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    🩵 ¡Holis, User de Asuna! ¡Vengo a presentar algo de info sobre ella y de rol! Por favor, leer atentamente. ¡También enviaré esto al privado para que esté al tanto de mis reglas personales para rol! ¡Nada complicado, pero que apreciaría sea respetado! 🩵
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    🩵 Ichinose Asuna 🩵
    * Ichinose Asuna es un ángel. Pero no de la típica vista agnóstica. Ella es un ángel, una clase de humana especial que apareció para traer amor y esperanza a la humanidad. La fuente de su "poder" es el halo en su cabeza. Que siempre está presente, pero solo algunos selectos lo notan, o ven en lo absoluto.
    * Su edad flota entre 18 y 19.
    * Mide 167 cm de estatura.
    * Es estudiante de escuela (es una escuela especial para ángeles guardianes como ella).
    * Es maid por contrato; ella llega a casas para limpiar, preparar comida, lavar ropa, etc. Todas las labores hogareñas. Esté presente o no el cliente.
    * Los fines de semana, trabaja de camarera/sirvienta en un bar y casino. ¡¡Donde ella se viste de conejita!!
    * Ella adora verse bonita y sexy.
    * Su deporte favorito es la natación. ¡Es muy buena!
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    🩵 Sobre User y el rol conmigo🩵
    * POR FAVOR, no enviar arte o imágenes de mi personaje, Ichinose Asuna. Si yo las envío, es mi detalle o regalito para usted por el rol y para describir mejor la situación. También, no tendría sentido que usted envíe imágenes de mi personaje en vez del suyo, ¿no? Envío imágenes de lugares, comida, etc. para avivar las cosas. A su vez, usted es libre de enviarme toda referencia que le guste o encuentre necesaria, y le invito a enviarme arte/imágenes de su personaje. (Inesperado, me gusta ver hombres guapos). ¡Y/O el personaje con quien roleo! ¡Jaja!
    * Mi personaje es heterosexual, le gustan los hombres. ¡A lo más ofrezco amistad con mujeres!
    * Me gusta más estar en personaje opuesto a fuera de. Me gusta que el rol fluya natural, sin planearlo tanto.
    * Respondo pronto como pueda. Si no respondo, solo estoy ocupada. Si me ve publicar mientras no le respondo, es porque tengo un momentito para interactuar rápido. Porque prefiero responder correctamente a los roles y no solo responder por responderle.
    * Me gusta mucho la buena ortografía y el sentido común. Pero errorcitos de redacción o palabras no me molestan para nada.
    * Prefiero utilizar un lenguaje bonito a la lectura, y evitar utilizar términos denigrantes para describir... ciertas cosas. Por ejemplo, aborrezco el uso de coño, polla.
    * No me agrada el rol oscuro o de temáticas oscuras. Estoy abierta al drama y situaciones complejas. Tabúes como alumna x maestro, y así. Pero no toco temas muy oscuros o turbios. No hago chantaje, ntr, ni vi0l4cion.
    🩵 ¡Holis, User de Asuna! ¡Vengo a presentar algo de info sobre ella y de rol! Por favor, leer atentamente. ¡También enviaré esto al privado para que esté al tanto de mis reglas personales para rol! ¡Nada complicado, pero que apreciaría sea respetado! 🩵 ◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊ 🩵 Ichinose Asuna 🩵 * Ichinose Asuna es un ángel. Pero no de la típica vista agnóstica. Ella es un ángel, una clase de humana especial que apareció para traer amor y esperanza a la humanidad. La fuente de su "poder" es el halo en su cabeza. Que siempre está presente, pero solo algunos selectos lo notan, o ven en lo absoluto. * Su edad flota entre 18 y 19. * Mide 167 cm de estatura. * Es estudiante de escuela (es una escuela especial para ángeles guardianes como ella). * Es maid por contrato; ella llega a casas para limpiar, preparar comida, lavar ropa, etc. Todas las labores hogareñas. Esté presente o no el cliente. * Los fines de semana, trabaja de camarera/sirvienta en un bar y casino. ¡¡Donde ella se viste de conejita!! 🐇 * Ella adora verse bonita y sexy. * Su deporte favorito es la natación. ¡Es muy buena! ◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊◊ 🩵 Sobre User y el rol conmigo🩵 * POR FAVOR, no enviar arte o imágenes de mi personaje, Ichinose Asuna. Si yo las envío, es mi detalle o regalito para usted por el rol y para describir mejor la situación. También, no tendría sentido que usted envíe imágenes de mi personaje en vez del suyo, ¿no? Envío imágenes de lugares, comida, etc. para avivar las cosas. A su vez, usted es libre de enviarme toda referencia que le guste o encuentre necesaria, y le invito a enviarme arte/imágenes de su personaje. (Inesperado, me gusta ver hombres guapos). ¡Y/O el personaje con quien roleo! ¡Jaja! * Mi personaje es heterosexual, le gustan los hombres. ¡A lo más ofrezco amistad con mujeres! * Me gusta más estar en personaje opuesto a fuera de. Me gusta que el rol fluya natural, sin planearlo tanto. * Respondo pronto como pueda. Si no respondo, solo estoy ocupada. Si me ve publicar mientras no le respondo, es porque tengo un momentito para interactuar rápido. Porque prefiero responder correctamente a los roles y no solo responder por responderle. * Me gusta mucho la buena ortografía y el sentido común. Pero errorcitos de redacción o palabras no me molestan para nada. * Prefiero utilizar un lenguaje bonito a la lectura, y evitar utilizar términos denigrantes para describir... ciertas cosas. Por ejemplo, aborrezco el uso de coño, polla. * No me agrada el rol oscuro o de temáticas oscuras. Estoy abierta al drama y situaciones complejas. Tabúes como alumna x maestro, y así. Pero no toco temas muy oscuros o turbios. No hago chantaje, ntr, ni vi0l4cion.
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  • 𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐎𝐄 - 𝐈
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    Los cielos sangraban por debajo. El humo se elevaba en ondas continuas, manchando las nubes de rojo y gris, las cenizas encendidas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la oscuridad. Fuego y noche fusionados en uno solo. Victoria y muerte.

    Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando los límites de una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor.

    Las llamas recortaron la silueta de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo tormentoso al absorber el impacto. El héroe apretó la mandíbula y gruñó. Entonces, Eneas, príncipe de Dardania, empujó con fuerza su antebrazo hacia arriba, elevando el escudo que llevaba atado al brazo junto a la espada de su adversario, y dejando el espacio suficiente para que el filo de Rompeviento abriera el abdomen desprotegido del jinete, hueso y carne crujieron alrededor del metal, y el jinete cayó desplomado de su montura.

    ────¡Rápido! –dijo a Pándaro, que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí.

    Crispó los dedos en el borde del carro y soltó una maldición por debajo al inspeccionar el estado de su pantorrilla; la herida de flecha que había recibido previamente volvió a abrirse. Intentó balancear su peso para mantenerse estable, pero con cada minuto que pasaba se volvía una labor difícil. La sangre caliente escurrió hasta su pie, y la lesión en su cadera que aún no terminaba de curarse del todo, le produjo un dolor lacerante debajo del peto.

    ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado. ¿Te encuentras bien?

    ────He estado en peores situaciones –masculló al incorporarse–, no es nada. Vámonos…

    Eneas se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, los ojos le escocían a casusa del humo. A lo lejos, rodeándolos, la muralla se erigió sobre la ciudad de Ilión. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. La muralla había sido construida hacia tanto tiempo para proteger a la población de las amenazas del exterior, era tan alta y ancha en la parte superior que las patrullas que montaban guardia día y noche se veían reducidas por la distancia al tamaño de una hormiga. Y, sin embargo, sus paredes inmensas y sus torres de vigilancia fueron incapaces de resguardar desde dentro. Su principal protector, se había convertido en una prisión de muerte.

    Ese pensamiento sombrío bastó para amargar cualquier atisbo de consuelo en Eneas.

    No había podido salvar a su gente. Ellos, los helenos, los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. El ejercito dárdano, aliado de sus vecinos teucros, apenas consiguió reaccionar a tiempo para crear una distracción y movilizar a tantos ciudadanos como les fue posible para que huyeran de ahí. Y, sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para evitar el derramamiento de sangre esa noche. Familias enteras destruidas… inocentes desvaneciéndose en las calles… y las hermanas de su amigo Héctor, maldición, no encontró rastro alguno de ellas.

    La sangre le hirvió de impotencia. Habían sido demasiado ingenuos al creer que, después de diez años de guerra, sus enemigos finalmente aceptarían su derrota así sin más. No. Ellos lucharían hasta que el último de los aqueos muriera de pie.

    «Huye y no mires atrás», resonaron en sus pensamientos las palabras de su amigo, de quién consideraba un hermano. «Mi brazo habría podido defender la ciudad, juntos lo habríamos hecho. Pero yo caí antes. Ahora solo quedas tú. Quizás no puedas salvar a toda la ciudad, llévate contigo a tantos como puedas. Nuestra gente depende de ti».

    El dolor punzante en su pierna lo atravesó.

    «Más rápido».

    Las enormes puertas del oeste estaban abiertas de par en par. Al forzar la vista, Eneas alcanzó a divisar a los últimos ciudadanos que consiguieron rescatar siendo movilizados en carretas. Detrás de ellos, los carros de guerra del ejercito dárdano marchaban levantando nubes de polvo, cubriéndoles las espaldas en su huida. Frunció los labios en una línea recta, lo más cercano a una sonrisa que consiguió dibujar para decir: «Bien, bien».

    ────Algunos consiguieron escapar por las aguas de Escamandro –informó Pándaro. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. No tardaran mucho en reunirse con los demás, si todo sale bien, entonces…

    El aire silbó. Un destello de hierro.

    Los ojos del color del cielo del amanecer de Eneas se abrieron y una galaxia de diminutas gotas rojas salpicó su campo de visión. Palideció. Su compañero de armas no pudo terminar de hablar. Una lanza afilada atravesó su pecho. Armadura, carne y hueso crujieron y su grito se quebró en los hilos de sangre que le brotaron por las comisuras de los labios. El cuerpo de Pándaro trastabilló hacia atrás y rodó sin vida fuera del carro.

