• 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜𝐨𝐧𝐠𝐫𝐞𝐬𝐨 𝐔́𝐧𝐢𝐜𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐀𝐦𝐞𝐫𝐢𝐜𝐚𝐧𝐚.
    Fandom Harry Potter
    Categoría Romance
    STARTER PARA ───── 𝑸𝑼𝑬𝑬𝑵𝑰𝑬 𝐆𝐎𝐋𝐃𝐒𝐓𝐄𝐈𝐍


    Edificio Woolworth.
    Nueva York, Estados Unidos de América.

    El cómo había llegado hasta allí era una pregunta que llevaba planteándose incluso desde antes de que se iniciara su viaje. Sabía bien que debería dirigirse hacia el MACUSA para realizar un par de trámites que a él le parecían desde luego innecesarios.

    La seguridad se había extremado aquellos días dado el actual peligro en el mundo mágico. Las cosas no estaban tan bien como el Ministro aseguraba, y el pueblo lo sabía. ¿Cómo no saberlo?

    El Ministerio de Magia Británico también estaba al tanto del peligro que representaban aquellos que deseaban presentarse próximamente a las elecciones generales para liderar el mundo mágico. Grindelwald estaba entre ellos, y aunque la inmensa mayoría deseaba que gobernara puesto que sus ideales eran compartidos por gran parte de la comunidad mágica, sus ideas eran descabelladas para muchos. La pureza de la sangre, los no-mags (gente no mágica) y muchas otras cosas más tenían al mundo patas arriba. El miedo los dominaba, claro; era comprensible.

    Pero por suerte, Abraxas pertenecía a ese bando al que no le preocupaba lo que sucediera con los derechos de las personas no mágicas. La pureza de sangre siempre había existido en su familia, era parte de esa gran mayoría que apoyaba la causa. Aunque, para ser sinceros, a él poco le importaban esas luchas.

    Había oído hablar de Grindelwald y se había interesado en formar parte de sus filas. Dado su poder como cambiaformas, podría resultar de gran utilidad como espía. Cambiando su aspecto a voluntad —ya fuese un animal, una persona (incluyendo géneros diversos)—, Abraxas era capaz de adquirir la forma que quisiera en su propio beneficio.

    Su familia había apoyado y defendido con suma satisfacción su decisión de viajar hasta Nueva York para presentarse ante Grindelwald y servir a sus propósitos. Lo que en absoluto le apetecía era tener que presentarse al MACUSA y entregar toda aquella información sobre él.

    Allí todos lo observaban de cerca, su apellido era bien conocido y aunque, precisamente, una Lestrange trabajara para el Ministerio Británico de Magia como ayudante del Jefe del Departamento de Seguridad Mágica, el rostro de Abraxas ya despertaba ciertas sospechas de que sus intenciones podrían no llegar a ser las esperadas.

    —¿Queda algo más? ¿O ya puedo visitar su hermoso país? —preguntó, después de firmar el que creyó (y esperó) que fuese el último pergamino de permisos del MACUSA.
    —Oficina del permiso de varitas. Una planta más abajo.
    —¿Permiso de varitas?

    Pero la ventanilla del servicio en el que se encontraba se cerró de malas formas. Abraxas apretó los dientes, marcándose su mandíbula bajo los pómulos. Tragó saliva y removió sus cabellos, apartándolos de su rostro. Si había algo que no soportaba era que tocaran sus cosas, y su varita era tal vez lo más preciado que tenía en posesión. Podría resultar extraño que alguien se aferrara tanto a su varita, pero para él simbolizaba demasiado como para que un funcionario estúpido se dedicara a toquetearla sin más.

    De alguna forma era como que alguien toqueteara a tu esposa, a tu hija, y tú no pudieras hacer nada. Su varita era una extensión de sí mismo, una de sus fuentes de poder. Si alguien la tocaba con sus malditas manos podría apropiarse de ese poder o incluso mermarlo de alguna forma. No, no permitiría que nadie tocara su varita.

    Abraxas no era especialmente conocido por su buen comportamiento con respecto a la ley. Así que no tuvo que lidiar demasiado con la duda de si marcharse de allí sin presentar el último trámite o quedarse y ser un ciudadano ejemplar.

    Lestrange bajó, cruzó la entrada principal y en seguida alguien lo detuvo. Un tipo de uniforme policial llamó su atención. Era un sujeto corpulento, calvo y de piel más roja que blanca. En su camisa había restos del desayuno, migas de rosquilla. Y si se acercaba lo suficiente, su boca desprendería el olor del café que había ingerido horas antes.

    —Caballero.
    Abraxas se detuvo en seco, girándose.
    —La Oficina del permiso de varitas está por aquí.

    No era de extrañar que lo supiera. Allí todo el mundo lo sabía todo. La seguridad se había extremado y algo tan simple como revisar una varita parecía ser de especial importancia aquellos días. Menuda estupidez, pensó.

    Pero no pudo hacer mucho: el guardia lo llevó hasta la oficina y, para cuando quiso darse cuenta, estaba esperando para ser atendido.

    Su mirada repasó por completo todo el lugar y a las personas que allí se encontraban. No podía imaginarse a ninguna de ellas tocando su varita. ¿Deberían hacerlo? ¿Formaba acaso eso parte del procedimiento?

