• #ConoceTuPersonaje

    ¿Dónde vive?

    ­—En la mansión de la familia Phantomhive.

    ¿A qué se dedica?

    ­—Oficialmente, soy el primo del conde Grey quien recibe tutoría del conde Phantomhive. La verdad: soy el hijo de dicho conde, es decir, su heredero.

    ¿Cómo es?

    —¿Cómo soy? En apariencia, puede verlo por sí mismo. En cuanto a personalidad, a fines prácticos, me definiría como una persona tranquila y reservada. Además, sin ánimo de sonar presuntuoso, me destaco por mi intelecto.

    ¿Cómo se describiría?

    —Analítico, precavido y desconfiado.

    ¿Cómo lo describirían los demás?

    —Mi tía Elizabeth dice que mi cara es fría y dura como un hielo, que así, nunca encontraré esposa.

    ¿Cuáles son sus virtudes?

    —Solo necesito tener una, y esa es mi inteligencia.

    ¿Y sus defectos?

    —Tengo dificultades para expresar emociones en mi rostro. Por esa razón, la gente suele pensar que siempre estoy enojado o indiferente.

    ¿Quiénes son sus amigos?

    —No tengo amigos. (Dependiendo de qué trama hablemos: Hiro, Bloom, Heinrich, Grey).

    ¿Cómo reacciona cuando se enfada?

    —Er… —se vio avergonzado de decirlo, al final, carraspeó y dijo: ­—Cuando estoy enojado, suelo tener una reacción explosiva.

    ¿Qué ha perdido?

    —Nada.

    ¿Quién conoce sus secretos?

    —Nadie. (Por el momento, Hiro).

    ¿Tiene algún sueño recurrente?

    Nuevamente, Jean se vió avergonzado.

    —Sueño que mis padres son un matrimonio feliz y acaramelado. Inquietante, ¿verdad?

    ¿A quién ama?

    —A mi familia.

    ¿Qué le hace reír?

    —La torpeza de Finnian, y que me subestimen. Es satisfactorio y divertido ver caras sorprendidas cuando se ven superados por mí.

    ¿Y llorar?

    —Hace años que nada me hace llorar. Cuando era más pequeño, supongo que el brócoli (ahora no lo hace llorar, pero realmente le repugna).

    ¿Qué historia le gustan?

    —El género de misterio, y por culpa de Finnian, algunas novelas románticas.

    Adicional.

    —Todo lo que ha preguntado no saldrá de aquí, ¿verdad? En caso contrario, me temo que no podré dejarlo ir...

    - - -

    | Uniéndome al trend y de paso usando este edit fulero para algo jkajka
    #ConoceTuPersonaje 👑 ¿Dónde vive? ­—En la mansión de la familia Phantomhive. 👑 ¿A qué se dedica? ­—Oficialmente, soy el primo del conde Grey quien recibe tutoría del conde Phantomhive. La verdad: soy el hijo de dicho conde, es decir, su heredero. 👑 ¿Cómo es? —¿Cómo soy? En apariencia, puede verlo por sí mismo. En cuanto a personalidad, a fines prácticos, me definiría como una persona tranquila y reservada. Además, sin ánimo de sonar presuntuoso, me destaco por mi intelecto. 👑 ¿Cómo se describiría? —Analítico, precavido y desconfiado. 👑 ¿Cómo lo describirían los demás? —Mi tía Elizabeth dice que mi cara es fría y dura como un hielo, que así, nunca encontraré esposa. 👑 ¿Cuáles son sus virtudes? —Solo necesito tener una, y esa es mi inteligencia. 👑 ¿Y sus defectos? —Tengo dificultades para expresar emociones en mi rostro. Por esa razón, la gente suele pensar que siempre estoy enojado o indiferente. 👑 ¿Quiénes son sus amigos? —No tengo amigos. (Dependiendo de qué trama hablemos: Hiro, Bloom, Heinrich, Grey). 👑 ¿Cómo reacciona cuando se enfada? —Er… —se vio avergonzado de decirlo, al final, carraspeó y dijo: ­—Cuando estoy enojado, suelo tener una reacción explosiva. 👑 ¿Qué ha perdido? —Nada. 👑 ¿Quién conoce sus secretos? —Nadie. (Por el momento, Hiro). 👑 ¿Tiene algún sueño recurrente? Nuevamente, Jean se vió avergonzado. —Sueño que mis padres son un matrimonio feliz y acaramelado. Inquietante, ¿verdad? 👑¿A quién ama? —A mi familia. 👑 ¿Qué le hace reír? —La torpeza de Finnian, y que me subestimen. Es satisfactorio y divertido ver caras sorprendidas cuando se ven superados por mí. 👑 ¿Y llorar? —Hace años que nada me hace llorar. Cuando era más pequeño, supongo que el brócoli (ahora no lo hace llorar, pero realmente le repugna). 👑 ¿Qué historia le gustan? —El género de misterio, y por culpa de Finnian, algunas novelas románticas. 👑 Adicional. —Todo lo que ha preguntado no saldrá de aquí, ¿verdad? En caso contrario, me temo que no podré dejarlo ir... - - - | Uniéndome al trend y de paso usando este edit fulero para algo jkajka
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  • La lluvia había cesado hacía apenas unas horas, dejando un aroma húmedo sobre la aldea costera en la que Kyu, el pequeño vagabundo, acababa de cumplir una misión menor. Su trabajo consistía en investigar una red de contrabando de artefactos malditos. Sin embargo, entre los objetos confiscados por los cazadores contratados, uno llamó poderosamente su atención.

