• Poppy Davies apoyó la cabeza contra la ventanilla del Impala y dejó escapar un pequeño bostezo.

    — Recuérdame otra vez por qué estoy siendo "𝘰𝘣𝘭𝘪𝘨𝘢𝘥𝘢" a esto… —murmuró, cruzando los brazos con expresión de fastidio.

    DEAN WINCHESTER, al volante, giró la cabeza hacia ella con una sonrisa burlona.

    — Porque necesitamos salir, socializar, vivir un poco.

    — ¿Y tu idea de "vivir un poco" es ir a un partido de baloncesto?

    Dean puso los ojos en blanco.

    — Oh, vamos, Pops. No es una cacería, no hay fantasmas, vampiros ni demonios. Solo un estadio, cerveza fría y un montón de tipos lanzando una pelota. Un descanso de lo sobrenatural.

    Poppy ladeó la cabeza hacia él, claramente poco convencida.

    — La última vez que dijiste "un descanso de lo sobrenatural", terminamos atrapados en un cine encantado con un espíritu obsesionado con las películas de los años 50.

    Dean soltó una carcajada.

    — Bueno, técnicamente, eso no fue mi culpa.

    — Ajá, claro —resopló ella, mirando por la ventana—. Solo digo que si algo raro pasa en este partido, te lo restregaré en la cara.

    — Lo acepto —dijo Dean con un encogimiento de hombros—, pero relájate, princesa. Hoy solo vamos a disfrutar. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo normal?

    Poppy parpadeó, dándose cuenta de que no tenía una respuesta inmediata. Con una mueca resignada, dejó escapar otro pequeño bostezo y apoyó la mejilla en la palma de su mano.

    — Está bien, pero si esto se vuelve aburrido, quiero comida gratis.

    Dean sonrió con suficiencia.

    —Trato hecho. Pero te advierto, Pomerania… después de esta noche, puede que hasta te guste el baloncesto.

    Ella arqueó una ceja, pero la sonrisa que intentó ocultar traicionó su desinterés fingido. Mientras el Impala rugía por la carretera, Poppy solo podía esperar que, por una vez, Dean tuviera razón y esto fuera solo un partido.

    El estadio estaba abarrotado, las luces brillaban intensamente sobre la cancha de madera pulida y el bullicio de la multitud hacía que Poppy se sintiera fuera de lugar. Se ajustó la chaqueta y miró a su alrededor con expresión de escepticismo mientras Dean, emocionado como un niño en Navidad, la guiaba hasta sus asientos de pista.

    — Mira esto, Pops. Asientos perfectos, buena vista de la cancha y, lo mejor de todo… —Dean se giró con una sonrisa orgullosa y levantó dos vasos de cerveza—. La magia del baloncesto servida fría.

    Poppy tomó el suyo con un gesto resignado, dando un sorbo mientras observaba a los jugadores calentando.

    —Bien, estamos aquí. Ahora dime, ¿cuál es el plan? ¿Solo gritamos cada vez que alguien lanza el balón o hay una ciencia detrás de esto?

    Dean se rió y sacudió la cabeza.

    — No te preocupes, lo entenderás cuando el juego empiece. Solo siéntelo, Davies. La emoción, la tensión, el drama… —Hizo un gesto amplio con los brazos—. Es como una cacería, pero sin la parte de morir.

    Ella lo miró de reojo, divertida.

    — ¿Seguro? Porque esa multitud parece dispuesta a matar si su equipo pierde.

    Justo en ese momento, el sonido ensordecedor de la bocina hizo temblar el estadio, marcando el inicio del partido. La multitud rugió, Dean se puso de pie de un salto y Poppy se encogió ligeramente, aún tratando de entender qué demonios hacía allí.

    A medida que los minutos avanzaban, Poppy no podía evitar notar lo inmerso que estaba Dean. Gritaba, aplaudía, maldecía cuando el árbitro pitaba algo que no le gustaba, e incluso saltó cuando su equipo encestó un triple espectacular.

    —¡¿Has visto eso, Pomerania?! —exclamó, dándole un codazo amistoso.

    Ella parpadeó y se encogió de hombros.

    —Sí, alguien ha metido una pelota en un aro. Impactante.

    Dean soltó una carcajada y sacudió la cabeza.

    —Eres un caso perdido.

