• El Encuentro de las Dos Sendas: Maestro y Aprendiz en la Oficina Arcana
    Fandom Ninguno
    Categoría Fantasía
    Todo parecía ser un día habitual en una de las tantas sucursales del departamento de seguridad mágica. En donde aquel joven prodigio se encontraba haciendo papeleo, ya fuera haciendo reportes de misiones pasadas o leyendo nuevas peticiones de misiones nuevas. En medio de aquellos papeles, uno llamo su atención y es que era una petición de una madre sobre el guiar a su hija como hechicera. Claramente arqueó una ceja, no porque le incomodará la petición pero tenía duda de como llegó hacia él, pues el era un agente de seguridad, no un profesor. Igualmente mientras meditaba las implicaciones de la petición, escucho que tocaron a la puerta. Así que se levanto con elegancia, y abrió la puerta.


    ⸻ ¿Si? ¿En que puedo ayudarle?


    Fueron sus primeras palabras hacia la persona detrás de la puerta. Un tono cordial pero serio.


    Whit: Zahmira
    Todo parecía ser un día habitual en una de las tantas sucursales del departamento de seguridad mágica. En donde aquel joven prodigio se encontraba haciendo papeleo, ya fuera haciendo reportes de misiones pasadas o leyendo nuevas peticiones de misiones nuevas. En medio de aquellos papeles, uno llamo su atención y es que era una petición de una madre sobre el guiar a su hija como hechicera. Claramente arqueó una ceja, no porque le incomodará la petición pero tenía duda de como llegó hacia él, pues el era un agente de seguridad, no un profesor. Igualmente mientras meditaba las implicaciones de la petición, escucho que tocaron a la puerta. Así que se levanto con elegancia, y abrió la puerta. ⸻ ¿Si? ¿En que puedo ayudarle? Fueron sus primeras palabras hacia la persona detrás de la puerta. Un tono cordial pero serio. Whit: [Zhamira_01]
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  • Kymsu dejó la carta de renuncia en la pastelería. Pidió disculpas a sus compañeras de piso y empacó sus cosas en preparación a lo que iba a hacer.

    Habían pasado meses desde que cambió a su cuerpo actual, pero, ¿había valido la pena? Por años pensaba que las catames que cambiaban por la aceptación social eran débiles, estúpidas, traicioneras... sin embargo, ella cayó, y mucho peor que caer, se dejó convencer por una bruja que le prometió maravillas, ¡una vida mejor! Pero esa vida fue al costo de lo que profundamente hacía a Kymsu ser ella misma.

    Su arrepentimiento comenzó tras encontrar unas fotografías y los diarios que había escrito mientras trabajaba en el bar de Koray, el bar "Chichonas" donde escribía sobre la libertad de su gente y cómo nunca iba a rendirse.

    — ¡Quiero revertirlo! —Su puño golpeaba la puerta de aquella casa remota, rodeada de un bosque que parecía abrazarla, esconderla de los demás. Ella estaba buscando a la hechicera que la transformó.

    —¿¿Hola??— Su rostro apegado al vidrio de la puerta buscaba a la anciana, pero nadie parecía estar en casa. ¿Estaba ignorándola? Kymsu continuó golpeando la puerta, desesperándose al imaginarse que no había manera de volver a como era antes. —¡¡Por favor!! ¡Necesito su ayuda! —

    Un par de horas habían pasado, el cielo se empezaba a oscurecer y su voz estaba ronca de tanto gritar y sus ojos enrojecidos por tanto llorar. Estaba a punto de rendirse cuando escuchó movimiento aproximarse desde el camino entre los árboles: era ella. Una anciana de menos de metro y medio, cabello rizado blanco que caía como cascada alrededor de su rostro. Parecía contenta y sorprendida de ver a Kymsu.

    — Oh my, la-niña, ¿qué haces aquí? — la señora se movía con tranquilidad, arrastrando un pequeño cesto con ruedas que estaba lleno de frutas, verduras y hojas verdes de todo tamaño. Se detuvo en la entrada, ofreciéndole una mano a la muchacha. Kymsu se puso de pie rápidamente y se limpió el rostro húmedo en lágrimas.

    —... P-pensé que me estaba ignorando. —
    —¡Jajaja! —su carcajada acompañó el campaneo de sus llaves tras adelantarse para abrir la puerta. Su voz era como un cálido abrazo.— Calma esos nervios. Adelante, adelante. Ya que estás aquí, qué tal si me ayudas a guardar las verduras y me cuentas qué buscabas, ¿hm? —

    Kymsu asintió.