    Era un medallón oxidado, sencillo y con una pequeña inscripción en su interior: un fragmento de la canción de cuna que él conocía de memoria, como si su alma la hubiera susurrado desde siempre. Kyu se quedó helado, con la pieza entre sus dedos temblorosos. Por un segundo, el mundo pareció detenerse.

    —Esta... ¿esta es mi canción —susurró—. ¿De dónde vino esto?

    El viejo encargado del almacén lo miró sorprendido y respondió:

    —Eso lo sacaron de una cueva hace unos días, al norte. Había muchas cosas raras ahí, pero eso en particular lo traía un mercenario con apellido Zoldry, o algo así...

    El corazón de Kyu dio un brinco doloroso en su pecho. Ese apellido. Esa canción. Todo apuntaba en la misma dirección.

    Desde entonces, empezó a seguir los rastros como buen cazador. Aprendió a rastrear firmas de aura, a descifrar documentos ocultos, a infiltrar ruinas olvidadas donde los rumores de una familia temida, poderosa y sangrienta se repetían: una estirpe de asesinos cuyo símbolo era el mismo grabado en el medallón.

    Cada paso le acercaba más. Cada misión que tomaba era con la esperanza de cruzarse con alguien, algo, cualquier pista que lo guiara. La canción de cuna que tarareaba cuando estaba solo era su brújula emocional.

    Y aunque su corazón de niño aún se aferraba a la esperanza de una familia que lo buscaba, que lo extrañaba, que lo esperaba con los brazos abiertos… el peso de las evidencias empezaba a filtrarse en su alma como gotas de agua helada.
    La lluvia había cesado hacía apenas unas horas, dejando un aroma húmedo sobre la aldea costera en la que Kyu, el pequeño vagabundo, acababa de cumplir una misión menor. Su trabajo consistía en investigar una red de contrabando de artefactos malditos. Sin embargo, entre los objetos confiscados por los cazadores contratados, uno llamó poderosamente su atención. Era un medallón oxidado, sencillo y con una pequeña inscripción en su interior: un fragmento de la canción de cuna que él conocía de memoria, como si su alma la hubiera susurrado desde siempre. Kyu se quedó helado, con la pieza entre sus dedos temblorosos. Por un segundo, el mundo pareció detenerse. —Esta... ¿esta es mi canción —susurró—. ¿De dónde vino esto? El viejo encargado del almacén lo miró sorprendido y respondió: —Eso lo sacaron de una cueva hace unos días, al norte. Había muchas cosas raras ahí, pero eso en particular lo traía un mercenario con apellido Zoldry, o algo así... El corazón de Kyu dio un brinco doloroso en su pecho. Ese apellido. Esa canción. Todo apuntaba en la misma dirección. Desde entonces, empezó a seguir los rastros como buen cazador. Aprendió a rastrear firmas de aura, a descifrar documentos ocultos, a infiltrar ruinas olvidadas donde los rumores de una familia temida, poderosa y sangrienta se repetían: una estirpe de asesinos cuyo símbolo era el mismo grabado en el medallón. Cada paso le acercaba más. Cada misión que tomaba era con la esperanza de cruzarse con alguien, algo, cualquier pista que lo guiara. La canción de cuna que tarareaba cuando estaba solo era su brújula emocional. Y aunque su corazón de niño aún se aferraba a la esperanza de una familia que lo buscaba, que lo extrañaba, que lo esperaba con los brazos abiertos… el peso de las evidencias empezaba a filtrarse en su alma como gotas de agua helada.
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  • La lluvia golpeaba suavemente contra los ventanales del lujoso hotel, pintando siluetas borrosas en los cristales. Afuera, la ciudad parecía susurrar secretos entre gotas, mientras las luces de los autos creaban reflejos temblorosos en el pavimento mojado.