    —¿Sr. Lestrange? —preguntó una voz femenina tan dulce que logró confundirlo.

    Su mirada buscó en dirección a la voz, hacia su derecha. Una mujer rubia, con aspecto reluciente, aguardaba con una dulce sonrisa.

    —Sí.
    —Está en el lugar indicado. Venga conmigo.

    ¿Contigo?

    Lestrange volvió a mirar al resto de mesas; nadie allí se había levantado para recibir a nadie, así que supuso que era simplemente una funcionaria que se dedicaba a distribuir a los clientes a las mesas asignadas. Pero los pasos seguían avanzando y las mesas vacías se iban alejando. Entonces ella tomó asiento tras un escritorio. “Queenie Goldstein”, rezaba el cartel sobre la madera de roble.

    —Por favor, siéntese.

    Una sonrisa por cada palabra. Pero en el gesto de él no había ninguna sonrisa, sino más bien desconfianza; una evidente desconfianza y una clara incomodidad que ni siquiera se molestó en ocultar.

    —Tranquilo, no le robaré mucho tiempo, tan solo necesito un par de documentos y su varita. Será rápido, ya lo verá…
    —No voy a darle mi varita.

    Quizá aquella fue la primera vez en toda su vida que alguien se negaba a algo tan sencillo como mostrar su varita. Normalmente solían presentarse más molestos cuando les solicitaba que les entregara todos los documentos que eran necesarios, ¿pero aquello?

    La mirada de Abraxas se mantenía fija en los ojos de la bruja de manera severa. Bien sabía él que la cosa no se terminaba ahí, pero seguiría firme en su respuesta.
    STARTER PARA [L3GEREMENS] Edificio Woolworth. Nueva York, Estados Unidos de América. El cómo había llegado hasta allí era una pregunta que llevaba planteándose incluso desde antes de que se iniciara su viaje. Sabía bien que debería dirigirse hacia el MACUSA para realizar un par de trámites que a él le parecían desde luego innecesarios. La seguridad se había extremado aquellos días dado el actual peligro en el mundo mágico. Las cosas no estaban tan bien como el Ministro aseguraba, y el pueblo lo sabía. ¿Cómo no saberlo? El Ministerio de Magia Británico también estaba al tanto del peligro que representaban aquellos que deseaban presentarse próximamente a las elecciones generales para liderar el mundo mágico. Grindelwald estaba entre ellos, y aunque la inmensa mayoría deseaba que gobernara puesto que sus ideales eran compartidos por gran parte de la comunidad mágica, sus ideas eran descabelladas para muchos. La pureza de la sangre, los no-mags (gente no mágica) y muchas otras cosas más tenían al mundo patas arriba. El miedo los dominaba, claro; era comprensible. Pero por suerte, Abraxas pertenecía a ese bando al que no le preocupaba lo que sucediera con los derechos de las personas no mágicas. La pureza de sangre siempre había existido en su familia, era parte de esa gran mayoría que apoyaba la causa. Aunque, para ser sinceros, a él poco le importaban esas luchas. Había oído hablar de Grindelwald y se había interesado en formar parte de sus filas. Dado su poder como cambiaformas, podría resultar de gran utilidad como espía. Cambiando su aspecto a voluntad —ya fuese un animal, una persona (incluyendo géneros diversos)—, Abraxas era capaz de adquirir la forma que quisiera en su propio beneficio. Su familia había apoyado y defendido con suma satisfacción su decisión de viajar hasta Nueva York para presentarse ante Grindelwald y servir a sus propósitos. Lo que en absoluto le apetecía era tener que presentarse al MACUSA y entregar toda aquella información sobre él. Allí todos lo observaban de cerca, su apellido era bien conocido y aunque, precisamente, una Lestrange trabajara para el Ministerio Británico de Magia como ayudante del Jefe del Departamento de Seguridad Mágica, el rostro de Abraxas ya despertaba ciertas sospechas de que sus intenciones podrían no llegar a ser las esperadas. —¿Queda algo más? ¿O ya puedo visitar su hermoso país? —preguntó, después de firmar el que creyó (y esperó) que fuese el último pergamino de permisos del MACUSA. —Oficina del permiso de varitas. Una planta más abajo. —¿Permiso de varitas? Pero la ventanilla del servicio en el que se encontraba se cerró de malas formas. Abraxas apretó los dientes, marcándose su mandíbula bajo los pómulos. Tragó saliva y removió sus cabellos, apartándolos de su rostro. Si había algo que no soportaba era que tocaran sus cosas, y su varita era tal vez lo más preciado que tenía en posesión. Podría resultar extraño que alguien se aferrara tanto a su varita, pero para él simbolizaba demasiado como para que un funcionario estúpido se dedicara a toquetearla sin más. De alguna forma era como que alguien toqueteara a tu esposa, a tu hija, y tú no pudieras hacer nada. Su varita era una extensión de sí mismo, una de sus fuentes de poder. Si alguien la tocaba con sus malditas manos podría apropiarse de ese poder o incluso mermarlo de alguna forma. No, no permitiría que nadie tocara su varita. Abraxas no era especialmente conocido por su buen comportamiento con respecto a la ley. Así que no tuvo que lidiar demasiado con la duda de si marcharse de allí sin presentar el último trámite o quedarse y ser un ciudadano ejemplar. Lestrange bajó, cruzó la entrada principal y en seguida alguien lo detuvo. Un tipo de uniforme policial llamó su atención. Era un sujeto corpulento, calvo y de piel más roja que blanca. En su camisa había restos del desayuno, migas de rosquilla. Y si se acercaba lo suficiente, su boca desprendería el olor del café que había ingerido horas antes. —Caballero. Abraxas se detuvo en seco, girándose. —La Oficina del permiso de varitas está por aquí. No era de extrañar que lo supiera. Allí todo el mundo lo sabía todo. La seguridad se había extremado y algo tan simple como revisar una varita parecía ser de especial importancia aquellos días. Menuda estupidez, pensó. Pero no pudo hacer mucho: el guardia lo llevó hasta la oficina y, para cuando quiso darse cuenta, estaba esperando para ser atendido. Su mirada repasó por completo todo el lugar y a las personas que allí se encontraban. No podía imaginarse a ninguna de ellas tocando su varita. ¿Deberían hacerlo? ¿Formaba acaso eso parte del procedimiento? —¿Sr. Lestrange? —preguntó una voz femenina tan dulce que logró confundirlo. Su mirada buscó en dirección a la voz, hacia su derecha. Una mujer rubia, con aspecto reluciente, aguardaba con una dulce sonrisa. —Sí. —Está en el lugar indicado. Venga conmigo. ¿Contigo? Lestrange volvió a mirar al resto de mesas; nadie allí se había levantado para recibir a nadie, así que supuso que era simplemente una funcionaria que se dedicaba a distribuir a los clientes a las mesas asignadas. Pero los pasos seguían avanzando y las mesas vacías se iban alejando. Entonces ella tomó asiento tras un escritorio. “Queenie Goldstein”, rezaba el cartel sobre la madera de roble. —Por favor, siéntese. Una sonrisa por cada palabra. Pero en el gesto de él no había ninguna sonrisa, sino más bien desconfianza; una evidente desconfianza y una clara incomodidad que ni siquiera se molestó en ocultar. —Tranquilo, no le robaré mucho tiempo, tan solo necesito un par de documentos y su varita. Será rápido, ya lo verá… —No voy a darle mi varita. Quizá aquella fue la primera vez en toda su vida que alguien se negaba a algo tan sencillo como mostrar su varita. Normalmente solían presentarse más molestos cuando les solicitaba que les entregara todos los documentos que eran necesarios, ¿pero aquello? La mirada de Abraxas se mantenía fija en los ojos de la bruja de manera severa. Bien sabía él que la cosa no se terminaba ahí, pero seguiría firme en su respuesta.
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  • Al otro lado del bosque
    Fandom TDP
    Categoría Fantasía
    Runaan no tenia mas de 8 años en ese entonces, tenia habilidad para trepar árboles, era el niño mas rápido y ágil, incluso un excelente espía. Junto a sus travesuras siempre llevaba a Ethari, era bastante celoso con el ya que era popular entre las niñas, Ethari era amable y lindo con la mayoría, daba un aspecto impecable, Runaan era quien conocia el lado mas travieso de su amigo y le gustaba que fuera asi, se sentía como un secreto de ambos, como si el fuera mas especial que el resto.