    Pero lo cierto era que, aunque no lo admitiera, Poppy empezaba a disfrutar el ambiente. Había una energía contagiosa en todo aquello, en la pasión de la gente y en la forma en que Dean se dejaba llevar por la emoción. Se sorprendió a sí misma inclinándose un poco hacia adelante cuando el marcador se puso parejo.
    Sabia que Dean vería a través de su desinterés fingido, y la encontraría ligeramente interesada, pero era algo que jamás aceptaría en voz alta.
    Poppy Davies apoyó la cabeza contra la ventanilla del Impala y dejó escapar un pequeño bostezo. — Recuérdame otra vez por qué estoy siendo "𝘰𝘣𝘭𝘪𝘨𝘢𝘥𝘢" a esto… —murmuró, cruzando los brazos con expresión de fastidio. [thxsoldier], al volante, giró la cabeza hacia ella con una sonrisa burlona. — Porque necesitamos salir, socializar, vivir un poco. — ¿Y tu idea de "vivir un poco" es ir a un partido de baloncesto? Dean puso los ojos en blanco. — Oh, vamos, Pops. No es una cacería, no hay fantasmas, vampiros ni demonios. Solo un estadio, cerveza fría y un montón de tipos lanzando una pelota. Un descanso de lo sobrenatural. Poppy ladeó la cabeza hacia él, claramente poco convencida. — La última vez que dijiste "un descanso de lo sobrenatural", terminamos atrapados en un cine encantado con un espíritu obsesionado con las películas de los años 50. Dean soltó una carcajada. — Bueno, técnicamente, eso no fue mi culpa. — Ajá, claro —resopló ella, mirando por la ventana—. Solo digo que si algo raro pasa en este partido, te lo restregaré en la cara. — Lo acepto —dijo Dean con un encogimiento de hombros—, pero relájate, princesa. Hoy solo vamos a disfrutar. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo normal? Poppy parpadeó, dándose cuenta de que no tenía una respuesta inmediata. Con una mueca resignada, dejó escapar otro pequeño bostezo y apoyó la mejilla en la palma de su mano. — Está bien, pero si esto se vuelve aburrido, quiero comida gratis. Dean sonrió con suficiencia. —Trato hecho. Pero te advierto, Pomerania… después de esta noche, puede que hasta te guste el baloncesto. Ella arqueó una ceja, pero la sonrisa que intentó ocultar traicionó su desinterés fingido. Mientras el Impala rugía por la carretera, Poppy solo podía esperar que, por una vez, Dean tuviera razón y esto fuera solo un partido. El estadio estaba abarrotado, las luces brillaban intensamente sobre la cancha de madera pulida y el bullicio de la multitud hacía que Poppy se sintiera fuera de lugar. Se ajustó la chaqueta y miró a su alrededor con expresión de escepticismo mientras Dean, emocionado como un niño en Navidad, la guiaba hasta sus asientos de pista. — Mira esto, Pops. Asientos perfectos, buena vista de la cancha y, lo mejor de todo… —Dean se giró con una sonrisa orgullosa y levantó dos vasos de cerveza—. La magia del baloncesto servida fría. Poppy tomó el suyo con un gesto resignado, dando un sorbo mientras observaba a los jugadores calentando. —Bien, estamos aquí. Ahora dime, ¿cuál es el plan? ¿Solo gritamos cada vez que alguien lanza el balón o hay una ciencia detrás de esto? Dean se rió y sacudió la cabeza. — No te preocupes, lo entenderás cuando el juego empiece. Solo siéntelo, Davies. La emoción, la tensión, el drama… —Hizo un gesto amplio con los brazos—. Es como una cacería, pero sin la parte de morir. Ella lo miró de reojo, divertida. — ¿Seguro? Porque esa multitud parece dispuesta a matar si su equipo pierde. Justo en ese momento, el sonido ensordecedor de la bocina hizo temblar el estadio, marcando el inicio del partido. La multitud rugió, Dean se puso de pie de un salto y Poppy se encogió ligeramente, aún tratando de entender qué demonios hacía allí. A medida que los minutos avanzaban, Poppy no podía evitar notar lo inmerso que estaba Dean. Gritaba, aplaudía, maldecía cuando el árbitro pitaba algo que no le gustaba, e incluso saltó cuando su equipo encestó un triple espectacular. —¡¿Has visto eso, Pomerania?! —exclamó, dándole un codazo amistoso. Ella parpadeó y se encogió de hombros. —Sí, alguien ha metido una pelota en un aro. Impactante. Dean soltó una carcajada y sacudió la cabeza. —Eres un caso perdido. Pero lo cierto era que, aunque no lo admitiera, Poppy empezaba a disfrutar el ambiente. Había una energía contagiosa en todo aquello, en la pasión de la gente y en la forma en que Dean se dejaba llevar por la emoción. Se sorprendió a sí misma inclinándose un poco hacia adelante cuando el marcador se puso parejo. Sabia que Dean vería a través de su desinterés fingido, y la encontraría ligeramente interesada, pero era algo que jamás aceptaría en voz alta.
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  • El silencio del búnker era sofocante. Dean Winchester se apoyó en la mesa de madera, la mirada fija en el whisky de su vaso, pero su mente estaba muy lejos de allí. La lámpara sobre él parpadeó levemente, proyectando sombras alargadas en las paredes cubiertas de libros, pero ni siquiera el ambiente lúgubre podía compararse con la tormenta que se arremolinaba en su cabeza.

    No encontraba la respuesta.

    Había repasado cada caso parecido, cada criatura que se ajustara al problema, cada solución que alguna vez había funcionado… pero esta vez nada encajaba. Y eso le carcomía por dentro.

    —Piensa, maldita sea… —susurró, pasándose las manos por la cara.

    Pero su mente no cooperaba. En lugar de lógica, lo asaltaban los fantasmas de sus fracasos. El eco de las veces que no llegó a tiempo. De las promesas que rompió. De las miradas de aquellos a quienes no pudo salvar.

    El whisky bajó ardiendo por su garganta, pero no ayudó a apagar el fuego de la culpa.

    Se puso de pie de golpe y comenzó a caminar en círculos por la habitación, las botas resonando contra el suelo de concreto. Tenía que haber algo. Tenía que haber una forma. Porque si la respuesta no estaba en los libros, ni en los contactos que le quedaban, significaba que estaba dentro de él.

    Respiró hondo y cerró los ojos. Dejó que la ansiedad lo atravesara como una bala, que la desesperación le mostrara su peor cara… y entonces, en medio de todo el caos mental, una idea se filtró. Un detalle que había pasado por alto.

    Abrió los ojos.

    Por primera vez en horas, su respiración se calmó.