    Dentro del vestíbulo principal, el pequeño vagabundo se encontraba de pie, inmóvil como una estatua, con un esmoquin negro perfectamente ajustado a su figura infantil. El moño de su cuello se le había torcido por la carrera anterior, así que, con una expresión tranquila y dedos ágiles, se lo acomodó frente a un espejo cercano. Sus ojos, más brillantes que nunca, reflejaban una mezcla de emoción y concentración.

    —Je… Mi primer trabajo como cazador profesional. Qué divertido —murmuró para sí, dejando escapar una sonrisa, mientras pensaba en lo emocionado que se había mostrado su maestro al sugerirle este encargo: ser guardaespaldas de un político extranjero en medio de una situación peligrosa.

    **La misión comenzó desde la puerta del hotel.**
    Cuando el cliente bajó, rodeado de asistentes y escoltas tradicionales, el pequeño caminaba a su lado con paso seguro. De pronto, entre la multitud y la lluvia, una figura sospechosa se lanzó hacia el cliente empuñando un arma.

    —¡Hey! ¡Usted! —gritó un guardaespaldas, pero fue el niño quien reaccionó primero.

    Con un giro ágil, el pequeño dio un salto, y con un giro de sus piernas, conectó una patada directa al rostro del agresor. El sujeto cayó al suelo, inconsciente, antes de que pudiera apretar el gatillo.

    —Uno menos —murmuró, sacudiéndose el pantalón con aire despreocupado.

    **Horas después, en un restaurante de lujo,** donde el cliente cenaba con su familia, un grupo de matones armados intentó ingresar por la puerta trasera. El pequeño, que ya los había detectado desde la calle por sus pasos y actitudes nerviosas, los interceptó antes de que cruzaran la cocina.

    —No es buen momento para entrar sin reservar —dijo el pequeño mientras giraba sobre sí mismo, usando un barrido rápido para derribar a uno y desarmar a los otros dos con movimientos secos, casi juguetones. Lo más sorprendente fue que ni una gota de salsa se derramó del plato que sostenía en la otra mano.

    **Más tarde, durante una subasta privada,** el pequeño se mantuvo de pie en una esquina, con los brazos cruzados y la mirada fija como la de un halcón. Su aura, perfectamente controlada, cubría el perímetro. No decía ni una palabra, pero los cazadores de tesoros, mercenarios y ladrones que pensaban robar algo... al sentir esa presión, simplemente se retiraban con un sudor frío recorriéndoles la espalda.

    **Y por último,** cuando un asesino profesional trató de atacar desde las sombras, siguiendo a la comitiva hasta un edificio abandonado, fue él pequeño quien lo esperaba en la oscuridad. El pequeño ya había rastreado su nen y deducido su intención.

    —No es muy educado emboscar a la gente mientras duermen —dijo el niño desde las sombras. El asesino apenas tuvo tiempo de ver el brillo del aura envolviendo el puño del niño antes de recibir un golpe directo al pecho que lo lanzó contra la pared.

    El cliente nunca se enteró de ese último incidente. Sólo recordó al “niño de los ojos brillantes” que siempre parecía estar un paso adelante de todos, protegiéndolo sin fallar.