    Pasó la tarde con la anciana, haciendo lo que le pedía. De cierta manera había entrado a modo "trabajo" y solamente actuaba por costumbre: barría, limpiaba, recogía, apartaba las sobras que pudieran entorpecer a la hechicera mientras parecía trabajar una poción de color cambiante. Kymsu quería esperar a que terminara de trabajar para pedirle ayuda, pero cayó exhausta en el sofá.

    Y en el estado hipnagogico escuchó a la anciana aproximarse a paso lento. Sostenía una taza con la pócima que había estado preparando.

    — La-niña, toma. Te hará bien—dijo—, te buscaré una cobijita.

    Kymsu no recordó haberse dormido; tras haberse tomado el té de hierbas, su cabeza se sintió pesada y experimentó sueños vívidos bastante extraños. No sabía por cuántas horas había dormido, pero despertó bañada en sudor.

    —¿Qué hora es...? —y al intentar buscar su teléfono, sintió que su mano estaba atascada en el sofá. Intentó halar, pero no podía soltarse. Se asustó aún más al notar que escuchaba todo mucho más alto que antes, los colores se veían distintos, y algo le estorbaba en la espalda ¿tenía su cola nuevamente? Se incorporó lo más rápido que pudo, sus garras se habían atascado al mueble. Se sentía torpe en su cuerpo nuevamente, se tropezó en su propia cola al caminar y el sonido de la madera crujiendo mientras caminaba resultaba escandaloso a sus oídos, pero cuando alcanzó a encontrar un espejo, sus ojos se humedecieron, emocionada.

    ¡Volvió a ser una catame!

    Escuchó a la anciana hablar desde la otra habitación.

    —¿Ya te despertaste, la-niña? —
    Kymsu corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.

    — ¡G-gracias! —sollozaba de felicidad. La anciana sólo le palmeó la espalda, y agregó, soltándose de su abrazo con delicadeza.

    —Ya... ya, pero váyase pronto, que los gatos me dan alergias. —se rió y tras besar la frente de Kymsu, le dejó ir.
    Kymsu dejó la carta de renuncia en la pastelería. Pidió disculpas a sus compañeras de piso y empacó sus cosas en preparación a lo que iba a hacer. Habían pasado meses desde que cambió a su cuerpo actual, pero, ¿había valido la pena? Por años pensaba que las catames que cambiaban por la aceptación social eran débiles, estúpidas, traicioneras... sin embargo, ella cayó, y mucho peor que caer, se dejó convencer por una bruja que le prometió maravillas, ¡una vida mejor! Pero esa vida fue al costo de lo que profundamente hacía a Kymsu ser ella misma. Su arrepentimiento comenzó tras encontrar unas fotografías y los diarios que había escrito mientras trabajaba en el bar de Koray, el bar "Chichonas" donde escribía sobre la libertad de su gente y cómo nunca iba a rendirse. — ¡Quiero revertirlo! —Su puño golpeaba la puerta de aquella casa remota, rodeada de un bosque que parecía abrazarla, esconderla de los demás. Ella estaba buscando a la hechicera que la transformó. —¿¿Hola??— Su rostro apegado al vidrio de la puerta buscaba a la anciana, pero nadie parecía estar en casa. ¿Estaba ignorándola? Kymsu continuó golpeando la puerta, desesperándose al imaginarse que no había manera de volver a como era antes. —¡¡Por favor!! ¡Necesito su ayuda! — Un par de horas habían pasado, el cielo se empezaba a oscurecer y su voz estaba ronca de tanto gritar y sus ojos enrojecidos por tanto llorar. Estaba a punto de rendirse cuando escuchó movimiento aproximarse desde el camino entre los árboles: era ella. Una anciana de menos de metro y medio, cabello rizado blanco que caía como cascada alrededor de su rostro. Parecía contenta y sorprendida de ver a Kymsu. — Oh my, la-niña, ¿qué haces aquí? — la señora se movía con tranquilidad, arrastrando un pequeño cesto con ruedas que estaba lleno de frutas, verduras y hojas verdes de todo tamaño. Se detuvo en la entrada, ofreciéndole una mano a la muchacha. Kymsu se puso de pie rápidamente y se limpió el rostro húmedo en lágrimas. —... P-pensé que me estaba ignorando. — —¡Jajaja! —su carcajada acompañó el campaneo de sus llaves tras adelantarse para abrir la puerta. Su voz era como un cálido abrazo.— Calma esos nervios. Adelante, adelante. Ya que estás aquí, qué tal si me ayudas a guardar las verduras y me cuentas qué buscabas, ¿hm? — Kymsu asintió. Pasó la tarde con la anciana, haciendo lo que le pedía. De cierta manera había entrado a modo "trabajo" y solamente actuaba por costumbre: barría, limpiaba, recogía, apartaba las sobras que pudieran entorpecer a la hechicera mientras parecía trabajar una poción de color cambiante. Kymsu quería esperar a que terminara de trabajar para pedirle ayuda, pero cayó exhausta en el sofá. Y en el estado hipnagogico escuchó a la anciana aproximarse a paso lento. Sostenía una taza con la pócima que había estado preparando. — La-niña, toma. Te hará bien—dijo—, te buscaré una cobijita. Kymsu no recordó haberse dormido; tras haberse tomado el té de hierbas, su cabeza se sintió pesada y experimentó sueños vívidos bastante extraños. No sabía por cuántas horas había dormido, pero despertó bañada en sudor. —¿Qué hora es...? —y al intentar buscar su teléfono, sintió que su mano estaba atascada en el sofá. Intentó halar, pero no podía soltarse. Se asustó aún más al notar que escuchaba todo mucho más alto que antes, los colores se veían distintos, y algo le estorbaba en la espalda ¿tenía su cola nuevamente? Se incorporó lo más rápido que pudo, sus garras se habían atascado al mueble. Se sentía torpe en su cuerpo nuevamente, se tropezó en su propia cola al caminar y el sonido de la madera crujiendo mientras caminaba resultaba escandaloso a sus oídos, pero cuando alcanzó a encontrar un espejo, sus ojos se humedecieron, emocionada. ¡Volvió a ser una catame! Escuchó a la anciana hablar desde la otra habitación. —¿Ya te despertaste, la-niña? — Kymsu corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. — ¡G-gracias! —sollozaba de felicidad. La anciana sólo le palmeó la espalda, y agregó, soltándose de su abrazo con delicadeza. —Ya... ya, pero váyase pronto, que los gatos me dan alergias. —se rió y tras besar la frente de Kymsu, le dejó ir.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
    #Monorol