    Sí. Había una salida. Y si había aprendido algo en su vida, era que nunca debía subestimar su instinto.
    El silencio del búnker era sofocante. Dean Winchester se apoyó en la mesa de madera, la mirada fija en el whisky de su vaso, pero su mente estaba muy lejos de allí. La lámpara sobre él parpadeó levemente, proyectando sombras alargadas en las paredes cubiertas de libros, pero ni siquiera el ambiente lúgubre podía compararse con la tormenta que se arremolinaba en su cabeza. No encontraba la respuesta. Había repasado cada caso parecido, cada criatura que se ajustara al problema, cada solución que alguna vez había funcionado… pero esta vez nada encajaba. Y eso le carcomía por dentro. —Piensa, maldita sea… —susurró, pasándose las manos por la cara. Pero su mente no cooperaba. En lugar de lógica, lo asaltaban los fantasmas de sus fracasos. El eco de las veces que no llegó a tiempo. De las promesas que rompió. De las miradas de aquellos a quienes no pudo salvar. El whisky bajó ardiendo por su garganta, pero no ayudó a apagar el fuego de la culpa. Se puso de pie de golpe y comenzó a caminar en círculos por la habitación, las botas resonando contra el suelo de concreto. Tenía que haber algo. Tenía que haber una forma. Porque si la respuesta no estaba en los libros, ni en los contactos que le quedaban, significaba que estaba dentro de él. Respiró hondo y cerró los ojos. Dejó que la ansiedad lo atravesara como una bala, que la desesperación le mostrara su peor cara… y entonces, en medio de todo el caos mental, una idea se filtró. Un detalle que había pasado por alto. Abrió los ojos. Por primera vez en horas, su respiración se calmó. Sí. Había una salida. Y si había aprendido algo en su vida, era que nunca debía subestimar su instinto.
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  • I bet on losing dogs — Mitski

    Shoko se recostó en la fría banca del tejado, el filtro de un cigarrillo consumiéndose entre sus dedos. El humo ascendía en espirales, desdibujándose contra el cielo gris. La música de su teléfono, apenas audible, se mezclaba con los ecos del pasado que resonaban en su mente.

    "My baby, my baby..."

    Había apostado todo a perder. Siempre lo hacía. En sus recuerdos, Suguru y Satoru reían, sus figuras borrosas por la distancia de los años. Ellos eran los brillantes, los invencibles, mientras ella había sido la sombra, siempre al borde de desaparecer. Aun así, los amaba. Los amaba con una devoción que la asfixiaba, sabiendo que nunca sería suficiente para salvarlos, para retenerlos.

    "I bet on losing dogs..."

    Suguru, especialmente, se le aparecía en los momentos más inoportunos, como ahora. Su rostro, joven y lleno de promesas rotas, la observaba desde las volutas del humo. Shoko había apostado por él, incluso cuando el mundo gritaba que era una causa perdida. Lo había visto desmoronarse y no había hecho nada, atrapada entre su deber y su amor mal disimulado.

    "I know they’re losing and I’ll never win..."

    Exhaló, sintiendo cómo el peso en su pecho se expandía, llenando cada rincón de su ser. Ella no lloraba, no podía, no debía. Pero el vacío era constante, un agujero negro en el centro de su corazón. Amar a los perros perdidos significaba abrazar la ruina, pero esa era su elección. Y la elección de seguir adelante, de vivir con los fantasmas, era lo único que le quedaba.

    El cigarrillo llegó a su fin, y Shoko lo apagó contra la barandilla metálica. Cerró los ojos un momento, dejando que el eco de la música se desvaneciera. En silencio, se prometió no olvidar, porque aunque todo era pérdida, esas pérdidas eran suyas.

    Y las amaba.

    I bet on losing dogs — Mitski Shoko se recostó en la fría banca del tejado, el filtro de un cigarrillo consumiéndose entre sus dedos. El humo ascendía en espirales, desdibujándose contra el cielo gris. La música de su teléfono, apenas audible, se mezclaba con los ecos del pasado que resonaban en su mente. "My baby, my baby..." Había apostado todo a perder. Siempre lo hacía. En sus recuerdos, Suguru y Satoru reían, sus figuras borrosas por la distancia de los años. Ellos eran los brillantes, los invencibles, mientras ella había sido la sombra, siempre al borde de desaparecer. Aun así, los amaba. Los amaba con una devoción que la asfixiaba, sabiendo que nunca sería suficiente para salvarlos, para retenerlos. "I bet on losing dogs..." Suguru, especialmente, se le aparecía en los momentos más inoportunos, como ahora. Su rostro, joven y lleno de promesas rotas, la observaba desde las volutas del humo. Shoko había apostado por él, incluso cuando el mundo gritaba que era una causa perdida. Lo había visto desmoronarse y no había hecho nada, atrapada entre su deber y su amor mal disimulado. "I know they’re losing and I’ll never win..." Exhaló, sintiendo cómo el peso en su pecho se expandía, llenando cada rincón de su ser. Ella no lloraba, no podía, no debía. Pero el vacío era constante, un agujero negro en el centro de su corazón. Amar a los perros perdidos significaba abrazar la ruina, pero esa era su elección. Y la elección de seguir adelante, de vivir con los fantasmas, era lo único que le quedaba. El cigarrillo llegó a su fin, y Shoko lo apagó contra la barandilla metálica. Cerró los ojos un momento, dejando que el eco de la música se desvaneciera. En silencio, se prometió no olvidar, porque aunque todo era pérdida, esas pérdidas eran suyas. Y las amaba.
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  • Porque tanta visita a mi perfil? Quien sos?? Que me intriga y me ponen nerviosa!
    Descubrete!! Que me da pendiente... Siento como me espían!

    -algo inquieta y con algo de miedo se asomaba para ver si ese ser podía descubrirse... Pues Alma estaba por mudarse a otra casa pensando que posiblemente estaba siendo invadida por fantasmas.-
    Porque tanta visita a mi perfil? Quien sos?? Que me intriga y me ponen nerviosa! Descubrete!! Que me da pendiente... Siento como me espían! -algo inquieta y con algo de miedo se asomaba para ver si ese ser podía descubrirse... Pues Alma estaba por mudarse a otra casa pensando que posiblemente estaba siendo invadida por fantasmas.-
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  • #Monorol

    𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎
    ...
    𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒
    𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼

    𝟭𝟭 𝙙𝙚 𝙅𝙪𝙡𝙞𝙤, 𝙍𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙖

    El alto peliblanco, con la mirada ensombrecida, revivía los recuerdos de este horrible lugar. Sus ojos se clavaban en los detalles de la siniestra mansión de la Vorágine, como buscando fragmentos de un pasado perdido. Con sus fieles Desert Eagles, majestuosas y de altísimo calibre, en sus manos, sentía el peso de la plata en las empuñaduras, listo estaba para entrar en el pasado más profundo de su alma, el lugar que dió origen a todo sus males.