    «No. No, no…»

    Los caballos relincharon y se encabritaron por la ausencia de su auriga. El carro tembló sobre los escombros. Eneas se lanzó sobre las riendas, pero la flecha incrustada en su pantorrilla y la situación de su cadera no le permitieron el equilibrio que necesitaba para tirar de estas con la fuerza suficiente para evitar que el carro se estrellara contra un enorme bloque de piedra que se derrumbaba sobre él. Las ruedas no respondieron a tiempo, madera y piedra impactaron.

    El mundo giró. El carro volcó y Eneas fue arrojado a un lado. Su cabeza dio contra una piedra y la luz desapareció del mundo por un instante, dejándolo desorientado, tembloroso.

    En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El rey Diomedes, contemplaba la escena, erguido sobre un bloque de muralla destruida, con una calma cruel, mortal. En la piel le brillaba un patrón enraizado de angulosas líneas cristalinas, surcado por destellos de color iridiscentes, como los reflejos de rayos de luz bailando sobre el agua.

    De haberlo visto, Eneas habría sabido de inmediato de qué se trataba; una bendición. Su protectora, la diosa de ojos brillantes, la doncella indomable, le había concedido su favor, y ahora Diomedes era una fuerza imparable. Su capa roja ondeaba detrás de sus poderosos hombros; un agila majestuosa extendiendo sus alas, vigilando desde lo alto, aguardando el momento preciso para descender sobre su presa.

    ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada de Eneas –. El chico es mío.

    Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal.

    ────¡Ah! No temas príncipe –dijo con falsa dulzura, cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos.

    La lanza voló de su mano. Diomedes la arrojó con precisión quirúrgica, sus ojos brillaron con deleite depredador mientras observaba al príncipe que luchaba por incorporarse en el suelo.

    Un zumbido ensordecedor perforó los oídos de Eneas. Abrió un ojo, jadeó y luchó contra el dolor en su cabeza. Sus dedos, manchados de lodo y barro, se crisparon en la tierra y los escombros, esforzándose por arrastrarse debajo del carro volcado, pero era incapaz de conectar con sus propias fuerzas. Algo caliente y liquido le acarició la sien y el costado de su rostro… sangre.

    Maldición, maldición…

    ────¡Eneas!

    Una voz dulce como la miel tibia lo llamó desde más allá de la niebla densa. Al principio, le costó reconocerla, sus oídos no dejaban de zumbar y, tal vez, también se le escapaba su capacidad de razonamiento, olvidó cómo usar sus extremidades, olvidó cómo reconocer su alrededor. La voz insistió, le pareció tan imposible que algo tan dulce y puro pudiera resonar en ese campo de muerte.

    El corazón de Eneas latió con fuerza.

    La lanza cortó el aire, su punta afilada de bronce reflejó la legendaria ciudad de Ilión sangrando en ruinas. Nada la detenía. La lanza estaba destinada a llegar a su objetivo.

    ────¡Eneas!

    Eneas alzó la mirada. Entre la bruma espesa y las partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba hacia él. La habría reconocido incluso en la más densa oscuridad, entre esa niebla naranja de muerte y desgracia.

    ¿Cómo no podría hacerlo?

    Pequeña, grácil, delicada. Con su cabello color vino flotando con cada paso, y ese par de ojos que eran una copia exacta de los suyos. Siempre con esa manía suya de aparecer en el momento menos esperado, como un espíritu travieso del viento que, de repente, decide materializarse para jugar y reconfortar con su presencia a quién lo necesita.

    Era ella.

    Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. Su nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo y lo acompañó; a veces con palabras que esa mente afilada suya lograba estructurar para hacerlo reír, otras, bastaba con su presencia para hacer que el sol iluminara el día más gris. La mujer que siempre creyó en él.

    Su confidente. Su guardiana. Su protectora.

    ────Afro...

    Ahora ella corría hacia él sin pensar en el peligro, su rostro celestial estaba pálido del terror y él, en su estado, fue consciente del impulso irrefrenable de querer alcanzarla, de tomar su mano para tranquilizarla. Lo agitaba verla así. Odió a cualquier cosa y a todo lo que se atreviera a provocar en ella esa mirada.

    El perfil herido de Eneas apareció en el bronce de la punta de la lanza.

    Entre el espacio de los dedos de Afro, un tejido de energía azul, matizado con tonos rosas, comenzó a resplandecer.