    ᠂ ⚘᠂ Desde que había renunciado a la idea de convertirse en el recipiente del señor Tengen para inscribirse a Jujutsu, honestamente... No logro avanzar ni un poco en sus habilidades como hechicera, es más estaba en un limbo por el estancamiento tan grande que tenía al no mostrar gran seña de poder maldito más allá de su capacidad visual al ser capaz de ver y percibir a las maldiciones en un rango cercano a su persona.

    ᠂ ¿Lo que lo hacía peor? Gojo y Geto no dejaban de molestarla con respecto a ese tema; particularmente el albino porque el hechicero -emo come maldiciones- como lo había llamado de cariño; parecía un poco más decaído cada día a pesar de que aún con ese aspecto seguía cada broma que a Satoru se le ocurriera hacerle.

    ᠂ un día en particular cansada de todas las burlas recibidas por parte del hechicero mayor con sus 'eres una mocosa mimada y sin talento' a Riko se le ocurrió soltar en un grito a todo pulmón y de la nada '¡Ya van a ver! ¡Voy a ser tan buena hechicera que incluso lograre hacer la técnica de "Aka" mucho mejor que él idiota de Gojo!'.

    ᠂ Cabe decir que las expresiones de sorpresa o las burlas de los de primer año con los de segundo no faltaron. Sumado todo a Comentarios como 'eso es imposible', 'Es una técnica del clan Gojo no podrás usarla jamás' y muchos más llegaron a sus oídos; Ahora con el orgullo herido y una fuerte convicción, decidió esforzarse en tratar de imitar lo más que pudiera aquella técnica e incluso superarla sin importar lo que tuviera que hacer para ello.

    ᠂ Lo que con llevo a que la menor no tomara ni un solo descanso hasta que semanas después, durante uno de los entrenamientos matutinos finalemente Amanai colapso a tal grado de desmayarse justo antes de recibir un ataque lo que le evito salir herida pero no aún así el ser trasladada a la enfermería rápidamente por Gojo, Geto y atendida por Ieiri como parte de sus prácticas.