    — Esta vez cruzaré al otro lado Ethari, tomare la liana del viejo árbol y cruzare el río
    — dijo con mucha confianza, esta vez lo haría habia practicado lo suficiente como para hacerlo, además queria impresionar a Ethari con su fuerza y destreza.
    Runaan no tenia mas de 8 años en ese entonces, tenia habilidad para trepar árboles, era el niño mas rápido y ágil, incluso un excelente espía. Junto a sus travesuras siempre llevaba a Ethari, era bastante celoso con el ya que era popular entre las niñas, Ethari era amable y lindo con la mayoría, daba un aspecto impecable, Runaan era quien conocia el lado mas travieso de su amigo y le gustaba que fuera asi, se sentía como un secreto de ambos, como si el fuera mas especial que el resto. — Esta vez cruzaré al otro lado Ethari, tomare la liana del viejo árbol y cruzare el río — dijo con mucha confianza, esta vez lo haría habia practicado lo suficiente como para hacerlo, además queria impresionar a Ethari con su fuerza y destreza.
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  • No sé qué día es.
    O, mejor dicho… no me importa.

    El reloj de la pared parece atrasado, aunque juro que hace diez minutos marcaba lo mismo. Afuera, la lluvia arrastra las luces como si alguien estuviera llorando pintura. Aquí dentro, el café huele a humo viejo, a conversaciones que no llegaron a nada y a panes que no saben a hogar.

    Tecleo sin pensar.

    Las palabras se cuelan entre los dedos, pero no me escuchan. Estoy escribiendo una historia que no quiero contar. Una de esas que se escriben solas, aunque preferirías que se quedaran encerradas en el fondo del pecho.

    Un pitido de la cafetera. Otra taza servida. Otro corazón que no se atreve a decir “buenos días”.

    La silla frente a mí se mueve. No levanto la vista. El lugar está lleno, normal que alguien tenga que compartir mesa con un vagabundo disfrazado de periodista.

