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    Battle Time: Goetia vs Godkiller – El Juicio Final de los Dioses

    Escenario
    El combate tiene lugar en el Trono del Fin de los Tiempos, un plano más allá del universo donde estrellas muertas flotan como cenizas en un océano de vacío. A lo lejos, una grieta cósmica divide el cielo en dos: un lado ardiendo en llamas doradas, el otro sumido en oscuridad sangrienta. Cada respiro de estos titanes es suficiente para hacer colapsar galaxias enteras.

    El Choque
    La figura imponente de Goetia, el rey demoníaco de la magia prohibida, aparece envuelto en una marea de llamas apocalípticas. Su torso resplandece con el núcleo de destrucción, un ojo ardiente que palpita con el poder de incontables almas sacrificadas. Su voz truena como un millón de tormentas:

    — “¡Soy el fuego del final, la condena de los cielos y la extinción de la humanidad!”

    Enfrente, el caballero eterno Godkiller se yergue con armadura oscura bañada en luz carmesí. En su mano porta la Hoja del Eclipse, un arma forjada para derribar divinidades. Su mirada es fría, calculadora, y cada paso que da resuena como un martillo golpeando el destino.

    — “Dios o demonio… da igual. Mi espada fue hecha para matar a ambos.”

    El choque comienza con un estallido de luz y oscuridad que rasga la eternidad.

    Habilidades
    ⁘ Goetia
    ֎ Flame of Incineration: fuego místico capaz de reducir mundos enteros a cenizas.

    ֎ Ojo del Juicio: el núcleo en su pecho dispara rayos de energía que borran la existencia de todo lo que tocan.

    ֎ Magia Prohibida: manipula almas sacrificadas, usándolas como proyectiles, escudos o invocaciones.

    ֎ Inmortalidad Demoníaca: su cuerpo se regenera mientras exista odio y desesperación en el cosmos.

    ꕤ Godkiller
    ⚜ Hoja del Eclipse: espada capaz de cortar conceptos divinos, anulando poderes “absolutos”.

    ⚜ Aura del Vacío: un campo de energía que debilita y corrompe cualquier poder celestial o infernal cercano.

    ⚜ Juicio Carmesí: descarga un tajo de energía roja que puede dividir montañas estelares y agujeros negros.

    ⚜ Voluntad del Guerrero Eterno: su fuerza aumenta cuanto más alto sea el poder de su oponente; entre más divina la amenaza, más letal se vuelve.

    Clímax
    Goetia desata su furia: mares de fuego dorado envuelven el campo, estrellas enteras son consumidas y lanzadas contra Godkiller como proyectiles. El caballero avanza entre el caos, su armadura resquebrajada pero su espada brillando con un fulgor inquebrantable.

    El Ojo del Juicio dispara un rayo que atraviesa realidades, pero la Hoja del Eclipse corta la energía como si fuese aire. El universo se tambalea cuando ambos descargan sus ataques finales:

    ❁ Goetia lanza la Llama Final de la Extinción, un sol maldito que arde con toda su existencia.

    ❁ Godkiller responde con la Decapitación del Cielo, un tajo único que divide la luz, la oscuridad y el tiempo mismo.