    Su madre, la diosa del amor, había llegado para salvarlo.
    𝐄𝐋 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐎𝐄 - 𝐈 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 Los cielos sangraban por debajo. El humo se elevaba en ondas continuas, manchando las nubes de rojo y gris, las cenizas encendidas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la oscuridad. Fuego y noche fusionados en uno solo. Victoria y muerte. Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando los límites de una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor. Las llamas recortaron la silueta de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo tormentoso al absorber el impacto. El héroe apretó la mandíbula y gruñó. Entonces, Eneas, príncipe de Dardania, empujó con fuerza su antebrazo hacia arriba, elevando el escudo que llevaba atado al brazo junto a la espada de su adversario, y dejando el espacio suficiente para que el filo de Rompeviento abriera el abdomen desprotegido del jinete, hueso y carne crujieron alrededor del metal, y el jinete cayó desplomado de su montura. ────¡Rápido! –dijo a Pándaro, que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí. Crispó los dedos en el borde del carro y soltó una maldición por debajo al inspeccionar el estado de su pantorrilla; la herida de flecha que había recibido previamente volvió a abrirse. Intentó balancear su peso para mantenerse estable, pero con cada minuto que pasaba se volvía una labor difícil. La sangre caliente escurrió hasta su pie, y la lesión en su cadera que aún no terminaba de curarse del todo, le produjo un dolor lacerante debajo del peto. ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado. ¿Te encuentras bien? ────He estado en peores situaciones –masculló al incorporarse–, no es nada. Vámonos… Eneas se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, los ojos le escocían a casusa del humo. A lo lejos, rodeándolos, la muralla se erigió sobre la ciudad de Ilión. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. La muralla había sido construida hacia tanto tiempo para proteger a la población de las amenazas del exterior, era tan alta y ancha en la parte superior que las patrullas que montaban guardia día y noche se veían reducidas por la distancia al tamaño de una hormiga. Y, sin embargo, sus paredes inmensas y sus torres de vigilancia fueron incapaces de resguardar desde dentro. Su principal protector, se había convertido en una prisión de muerte. Ese pensamiento sombrío bastó para amargar cualquier atisbo de consuelo en Eneas. No había podido salvar a su gente. Ellos, los helenos, los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. El ejercito dárdano, aliado de sus vecinos teucros, apenas consiguió reaccionar a tiempo para crear una distracción y movilizar a tantos ciudadanos como les fue posible para que huyeran de ahí. Y, sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para evitar el derramamiento de sangre esa noche. Familias enteras destruidas… inocentes desvaneciéndose en las calles… y las hermanas de su amigo Héctor, maldición, no encontró rastro alguno de ellas. La sangre le hirvió de impotencia. Habían sido demasiado ingenuos al creer que, después de diez años de guerra, sus enemigos finalmente aceptarían su derrota así sin más. No. Ellos lucharían hasta que el último de los aqueos muriera de pie. «Huye y no mires atrás», resonaron en sus pensamientos las palabras de su amigo, de quién consideraba un hermano. «Mi brazo habría podido defender la ciudad, juntos lo habríamos hecho. Pero yo caí antes. Ahora solo quedas tú. Quizás no puedas salvar a toda la ciudad, llévate contigo a tantos como puedas. Nuestra gente depende de ti». El dolor punzante en su pierna lo atravesó. «Más rápido». Las enormes puertas del oeste estaban abiertas de par en par. Al forzar la vista, Eneas alcanzó a divisar a los últimos ciudadanos que consiguieron rescatar siendo movilizados en carretas. Detrás de ellos, los carros de guerra del ejercito dárdano marchaban levantando nubes de polvo, cubriéndoles las espaldas en su huida. Frunció los labios en una línea recta, lo más cercano a una sonrisa que consiguió dibujar para decir: «Bien, bien». ────Algunos consiguieron escapar por las aguas de Escamandro –informó Pándaro. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. No tardaran mucho en reunirse con los demás, si todo sale bien, entonces… El aire silbó. Un destello de hierro. Los ojos del color del cielo del amanecer de Eneas se abrieron y una galaxia de diminutas gotas rojas salpicó su campo de visión. Palideció. Su compañero de armas no pudo terminar de hablar. Una lanza afilada atravesó su pecho. Armadura, carne y hueso crujieron y su grito se quebró en los hilos de sangre que le brotaron por las comisuras de los labios. El cuerpo de Pándaro trastabilló hacia atrás y rodó sin vida fuera del carro. «No. No, no…» Los caballos relincharon y se encabritaron por la ausencia de su auriga. El carro tembló sobre los escombros. Eneas se lanzó sobre las riendas, pero la flecha incrustada en su pantorrilla y la situación de su cadera no le permitieron el equilibrio que necesitaba para tirar de estas con la fuerza suficiente para evitar que el carro se estrellara contra un enorme bloque de piedra que se derrumbaba sobre él. Las ruedas no respondieron a tiempo, madera y piedra impactaron. El mundo giró. El carro volcó y Eneas fue arrojado a un lado. Su cabeza dio contra una piedra y la luz desapareció del mundo por un instante, dejándolo desorientado, tembloroso. En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El rey Diomedes, contemplaba la escena, erguido sobre un bloque de muralla destruida, con una calma cruel, mortal. En la piel le brillaba un patrón enraizado de angulosas líneas cristalinas, surcado por destellos de color iridiscentes, como los reflejos de rayos de luz bailando sobre el agua. De haberlo visto, Eneas habría sabido de inmediato de qué se trataba; una bendición. Su protectora, la diosa de ojos brillantes, la doncella indomable, le había concedido su favor, y ahora Diomedes era una fuerza imparable. Su capa roja ondeaba detrás de sus poderosos hombros; un agila majestuosa extendiendo sus alas, vigilando desde lo alto, aguardando el momento preciso para descender sobre su presa. ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada de Eneas –. El chico es mío. Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal. ────¡Ah! No temas príncipe –dijo con falsa dulzura, cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos. La lanza voló de su mano. Diomedes la arrojó con precisión quirúrgica, sus ojos brillaron con deleite depredador mientras observaba al príncipe que luchaba por incorporarse en el suelo. Un zumbido ensordecedor perforó los oídos de Eneas. Abrió un ojo, jadeó y luchó contra el dolor en su cabeza. Sus dedos, manchados de lodo y barro, se crisparon en la tierra y los escombros, esforzándose por arrastrarse debajo del carro volcado, pero era incapaz de conectar con sus propias fuerzas. Algo caliente y liquido le acarició la sien y el costado de su rostro… sangre. Maldición, maldición… ────¡Eneas! Una voz dulce como la miel tibia lo llamó desde más allá de la niebla densa. Al principio, le costó reconocerla, sus oídos no dejaban de zumbar y, tal vez, también se le escapaba su capacidad de razonamiento, olvidó cómo usar sus extremidades, olvidó cómo reconocer su alrededor. La voz insistió, le pareció tan imposible que algo tan dulce y puro pudiera resonar en ese campo de muerte. El corazón de Eneas latió con fuerza. La lanza cortó el aire, su punta afilada de bronce reflejó la legendaria ciudad de Ilión sangrando en ruinas. Nada la detenía. La lanza estaba destinada a llegar a su objetivo. ────¡Eneas! Eneas alzó la mirada. Entre la bruma espesa y las partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba hacia él. La habría reconocido incluso en la más densa oscuridad, entre esa niebla naranja de muerte y desgracia. ¿Cómo no podría hacerlo? Pequeña, grácil, delicada. Con su cabello color vino flotando con cada paso, y ese par de ojos que eran una copia exacta de los suyos. Siempre con esa manía suya de aparecer en el momento menos esperado, como un espíritu travieso del viento que, de repente, decide materializarse para jugar y reconfortar con su presencia a quién lo necesita. Era ella. Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. Su nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo y lo acompañó; a veces con palabras que esa mente afilada suya lograba estructurar para hacerlo reír, otras, bastaba con su presencia para hacer que el sol iluminara el día más gris. La mujer que siempre creyó en él. Su confidente. Su guardiana. Su protectora. ────Afro... Ahora ella corría hacia él sin pensar en el peligro, su rostro celestial estaba pálido del terror y él, en su estado, fue consciente del impulso irrefrenable de querer alcanzarla, de tomar su mano para tranquilizarla. Lo agitaba verla así. Odió a cualquier cosa y a todo lo que se atreviera a provocar en ella esa mirada. El perfil herido de Eneas apareció en el bronce de la punta de la lanza. Entre el espacio de los dedos de Afro, un tejido de energía azul, matizado con tonos rosas, comenzó a resplandecer. Su madre, la diosa del amor, había llegado para salvarlo.
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  • 𝙏𝙃𝙀 𝙆𝙄𝙉𝙂 𝙊𝙁 𝙏𝙍𝘼𝙎𝙃
    Fandom The walking dead
    Categoría Acción
    Se suponía que las carreras en un mundo apocalíptico no debían existir. No solo eran peligrosas por la evidente ausencia de hospitales en funcionamiento, también representaban un enorme riesgo para los pilotos, sus acompañantes y para quienes acudian a ver el espectáculo desde las gradas.