    Gabardina, ojeras y una cara que ni yo reconozco en los espejos. Me da igual. Supongo que también les da igual a ellos.

    Al principio, nos ignoramos. Una costumbre vieja: fingir que el otro no existe para no romper el velo del silencio. Pero hay algo en la forma en que se sienta… tranquila, segura, pero con esa tensión mínima que sólo se nota cuando ya estás acostumbrado a mirar de más.

    Cruzo la mirada con… ¿ella? ¿él? No importa. Hay ojos. Y están cansados también.

    Suspiro. Largo, lento. No es de fastidio, sino de rendición. Como cuando decides que hoy no vas a correr detrás del tiempo. Que vas a dejarte llevar por la corriente.

    Apago el portátil. Lo cierro con un clic suave, como si no quisiera despertar a las palabras atrapadas dentro.

    Le dedico una media sonrisa. La mía: torcida, discreta y con gusto a nicotina que ya no fumo.
    Extiendo la mano por encima de la mesa, con los dedos manchados de tinta invisible y café barato.

    —Samot —digo—.
    Sin apellido si no hace falta. Aunque si pregunta, se lo doy. Soy periodista, no espía.

    Y mientras estrecho su mano, me doy cuenta de algo:
    hay momentos que parecen sueños.
    Y otros que parecen recuerdos… de cosas que aún no han pasado.
    No sé qué día es. O, mejor dicho… no me importa. El reloj de la pared parece atrasado, aunque juro que hace diez minutos marcaba lo mismo. Afuera, la lluvia arrastra las luces como si alguien estuviera llorando pintura. Aquí dentro, el café huele a humo viejo, a conversaciones que no llegaron a nada y a panes que no saben a hogar. Tecleo sin pensar. Las palabras se cuelan entre los dedos, pero no me escuchan. Estoy escribiendo una historia que no quiero contar. Una de esas que se escriben solas, aunque preferirías que se quedaran encerradas en el fondo del pecho. Un pitido de la cafetera. Otra taza servida. Otro corazón que no se atreve a decir “buenos días”. La silla frente a mí se mueve. No levanto la vista. El lugar está lleno, normal que alguien tenga que compartir mesa con un vagabundo disfrazado de periodista. Gabardina, ojeras y una cara que ni yo reconozco en los espejos. Me da igual. Supongo que también les da igual a ellos. Al principio, nos ignoramos. Una costumbre vieja: fingir que el otro no existe para no romper el velo del silencio. Pero hay algo en la forma en que se sienta… tranquila, segura, pero con esa tensión mínima que sólo se nota cuando ya estás acostumbrado a mirar de más. Cruzo la mirada con… ¿ella? ¿él? No importa. Hay ojos. Y están cansados también. Suspiro. Largo, lento. No es de fastidio, sino de rendición. Como cuando decides que hoy no vas a correr detrás del tiempo. Que vas a dejarte llevar por la corriente. Apago el portátil. Lo cierro con un clic suave, como si no quisiera despertar a las palabras atrapadas dentro. Le dedico una media sonrisa. La mía: torcida, discreta y con gusto a nicotina que ya no fumo. Extiendo la mano por encima de la mesa, con los dedos manchados de tinta invisible y café barato. —Samot —digo—. Sin apellido si no hace falta. Aunque si pregunta, se lo doy. Soy periodista, no espía. Y mientras estrecho su mano, me doy cuenta de algo: hay momentos que parecen sueños. Y otros que parecen recuerdos… de cosas que aún no han pasado.
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  • "Como espías, nunca hay que involucrar nuestros sentimientos en una misión, la pondrá en riesgo y con ello, el fracaso y la pérdida de la paz..."
    "Como espías, nunca hay que involucrar nuestros sentimientos en una misión, la pondrá en riesgo y con ello, el fracaso y la pérdida de la paz..."
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  • Había regresado de un exilio autoimpuesto, un viaje silencioso más allá del Velo, donde incluso los sueños no lo encontraban. Y ahora, por fin, volvía a su reino: el Sueño.

    Pero al llegar a su torre de obsidiana, no lo recibió ningún coro de pesadillas ni danzas oníricas. Solo el eco de lo que alguna vez fue un bello lugar.

    —Ha cambiado todo… o quizás soy yo quien ha cambiado —susurró Morfeo para sí mismo con nostalgia.

    Fue entonces cuando escuchó: el batir de unas alas conocidas, ligeras pero firmes. Un crujido de garras sobre piedra y un graznido entre incrédulo y emocionado.

    —¿Jefe…? ¿Eres tú de verdad?

    Morfeo giró con lentitud. Y allí estaba, posado sobre el brazo de un trono sin rey, un cuervo negro de ojos vivaces: Matthew, su mensajero, su espía, su voz cuando él decidía guardar silencio. Pero más que eso… su único amigo verdadero.

    Morfeo no sonrió, pero la típica bruma que lo envolvía pareció suavizarse.

    —Matthew.

    El cuervo se revoloteaba con ligeros saltos, como un niño perdido que al fin encuentra el camino a casa.

    —¡Dioses del Sueño! Pensé que ya no ibas a volver… El reino estaba… roto, jefe. Y yo… Bueno, intenté mantenerlo, pero no soy más que un cuervo, ¿sabes? Incluso Lucienne se fue por un tiempo. Las cosas se deshicieron sin ti.