    ᠂ La mirada de los tres adolescentes se mantuvo llena de preocupación hacia la menor que se encontraba descansando en una de las camillas después recibir los cuidados básicos para su condición al menos hasta que la escucharon susurrar en su estado de inconsciencia: 'Yo voy a poder hacerlo', 'Rotanción inversa: resplandor rojo' o '¡Al fin lo logré!'. Esas simples palabras le hicieron saber a los hechiceros que definitivamente la pequeña estaría bien, además justo antes de su desmayo, Riko podido manifestar un poco de su poder maldito al crear un shikigami con forma de una ballena pequeña.

    -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
    -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ- #Monorol ᠂ ⚘᠂ Desde que había renunciado a la idea de convertirse en el recipiente del señor Tengen para inscribirse a Jujutsu, honestamente... No logro avanzar ni un poco en sus habilidades como hechicera, es más estaba en un limbo por el estancamiento tan grande que tenía al no mostrar gran seña de poder maldito más allá de su capacidad visual al ser capaz de ver y percibir a las maldiciones en un rango cercano a su persona. ᠂ ¿Lo que lo hacía peor? Gojo y Geto no dejaban de molestarla con respecto a ese tema; particularmente el albino porque el hechicero -emo come maldiciones- como lo había llamado de cariño; parecía un poco más decaído cada día a pesar de que aún con ese aspecto seguía cada broma que a Satoru se le ocurriera hacerle. ᠂ un día en particular cansada de todas las burlas recibidas por parte del hechicero mayor con sus 'eres una mocosa mimada y sin talento' a Riko se le ocurrió soltar en un grito a todo pulmón y de la nada '¡Ya van a ver! ¡Voy a ser tan buena hechicera que incluso lograre hacer la técnica de "Aka" mucho mejor que él idiota de Gojo!'. ᠂ Cabe decir que las expresiones de sorpresa o las burlas de los de primer año con los de segundo no faltaron. Sumado todo a Comentarios como 'eso es imposible', 'Es una técnica del clan Gojo no podrás usarla jamás' y muchos más llegaron a sus oídos; Ahora con el orgullo herido y una fuerte convicción, decidió esforzarse en tratar de imitar lo más que pudiera aquella técnica e incluso superarla sin importar lo que tuviera que hacer para ello. ᠂ Lo que con llevo a que la menor no tomara ni un solo descanso hasta que semanas después, durante uno de los entrenamientos matutinos finalemente Amanai colapso a tal grado de desmayarse justo antes de recibir un ataque lo que le evito salir herida pero no aún así el ser trasladada a la enfermería rápidamente por Gojo, Geto y atendida por Ieiri como parte de sus prácticas. ᠂ La mirada de los tres adolescentes se mantuvo llena de preocupación hacia la menor que se encontraba descansando en una de las camillas después recibir los cuidados básicos para su condición al menos hasta que la escucharon susurrar en su estado de inconsciencia: 'Yo voy a poder hacerlo', 'Rotanción inversa: resplandor rojo' o '¡Al fin lo logré!'. Esas simples palabras le hicieron saber a los hechiceros que definitivamente la pequeña estaría bien, además justo antes de su desmayo, Riko podido manifestar un poco de su poder maldito al crear un shikigami con forma de una ballena pequeña. -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
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  • Es una hechicera
    Una seductora
    Ay, qué bonitos ojos
    Ay, qué bonita boca
    Ay, soy su prisionero
    Y me reviento en deseo
    Una seductora
    Es una hechicera
    Una seductora
    Una seductora
    Es una hechicera Una seductora Ay, qué bonitos ojos Ay, qué bonita boca Ay, soy su prisionero Y me reviento en deseo Una seductora Es una hechicera Una seductora Una seductora
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  • El encuentro
    Categoría Acción
    Después de abrir la última caja de la mudanza decidió que era tiempo de dar una vuelta, después de todo si su plan era vivir en esa ciudad mucho tiempo gracias a su nuevo trabajo tenía que empezar por conocer el sitio.

    Dió un par de vueltas al azar para al final de su improvisado paseo acabar metida en un club que mostraba un enorme cartero luminoso que decía « LUX »

    La profesora pidió que le sirvieran un whisky, el cual se bebió sin prisas con dos cubitos de hielo flotando en lo último. Tras aburrirse y no encontrar ningún atractivo en aquel lugar saldó su cuenta, junto a algo de propina para la camarera, y se levantó.