    Al regresar al hotel esa noche, aún empapado por la lluvia, El pequeño miró su reflejo en un charco.
    —Ser un cazador es… ¡súper divertido! —dijo con entusiasmo, ajustándose de nuevo el moño, orgulloso y sonriente, listo para el siguiente trabajo.
    La lluvia golpeaba suavemente contra los ventanales del lujoso hotel, pintando siluetas borrosas en los cristales. Afuera, la ciudad parecía susurrar secretos entre gotas, mientras las luces de los autos creaban reflejos temblorosos en el pavimento mojado. Dentro del vestíbulo principal, el pequeño vagabundo se encontraba de pie, inmóvil como una estatua, con un esmoquin negro perfectamente ajustado a su figura infantil. El moño de su cuello se le había torcido por la carrera anterior, así que, con una expresión tranquila y dedos ágiles, se lo acomodó frente a un espejo cercano. Sus ojos, más brillantes que nunca, reflejaban una mezcla de emoción y concentración. —Je… Mi primer trabajo como cazador profesional. Qué divertido —murmuró para sí, dejando escapar una sonrisa, mientras pensaba en lo emocionado que se había mostrado su maestro al sugerirle este encargo: ser guardaespaldas de un político extranjero en medio de una situación peligrosa. **La misión comenzó desde la puerta del hotel.** Cuando el cliente bajó, rodeado de asistentes y escoltas tradicionales, el pequeño caminaba a su lado con paso seguro. De pronto, entre la multitud y la lluvia, una figura sospechosa se lanzó hacia el cliente empuñando un arma. —¡Hey! ¡Usted! —gritó un guardaespaldas, pero fue el niño quien reaccionó primero. Con un giro ágil, el pequeño dio un salto, y con un giro de sus piernas, conectó una patada directa al rostro del agresor. El sujeto cayó al suelo, inconsciente, antes de que pudiera apretar el gatillo. —Uno menos —murmuró, sacudiéndose el pantalón con aire despreocupado. **Horas después, en un restaurante de lujo,** donde el cliente cenaba con su familia, un grupo de matones armados intentó ingresar por la puerta trasera. El pequeño, que ya los había detectado desde la calle por sus pasos y actitudes nerviosas, los interceptó antes de que cruzaran la cocina. —No es buen momento para entrar sin reservar —dijo el pequeño mientras giraba sobre sí mismo, usando un barrido rápido para derribar a uno y desarmar a los otros dos con movimientos secos, casi juguetones. Lo más sorprendente fue que ni una gota de salsa se derramó del plato que sostenía en la otra mano. **Más tarde, durante una subasta privada,** el pequeño se mantuvo de pie en una esquina, con los brazos cruzados y la mirada fija como la de un halcón. Su aura, perfectamente controlada, cubría el perímetro. No decía ni una palabra, pero los cazadores de tesoros, mercenarios y ladrones que pensaban robar algo... al sentir esa presión, simplemente se retiraban con un sudor frío recorriéndoles la espalda. **Y por último,** cuando un asesino profesional trató de atacar desde las sombras, siguiendo a la comitiva hasta un edificio abandonado, fue él pequeño quien lo esperaba en la oscuridad. El pequeño ya había rastreado su nen y deducido su intención. —No es muy educado emboscar a la gente mientras duermen —dijo el niño desde las sombras. El asesino apenas tuvo tiempo de ver el brillo del aura envolviendo el puño del niño antes de recibir un golpe directo al pecho que lo lanzó contra la pared. El cliente nunca se enteró de ese último incidente. Sólo recordó al “niño de los ojos brillantes” que siempre parecía estar un paso adelante de todos, protegiéndolo sin fallar. Al regresar al hotel esa noche, aún empapado por la lluvia, El pequeño miró su reflejo en un charco. —Ser un cazador es… ¡súper divertido! —dijo con entusiasmo, ajustándose de nuevo el moño, orgulloso y sonriente, listo para el siguiente trabajo.
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  • *Dentro de la maquinaria la cual era mi base siendo un reloj de bolsillo gigante con patas de araña mecanizadas, sujetando con la mano derecha el marco de una fotografía pequeña, observando el retrato familiar que había en su interior y como una lagrima había caído sobre este deslizándose por el cristal, recordando aquellos momentos donde aún era feliz pudiendo estar con mi amada esposa y mis queridos hijos*

    - Galanthe… mis pequeños… juro que buscare la manera de volver con vosotros… solo tened paciencia… papá estará de vuelta pronto.
    *Dentro de la maquinaria la cual era mi base siendo un reloj de bolsillo gigante con patas de araña mecanizadas, sujetando con la mano derecha el marco de una fotografía pequeña, observando el retrato familiar que había en su interior y como una lagrima había caído sobre este deslizándose por el cristal, recordando aquellos momentos donde aún era feliz pudiendo estar con mi amada esposa y mis queridos hijos* - Galanthe… mis pequeños… juro que buscare la manera de volver con vosotros… solo tened paciencia… papá estará de vuelta pronto.
    Me entristece
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  • Camino a la inmortalidad I
    Fandom Renegado inmortal
    Categoría Fantasía
    ★Shen Wang Lin★

    Camino a la inmortalidad, primera parte l

    Había pasado el último tiempo de su vida como un príncipe mortal, siempre había amado demasiado a su familia Pero aún así sentía que él no encajaba del todo en ese mundo en el cual había nacido.

    Sin darse cuenta se había tropezado con algo completamente diferente, su mundo cambio esa noche en que murió, nadie sabía, nadie esperaba eso, todos pensaban que seguí haciendo la misma persona de antes pero después de eso él había cambiado muchísimo y en muchos aspectos tanto así que ni siquiera su familia cercana se dio cuenta.

    La historia de Shen Wang Lin había terminado, la historia de Wang Lin comenzaba.

    La vida se había ido en un instante, el segundo príncipe había caído en un pozo profundo sin que nadie pudiera rescatarlo ya que había escapado como siempre hacía del palacio, Wang Lin amaba la libertad tanto como amaba el día o la noche, siempre supo que dentro de él había algo completamente diferente que no le permitía ser como todos sus hermanos. amaba a su familia con locura pero desgraciadamente no podía cumplir con los deberes de un simple príncipe mortal, dentro de él se revelaba a eso, algo dentro de él le decía que no había nacido para casarse y formar una familia como todas las demás personas o al menos no de la forma tradicional.