    Morfeo alzó una mano enguantada y la ofreció. Matthew se posó en ella con el mismo respeto de antaño, aunque esta vez, había algo más: ternura.

    —No eras "solo" un cuervo. Nunca lo fuiste. —La voz de Morfeo fue suave como la bruma de los sueños profundos—. Te confié lo más frágil: mi dominio, mi esperanza… y regresé porque sabía que tú seguirías aquí.

    Matthew ladeó la cabeza, con ese gesto pícaro que lo hacía parecer un viejo bufón disfrazado de ave.

    —Bueno, jefe, no iba a dejar que un montón de pesadillas se hicieran con el lugar. Además… alguien tenía que contarles historias sobre ti.

    Morfeo lo alzó al nivel de su rostro para observarle mejor.

    —¿Historias?

    —Claro. Dije que volverías. Que el Rey del Sueño nunca desaparece para siempre… solo se toma su tiempo. Y mira… aquí estás.

    Un silencio pesado se extendió, no era incómodo. Morfeo, en un gesto casi humano y palabras con sentimiento le dijo:

    —Gracias por esperarme.

    —Siempre, jefe. Siempre. — le contestó su amigo.

    Y así, entre ruinas que pronto volverían a florecer, el Rey del Sueño y su fiel cuervo se reencontraron. Sin promesas, sin lágrimas, sino con ese tipo de entendimiento que solo existe entre los amigos.

    Había regresado de un exilio autoimpuesto, un viaje silencioso más allá del Velo, donde incluso los sueños no lo encontraban. Y ahora, por fin, volvía a su reino: el Sueño. Pero al llegar a su torre de obsidiana, no lo recibió ningún coro de pesadillas ni danzas oníricas. Solo el eco de lo que alguna vez fue un bello lugar. —Ha cambiado todo… o quizás soy yo quien ha cambiado —susurró Morfeo para sí mismo con nostalgia. Fue entonces cuando escuchó: el batir de unas alas conocidas, ligeras pero firmes. Un crujido de garras sobre piedra y un graznido entre incrédulo y emocionado. —¿Jefe…? ¿Eres tú de verdad? Morfeo giró con lentitud. Y allí estaba, posado sobre el brazo de un trono sin rey, un cuervo negro de ojos vivaces: Matthew, su mensajero, su espía, su voz cuando él decidía guardar silencio. Pero más que eso… su único amigo verdadero. Morfeo no sonrió, pero la típica bruma que lo envolvía pareció suavizarse. —Matthew. El cuervo se revoloteaba con ligeros saltos, como un niño perdido que al fin encuentra el camino a casa. —¡Dioses del Sueño! Pensé que ya no ibas a volver… El reino estaba… roto, jefe. Y yo… Bueno, intenté mantenerlo, pero no soy más que un cuervo, ¿sabes? Incluso Lucienne se fue por un tiempo. Las cosas se deshicieron sin ti. Morfeo alzó una mano enguantada y la ofreció. Matthew se posó en ella con el mismo respeto de antaño, aunque esta vez, había algo más: ternura. —No eras "solo" un cuervo. Nunca lo fuiste. —La voz de Morfeo fue suave como la bruma de los sueños profundos—. Te confié lo más frágil: mi dominio, mi esperanza… y regresé porque sabía que tú seguirías aquí. Matthew ladeó la cabeza, con ese gesto pícaro que lo hacía parecer un viejo bufón disfrazado de ave. —Bueno, jefe, no iba a dejar que un montón de pesadillas se hicieran con el lugar. Además… alguien tenía que contarles historias sobre ti. Morfeo lo alzó al nivel de su rostro para observarle mejor. —¿Historias? —Claro. Dije que volverías. Que el Rey del Sueño nunca desaparece para siempre… solo se toma su tiempo. Y mira… aquí estás. Un silencio pesado se extendió, no era incómodo. Morfeo, en un gesto casi humano y palabras con sentimiento le dijo: —Gracias por esperarme. —Siempre, jefe. Siempre. — le contestó su amigo. Y así, entre ruinas que pronto volverían a florecer, el Rey del Sueño y su fiel cuervo se reencontraron. Sin promesas, sin lágrimas, sino con ese tipo de entendimiento que solo existe entre los amigos.
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  • No de porque tengo que usar estás cosas en los ojos es molesta para la vista..... De hecho.....

    -podria apostar su titulo a que no está viendo nada. Entre cerro los ojos tratando de enfocar algo con esos lentes ¿Cómo es que su hijo vive feliz usando esa tortura en sus ojos?-

    Puedo ser el espía que no usa lentes ni ropa tan pegada al cuerpo?
    No de porque tengo que usar estás cosas en los ojos es molesta para la vista..... De hecho..... -podria apostar su titulo a que no está viendo nada. Entre cerro los ojos tratando de enfocar algo con esos lentes ¿Cómo es que su hijo vive feliz usando esa tortura en sus ojos?- Puedo ser el espía que no usa lentes ni ropa tan pegada al cuerpo?
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  • #Monorol

    𝗣𝗔𝗥𝗔𝗡𝗢𝗫 𝗟𝗢𝗦𝗧 𝗗𝗢𝗖𝗨𝗠𝗘𝗡𝗧𝗦:

    𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝑷𝒂𝒓𝒂𝒏𝒐𝒊𝒄𝒐
    𝟏 𝒅𝒆 𝑬𝒏𝒆𝒓𝒐, 𝑨𝒑𝒂𝒓𝒕𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝑩𝒓𝒂𝒔𝒐𝒗, 𝑹𝒖𝒎𝒂𝒏𝒊𝒂

    _Es un nuevo año y aquí estoy, atrapado en estos apartamentos, esperando a que vengan a buscarme. Hace dos años que dejé la policía, y ahora me encuentro enredado en un mundo de mafias y criminales de todo tipo. Todo por el maldito dinero. Comencé con un simple robo para tener que comer y ahora soy el pistolero de una de las organizaciones criminales más grandes de aquí de Brasov.