    La colisión provoca una explosión que desintegra el plano entero.
    🌌🔥 Battle Time: Goetia vs Godkiller – El Juicio Final de los Dioses ⚔️ 🌠 Escenario El combate tiene lugar en el Trono del Fin de los Tiempos, un plano más allá del universo donde estrellas muertas flotan como cenizas en un océano de vacío. A lo lejos, una grieta cósmica divide el cielo en dos: un lado ardiendo en llamas doradas, el otro sumido en oscuridad sangrienta. Cada respiro de estos titanes es suficiente para hacer colapsar galaxias enteras. ⚔️ El Choque La figura imponente de Goetia, el rey demoníaco de la magia prohibida, aparece envuelto en una marea de llamas apocalípticas. Su torso resplandece con el núcleo de destrucción, un ojo ardiente que palpita con el poder de incontables almas sacrificadas. Su voz truena como un millón de tormentas: — “¡Soy el fuego del final, la condena de los cielos y la extinción de la humanidad!” Enfrente, el caballero eterno Godkiller se yergue con armadura oscura bañada en luz carmesí. En su mano porta la Hoja del Eclipse, un arma forjada para derribar divinidades. Su mirada es fría, calculadora, y cada paso que da resuena como un martillo golpeando el destino. — “Dios o demonio… da igual. Mi espada fue hecha para matar a ambos.” El choque comienza con un estallido de luz y oscuridad que rasga la eternidad. 🔥 Habilidades ⁘ Goetia ֎ Flame of Incineration: fuego místico capaz de reducir mundos enteros a cenizas. ֎ Ojo del Juicio: el núcleo en su pecho dispara rayos de energía que borran la existencia de todo lo que tocan. ֎ Magia Prohibida: manipula almas sacrificadas, usándolas como proyectiles, escudos o invocaciones. ֎ Inmortalidad Demoníaca: su cuerpo se regenera mientras exista odio y desesperación en el cosmos. ꕤ Godkiller ⚜ Hoja del Eclipse: espada capaz de cortar conceptos divinos, anulando poderes “absolutos”. ⚜ Aura del Vacío: un campo de energía que debilita y corrompe cualquier poder celestial o infernal cercano. ⚜ Juicio Carmesí: descarga un tajo de energía roja que puede dividir montañas estelares y agujeros negros. ⚜ Voluntad del Guerrero Eterno: su fuerza aumenta cuanto más alto sea el poder de su oponente; entre más divina la amenaza, más letal se vuelve. ⚡ Clímax Goetia desata su furia: mares de fuego dorado envuelven el campo, estrellas enteras son consumidas y lanzadas contra Godkiller como proyectiles. El caballero avanza entre el caos, su armadura resquebrajada pero su espada brillando con un fulgor inquebrantable. El Ojo del Juicio dispara un rayo que atraviesa realidades, pero la Hoja del Eclipse corta la energía como si fuese aire. El universo se tambalea cuando ambos descargan sus ataques finales: ❁ Goetia lanza la Llama Final de la Extinción, un sol maldito que arde con toda su existencia. ❁ Godkiller responde con la Decapitación del Cielo, un tajo único que divide la luz, la oscuridad y el tiempo mismo. La colisión provoca una explosión que desintegra el plano entero.
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  • Antaño los llamaron «dioses». Ahora, son los susurros de la locura en tu oído, la tentación encarnada, los monstruos que la medianoche te devuelve en el espejo.

    Y serás la ofrenda perfecta para ellos.
    Antaño los llamaron «dioses». Ahora, son los susurros de la locura en tu oído, la tentación encarnada, los monstruos que la medianoche te devuelve en el espejo. Y serás la ofrenda perfecta para ellos.
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  • Fue grandioso mis bromas en molestar a los dioses , es algo que jamás me cansaré .... Aunque , no cumplo mucho mi objetivo Pero seguiré intentando!
    Fue grandioso mis bromas en molestar a los dioses , es algo que jamás me cansaré .... Aunque , no cumplo mucho mi objetivo Pero seguiré intentando!
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  • Yo no niego la existencia de los dioses, eso sería una estupidez. Lo que yo niego... es su autoridad sobre nosotros, los humanos.
    Yo no niego la existencia de los dioses, eso sería una estupidez. Lo que yo niego... es su autoridad sobre nosotros, los humanos.
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  • ⚔•Ⱬ₳ⱤɆ₭ ₳₦Đ ₦Ʉ₮₮•⚔



    {Isman había sido enviado a cuidar de los caballos, lejos de aquella conversación “para adultos”. El joven protestó al inicio, pero la mirada de Nutt fue suficiente para callarlo y hacerlo marchar.}




    {Nutt y Zarek se acomodaron en el suelo frente a una pequeña mesa baja de madera. Sobre ella descansaba un ajedrez.
    Nutt movió el primer peón con calma.}



    —¿Recuerdas la última vez que jugamos? En ese entonces habíamos apostado que tu hermana tendría niñas antes de que nacieran los pequeños príncipes.