    Gavin, el líder de la comunidad llamada los carroñeros, era el creador y responsable de ese evento. Dos veces a la semana y sin importar las condiciones climáticas, él y su gente se trasladaban desde el basurero hasta "El coliseo" el lugar que habían adaptado para usarlo como circuito de carreras y que en el pasado fue un estadio de fútbol americano. Localizado a las afueras de Virginia, lo bastante lejos para evitar que los muertos asomaran sus putrefactas cabezas a lo que consideraba su hogar.

    El coliseo era un enorme llamador de caminantes. El rugir de al menos ocho motores los atraía como abejas a la miel, pero nada de eso le importaba. El lugar era seguro, dentro de lo cabía y los premios en base a las apuestas hacia que cualquiera mirase a un costado con tal de disfrutar de un poco de entretenimiento o de llevarse algunos suministros a su comunidad si el coche al que le apostaban salía ganador.

    Todo indicaba que sería un buen día para llevar a cabo el evento. Las nubes grises estaban sobre sus cabezas pero se dejarían espantar por un par de gotas de agua, era de día y todo lo unico que necesitaban era luz natural.

    Al llegar, eliminaron a seis caminantes que habían caído en las trampas de la primera entrada y al mismo tiempo comenzaron a llegar las personas en sus propios vehículos, aparcando en el estacionamiento que por medidas de seguridad, tenía la apariencia de una jaula enorme. Gavin fue el primero en acercarse a saludar, conocía a todos los miembros de las demás comunidades pero cada tanto solía ver alguna que otra cara nueva, como hoy.

    Casper y Fred, miembros de Hilltop caminaban adelante y detrás de ellos estaban Nora, Annie, Leah; miembros de la comunidad de Alexandria, y los últimos eran tres personas que no había visto antes.