    Las rejas de la mansión se abrieron con un grito agudo y aterrador. Una vez dentro, él miro sus armas que reflejaron la luz del sol

    ❝Supongo que es hora de volver a mi hogar❞

    Avanzó lentamente, observando con precaución a su alrededor, consciente de que no estaba en un lugar seguro. Solo quedaban ruinas de lo que alguna vez fue un orfanato famoso y muy popular.

    Famoso por las prácticas inhumanas que allí se llevaban a cabo.

    Entre las ruinas desgastadas y llenas de maleza de la mansión, se mantuvo al margen al ver el desolador panorama. Curiosamente, la puerta principal estaba abierta. Y con un suspiro, entró golpeando la puerta abruptamente apuntando, solo para encontrarse con un pasillo vacío.

    Rápidamente, una luz iluminó sus ojos y destellos de recuerdos afloraron en su mente, desplegando una visión o no. Ante él, los fantasmas de niños jugando y corriendo. Y por un instante, vio fantasmas de niños jugando en cada rincón oscuro de la mansión deshabitada. Se reían y conversaban, llegando incluso a llamarlo por su nombre. Pero también vio los fantasmas de hombres en batas blancas que observaban a lo lejos, los niños que jugaban y reían. A medida que se adentraba en la mansión oscura y deshabitada, el crujido de la madera bajo sus pies se mezcló con las risas de los niños y las botas de los hombres en batas blancas.

    ❝Es hora de volver a empezar lo que nunca terminaste❞

    Con voz grave y temblorosa, apretó con fuerza sus Desert Eagles, mientras su ceño se fruncía con una ira que había estado acumulando durante años.....
    #Monorol 𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎 ... 𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒 𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼 𝟭𝟭 𝙙𝙚 𝙅𝙪𝙡𝙞𝙤, 𝙍𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙖 El alto peliblanco, con la mirada ensombrecida, revivía los recuerdos de este horrible lugar. Sus ojos se clavaban en los detalles de la siniestra mansión de la Vorágine, como buscando fragmentos de un pasado perdido. Con sus fieles Desert Eagles, majestuosas y de altísimo calibre, en sus manos, sentía el peso de la plata en las empuñaduras, listo estaba para entrar en el pasado más profundo de su alma, el lugar que dió origen a todo sus males. Las rejas de la mansión se abrieron con un grito agudo y aterrador. Una vez dentro, él miro sus armas que reflejaron la luz del sol ❝Supongo que es hora de volver a mi hogar❞ Avanzó lentamente, observando con precaución a su alrededor, consciente de que no estaba en un lugar seguro. Solo quedaban ruinas de lo que alguna vez fue un orfanato famoso y muy popular. Famoso por las prácticas inhumanas que allí se llevaban a cabo. Entre las ruinas desgastadas y llenas de maleza de la mansión, se mantuvo al margen al ver el desolador panorama. Curiosamente, la puerta principal estaba abierta. Y con un suspiro, entró golpeando la puerta abruptamente apuntando, solo para encontrarse con un pasillo vacío. Rápidamente, una luz iluminó sus ojos y destellos de recuerdos afloraron en su mente, desplegando una visión o no. Ante él, los fantasmas de niños jugando y corriendo. Y por un instante, vio fantasmas de niños jugando en cada rincón oscuro de la mansión deshabitada. Se reían y conversaban, llegando incluso a llamarlo por su nombre. Pero también vio los fantasmas de hombres en batas blancas que observaban a lo lejos, los niños que jugaban y reían. A medida que se adentraba en la mansión oscura y deshabitada, el crujido de la madera bajo sus pies se mezcló con las risas de los niños y las botas de los hombres en batas blancas. ❝Es hora de volver a empezar lo que nunca terminaste❞ Con voz grave y temblorosa, apretó con fuerza sus Desert Eagles, mientras su ceño se fruncía con una ira que había estado acumulando durante años.....
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  • 𝐏𝐑𝐄𝐋𝐔𝐃𝐈𝐎: 𝐄𝐋 𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐄́𝐑𝐃𝐈𝐃𝐀
    Fandom DnD, Baldur's Gate
    Categoría Slice of Life
    En los juzgados de Baldur’s Gate reinaba el silencio, un silencio que se constituía por las cosas que faltaban, si uno oía atentamente podría escuchar que no había el murmullo de alguien que necesitase ayuda por ser salvado de una acusación injusta, ni tampoco el movimiento apresurado de los becarios, tampoco estaba el sonido de las plumas escribiendo sobre pergaminos, ni el de los jueces debatiendo entre ellos sobre un caso concreto, aquel silencio era el silencio de la pérdida y Rennyn que estaba sentada en su lujosa silla y leía el periódico, era su dueña.



    Aquella mañana, que no era especial, ni diferente a las demás, Rennyn sentía todavía más el abrazo de la Dama de la Pérdida. Pocos eran los adoradores de la dama Sharr en Puerta de Baldur, pero… ella había perdido algo demasiado valioso y el consuelo de la dama oscura le había llenado un vacío en el corazón que nadie era capaz de rellenar.
    Rennyn revisaba viejos papeles, viejos periódicos rememorando una noche fatídica, aquella en la que perdió su hermosa perla, una perla que era la más valiosa. Era una perla especial.

    El silencio se vio interrumpido por alguien que llamaba a la puerta.

    — ¿Sí?

    Alzó la voz Rennyn que miró por encima de una lupa que tenía en la mano derecha, la puerta se abrió y dio paso a un hombre moreno, que ya algunas canas peinaba de ojos fríos como el hielo y un tanto musculoso, era el carcelero.

    — Magistrada, deberíamos hablar.

    — ¿Hmpf?

    Ella no se metía en los “dominios” del carcelero ni él en los suyos, por lo que aquella interacción le resultó tan extraña como molesta.