    {Zarek hizo una breve mueca. Claro que lo recordaba. El recuerdo pesaba en su pecho como una cadena. Su hermana, marcada por lo que todos llamaban “La maldición de los mellizos" incapaz de dar a luz a niñas, condenada a parir solo varones. Una carga que él sentía como propia, casi un castigo divino paralelo al suyo: piel tan pálida como la nieve, vulnerable al sol como si fuese un pecador maldecido.}


    —Lo recuerdo.


    {Respondió al fin, con su voz cortante.
    El juego avanzó lentamente. Zarek desplegó una defensa clásica, fría y calculadora, cerrando el centro con peones como si levantara murallas. Nutt, en cambio, movía con un aire despreocupado, casi burlón, sacrificando un alfil aquí, un peón allá.}


    —Si gano, iré contigo al mundo humano.


    {Dijo Nutt mientras avanzaba su caballo, clavándolo contra la reina rival.
    Zarek detuvo su peón en el aire. Lo miró con sorpresa y un poco de desconfianza.}


    —¿Qué estás diciendo? ¿Para qué querrías venir conmigo?


    —Porque es mi deber cuidar de ti. No solo soy tu guardia mayor real, también soy tu amigo.


    {Respondió Nutt, con una sonrisa orgullosa. Era obvio que la situación le divertía.
    Zarek arqueó una ceja. El movimiento lo distrajo, y dejó a su rey ligeramente expuesto al enroque rival.
    Nutt prosiguió, avanzando su torre.}


    —Además… los humanos me despiertan curiosidad. He escuchado que han avanzado tanto que ya ni siquiera necesitan esforzarse para vivir. Sus máquinas, sus aparatos, hacen todo por ellos. ¿No sería sabio estudiarlos, descubrir si acaso no se preparan para una invasión humano-cósmica?


    {Zarek lo observó unos segundos en silencio… y de pronto, estalló en una carcajada grave y sonora. El golpe de su puño contra la mesa hizo temblar las piezas, desacomodando algunas. Se estiró un poco para tomar el jarrón de vino y llenó una copa dorada hasta el borde.}


    —Nutt, Nutt…


    {Dijo, negando con la cabeza.}


    —Los humanos conocerán sus juguetes mejor que nadie, pero han perdido algo esencial: la conexión con lo divino, con lo natural, con la magia. ¿Qué son ellos sin eso? Nada. ¿Crees que una máquina que solo funciona enchufada podría enfrentarse al caos, a los demonios, a los dioses mismos?


    {El silencio cayó unos segundos entre ambos. Nutt no pudo negar que su rey tenía un punto. Aun así, no podía subestimar a los humanos. Había en ellos algo fascinante. Los admiraba y les temía al mismo tiempo.}


    {El juego continuó. Zarek intentó un contraataque por el flanco derecho, avanzando su reina para presionar al rey enemigo. Nutt, sin embargo, lo dejó avanzar con aparente descuido, retrocediendo piezas, cediendo terreno, hasta que la trampa estuvo lista.}


    {Un movimiento de caballo cortó toda vía de escape. Su torre, oculta hasta ese instante en la retaguardia, se deslizó con precisión.}


    —De todas formas… iré contigo.


    {Murmuró Nutt, inclinándose sobre el tablero, con una chispa de triunfo en los ojos.}


    —Primero debes ganarme.


    {Respondió Zarek con arrogancia, llevando su reina al ataque final.}


    {Pero apenas terminó de pronunciar esas palabras, Nutt adelantó su alfil, encajando la pieza con un golpe suave contra el tablero.}


    —Jaque mate.