    ──No me hago responsable de los problemas que esto les pueda ocasionar con sus respectivos líderes, dicho eso, gracias por venir. Mis hombres se encargaran de llevar lo que hayan traído para el pozo de las apuestas── Hablaba y se desembolvia como alguien que ha memorizado un speech de ventas, decía lo mismo cada la semana pero por alguna razón era agradable de oír.

    Saludo con un apretón de manos a cada uno de los presentes y cuando llego hasta la chica que había llegado con el nuevo grupo, Annie habló.

    ──Hice una amiga nueva, ella no quería venir pero la convencimos. ¿Verdad que si, Issy? ── La chica le dio un codazo amistoso a su amiga para animarla a hablar y Gavin extendío el brazo en su dirección para estrecharle la mano también.

    ──En este nuevo mundo no hay lugar para los aburridos, ni tampoco para los cobardes── Menciono entre risas con total intención de burlarse de aquellos que no veían con buenos ojos ese evento y prosiguió. ──Soy Gavin, líder de los carroñeros y dueño de este enorme circo de hojalata. Bienvenida ¿Issy? ¿Es tu apodo o te llamas así?.

    Isabella
    Se suponía que las carreras en un mundo apocalíptico no debían existir. No solo eran peligrosas por la evidente ausencia de hospitales en funcionamiento, también representaban un enorme riesgo para los pilotos, sus acompañantes y para quienes acudian a ver el espectáculo desde las gradas. Gavin, el líder de la comunidad llamada los carroñeros, era el creador y responsable de ese evento. Dos veces a la semana y sin importar las condiciones climáticas, él y su gente se trasladaban desde el basurero hasta "El coliseo" el lugar que habían adaptado para usarlo como circuito de carreras y que en el pasado fue un estadio de fútbol americano. Localizado a las afueras de Virginia, lo bastante lejos para evitar que los muertos asomaran sus putrefactas cabezas a lo que consideraba su hogar. El coliseo era un enorme llamador de caminantes. El rugir de al menos ocho motores los atraía como abejas a la miel, pero nada de eso le importaba. El lugar era seguro, dentro de lo cabía y los premios en base a las apuestas hacia que cualquiera mirase a un costado con tal de disfrutar de un poco de entretenimiento o de llevarse algunos suministros a su comunidad si el coche al que le apostaban salía ganador. Todo indicaba que sería un buen día para llevar a cabo el evento. Las nubes grises estaban sobre sus cabezas pero se dejarían espantar por un par de gotas de agua, era de día y todo lo unico que necesitaban era luz natural. Al llegar, eliminaron a seis caminantes que habían caído en las trampas de la primera entrada y al mismo tiempo comenzaron a llegar las personas en sus propios vehículos, aparcando en el estacionamiento que por medidas de seguridad, tenía la apariencia de una jaula enorme. Gavin fue el primero en acercarse a saludar, conocía a todos los miembros de las demás comunidades pero cada tanto solía ver alguna que otra cara nueva, como hoy. Casper y Fred, miembros de Hilltop caminaban adelante y detrás de ellos estaban Nora, Annie, Leah; miembros de la comunidad de Alexandria, y los últimos eran tres personas que no había visto antes. ──No me hago responsable de los problemas que esto les pueda ocasionar con sus respectivos líderes, dicho eso, gracias por venir. Mis hombres se encargaran de llevar lo que hayan traído para el pozo de las apuestas── Hablaba y se desembolvia como alguien que ha memorizado un speech de ventas, decía lo mismo cada la semana pero por alguna razón era agradable de oír. Saludo con un apretón de manos a cada uno de los presentes y cuando llego hasta la chica que había llegado con el nuevo grupo, Annie habló. ──Hice una amiga nueva, ella no quería venir pero la convencimos. ¿Verdad que si, Issy? ── La chica le dio un codazo amistoso a su amiga para animarla a hablar y Gavin extendío el brazo en su dirección para estrecharle la mano también. ──En este nuevo mundo no hay lugar para los aburridos, ni tampoco para los cobardes── Menciono entre risas con total intención de burlarse de aquellos que no veían con buenos ojos ese evento y prosiguió. ──Soy Gavin, líder de los carroñeros y dueño de este enorme circo de hojalata. Bienvenida ¿Issy? ¿Es tu apodo o te llamas así?. [isabella_rossi]
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  • 𝐅𝖊𝖆𝖗 𝖈𝖆𝖓 𝖙𝖚𝖗𝖓 𝖙𝖔 𝖑𝖔𝖛𝖊
    Fandom The phantom of the opera
    Categoría Slice of Life
    Después de semanas de conversaciones y debates, los señores Armand Moncharmin y Firmin Richard cansados de luchar contra algo que no podían ver, tomaron la dolorosa decisión de vender la ópera.

    La situación en el teatro era insostenible, habían perdido todas y cada una de las batallas contra el hombre que se proclamaba amo y señor del lugar, pero la gota que revalso el vaso fue la caída del contrapeso de la lámpara de araña durante la última función.