    Al salir caminó un par de pasos hasta que un familiar aroma, uno que podría reconocer a miles de años luz, inundó sus fosas nasales provocando que sus ojos se llenarán de lágrimas ante el recuerdo que evocan. Totalmente consternada la hechicera volvió tras sus pasos, quizás en aquel club obtuviera una respuesta por aquella coincidencia.
    Después de abrir la última caja de la mudanza decidió que era tiempo de dar una vuelta, después de todo si su plan era vivir en esa ciudad mucho tiempo gracias a su nuevo trabajo tenía que empezar por conocer el sitio. Dió un par de vueltas al azar para al final de su improvisado paseo acabar metida en un club que mostraba un enorme cartero luminoso que decía « LUX » La profesora pidió que le sirvieran un whisky, el cual se bebió sin prisas con dos cubitos de hielo flotando en lo último. Tras aburrirse y no encontrar ningún atractivo en aquel lugar saldó su cuenta, junto a algo de propina para la camarera, y se levantó. Al salir caminó un par de pasos hasta que un familiar aroma, uno que podría reconocer a miles de años luz, inundó sus fosas nasales provocando que sus ojos se llenarán de lágrimas ante el recuerdo que evocan. Totalmente consternada la hechicera volvió tras sus pasos, quizás en aquel club obtuviera una respuesta por aquella coincidencia.
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  • El murmullo del bar se mezclaba con el tintineo de vasos y el sonido bajo de una vieja canción de rock. Shoko Ieiri empujó la puerta y dejó que el olor a madera vieja y cerveza derramada la envolviera. Era uno de esos bares pequeños y acogedores donde nadie hacía demasiadas preguntas, justo lo que necesitaba esa noche.

    Cruzó el lugar con las manos en los bolsillos de su chaqueta y se sentó en un taburete junto a la barra. El bartender, un hombre de cabello canoso y expresión tranquila, le dirigió una mirada interrogante.

    —Cerveza, la más fría que tengas —dijo Shoko con una media sonrisa.

    Mientras el hombre llenaba el vaso, Shoko dejó escapar un suspiro y observó a los demás. Había un grupo de amigos jugando dardos, una pareja compartiendo una pizza, y algunos solitarios como ella, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. No era que tuviera algo en contra de la compañía, pero últimamente había aprendido a disfrutar de su propia soledad.

    Cuando el bartender colocó la cerveza frente a ella, Shoko levantó el vaso en un brindis silencioso y dio el primer trago. El líquido frío le recorrió la garganta, arrancándole una sonrisa genuina.

    —Esto es exactamente lo que necesitaba —murmuró para sí misma.

    Con el vaso en la mano, empezó a distraerse mirando los cuadros en las paredes, todos con fotografías de bandas antiguas y algún que otro autógrafo. La música cambió a una canción de los 80 que le era vagamente familiar, y, sin pensarlo demasiado, comenzó a tararear mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra.

    El bartender, que limpiaba un vaso cerca, se rió suavemente.

    —Buena elección, ¿eh? —comentó, señalando la bocina.

    —No está mal. Aunque me vendría mejor algo más movido —respondió Shoko con un guiño.

    La noche avanzó sin prisa. Se pidió una segunda cerveza y, después de un rato, se dejó convencer por el bartender para probar un aperitivo de la casa. Para su sorpresa, estaba delicioso. Intercambiaron comentarios triviales: el clima, la música, incluso bromearon sobre el fútbol, aunque ninguno de los dos parecía realmente interesado.

    Shoko se dio cuenta de que llevaba rato sonriendo sin razón aparente, disfrutando del ambiente, del anonimato, y de la libertad de no tener que pensar demasiado en nada.

    Cuando terminó su última cerveza, pagó la cuenta y dejó una propina generosa.

    —Gracias, necesitaba esto —dijo, inclinando ligeramente la cabeza hacia el bartender antes de levantarse.

    —Vuelve cuando quieras. La próxima canción la eliges tú.