    Había caído en un pozo tan profundo que mientras eso sucedida el mismo pensaba en la vida que llevo, en la juventud que desperdicio pero también pensaba que moriría sin que nadie jamás supiera que había sucedido.

    Finalmente en la oscuridad del pozo más profundo que alguna vez había visto, el segundo príncipe de Veridia había muerto...
    ★Shen Wang Lin★ Camino a la inmortalidad, primera parte l Había pasado el último tiempo de su vida como un príncipe mortal, siempre había amado demasiado a su familia Pero aún así sentía que él no encajaba del todo en ese mundo en el cual había nacido. Sin darse cuenta se había tropezado con algo completamente diferente, su mundo cambio esa noche en que murió, nadie sabía, nadie esperaba eso, todos pensaban que seguí haciendo la misma persona de antes pero después de eso él había cambiado muchísimo y en muchos aspectos tanto así que ni siquiera su familia cercana se dio cuenta. La historia de Shen Wang Lin había terminado, la historia de Wang Lin comenzaba. La vida se había ido en un instante, el segundo príncipe había caído en un pozo profundo sin que nadie pudiera rescatarlo ya que había escapado como siempre hacía del palacio, Wang Lin amaba la libertad tanto como amaba el día o la noche, siempre supo que dentro de él había algo completamente diferente que no le permitía ser como todos sus hermanos. amaba a su familia con locura pero desgraciadamente no podía cumplir con los deberes de un simple príncipe mortal, dentro de él se revelaba a eso, algo dentro de él le decía que no había nacido para casarse y formar una familia como todas las demás personas o al menos no de la forma tradicional. Había caído en un pozo tan profundo que mientras eso sucedida el mismo pensaba en la vida que llevo, en la juventud que desperdicio pero también pensaba que moriría sin que nadie jamás supiera que había sucedido. Finalmente en la oscuridad del pozo más profundo que alguna vez había visto, el segundo príncipe de Veridia había muerto...
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  • Tal vez fuera un rey y el héroe del mundo, pero eso no quitaba el hecho de que disfrutaba cocinar. Más aún junto a su padre Alibert, por lo que solía aprovechar cuando disponía de una tarde libre para ir a visitarlo en su antiguo hogar y ayudarlo en la posada.
    Aunque sabía que contaba con la compañía y apoyo de su hermano menor, Chibi, ambos sabían que con Grougal en medio realmente no tenía la más grandes de las ayudas.

    Y nada mejor que una tarde en familia, disfrutando de cocinar, para alejarse de la agitada vida del palacio Sadida.
    Tal vez fuera un rey y el héroe del mundo, pero eso no quitaba el hecho de que disfrutaba cocinar. Más aún junto a su padre Alibert, por lo que solía aprovechar cuando disponía de una tarde libre para ir a visitarlo en su antiguo hogar y ayudarlo en la posada. Aunque sabía que contaba con la compañía y apoyo de su hermano menor, Chibi, ambos sabían que con Grougal en medio realmente no tenía la más grandes de las ayudas. Y nada mejor que una tarde en familia, disfrutando de cocinar, para alejarse de la agitada vida del palacio Sadida.
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  • Akane frente al espejo
    (2 días después del conflicto)

    La noche era densa, pero Akane no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos, el ardor en su pecho se intensificaba, como si su propio poder estuviera rebelándose, descontrolado dentro de un recipiente dañado.

    Se acercó al espejo y lo que vio casi no lo reconoció. La mitad de su cabello ahora era plateado. No un cambio gradual, sino una línea clara, como una cicatriz de magia pura que partía su identidad en dos. Y debajo de sus ojos, dos sombras oscuras, no solo de cansancio, sino de algo que la estaba drenando lentamente.

    "Esa mujer me hirió peor de lo que esperaba..." murmuró sin voz, sintiendo una punzada de algo que no era odio, pero tampoco perdón.

    "Mi torrente... ¿se quebró?"

    Sintió un estremecimiento, no por frío, sino por una ausencia: la conexión con algo más grande, ese flujo espiritual que siempre había sentido recorrerla, era ahora errático, quebrado como un río que ha cambiado de cauce.

    Tal vez “esa mujer” no buscaba matarla. Tal vez buscaba algo más profundo. Un castigo. Una advertencia. O una ruptura irreversible.

    El reflejo en el espejo parpadeó. Akane retrocedió un paso, sintiendo que la habitación se volvía más estrecha, sofocante. El mundo a su alrededor se oscureció. De pronto ya no estaba en su casa.