    — Hay un prisionero que deberías de escuchar, ha pedido la cabeza pero…

    — Muchos pierden la cabeza bajo tu mando, y no lo juzgo pero ¿Para qué querría yo escuchar los lamentos de un loco?

    — Porque a veces los locos dicen la verdad.

    Si bien era cierto aquello que decían, pues los locos no tenían conciencia de lo que estaba “bien” o “mal” o lo que era “correcto contar” o no, Rennyn asintió.

    — Bien, pero espero que al menos hoy haya desayunado.

    — Como siempre, Magistrada. Alimento mínimo, una vez por día.

    — Denigrante.

    — Son presos, no merecen dignidad alguna, cometieron crimenes.

    — No pienso discutir contigo sobre la reinserción de presos dentro de la sociedad, y menos cuando eres un bruto sin cerebro, llévame ante el preso.

    Y así fue, el carcelero y la magistrada bajaron aquellas escaleras de piedra que daban a los calabozos, era un lugar frío y húmedo, no tenía ninguna comodidad, muchos presos habían muerto entre aquellas rocas, ya fuera por los malos tratos, por su vejez o por que sencillamente habían encontrado la forma de quitarse la vida. Los fantasmas de aquellas atrocidades atormentaban a Rennyn, a decir verdad, odiaba aquel lugar oscuro y frío, lo odiaba con toda su alma. Pero un canturreo la sacó de un monólogo obsesivo interno.

    “ A los escudos de plata una perla robaron,
    ellos se la comieron, ellos se la zamparon.”

    Rennyn abrió tanto los ojos que una rabia intensa hizo que de su cintura descolgara su martillo de plata, sin pensarlo, pero fue el carcelero quien con una delicadeza poco propia de un hombre de su tamaño posó la mano sobre el martillo y lentamente lo bajo observando a través de sus pestañas a la magistrada.

    — Ahora lo entiendes.

    — Mátalo.

    Rennyn mostró su rostro más estoico e inexpresivo.
    El carcelero se llevó la mano al pecho, sonrió.

    — Como ordene, mi señora.

    Rennyn era la ley de plata, la ley de la pérdida, la ley. Ella determinaba quién bajo su mirada debía ser juzgado de muerte y quién no… y cuando encontrase a aquel ser que le robó su perla, iba a matarlo con sus propias manos.
    En los juzgados de Baldur’s Gate reinaba el silencio, un silencio que se constituía por las cosas que faltaban, si uno oía atentamente podría escuchar que no había el murmullo de alguien que necesitase ayuda por ser salvado de una acusación injusta, ni tampoco el movimiento apresurado de los becarios, tampoco estaba el sonido de las plumas escribiendo sobre pergaminos, ni el de los jueces debatiendo entre ellos sobre un caso concreto, aquel silencio era el silencio de la pérdida y Rennyn que estaba sentada en su lujosa silla y leía el periódico, era su dueña. Aquella mañana, que no era especial, ni diferente a las demás, Rennyn sentía todavía más el abrazo de la Dama de la Pérdida. Pocos eran los adoradores de la dama Sharr en Puerta de Baldur, pero… ella había perdido algo demasiado valioso y el consuelo de la dama oscura le había llenado un vacío en el corazón que nadie era capaz de rellenar. Rennyn revisaba viejos papeles, viejos periódicos rememorando una noche fatídica, aquella en la que perdió su hermosa perla, una perla que era la más valiosa. Era una perla especial. El silencio se vio interrumpido por alguien que llamaba a la puerta. — ¿Sí? Alzó la voz Rennyn que miró por encima de una lupa que tenía en la mano derecha, la puerta se abrió y dio paso a un hombre moreno, que ya algunas canas peinaba de ojos fríos como el hielo y un tanto musculoso, era el carcelero. — Magistrada, deberíamos hablar. — ¿Hmpf? Ella no se metía en los “dominios” del carcelero ni él en los suyos, por lo que aquella interacción le resultó tan extraña como molesta. — Hay un prisionero que deberías de escuchar, ha pedido la cabeza pero… — Muchos pierden la cabeza bajo tu mando, y no lo juzgo pero ¿Para qué querría yo escuchar los lamentos de un loco? — Porque a veces los locos dicen la verdad. Si bien era cierto aquello que decían, pues los locos no tenían conciencia de lo que estaba “bien” o “mal” o lo que era “correcto contar” o no, Rennyn asintió. — Bien, pero espero que al menos hoy haya desayunado. — Como siempre, Magistrada. Alimento mínimo, una vez por día. — Denigrante. — Son presos, no merecen dignidad alguna, cometieron crimenes. — No pienso discutir contigo sobre la reinserción de presos dentro de la sociedad, y menos cuando eres un bruto sin cerebro, llévame ante el preso. Y así fue, el carcelero y la magistrada bajaron aquellas escaleras de piedra que daban a los calabozos, era un lugar frío y húmedo, no tenía ninguna comodidad, muchos presos habían muerto entre aquellas rocas, ya fuera por los malos tratos, por su vejez o por que sencillamente habían encontrado la forma de quitarse la vida. Los fantasmas de aquellas atrocidades atormentaban a Rennyn, a decir verdad, odiaba aquel lugar oscuro y frío, lo odiaba con toda su alma. Pero un canturreo la sacó de un monólogo obsesivo interno. “ A los escudos de plata una perla robaron, ellos se la comieron, ellos se la zamparon.” Rennyn abrió tanto los ojos que una rabia intensa hizo que de su cintura descolgara su martillo de plata, sin pensarlo, pero fue el carcelero quien con una delicadeza poco propia de un hombre de su tamaño posó la mano sobre el martillo y lentamente lo bajo observando a través de sus pestañas a la magistrada. — Ahora lo entiendes. — Mátalo. Rennyn mostró su rostro más estoico e inexpresivo. El carcelero se llevó la mano al pecho, sonrió. — Como ordene, mi señora. Rennyn era la ley de plata, la ley de la pérdida, la ley. Ella determinaba quién bajo su mirada debía ser juzgado de muerte y quién no… y cuando encontrase a aquel ser que le robó su perla, iba a matarlo con sus propias manos.
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  • ∆Te contare un secreto, pero no se lo vayas a decir a nadie