    Shoko salió del bar con las manos en los bolsillos y el aire frío de la noche despejándole los pensamientos. No había sido una noche extraordinaria ni memorable, pero, de algún modo, había sido perfecta. A veces, solo necesitaba eso: una cerveza fría, buena música y un poco de tiempo para dejar de ser doctora, hechicera, etc, simplemente ser Shoko.
    El murmullo del bar se mezclaba con el tintineo de vasos y el sonido bajo de una vieja canción de rock. Shoko Ieiri empujó la puerta y dejó que el olor a madera vieja y cerveza derramada la envolviera. Era uno de esos bares pequeños y acogedores donde nadie hacía demasiadas preguntas, justo lo que necesitaba esa noche. Cruzó el lugar con las manos en los bolsillos de su chaqueta y se sentó en un taburete junto a la barra. El bartender, un hombre de cabello canoso y expresión tranquila, le dirigió una mirada interrogante. —Cerveza, la más fría que tengas —dijo Shoko con una media sonrisa. Mientras el hombre llenaba el vaso, Shoko dejó escapar un suspiro y observó a los demás. Había un grupo de amigos jugando dardos, una pareja compartiendo una pizza, y algunos solitarios como ella, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. No era que tuviera algo en contra de la compañía, pero últimamente había aprendido a disfrutar de su propia soledad. Cuando el bartender colocó la cerveza frente a ella, Shoko levantó el vaso en un brindis silencioso y dio el primer trago. El líquido frío le recorrió la garganta, arrancándole una sonrisa genuina. —Esto es exactamente lo que necesitaba —murmuró para sí misma. Con el vaso en la mano, empezó a distraerse mirando los cuadros en las paredes, todos con fotografías de bandas antiguas y algún que otro autógrafo. La música cambió a una canción de los 80 que le era vagamente familiar, y, sin pensarlo demasiado, comenzó a tararear mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra. El bartender, que limpiaba un vaso cerca, se rió suavemente. —Buena elección, ¿eh? —comentó, señalando la bocina. —No está mal. Aunque me vendría mejor algo más movido —respondió Shoko con un guiño. La noche avanzó sin prisa. Se pidió una segunda cerveza y, después de un rato, se dejó convencer por el bartender para probar un aperitivo de la casa. Para su sorpresa, estaba delicioso. Intercambiaron comentarios triviales: el clima, la música, incluso bromearon sobre el fútbol, aunque ninguno de los dos parecía realmente interesado. Shoko se dio cuenta de que llevaba rato sonriendo sin razón aparente, disfrutando del ambiente, del anonimato, y de la libertad de no tener que pensar demasiado en nada. Cuando terminó su última cerveza, pagó la cuenta y dejó una propina generosa. —Gracias, necesitaba esto —dijo, inclinando ligeramente la cabeza hacia el bartender antes de levantarse. —Vuelve cuando quieras. La próxima canción la eliges tú. Shoko salió del bar con las manos en los bolsillos y el aire frío de la noche despejándole los pensamientos. No había sido una noche extraordinaria ni memorable, pero, de algún modo, había sido perfecta. A veces, solo necesitaba eso: una cerveza fría, buena música y un poco de tiempo para dejar de ser doctora, hechicera, etc, simplemente ser Shoko.
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  • Es una hechicera
    Una seductora

    Ven, déjame estrecharte
    Deja desnudarte bajo la luna poquito a poco
    Es, es una hechicera
    Que domina al hombre con sus danzares
    Con las caderas
    🎵Es una hechicera Una seductora Ven, déjame estrecharte Deja desnudarte bajo la luna poquito a poco Es, es una hechicera Que domina al hombre con sus danzares Con las caderas🎵
    Me endiabla
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  • 𝑆𝘩𝘩… 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩. 𝑁𝑜, 𝑁𝑖 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑛𝑖𝑑𝑜, 𝑛𝑜, 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑒.

    El aire estaba embebido de un perfume extravagante que se pegaba al vapor que salía de la tetera dejando un sabor en la lengua aunque se inspirara por la nariz. Sabía a adrenalina, dulce como el amor de una madre y a desesperación pero sin saber exactamente de qué. Claramente, era una droga, nada tan divertido o vibrante podía ser parte de la naturaleza.

    𝐵𝑖𝑒𝑛, 𝑒𝑙 𝑎𝑛𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑠𝑖𝑐𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑓𝑢𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝘩𝑎𝑧 𝑟𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑎𝑛𝑎 𝑠𝑖 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑚𝑜𝑣𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎.

    Llevó a la mesa una olla de latón vacía con un par de hojas y ramilletes de hierbas antes de darles un baño con la infusión que estaba en el fuego. La sensación se volvió tres veces más fuerte, hasta el gato que paseaba por ahí se echó a una siesta cerca de la fuente para disfrutar los efectos. Ella, por su parte, se limitó a limpiarse las manos.

    𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑒𝑠, 𝑐𝑢́𝑏𝑟𝑒𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑙𝑙𝑎 𝑦 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎 𝘩𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝘩𝑎𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑒𝑠. 𝐿𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑣𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑜́, ¿𝐷𝑒 𝑎𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜?

    En momentos así, comenzaba a perder el hilo de la realidad. Era exactamente como las brujas y hechiceras en los cuentos que se solían pasar de boca a boca en Zaun. Robando lo mejor de la naturaleza para tratar de enmendar lo peor del hombre. Pero la moral tendría que esperar para la siguiente ocasión, la campanilla de la puerta sonó, y su gente la necesitaba.

    𝐵𝑖𝑒𝑛𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑎 “𝐶𝑎𝑠𝑎”, 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑛𝑖 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎...

    Era él… La maldita personificación de la ley en todo Piltover…

    𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒.

    Jayce Talis

    #Oc #Arcane
    𝑆𝘩𝘩… 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩, 𝑠𝘩𝘩. 𝑁𝑜, 𝑁𝑖 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑛𝑖𝑑𝑜, 𝑛𝑜, 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑒. El aire estaba embebido de un perfume extravagante que se pegaba al vapor que salía de la tetera dejando un sabor en la lengua aunque se inspirara por la nariz. Sabía a adrenalina, dulce como el amor de una madre y a desesperación pero sin saber exactamente de qué. Claramente, era una droga, nada tan divertido o vibrante podía ser parte de la naturaleza. 𝐵𝑖𝑒𝑛, 𝑒𝑙 𝑎𝑛𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑠𝑖𝑐𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑓𝑢𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝘩𝑎𝑧 𝑟𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑎𝑛𝑎 𝑠𝑖 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑚𝑜𝑣𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎. Llevó a la mesa una olla de latón vacía con un par de hojas y ramilletes de hierbas antes de darles un baño con la infusión que estaba en el fuego. La sensación se volvió tres veces más fuerte, hasta el gato que paseaba por ahí se echó a una siesta cerca de la fuente para disfrutar los efectos. Ella, por su parte, se limitó a limpiarse las manos. 𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑒𝑠, 𝑐𝑢́𝑏𝑟𝑒𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑙𝑙𝑎 𝑦 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎 𝘩𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝘩𝑎𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑒𝑠. 𝐿𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑣𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑜́, ¿𝐷𝑒 𝑎𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜? En momentos así, comenzaba a perder el hilo de la realidad. Era exactamente como las brujas y hechiceras en los cuentos que se solían pasar de boca a boca en Zaun. Robando lo mejor de la naturaleza para tratar de enmendar lo peor del hombre. Pero la moral tendría que esperar para la siguiente ocasión, la campanilla de la puerta sonó, y su gente la necesitaba. 𝐵𝑖𝑒𝑛𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑎 “𝐶𝑎𝑠𝑎”, 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑛𝑖 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎... Era él… La maldita personificación de la ley en todo Piltover… 𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒. [defender_of_tomorrow] #Oc #Arcane
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  • ⊹⋅˚₊ ‧₊˚ ⋅ ⊹  𝐵𝑙𝑢𝑒-𝑒𝑦𝑒𝑠 𝑤𝘩𝑖𝑡𝑒 𝑑𝑟𝑎𝑔𝑜𝑛
    ❛  ✦     ✦  ❜

    —Ésto no tiene cara de My Melody. ¿Cierto?— Preguntaba a sus amigos a quienes les había dado su cajita con el juguete de McDonald's mientras ella miraba atentamente la pantalla de su celular. En la foto se podía apreciar claramente un peluche de conejita rosa con ropa de maga o hechicera, no estaba segura; después de todo, no era fanática como tal de Yu-Gi-Oh para saber exactamente de que estaba disfrazada su personaje favorito.

    Acto seguido, tomó la cajita que le habían dado luego de pedir su comida. En la ilustración claramente no estaba My Melody, sino que un monito llamado Cinnamoroll, quién compartía un parecido perturbador con Gojo-sensei...