    Estaba de pie otra vez sobre el campo de batalla, envuelta en sombras deformes. Todo era familiar… pero torcido. El cielo estaba teñido de rojo oscuro. La figura delante de ella, esa mujer, no tenía rostro al principio. Solo una silueta alargada, con los ojos encendidos como brasas contenidas.

    La voz llegó distorsionada, como si viniera desde el fondo de un pozo: "Eres una híbrida."

    Pero no sonaba como una acusación, ni siquiera como una advertencia. Sonaba como una sentencia, una condena.

    "No abrazas tu legado… la sangre de los Ishtar fluye por ti como un veneno inútil..."

    La Akane de la visión intentó moverse, gritar, reaccionar… pero no pudo. Sus pies estaban clavados al suelo, su cuerpo se deshacía en hilos de energía blanca y plateada que se desvanecían en el aire.

    "No fue así," pensó con desesperación. "No lo dijo con ese odio. ¿O sí?"

    La silueta de su hermana se acercó, y por un instante, su rostro se definió. Tenía lágrimas en los ojos… o quizás era sangre.

    "Si no te doblegas, te romperás."

    Y entonces su mano atravesó su costado como una espada una vez más, pero esta vez Akane sintió cómo algo dentro de ella estallaba, como un cristal que se parte sin remedio.

    Volvió en sí, jadeando, de rodillas frente al espejo. El pecho ardía como un horno sellado.

    "¿Fue mi mente... o fue ella quien deseó romperme de verdad?". La pregunta quedó suspendida, como ceniza en el aire.
    Akane frente al espejo (2 días después del conflicto) La noche era densa, pero Akane no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos, el ardor en su pecho se intensificaba, como si su propio poder estuviera rebelándose, descontrolado dentro de un recipiente dañado. Se acercó al espejo y lo que vio casi no lo reconoció. La mitad de su cabello ahora era plateado. No un cambio gradual, sino una línea clara, como una cicatriz de magia pura que partía su identidad en dos. Y debajo de sus ojos, dos sombras oscuras, no solo de cansancio, sino de algo que la estaba drenando lentamente. "Esa mujer me hirió peor de lo que esperaba..." murmuró sin voz, sintiendo una punzada de algo que no era odio, pero tampoco perdón. "Mi torrente... ¿se quebró?" Sintió un estremecimiento, no por frío, sino por una ausencia: la conexión con algo más grande, ese flujo espiritual que siempre había sentido recorrerla, era ahora errático, quebrado como un río que ha cambiado de cauce. Tal vez “esa mujer” no buscaba matarla. Tal vez buscaba algo más profundo. Un castigo. Una advertencia. O una ruptura irreversible. El reflejo en el espejo parpadeó. Akane retrocedió un paso, sintiendo que la habitación se volvía más estrecha, sofocante. El mundo a su alrededor se oscureció. De pronto ya no estaba en su casa. Estaba de pie otra vez sobre el campo de batalla, envuelta en sombras deformes. Todo era familiar… pero torcido. El cielo estaba teñido de rojo oscuro. La figura delante de ella, esa mujer, no tenía rostro al principio. Solo una silueta alargada, con los ojos encendidos como brasas contenidas. La voz llegó distorsionada, como si viniera desde el fondo de un pozo: "Eres una híbrida." Pero no sonaba como una acusación, ni siquiera como una advertencia. Sonaba como una sentencia, una condena. "No abrazas tu legado… la sangre de los Ishtar fluye por ti como un veneno inútil..." La Akane de la visión intentó moverse, gritar, reaccionar… pero no pudo. Sus pies estaban clavados al suelo, su cuerpo se deshacía en hilos de energía blanca y plateada que se desvanecían en el aire. "No fue así," pensó con desesperación. "No lo dijo con ese odio. ¿O sí?" La silueta de su hermana se acercó, y por un instante, su rostro se definió. Tenía lágrimas en los ojos… o quizás era sangre. "Si no te doblegas, te romperás." Y entonces su mano atravesó su costado como una espada una vez más, pero esta vez Akane sintió cómo algo dentro de ella estallaba, como un cristal que se parte sin remedio. Volvió en sí, jadeando, de rodillas frente al espejo. El pecho ardía como un horno sellado. "¿Fue mi mente... o fue ella quien deseó romperme de verdad?". La pregunta quedó suspendida, como ceniza en el aire.
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  • Miraba detenidamente a su próxima víctima. Tenía pensado cumplir su mandado de la forma más rápida y correcta posible.