    *Susurro en una voz que apenas se puede apreciar, no tan gruesa pero si profunda, como fantasmas o muertos comunicándose desde el más allá*

    ∆Aunque nada es eterno, todo lo que cuidamos dura más

    *Y lentamente se levantó para irse del lugar y dejar que su sombra sea la que reemplace su faz y su presencia*
    ∆Te contare un secreto, pero no se lo vayas a decir a nadie👁️ *Susurro en una voz que apenas se puede apreciar, no tan gruesa pero si profunda, como fantasmas o muertos comunicándose desde el más allá* ∆Aunque nada es eterno, todo lo que cuidamos dura más👁️ *Y lentamente se levantó para irse del lugar y dejar que su sombra sea la que reemplace su faz y su presencia*
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  • ℌ𝔦𝔡𝔢 𝔞𝔫𝔡 𝔖𝔢𝔢𝔨 (c/Calamitus)
    Categoría Acción
    ㅤCurioso rumor circulaba de boca en boca estos últimos días, moviéndose entre susurros deformados del bajo mundo dónde las atrocidades más grandes se mostraban orgullosas, pero por debajo de la mesa, las palabras que hablaban de él se movían con cautela, como si mencionarlo estuviera prohibido, como si el que lo supiera estuviera condenado.

    ㅤPor los bosques cercanos los no muertos por la noche merodeaban, almas que no encontraban su descanso se alimentaban de aquellos que temían a lo que en la oscuridad acechaba. Marionetas fúnebres y almas que se deslizaban llenas con resentimiento dejando una estela de aroma fétido a su paso, listos para abalanzarse contra el primer desafortunado que perdía los pasos a casa, así habían sido los últimos cien años, tierra de muertos que los dioses no deseaban tocar, pues era mejor tenerlos allí que dispersar fantasmas y espíritus a una ciudad que había perdido la habilidad de lidiar con ellos en los últimos dos milenios.

    ㅤPero los rumores no iban de las criaturas nocturnas que allí eran olvidadas, iba más bien de lo que se había descubierto hace poco tiempo, aquello que nadie sabía desde hace cuánto había estado sucediendo, pero sin duda cuando las cosas se dieron a conocer, más de un cuerpo tembló en su lugar.

    ㅤ¿Cómo podría explicarlo?¿Quién podría explicarlo? Las voces que llegaban eran bajas y temblorosas, pero lo que Lixue había escuchado era algo parecido a un mito, pues las palabras no eran claras pero rezaban sobre cómo aquello que habitaba en las penumbras eran aterrorizados por algo más grande, más peligroso que la propia muerte. Todas las historias iniciaban con el relato de un joven extranjero, que perdido en altas horas de la madrugada decidió usar el bosque como su atajo, escéptico de las leyendas, no creía en fantasmas, pero a medio camino algo lo interceptó, espíritus furiosos que se atravesaron en su camino, decapitados y descorazonados, fantasmas que parecieron morir en formas horribles querían unir al muchacho a aquel desafortunado grupo, pero tal como aparecieron, tal se desvanecieron, el joven suspiró aliviado, pero aquel aliento fue devuelto y contenido en su pecho junto con cada latido de su corazón… Aquí es dónde la historia varía y las voces se desaniman.

    ㅤAlgunos dicen que el joven salió de aquel bosque gritando aterrado, diciendo que había una criatura de cinco metros que quiso devorarlo, otros dicen que fue arrojado de entre los árboles y que entre las oscuridad de aquel lugar unos ojos rojos los observaban desde unos respetables tres metros. Muchos especulan de que se trata, ¿un demonio?¿Una criatura mágica?¿un hombre lobo? Sea lo que sea, ahora estaba en los musitos de todos, esa criatura que era capaz de espantar a aquellos que no tienen miedo, de ahuyentar la muerte y atravesar la oscuridad.

    ㅤTodos querían saber qué era pero nadie se atrevía a entrar a aquel lugar.

    ㅤO casi nadie.

    ㅤEn aquel bajo lugar, una figura parecía no pertenecer a aquel mundo. Una joven de cabello negro recogido en un peinado de corona poseía un aspecto fino y delicado, con una tez blanquecina que contrastaba elegante con el abanico negro en su mano. Parecía una muñeca de porcelana ajena a todo lo que ocurría a su alrededor. Pero aunque su vista no se levantaba de la copa de vino tinto, escuchaba con atención cada palabra, cada detalle, sonriendo en sus adentros.

    ㅤLixue… o debería decir, Yingzi, era una reconocida cazadora del mercado negro (no un mercado negro común, por supuesto, ella estaba aún más bajo de que eso) esperando con paciencia la llegada de un cliente, pero aunque se aproximaba un trabajo que dejaría una de sus mayores ganancias, no podía no pensar en la revelación que ante sus oídos ahora se develaba. ¿A qué criatura estarán haciendo referencia todos los cazafortunas de aquel espantoso lugar?

    ㅤFinalmente, al frente suyo, un hombre vestido de negro con ojos agraviados se presentó llegando por parte de Lixue, quién se suponia era su socio. El trabajo era sencillo, pero coincidentemente le llevaría al bosque de pesadilla, el pago sería doble ya que nadie dentro del negocio deseaba inmiscuir sus asuntos en aquel lugar, pero como Lixue pregaba con tanta facilidad, si el precio es justo, no hay tarea que no se pueda llevar a cabo y por supuesto, ahora tenía una excusa para adentrarse en lo profundo, fingiendo que tenía una asunto pendiente además de la curiosidad por aquella bestia.