    {El rey, atrapado sin escapatoria, quedó inmóvil bajo las piezas enemigas.
    Zarek miró el tablero en silencio. Luego a su amigo. Y finalmente, bebió un largo trago de vino antes de dejar escapar una sonrisa ladeada, cansada y cómplice.}
    ⚔•Ⱬ₳ⱤɆ₭ ₳₦Đ ₦Ʉ₮₮•⚔ {Isman había sido enviado a cuidar de los caballos, lejos de aquella conversación “para adultos”. El joven protestó al inicio, pero la mirada de Nutt fue suficiente para callarlo y hacerlo marchar.} {Nutt y Zarek se acomodaron en el suelo frente a una pequeña mesa baja de madera. Sobre ella descansaba un ajedrez. Nutt movió el primer peón con calma.} —¿Recuerdas la última vez que jugamos? En ese entonces habíamos apostado que tu hermana tendría niñas antes de que nacieran los pequeños príncipes. {Zarek hizo una breve mueca. Claro que lo recordaba. El recuerdo pesaba en su pecho como una cadena. Su hermana, marcada por lo que todos llamaban “La maldición de los mellizos" incapaz de dar a luz a niñas, condenada a parir solo varones. Una carga que él sentía como propia, casi un castigo divino paralelo al suyo: piel tan pálida como la nieve, vulnerable al sol como si fuese un pecador maldecido.} —Lo recuerdo. {Respondió al fin, con su voz cortante. El juego avanzó lentamente. Zarek desplegó una defensa clásica, fría y calculadora, cerrando el centro con peones como si levantara murallas. Nutt, en cambio, movía con un aire despreocupado, casi burlón, sacrificando un alfil aquí, un peón allá.} —Si gano, iré contigo al mundo humano. {Dijo Nutt mientras avanzaba su caballo, clavándolo contra la reina rival. Zarek detuvo su peón en el aire. Lo miró con sorpresa y un poco de desconfianza.} —¿Qué estás diciendo? ¿Para qué querrías venir conmigo? —Porque es mi deber cuidar de ti. No solo soy tu guardia mayor real, también soy tu amigo. {Respondió Nutt, con una sonrisa orgullosa. Era obvio que la situación le divertía. Zarek arqueó una ceja. El movimiento lo distrajo, y dejó a su rey ligeramente expuesto al enroque rival. Nutt prosiguió, avanzando su torre.} —Además… los humanos me despiertan curiosidad. He escuchado que han avanzado tanto que ya ni siquiera necesitan esforzarse para vivir. Sus máquinas, sus aparatos, hacen todo por ellos. ¿No sería sabio estudiarlos, descubrir si acaso no se preparan para una invasión humano-cósmica? {Zarek lo observó unos segundos en silencio… y de pronto, estalló en una carcajada grave y sonora. El golpe de su puño contra la mesa hizo temblar las piezas, desacomodando algunas. Se estiró un poco para tomar el jarrón de vino y llenó una copa dorada hasta el borde.} —Nutt, Nutt… {Dijo, negando con la cabeza.} —Los humanos conocerán sus juguetes mejor que nadie, pero han perdido algo esencial: la conexión con lo divino, con lo natural, con la magia. ¿Qué son ellos sin eso? Nada. ¿Crees que una máquina que solo funciona enchufada podría enfrentarse al caos, a los demonios, a los dioses mismos? {El silencio cayó unos segundos entre ambos. Nutt no pudo negar que su rey tenía un punto. Aun así, no podía subestimar a los humanos. Había en ellos algo fascinante. Los admiraba y les temía al mismo tiempo.} {El juego continuó. Zarek intentó un contraataque por el flanco derecho, avanzando su reina para presionar al rey enemigo. Nutt, sin embargo, lo dejó avanzar con aparente descuido, retrocediendo piezas, cediendo terreno, hasta que la trampa estuvo lista.} {Un movimiento de caballo cortó toda vía de escape. Su torre, oculta hasta ese instante en la retaguardia, se deslizó con precisión.} —De todas formas… iré contigo. {Murmuró Nutt, inclinándose sobre el tablero, con una chispa de triunfo en los ojos.} —Primero debes ganarme. {Respondió Zarek con arrogancia, llevando su reina al ataque final.} {Pero apenas terminó de pronunciar esas palabras, Nutt adelantó su alfil, encajando la pieza con un golpe suave contra el tablero.} —Jaque mate. {El rey, atrapado sin escapatoria, quedó inmóvil bajo las piezas enemigas. Zarek miró el tablero en silencio. Luego a su amigo. Y finalmente, bebió un largo trago de vino antes de dejar escapar una sonrisa ladeada, cansada y cómplice.}
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  • •Z̷a̷r̷e̷k̷•𖧨༒