    —Lo siento por tu familia, pero debes morir...
    Miraba detenidamente a su próxima víctima. Tenía pensado cumplir su mandado de la forma más rápida y correcta posible. —Lo siento por tu familia, pero debes morir...
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  • La mañana apenas despuntaba en la cima de aquella colina escondida, donde el viento traía consigo el murmullo de hojas y el cantar de aves lejanas. El maestro de Nen, un hombre de mirada aguda y sonrisa contenida, caminaba con paso rápido por el claro del bosque, donde solía encontrar al pequeño vagabundo cada amanecer… pero esta vez, habían pasado **dos días enteros** sin rastro de su alumno.

    —¿Dónde te metiste, mocoso? —murmuró entre dientes, aunque la preocupación se notaba en cada paso tenso que daba.

    Y entonces, como si el mundo hubiese esperado justo ese momento, escuchó una voz familiar:

    —¡¡Maestroooo!! —gritó el pequeño vagabundo mientras corría cuesta abajo, chapoteando en los charcos y agitando algo en su mano con total orgullo—. ¡¡Mireeeeeeee!!

    El hombre se giró, preparado para reprenderlo… hasta que lo vio.

    El niño estaba cubierto de tierra, tenía una curita en la mejilla, y el dobladillo de su pantalón estaba roto. Pero aun así, **su sonrisa era más brillante que el sol filtrado entre los árboles**, y en su mano alzada… sostenía nada más y nada menos que **una licencia de cazador profesional**.

    El maestro se quedó inmóvil unos segundos, como si sus ojos no pudieran creerlo.

    —...¿Eso es… una...? —empezó a decir, pero el pequeño se le adelantó, levantándola aún más alto.

    —¡Sí! ¡Me la dieron después de pasar un montón de pruebas locas y un bosque raro que hablaba! ¡Ah! ¡Y una sala que me quería comer! Pero al final me dejaron quedármela… ¡dijeron que ahora soy un “cazador profesional”! —declaró con orgullo, inflando el pecho.

    El maestro soltó una risa entre incrédula y resignada, se acercó y le dio una leve palmada en la cabeza.

    —Entonces ahora eres un cazador profesional, ¿eh, Kyu? —dijo, llamándolo por su nombre real, algo que no hacía muy seguido.

    Kyu sonrió aún más, como si eso fuera un premio en sí mismo.

    —¡Sí! ¿Eso significa que ahora puedo entrar a ruinas secretas y cazar monstruos peligrosos?

    El maestro entrecerró los ojos y suspiró profundamente, cruzándose de brazos.

    —Eso significa que estuviste en uno de los exámenes más peligrosos que existen y que **podrías haber muerto al menos diez veces sin darte cuenta**.

    Kyu parpadeó.

    —¿Oh? ¡Pero no lo hice! ¡Así que eso fue suerte, ¿verdad?! —rió alegremente.

    El maestro bajó la cabeza y se cubrió la cara con una mano, entre frustración y orgullo.

    —No… eso fue Nen. Y probablemente, una montaña de milagros.

    Y mientras el pequeño bailaba en círculos celebrando su nueva profesión con total entusiasmo, el maestro no pudo evitar sonreír.