    Pero, las noches se han vuelto interminables, no he podido dormir, siempre estoy alerta, siempre estoy esperando el momento en que mis enemigos vengan a matarme. Tengo ojeras estoy realmente agotado.

    Vivir así es realmente duro. Tengo miedo que mis propios colegas me traiciónen... Siempre estoy escuchando la voz de esa zorra, la paranoia, en mi cabeza.

    El pánico y el miedo son mis colegas porque siempre sospecho que cualquier persona podría ser un espía o uno de mis enemigos. Hace tres meses que no visito a mi psicólogo, y la soledad se siente más pesada cada día.

    Ojalá todo mejore y salga vivo de todo esto...
    #Monorol 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗡𝗢𝗫 𝗟𝗢𝗦𝗧 𝗗𝗢𝗖𝗨𝗠𝗘𝗡𝗧𝗦: 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝑷𝒂𝒓𝒂𝒏𝒐𝒊𝒄𝒐 𝟏 𝒅𝒆 𝑬𝒏𝒆𝒓𝒐, 𝑨𝒑𝒂𝒓𝒕𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝑩𝒓𝒂𝒔𝒐𝒗, 𝑹𝒖𝒎𝒂𝒏𝒊𝒂 _Es un nuevo año y aquí estoy, atrapado en estos apartamentos, esperando a que vengan a buscarme. Hace dos años que dejé la policía, y ahora me encuentro enredado en un mundo de mafias y criminales de todo tipo. Todo por el maldito dinero. Comencé con un simple robo para tener que comer y ahora soy el pistolero de una de las organizaciones criminales más grandes de aquí de Brasov. Pero, las noches se han vuelto interminables, no he podido dormir, siempre estoy alerta, siempre estoy esperando el momento en que mis enemigos vengan a matarme. Tengo ojeras estoy realmente agotado. Vivir así es realmente duro. Tengo miedo que mis propios colegas me traiciónen... Siempre estoy escuchando la voz de esa zorra, la paranoia, en mi cabeza. El pánico y el miedo son mis colegas porque siempre sospecho que cualquier persona podría ser un espía o uno de mis enemigos. Hace tres meses que no visito a mi psicólogo, y la soledad se siente más pesada cada día. Ojalá todo mejore y salga vivo de todo esto...
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  • ❝Que bella es la vida... Falta poco para el fin de año❞

    Expresó con una sonrisa de placer que iluminaba su rostro mientras levantaba una copa de un vino exquisito, un Grand Cru Classé de Burdeos. En una azotea de un apartamento, sentado y contemplando el vasto horizonte mientras el sol se sumergía en el crepúsculo del año, pintando el cielo con tonos de despedida, Él esperaba pacientemente la llegada del nuevo año, resuelto a deleitarse en la quietud de su propia compañía con esa joya vinícola, y dejar atrás el peso del pasado, abrazando el comienzo de una nueva historia.

    ---: Paranox, Aquí Valentina...

    Una voz en su auricular espía rompió el efímero placer que disfrutaba, siendo su deleite arruinado por la inesperada interrupción de Valentina.

    ❝......❞

    ---: Lamentó interrumpirte en este momento de fin de año pero... Tenemos un trabajo para ti.

    Con una mezcla de disgusto y fastidio, se llevó la mano a la cara y, ladeando la cabeza, expresó en voz baja.

    ❝¡¡No puedo disfrutar del fin de año como cualquier persona normal!!.... Aunque, si haber vamos... no soy normal ni soy cualquier persona❞

    Aunque disgustado, se levantó de la silla, dejando la copa aún llena en la mesilla, y se marchó para cumplir con su deber. Podría decirse que la copa de vino quedó allí, esperando pacientemente para brindar por el nuevo año.