    {El sol se alzaba sobre el horizonte, tiñendo la vasta extensión del desierto con un resplandor dorado, como si cada grano de arena fuera oro líquido bajo su luz. A lo lejos, el palacio emergía imponente, inmenso poder en medio de la nada. En sus pasillos y patios, los guerreros entrenaban con disciplina, otros bebían vino luego de las jornadas de guardia, algunos negociaban con mercaderes que ofrecían especias y telas, mientras las voces resonaba entre las columnas.}

    {En alguna parte del palacio, rodeado de riquezas, de estatuas dedicadas a Anubis y de altares cubiertos con velas encendidas, sahumerios, frutas y vino, se encontraba el príncipe Zarek, ahora proclamado rey. Desde una de las altas ventanas, abiertas al aire del desierto, sin vidrios ni persianas, observaba su ejército. y su reino construido en medio del vacío, sostenido únicamente por la voluntad de su ejército y por la suya.}

    {Allí, en el único asentamiento que quedaba de los nekomatas, la vida era dura. Durante el día, la arena quemaba la piel y durante la noche, el frío calaba hasta los huesos. El agua era escasa, la comida difícil de conseguir y la tierra nunca generosa. Sin embargo, habían aprendido a resistir.}

    {Zarek era el pilar de esa resistencia. Bajo su mando, las expediciones de caza rara vez regresaban con las manos vacías, y las cosechas, aunque humildes, bastaban para mantener al pueblo con vida. Nadie cuestionaba su liderazgo, aunque la mayoría lo temía tanto como lo respetaba. Frío, autoritario, distante, ya no era visto solo como un príncipe convertido en rey, sino como la encarnación misma de un dios. Jamás había mostrado afecto, ni siquiera hacia sus propios padres. Para muchos, en él no existía un corazón capaz de sentir.}

    {Esa madrugada, sus hombres volvieron tras un extenso viaje. Habían cumplido con la misión de espiar a posibles enemigos y traer información. Lo que comunicaron solo confirmaba que la antigua profecía estaba por cumplirse. La próxima luna llena sería el inicio del posible fin de los nekomatas.}

    {Zarek no dudó. Sabía lo que debía hacer. Había llegado la hora de buscar a su prometida, la mujer destinada a convertirse en reina y traer la salvación. Ella habitaba en el mundo de los humanos, ignorante del peso que cargaba sobre sus hombros ahora mismo. Para ella, él era un desconocido. Pero Zarek la sentía. Podía percibirla en el aire, como un instinto que lo guiaba sin error. Un fuerte instinto.}

    —Pronto estarás en casa, sucia sangre mestiza. Tu destino ya está escrito.