    Porque aunque el mundo era brutal y difícil, **ese niño ingenuo, valiente y brillante… lo enfrentaba con una chispa que ningún Peligro podía apagar**.
    La mañana apenas despuntaba en la cima de aquella colina escondida, donde el viento traía consigo el murmullo de hojas y el cantar de aves lejanas. El maestro de Nen, un hombre de mirada aguda y sonrisa contenida, caminaba con paso rápido por el claro del bosque, donde solía encontrar al pequeño vagabundo cada amanecer… pero esta vez, habían pasado **dos días enteros** sin rastro de su alumno. —¿Dónde te metiste, mocoso? —murmuró entre dientes, aunque la preocupación se notaba en cada paso tenso que daba. Y entonces, como si el mundo hubiese esperado justo ese momento, escuchó una voz familiar: —¡¡Maestroooo!! —gritó el pequeño vagabundo mientras corría cuesta abajo, chapoteando en los charcos y agitando algo en su mano con total orgullo—. ¡¡Mireeeeeeee!! El hombre se giró, preparado para reprenderlo… hasta que lo vio. El niño estaba cubierto de tierra, tenía una curita en la mejilla, y el dobladillo de su pantalón estaba roto. Pero aun así, **su sonrisa era más brillante que el sol filtrado entre los árboles**, y en su mano alzada… sostenía nada más y nada menos que **una licencia de cazador profesional**. El maestro se quedó inmóvil unos segundos, como si sus ojos no pudieran creerlo. —...¿Eso es… una...? —empezó a decir, pero el pequeño se le adelantó, levantándola aún más alto. —¡Sí! ¡Me la dieron después de pasar un montón de pruebas locas y un bosque raro que hablaba! ¡Ah! ¡Y una sala que me quería comer! Pero al final me dejaron quedármela… ¡dijeron que ahora soy un “cazador profesional”! —declaró con orgullo, inflando el pecho. El maestro soltó una risa entre incrédula y resignada, se acercó y le dio una leve palmada en la cabeza. —Entonces ahora eres un cazador profesional, ¿eh, Kyu? —dijo, llamándolo por su nombre real, algo que no hacía muy seguido. Kyu sonrió aún más, como si eso fuera un premio en sí mismo. —¡Sí! ¿Eso significa que ahora puedo entrar a ruinas secretas y cazar monstruos peligrosos? El maestro entrecerró los ojos y suspiró profundamente, cruzándose de brazos. —Eso significa que estuviste en uno de los exámenes más peligrosos que existen y que **podrías haber muerto al menos diez veces sin darte cuenta**. Kyu parpadeó. —¿Oh? ¡Pero no lo hice! ¡Así que eso fue suerte, ¿verdad?! —rió alegremente. El maestro bajó la cabeza y se cubrió la cara con una mano, entre frustración y orgullo. —No… eso fue Nen. Y probablemente, una montaña de milagros. Y mientras el pequeño bailaba en círculos celebrando su nueva profesión con total entusiasmo, el maestro no pudo evitar sonreír. Porque aunque el mundo era brutal y difícil, **ese niño ingenuo, valiente y brillante… lo enfrentaba con una chispa que ningún Peligro podía apagar**.
    Me encocora
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  • Sotto il Sole di Marbella
    Fandom Gta Rolplay
    Categoría Original
    El joven veinteañero, primogénito de una de las familias más temidas de la Cosa Nostra, arribó desde las brumosas tierras venecianas hasta la soleada Marbella, con un solo objetivo en mente: forjar su propio imperio. De cabellera rubia como el trigo maduro y ojos tan profundos y azules como el mar , traía consigo una ambición desmedida y pocos escrúpulos. No le importaba cruzar la línea de la legalidad si eso lo acercaba al poder.
    No tardó en adquirir un pequeño local: una gasolinera en una zona discreta de la ciudad, la cual decoró con esmero en honor a su tierra natal. Los colores patrios —blanco, rojo y verde— ondeaban con orgullo, como un guiño silencioso a sus raíces. Pero aún faltaba una pieza en su tablero: un empleado leal, alguien que supiera mantener la boca cerrada. Una sombra útil.
    Una tarde cálida, mientras el sol se deshacía en tonos dorados sobre el Mediterráneo, se sentó en una vieja silla detrás del mostrador, encendió su portátil y, con un cigarrillo entre los labios, comenzó a redactar el aviso. Lo publicó tanto en un periódico local como en varios foros y portales de internet frecuentados por gente “fuera del sistema”. El mensaje era simple, casi inocente a primera vista:

    > "Se busca empleado para gasolinera. Trabajo tranquilo, bien remunerado. Se requiere absoluta discreción. Abstenerse curiosos."

    Tras hacer clic en "publicar", esbozó una ligera sonrisa. Sabía que no cualquiera respondería, pero el indicado entendería perfectamente lo que ese anuncio insinuaba.
    El joven veinteañero, primogénito de una de las familias más temidas de la Cosa Nostra, arribó desde las brumosas tierras venecianas hasta la soleada Marbella, con un solo objetivo en mente: forjar su propio imperio. De cabellera rubia como el trigo maduro y ojos tan profundos y azules como el mar , traía consigo una ambición desmedida y pocos escrúpulos. No le importaba cruzar la línea de la legalidad si eso lo acercaba al poder. No tardó en adquirir un pequeño local: una gasolinera en una zona discreta de la ciudad, la cual decoró con esmero en honor a su tierra natal. Los colores patrios —blanco, rojo y verde— ondeaban con orgullo, como un guiño silencioso a sus raíces. Pero aún faltaba una pieza en su tablero: un empleado leal, alguien que supiera mantener la boca cerrada. Una sombra útil. Una tarde cálida, mientras el sol se deshacía en tonos dorados sobre el Mediterráneo, se sentó en una vieja silla detrás del mostrador, encendió su portátil y, con un cigarrillo entre los labios, comenzó a redactar el aviso. Lo publicó tanto en un periódico local como en varios foros y portales de internet frecuentados por gente “fuera del sistema”. El mensaje era simple, casi inocente a primera vista: > "Se busca empleado para gasolinera. Trabajo tranquilo, bien remunerado. Se requiere absoluta discreción. Abstenerse curiosos." Tras hacer clic en "publicar", esbozó una ligera sonrisa. Sabía que no cualquiera respondería, pero el indicado entendería perfectamente lo que ese anuncio insinuaba.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
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