    —No lo quiero.— Le dio su cajita a Fushiguro quien era el más distraído, para después ponerse de pie e ir a la caja y ordenar nuevamente. Ésta vez se aseguraría de pedir a My Melody y, en el peor de los casos, pelear por ella. Su fiel martillo y clavos fijados al cinturón en su cadera en caso de ser necesarios en su importante misión.
    ⊹⋅˚₊ 🔨 ‧₊˚ ⋅ ⊹  𝐵𝑙𝑢𝑒-𝑒𝑦𝑒𝑠 𝑤𝘩𝑖𝑡𝑒 𝑑𝑟𝑎𝑔𝑜𝑛 ❛  ✦  🎀   ✦  ❜ —Ésto no tiene cara de My Melody. ¿Cierto?— Preguntaba a sus amigos a quienes les había dado su cajita con el juguete de McDonald's mientras ella miraba atentamente la pantalla de su celular. En la foto se podía apreciar claramente un peluche de conejita rosa con ropa de maga o hechicera, no estaba segura; después de todo, no era fanática como tal de Yu-Gi-Oh para saber exactamente de que estaba disfrazada su personaje favorito. Acto seguido, tomó la cajita que le habían dado luego de pedir su comida. En la ilustración claramente no estaba My Melody, sino que un monito llamado Cinnamoroll, quién compartía un parecido perturbador con Gojo-sensei... —No lo quiero.— Le dio su cajita a Fushiguro quien era el más distraído, para después ponerse de pie e ir a la caja y ordenar nuevamente. Ésta vez se aseguraría de pedir a My Melody y, en el peor de los casos, pelear por ella. Su fiel martillo y clavos fijados al cinturón en su cadera en caso de ser necesarios en su importante misión.
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  • ( ꩜ ᯅ ꩜;)  𝐻𝑎𝑖𝑟 𝑜𝑓 𝑑𝑜𝑜𝑚!
    ❛  ✦     ✦  ❜
          

    Nobara se había puesto unas extensiones que había conseguido en SHEIN(?). Estaba satisfecha con el resultado y le quedaba bonito el cabello largo. Seguramente así llamaría más la atención para ser contemplada en algún proyecto de modelaje o mejor aún, quizá hasta para una campaña publicitaria de productos para el cuidado capilar.

    Pero todo lo que bien empieza, tiene un final. Si bien se veía preciosa con una cabellera larga, ésto tenía su precio. Resultó que pese a ser extensiones, el cabello largo requería de muchos cuidados, el aire lo enmarañaba, el pelo falso se caía como si se tratase de muda de pelaje. Y cómo hechicera, no era conveniente en lo absoluto durante una batalla... Ser bella costaba caro.

    Quería gritar y arrancarse esas extensiones. —¡NUNCA MÁS! NO SOY EL MEJOR SOLDADO PARA SOPORTAR ÉSTA CLASE DE TORTURA!— Gritaba con desagrado frente al espejo, extrañaba su cabello corto.

    (𝐿𝑎 𝑖𝑑𝑒𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑖𝑣𝑖𝑠𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑏𝑜𝑛𝑖𝑡𝑜𝑠 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑖𝑛𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑖 𝑝𝑖𝑐𝑖𝑜𝑠𝑜 𝑀𝑒𝑔𝑢𝑚𝑖 (?) 𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑦 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑜́𝑛 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛 𝑝𝑜𝑐𝑜.)
    ( ꩜ ᯅ ꩜;)  𝐻𝑎𝑖𝑟 𝑜𝑓 𝑑𝑜𝑜𝑚! ❛  ✦  🎀   ✦  ❜        Nobara se había puesto unas extensiones que había conseguido en SHEIN(?). Estaba satisfecha con el resultado y le quedaba bonito el cabello largo. Seguramente así llamaría más la atención para ser contemplada en algún proyecto de modelaje o mejor aún, quizá hasta para una campaña publicitaria de productos para el cuidado capilar. Pero todo lo que bien empieza, tiene un final. Si bien se veía preciosa con una cabellera larga, ésto tenía su precio. Resultó que pese a ser extensiones, el cabello largo requería de muchos cuidados, el aire lo enmarañaba, el pelo falso se caía como si se tratase de muda de pelaje. Y cómo hechicera, no era conveniente en lo absoluto durante una batalla... Ser bella costaba caro. Quería gritar y arrancarse esas extensiones. —¡NUNCA MÁS! NO SOY EL MEJOR SOLDADO PARA SOPORTAR ÉSTA CLASE DE TORTURA!— Gritaba con desagrado frente al espejo, extrañaba su cabello corto. (𝐿𝑎 𝑖𝑑𝑒𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑖𝑣𝑖𝑠𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑏𝑜𝑛𝑖𝑡𝑜𝑠 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑖𝑛𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑖 𝑝𝑖𝑐𝑖𝑜𝑠𝑜 𝑀𝑒𝑔𝑢𝑚𝑖 (?) 𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑦 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑜́𝑛 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛 𝑝𝑜𝑐𝑜.)
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