    FELIZ AÑO NUEVO 2025
    ❝Que bella es la vida... Falta poco para el fin de año❞ Expresó con una sonrisa de placer que iluminaba su rostro mientras levantaba una copa de un vino exquisito, un Grand Cru Classé de Burdeos. En una azotea de un apartamento, sentado y contemplando el vasto horizonte mientras el sol se sumergía en el crepúsculo del año, pintando el cielo con tonos de despedida, Él esperaba pacientemente la llegada del nuevo año, resuelto a deleitarse en la quietud de su propia compañía con esa joya vinícola, y dejar atrás el peso del pasado, abrazando el comienzo de una nueva historia. ---: Paranox, Aquí Valentina... Una voz en su auricular espía rompió el efímero placer que disfrutaba, siendo su deleite arruinado por la inesperada interrupción de Valentina. ❝......❞ ---: Lamentó interrumpirte en este momento de fin de año pero... Tenemos un trabajo para ti. Con una mezcla de disgusto y fastidio, se llevó la mano a la cara y, ladeando la cabeza, expresó en voz baja. ❝¡¡No puedo disfrutar del fin de año como cualquier persona normal!!.... Aunque, si haber vamos... no soy normal ni soy cualquier persona❞ Aunque disgustado, se levantó de la silla, dejando la copa aún llena en la mesilla, y se marchó para cumplir con su deber. Podría decirse que la copa de vino quedó allí, esperando pacientemente para brindar por el nuevo año. FELIZ AÑO NUEVO 2025 🎆🎆🎆
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  • ¿Si tengo espías?
    Claro que las tengo, soy capaz de pinchar a quien se pase conmigo.
    ¿Si tengo espías? Claro que las tengo, soy capaz de pinchar a quien se pase conmigo.
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  • #Monorol
    #Longtext

    𝗘𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗿𝗼 𝗲𝗻 𝗞𝗶𝗲𝘃

    [ ♚ L . I . T . A ♚ ]

    _ Agente PARANOX, aquí Valentina. ¡Bienvenido a Ucrania! Eres una leyenda entre nuestros clientes más selectos. Adjunto el pago de 3.000.000 de Dólares para que hagas buen uso de ellos.

    Tu cometido aquí va a ser algo complicado, será eliminar a un ex oficial de las Fuerzas Invasoras Rusas:

    Igor Yakov

    La reunión tendrá lugar hoy a las 13 horas en el edificio Poltavskoi. El objetivo deberá ser eliminado durante la reunión, que durará 5 minutos según lo programado. Evita todo contacto con soldados y guardias. Tienen instrucciones de deshacerse de los civiles que vean en la zona.

    Suerte PARANOX

    . . .

    [ ♚ INFORME CERRADO ♚ ]

    ❝Tres millones de dólares no pueden llenar mi vacío ni devolver lo que he perdido❞

    *Paranox se dedicó a preparar su arsenal para la misión. Desplegó un mapa de la ciudad de Kiev y comenzó a estudiar las rutas y algunos puntos ciegos. De pronto, un ardor en su corazón lo invadió y una voz invisible e intrusa llegó a su mente*

    :Ø: Puede que hoy te maten...Puede que todo sea una trampa para que seas eliminado. Valentina no se despidió como solía serlo lo que significa que algo esconde y tres millones de dólares son poco así que hay algo que no te han dicho.

    *El joven peliblanco inhaló profundamente y se esforzó por mantenerse calmado y sereno, evitando que los pensamientos persistentes de una afección delirante lo dominaran, su misión era importante y debía mantenerse firme mentalmente. Cerró el mapa y se preparó para salir del hotel y dirigirse al encuentro. Llegando al edificio, echó un vistazo al reloj y se dio cuenta de que faltaban unos 15 minutos para la reunión. Sus ojos se tornaron inquietos al examinar el entorno, evaluando las probabilidades de tal vez, cumplir con su misión de forma rápida y segura *

    :Ø: Dos guardias que seguramente te están esperando, en la entrada principal. Un hombre en la ventana del segundo piso que te está mirando y probablemente tenga algo que ver y un edificio de cuatro pisos que parece un buen sitio para disparar y escapar fácilmente en caso de que te traicionen. Probablemente no te han visto todavía aunque ese hombre de la ventana te mira fijamente seguro sabe quién eres, debes silenciarlo.

    *Paradox tomó una profunda bocanada de aire y se adentró en el edificio de cuatro pisos mientras el tiempo avanzaba. Llevaba un francotirador en el maletín y vestía de negro. Su distintivo cubrebocas atraía las miradas de todos lo que empeoraba más su ansiedad. Aunque intentó integrarse entre la gente, su esencia no se perdió, ya que su elevada estatura lo hacía sobresalir. Consiguió llegar a la terraza del edificio por medio de mentiras y engaños. Una vez que Paradox estaba montando todas las partes del francotirador, Valentina le llamó a través del auricular espía e informó.*

    ---: Tienes 2 minutos, La reunión está por comenzar ¿Dónde estás?

    :Ø: ¡No le digas!

    ❝En un edificio que está al frente del lugar del encuentro, tengo a mi vista la entrada principal, un hombre en una ventana y el gran salón donde se van a reunir❞

    ---: ¡Bien! El objetivo aún no ha sido identificado por lo tanto te estaré informando

    :Ø: ¿Lo ves? Es todo una farsa te van a asesinar ¡Voltea a ver!

    *Paradox respiro hondo y volteó a ver la puerta donde había entrado y percibió o mejor dicho sospechaba que alguien estaba allí. Dejó el francotirador montado y se puso de pie, acercándose con cautela a la puerta con su Desert Eagle en mano. Al abrir la puerta, se dio cuenta de que un espía ruso lo había estado siguiendo. Lo que vino después fue una batalla y un forcejeo con un cuchillo afilado*

    ---: La reunión ya comenzó y aún no ha sido informado el objetivo pero estate atento.