    {Zarek estaba decidido. Encontraría a la mujer que le había sido prometida, aunque tuviera que desafiar a los dioses mismos o entregar sus siete vidas en el intento.}

    •Z̷a̷r̷e̷k̷•𖧨༒ {El sol se alzaba sobre el horizonte, tiñendo la vasta extensión del desierto con un resplandor dorado, como si cada grano de arena fuera oro líquido bajo su luz. A lo lejos, el palacio emergía imponente, inmenso poder en medio de la nada. En sus pasillos y patios, los guerreros entrenaban con disciplina, otros bebían vino luego de las jornadas de guardia, algunos negociaban con mercaderes que ofrecían especias y telas, mientras las voces resonaba entre las columnas.} {En alguna parte del palacio, rodeado de riquezas, de estatuas dedicadas a Anubis y de altares cubiertos con velas encendidas, sahumerios, frutas y vino, se encontraba el príncipe Zarek, ahora proclamado rey. Desde una de las altas ventanas, abiertas al aire del desierto, sin vidrios ni persianas, observaba su ejército. y su reino construido en medio del vacío, sostenido únicamente por la voluntad de su ejército y por la suya.} {Allí, en el único asentamiento que quedaba de los nekomatas, la vida era dura. Durante el día, la arena quemaba la piel y durante la noche, el frío calaba hasta los huesos. El agua era escasa, la comida difícil de conseguir y la tierra nunca generosa. Sin embargo, habían aprendido a resistir.} {Zarek era el pilar de esa resistencia. Bajo su mando, las expediciones de caza rara vez regresaban con las manos vacías, y las cosechas, aunque humildes, bastaban para mantener al pueblo con vida. Nadie cuestionaba su liderazgo, aunque la mayoría lo temía tanto como lo respetaba. Frío, autoritario, distante, ya no era visto solo como un príncipe convertido en rey, sino como la encarnación misma de un dios. Jamás había mostrado afecto, ni siquiera hacia sus propios padres. Para muchos, en él no existía un corazón capaz de sentir.} {Esa madrugada, sus hombres volvieron tras un extenso viaje. Habían cumplido con la misión de espiar a posibles enemigos y traer información. Lo que comunicaron solo confirmaba que la antigua profecía estaba por cumplirse. La próxima luna llena sería el inicio del posible fin de los nekomatas.} {Zarek no dudó. Sabía lo que debía hacer. Había llegado la hora de buscar a su prometida, la mujer destinada a convertirse en reina y traer la salvación. Ella habitaba en el mundo de los humanos, ignorante del peso que cargaba sobre sus hombros ahora mismo. Para ella, él era un desconocido. Pero Zarek la sentía. Podía percibirla en el aire, como un instinto que lo guiaba sin error. Un fuerte instinto.} —Pronto estarás en casa, sucia sangre mestiza. Tu destino ya está escrito. {Zarek estaba decidido. Encontraría a la mujer que le había sido prometida, aunque tuviera que desafiar a los dioses mismos o entregar sus siete vidas en el intento.}
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  • Mi deber es cuidar de ensueño , el mundo de los sueños donde mortales y dioses otras razas , tienen sus maravillos sueños y esperanza , como la princesa que soy .
    Mi deber es cuidar de ensueño , el mundo de los sueños donde mortales y dioses otras razas , tienen sus maravillos sueños y esperanza , como la princesa que soy .
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  • Se llamaba Kent Jarvin. Era absoluta carroña.
    Un hombre cuya mera presencia pudría el aire. Rondaba el orfanato como los buitres rondan los cuerpos, convencido de que su poder sobre los más débiles lo hacía intocable. A nadie le importan los huérfanos pensaba. Y tenía razón, la ciudad emanaba tanta podredumbre que esas almas no tenían ningún valor.

    Lili lo había visto.
    Él también a ella.
    Y en su ignorancia, creyó que era una niña más, una nueva huérfana con ropajes roídos que jugaba con los pequeños en el patio. Nunca comprendió que sus ojos no jugaban: observaban, esperaban.

    Aquella noche, el cazador se convirtió en presa.