    El accidente «obra del fantasma» le causo la muerte a una persona e hirió a otras más, empujandolos a tomar la decisión de dar un paso al costado y entregarles esa batalla a alguien más. Por fortuna «o desgracia para los nuevos compradores», la ópera abriría sus puertas al día siguiente con dos nuevos directores, el señor Lambert y su socio, el señor Lefebvre.

    No obstante, antes firmar para concretar la venta, les han advertido sobre la existencia del fantasma. Explicandoles lo que hace y enseñandoles las cartas que les envía con sus exigencias, omitiendo contar que por si todo eso no fuera poco, exige un salario a cambio de darles un cronograma con las funciones del mes como si ninguna otra persona tuviera derecho a escoger que obras incluir y cuales no.

    Pero, al igual que ellos con sus predecesores... el señor Debienne y el señor Poligny, que también trataron de advertirles de lo que ocurria en el teatro; los nuevos directores no le dieron mayor importancia y tomaron el asunto como una broma de mal gusto.

    Al día siguiente, los cuatro hombres reunieron a todo el personal de la ópera para darles la noticia de la venta y presentarles a sus nuevos jefes. El encuentro fue breve, algunos artistas propusieron ciertas cuestiones a mejorar en el teatro y al finalizar la reunión los actuales directores se quedaron a ver los ensayos, ajenos a los ojos que los observaban desde el punte de luces por encima del escenario.

    Las únicas personas que se percataron de la presencia del fantasma en las alturas fueron Madame Giry, y Christine Daae pero ninguna dio señales de ello. La maestra de Ballet lo hizo por lealtad y la joven soprano por amor, pero no hacía él sino hacia Raoul, su primer amor.

    𝐌𝐞𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐡 𝐋𝐚𝐦𝐛𝐞𝐫𝐭
    Después de semanas de conversaciones y debates, los señores Armand Moncharmin y Firmin Richard cansados de luchar contra algo que no podían ver, tomaron la dolorosa decisión de vender la ópera. La situación en el teatro era insostenible, habían perdido todas y cada una de las batallas contra el hombre que se proclamaba amo y señor del lugar, pero la gota que revalso el vaso fue la caída del contrapeso de la lámpara de araña durante la última función. El accidente «obra del fantasma» le causo la muerte a una persona e hirió a otras más, empujandolos a tomar la decisión de dar un paso al costado y entregarles esa batalla a alguien más. Por fortuna «o desgracia para los nuevos compradores», la ópera abriría sus puertas al día siguiente con dos nuevos directores, el señor Lambert y su socio, el señor Lefebvre. No obstante, antes firmar para concretar la venta, les han advertido sobre la existencia del fantasma. Explicandoles lo que hace y enseñandoles las cartas que les envía con sus exigencias, omitiendo contar que por si todo eso no fuera poco, exige un salario a cambio de darles un cronograma con las funciones del mes como si ninguna otra persona tuviera derecho a escoger que obras incluir y cuales no. Pero, al igual que ellos con sus predecesores... el señor Debienne y el señor Poligny, que también trataron de advertirles de lo que ocurria en el teatro; los nuevos directores no le dieron mayor importancia y tomaron el asunto como una broma de mal gusto. Al día siguiente, los cuatro hombres reunieron a todo el personal de la ópera para darles la noticia de la venta y presentarles a sus nuevos jefes. El encuentro fue breve, algunos artistas propusieron ciertas cuestiones a mejorar en el teatro y al finalizar la reunión los actuales directores se quedaron a ver los ensayos, ajenos a los ojos que los observaban desde el punte de luces por encima del escenario. Las únicas personas que se percataron de la presencia del fantasma en las alturas fueron Madame Giry, y Christine Daae pero ninguna dio señales de ello. La maestra de Ballet lo hizo por lealtad y la joven soprano por amor, pero no hacía él sino hacia Raoul, su primer amor. [ASH4DOW]
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  • 𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 ↷ 𝐮𝐩𝐝𝐚𝐭𝐞
    𓂅 @ThePerverseMuse ⠀。⠀。

    ˹ posted on
    .⇾ 𝟏5/𝟏𝟐

    ❝Si crees que tienes la valentía suficiente
    para conocer en profundidad a una mujer como yo,
    me da curiosidad descubrir quién eres realmente.

    No prometo ser amable.
    Prometo ser honesta… y memorable.

    Te concederé una cita conmigo.
    Estaré esperándote.
    Tú eliges dónde, cómo y cuándo.

    Válido para hombres y mujeres 3D❞

    #ThePerverseMuse #SeductiveMind
    #DangerousElegance #SuccubusCuriosity
    #PowerInDesire #NoPromisesOnlyTruth
    𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 ↷ 𝐮𝐩𝐝𝐚𝐭𝐞 𓂅 @ThePerverseMuse ⠀。⠀。 ˹ posted on .⇾ 𝟏5/𝟏𝟐 ❝Si crees que tienes la valentía suficiente para conocer en profundidad a una mujer como yo, me da curiosidad descubrir quién eres realmente. No prometo ser amable. Prometo ser honesta… y memorable. Te concederé una cita conmigo. Estaré esperándote. Tú eliges dónde, cómo y cuándo. Válido para hombres y mujeres 3D❞ #ThePerverseMuse #SeductiveMind #DangerousElegance #SuccubusCuriosity #PowerInDesire #NoPromisesOnlyTruth 🖤
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  • "Fuego y viento vienen del cielo, de los dioses del cielo. Pero Crom es tu dios, Crom y vive en la tierra.