    ㅤYingzi sonrió y tomó el pago asegurando que esa misma noche iniciaría su labor, levantándose despreocupada de la mesa, saludó y se retiró dejando aquel par de ojos, ahora atónitos detrás. No solo era la curiosidad la que le impulsaba a adelantar el plazo, saber que algo grande le esperaba en las sombras, algo que representaba un posible gran ingreso en su futuro provocaba que se mordiera el labio ante la impaciencia y expectativa.

    ㅤSolo eran cuarenta minutos hasta las afueras, y en todo ese tiempo el camino pareció alargarse hasta la eternidad, lograba divisar los árboles a lo lejos pero parecía nunca llegar a ellos.

    ㅤFinalmente, el aire pesaba y aquella sensación quería absorberla hasta lo más profundo, hasta el corazón de aquel lugar. Los vehículos no llegaban hasta allí, los hombres pasaban kilómetros lejos de aquella zona, pero LiXue había aprendido la discreción y aunque el espíritu de aquel zorro era de utilidad, pues poder adoptar otra forma era una ventaja en sus negocios, aún se colocó una máscara de zorro que cubría la mayor parte de su rostro.

    ㅤEl vestido no era el adecuado ni el usual para la ocasión, aún así creía que no sería molestia aunque al adentrarse algunas ramas se atoraran en la inflada falda.

    ㅤEl silencio reinaba en el lugar, para nada lo habitual según lo que recordaba, los lamentos que en cada ocasión rondaban por el lugar esta vez se hacían notables gracias a su ausencia, el olor de las ánimas tampoco se infiltraba por su desarrollado olfato que podría distinguir a una persona en un kilómetro. Sin dudas algo había cambiado, pero lejos de alterarle, robó de sus labios una sonrisa, ¿En serio los muertos se ocultaban por miedo a algo más grande?

    ㅤEn silencio y con agilidad trepó a un árbol quedando a lo que lucian aproximadamente tres metros de altura, la visión mejoraba pero aún así su objetivo no estaba a la vista, y esa otra cosa tampoco; aunque si lo pensaba bien, no sabía ni siquiera como se veía.

    ㅤCon un talismán de contención en una mano, arrojó una cerilla encendida al suelo antes de materializar una daga mediana en su diestra libre. El suelo debajo empezaba a arder, la llama inicial era especial, alimentado con la energía de un núcleo de fuego era el cebo perfecto para las criaturas hambrientas de calor espiritual, o en su defecto, lo que sea que habitara ese lugar tendría que apresurarse si no deseaba que su hogar se redujera a cenizas. Sea cuál sea, LiXue miraba hacía abajo, con su figura oculta en las sombras, esperando con paciencia y expectativa el desarrollo de esta noche.