    Lili se apartó del grupo, fingiendo un juego en soledad. Kent la siguió, creyendo haber encontrado la ocasión perfecta. Su sombra se alargaba tras ella, como la de un depredador que ya saborea la carne.

    Cuando estiró la mano, apareció de las sombras.
    Ororon .

    Sus ojos ardían de rabia y desdicha, sus sombras del pasado lo habían convertido en pura tempestad. Sus manos se tiñeron de electricidad al ver semejante alimaña, y el aire se quebró con chispas de furia. Lili, con una sonrisa helada, solo susurró:

    —Que sea lento.

    Y él obedeció.
    La magia de Ororon se desató, no como justicia, sino como tormenta. Cada rayo era un grito contenido, cada descarga un recuerdo de dolor. Kent se retorcía bajo la furia eléctrica, y con cada espasmo la multitud de sombras que habitaban en Lili se agitaban, expectantes.

    Cuando por fin el cuerpo estuvo al borde del final, los ojos del miserable se elevaron al cielo. Una chispa de arrepentimiento, una súplica de clemencia. Esperaba que los dioses, compasivos, lo arrancaran del tormento.

    Pero entonces, la sombra de Lili se alzó.
    Oscureció la última luz que quedaba en sus pupilas, apagando el brillo que buscaba el perdón. El titán de tinieblas habló con su voz infinita:

    —No hallarás paz en la muerte.
    —Solo sombras.

    Y con esas palabras, el rastro de Kent Jarvin desapareció.
    Ni siquiera los dioses recordaron su nombre.

    https://youtu.be/2cXDgFwE13g?si=WdBMcSUyy2KUxalU
    Se llamaba Kent Jarvin. Era absoluta carroña. Un hombre cuya mera presencia pudría el aire. Rondaba el orfanato como los buitres rondan los cuerpos, convencido de que su poder sobre los más débiles lo hacía intocable. A nadie le importan los huérfanos pensaba. Y tenía razón, la ciudad emanaba tanta podredumbre que esas almas no tenían ningún valor. Lili lo había visto. Él también a ella. Y en su ignorancia, creyó que era una niña más, una nueva huérfana con ropajes roídos que jugaba con los pequeños en el patio. Nunca comprendió que sus ojos no jugaban: observaban, esperaban. Aquella noche, el cazador se convirtió en presa. Lili se apartó del grupo, fingiendo un juego en soledad. Kent la siguió, creyendo haber encontrado la ocasión perfecta. Su sombra se alargaba tras ella, como la de un depredador que ya saborea la carne. Cuando estiró la mano, apareció de las sombras. [specter_olive_hare_981]. Sus ojos ardían de rabia y desdicha, sus sombras del pasado lo habían convertido en pura tempestad. Sus manos se tiñeron de electricidad al ver semejante alimaña, y el aire se quebró con chispas de furia. Lili, con una sonrisa helada, solo susurró: —Que sea lento. Y él obedeció. La magia de Ororon se desató, no como justicia, sino como tormenta. Cada rayo era un grito contenido, cada descarga un recuerdo de dolor. Kent se retorcía bajo la furia eléctrica, y con cada espasmo la multitud de sombras que habitaban en Lili se agitaban, expectantes. Cuando por fin el cuerpo estuvo al borde del final, los ojos del miserable se elevaron al cielo. Una chispa de arrepentimiento, una súplica de clemencia. Esperaba que los dioses, compasivos, lo arrancaran del tormento. Pero entonces, la sombra de Lili se alzó. Oscureció la última luz que quedaba en sus pupilas, apagando el brillo que buscaba el perdón. El titán de tinieblas habló con su voz infinita: —No hallarás paz en la muerte. —Solo sombras. Y con esas palabras, el rastro de Kent Jarvin desapareció. Ni siquiera los dioses recordaron su nombre. https://youtu.be/2cXDgFwE13g?si=WdBMcSUyy2KUxalU
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    La noche del 23 llegará con la luna nueva... Que los Dioses os protejan.
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