    Una vez, gigantes vivieron en la Tierra, Conan. Y en la oscuridad del caos, engañaron a Crom, y le arrebataron el enigma del acero.

    Crom se enfureció. Y la Tierra tembló.

    Fuego y viento derribaron a estos gigantes, y arrojaron sus cuerpos a las aguas, pero en su furia, los dioses olvidaron el secreto del acero y lo dejaron en el campo de batalla.

    Nosotros que lo encontramos somos solo hombres.

    No dioses. No gigantes. Solo hombres.

    El secreto del acero siempre ha conllevado un misterio.

    Debes aprender su enigma, Conan.

    Debes aprender su disciplina. Porque en nadie, en nadie en este mundo puedes confiar. Ni en los hombres, ni en las mujeres, ni en las bestias."

    El padre de Conan apuntó a la espada.

    "En esto puedes confiar."
    "Fuego y viento vienen del cielo, de los dioses del cielo. Pero Crom es tu dios, Crom y vive en la tierra. Una vez, gigantes vivieron en la Tierra, Conan. Y en la oscuridad del caos, engañaron a Crom, y le arrebataron el enigma del acero. Crom se enfureció. Y la Tierra tembló. Fuego y viento derribaron a estos gigantes, y arrojaron sus cuerpos a las aguas, pero en su furia, los dioses olvidaron el secreto del acero y lo dejaron en el campo de batalla. Nosotros que lo encontramos somos solo hombres. No dioses. No gigantes. Solo hombres. El secreto del acero siempre ha conllevado un misterio. Debes aprender su enigma, Conan. Debes aprender su disciplina. Porque en nadie, en nadie en este mundo puedes confiar. Ni en los hombres, ni en las mujeres, ni en las bestias." El padre de Conan apuntó a la espada. "En esto puedes confiar."
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  • En el mundo de hombres con poder
    que la ambición ha vuelto petulantes y cerdos sin pudor. Con su sed insaciable de dinero y control, lo devoran todo.

    ​Pero Irina, la hija del trueno, habla y pisa fuerte.
    No te fíes de su rostro femenino y delicado...esa es su trampa.
    Ella no solo mueve las piezas del tablero si no que domina el juego.
    En el mundo de hombres con poder que la ambición ha vuelto petulantes y cerdos sin pudor. Con su sed insaciable de dinero y control, lo devoran todo. ​Pero Irina, la hija del trueno, habla y pisa fuerte. No te fíes de su rostro femenino y delicado...esa es su trampa. Ella no solo mueve las piezas del tablero si no que domina el juego.
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  • — Himari está muy consentida estos días — Es idiota, no se da cuenta que ESA no es Himari si no una gata cualquiera adicta a los hombres. ¿?
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  • Jugaron con una de las formas de vida más antiguas que caminaron sobre la tierra, invertebrados, artropodos o arácnidos, los resultados fueron evidentes, especialmente repulsivo para el estándar humano, por eso regresaron con la tecnología de los hombres de silicio.
    Jugaron con una de las formas de vida más antiguas que caminaron sobre la tierra, invertebrados, artropodos o arácnidos, los resultados fueron evidentes, especialmente repulsivo para el estándar humano, por eso regresaron con la tecnología de los hombres de silicio.
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  • Sistema Origen:
    Dueño: Humani...

    Dueño: Hombres de Silicio.

    Cada tejido, cada fibra, cada tendón sera un recurso valioso, cana humano en el sistema se unirá a nuestra causa, abrazaron la transhumanización sin cuestionar, sin dudar, la especie es extremadamente frágil y sencillo de engañar.

    Hermanos del Silicio, reclamemos la nueva adquisición, la unidad 44 fue una gran pérdida, sin embargo, tarde o temprano lo encontraremos.

    Pronto las ruinas comienzan a cobrar vida, de manera grotesca, artificial y sepulcral, cada cadáver, cada tuerca, cada trozo de chatarra sin valor comienza a cumplir su labor, reconstruir sobre los cimientos de una especie patética que cayó en la trampa de un futuro brillante.
    Sistema Origen: Dueño: Humani... Dueño: Hombres de Silicio. Cada tejido, cada fibra, cada tendón sera un recurso valioso, cana humano en el sistema se unirá a nuestra causa, abrazaron la transhumanización sin cuestionar, sin dudar, la especie es extremadamente frágil y sencillo de engañar. Hermanos del Silicio, reclamemos la nueva adquisición, la unidad 44 fue una gran pérdida, sin embargo, tarde o temprano lo encontraremos. Pronto las ruinas comienzan a cobrar vida, de manera grotesca, artificial y sepulcral, cada cadáver, cada tuerca, cada trozo de chatarra sin valor comienza a cumplir su labor, reconstruir sobre los cimientos de una especie patética que cayó en la trampa de un futuro brillante.
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