    Yan Zhan Xie
    ㅤCurioso rumor circulaba de boca en boca estos últimos días, moviéndose entre susurros deformados del bajo mundo dónde las atrocidades más grandes se mostraban orgullosas, pero por debajo de la mesa, las palabras que hablaban de él se movían con cautela, como si mencionarlo estuviera prohibido, como si el que lo supiera estuviera condenado. ㅤPor los bosques cercanos los no muertos por la noche merodeaban, almas que no encontraban su descanso se alimentaban de aquellos que temían a lo que en la oscuridad acechaba. Marionetas fúnebres y almas que se deslizaban llenas con resentimiento dejando una estela de aroma fétido a su paso, listos para abalanzarse contra el primer desafortunado que perdía los pasos a casa, así habían sido los últimos cien años, tierra de muertos que los dioses no deseaban tocar, pues era mejor tenerlos allí que dispersar fantasmas y espíritus a una ciudad que había perdido la habilidad de lidiar con ellos en los últimos dos milenios. ㅤPero los rumores no iban de las criaturas nocturnas que allí eran olvidadas, iba más bien de lo que se había descubierto hace poco tiempo, aquello que nadie sabía desde hace cuánto había estado sucediendo, pero sin duda cuando las cosas se dieron a conocer, más de un cuerpo tembló en su lugar. ㅤ¿Cómo podría explicarlo?¿Quién podría explicarlo? Las voces que llegaban eran bajas y temblorosas, pero lo que Lixue había escuchado era algo parecido a un mito, pues las palabras no eran claras pero rezaban sobre cómo aquello que habitaba en las penumbras eran aterrorizados por algo más grande, más peligroso que la propia muerte. Todas las historias iniciaban con el relato de un joven extranjero, que perdido en altas horas de la madrugada decidió usar el bosque como su atajo, escéptico de las leyendas, no creía en fantasmas, pero a medio camino algo lo interceptó, espíritus furiosos que se atravesaron en su camino, decapitados y descorazonados, fantasmas que parecieron morir en formas horribles querían unir al muchacho a aquel desafortunado grupo, pero tal como aparecieron, tal se desvanecieron, el joven suspiró aliviado, pero aquel aliento fue devuelto y contenido en su pecho junto con cada latido de su corazón… Aquí es dónde la historia varía y las voces se desaniman. ㅤAlgunos dicen que el joven salió de aquel bosque gritando aterrado, diciendo que había una criatura de cinco metros que quiso devorarlo, otros dicen que fue arrojado de entre los árboles y que entre las oscuridad de aquel lugar unos ojos rojos los observaban desde unos respetables tres metros. Muchos especulan de que se trata, ¿un demonio?¿Una criatura mágica?¿un hombre lobo? Sea lo que sea, ahora estaba en los musitos de todos, esa criatura que era capaz de espantar a aquellos que no tienen miedo, de ahuyentar la muerte y atravesar la oscuridad. ㅤTodos querían saber qué era pero nadie se atrevía a entrar a aquel lugar. ㅤO casi nadie. ㅤEn aquel bajo lugar, una figura parecía no pertenecer a aquel mundo. Una joven de cabello negro recogido en un peinado de corona poseía un aspecto fino y delicado, con una tez blanquecina que contrastaba elegante con el abanico negro en su mano. Parecía una muñeca de porcelana ajena a todo lo que ocurría a su alrededor. Pero aunque su vista no se levantaba de la copa de vino tinto, escuchaba con atención cada palabra, cada detalle, sonriendo en sus adentros. ㅤLixue… o debería decir, Yingzi, era una reconocida cazadora del mercado negro (no un mercado negro común, por supuesto, ella estaba aún más bajo de que eso) esperando con paciencia la llegada de un cliente, pero aunque se aproximaba un trabajo que dejaría una de sus mayores ganancias, no podía no pensar en la revelación que ante sus oídos ahora se develaba. ¿A qué criatura estarán haciendo referencia todos los cazafortunas de aquel espantoso lugar? ㅤFinalmente, al frente suyo, un hombre vestido de negro con ojos agraviados se presentó llegando por parte de Lixue, quién se suponia era su socio. El trabajo era sencillo, pero coincidentemente le llevaría al bosque de pesadilla, el pago sería doble ya que nadie dentro del negocio deseaba inmiscuir sus asuntos en aquel lugar, pero como Lixue pregaba con tanta facilidad, si el precio es justo, no hay tarea que no se pueda llevar a cabo y por supuesto, ahora tenía una excusa para adentrarse en lo profundo, fingiendo que tenía una asunto pendiente además de la curiosidad por aquella bestia. ㅤYingzi sonrió y tomó el pago asegurando que esa misma noche iniciaría su labor, levantándose despreocupada de la mesa, saludó y se retiró dejando aquel par de ojos, ahora atónitos detrás. No solo era la curiosidad la que le impulsaba a adelantar el plazo, saber que algo grande le esperaba en las sombras, algo que representaba un posible gran ingreso en su futuro provocaba que se mordiera el labio ante la impaciencia y expectativa. ㅤSolo eran cuarenta minutos hasta las afueras, y en todo ese tiempo el camino pareció alargarse hasta la eternidad, lograba divisar los árboles a lo lejos pero parecía nunca llegar a ellos. ㅤFinalmente, el aire pesaba y aquella sensación quería absorberla hasta lo más profundo, hasta el corazón de aquel lugar. Los vehículos no llegaban hasta allí, los hombres pasaban kilómetros lejos de aquella zona, pero LiXue había aprendido la discreción y aunque el espíritu de aquel zorro era de utilidad, pues poder adoptar otra forma era una ventaja en sus negocios, aún se colocó una máscara de zorro que cubría la mayor parte de su rostro. ㅤEl vestido no era el adecuado ni el usual para la ocasión, aún así creía que no sería molestia aunque al adentrarse algunas ramas se atoraran en la inflada falda. ㅤEl silencio reinaba en el lugar, para nada lo habitual según lo que recordaba, los lamentos que en cada ocasión rondaban por el lugar esta vez se hacían notables gracias a su ausencia, el olor de las ánimas tampoco se infiltraba por su desarrollado olfato que podría distinguir a una persona en un kilómetro. Sin dudas algo había cambiado, pero lejos de alterarle, robó de sus labios una sonrisa, ¿En serio los muertos se ocultaban por miedo a algo más grande? ㅤEn silencio y con agilidad trepó a un árbol quedando a lo que lucian aproximadamente tres metros de altura, la visión mejoraba pero aún así su objetivo no estaba a la vista, y esa otra cosa tampoco; aunque si lo pensaba bien, no sabía ni siquiera como se veía. ㅤCon un talismán de contención en una mano, arrojó una cerilla encendida al suelo antes de materializar una daga mediana en su diestra libre. El suelo debajo empezaba a arder, la llama inicial era especial, alimentado con la energía de un núcleo de fuego era el cebo perfecto para las criaturas hambrientas de calor espiritual, o en su defecto, lo que sea que habitara ese lugar tendría que apresurarse si no deseaba que su hogar se redujera a cenizas. Sea cuál sea, LiXue miraba hacía abajo, con su figura oculta en las sombras, esperando con paciencia y expectativa el desarrollo de esta noche. [legend_malachite_lobster_769]
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  • En la infinita desesperación existe esperanza ¡Bienvenidos damas y caballeros!, es la primera edición de mi querido podcast "Los fantasmas son el mejor tipo de pokemones", como primera invitada tenemos a una gran invitada. Nessa quien es la líder de gimnasio número dos de la Región Galar, especialista en Pokémon de tipo agua. Viene en pleno uso de sus facultades mentales a hablarnos de las maravillas del mejor tipo de pokemones ¿No es así querida señorita?

    -Están en una casa abandonada, en la sala principal donde hay 1 gran escritorio que es donde esta sentado el pokemon fantasma, y delante hay un sofá color azul donde estaría su invitada. Lo más importante es que hay una cámara encendida apoyada en una mesa de madera en un rincón de la habitación grabando todo-


    Nessa
    En la infinita desesperación existe esperanza ¡Bienvenidos damas y caballeros!, es la primera edición de mi querido podcast "Los fantasmas son el mejor tipo de pokemones", como primera invitada tenemos a una gran invitada. Nessa quien es la líder de gimnasio número dos de la Región Galar, especialista en Pokémon de tipo agua. Viene en pleno uso de sus facultades mentales a hablarnos de las maravillas del mejor tipo de pokemones ¿No es así querida señorita? -Están en una casa abandonada, en la sala principal donde hay 1 gran escritorio que es donde esta sentado el pokemon fantasma, y delante hay un sofá color azul donde estaría su invitada. Lo más importante es que hay una cámara encendida apoyada en una mesa de madera en un rincón de la habitación grabando todo- [zephyr_lime_mule_692]
    Me enjaja
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  • Hoy..
    Los fantasmas tenemos derecho a subir a la superficie, aunque yo ya lo hacía..

    ++ Aún así, su cuerpo dejará de ser tan transparente++
    Hoy.. Los fantasmas tenemos derecho a subir a la superficie, aunque yo ya lo hacía.. ++ Aún así, su cuerpo dejará de ser tan transparente++
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