las pobres almas desafortunadas que parecían bajo manos angelicales. Y aunque luego de convertirse en esclavo aquella tradición de ignorarlo todo y encerrarse a jugar (gracias a que su casino seguía en pie aunque ya no fuera realmente dueño del lugar) bebiendo y apostando, no se había perdido del todo... Aquel año era distinto. Ahora acababa por terminar de arreglarse. Desempolvando su viejo traje de overlord. Su interés de pasar aquel día en el hotel era solo un viejo recuerdo, interesado, casi hasta emocionado, por esta vez pasarlo en el hotel junto a la única persona que le importaba; Angel. Nada demasiado elaborado. Solo una tranquila velada en la terraza dónde podrían verlo todo desde la altura y al mismo tiempo relajarse con la tranquilidad que la lejana ubicación del hotel proporcionaba. Una pequeña mesa para dos con dos plato de exquisita comida italiana en cada uno. Dos copas, una con sidra para él y con una bebida sin alcohol apta para Angel que serviría para brindar, esperando la llegada de un nuevo año. Aunque no acostumbraba a usar su móvil, lo sacó del interior de uno de los bolsillos de su saco y buscó entre sus contactos a Angel.— "Hay un pequeño obsequio para ti sobre la cama. Estoy en la terraza" —Fue todo lo que escribió, dando una calada a su cigarro que sostenía con una de sus manos antes de exhalar, aguardando su llegada. Una caja sobre la cama, tal como prometió en el mensaje, con un vestido para Angel que creyó le gustaría por si deseaba arreglarse para celebrar el año por venir—
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    Individual
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    Cualquier línea
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    Me encocora
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  • Cuando me molestan, me irritan o me incitan a luchar... Desato mi ira y mis poderes sin mas... Sin importar lastimar a alguién o destruir todo a mi paso.
    Cuando me molestan, me irritan o me incitan a luchar... Desato mi ira y mis poderes sin mas... Sin importar lastimar a alguién o destruir todo a mi paso.
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  • Debo seguir el legado de mi padre..sin importar que...defender a el infierno de todo aquel que quiera destruirlo...y darle fin..al exterminio...
    Debo seguir el legado de mi padre..sin importar que...defender a el infierno de todo aquel que quiera destruirlo...y darle fin..al exterminio...
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