    *Paradox, de pronto, ganó el forcejeo y dejó al espía ruso inconsciente, silenciándolo. Tomo el cuchillo con sus guantes negros y lentamente lo degolló*

    ---: ¡Listo! El objetivo ha sido informado es un hombre con barba y un parche en su ojo derecho

    *Nervioso y con la respiración entrecortada, se acercó al rifle francotirador a toda prisa y disparó al objetivo, logrando identificarlo rápidamente. Sentir que su paranoia lo había salvado, y darse cuenta de que no había habido ningún engaño, le brindó una paz que no podía encontrar en ningún otro lugar.*

    𝐆𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐞𝐞𝐫
    #Monorol #Longtext ⚠️ 𝗘𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗿𝗼 𝗲𝗻 𝗞𝗶𝗲𝘃 [ ♚ L . I . T . A ♚ ] _ Agente PARANOX, aquí Valentina. ¡Bienvenido a Ucrania! Eres una leyenda entre nuestros clientes más selectos. Adjunto el pago de 3.000.000 de Dólares para que hagas buen uso de ellos. Tu cometido aquí va a ser algo complicado, será eliminar a un ex oficial de las Fuerzas Invasoras Rusas: Igor Yakov La reunión tendrá lugar hoy a las 13 horas en el edificio Poltavskoi. El objetivo deberá ser eliminado durante la reunión, que durará 5 minutos según lo programado. Evita todo contacto con soldados y guardias. Tienen instrucciones de deshacerse de los civiles que vean en la zona. Suerte PARANOX . . . [ ♚ INFORME CERRADO ♚ ] ❝Tres millones de dólares no pueden llenar mi vacío ni devolver lo que he perdido❞ *Paranox se dedicó a preparar su arsenal para la misión. Desplegó un mapa de la ciudad de Kiev y comenzó a estudiar las rutas y algunos puntos ciegos. De pronto, un ardor en su corazón lo invadió y una voz invisible e intrusa llegó a su mente* :Ø: Puede que hoy te maten...Puede que todo sea una trampa para que seas eliminado. Valentina no se despidió como solía serlo lo que significa que algo esconde y tres millones de dólares son poco así que hay algo que no te han dicho. *El joven peliblanco inhaló profundamente y se esforzó por mantenerse calmado y sereno, evitando que los pensamientos persistentes de una afección delirante lo dominaran, su misión era importante y debía mantenerse firme mentalmente. Cerró el mapa y se preparó para salir del hotel y dirigirse al encuentro. Llegando al edificio, echó un vistazo al reloj y se dio cuenta de que faltaban unos 15 minutos para la reunión. Sus ojos se tornaron inquietos al examinar el entorno, evaluando las probabilidades de tal vez, cumplir con su misión de forma rápida y segura * :Ø: Dos guardias que seguramente te están esperando, en la entrada principal. Un hombre en la ventana del segundo piso que te está mirando y probablemente tenga algo que ver y un edificio de cuatro pisos que parece un buen sitio para disparar y escapar fácilmente en caso de que te traicionen. Probablemente no te han visto todavía aunque ese hombre de la ventana te mira fijamente seguro sabe quién eres, debes silenciarlo. *Paradox tomó una profunda bocanada de aire y se adentró en el edificio de cuatro pisos mientras el tiempo avanzaba. Llevaba un francotirador en el maletín y vestía de negro. Su distintivo cubrebocas atraía las miradas de todos lo que empeoraba más su ansiedad. Aunque intentó integrarse entre la gente, su esencia no se perdió, ya que su elevada estatura lo hacía sobresalir. Consiguió llegar a la terraza del edificio por medio de mentiras y engaños. Una vez que Paradox estaba montando todas las partes del francotirador, Valentina le llamó a través del auricular espía e informó.* ---: Tienes 2 minutos, La reunión está por comenzar ¿Dónde estás? :Ø: ¡No le digas! ❝En un edificio que está al frente del lugar del encuentro, tengo a mi vista la entrada principal, un hombre en una ventana y el gran salón donde se van a reunir❞ ---: ¡Bien! El objetivo aún no ha sido identificado por lo tanto te estaré informando :Ø: ¿Lo ves? Es todo una farsa te van a asesinar ¡Voltea a ver! *Paradox respiro hondo y volteó a ver la puerta donde había entrado y percibió o mejor dicho sospechaba que alguien estaba allí. Dejó el francotirador montado y se puso de pie, acercándose con cautela a la puerta con su Desert Eagle en mano. Al abrir la puerta, se dio cuenta de que un espía ruso lo había estado siguiendo. Lo que vino después fue una batalla y un forcejeo con un cuchillo afilado* ---: La reunión ya comenzó y aún no ha sido informado el objetivo pero estate atento. *Paradox, de pronto, ganó el forcejeo y dejó al espía ruso inconsciente, silenciándolo. Tomo el cuchillo con sus guantes negros y lentamente lo degolló* ---: ¡Listo! El objetivo ha sido informado es un hombre con barba y un parche en su ojo derecho *Nervioso y con la respiración entrecortada, se acercó al rifle francotirador a toda prisa y disparó al objetivo, logrando identificarlo rápidamente. Sentir que su paranoia lo había salvado, y darse cuenta de que no había habido ningún engaño, le brindó una paz que no podía encontrar en ningún otro lugar.* 𝐆𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐞𝐞𝐫
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